Mundos Ocultos - Juan José Revenga Montejo - E-Book

Mundos Ocultos E-Book

Juan José Revenga Montejo

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Beschreibung

Un viaje a lo desconocido, una aventura en la que fuerzas ocultas se presentan con toda su vigencia y misterio. Juan José Revenga es un intrépido reportero que llega donde no ha llegado un occidental en siglos, un mundo en el que el vudú, la santería y la magia aún persisten. Desde el África subsahariana hasta Nueva Orleans rastrea los vestigios de unas fuerzas olvidadas por nosotros pero que persisten desde hace milenios. Nos narra los rituales en primera persona, en sus sitios de poder, ilustrados por numerosas fotografías y que nos desvelan los secretos de la magia, la hechicería, la brujería, la santería y el vudú, ceremonias que se realizan en el S. XXI exactamente igual que hace miles de años. Un libro escrito para todos aquellos lectores interesados en la magia, pero también para todos los interesados en la antropología, en las culturas recónditas y en los viajes de aventuras. Mundos Ocultos dedica un capítulo a la ayahuasca y describe el viaje místico que provoca esta hierba, que también puede llevarte a la muerte si no es bien llevado por los chamanes de Perú y Ecuador; nos lleva a conocer en profundidad a los jíbaros y su ceremonia de interpretación de los sueños; después veremos las distintas variaciones del vudú desde Benin, su cuna mundial, hasta Haití, donde fue traído por los esclavos; pero también conoceremos la santería cubana o a las reinas vudú de Nueva Orleans. Datos como que el código penal haitiano prohíbe la creación de zombis bajo pena de muerte o que el polvo zombi es un veneno 300.000 veces más peligrosa que la cocaína nos desvelan que detrás de estas fuerzas ancestrales se esconde una realidad terrible y misteriosa que no se puede calificar a la ligera de superstición. Razones para comprar la obra: - La obra es fruto de años de viaje y documentación durante los cuales el autor ha estado en todos los lugares y situaciones que aparecen en el libro.

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Mundos Ocultos

Juan José Revenga

 

Serie: Nowtilus FronteraColección: Investigación abiertawww.nowtilus.comwww.adebate.com

Título: Mundos OcultosAutor: © Juan José Revenga

Edicion española: © Ediciones Nowtilus S.L. Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 - Madrid

Editor: Santos RodríguezResponsable editorial: Teresa Escarpenter

Diseño y realización de cubiertas: OpalworksDiseño de interiores y maquetación: Grupo ROSProducción: Grupo ROS (www.rosmultimedia.com)

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

ISBN: 978-84-9763-292-8

Libro electrónico: primera edición

Índice de contenidos

Agradecimientos

Prólogo por Miguel de la Cuadra Salcedo

Introducción

1. Ayahuasca, mito y realidad de las plantas sagradas

La época del caucho

En busca de D. Solom

La ceremonia

Viajando por el Amazonas

2. Rituales de hechicería en la Amazonia

Hechicería

Lima

Viajando hacia los últimos hechiceros

El campamento en la selva

Yaguarpanga

El baño florido

La toma de ayahuasca

Monje, el hechicero

La ceremonia del mal

De vuelta en la ciudad

El cactus de San Pedro

El ritual del Cuy

3. Enigma en la tierra del condor

La llegada a un nuevo mundo

Machu Picchu y el camino inca

Huasar el pueblo de los brujos

4. Jíbaros, la interpretación de los sueños

El mítico pueblo jíbaro

5. Demonios africanos del siglo XXI

Viaje al continente negro

Senegal

Exorcismo en Dakar

En tierra de los Peul

El Islam

Luchadores senegaleses

Camino del país Bassari

6. Ritos ancestrales en el continente negro

En las montañas del Malinké senegalés

El animismo

Guinea Conakri

A la búsqueda del hechicero Yañee

La esclavitud

El lago rosa

7. Burkina Fasso, el país de los hombres dignos

En ruta a Burkina Fasso

La mágica ciudad de Bani

El mercado Tuareg de Maraoke

El país Gumarche

El lago sagrado de Sabu

En el interior del país Lobi

Rumbo a República de Benín

El país Gurunsi

8. República de Benín, la cuna del vudú

En la frontera de Benín

Abomey la capital del vudú

Camino del origen del vudú

En la ciudad Lacustre de Ganvie

Cotonou capital de Benín

9. Vudú y zombis en las Antillas

Historia de la zombificación y el poder haitiano

Por el interior de Haití

Mi experiencia con el polvo zombi

Rituales vudú

10. Isla de Cuba, reino santero

Cuba, la perla del Caribe

Repaso a la historia cubana

Santería en Holguín

El árbol de poder santero

Santiago de Cuba

Cardenas, cuba de santería

El barrio oscuro de Guanabacoa

La secta Abakuá

Ritual de un palero en Guanabacoa

11. México y Guatemala, magia en el mundo maya

En las costas del Yucatán mexicano

Los mayas

La ciudad perdida de Tikal

La ribera maya

Ceremonia milenaria maya

Viajando a Palenque

12. Expedición a los últimos indígenas shimacos

Expedición a los indígenas shimacos

Agradecimientos

Como todo libro, o ilusión pasada a papel, que en suma es lo mismo, no podría existir ni llegar nunca a construirse, si no fuera por la gente que te ayuda en el camino y creen en tu idea desde un principio.

Estar en los buenos momentos y apuntarse al carro de los triunfadores es muy fácil y, por desgracia, me tocó conocer a muchas de esas personas en mi largo camino en despachos y oficinas de multinacionales para conseguir financiar mis expediciones.

El lugar principal de los agradecimientos es para Francisco Climent de TVE, al que me enorgullezco de poder llamar amigo. Sin su fundamental apoyo no habría llegado hasta aquí; él creyó en mí y me ayudo en las peores circunstancias. Gracias Paco.

Miguel de la Quadra Salcedo, icono de aventurero, que me hizo soñar con lugares, gentes y culturas remotas que me prometí conocer algún día. Como podemos ver, los sueños se pueden hacer realidad, gracias Miguel.

Ángeles, que sufrió una gran parte de estos viajes esperando mi incierto regreso.

Maribel, la gran amiga, que paso a ser la persona que me devolvió las ganas de vivir.

Emilio, que estaba ahí siempre cuando intentaba darme por vencido y me escuchaba como solo lo hacen los amigos.

Javier Selva, gran amigo y compañero de viajes, que también ha sabido escuchar y siempre ha estado dispuesto para ayudarme a olvidar las penas en la barra de algún bar.

Juan Esteban que siempre estuvo a mi lado, además de con su inapreciable amistad, con su ayuda, apoyo y comprensión en los peores momentos.

Manuel Zamora, que con su amistad y experiencia en solucionar problemas estuvo siempre en el momento y el lugar oportuno.

Y a mi hija Blanca Revenga, a la cual no le doy el cariño ni el tiempo que necesita y a pesar de todo comprende mi vida.

