Morir no es poco II - Celeste Castiglione - E-Book

Morir no es poco II E-Book

Celeste Castiglione

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Beschreibung

Este nuevo "Morir no es poco II. Estudios sobre la muerte y los cementerios desde la Post Pandemia" revela la presencia de tópicos nuevos en torno a la muerte que no se evidenciaban en el volumen del 2018. La pandemia se torna insoslayable, pero esta parábola histórica que transitamos ¿habrá sido un refugio? El estudio de los pequeños objetos personales, documentos, fuentes, panteones, placas, carteles, como mediadores emocionales ante la muerte, la recuperación de historias de vida desde la muerte, los discursos, relatos y simbología que se manifiestan en placas recordatorias, la presencia la política de la memoria para evocar justas reivindicaciones territoriales pero también a los miles de muertos que dejó la Guerra de Malvinas, son la evidencia de que el estudio de la muerte y los cementerios encuentra múltiples y variados enfoques desde donde ser abordados. El peso de este libro recae en la perspectiva histórica aun cuando no haya sido nuestra primera intencionalidad. Volver al pasado fue una decisión de quienes integran el libro que provienen de distintas disciplinas, formaciones, universidades e instituto. Los trabajos cubren gran parte de nuestro territorio desde diferentes provincias dándole al libro un carácter federal. Esperamos en el futuro seguir sumando a nuestra Red Académica a colegas de las Ciencias Sociales que aporten sus investigaciones sobre el gran enigma de la muerte y la forma de tramitarla de los que quedan.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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CELESTE CASTIGLIONE CRISTINA BARILE

Morir no es poco II

Estudios sobre la Muerte y los Cementerios desde la Post Pandemia

Morir no es poco II : estudios sobre la muerte y los cementerios desde la post pandemia / Celeste Castiglione ... [et al.] ; compilación de Celeste Castigione ; Cristina Barile. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3470-5

1. Relatos. I. Castigione, Celeste, comp. II. Barile, Cristina, comp. CDD 306.9

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

INTRODUCCIÓN

ESTUDIO PRELIMINAR

Los rituales en torno a la muerte en San Juan de la Frontera (siglo XVIII). Una lectura antropológica de los registros eclesiásticos

Liliana Navarro Ibarra

Entre la Historia y la Estadística, la Muerte como objeto de estudio

Catamarca en el contexto de guerras civiles

Leandro Sergio Tua

Andrea Lorena Mendoza

Difuntos, deudos y dispositivos: agencia y simulacro en objetos decimonónicos de duelo

Sofía Raquel Maniusis

La muerte en Buenos Aires. 1871: la fiebre amarilla ataca a la metrópoli.Acción y reacción en los sectores de poder de la ciudad

Ceferino Cristian Bavasso

UNSAM/UNIBO/ISPJVG/UBA/IESDRA. A. Moreau de Justo

Jorgelina Ayala

Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires

Instituto Superior del Profesorado Dra. Alicia Moreau de Justo (CABA)

ALEMANES E INGLESES: DOS MIGRACIONES, DOS CEMENTERIOS

Colonia alemana, Federación, Entre Ríos (*)

María Rosa Catullo

La percepción de la muerte en testamentos de mujeres (San Juan, Siglo XIX)

Patricia Sánchez

LUIS FORS: Trayectoria de vida y muerte

María Carlota Sempé y Olga Beatriz Flores

Vivir y morir entre patrias Emil Bose y Margrete Heiberg, agentes culturales de difusión del saber prusiano

Guillermo Bertani

Historia y transformación del cementerio de Tunuyán, bajo preceptos higienistas

Menseguez Mariana Cecilia

“Tuya hasta el postrer momento”. Representaciones y acciones comunicativas de las mujeres suicidas en Buenos Aires durante las décadas finales del siglo XIX

Julián Arroyo

Masones en un territorio de migraciones. Representaciones y significados en torno del morir

Daniel José Imfeld

El cementerio de Ucacha, lugar de memoria y expresión social

Ana Clara Picco Lambert

Conjuntos textuales en los cementerios. Las placas en los panteones étnicos: aspectos políticos y recuerdos de la patria

Celeste Castiglione

Muerte y Política de la Memoria en torno a Malvinas desde 2015 en Comodoro Rivadavia: el caso de carteles para no olvidar

Cristina Barile

Disputas por la Memoria: Los monumentos sobre la guerra de Malvinas en la localidad chubutense de Sarmiento, (1988-2022)

Romina Reynolds

La Muerte Ausente: percepción de los equipos directivos de la provincia del Chubut acerca de la Pedagogía de la Muerte en el contexto pandemia COVID-19

Pablo Jesús De Battisti

Palabras finales

A las mujeres luchadoras y empoderadas que me dio la vida: Mamá Nelly, María Peralta Stretton hija querida, y Lucía Cimadevilla, sobrina del alma. Y para los más pequeños que heredarán este mundo: Henry y Paulina. Los llevo en mi corazón.

CRISTINA BARILE

A mi compañero Bernardo Izzi y a la bella Fran Cubee Izzi, por el día a día, por la generosidad de sus luchas colectivas de las que aprendo y su acompañamiento en las mías; y a mis grandes cuidadores: Maia y Yiyo por su amor incondicional que me constituye hasta hoy.

