Napoleón - Marcelo Gustavo Rio - E-Book

Napoleón E-Book

Marcelo Gustavo Rio

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Beschreibung

El talento militar de "Le Petit Caporal", permitió a los franceses recuperar la ciudad de Tolón. Fue el gran protagonista del 13 Vendimiario, que marcaría un antes y un después, en la vida de Napoleón. Concluyó la campaña de Italia en poco más de un año y medio, emprendió la conquista de Egipto, e intervino en el golpe de Estado del 18 de Brumario. Fue designado Primer Cónsul, Cónsul Vitalicio, se coronó Emperador de los franceses, y Rey de Italia. Un adelantado para su época, que mediante publicaciones, grabados y pinturas inmortalizó sus victorias. Amado por unos y odiado por otros, aún es recordado por su Código Civil. Una vez, un familiar lo criticó, y Napoleón respondió: "¿Ve usted aquella estrella? (era medio día)" "No." "Pues bien; yo la veo…Vuélvase a sus asuntos, y… fíese de los que ven algo más que usted…" Sobrevivió al atentado de la máquina infernal y lo cuestionaron por la muerte del Duque de Enghien. Hizo brillar el "Sol de Austerlitz", en la batalla de los tres Emperadores. Impuso un bloqueo económico a los ingleses y se desangró con la "úlcera española". Apresó a dos Papas y los llevó fuera de los Estados Pontificios. Se reunió con Alejandro I, en Tilsit en una balsa sobre el río Niemen, para acordar la paz. Años después, cruzó el mismo río, tarareando: "Mambrú se va a la guerra…" para entrar en Moscú que sería incendiada por los mismos rusos. Abdicó en Fontainebleau en abril de 1814, e intentó suicidarse, pero sobrevivió. Tras un breve exilio en la isla de Elba regresó a Francia. Ney prometió al Rey, traerlo en una jaula de hierro, y terminó pasándose a las filas de Napoleón. Después de la derrota de Waterloo, abdicó, por segunda vez, en junio de 1815. Se entregó al capitán Maitland, confiando en el honor de los ingleses y terminó prisionero en Santa Elena. Este libro muestra al Napoleón de las grandes reflexiones, al apasionado, al político, al militar y al líder cuyos soldados estaban dispuestos dar todo por él, incluso su propia vida.

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Marcelo Gustavo Rio

Napoleón

De Tolón a Waterloo

Rio, Marcelo GustavoNapoleón : de Tolón a Waterloo / Marcelo Gustavo Rio. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4196-3

1. Historia. I. Título.CDD 940

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

AGRADECIMIENTOS

PREFACIO

CAPITULO PRIMERO

“ACÁ ESTÁ TOLÓN...”

“HÉTEME INFAMADO SIN JUICIO O, BIEN, JUZGADO SIN HABERSEME OIDO…”

CAPITULO SEGUNDO

EL GENERAL VENDIMIARIO.

IGLESIA DE SAINT-ROCH.

CAPITULO TERCERO.

“UN PEQUEÑO GENERAL SIN NOMBRE,

SIN PORVENIR...”

ENTRE LA CAMPAÑA DE ITALIA Y LAS CARTAS A JOSEFINA.

EL PUENTE DE LODI.

NAPOLEON Y JOSEFINA EN MILÁN.

“YA NO TE AMO; AL CONTRARIO, TE DETESTO...”

“YA TENEMOS LA PAZ, Y UNA PAZ A LO BONAPARTE…”

CAPITULO CUARTO.

LA CAMPAÑA DE EGIPTO.

“...CUARENTA SIGLOS OS CONTEMPLAN.”

“UN GRANO DE ARENA DETUVO MI SUERTE...”

EL CAIRO Y “CLEOPATRA”

EL REGRESO A PARIS.

CAPITULO QUINTO

EL 18 DE BRUMARIO.

CAPITULO SEXTO

“¿HA DE SER ETERNA LA GUERRA?”

EL GRAN ELECTOR.

EL PRIMER CONSUL.

BONAPARTE FELIZ… EN LOS JARDINES

DE MALMAISON.

“MI BRAVO DESAIX SIEMPRE HABÍA DESEADO MORIR ASÍ.”

ATENTADO CONTRA NAPOLEÓN.

LA PAZ DE AMIENS.

¿DEBE NAPOLEÓN DEBE SER NOMBRADO CONSUL VITALICIO?

CAPITULO SEPTIMO

SANTO DOMINGO.

LUISIANA.

MASCARA DE NAPOLEÓN EN NUEVA ORLEANS.

CAPITULO OCTAVO

“SI YO HUBIESE VISTO LA CARTA…

LE HUBIERA PERDONADO.”

“LA VERGUENZA LE HIZO PONERSE COLORADO.”

“¡VIVA EL EMPERADOR!”

NAPOLEÓN, REY DE ITALIA.

CAPITULO NOVENO

“EL PASADO ME EXPLICA EL PRESENTE...”

AUSTERLITZ.

“FUERA LOS SOMBREROS, CABALLEROS…”

“SE DECLARA LA IMPOSICION DE UN BLOQUEO A LAS ISLAS BRITÁNICAS.”

MARÍA WALEWSKA.

EL ENCUENTRO DE TILSIT.

CAPITULO DECIMO

RUMBO A BAYONA.

“SE REUNIERON TODOS AQUELLOS PERSONAJES EN BAYONA...”

LA VICTORIA DE BAILÉN.

ERFURT. NAPOLEÓN Y ALEJANDRO.

CAPITULO DECIMOPRIMERO

“LO HECHO, HECHO ESTÁ.”

“NAPOLEÓN…LLORABA ABRAZANDO

AL MARISCAL...”

“ME APRETAIS DEMASIADO…”

“HE TENIDO EN BRAZOS AL REY DE ROMA…”

CAPITULO DECIMOSEGUNDO

“YO NO SERÉ EL PRIMERO EN DESENVAINAR LA ESPADA.”

“UN ROMANO RETROCEDERÍA.”

“MOSCÚ YA NO EXISTE.”

“¡ALTO SIRE! ¡LOS COSACOS!”

CAPITULO DECIMOTERCERO

“¿DESEA DESPOJARME DE TODO?”