Éstas son sólo las principales personas que hay detrás de unas expediciones realizadas durante muchos años a lo largo de todo el planeta, que se han hecho con el corazón, pues si hubiese sido por dinero, no creo que hubiese suficiente en el mundo para pagar a todas las personas citadas anteriormente, el cariño y la amistad que me han dado durante toda mi desastrosa vida de guerras, viajes y expediciones empeñado en la búsqueda de «mundos ocultos».

Gracias.

Juan José Revenga Madrid, abril de 2006

Prólogo por Miguel de la Quadra Salcedo

España estaba intrigada en la investigación de la farmacopea indígena en Iberoamérica; para ello, Felipe II envió a Francisco Hernández para su estudio y para que trajese las nuevas medicinas a Europa. Hernández tuvo importantes intoxicaciones y estuvo a punto de morir varias veces, pues. al igual que los chamanes, la única forma de saber el resultado de las plantas era la ingestión. Pero este hombre tuvo un gran éxito, trajo la quinina a Europa, para curar una enfermedad de la que muy pocos conocían el remedio en el viejo continente: el paludismo. Una enfermedad que, a entre muchos otros miles de personas, le costó la vida a Isabel la Católica o al mismísimo Carlos V.

Esto sólo era el principio del poder de la farmacopea indígena americana, la cual estaba comenzando a conocerse, pero de la que no se controlaba entonces (ni incluso en nuestros días) las dosis, que pueden convertir en letales las plantas que nos pueden salvar la vida.

En España, y en días cercanos, es normal preguntar a los viejos del lugar, que te dirán que sus parientes murieron de fiebres cuartanas, que no era otra cosa que la malaria. Yo contraí la malaria en Borneo, la malaria más potente. Esta enfermedad te puede costar la vida y más aún si te repite, como a mí en Potosí a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, altura a la cual el plasmodio consume glóbulos rojos. Aunque sé que la tuya Revenga, que contrajiste en Nicaragua, aún te da la lata.

La quinina es una medicina que era conocida por los médicos y chamanes quechuas desde el principio de los tiempos.

Pero lo principal para los chamanes, brujos y hechiceros de la antigüedad eran las plantas sagradas, las alucinógenas. Muchas hay de ellas y en todas las culturas han existido desde épocas remotas. En el arte barroco aparecen dibujadas, en la época del Bosco había plantas alucinógenas en toda Europa y aparecen dibujadas en sus cuadros. En América, en las culturas milenarias, tenían el ayahuasca, el peyote, el mezcal, etc. Estas plantas sagradas alucinógenas nunca debemos tratarlas como drogas, pues esto es muy diferente. Estamos hablando fundamentalmente de religión, una religión y una cultura a la cual no podemos acceder de otra manera que no sea el estudio y el respeto, cosa que tú bien sabes, Revenga, a través de tus viajes e investigaciones. Por eso entró tan fácil la religión católica, porque estos pueblos practicaban la teofagia, y el que come hongos o plantas sagradas se come a su dios exactamente igual que en la religión católica, donde se come el cuerpo y la sangre de Cristo.

Los chamanes más importantes del mundo son los siberianos, pues, como sabes, la palabra chamán proviene del siberiano, Shaman, el que controla la energía, ahí empezó todo. Los siberianos, mediante el uso de unos tambores especiales, llegan al trance y al contacto con el otro lado; yo tengo uno de estos tambores en casa.

Primer plano de Miguel en su despacho

Después fueron los tibetanos quienes conocieron muy bien el libro de los muertos, que guiaba a los fallecidos en su camino por el otro mundo.

Una muestra de que en todos los tiempos y culturas se utilizaban alucinógenos lo tenemos en El Quijote, donde el mismísimo Cervantes hablaba del Clavileño que debió de tomar el hidalgo al montar en un rocinante de madera y subir en su grupa a Sancho, mientras le decía: «amigo sancho, de esta manera estaremos por la mañana en París y a la tarde en Potosí».

¿Cuánto oro había en América? Desde luego mucho, a tenor del que quedó tras la conquista. La mejor explicación me la dio mi amigo Neruda cuando vivía con él, invitado en isla negra: «los españoles nos quitaron todo, pero nos dejaron todo». Eso es muy importante, España no se lleva, España deja la semilla, deja el mestizaje, eso es lo importante, esto nunca pasó en las conquistas de ingleses, franceses o alemanes. Ese fue el mestizaje de cultura religión y sangre.

Por ejemplo, en Chichicastenango, en Guatemala, donde antes se adoraba a los dioses mayas, ahora han construido una iglesia católica en honor de Tonansin, nombre indígena de la virgen de Guadalupe.

Los españoles hicimos lo mismo que los romanos u otros pueblos antiguos en sus colonias, en el fondo hay que espiritualizar.

Hoy en día hemos perdido unos valores que en América están vivos, la familia, la tribu. Un indígena jamás faltaría al respeto a un mayor o le dejaría abandonado en la selva, son valores que junto al honor y la palabra siguen vivos en estos pueblos que llamamos salvajes o pobres. Ellos tienen la vacuna contra esta sociedad de consumo que nos deshace.

El verdadero dorado lo tenemos en nuestro corazón de españoles y mestizos, en el corazón de los inmigrantes que vienen en busca de una nueva vida y no se les entiende. Ellos están perdiendo su cultura y en un par de generaciones su cultura milenaria será solo un lejano recuerdo. Nadie les hablará de quiénes eran Sucre, Bolívar o San Martín y no volverán a oír hablar de su cultura precolombina. Borraremos el preciado tesoro que es su historia y a la vez la nuestra. España no es nada sin contar con Iberoamérica. En América, son el ala empobrecida de occidente, no pobre, muy distinto, tienen señorío, dignidad y una cultura milenaria.

Pero en América y en todo el mundo hay que ser viajero, si realmente quieres conocer su cultura y rituales hay que hacer como tú, convivir con ellos, vivir en sus casas, comer su comida, los animales de la selva. Que si no están más sabrosos es por que les falta cocinero, no materia prima, pero en fin es lo que hay, y es lo que tenemos que hacer.

Los Quechuas tienen tres mandamientos: no matarás, no robarás y no estarás ocioso. El ocio es el padre de todos los males, tanto espirituales como materiales. En la vida siempre hay que tener alguna ilusión, algo por lo que vivir, algo por lo que luchar. Hay que creer en el bien o en el mal, da igual, pero se debe tener una carga espiritual en la vida. Muchos indígenas creen y adoran al mal, simplemente para protegerse, para que no les hagan daño. Hay que tener lo que llamamos una terapia ocupacional.

¿Existen los milagros o lo inexplicable? En Lourdes mucha gente se cura sólo por la sugestión de estar allí, pero y a los demás, ¿quién los sana? Antes, cuando entraba el medico de cabecera en casa, simplemente con eso se curaba la gente. ¿Chamánismo? Hoy el mundo está deshumanizado, en una globalización en declive. Casi todo el planeta está con problemas, no es sólo un imperio, como cuando le tocó la decadencia al Romano, hoy en día son muchos a la vez.