CELESTE CASTIGLIONE

Índice

INTRODUCCIÓN

ESTUDIO PRELIMINAR

Los rituales en torno a la muerte en San Juan de la Frontera (siglo XVIII). Una lectura antropológica de los registros eclesiásticos

Liliana Navarro Ibarra

Entre la Historia y la Estadística, la Muerte como objeto de estudio

Catamarca en el contexto de guerras civiles

Leandro Sergio Tua

Andrea Lorena Mendoza

Difuntos, deudos y dispositivos: agencia y simulacro en objetos decimonónicos de duelo

Sofía Raquel Maniusis

La muerte en Buenos Aires. 1871: la fiebre amarilla ataca a la metrópoli.Acción y reacción en los sectores de poder de la ciudad

Ceferino Cristian Bavasso

UNSAM/UNIBO/ISPJVG/UBA/IESDRA. A. Moreau de Justo

Jorgelina Ayala

Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires

Instituto Superior del Profesorado Dra. Alicia Moreau de Justo (CABA)

ALEMANES E INGLESES: DOS MIGRACIONES, DOS CEMENTERIOS

Colonia alemana, Federación, Entre Ríos (*)

María Rosa Catullo

La percepción de la muerte en testamentos de mujeres (San Juan, Siglo XIX)

Patricia Sánchez

LUIS FORS: Trayectoria de vida y muerte

María Carlota Sempé y Olga Beatriz Flores

Vivir y morir entre patrias Emil Bose y Margrete Heiberg, agentes culturales de difusión del saber prusiano

Guillermo Bertani

Historia y transformación del cementerio de Tunuyán, bajo preceptos higienistas

Menseguez Mariana Cecilia

“Tuya hasta el postrer momento”. Representaciones y acciones comunicativas de las mujeres suicidas en Buenos Aires durante las décadas finales del siglo XIX

Julián Arroyo

Masones en un territorio de migraciones. Representaciones y significados en torno del morir

Daniel José Imfeld

El cementerio de Ucacha, lugar de memoria y expresión social

Ana Clara Picco Lambert

Conjuntos textuales en los cementerios. Las placas en los panteones étnicos: aspectos políticos y recuerdos de la patria

Celeste Castiglione

Muerte y Política de la Memoria en torno a Malvinas desde 2015 en Comodoro Rivadavia: el caso de carteles para no olvidar

Cristina Barile

Disputas por la Memoria: Los monumentos sobre la guerra de Malvinas en la localidad chubutense de Sarmiento, (1988-2022)

Romina Reynolds

La Muerte Ausente: percepción de los equipos directivos de la provincia del Chubut acerca de la Pedagogía de la Muerte en el contexto pandemia COVID-19

Pablo Jesús De Battisti

Palabras finales

“La gloria del país en el que ella estaba entrando y del que pasaba a formar parte. Morimos con un rico bagaje de amantes y tribus, sabores que hemos degustado, cuerpos en los que nos hemos zambullido y que hemos recorrido a nado, como si fueran ríos de sabiduría, personajes a los que hemos trepado como si fuesen árboles, miedos en los que nos hemos ocultado, como en cuevas. Deseo que todo eso esté inscrito en mi cuerpo, cuando muera. Creo en semejante cartografía.”

“El Paciente Inglés”

Michael Ondaatje

INTRODUCCIÓN

Cuando pensamos, proyectamos y concretamos el primer libro Morir no es poco. Estudios de la muerte y los cementerios en 2017 y editado en 2018 por Ediciones Continente, nunca nos hubiéramos imaginado el escenario distópico que nos atravesó en la crisis del COVID-19 durante 2020, 2021 y sus efectos en nuestro presente.

Nadie podía haber previsto las calles desiertas, la detención casi total de las actividades con la excepción de las categorizadas como “esenciales” y que la muerte fuera una noticia cotidiana con algo invisible como un virus que podía tocarnos casi de manera random y de los que no se sabían las consecuencias. De hecho, pasarán años hasta que sepamos las derivaciones de la enfermedad y del confinamiento preventivo.

La Argentina, en toda su inconmensurable diversidad la ha vivido de manera desigual, pero de lo que no quedan dudas es que este suceso atravesó de manera transversal a todas las clases sociales, edades y territorios, aunque como sabemos ciertos grupos estaban más preparados para afrontarlo que otros, y esto también dejó consecuencias que percibimos de manera temprana. Las desigualdades estructurales que atraviesan América Latina y nuestro país no solo se vieron profundamente expuestas, sino también profundizadas: el acceso a servicios esenciales y al acceso a derechos fue ralentizado, cuando no impedido a pesar de los esfuerzos de los estados y de la comunidad. Los trabajos precarizados, los grupos vulnerados y el cuidado de la salud mostraron su cara más hostil, aunque bien sabemos que podría haber sido peor en el marco de un gobierno neoliberal-conservador, como hemos visto en otros países (Goren y Ferrón, 2021, 2022; Villarroel y Castiglione 2020, 2022; ENMA, 2020-2021).

La CEPAL en su informe especial COVID 19 número 5 de julio 2020 informaba que:

El avance dispar de la pandemia se ha traducido en que sus efectos en la actividad de los países y sectores sean también desiguales. El mayor impacto se produce en servicios como el turismo, la aviación, los alojamientos, los restaurantes, el entretenimiento y el comercio, con excepción de los supermercados, las farmacias y otros servicios declarados como esenciales según el país de que se trate. Las industrias de productos no esenciales también enfrentan problemas derivados del confinamiento, cuando este ha implicado detener sus actividades. Hay una importante merma de los ingresos de las empresas, lo que dificulta el acceso al crédito y, en muchos casos, lleva al cierre final. En algunos países, la construcción también se ha visto muy afectada por la paralización de obras y la elevada incertidumbre que afecta la puesta en marcha de nuevos proyectos. (CEPAL, 2020: 8-9).

De igual modo, la CEPAL en el mismo año de la pandemia informaba sobre el peso desigual de las consecuencias inmediatas:

La crisis derivada de la pandemia tiene un impacto desproporcionado sobre las mujeres, sobrecarga de trabajo no remunerado, aumento de la pobreza y precariedad laboral, acceso limitado a los servicios públicos y financiamiento insuficiente para las políticas de igualdad de género. Además, las mujeres están en la primera línea de respuesta a la crisis sanitaria y se encuentran expuestas a mayores riesgos de infección, ya que representan el 72,6 % de las personas ocupadas en el sector de la salud en la región. Varios países están implementando medidas en áreas como la prevención de la violencia contra las mujeres, la promoción de la corresponsabilidad de los cuidados, la protección del empleo y los ingresos de las mujeres y el acceso a prestaciones. Por ejemplo, en Colombia y México se ha impulsado el aumento del presupuesto para los cupos de los albergues y refugios especializados en mujeres víctimas de violencia de género. (CEPAL, 2020:14).