“LOS SOBERANOS, A VECES SE VEN OBLIGADOS A SERVIRSE DE DESERTORES...”

CAPITULO DECIMOCUARTO

“EL PEOR DE SUS MALES... ES EL AISLAMIENTO.”

“CORRÍA DE LOS AUSTRÍACOS A LOS RUSOS

Y DE LOS RUSOS A LOS PRUSIANOS...”

CAPITULO DECIMOQUINTO

ABDICACIÓN EN FONTAINEBLEAU.

INTENTO DE SUICIDIO EN FONTAINEBLEAU.

CAPITULO DECIMOSEXTO

“SOLDADOS DE MI VIEJA GUARDIA, OS DIGO ADIÓS.”

EL DESTIERRO EN LA ISLA DE ELBA.

CAPITULO DECIMOSEPTIMO

EL REGRESO DE NAPOLEON.

CAPITULO DECIMOCTAVO

“ME CONTENTARÉ CON... LA AUTORIDAD DE UN REY CONSTITUCIONAL.”

CAPITULO DECIMONOVENO

“SI ENTRAN EN FRANCIA ENCONTRARAN ALLÍ SU TUMBA.”

CAPITULO VIGÉSIMO

WATERLOO. HOUGOUMONT.

LA HAYE SAINTE Y PLANCENOIT.

EL ATAQUE FINAL DE LA GUARDIA IMPERIAL.

CAPITULO VIGÉSIMOPRIMERO

“NO ESTÁ TODO PERDIDO.”

CAPITULO VIGÉSIMOSEGUNDO

“ENTRA... EL VICIO APOYADO EN EL BRAZO DEL CRIMEN...”

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA

ILUSTRACIONES

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a Julien Gomez-Estienne: Direction des lieux d'expressions et d'histoire, Responsable du musée Balaguier, que me acompañó e ilustró sobre la vida de Napoleón, en las visitas al “Musée Balaguier” (Fort de Balaguier) y al “Fort Napoléon”, en La Seyne-sur-Mer, Francia; y también a Jean-Christophe Vila, Responsable du “Fort Napoléon” por su atención y el material de lectura que me brindó.

PREFACIO

El día que señaló con su dedo el fuerte del’Eguillette en el mapa, y dijo: “Acá está Tolón”, algunosse burlaron de él. Pero, “Le Petit Caporal”, sabía que, para recobrar Tolón, era necesario hacerse dueño de la Punta de l'Eguillette y del puerto. Y eso fue lo que ocurrió...

El 13 vendimiario, marcó un antes y un después, en la vida política de Napoleón, al estrechar su relación con Barras, y contraer enlace con Josefina. Comandó la campaña de Italia, que concluyó en poco más de un año y medio, logrando la paz de Campoformio. Al Papa Pío VI, le quitó territorios, algunos “souvenirs”, y en 1798, lo detuvo y lo sacó de Roma.

Llevó a cabo, la campaña de Egipto, destrozando a los mamelucos en la batalla de las Pirámides, y conquistando El Cairo. El fracaso de Acre, la peste de Jaffa y la segunda coalición, aceleraron su regreso a París donde sería recibido como un conquistador.

Poco después, tendría lugar el golpe del 18 de Brumario. Primero, detentará el cargo de Primer Cónsul y luego el de Cónsul Vitalicio. Fue un adelantado para su tiempo, que inmortalizó sus victorias, mediante publicaciones, grabados y pinturas.

Un día, un familiar, lo criticó. Napoleón lo escuchó, señaló el cielo y dijo: “¿Ve usted aquella estrella? (era medio día)” “- No.” “Pues bien; yo la veo y muy claramente. Y con esto querido, buenos días...Vuélvase a sus asuntos, y, sobre todo, fíese de los que ven algo más que usted…”

Como Primer Cónsul, instauró un gobierno fuerte para destrozar a los corruptos, apoyó a la justicia, y castigó a los conspiradores. Mejoró el salario del ejército y sus pensiones.

Antes de ser Cónsul Vitalicio, creó la “Legión de Honor” premiando a cualquier ciudadano por sus méritos. Aún hoy, es recordado por el Código Civil: “Mi gloria no reside en haber ganado cuarenta batallas, lo que nada borrará, lo que perdurará eternamente, es mi Código Civil y los atestados en el Consejo de Estado.”

Su primera gran victoria, como Jefe de Estado, ocurrió en Marengo. Unos meses después, salvaría su vida en el atentado de la máquina infernal. En 1802, se firmaba el tratado de paz en Amiens, y en agosto, el Senado proclamaba a Napoleón, Primer Cónsul Vitalicio.

Una revuelta de esclavos, en Santo Domingo, incitó a Bonaparte, a vender “toda Luisiana” a los Estados Unidos, en el año 1803. Ni los americanos, podían creerlo...

En marzo de 1804, el Duque de Enghien, acusado de conspiración, fue condenado a la pena de muerte y enterrado en una fosa del Castillo de Vincennes. Moreau terminó exiliado a los Estados Unidos; Cadoudal, rechazó el indulto y optó por el patíbulo.

En diciembre, tendría lugar la coronación del Emperador Napoleón y de la Emperatriz Josefina, con la bendición del Papa Pío VII, en la Catedral de Notre Dame. En mayo de 1805, Napoleón, se coronó, Rey de Italia. Inmediatamente, rusos, y austríacos formaron una coalición en su contra patrocinados por Inglaterra.

Ney se lucirá en Elchingen, Mack capitulará en Ulm y Bonaparte hará su entrada triunfal en Viena. En diciembre de 1805, brillará al “Sol de Austerlitz”, para Napoleón, en la batalla de los tres Emperadores. Los prusianos no cederán, y Napoleón los “saludará” en Jena, Auerstädt, y Lübeck donde Blücher finalmente capitulará. En octubre, entra a Berlín, y se lleva la cuadriga de la Puerta de Brandemburgo.

Se equivoca e impone un bloqueo comercial a las islas británicas que incentivará el contrabando, además de provocar un gran malestar entre sus propios aliados.

Tras las batallas de Eylau, y de Friedland, Napoleón y Alejandro se encuentran en Tilsit, en junio de 1807, en una balsa sobre el río Niemen, para acordar la paz

El levantamiento madrileño, de 1808, marcaría el comienzo de la resistencia española contra Napoleón, que pretendió sacar provecho de las desavenencias de la familia real. Carlos IV y su hijo Fernando, acudieron a una mediación en Bayona, y Bonaparte terminó colocando a su hermano José, en el trono de España.