Viajar te abre las puertas y las miras a un mundo que nunca deja de enriquecerte. Te permite conocer la etnogastronomía y, si llegas a esto, nunca estarás solo en la vida, te acompañaran los olores, los sabores y los recuerdos de un viaje inolvidable; en suma, nunca más estarás triste.

Los pueblos andinos inventan la liofilización, no paran de trabajar, todo ello mientras mantienen sus costumbres y rituales; es la vida y la religión en estado puro. Para aprender hay que viajar como hacían los alumnos de Sócrates.

Cuando la conquista llega a Iberoamérica no encuentran solo pueblos salvajes que tenían los sacrificios humanos como principal deporte. Encuentran a pueblos que manejan la farmacopea natural mejor que en Europa, tienen conocimientos de astronomía superiores a los del viejo continente, y conocen el cero, algo ignorado aún por los conquistadores. Tienen además una cultura y religión ritual impresionante, donde se incluyen los alucinógenos más potentes del planeta, que no son tratados como drogas, son simplemente religión.

Como experiencia personal te puedo contar que vi la magia en Uxmal, en la ribera maya, en México. Viajando con la ruta Quetzal senté a todos los jóvenes viajeros frente a una efigie del dios de la lluvia Chack, y les indiqué a los muchachos que sentados en silencio esperaran que levantase la mano y gritasen Chack. Hacía un mes que no llovía y sin existir nubes a los quince minutos comenzó a caer agua a cántaros. ¿Magia, casualidad? Que más da, pero ocurrió en pleno siglo XXI.

Torbado, el escritor, me dio unos manuscritos sobre su viaje con la ayahuasca, titulado «mi peor viaje», para mí fue el mejor, pero es lo que tienen las plantas sagradas, y tristemente la juventud no esta preparada para acceder a estos rituales milenarios. Como hemos dicho antes solo se puede llegar al conocimiento por el estudio y no tratando estas sustancias como drogas o alucinógenos que nos llevan a un mundo de felicidad irreal.

Foto del autor con Miguel de la Quadra en su despacho

Como ocurre en la ciudad de Iquitos, que ha perdido todo su poder chamánico en aras de la civilización y los turistas que vienen a realizar el ritual de la ayahuasca. Sólo en el inundado barrio de Belén se puede seguir encontrando ese mundo invisible y primigenio. Allí se puede ver a brujos o chamanes que trabajan con la sacapa, ese manojo de hojas secas que mueven rítmicamente mientras cantan sus icaros mágicos y te conducen en la ceremonia ritual.

Pero brujos, brujas y magos han existido desde el principio de los tiempos. Las brujas de Zugarramundi que realizaban sus Aquelarres y decían poder volar con sus escobas, previa ingestión de bebedizo mágico, claro. Siempre han existido los iluminados, los ilustrados, cátaros, templarios etc., que tenían una enorme carga de misticismo detrás.

Para conocer los rituales milenarios y los alucinógenos hay que llegar a ellos a través de ecologistas académicos, no de ecologistas políticos.

Yo estuve en Laos en la lucha contra la droga, donde de cinco kilos de opio se saca un kilo de heroína, de inmenso valor económico. Me decían que si te invitan a una redada antidroga no debes ir, porque lo que quieren es que por hablar de ella se haga más famosa y se venda más; tras estas redadas siempre está un gran capo, hablar de ello es publicidad y hay que convencerse.

En España hemos perdido el idioma ritual, el latín en las misas, como todas las culturas de la tradición vamos perdiendo los orígenes; por ejemplo, en China se sigue diciendo la santa misa en latín, como debe de ser el conservar las costumbres y raíces.

El misticismo del Islam, no solo son fundamentalistas, también existen los Sufís, los sabios como en todas las culturas y como en todas las civilizaciones, tanto indígenas como avanzadas del primer mundo; el fin de todas es el contacto con el más allá.

Por último, no se puede escribir la historia del mundo sin la cultura negra, estos viajaron por todo el planeta como esclavos, pero con raíces mágicas africanas. Luego, la mezcolanza haitiana creó el vudú, aquí se unieron las religiones cristianas, las africanas y el Islam, del cual nosotros éramos sus embajadores durante más de 800 años de convivencia de conocimientos. Los negros haitianos son los primeros que derrotan a Napoleón y su famoso general Lecrerc, siendo el primer país de esclavos que consigue la independencia, y nunca fueron perdonados por ello. Todo esto después de que los españoles cambiasen esta parte de la Republica Dominicana a los franceses por la actual Guipúzcoa, que en esos momentos estaba en manos francesas.

El vudú llega de África a Brasil y los indígenas no tienen una cultura fuerte para mezclarla y se crea el candomble. En Perú, los primeros negros que llegan desde los barcos de Cartagena de Indias se encuentran con la gran cultura inca para mezclar su religión y entrar en cofradías.

Muchas veces viendo la situación del mundo y las culturas ancestrales, que a muy poca gente interesan actualmente, recuerdo la frase de mi abuela «Miguelico, lo que tiene la juventud es empacho de bienestar».

Miguel de la Quadra Salcedo Madrid, 4 de abril de 2006

INTRODUCCIÓN

MUNDOS OCULTOS, misterioso nombre que nos da una idea de por dónde nos llevará este viaje iniciático.

Con la lectura del libro recorreré el mundo Chamánico y misterioso que se mueve alrededor del planeta, tal y como se movía hace miles de años.

En el camino visitaré numerosos países en dos continentes, intentando aclarar las realidades de este fabuloso mundo de Magia, Hechicería y el mítico vudú.

Viajaré conviviendo con chamanes en lo más profundo de las selvas Amazónicas; Continuando en África Occidental, en busca de ceremonias milenarias a través de Senegal, Burkina Faso y finalmente República de Benín, donde nació el vudú. Seguiré el camino de los esclavos por las islas del mar de las Antillas, asistiendo a los más espectaculares rituales de Santería y Vudú. Daré el salto al continente para investigar el enigma del pueblo Maya en México y Guatemala, terminando el libro con una expedición a los indígenas Shimacos en plena jungla Peruana y prácticamente sin contactar con la civilización.

Trataré con brujos buenos y malos, con gente que me intenta engañar y personas que me sorprenden con hechos y ceremonias inexplicables para el ser humano civilizado. Trabajando con los brujos más oscuros y profundos del amazonas y siendo partícipe de rituales milenarios, como la famosa ayahuasca.

Todo lo que leerán aquí es real y vivido por mí en primera persona, y en la mayoría de las ocasiones realizando documentales para TVE.

Muchos de los rituales a los que he asistido, era la primera vez que un hombre blanco estaba presente en ellos, por increíble que parezca en pleno siglo XXI.

Para ello he tenido que viajar a las junglas y a los desiertos más remotos, donde hoy en día se siguen realizando estas ceremonias como parte de su vida cotidiana y cultura.

Pero les puedo decir que pese a las numerosas dificultades y sufrimientos que pasé durante el camino, los documentos obtenidos han merecido la pena.