Este modo de afectar, especialmente, a las mujeres es y sigue siendo muy preocupante porque son en general quienes continúan, traducen y adaptan los rituales mortuorios en cada lugar como transmisoras de la cultura funeraria.

De manera que, las posibilidades de recuperación de la región para la CEPAL, al menos, no eran ni son muy optimistas si no están acompañadas por políticas públicas de apoyo a los sectores precarizados y de apoyo económico y financiero que posibilite el fluir de la economía desde una versión social más solidaria.

En el momento que escribimos estas líneas, casualmente (o no) el gobierno nacional decretó la no obligatoriedad del barbijo en cualquier espacio o medio de transporte y la cantidad de muertos por COVID-19 ha sido de 129.855 personas (Ministerio de Salud, 2022) número que, si lo multiplicamos por cuatro, así como de los recuperados, constituye un número importante de efectos sociales, políticos y económicos.

De acuerdo a las recomendaciones realizadas por el Ministerio de Salud, la soledad constituía un proceso clave para el acompañamiento de los enfermos que estuvieran atravesando la situación de sus últimos días (SUD) y constituía un objetivo con sus especificidades y considerado de “contacto estrecho”. O bien como expresa encontrar, si el paciente lo permitía, contactar a los familiares y allegados a través de dispositivos digitales con comunicaciones o video llamada. Es decir, la despedida, el acompañamiento y el proceso de la ritualidad profundizaba su mediación en una parábola grotesca a través del celular; o bien, habilitaba despedidas que, tal vez, de otra manera no se hubieran producido. Nunca sabremos qué pasó subjetivamente, aunque sí podemos estudiar cómo impacta en los que quedaron. Si bien todo esto ocurrió en la realidad, tampoco se debe olvidar que, tempranamente, científicos de las Ciencias Sociales y de las Ciencias de la Salud se expresaron desde el CONICET para señalar aquellos aspectos que debían resguardarse aún dentro de la pandemia. En un documento, la Red de Cuidados, Derechos y Decisiones en el fin de la Vida en agosto del 2020 expresaba:

Desde el comienzo de la pandemia hemos constatado que el Estado se ha esforzado para prevenir el contagio de la población, brindar tratamientos adecuados a las personas afectadas y evitar la saturación del sistema de salud. Como sociedad necesitamos que en el actual contexto también el acompañamiento a los deudos sea considerado como una tarea de cuidado prioritaria. En este marco, creemos que es necesario fortalecer las políticas públicas en relación a los procesos de duelo como experiencia colectiva humanizada frente a la muerte en contexto de COVID19. (Red de Cuidados, Derechos y Decisiones en el fin de la Vida de CONICET, 2020).

Partiendo de estos y otros argumentos realizó una serie de contribuciones en torno de las prácticas, rituales y el duelo, el modo de comunicación de fallecimiento a los deudos, todo ello para construir una práctica humanizada colectiva del duelo en pandemia.

Compartimos estos criterios elaborados por la Red mencionada y sus contribuciones desde la idea de no perder o desvalorizar, en medio de la pandemia, el sentido del dolor ante la pérdida profundamente humano que necesita del encuentro último con el ser querido para iniciar su propio proceso de duelo. Es cierto, además, esa realidad pandémica se nos aparecía con atributos de infinito, de nunca acabar, de dolor constante. No sabemos si fue posible aplicar todas las contribuciones sugeridas por la Red, pero si sabemos la existencia de la contabilidad de los muertos que aumentaban con las horas y el correr de los días y, por lo mismo, la percepción de las pérdidas resultaba inabarcable.

Sobre los deudos es que en realidad basamos los estudios de la muerte, en los que quedan y en su impacto y proyección de las muertes de los seres queridos, que son con los que tenemos que imaginar un mundo sin ellos.

En definitiva, la crisis del COVID-19 es insoslayable, pero la muerte es parte de nuestra construcción desde que nacemos y es sobre esto que trata el presente volumen.

Lo que presentamos en este libro es una preocupación en cada lugar y son trabajos seleccionados desde dos jornadas de las que participamos como responsables de mesa temática. Estos trabajos son producto de la reflexión y la producción posible durante la pandemia, aunque no se refieran directamente a ella.

¿Es que necesitamos mirar atrás? Parece haber un retorno hacia las narrativas de cada lugar. Es que las crisis, de cualquier índole, nos obligan a revisar el pasado y cada uno de los autores lo hace desde su propia práctica y recorte histórico. Es también un modo de revisar la muerte, aunque no esté completamente enfocada durante la pandemia. Una vez que se abrieron los archivos re constatamos y se plasmó en un trabajo o de campo, que dio lugar a los dos encuentros antes mencionados.

Debido a la heterogeneidad de los trabajos, decidimos un ordenamiento cronológico que atraviesa los trabajos producidos de manera colectiva y diversa, nuestro recorrido comienza con el capítulo de Liliana Navarro Ibarra se detiene en un concepto clave del individuo en la modernidad y las formas multidimensionales de ocupación del individuo en el espacio, que no necesariamente desaparecen con la muerte adquiriendo otra identidad. Este recorrido lo aplica al estudio a San Juan de la Frontera (Corregimiento de Cuyo de la Gobernación de Chile, Virreinato del Perú), durante la primera mitad del siglo XVIII a fin de analizar la ritualidad funeraria de los miembros destacados de la comunidad a partir de fuentes inéditas.

Leandro Tua y Lorena Mendoza se sumergen en las luchas entre unitarios y federales en el Noroeste de la Confederación Argentina a principios de siglo XIX y a través de archivos parroquiales de los curatos trabajan la muerte del gobernador catamarqueño y a través de un sólido contexto histórico, las causas de muerte, los sacramentos y la ritualidad funeraria de ese período.

La relación entre objetos y su representación de la ausencia donde se condensan las emociones es trabajada por Sofía Maniusis. A través del estudio de las miniaturas con guardapelos y relicarios en repositorios nacionales la autora rastrea la práctica en el mundo occidental y la eficacia de su materialidad, así como también de las fotografías de espíritus y fantasmas.