Mientras Napoleón, recuperaba Madrid en diciembre, Fouché y Talleyrand, le elegían un sucesor... Cuando se encontró con Talleyrand le dijo: “¡Mirad, sois una m... en una media de seda!”

En octubre de 1808, Napoleón, se reunió con Alejandro en Erfurt, pero se fue con las manos vacías. Al año siguiente, los austríacos invadieron Alemania, y fue arrestado Pío VII, que sería trasladado a Savona.

La primera derrota de alto impacto para Napoleón, se produjo en la batalla de Aspen- Essling, aunque luego se reivindicó en Wagram.

En diciembre, tuvo lugar, “el acto oficial” del divorcio de Napoleón y Josefina. Napoleón, quería casarse por iglesia. Cambacérès, adujo que la ceremonia celebrada con Josefina, careció de testigos y era nula. El consejo Diocesano local, avaló esa posición y asunto terminado.

La ceremonia civil, entre la austríaca María Luisa y Napoleón, se celebró el 1 de abril de 1810, en Saint-Cloud y la religiosa al día siguiente en el Louvre.

En 1810 Napoleón, “retocó” el bloqueo continental, otorgando licencias especiales a algunos franceses, para comerciar productos con Inglaterra. Alejandro y la nobleza rusa se disgustaron.

A fines de diciembre el Zar emitió un “Ukase” autorizando el comercio con los países neutrales. Alejandro I, aclaró: “No seré el primero en sacar la espada, pero seré el último en envainarla…”

En abril de 1812, el Zar ordena a Napoleón, que retire las tropas de Prusia. Napoleón responde cruzando el río Niemen, mientras tararea: “Mambrú se va a la guerra...”

Los rusos destruirán almacenes de abastecimiento, tierra cultivada, molinos, puentes, y arrojarán hombres y caballos muertos a los fosos para contaminar el agua. Esta estrategia rusa, acarreará falta de víveres, enfermedades, muertes y deserciones a los franceses.

Fue un grave error, cruzar el Niemen, menospreciar a los rusos, y pretender que la campaña sería breve, con esa extensión de territorios.

El 7 de septiembre tendría lugar la batalla de Borodino, con resultados favorables a la Grande Armeé, pero no definitivos. Napoleón, entró en una Moscú casi vacía, el 15 de septiembre de 1812. Esa misma noche, cuenta Caulaincourt: “... A las 10.30 mi “valet” ... me despertó con la noticia de que desde hacía tres cuartos de hora la ciudad estaba en llamas... el fuego resplandecía de tal modo que había suficiente claridad como para leer en el medio de mi cuarto...” La orden de los incendios, fue dada por el gobernador militar de Moscú. Napoleón le enviaría cartas a Alejandro, y Lauriston hablaría con Kutuzov, pero el Zar, nunca respondería.

Napoleón, abandonó Moscú después de casi cuarenta días. La temperatura alcanzó los -30 grados, e infinidad de soldados vestidos con harapos y sin alimentos suficientes encontraron la muerte. Enterado de la conspiración fallida de Malet, luego del histórico cruce del río Berezina, decidió regresar a París. Tras dos semanas de viaje, en carruaje y en trineo, arribó a las Tullerías, en diciembre de 1812.

En 1813, Prusia le declarará la guerra a Francia, y Suecia se unirá a la coalición. En junio, Napoleón se reunió con Metternich en Dresde, donde tiró su sombrero al piso enojado por las exigencias del austríaco, quien habría dicho: “Estáis perdido Sire”.

En la “Batalla de las Naciones”, Napoleón enfrentará una coalición integrada por Prusia, Rusia, Suecia y Austria, y el dinero de Inglaterra. Al final, deberá optar por retirarse debido a la superioridad numérica de los aliados.

En enero de 1814, salió de París tras abrazar a su esposa y besar a su hijo. No los vería nunca más. “... Se le vio con unos millares de hombres... hacer frente a todos los ejércitos de Europa... corría de los austríacos a los rusos y de los rusos a los prusianos...”. Pero, no le alcanzó...

El 4 de abril Napoleón abdicó en el Palacio de Fontainebleau, a favor del Rey de Roma. Sin embargo, los aliados le exigieron una abdicación incondicional que se vio obligado a aceptar. Intentó suicidarse, pero sobrevivió. Se despidió de su Vieja Guardia el 20 de abril, en el Patio del Caballo Blanco de Fontainebleau. Los soldados lloraban y gritaban: “¡Viva el Emperador!”.

En la isla de Elba, sus espías le informaron sobre una posible deportación a Santa Elena y decidió regresar a Francia. “Marcha, hijo mío. Y sigue tu destino” le dijo Madame Mére.

Napoleón, desembarcó en el Golfo Juan, en marzo de 1815. En su camino a las Tullerías, un batallón le cerró el paso. Napoleón, bajó de su caballo y gritó: “¡Soldados del 5° de línea: soy vuestro Emperador! ¿Me reconocéis? se abrió su capote gris... “Si entre vosotros hay alguno que sienta el deseo de disparar contra su Emperador, éste es el momento de hacerlo” Inmediatamente, al grito de: “¡Viva el emperador!”, los soldados lo rodearon para abrazarlo.

Neyprometió al Rey, traera Napoleón en una jaula de hierro,pero terminó pasándose a las filas del Emperador. Un cartel, aparece en la plaza Vendôme: “De Napoleón a Luis XVIII. Querido hermano, no hace falta que mandes más tropas, ¡Ya tengo suficientes!” El 20 de marzo, Napoleón, entró en Las Tullerías.

Los aliados, libraron dos batallas a la vez, en Ligny y en Quatre Bras. Blücher fue vencido y forzado a replegarse; Wellington, si bien conservó su lugar, terminaría marchándose del campo de batalla.

Napoleón se situó en la hostería, “La Belle Alliance”. Wellington, se dirigió al Monte Saint -Jean, un sitio cercano a Waterloo, donde estableció su Cuartel General.