Aunque les adelanto que yo no creo en nada, simplemente en lo que veo, durante estos viajes muchas de las cosas que he visto me han puesto los pelos de punta y en otras muchas ocasiones casi me cuestan la vida.

Juan José Revenga

«El mal se hace sin esfuerzo, naturalmente, por fatalidad; el bien siempre es el producto de un arte».BAUDELAIRE

CAPÍTULO UNO

Ayahuasca, mito y realidad de las plantas sagradas

Ayahuasca es una planta mítica en el mágico mundo de las plantas sagradas. En quechua significa «soga de muerto», lo cual nos da una idea del tema que vamos a tratar. Mucho se habla sobre ella en foros y debates de cualquier revista o incluso en Internet. Pero la realidad es que muy poco se conoce de su historia, y por ello se presta a las elucubraciones o interpretación de cualquier persona que dice haberla probado, y habla creyéndose un experto en la madre de todas las plantas sagradas, como la denominan los chamanes.

Aquí lo que intentaremos será dar un poco de luz sobre el tema, viajando hasta los lugares de poder. En el centro de la jungla Amazónica, donde asistiremos a ceremonias completas, desde el corte de la liana, hasta el ritual de toma y sus consecuencias. Todo esto vivido en primera persona.

Iquitos es capital de la Amazonia peruana y compartió con Manaos, en Brasil, la capital económica del mundo durante la dorada época del caucho. La ciudad vive rodeada por la selva y solamente se pueden vislumbrar algunos detalles de su antiguo esplendor fijándonos en los detalles de los que en su día fueron fastuosos edificios, hoy comidos por las ramas que crecen en su interior o convertidos en cuarteles militares.

La época del caucho

Estos pensamientos recorrían mi cabeza mientras estaba sentado en la terraza del Fizcarraldo –una de las tabernas en el malecón de la ciudad– frente al río Itaya, ante sala del gran Amazonas, del que le separan unos cientos de metros cubiertos de maleza. A esta ciudad sigue siendo imposible llegar por tierra, sólo se puede acceder por avión o barco remontando el gran río, tal como ocurría en la época del caucho. En este tiempo, se transportaban los muebles y los enseres para las casas de las grandes plantaciones desde Europa, pues salía más barato que traerlo desde Lima; aunque hay apenas a unos 2.000 km., son impracticables por tierra, y tenían que venir en barco atravesando el cabo de hornos y más tarde remontar el río Amazonas desde Belem do Para en Brasil.

Chamán que trabaja con ofidios, la representación terrenal de la planta sagrada, la ayahuasca y muestra de poder. Las serpientes siempre están presentes en las visiones de la toma de la planta sagrada

Muy poco han cambiado las cosas en este lugar desde que lo conozco hace ya más de 10 años. En mi primera visita me impactó tanto que he necesitado volver siempre que he tenido una oportunidad.

Es una ciudad que te engancha. Te sitúa en la época de las grandes expediciones. En el instante en que bajas por la escalerilla del avión, ese ambiente de humedad –superior al 90%– te invade todo el cuerpo; el calor, la atmósfera es inigualable. Cuando has sentido esta sensación anteriormente, sabes que te encuentras en un lugar diferente a todo lo conocido, estás en las puertas de la selva Amazónica.

La ciudad, con su bullicioso centro donde circulan cientos de pequeños motocarros que hacen el servicio de taxi, parece sacada de una ilustración del siglo pasado. En la plaza de armas podemos ver la casa de Fierro, construida por el propio Eiffel y con el mismo sistema que la torre que lleva su nombre en París. Los adoquines que cubren la plaza proceden de la exposición universal que se celebró en Francia a principios del siglo pasado. Esto nos hace ver el ambiente y la cantidad de dinero que se movía en estas mismas calles a principios de siglo XX.

Casa Eiffel en Iquitos fue construida por el ingeniero que levantó la famosa torre parisina y con el mismo sistema de tuerca y tornillo. Era la época dorada del caucho y el dinero no era problema en la capital amazónica

El caucho y el posterior invento de Charles Good Year, al que se le ocurrió su vulcanización para utilizarlo en las ruedas de los automóviles, llevó a la ciudad al máximo esplendor económico imaginado en aquellos años.

Pero como todo tiene su final y pese a los severos controles que existían en todo el río Amazonas para evitar la salida de semillas de árbol de la goma, en 1876, un inglés, Mr. Wickman, comisionado por su gobierno, consiguió sacar 70.000 semillas del preciado árbol, que fueron después la base de las plantaciones británicas en Malasia y en las indias Holandesas.

En 1905 salía el primer cargamento de caucho Malayo, lo que significó el fin de la opulencia en la ciudad. Era el principio de la lenta muerte de la Amazonia. Solamente Harvey Firestone y Henry Ford hicieron algún intento para la replantación del árbol de caucho en la Amazonia brasileña, pero con escasa fortuna.

En la selva amazónica se encontraba un árbol de caucho y a lo mejor, hasta dentro de dos o tres kilómetros selva adentro no aparecía otro. Mientras, en las plantaciones asiáticas, se cultivaba un árbol junto al otro, lo que abarataba el costo de recolección.

El río Madre de Dios, uno de los más desconocidos del planeta, con tribus, animales, ciudades perdidas y tesoros que se ocultan en el interior de su impenetrable jungla

Aunque los señores caucheros más fuertes del Amazonas no tenían muchos problemas para conseguir mano de obra barata, pues utilizaban el sistema del endeudamiento. Éste consistía en prestar dinero a un hombre medio analfabeto, que devolvería trabajando en las plantaciones; aprovechando la incultura de esta persona, cada vez debía más dinero y la deuda y el tiempo de trabajo era eterno. Sistema entre otros, empleado por la famosa familia Arana, los caucheros más importantes de la zona y de los que se cuentan mil leyendas sangrientas. Por ejemplo, cuando ya no quedaban gentes para utilizar el endeudamiento, los caucheros remontaban en barco el río Amazonas, hasta el Ucayali, donde surcaban las quebradas y los arroyos en busca de indígenas, que, ya sin ningún escrúpulo ni camuflaje, capturaban y utilizaban de esclavos para trabajar en sus haciendas.

Ésta es sólo una pequeña parte de la historia reciente de la Amazonia, que nos servirá para situarnos con las gentes y creencias que vamos a tratar. Hijos y nietos de endeudados, indígenas esclavizados, etnias que han tenido muy poco contacto con el blanco y como no, millonarios, ésta es la gran mezcolanza Amazónica.

La Amazonia fue cayendo en picado comercialmente, sobreviviendo y mal comiendo del negocio de la goma para el chicle y de la exportación de maderas nobles, hasta la aparición de un nuevo cáncer, el petróleo en la selva, lo que ha provocado la invasión de las grandes compañías en busca del preciado oro negro, y que, de no poner remedio, irá despojando avariciosamente, poco a poco, a este mundo de sus riquezas naturales. Todo por intereses mercantiles, sin pensar no solo en que se está terminando con el último pulmón del planeta, sino tampoco en la cantidad de pueblos indígenas, con rituales y culturas milenarias, que se extinguen a la vez que la inmensa selva.