El capítulo de Bavasso y Ayala ponen de manifiesto la riqueza que implica la interdisciplinariedad. Desde la historia y la medicina, nos trasladan y profundizan en el proceso que implicó la toma de conciencia de la fiebre amarilla de 1871 por parte del gobierno y de los distintos estamentos del mismo y la forma en la que marca un antes y un después en el paradigma científico y político de la Argentina.

María Rosa Catullo analiza las tumbas del sector inglés del cementerio de Federación en la provincia de Entre Ríos, que posteriormente amplió con el alemán y británico de Mandisoví de la misma provincia. Su trabajo continúa el abordaje del equipo de la Universidad Nacional de La Plata, liderado por Carlota Sempé que en los cementerios se pueden observar los cambios y continuidades, así como los distintos sectores sociales.

La progresiva institucionalización del Estado argentino se manifiesta no solo en la conformación de pueblos sino también de instrumentos normativos con los testamentos que trabaja Patricia Sánchez. La autora le suma un elemento novedoso a partir de fuentes testamentarias de mujeres y las prácticas y discursos que intervienen en este acto.

El capítulo de María Carlota Sempé y Olga Flores, recuperan desde el abordaje que inaugura este grupo de trabajo en el ámbito nacional la figura de Luis Fors de Casamayor, nacido en España un exponente de los círculos intelectuales y masónicos de La Plata.

En esa misma línea, el arqueólogo Guillermo Bertani, traza el itinerario intelectual de la familia Bose del Cementerio Municipal de La Plata y de la influencia de la colonia alemana en esta ciudad y del posicionamiento de las ciencias exactas como parte del entramado político germano y su contribución a su joven universidad. Este trabajo dialoga con los dos anteriores en cuanto a la metodología y la reconstrucción histórica que realizan, y en este último caso también con una perspectiva de género.

Mariana Menseguez nos traslada nuevamente a la región de Cuyo, en donde las transformaciones y el crecimiento poblacional de Tunuyán nos permiten acercarnos a las prácticas del siglo XIX, de una zona en donde los arrieros y la producción vitivinícola de la migración italiana y la consolidación del cementerio “nuevo”.

El trabajo de Julián Arroyo es fruto de una investigación de largo aliento acerca de los suicidios a finales del siglo XIX y principios del XX en el mundo occidental y que tuvo su correlato en la Ciudad de Buenos Aires. Allí el autor investiga los sumarios del Tribunal Criminal las cartas y tramas que se repetían de modo más recurrente que se vinculaban al marco axiológico de la época que debían cumplir las mujeres, profundizando en las múltiples aristas y consecuencias que esto poseía en el pasado…y en el presente.

En el capítulo de Daniel Imfeld se explora en profundidad el debate entre el Estado y la lucha con la Iglesia Católica sobre el control y el registro de la población, del vivir y del morir, especialmente en la ciudad de Rafaela en la provincia de Santa Fe en donde la migración dinamiza y configura geo culturalmente los espacios y las posiciones sociales. En ese contexto la masonería se yergue como parte de esta construcción identitaria rompiendo su carácter secreto en los momentos de la muerte constituyendo una forma de afirmación simbólica.

Ana Clara Picco Lambert nos traslada al cementerio de Ucacha, al centro sur de la provincia de Córdoba, en la llamada “pampa gringa” donde también las migraciones se incorporaban como agentes de modernización e imprimían sus marcas materiales en los monumentos y la memoria que define y su articulación con los maestros de oficios que la objetivan en los panteones.

El capítulo de Celeste Castiglione se concentra en el rol de las asociaciones étnicas y la forma en que a través de los conjuntos textuales que abarcan el artefacto funerario, las placas re activan una diversidad de temáticas identitarias. Estos objetos que son parte de las performances y las simulacra, condensan en estas prendas recordatorias en distintas provincias haciendo especial énfasis en los aspectos políticos y la remembranza de ciertos aspectos simbólicos de la sociedad de origen.

Más cercana en el tiempo, Cristina Barile aborda las políticas de la memoria y la forma en la que la provincia de Chubut, desde 2015 a través de su municipalidad emprende una campaña basada en carteles evocativos a la pertenencia de las Islas Malvinas por parte de la Argentina. Esta intervención apela no solo a “no olvidar” sino a construir una memoria colectiva por parte de los habitantes que fueron protagonistas y escenario de los trágicos ecos de la guerra por su cercanía y la resistencia a la “desmalvinización” que a menudo atraviesan algunos discursos.

En esta misma temática se inscribe el capítulo de Romina Reynolds que analiza la forma en la que la Guerra de Malvinas atravesó el Regimiento de Infantería 25 en la ciudad de Sarmiento, cercana a Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut y cómo en la posguerra esa experiencia se ha plasmado en diversos monumentos que son analizados en toda su profunda complejidad.

El capítulo de Pablo De Battisti, parece desmarcarse de la presentación histórica social, pero hemos insistido en que estuviera en este volumen por la importancia de la perspectiva que incorpora. Como docentes y formadores su presentación acerca de un nuevo campo denominado Pedagogía de la muerte, nos acerca un abordaje de lo que implica su tratamiento en el ámbito escolar.

Todo este recorrido tuvo características cooperativas, es decir, partimos de la idea de una asociación autónoma de profesionales que voluntaria y libremente decidieron integrarse para poner en conocimiento de la comunidad nuestros avances en la investigación del tema que nos convoca. De manera que, cada uno de nosotros pudo dar su opinión de modo democrático, participativo, a la vez que se estableció un compromiso con esta propuesta. De este modo recuperamos los principios fundantes del cooperativismo basados en la ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Todo ello, además, posibilitó focalizamos en el ámbito nacional, atravesando varias provincias y revalorizando el carácter federal que posee este abordaje desde nuestra perspectiva académica y como parte del grupo de investigación que integramos (GIVIMO- FHCS-UNPSJB) y de la Red Académica de Estudios sobre la Muerte y los Cementerios que constituimos para el crecimiento individual y colectivo de los investigadores que integran esta propuesta.