El Duque, tenía una derecha fuerte: la Granja de Hougoumont, un centro aceptable: la granja de Haye Sainte y una izquierda débil: Papelotte y el pueblo de Plancenoit.

Hougoumont era “una pequeña fortaleza” y Wellington al referirse a Waterloo dijo que: “el éxito de la batalla había dependido del cierre de las puertas de Hougoumont”. Ney tomó la Haye Sainte, pero cuando solicitó refuerzos, Napoleón se los negó por temor a los prusianos apostados en Plancenoit.

Napoleón, ordenó a Drouot: “¡Envíe a la Guardia!”. La Guardia Imperial, nunca había sufrido una derrota, pero esta vez, en el Monte Saint Jean: “¡La Garde Recule!”. Jaque mate para Napoleón...

Napoleón llega a París, creyendo que aún que puede formar un nuevo ejército. Necesita el apoyo de las cámaras o disolverlas. La Fayette y sus aliados le ganan de mano: “...La Cámara se declara en sesión permanente. Cualquier intento de disolverla será considerado como alta traición...” Bonaparte, se resigna: “...No volví de la isla de Elba para que París quede inundado de sangre.”

Napoleón abdica por segunda vez, el 22 de junio de 1815. Fouché presidiría un Gobierno provisional, hasta la llegada de Luis XVIII. El 7 de julio, los aliados, hacían su entrada en París.

Napoleón, se entregó al capitán Maitland del Bellerophon, confiando en el honor de los ingleses: “Vengo a bordo, para ponerme bajo la protección de las leyes inglesas.” pero terminó prisionero en Santa Elena.

Cuando el Emperador, embarcó en la lancha, que lo trasladaría al Northumberland, los franceses, que quedaban a bordo del Bellerophon, irrumpieron en llanto.

En ese momento, Las Cases le dijo al Almirante Lord Keith: “Note usted, milord, que aquí sólo lloran los que se quedan.”

CAPITULO PRIMERO

“ACÁ ESTÁ TOLÓN...”

“Para convertirte en dueño del puerto, debes hacerte dueño de la Punta de l'Eguillette” (205)

Napoleón, lo repetirá hasta el cansancio, pero su superior: el general Carteaux, encargado de recobrar la ciudad de Tolón, nunca lo entenderá...

“Acá está Tolón...” dijo Napoleón, mientras señalaba en el mapa, con su dedo, el fuerte de l’Eguillette.(204)

Al oír esto Carteaux, comentó en voz baja a otra persona, que ese joven no estaba muy fuerte en geografía, creyendo que Bonaparte se confundía. Sin embargo, el único equivocado, era Carteaux, y no el joven Napoleón, quien, desde el primer momento comprendió la importancia estratégica de l’Eguillete.

Bonaparte efectuará un relevamiento de La Seyne desde la colina de “El Cairo”, donde los ingleses más tarde, ampliarían las construcciones defensivas que llamarían “Fuerte Mulgrave”. Los franceses lo denominarían: “El Petit Gibraltar”.

Napoleón, verificará, que, para recuperar la plaza de Tolón y su puerto, debe dominar losfuertes de Balaguier y de l’Eguillete. Una vez tomado el fuerte de l’Eguillette, podría bombardear a la Ciudad de Tolón y a la flota que ocupaba el puerto.

(27) El Fuerte de l’Eguillette, La Seyne-sur-Mer, Francia. Al fondo, se ve el puerto y la ciudad de Tolón. Foto del autor.

Tolón y su puerto parecían inexpugnables protegida por dos bahías, la Petit Rade y la Grande Rade. “El pequeño Gibraltar” era clave por su función defensiva de las dos puntas, que custodiaban la entrada de la Grande a la pequeña Rada.

En esas puntas estaban justamente los fuertes de Balaguier y l’Eguillete,que debían ser tomados, para recuperar Tolón.

La poderosa flota anglo-española estaba en el puerto de Tolón, y los aliados además ocupaban los dos fuertes. Sin duda, tomando el promontorio de Monte Cairo, cuya punta más estratégica era l’Eguillete, los enemigos aliados terminarían dejando la Petit Grade y el puerto de Tolón.

Sin embargo, el joven Bonaparte, sufriría más “el fuego amigo” de su general en jefe: Jean Baptiste François Carteaux, que el de los mismos aliados.

Corre el año 1793. La Convención de París, con predominio jacobino, pierde, poder y credibilidad día a día. Se producen incidentes en junio, gracias a la conspiración de los jacobinos que culmina con el arresto de varios diputados girondinos. Los montañeses, republicanos más radicales, fueron los principales artífices de esta limpieza política.

Esto enervó considerablemente, los ánimos de las provincias francesas. Los girondinos, eran una facción política moderada y federalista de la Convención, que provenían generalmente de los burgueses provinciales.

Después de la decapitación pública de Luis XVI, la República, se enfrenta con Federalistas y Realistas. Los ingleses, que se desesperan al oír la palabra revolución, entienden que la República es ilegítima, y harán todo por destruirla.

“La República Francesa”, se ve envuelta en una guerra civil con “las provincias insurrectas”: Aviñón, Marsella, Lyon, Burdeos, Nimes, Tolón, etc.; dominadas por rebeldes antijacobinos: “los Federalistas”. Y a su vez, debe enfrentarse a una temible alianza formada por Inglaterra, Austria, Prusia, España, la República Holandesa, Nápoles, Cerdeña, y otros estados italianos.

Marsella y Tolón, son dos de las grandes ciudades involucradas, contra la Convención de París.

La ciudad de Tolón, situada en el sur de Francia, era una base naval de gran importancia para Francia. Además, era de difícil acceso por estar rodeada de fortificaciones y del mar mediterráneo.

La Seyne, era el principal puerto provenzal de construcciones navales privadas. A su vez, estaba poblada por marineros y trabajadores de ese oficio, que laboraban en el arsenal de Tolón.

En julio de 1793, el Ayuntamiento de Tolón ignora el decreto de la Convención que ordena el bloqueo naval de Marsella. Esta actitud rebelde, va acompañada del desconocimiento de toda ley dictada por la Convención, luego del arresto de los girondinos. La Rebelión Federalista se hace sentir.

Tolón, acusada de traición, quedará “fuera de la ley”, por decisión del Poder Ejecutivo de la Capital de Francia.