En los principios de la colonización española, en estas tierras existían unos seis millones de indígenas viviendo en la jungla; hoy en día, no queda más de un millón de ellos.

En busca de D. Solom

Después de estos necesarios razonamientos históricos, vuelvo a mi realidad en la terraza del bulevar de Iquitos y pienso en lo que me ha traído a la ciudad en esta ocasión: el estudio e investigación sobre las plantas sagradas Amazónicas y, principalmente, la ayahuasca. Por mis anteriores viajes, sé que en las grandes ciudades y aunque muchos chamanes te lo ofrezcan, no se deben beber las plantas y pócimas sagradas, ya que para eso está el lugar donde se toman desde tiempos inmemoriales, en la jungla y sus aledaños, donde las plantas tienen todo su poder.

Decido coger un ruidoso moto taxi que entre humos y golpes con otros vehículos me lleve al barrio de Belem, situado en la parte baja de la ciudad. Belem, formado por casas que son palafitos o balsas con techo de chonta (palmera) flotando sobre el río. En muchos libros y artículos se le cataloga como uno de los barrios más pobres de Sudamérica, craso error, aunque pienses eso la primera vez que visites este submundo. En el barrio tienen oficina todos los traficantes de droga, armas o animales que trabajan en el alto Amazonas, y existen lugares donde no entra ni la policía durante el día, así que huelga decir en la noche el ambiente que tiene la barriada. Voy directamente a casa de mi viejo amigo Maldonado, pirata entre los piratas de esta ciudad y al que me une una vieja amistad, a pesar de que estuvimos separados durante un tiempo. A mi querido Maldonado se le ocurrió asociarse con unos yugoslavos que se dedicaban al trafico de animales vivos. Lo que le fue muy bien durante un tiempo, pero, como siempre, la confianza y las exigencias de sus asociados, que cada vez demandaban más material, unido a que en estos momentos está más perseguido el trafico de animales que el de droga, dieron con los huesos de mi compañero en el penal de Lima.

Para llegar hasta su casa tenemos que atravesar el mercado donde, además de las miserias cotidianas, podemos encontrar cualquier cosa que busquemos, desde huevos de tortuga, carne de cocodrilo o la calle de los brujos, donde comprar todo lo necesario para realizar hechizos y conjuros; esto sí empieza a ser la autentica cultura amazónica.

Entre el hedor que invade las calles con la basura amontonada en mitad de la calzada, esperando las lluvias que la arrastren hasta el río, ya a pie, pues el moto taxi no puede circular por estas estrechas callejuelas, me acerco a la puerta de la casa de Maldonado. Está anocheciendo y el aspecto del barrio es cada vez más tétrico.

La puerta de la casa, como todas la de la Amazonia, está abierta; entro y aparece ante mí una muchacha de unos 20 años, embarazada, también como la mayoría de las muchachas en edad fértil de la cuenca Amazónica. La naturaleza es muy sabia, y, conociendo lo dura que es la vida en las zonas selváticas, una familia de 10 hijos tiene al menos 8 mujeres y sólo dos hombres, para que, debido al alto índice de mortandad infantil, se pueda procrear y mantener el número de individuos de la comunidad.

–¿Que desea Mr.? –me pregunta la muchacha.

– Vengo buscando a un amigo, de nombre Maldonado, que vivía en esta casa.

En ese momento apareció tras la tabla que servía de tabique para la habitación mi viejo amigo, incluso más flaco de lo que yo le recordaba; mayor, pero con edad indefinida, ni él mismo sabía la edad que tenía, como me había comentado en otras ocasiones.

–Don Juan, ¿cómo por aquí nuevamente? –me pregunto mientras nos fundíamos en un abrazo que sólo las gentes «menos» civilizadas saben tanto dar como recibir, sincero, como hacía tiempo no me abrazaba nadie.

Le comenté que me había enterado de sus andanzas carcelarias y que venía a consultarle unos asuntos, pues nadie como él conocía a las gentes y tribus del nacimiento del Amazonas.

–Don Juan, tuve mala suerte con los yugoslavos. Son gente pendeja y jodida, llevábamos bien el negocio, sacábamos monos, serpientes y sobre todo guacamayos, todo vivo sin problemas. Pero ellos cada día querían sacar más y con más ganancia, metían 20 loros en una maleta Samsonite, no importaba que murieran la mitad me decían, en Europa un pájaro vale 3.000 dólares americanos. Ahí empezaron las malas artes, que remataron prescindiendo del contacto que teníamos en el aeropuerto de Lima. A un amigo militar que nos firmaba cualquier papel y hacía la vista gorda con todo, le acusaron de robarnos y dejaron de trabajar con él. Así que cuando llevaba el nuevo cargamento hacia el aeropuerto, me fregaron los militares, estaban esperándome, me cayeron cinco años en Curicancho (cárcel de Lima). Menos mal que, como usted dice D. Juan, hay que tener amigos hasta en el infierno. Así que en un año escaso ando de nuevo por mi tierra caliente amazónica, sin la cual ya he comprobado que no puedo vivir.

–Maldonado –le espete sin respiro–, me alegro de tenerte nuevamente a mi lado y de que podamos realizar trabajos como hacíamos antaño. He venido a verte para que me contestes a unas preguntas sobre la planta sagrada, la ayahuasca. Quiero contactar con los chamanes auténticos. En especial con D. Solom el más famoso y mayor de todos los iniciados. Yo le conocí hace unos años en Tarapoto (ciudad en la selva alta Peruana) y sé que vive aquí en Iquitos, ¿tú le puedes localizar?

Maldonado frunció el ceño, como diciendo «parece mentira que me preguntes esto, ya sabes que todo lo que aquí ocurre lo sé». Su respuesta fue mucho más explicita:

–No hay problema Juan, D. Solom sé que estuvo por Tarapoto trabajando con ese francés que tiene el centro de estudios chamánicos en Tarapoto, pero desencantado ha vuelto a la ciudad. Está muy mayor, pero si quieres mañana bajamos a verle, vive en la calle Pebas, a dos cuadras de la universidad.

Tras unas cuantas chelas (cervezas heladas) junto a mi amigo, celebramos nuestro reencuentro, donde aparecieron mil recuerdos y proyectos de expediciones que podríamos realizar juntos, nos separamos bien entrada la noche. Cuando empezaban a verse las pequeñas canoas que, con prostitutas a bordo, llegaban hasta la tierra firme de Belem para realizar su trabajo, otras pequeñas barcas empezaban a descargar sus ocultas mercancías frente a las casas. La noche lo confunde todo y en este oscuro barrio todo es posible durante la falta de luz.

Nos despedimos con un nuevo abrazo, quedando al día siguiente a las 6 de la tarde en el hall del hotel CopoAzu en la calle Jirón Unión, para ir a visitar al mítico D. Solom.