Esp. CRISTINA BARILE

Dra. CELESTE CASTIGLIONE

Noviembre 2022

ESTUDIO PRELIMINAR

Como hemos mencionado, la Crisis del COVID-19 resulta un antes y un después en los estudios de la muerte por sus características específicas en función de cada país, y en el carácter mundial que esta adquirió. En esa línea, lo que ocurría en el hemisferio norte anticipaba lo que sucedía en poco tiempo en el sur y nos llevaba una marea constante de momentos de optimismo al miedo, varias veces por día, de acuerdo al medio de comunicación que consultáramos.

Con respecto a la muerte y a las características de contagiosidad que esta posee los cementerios tuvieron que adaptarse. El Ministerio de Salud (en adelante MSAL), que armó un cuadernillo de recomendaciones, reconoció no solo la necesidad del acompañamiento, sino que también, este tipo de muerte ha resultado inusitado, para el grupo familiar y sus afectos, cada caso poseía un efecto particular, que es básicamente la misma conclusión a la que llegamos en nuestras investigaciones.

Se permitía el ingreso de representantes de cada credo, y no obligatoriedad de cremación (aunque se informaba que no transmitían el virus), lo cual era importante para las religiones que así lo prefieren, así como que no era necesario que el ataúd contuviera una caja metálica.

El velatorio a cajón abierto, se encontraba prohibido. Si bien no existe una guía específica, el MSAL se basó en las recomendaciones de la OMS de 2014 sobre enfermedades respiratorias agudas con tendencias epidémicas o pandémicas, que posee un apartado para el cuidado de los difuntos. Aunque este no es nuestro tema específico, es importante reparar en las características que tuvo este proceso a fin de ayudarnos a reflexionar sobre los futuros temas de investigación y sus efectos.

Los cadáveres de personas fallecidas por COVID-19 son cadáveres del grupo II1 (cuya defunción no representa un riesgo sanitario extremo). El ingreso de las familias no permitía el contacto físico con el cadáver, que debía ser inmediatamente trasladado con equipos de protección adecuados. Allí el cuerpo debía ser introducido en una bolsa de alta densidad, impermeable y con cierre hermético, rotulado y rociado con un desinfectante hospitalario. Por las características del virus, se recomendó no realizar la autopsia, salvo indicaciones fundamentadas, como se había establecido por la Resolución de la Corte Suprema 496/09 en ocasión de la Influenza A H1N1. El personal de la funeraria debe ser advertido si se trata de un cadáver fallecido por COVID-19, aplicando medidas de protección como las hospitalarias. Las recomendaciones para la empresa resultan sumamente significativas para futuros estudios y la forma en la que cada cementerio pudo establecer su sector específico, como expresa aquí:

La empresa funeraria la responsable de la adecuada gestión de los residuos que se puedan producir en la prestación de los servicios funerarios. La disposición final de los cuerpos puede tener cuatro destinos de acuerdo a los ritos religiosos, las costumbres del lugar y/o las disposiciones judiciales emanadas de la autoridad competente, a saber:

• Conservación.

• Inhumación.

• Cremación.

• Traslado al extranjero.

La inhumación, que resulta ser el fin más buscado en caso de fallecimientos individuales, múltiples y masivos, debe cumplir con algunas normas básicas, en especial la de identificación y registro de las tumbas, aislamiento de los predios, cumplimiento de normas de salud pública y de procedimientos de bioseguridad y respeto a los principios de diversidad y no discriminación. (MSAL, 2020:4).

En definitiva, la cuestión procedimental ha sido una parte importante de este fenómeno, aunque no el único a tratar a partir de la salida de la pandemia.

Otra parte que queda por resolver son los efectos psicológicos que se evidencia en los consultorios de tratamiento específicos sino también en la socialización y charlas cotidianas. La imposibilidad de despedirse de las personas.

¿En qué plano de la subjetividad desaparecieron los rituales? Querer volver a los rituales2 nos hace revalorizar ese momento de encuentro del velatorio, de los familiares y amigos, encuentros entre sí. Las experiencias del fallecido que estaban vinculados a uno. El motivo era el muerto, pero estábamos todos predispuestos a la tristeza, pero también hacia los otros cercanos. El retorno a los rituales es poner en tensión lo que señala Byung-Chul Han3. Ya no se trata solo de pensar en la desaparición de los rituales sino de analizar como la pandemia, al romper nuestras rutinas e instalar el curso del tiempo en el hogar material, de paredes y techo, provocó el reconocimiento de los rituales de despedida del ser querido, del mismo modo en que otros rituales de pasaje volvieron al centro del mismo hogar, (cumpleaños, casamientos, fiestas de 15 o de 18 años, etc.).

La pandemia instaló la enfermedad en las sociedades y trajo consigo otra distribución del tiempo con menos urgencias para resolver y mayor contacto familiar, donde ello fue posible. Logró que nos detuviéramos para dar dos pasos atrás para volver a vernos interiormente para revalorizar y señalar el inicio y momento de apertura del duelo para los presentes. El ritual mortuorio, en este caso, sigue siendo necesario. Cabe la pregunta ¿A quién le sirve la desaparición de los rituales?, y en esto sí coincidimos con el filósofo. Seguramente los rituales son molestos para el sistema capitalista y los estados neoliberales para quienes solo cuenta el tiempo productivo y la producción lograda. Según las estadísticas, la pandemia provocó el deterioro del crecimiento estimado por países y regiones y afectó con dureza a aquellos que cuentan con mucha población en situación de precariedad. Dicho de otro modo y en términos generales, las empresas ganaron menos capital, con excepción de algunas que abusaron de la situación. La demora en la recomposición económica es, sin duda, un problema, pero no toda demora es problemática.

Desde nuestra perspectiva, la demora del tiempo que provocó la pandemia nos hizo reconocer situaciones objetivas que provocaron y obturaron cualquier ritual. Esto mismo llevó a revalorizar los rituales mortuorios como lugar de despedida, de sociabilidad, de encuentro comunitario para evocar el pasado compartido con quien ya no está, pero vive en nuestra memoria.