Pero el Ayuntamiento de Tolón no se amilana, y prohíbe a los barcos la salida al mar.

Francia está en guerra, con otros poderosos estados de Europa y esto la perjudica notablemente.

No obstante, los rebeldes tendrán que soportar el racionamiento de alimentos, y los aumentos de precios en el pan. Encima, sobrevuela en Tolón, el miedo a las venganzas del ejército Republicano.

En el medio de toda esta locura, más precisamente el 13 de junio de 1793, los Buonaparte que huyen de Córcega como refugiados políticos, desembarcan en Tolón.

Enseguida, el joven Napoleón, percibe el estado de caos y violencia, en el que está sumido el país, y se lo hace saber por carta, a su hermano José.

Tolón le da la bienvenida, con una guerra civil entre “Los Federalistas” y las fuerzas leales a la Convención de París.

Saliceti, un importante diputado de la Convención que se encuentra en Marsella, le ayuda con sus familiares. Los Buonaparte, se instalan en La Valette, una población situada en las afueras de Tolón.

Napoleón va a Niza, y gracias al general Jean du Teil, hermano de su antiguo comandante en Auxonne, es designado para inspeccionar una de las baterías costeras.

En julio, lo transfieren al Ejército del Sur, al mando del general Jean Baptiste François Carteaux.

El 24 de agosto de 1793, Carteaux y su ejército recuperan la ciudad de Marsella.

El ensañamiento con los insurrectos será atroz.

Los rebeldes que están en Tolón, reciben el mensaje de “la venganza jacobina”, y comienzan a negociar con la flota inglesa.

(3) Napoleón Bonaparte, teniente coronel 1er batallón de la Guardia Nacional de Córcega en 1792. Henri Félix Emmanuel Philippoteaux. Palacio de Versalles. París. Francia.

Así es como, Samuel Hood, Almirante de la flota británica, que mantenía el bloqueo sobre Tolón, recibe pedidos de ayuda militar de los Federalistas de la ciudad. Éstos, temen la represión de los jacobinos para el caso de que las “fuerzas republicanas” francesas recuperen el poder. Pero Hood, sólo accederá al pedido de ayuda militar, si juran abrazar la monarquía francesa y le permiten ocupar todas las plazas militares. De esta manera, Tolón abre sus puertas “a la traición” y su puerto a la flota anglo-española y sus aliados.

Este hecho golpeará duro a Francia, ya que el puerto de Tolón era de una enorme importancia estratégica, además de contar con un importante arsenal naval. A Carteaux y sus tropas se les encomienda la tarea de recuperar la ciudad rebelde.

Y esta vez, Napoleón, que llegó a decir: “En toda gran operación siempre nos vemos obligados a dejar algo al azar”, se verá beneficiado por la casualidad.

Bonaparte, al parecer, se encontraba en Niza, y el comandante de artillería del regimiento de Carteaux: teniente coronel Dommartin, resultó herido de gravedad al tomar la aldea de Ollioules.

Saliceti, representante de la Convención, conocía a Bonaparte, y tras leer un panfleto escrito por éste: “Le Souper de Beaucaire”, que condenaba a los federalistas y apoyaba a la convención, no se detendría hasta que éste estuviera al frente de la artillería en Tolón.

Así fue como, Saliceti y su par Gasparin, convencieron a Carteaux para que lo designase a Napoleón, de sólo 24 años de edad, para ocupar el puesto vacante de artillero.

Poco después, escribía al Comité de la Seguridad Publica de París: “Habiendo sido herido el capitán Dommartin nos quedamos sin nadie que mandara la artillería, pero tuvimos una suerte extraordinaria. Detuvimos al ciudadano Buonaparte (capitán bien preparado de la misma arma) que iba a incorporarse al Ejército de Italia, y le ordenamos que ocupara el puesto de Dommartin” (207)

Carteaux, pintor de profesión, menospreció siempre a Napoleón, a quien llamaba “el capitán cañón”. En Ollioules, el 17 de septiembre de 1793, al enterarse que lo habían nombrado para dirigir la artillería de su ejército, le dijo: “Es completamente inútil… no necesitamos nada más para apoderarnos de Tolón. Sin embargo, sea bienvenido. Compartirá la gloria de incendiar la ciudad mañana, sin siquiera haberse tomado el trabajo de hacerlo” (206)

Esta afirmación de Carteaux: “mal pintor y peor general” según Bonaparte, estaba muy lejos de ocurrir aún… Carteaux, no tenía la menor noción, de cómo hacerse de esta plaza fuerte.

(99) Este cañón formó parte de una Batería instalada por Bonaparte en el asedio de Tolón. Fuerte de Balaguier. La Seyne-sur-Mer, Francia. Foto del autor.

Tanto Saliceti, como Gasparin, representantes de la Convención, objetaban la capacidad de mando de Carteaux y su habilidad estratégica para recuperar Tolón.

Estas quejas viajarían con rapidez, a Marsella y a París, y llegarían al Comité de Seguridad Pública. Por fortuna, irían acompañadas de fuertes elogios hacia Napoleón, que sería ascendido a comandante de batallón.

El memorable plan del general Carteaux, para tomar Tolón, era el siguiente: “El general de artillería cañoneará a Tolón tres días consecutivos, pasados los cuales atacaré la plaza en tres columnas y me apoderaré de ella”

La junta de ingenieros de París lo consideró más divertido que sabio; y seguramente, contribuyó a que poco después fuera separado del mando.

La propia mujer de Carteaux, presente en varias de las discusiones entre Bonaparte y su marido le dijo: “Hombre, deja hacer a este joven, que sabe mucho más que tú; nada te pide, ¿no eres tú quien da cuenta al gobierno? Toda la gloria puedes apropiártela.” (41)

Mientras tanto, los habitantes de La Seyne son obligados a retirarse del pueblo, para permitir al alojamiento y paso del ejército de Carteaux. La gente busca refugio en los campos aledaños.

El ejército Republicano requisa todo lo que le sirve, comida, animales, zapatos, carruajes etc. en La Seyne.

Trabajadores navales y marineros, en principio permanecen en el arsenal de Tolón, pero la apertura del puerto a los ingleses hace que algunos marineros, molestos por ello, opten por retirarse. A su vez, los operarios serán utilizados por españoles e ingleses, para la reparación y mantenimiento de sus navíos, en Tolón.