Durante la mañana en Iquitos, si no tienes nada importante que hacer en la calle, es mejor quedarse amparado por el aire acondicionado en la habitación del hotel, repasando notas y preparando los equipos para la visita a D. Solom en la noche, pues el calor y la humedad en las horas del mediodía es asfixiante.

La ceremonia

A las seis en punto me llamaba la dulce voz de la recepcionista. Maldonado con su puntualidad habitual me esperaba en recepción. A esa hora, como en todo el trópico, ya está anocheciendo; tienen doce horas de luz y doce de oscuridad.

Tomamos un taxi que nos llevaría a nuestro destino, Maldonado, como buen profesional, había estado en la mañana con D. Solom anunciándole nuestra visita, y me comenta que hoy en la noche realizara una toma de ayahuasca para curar a un paciente, pero que se acuerda de mí y quiere hablar antes conmigo.

Cuando llegamos a su casa, aparece entre la oscuridad una figura delgada que, despacio pero con paso firme, se dirige hacia mí. Es D. Solom que, con sus 85 años, es uno de los mitos vivos más importantes y sin él no se puede escribir la historia del chamánismo actual en la Amazonia.

Se aproxima a mí agarrándome la mano derecha con sus dos manos a la vez. Yo no creo en estas cosas, pero cada vez que D. Solom me ha tocado a lo largo de mi vida, he sentido algo especial que recorre mi cuerpo; este hombre inspira bondad por todo su ser.

–D. Solom –le digo– he venido nuevamente a usted para que me hable de sus conocimientos, de su iniciación como chamán y para que intentemos aclarar un poco los poderes de la ayahuasca.

–Está bien hijo –me contesta–, pero esto nos llevará mucho tiempo, así que suspenderé la toma que tengo esta noche para hablar contigo, pero con una condición, en la toma que realicemos mañana, tu vendrás y participarás en la ceremonia, tomando con nosotros la pócima –a lo que accedí, no sin decirle que tomar con él era un gran honor para mí.

Empezó la conversación contándome que él era tratante de ganado en su juventud y que en una de las ventas, su cliente, con el fin de no pagarle, acudió a un hechicero para que le enviase tales males que D. Solom terminase muriendo y así evitar el pago de la deuda contraída. A los pocos días, don Solom tenía un terrible dolor en su ojo derecho y acudió al hospital; allí únicamente le certificaron que había perdido un 90% de visión en él, sin causa aparente.

Automáticamente, se dirigió al hechicero más importante de la ciudad, para que le defendiese de los ataques del otro brujo. La pelea entre los dos hechiceros fue tan dura que el contratado por D. Solom murió y el otro tuvo que abandonar la zona, internándose en la selva, con una grave lesión en una pierna, y nunca más se supo de él. A partir de este momento, nuestro interlocutor se dio cuenta que debía dedicar su vida al estudio de estas técnicas que habían estado a punto de costarle la vida.

Viajó a la cuna del chamánismo selvático, a la ciudad de Iquitos y contactó con los más famosos chamanes, aprendiendo de ellos el trabajo con plantas y hechizos. Tanto para realizar el bien como para trabajar el mal. De todo esto hace más de 60 años, en los que se dio cuenta de que existen tres tipos de chamanes: los curanderos, que únicamente tratan el bien; los brujos, que pueden trabajan tanto el bien como el mal; y los hechiceros, que dedican su vida a perfeccionar el poder de lo oscuro. Trabajar el bien es más difícil, pues hay que ganárselo y aprenderlo, sin embargo el mal, solo hay que proponérselo y ya estamos dentro de su mundo, eso sí, sin retorno.

La ayahuasca, nombre femenino con que se conoce a la reina de las plantas sagradas, es una liana que crece en lo más profundo de la selva y en quechua quiere decir soga de muerto. La búsqueda de esta liana debe ser precedida por cánticos o icaros que realiza el chamán antes de efectuar el corte de la planta. Una vez cortada, se hervirá durante horas, mezclada con hojas de chakruna o muemeti, dependiendo de la visión que queramos tener con ella. Para obtener un litro de ayahuasca, es necesario cocer más de 50 kg. de liana, lo que nos da una idea de lo trabajoso y concentrado del bebedizo que vamos a tomar posteriormente.

A través de la visión obtenida por la ingestión de la bebida, el chamán puede ver el pasado o el futuro, viajar a otro lugar o distinto campo de física quántica, ver las enfermedades que tiene su paciente y cómo curarlas. Todo esto puede parecer de lunáticos, pero hay que conocer esta planta en sus lugares de poder, e ingerir el bebedizo en condiciones, siempre dirigido por un buen chamán, que sepa guiarte el viaje y «sacarte» de él si ve que te está perdiendo, para entonces poder opinar al respecto.

Por eso la toma de ayahuasca puede ser la mejor o la peor experiencia de tu vida, y tras varias sesiones en estas condiciones, cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Pero si todo se hace con el debido cuidado y respetando las normas, no dudamos del resultado, como veréis a continuación.

Al día siguiente, tal y como quedamos, llegamos a casa de D. Solom sobre las ocho de la tarde. Nos esperaba en la puerta, y con su amabilidad y cariño habitual nos dirigió hasta el fondo de la casa, una habitación a medio construir con una pequeña bombilla colgando del techo y las demás personas que iban a participar en el ritual. D. Solom nos fue presentando uno a uno, primero a Julián, su aprendiz, un hombre corpulento con nariz aguileña, que más parecía descendiente de los incas que un hombre selvático; a su lado Tomás, un tipo gordito de mediana edad que se estaba curando, a base de ayahuasca y de unas piedras de poder que le ponía D. Solom en las ingles, de lo que parecía una enfermedad venérea.

Nos sentamos frente al chamán, en unas pequeñas sillas tipo playa, con todos los alambres rotos, y al lado de cada uno teníamos un cubo para depositar la vomitona que nos podía dar la planta. Don Solom nos da el último aviso: «si ven algún animal que se acerca, no hagan caso, son bromas de la planta».

Como dijimos antes, puede ser también la peor experiencia o la última de una vida.

Comienzan los cánticos e icaros del maestro. En el suelo delante de él, hay un pequeño altar con una cruz, unas botellas con «agua florida» –un tipo de colonia muy fuerte, que cuando te está llevando la mareación, te la frotas en la cara y es capaz de espabilar a un muerto– y el paquete de mapachos, los cigarros de la selva que utilizan todos los chamanes, pues el humo es el puente entre el mundo visible y el invisible.

Tras unos 20 minutos de icaros y preparación para la toma, ésta comienza. D. Solom me pregunta:

–¿Juan, tú ya has tomado varias veces, verdad? –a lo que contesto afirmativamente, para mí esta sería la sexta toma de ayahuasca en la Amazonia–. Entonces ya tienes a la planta dentro, y todo irá bien –me contesta a la vez que me ofrece un pequeño vaso para tomar, el cual recojo y bebo pidiéndole permiso. Ese sabor te deja la amargura en la garganta durante días; desde luego tendré la planta dentro, pero nunca me acostumbraré a ese paladar.