Diana Liberman, psicóloga especializada en duelo, sugiere no permitir que nada ni nadie nos impida el ritual. Aunque las limitaciones fueron objetivas por el aislamiento establecido, aún es posible organizar un ritual propio de despedida de modo individual o con la familia en el hogar. Para ello no es obligatorio recurrir a ninguna religión, a menos que uno sea participante activo de alguna de ellas. Un objeto o imagen de quien partió, una simple vela o una flor son más que suficiente para iniciar el camino del duelo desde una despedida amorosa. En términos de los rituales, se trata de volver al hogar simbólico desde el hogar material.

Esp. CRISTINA BARILE

Dra. CELESTE CASTIGLIONE

Noviembre 2022

BIBLIOGRAFÍA

Barile, C y Castiglione, C (2018): Morir no es poco, estudios sobre la muerte y los cementerios, Ed. Continente, CABA

CEPAL (2020): Informe Especial COVID 19, versión digital en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45782/4/S2000471_es.pdf.

Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias (2011) Manejo seguro de cadáveres. Desastres, cólera y otras infecciones. Guía para equipos de salud N°7. CABA: MSAL.

Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) (2020-2021) Eje Migración & Asilo de la Red Institucional Orientada a la Solución de Problemas en Derechos Humanos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Han, Byung-Chul (2020) La desaparición de los rituales. Una topología del presente. Barcelona: Herder.

Goren, N. y Ferrón, G. (2021) Desigualdades en el marco de la pandemia. Universidad y Territorio. José C. Paz: EDUNPAZ.

Goren, N. y Ferrón, G. (2021) Nuevas configuraciones socioterritoriales. José C. Paz: EDUNPAZ.

Liberman, Diana (2007) Es hora de hablar del Duelo, Editorial Atlántida.

Ministerio de Salud (2020) Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de COVID-19. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/manejo-cadaveres-COVID-19.pdf. (Última vista: 21/09/2022).

Ministerio de Salud (2022) Sala de situación. (https://www.argentina.gob.ar/salud/coronavirus-COVID-19/sala-situacion) (Última vista 21/09/2022).

Ministerio de Salud (2020) Protocolos y recomendaciones. En: https://www.argentina.gob.ar/coronavirus/protocolos?gclid=Cj0KCQjw7KqZBhCBARIsAI-fTKLj0QZUVpJREtF9XZNEryJPQ7sjWwOyw8Jo2bHi0lPFMHUOlwLcQp0aAol3EALw_wcB (Última vista: 21/09/2022).

Red de Cuidados, Derechos y Decisiones en el fin de la Vida de CONICET en el mes de agosto de 2020 CONICET (2020): Muerte y duelo en el contexto de pandemia por COVID 19: Contribuciones para fortalecer la políticas públicas en relación a los procesos de duelo como experiencia colectiva humanizada frente a la muerte en el contexto del COVID 19. https://www.conicet.gov.ar/wp-content/uploads/El-duelo-en-contexto-de-pandemia-septiembre-2020.pdf.

Villarroel, N. y Castiglione, C. (2020). “Ciudadanías e infraciudadanías migrantes en el noroeste bonaerense”. En Desigualdades en el marco de la pandemia. Universidad y Territorio. Comp. Nora Goren y Guillermo Ferrón. José C. Paz: EDUNPAZ.

Villarroel, N. y Castiglione, C. (2022). “Pandemia y población migrante: el acceso a derechos como cuestión”. En Desigualdades en el marco de la pandemia. Nuevas configuraciones socioterritoriales. Comp. Nora Goren y Guillermo Ferrón. José C. Paz: EDUNPAZ.

1 En Argentina existen tres categorías para diferenciar el grado de infección y cuidado que requiere en manejo del cadáver: CATEGORÍA 1 o AZUL: Todas aquellas infecciones no incluidas en categorías 2 y 3. CATEGORÍA 2 o AMARILLA: VIH, Hepatitis C, Creuzfeldt-Jakob sin autopsia, SARS, Influenza Aviar, Influenza Porcina. CATEGORÍA 3 o ROJA: Ántrax, Peste, Rabia, Fiebres Virales Hemorrágicas. Creuzfeldt-Jakob con autopsia.

2 Para un relevamiento de las corrientes de estudios de la muerte ver Barile y Castiglione, 2018.

3 Para Byung-Chul Han los rituales cumplen la función de dar cierta estabilidad a la vida, cierta durabilidad que se asemeja al retorno al hogar (simbólico) donde nos demoramos un rato. Nuestro presente cargado de objetos poco durables, la exigencia de producción del capitalismo y el correr contra el tiempo nos aleja de lo perdurable, de lo que permanece, aunque sea un breve tiempo, aparecen los nuevos estímulos y con todo ello nos alejamos de la repetición de los rituales que son vistos, desde el sistema capitalista neoliberal, como tiempo perdido.

Los rituales en torno a la muerte en San Juan de la Frontera (siglo XVIII). Una lectura antropológica de los registros eclesiásticos4

Liliana Navarro Ibarra5

Conceptos clave: muerte, personhood y ritos de pasaje

A lo largo del tiempo han existido distintas formas de conceptualizar la muerte y los aspectos sanitarios, religiosos, familiares, políticos, entre otros, asociados a la administración mortuoria dan cuenta de la “multidimensionalidad que ocupan los cuerpos durante la vida y, de hecho, sobre los efectos que siguen teniendo entre los vivos los cuerpos de los muertos” (Giannotti et al., 2019:68). Tal multidimensional podría encontrar su correlato en la noción de personhood, que refiere a la condición de ser persona –en un marco temporal, contextual y comunitario– a través de la interacción con otros (sean humanos o no) y las prácticas sociales, bajo la forma de una entidad compuesta que puede abarcar una variedad de aspectos constitutivos como mente, espíritu, alma, corporalidad, sustancialidad. Así, “Algunas cualidades pueden ser temporarias mientras otras pueden ser eternas, ancestrales o preexistir a la persona, e incluso prolongarse luego de la muerte de la misma” (Vigliani, 2015:29).