Finalmente, Carteaux pareció entrar en razón y aceptó poner en práctica el plan de Napoleón de bombardear “El Cairo”, para luego hacerse de Fort l’Eguillete.

Sin embargo, Carteaux utilizó solo unos pocos cañones y hombres para llevarlo a cabo, condenándolo todo al fracaso. Lo que debió ser una victoria el 22 de septiembre de 1793, terminó en una catástrofe por un incompetente.

Para colmo de males, los ingleses entendieron la trascendencia de la colina “El Cairo”, y ampliaron las construcciones defensivas con dos decenas de cañones y cuatro morteros más, cubriendo así los posibles accesos a los fuertes Eguillette y Balaguier.

Ahora, el mismo Bonaparte, terminaría reconociendo que la nueva fortificación en La Seyne-sur-Mer, a la que los británicos llamaron “Fuerte Mulgrave”, sería muy difícil de tomar.

Los británicos comprendieron la importancia estratégica de la Punta de Eguillete y del Fort de Balaguier; y decidieron levantar la nueva fortificación Mulgrave, de la que hoy formaría parte el Fort Napoleón.

En conclusión, sin tomar el “El Fuerte Mulgrave”, o “El pequeño Gibraltar” como lo denominaban los franceses, sería imposible llegar a los fuertes de l’Eguillete y de Balaguier. Todo esto, Bonaparte se lo informará a sus dos poderosos protectores: Saliceti y Gasparin.

El gobierno, comienza a escuchar con atención, las quejas de Bonaparte contra sus superiores, como la que realizó, al Comité de Salvación Pública, el 25 de octubre: “La primera medida que propongo es que sea enviado al ejército, para comandar la artillería, un general de artillería que sea capaz, aunque sea solo por su rango, de imponer respeto sobre el puñado de estúpidos del mando general con quien uno se ve obligado a discutir constantemente, y de dictar la ley para superar sus prejuicios y hacerles dar los pasos que la teoría y la experiencia han demostrado son incontrovertibles para cualquier oficial bien instruido de este cuerpo” (208)

Como vemos, nuestro querido Bonaparte no se andaba con vueltas a la hora de expresarse.

Napoleón, siempre lo tildó de inútil a Carteaux. Después de la caída de Tolón lo culpó de la muerte de los soldados en una charla con su hermano Luis, mientras observaban la tierra removida para poder enterrar los cadáveres y los restos de uniformes y sombreros.

Así nos lo cuenta Stendhal, en su libro “Napoleón vida y memorias: “Ahí tienes, joven -dijo Napoleón a su hermano- aprende…que, para un militar, estudiar profundamente su oficio es cosa de conciencia tanto como de prudencia. Si el miserable que llevó al ataque a esos bravos muchachos hubiera sabido su oficio, muchos de ellos gozarían ahora de la vida y servirían a la República. La ignorancia de ese hombre los llevó a la muerte, a ellos y a otros centenares más, en la flor de la juventud y en el momento en que iban a ganar gloria y ventura.” (209)

Excelente reflexión de Napoleón, aplicable para todos los oficios y profesiones, seguramente, con alguna pincelada del propio Stendhal.

Saliceti y Thomas de Gasparin, aconsejarán el ascenso de Bonaparte y la destitución de Carteaux, quien será reemplazado por el general Francois Amédée Doppet, médico de profesión.

A decir verdad, el general Doppet reemplazante de Carteaux, tampoco reuniría las condiciones necesarias para su puesto. No obstante, Doppet, seguramente consciente de sus propias limitaciones, hablaría muy bien de Bonaparte: Este joven oficial, escribió el general Doppet, combinó una rara valentía y la actividad más infatigable con sus muchos talentos. Cada vez que salía en mis rondas, siempre lo encontraba en su puesto; si necesitaba un momento de descanso, lo tomaba en el suelo, envuelto en su capa; nunca estuvo lejos de sus baterías " (210)

(28) El Fuerte de Balaguier. Detrás se alcanza a ver la Punta de l'Eguillette. La Seyne-sur-Mer, Francia. Foto del autor.

Bonaparte, en cambio, lo consideraría un cobarde y un inepto tras el ataque del 15 de noviembre de 1793, al “Reducto Mulgrave” o “El Petit Gibraltar”, cuando tocó retirada demasiado rápido al ver caer un edecán al suelo y se perdió la posibilidad de ganar Tolón.

Doppet no duraría más de tres semanas, y sería reemplazado el 17 de noviembre por el veterano general Jacques Dugommier de 65 años, que aportaría refuerzos y se entendería mejor con Bonaparte.

El 25 de noviembre, Dugommier convocó un consejo de guerra, en el que se presentaron diferentes planes. Uno fue elaborado en París por Carnot, otro era del propio Dugommier y el plan de Napoleón.

Los dos primeros proponían una cantidad de ataques diversos, cuestión con la que Bonaparte, siempre había estado en desacuerdo, haciéndoselo saber a París en su informe: “No es conveniente diseminar los ataques, sino, antes, al contrario, reunirlos. Cuando se consigue abrir brecha, el adversario pierde el equilibrio, su resistencia se vuelve inútil, la partida está ganada. Hay que dividirse para vivir y que concentrarse para combatir. No hay victorias sin unidad de mando. El tiempo es factor esencial.” (211)

Finalmente, adoptarían el plan indicado por Napoleón que consistía en un ataque profundo a la Fortaleza Mulgrave, cuya conquista facilitaría la toma de los Fuertes de Balaguier y L´Eguillette. Una vez ocurrido esto, la flota del Almirante Hood se vería obligada a huir de Tolón.

Bonaparte, para incentivar el coraje de sus soldados, puso delante del reducto del “Pequeño Gibraltar” la denominada “Batería de la Convención”, que por su posición riesgosa se llamó: “Batería de los hombres sin miedo”.

El 30 de noviembre de 1793, Napoleón, le escribió a Dupin adjunto al Ministerio de la Guerra, manifestándole que “la Batería de la Convención” había causado estragos en el ataque de ese día al fuerte Malbousquet.

Sin embargo, los sitiados efectuaron una salida, con miles de hombres al mando del General O´Hara; y pusieron en aprietos a la batería de la República.