Imagen de D. Solom, chamán de los chamanes amazónicos y auténtico conocedor de la ceremonia de la ayahuasca, con la cual se funde hasta conseguir ser solo uno

Vuelvo a mi asiento mientras toman los demás participantes. Cuando termina el último, se apaga la luz; sólo se oyen los icaros, cantos repetitivos que te ayudan a llegar al trance. Suena la sacapa –conjunto de hojas secas que de la mano del chamán al ritmo de los cánticos te hacen mover la cabeza en la oscuridad– muevo el cuello a su ritmo, me parece tener un cuello cimbreante de dos metros, esto empieza a surtir efecto. Don Solom, en plena oscuridad lo nota, se levanta y se acerca a mí, me toca la cabeza y me extiende agua florida por el cráneo y la espalda, haciendo la señal de la cruz con sus dedos sobre mi cuerpo. Entonces, aspira del cigarro y haciendo un tubo con su mano me sopla el humo en la parte superior de la cabeza; es como un tiro, me mete el humo hasta el cerebro. Ante todo yo no creo en nada, simplemente soy testigo de lo que veo y siento en esos momentos.

D. Solom se sienta nuevamente frente a mí, en la oscuridad enciende el mechero para prender un nuevo cigarro; la sombra que se proyecta en la pared, no es de su cabeza, es la cabeza de una serpiente moviéndose. En ese momento siento que algo me trepa por la pierna izquierda, enrollándose, no tengo ningún miedo ya he tenido visiones buenas y malas con la planta, pero hoy vamos bien, creo que llevo el mejor guía. Ese algo sigue enroscándose, cierro los ojos en la oscuridad, si los abro, aunque no vea nada, se me va la mente, veo la cabeza de una serpiente frente a mí. Me dice que sube por mi pierna izquierda para llegar al corazón y ver si lo tengo limpio y creo en ella antes de escucharla. Dirigiéndose a mí, me explica que le pida lo que quiera. Yo simplemente le pido el bien para mis seres queridos, me contesta si quiero ver más, pero la pérdida de sentido empieza a ser importante y prácticamente no puedo mover ninguna extremidad. Le contesto que valió por hoy y no quiero más visiones, e instantáneamente desaparece el mareo y la parálisis de las extremidades. D. Solom me llama y me sienta a su lado. Me pregunta:

La toma de ayahuasca, comienza la mareación y la puerta que conecta el mundo real con el invisible se abre para transportar a los participantes

En la sesión de toma de ayahuasca hay que tener cuidado, el malestar es tremendo y si no tienes un buen chamán o conductor de la ceremonia puede ser una de las peores experiencias de tu vida, o quizás la última

–¿Ya la viste, no?

–¿Y usted cómo lo sabe? –le contesto.

–Yo te la mandé, la serpiente es la representación terrenal de la ayahuasca –y comenzó a cantarme icaros, a la vez que pasaba la sacapa por todo mi cuerpo golpeándome con ella. Estaba limpiándome el aura, todo tiene su significado en el mundo chamánico de nuestros ancestros. Mientras se oían las vomitonas y las voces de nuestros acompañantes, que sin duda estaban aún con las visiones.

Al cabo de un rato, se encendió la luz con un resplandor que me cegó momentáneamente. Habían pasado más de cuatro horas, cuando yo creía que no pasaron más de diez minutos. D. Solom se acercó a mí con su lento caminar y cogiéndome nuevamente con sus huesudas manos, balbuceó al lado de mi oído las siguientes palabras «has visto a la serpiente, ahora llevas a la sagrada ayahuasca dentro para toda la vida, cuídala».

Ésta fue una de las mejores experiencias que he tenido con la planta, comparable con otra que tuve en el alto río Huallaga, donde tomamos en una cabaña en la selva y en mitad de la ceremonia el chamán me dijo que si quería salir de allí y agarrándome con su mano de un brazo, me encontré viendo la ceremonia desde 50 m de altura. Eso sí, mi cuerpo seguía allí, sentado con los demás participantes del ritual. Aunque también he tenido malas experiencias con terribles alucinaciones y vomitonas, pero según los chamanes, todo tiene un precio, primero has de echar todo el mal y oscuridad que llevas dentro para poder recibir la purga en condiciones.

Viajando por el Amazonas

A la mañana siguiente, como en todas tras las tomas, te encuentras fenomenalmente, con ganas de vivir y ves el mundo de otra manera; te das cuenta de las cosas que te preocupaban y te parecen ahora absurdas. Todo esto lo reflexionaba sentado en el Aris Burger, uno de los mejores locales de la ciudad y frente a una cerveza helada (sin duda las más frías del lugar) que me estaba resultando el mejor desayuno del mundo en ese momento.

Mientras pasaban ante mí todo tipo de gentes ofreciendo desde pieles de anaconda a cuadros de mariposas multicolores.

Una vez terminé de saborear la cerveza me dirigí hacia el muelle que llaman el Huequito, con la intención de alquilar un bote con motor fuera borda, un deslizador como dicen aquí. Mi intención era llegar al río Ucayali, y entrando luego por el río Yarapa llegar hasta una pequeña choza donde trabaja un chamán que conocí hace muchos años en esta selva. Se llamaba Ronald y, aunque es un hombre joven, aprendió el poder de las plantas sagradas de su padre, y lleva toda su vida cohabitando con ellas en la jungla.

Otras veces he subido por estos ríos en buques colectivos, que son lo más parecido a los viejos vapores del Missipi, navegan día y noche y muchas veces, hay que bajarse en marcha y saltar a una canoa, pues no paran ni para soltar a los pasajeros. Viajas durmiendo en una hamaca, vigilando con mil ojos tu equipaje, rodeado de gallinas y cerdos que corren a tu alrededor, pero esta vez hay que economizar tiempo y viajaré en deslizador.

Veo a mi amigo Walter, que trabaja con su bote como si de un autobús se tratase en los alrededores de Iquitos. No me cuesta mucho convencerle de alquilarle el barco durante cinco días, para subir y bajar al Yarapa, y esperarme, mientras llego caminando a ver a mi amigo Ronald, que vive a casi un día del borde del río.

Quedamos en salir al día siguiente, le dejo dinero para la gasolina y yo me encargo de comprar la comida y los mosquiteros para poder dormir.

A las 7 de la mañana ya estamos con todo cargado en el pequeño bote, que, aunque no es muy potente, con un motor de 45HP y 4 metros de eslora nos llevará a nuestro destino por unos 18 litros de gasolina a la hora. Éste es el mayor problema para viajar por la Amazonia, los barcos consumen muchísimo y hay que llevar toda la gasolina abordo, pues no hay posibilidad de repostar durante el viaje. Walter ha traído a su cuñado Ernie para que sirva de ayuda en el motor, importantísimo trabajo, pues además de ir trasvasando gasolina de recipiente a recipiente para que nunca falte alimentación, debe encargarse de levantar la cola del motor cada vez que tropecemos con un palo, para evitar romper la hélice con el primer tronco sumergido, como me ha pasado en otras travesías.