Según Chris Fowler (2004), las personas se constituyen, deconstituyen, mantienen y alteran en las prácticas sociales a lo largo de la vida y luego de la muerte: este proceso es fundamental para comprender la personhood, en tanto implica cambios constantes que operan transformaciones clave en los seres humanos. Tal es así que la muerte, lejos de establecer un final, permite pasar a y estar en un estado de personhood diferente, habilita una transformación ritualizada –aunque no por ello menos dramática– del individuo.

La muerte –entendida entonces como un cambio radical en la condición de ser de la persona difunta y de aquellos que deja atrás– adquiere sentido a la luz de los ritos de pasaje, para los cuales Arnold van Gennep (1960) establece tres fases: primero, la afirmación del estatus social existente y la separación del mismo; luego, un período liminal de distanciamiento respecto a la mayoría y las normas sociales, durante el cual las identidades se reconfiguran; y, por último, la reintegración de la persona en la sociedad, donde su nuevo estado es reconocido. Fowler, siguiendo la línea de Van Gennep y Victor Turner, afirma al respecto que la estructura de los ritos mortuorios se basa, precisamente, en la eliminación de una identidad y el surgimiento de otra: “The mortuary sphere is focal in the movement of personal substance, the renegotiation of value, and transformation of personal identity among survivors as well as the deceased” (Fowler, 2004:45).

Por ende, los ritos mortuorios no solo atañerían a la persona difunta sino que, por el contrario, adquirirían sentido en función de una comunidad dada y transformarían las relaciones dentro de la misma. De hecho, la identidad debería ser entendida como un asunto comunitario, en el que las representaciones públicas desempeñan un papel fundamental: la muerte y el tratamiento de los muertos deberían ubicarse en este contexto, aunque eso no implique que deban reducirse a simples actos simbólicos o tecnologías sociales que se replican a sí mismas.

Ahora bien, focalizando en un corpus documental circunscripto a San Juan de la Frontera (Corregimiento de Cuyo de la Gobernación de Chile, Virreinato del Perú) durante la primera mitad del siglo XVIII, proponemos que en los ritos funerarios de miembros destacados de la comunidad no solo se pone en juego la identidad individual y colectiva de los fallecidos y sus deudos, sino también se produce y reproduce un tipo de patrimonio simbólico y material que reafirma la posición de esas personas dentro de su entorno comunitario y deviene en mecanismos de diferenciación sociales y culturales que, en última instancia, tienden a remarcar (y perpetuar) las desigualdades: la inmortalización de determinados individuos como medio de legitimación del estatus de sus descendientes.

Un capitán, una ciudad y un matrimonio

Nuestro caso de estudio se constituye a partir de una serie de registros documentales, de origen parroquial, relativos al Capitán Gregorio Navarro y distintos miembros de su familia política.

Nacido hacia circa. 1660, Navarro se estableció en San Juan de la Frontera a fines del siglo XVII, lugar donde contrajo matrimonio con Doña Ángela Aragonés. Aunque los registros consultados no permiten establecer fehacientemente su lugar de origen o filiación, Horacio Videla en Historia de San Juan. Tomo I (Época Colonial) 1551-1810 le asigna un origen trasandino al apellido: “En el siglo XVIII, desde 1700 hasta 1776 –año en que se cierra la época que llamamos chilena–, se tuvo a los (…) de Navarro (…). Esto, en San Juan de la Frontera o en San José de Jáchal” (Videla, 1962:315-316). Una circunstancia plausible, considerando que durante los primeros dos tercios del siglo XVIII la ciudad de San Juan de la Frontera junto a su jurisdicción integraba el Corregimiento de Cuyo de la Gobernación de Chile, por lo que era frecuente la migración de ciudadanos trasandinos, especialmente varones, que atravesaban la cordillera, se radicaban en territorio cuyano y contraían enlace con mujeres locales (Collado Madcur, 2016).

Por su parte, Doña Aragonés había nacido en San Juan de la Frontera el 2 de enero de 1671 y era hija legítima del Capitán Don Diego Aragonés y de Doña Isabel Lucero de Tobar. Fue bautizada en enero de ese mismo año, siendo sus padrinos el alcalde de la Santa Hermandad, Teniente Juan Lucero de Tobar, y su hermana, Doña Petronila Lucero de Tobar. La alianza matrimonial con el Cap. Gregorio Navarro debió de efectuarse en las últimas décadas del siglo XVII –posiblemente hacia 1690– según lo deducido a partir de dos registros: por un lado, la celebración del sacramento de la confirmación de uno de sus hijos, Carlos Navarro, fechada en enero de 1699; por el otro, la unión matrimonial –celebrada en junio de 1700– entre el capitán Diego Jofré y Doña María Bravo de Montenegro, enlace en el que Gregorio Navarro y Ángela Aragonés oficiaron de padrinos6.

“El entramado social de lazos sanguíneos, políticos y espirituales fue casi inevitable en una ciudad que fue creciendo lentamente y que poseyó un reducido grupo de vecinos involucrados en la administración” (Salinas de Vico, 2010:21). Lo cierto es que Gregorio Navarro se integró sin mayores inconvenientes al espacio social cuyano y, en su calidad de vecino de San Juan de la Frontera, participó –con mayor o menor éxito– en la vida política de la ciudad (cf. Espejo, 1954; Salinas de Vico, 2010). Ahora bien, ¿cómo se incorporó este capitán, de origen posiblemente chileno, a un espacio social transcordillerano? Resulta evidente que una de las claves para dilucidar tal cuestión la encontraremos en su enlace con Doña Ángela, acto que le permitirá ingresar, por la vía matrimonial, al núcleo de la familia Aragonés. No obstante, si tal alianza no resultara suficiente para explicar por sí misma el éxito de la inserción de Gregorio Navarro en un contexto foráneo, serán los vínculos políticos y, en estrecha relación a éstos, los espirituales/rituales y de afinidad –como el padrinazgo y el compadrazgo– establecidos a lo largo del tiempo los que vendrán a consolidar su posición y, por extensión, la de su familia en relación a los demás actores sociales, al entretejer los destinos de unos y otros. Una urdimbre de lazos interpersonales donde la muerte y su ritualización jugarán un papel no menos importante.