Dugommier y Bonaparte, encabezaron el contraataque feroz que dejó muchos muertos y un buen número de prisioneros ingleses.

Bonaparte, elogió la bravura de Dugommier y tras brindar más detalles de la lucha, dijo: “Nuestros soldados... se lanzaron sobre Malbousquet, arrojamos a los ingleses de dos alturas contiguas, destruyéndoles una obra que empezaban a construir... y destruimos todo lo que no pudimos llevarnos... un feliz presagio para la ejecución del plan que está acordado.”

Dugommier, en su parte al ministro de Guerra, manifiesta con relación a los hechos: “…No tengo palabras con que alabar la conducta de todos nuestros hermanos de armas. Entre los que más me han ayudado en el contraataque, debo citar a los ciudadanos Buona Parte comandante de la artillería; Arena y Cervoni, ayudantes generales:” (Monitor del 7 de diciembre de 1793) (213)

Pasarán dos semanas más, antes de poner en práctica el plan de Bonaparte, para atacar “El Pequeño Gibraltar”. Entretanto, conocerá a André Massena, quien se hará presente con algunos refuerzos.

Tolón, fue un lugar, en el que Bonaparte, entabló amistad con hombres, que, de una u otra manera, tendrían gran influencia en su vida, como el caso de Muirón que moriría en Arcole para salvarle la vida.

También conoció a Suchet, a Marmont y a Junot. Éste último fue siempre leal a Napoleón. Cuenta la Duquesa de Abrantes, en sus memorias, una simpática anécdota relacionada con ellos: “…Bonaparte pidió un soldado que tuviese buena letra; Junot salió de las filas y se presentó… Junot se puso a escribir sobre el mismo espaldón de la batería. Apenas había terminado la carta cuando una granada lanzada por los ingleses explotó a diez pasos y cubrió de tierra a Junot y a la carta. - ¡Bravo! – dijo Junot echándose a reír –. Ya tenemos arenilla para secar la tinta.”

A partir de ese momento, se quedaría con Napoleón y luego de tomar Tolón, pediría ser nombrado su ayudante de campo. Esa amistad perduraría por siempre. Pero no todos estuvieron tan conformes con la decisión de Junot... Sin ir más lejos, su propio padre le preguntaría: “¿Por qué has dejado al comandante Laborde? ¿Por qué abandonas tu regimiento? ¿Quién es ese general Bonaparte? ¿Dónde ha servido? Aquí nadie le conoce.” (214)

Lo cierto fue, que, el 17 de diciembre de 1793, Dugommier decidió por fin, atacar al fuerte Mulgrave, con un repetido cañoneo y 6.000 hombres, entre los que se destacará al general Muiron. El terrible precio de la caída del “Pequeño Gibraltar”, fue de aproximadamente 1.000 hombres.

Bonaparte tomará los Fuertes de Balaguier y L´Eguillette, pero sufrirá una herida de bayoneta en el muslo. Esto no le impedirá cañonear a la flota enemiga que se retirará de la Petit Rade.

En la cima del Monte Faron, el general Jean Francois Cornu de La Poype y sus cañones se alzaron amenazantes sobre la ciudad de Tolón y la bombardearon.

El Gran Corso, había tomado los fuertes de La Seyne, cuyos cañones ahora apuntaban hacia la flota anglo-española del puerto

Así fue como, el 18 de diciembre de 1793, los buques de la coalición abandonaron Tolón. En su retirada, los aliados, quemaron buena parte de la flota francesa, para que no pudiera ser usada por los republicanos.

Hood permitió que aquellos que tuvieran miedo de la venganza de los republicanos, pudieran abordar en calidad de refugiados los buques ingleses. Muchos lograron embarcarse, pero cuando las naves se llenaron, la única manera de parar a los desesperados por subirse a los botes, fue a golpes de remo, puñetazos o con la espada.

Algunos que alcanzaron a subirse, dejaron abandonado su equipaje, en el piso.

Tras la toma del fuerte Mulgrave y las puntas de Balaguier y l´Eguillette, Bonaparte dirá: “Mañana, pasado mañana a lo sumo, cenaremos en Tolón”. (212)

(29) “Fort Napoleón”. La Seyne-sur-Mer, Francia. Foto del autor. Bonaparte, quedará marcado a fuego con la conquista de “El Petit Gibraltar”. Tal es así, que, en 1811, en la misma colina de “El Cairo” mandará a construir un fuerte militar, cuya obra comenzó en 1812 y se completó en 1821. En 1840, “El Fort Cairo” se convertiría en “Fort Napoleón”.

El 19 las fuerzas Republicanas entraban en la ciudad de Tolón, y daban rienda suelta a la venganza, ejecutando a cientos de presuntos federalistas traidores, incluidos soldados, artilleros y civiles. Napoleón, no participó de ello y los oficiales de carrera del ejército hicieron lo posible para evitar la masacre.

La infantería había entrado a la ciudad, como lo había explicado Bonaparte en su plan, solamente después de un exitoso ataque de la artillería.

El general en jefe Dugommier, no solamente elogió a Napoleón, sino que escribió al Comité de Salvación Pública, solicitando se le otorgara el grado de general de brigada.

Y, además, predijo con sumo acierto: “Recompensad y adelantad a este joven, porque si hay ingratitud para con él, él solo se adelantará” (224)

El 22 de diciembre, fue ascendido a general de Brigada. Napoleón, tenía tan solo 24 años.

“HÉTEME INFAMADO SIN JUICIO O, BIEN, JUZGADO SIN HABERSEME OIDO…”

“Héteme infamado sin juicio o, bien, juzgado sin habérseme oído. En un estado revolucionario hay dos clases: los sospechosos y los patriotas.

Declarar a un patriota sospechoso, es un juicio que le arrebata lo que hay de más precioso: la confianza y la estimación… ¿No me han visto siempre en la lucha, ya contra los enemigos interiores, ya como militar contra los extranjeros?

He sacrificado la residencia de mi departamento, he abandonado mis bienes, lo he perdido todo por la República. Luego, he servido en Tolón con algún lucimiento y he merecido en el ejército de Italia la parte de laureles por él adquirida en las tomas de Saorgio, Oncilla y Tanaro… ¿Por qué, pues, me declaran sospechoso sin oírme? Me declaran sospechoso y secuestran mis papeles. Debió hacerse lo contrario: oírme, pedirme explicaciones, y declararme luego sospechoso, si había lugar.