Partimos cuando el calor empieza a ser insoportable en parado, aunque en cuanto el barco empieza a moverse, es un alivio infinito el recibir el aire en el rostro sudoroso. Antes de salir al majestuoso Amazonas, navegaremos durante un buen rato por el río Itaya que bordea uno de los márgenes de Iquitos. Una vez en el gran río, sus aguas tienen otro color, el marrón de todas las tierras que arrastra desde su nacimiento, además de las trampas que tiene en su recorrido, como troncos, o bancos de arena que te pueden dejar varado si no conoces las técnicas de navegación. En esta zona, el Amazonas puede tener unos dos km. de ancho y una corriente casi inexistente, pues aquí estamos a unos 100 m. de altura sobre el nivel del mar y a miles de km. de su desembocadura. Navegar por el río es una experiencia inolvidable, por su magnificencia y lo que suponen las culturas milenarias que se ocultan bajo su espesa selva, y subsisten gracias a este río de la vida.

Una vez llegamos al Ucayali nos desviamos por él, que nos llevará hasta la pequeña quebrada del Yarapa. Ya estamos en ríos más estrechos, donde la vegetación prácticamente roza con el pequeño toldo de nuestra embarcación. Ahora empieza el peligro de los troncos; hay que navegar muy despacio, para viajar por aquí se debe ser un experto, a riesgo de romper la máquina en el primer tropiezo.

Empieza anochecer y debemos parar en un pequeño claro junto al río, llevamos casi 12 horas navegando. Tomamos una pequeña cena a base de enlatados, que no gusta mucho a mis compañeros pues no están acostumbrados a ese tipo de comida; lo soluciono prometiéndoles que mañana en la primera choza que veamos, pararemos a comprar una gallina para que la guisen allí mismo y comerla.

Colgamos los mosquiteros dentro del bote y pasamos la noche sobre los asientos, que estaban llenos de pulgas, como comprobaremos al día siguiente.

A las cinco de la mañana, con las primeras luces del alba, levantamos el campamento, acompañados de las pulgas de la noche anterior y la humedad del río metida en los huesos.

Tras poco más de una hora de navegación, avistamos una cabaña, donde me hacen cumplir mi promesa. Lo cierto es que esta gente poco más piden que tener el estomago lleno, pero eso sí, no les falles o engañes, pues te buscarías un enemigo para toda la vida.

Al medio día llegamos al final de nuestro camino navegable; a partir de aquí debemos ir andando hasta la casa de Ronald. Me acompaña Walter y un indígena que recogimos donde compramos la gallina, mientras Ernie se quedará cuidando del barco.

Casi con la caída del sol llegamos a la cabaña de Ronald, que se encuentra allí por casualidad, pues al día siguiente tenía pensado viajar a un poblado vecino para curar a un enfermo. Le cuento mi intención, quiero ir con él a la selva a cortar la liana sagrada del ayahuasca y ver cómo la prepara y que tomemos juntos. Ronald se muestra un poco reacio; nos conocemos, pero él es joven y recela de todos los blancos, ya que han ido a visitarle médicos, sólo para saber sus técnicas de curación y muchas veces burlarse de él. Finalmente y tras darse cuenta que no busco sacar nada de su selva, que respeto a la planta como a todo lo desconocido, y que ya estoy iniciado en la toma del bebedizo en diferentes lugares de la Amazonia, accede a que dediquemos la siguiente jornada a enseñarme los secretos de la ayahuasca.

Pasamos la noche en su cabaña, con el mosquitero extendido y durmiendo sobre el suelo de madera de chonta, con la tranquilidad y la paz que da el dormir en plena jungla. Rodeado de ruidos extraños y el maravilloso amanecer, único momento del día donde incluso hace algo de «fresco».

Con los primeros resplandores, partimos jungla adentro en busca de la liana, que Ronald tiene localizada donde crece, pues si no sería imposible encontrarla entre la maraña de plantas y hojas muertas que cubren el suelo de la jungla amazónica.

Una vez llegamos, la liana es enorme y forma un círculo en el aire de unos tres metros de diámetro; él sabe donde cortar. Comienza a cantar y a pedir permiso a la planta para poder seccionarla, todo ello machete en mano. Al cabo de un rato y sin dejar de emitir icaros sagrados, corta la liana y se dirige al borde del río, donde en una olla que hemos llevado, comienza la cocción. Corta unas hojas de chakruna, que según él es lo que te da la visión y el poder, las añade al brebaje. Mientras canta y pide a la madre naturaleza que le dé el poder que le esta quitando a la planta. Mientras dura la cocción (6 horas), Ronald me va dando sus razonamientos sobre la ayahuasca.

–Mira Juan, la ayahuasca se usa en la Amazonia por todas las tribus, desde hace miles de años; nosotros no sabíamos que existían otras gentes más allá de nuestro río, y ellos tampoco. Es una conexión a través de la mente que tenemos entre los chamanes con la ayuda de la ayahuasca, y con eso conseguimos hablar unos con otros, ¿no has visto que por ejemplo las hojas que se añaden a la cocción son las mismas en todas partes?

La ayahuasca, cuando la tomas, te coloca en el filo de la vida y la muerte, en ese pequeño espacio en el que un resbalón te puede sacar de la visión o matarte.

Cocción y preparación del bebedizo de la ayahuasca. Todo el proceso debe realizarse en la jungla, lugar donde nace y tiene todo su poder la planta sagrada

La liana de la ayahuasca creciendo en su medio natural, lo más profundo de la selva amazónica; cada vez queda menos, pero los chamanes siempre saben donde encontrar «la soga del muerto» desde el principio de los tiempos

Para eso está el chamán, que sabe dónde estás. Tú sabes que en ceremonias dirigidas con chamanes de verdad nunca pasa nada; sin embargo, donde lo hacen aficionados, que no respetan lo que están haciendo, o toman a la planta como un objeto de sacar dinero a los gringos, siempre ocurren desgracias. Así que este tipo de personas lo que hacen ahora es organizar tomas para turistas, donde utilizan una ínfima cantidad de ayahuasca rebajada con alcohol para que tenga un sabor fuerte. Es lo único que les dan, imagina si eso te puede dar alguna visión, pero al menos no les mata, nada más que el bolsillo.

Una tarántula en un brazo. La selva está llena de animales que te ven cuando tú no los ves y que precisamente son los más peligrosos, más que los grandes mamíferos u ofidios

Pasamos un día en el borde del río, aunque comidos por los mosquitos, de lo más agradable, con una conversación, que parecía mentira podía venir de un indígena «sin cultura» para nosotros, los del primer mundo. Pero de lo que realmente debemos darnos cuenta es que la inmensa cultura milenaria que tienen estas gentes es la que nosotros hemos perdido con los avances de la de civilización. Hemos perdido el control de las plantas, de las energías y de todas esas cosas tan sencillas para ellos, pero imposibles para nosotros.

Ya en la noche, y los dos dentro de un mosquitero, preparamos la sesión de toma.