Los rituales en torno a la muerte

Como se mencionó en el apartado introductorio, Van Gennep establece tres etapas en los ritos de pasaje, fases que intentaremos abordar a partir de la lectura e interpretación de seis registros de entierros (ver Anexo FUENTES DOCUMENTALES) –ordenados cronológicamente– que comprenden inhumaciones realizadas entre los años 1697 y 1743 en San Juan de la Frontera, correspondientes a miembros destacados de esa comunidad: la familia Aragonés junto a sus agregados políticos, los Navarro y los Báez (Figura 1).

FIGURA 1. Relaciones de parentesco y fechas de las inhumaciones relevadas

Fuente: Confección propia.

1. Afirmación del estatus social existente y separación del mismo. Las fuentes consultadas nos transmiten, en parte, las vivencias y expectativas de hombres y mujeres conscientes de la finitud de la vida, en tanto “la muerte era un hecho cotidiano, constante, un acto que se podía presentar en cualquier momento (…). En general ante ella, se tenía la actitud cristiana de resignación al tiempo, lugar y forma en que Dios dispusiera el final de la vida” (Acevedo y Pérez Stocco, 2009:53).

Son individuos que, en su mayoría y ante la proximidad de la muerte, toman los recaudos jurídicos (en tanto testamentarios, según se desprende de la lectura de las Fuentes 2, 3, 4 y 6) necesarios para poner orden en su vida material y simbólica. Sin ahondar en la arista jurídica, consideramos pertinente mencionar que “El testamento es un retrato de quien lo otorga y encierra lo más esencial de su personalidad (…). Pero, (…) no lo es menos de la sociedad en la que vive; podríamos decir que es como una imagen o representación de sus estructuras, valores, tabúes, miedos o rutinas” (Gabbi y Martín de Codoni [1996], citado en Acevedo y Pérez Stocco, 2009:52).

La posesión, declaración y distribución de los bienes –sean estos físicos, muebles o inmuebles, y/o intangibles, como los cargos o títulos– funcionaría como un mecanismo de afirmación del estatus socioeconómico detentado y ostentado en vida por la persona, mientras que el desprendimiento respecto de sus otrora pertenencias y posesiones enmascararía una separación individual y consciente de tal estatus. En relación a esto, es dable pensar que la posición ocupada –devenida en posesión material y/o simbólica– lejos de desvanecerse en la transición del individuo del estado de vida al de muerte, se transfiere a su grupo familiar, sea este nuclear y/o extendido: sanguíneo, político y/o afín. A través de tales vínculos relacionales el patrimonio adquiriría sentido, en tanto reafirmaría la posición de la persona próxima a morir a la vez que redefiniría la de sus deudos –sean estos albaceas testamentarios, herederos o ambos– al interior del seno doméstico, pero también de cara a la comunidad en la que, insertos, se desenvuelven.

2. Período liminal de distanciamiento respecto a la mayoría y las normas sociales. Ante la inminencia del momento físico de la muerte, del paso de un estado a otro de personhood, la persona falleciente se sumerge en una primera instancia de pasaje, un ritual dentro del rito: la recepción de los sacramentos de la fe católica apostólica romana7, como una forma de liberar el alma de las ataduras terrenales en pos de ingresar en la gracia divina y, por ende, cortar lazos con el mundo de los vivos: “la vida es muerte en el pecado, y la muerte física acceso a la vida eterna” (Ariès, 1984:87).

Acaecida la muerte se pone en juego una segunda instancia de pasaje, aunque de una índole diferente: la preparación del cuerpo de la persona fallecida para su posterior traslado hacia la que se convertirá en su morada final:

“A las pocas horas de ocurrida la muerte de un individuo de esta clase [acomodada], el cadáver era amortajado con el hábito religioso de la orden de sus particulares afecciones. Los legos de los conventos eran de ordinario los encargados de esta operación, (…). El cadáver era colocado enseguida en un ataúd de madera pintada de negro, o forrado de género de lana o algodón y adornado de cintas o de galones, según los casos”. (Barros Arana, 1910:232).

“El cadáver no permanecía largo tiempo en la casa mortuoria. La parroquia respectiva o el convento o monasterio en cuya iglesia debía hacerse el entierro, proporcionaba el féretro o andas en que era trasportado a su última morada. (…) Una tela negra cubría todo este aparato y le daba un aspecto fúnebre. Allí se velaba el cadáver durante algunas horas en la casa misma del difunto, o en las salas que al efecto tenían preparadas las cofradías o las comunidades religiosas.” (Barros Arana, 1910:233).

El traslado del cuerpo nos revela, en definitiva, la salida de la persona del ámbito doméstico –de su lugar de pertenencia y, por extensión, de arraigo– para insertarse en un contexto material sui generis, un locus alternativo a las leyes civiles pero enraizado en el culto: el recinto de la iglesia8, sea esta conventual o parroquial (Figura 2).

FIGURA 2. Mapa de la ciudad de San Juan9. Referencias: 1) Iglesia conventual de Santo Domingo, 2) Iglesia conventual de San Agustín y 3) Iglesia parroquial de Santa Ana

Fuente: Confección propia.

En tal sentido, en América regía la Real Disposición de 1539 por la que se autorizaba a los vecinos y habitantes de cualquier ciudad a enterrar libremente a sus muertos en las iglesias o conventos que aquellos hubiesen escogido. Elección que respondía, en general, a preferencias piadosas, como la devoción por cierta orden religiosa, el Santo o Virgen titular de una iglesia y también el poseer de antemano una sepultura familiar (Acevedo y Pérez Stocco, 2009). Asimismo, en la elección de las iglesias conventuales jugaba un rol muy importante la adscripción del difunto a una hermandad o cofradía específica, ya que eso “denotaba la participación de ciertos sectores de la feligresía dentro de redes de negocios y de sociabilidad más amplias, que trascendían los estrechos límites de la parroquia. (…) Además de la pertenencia a estas corporaciones, tener un pariente religioso podía convertirse en un motivo y medio válido para granjearse un entierro en el convento” (Roca, 2019:18-19).