Oídme, destruid la impresión que me rodea y devolvedme la estimación de los patriotas. Una hora después, si los malos quieren mi vida, la estimo tan poco, la he despreciado tantas veces que la daré sin temor.” (215)

Este fue el descargo, que Napoleón escribió a los mentores de su encarcelamiento: los representantes Saliceti y Albitte.

Bonaparte fue arrestado entre el 6 y el 10 de agosto de 1794, sospechado de traidor por su buena relación con Agustín Robespierre, hermano de Maximilien, quienes terminarían siendo guillotinados.

(31) Fort Carré. Antibes. Francia. Foto del autor.

El temor a ser involucrados con Maximilien Robespierre, hizo que Saliceti, Albitte y Laporte, terminaran acusando ante el Comité de Salvación Pública a su hermano Augustin, a Ricord y al mismo Napoleón. Sin embargo, Saliceti escribiría: “Me resulta imposible proteger a Bonaparte, sin traicionar a la República y sin perderme a mí mismo” (216)

Difícil de creer las palabras de Saliceti, que le secuestró documentación a Napoleón, con el objeto de hallar pruebas que pudieran implicarlo en un complot inexistente. Salicetti, también tenía relación con el hermano de Robespierre, y por temor intentó desviar la atención de las autoridades revolucionarias hacia Bonaparte.

Napoleón había sido parte en julio, de una operación secreta en Génova, en la que participaron Junot, Marmont, Louis y también el diputado Ricord, por orden del hermano menor de Robespierre.

Bonaparte debía hacer un reconocimiento geográfico de las fortalezas, ejércitos etc. de “la neutral” Génova; y también informar sobre el dudoso comportamiento del embajador francés Jean Till, que terminaría siendo arrestado.

Más, tras la caída de Robespierre, se llegó a decir que la verdadera misión de Napoleón era traicionar a Francia con los genoveses y que además había hecho un desfalco de fondos con Ricord, quien decidió exiliarse en Suiza.

Bonaparte, tenía la conciencia tranquila, no huyó a ningún lado y prefirió sufrir el arresto de sus detractores. Recordemos que, en esos momentos la situación de Napoleón era delicada y podía finalizar en la guillotina. De todos modos, “El Gran Corso” sabía que su “único delito” fue: ser amigo de Augustín Robespierre y gozar de su protección.

Cuando Bonaparte estuvo arrestado, esperando el traslado a París, para su enjuiciamiento, sus edecanes, Junot, Marmont, etc., elaboraron un plan de fuga.

Junot, pudo hacérselo saber, mediante una carta que llegó a las manos de Napoleón, quien seguro de su inocencia le respondería: “Reconozco bien tu amistad, querido Junot, en la propuesta que me haces; desde hace tiempo conoces también la mía. Los hombres podrán ser injustos conmigo, pero a mí me basta ser inocente; mi conciencia es el tribunal ante el cual evoco mi conducta. Esta conciencia está tranquila cuando la interrogo; no hagas nada por mí; me comprometerías” (217)

Napoleón también sabía que una fuga, implicaría una confesión de culpabilidad para la sociedad y para cualquier tribunal de París.

Ahora bien, ¿Qué tipo de arresto sufrió Bonaparte?

La mayoría de los autores como Andrew Roberts, Chandler, Merejkovsky, Accame, Lacroix, Santangelo, Ludwig, Malraux, Max gallo, Ellis, Levy, Tersen, Enseñat, Aubry etc. indican que Napoleón fue arrestado entre el 6 y el 10 de agosto de 1794; y que estuvo preso en el “Fort Carré”, en Antibes. Esta fue la versión tradicional e histórica, que se tuvo como cierta por muchos años.

Adam Zamoyski, en su libro “Napoleón. The Man Behind The Myth”, indica que no está claro si Buonaparte fue puesto en prisión o bajo arresto domiciliario.

Philip Dwyer, en su libro sobre Napoleón, dice que éste quedó bajo arresto domiciliario en la casa de Laurenti, en Niza el 8 de agosto. Agrega, además, que, si bien la tradición dice que Napoleón fue encerrado en el fuerte Carré, no hay fuentes que avalen esto.

Vincent Cronin, narra en el libro sobre Napoleón Bonaparte, que éste, el 10 de agosto, sufrió un arresto domiciliario en su alojamiento de la Rue de Villefranche 1, de Niza.

Jean Tulard, en el libro Napoleón, explica que parece ser que Bonaparte no fue encarcelado en el Fort Carré de Antibes y fue puesto bajo arresto domiciliario en la casa del hombre de negocios que le brindaba hospedaje.

Juan Granados, en su breve historia de Napoleón, escribe que Bonaparte cumplió arresto domiciliario en la calle Villefranche 1 de Niza, donde residía.

André Castelot, indica que no se lo condujo al Fort Carré de Antibes, como se aseguró por tantos años. Agrega que Laurenti – según sus memorias -, se ocupó de Napoleón, ofreció su garantía y Buonaparte solo fue condenado a cumplir el arresto en casa de sus anfitriones, en una habitación de la Rue de Villefranche.

Castelot, explica que Buonaparte se instaló en Niza, en el n° 1 de la Rue de Villefranche, actualmente el 6 de la Rue Bonaparte. Había alquilado un departamento en la casa de Joseph Laurenti, un comerciante adinerado.

Debo agregar que, al visitar “Fort Carré” consulté en el lugar, y me informaron que no existía ningún registro, que afirmara que Napoleón había estado bajo arresto en el fuerte de Antibes.

Todo parecería indicar que Napoleón Bonaparte sufrió solamente un arresto domiciliario en Niza, en el n° 1 de la Rue de Villefranche, actualmente el 6 de la la Rue Bonaparte.

(25) Niza. Francia. 6 de la rue Bonaparte; Residencia que habitó Napoleón desde el 27 de marzo al 22 de diciembre de 1794. Foto del autor.

Vale la pena destacar que tal como se lee en la plaqueta que está sobre la puerta de la entrada, en el 6 de la hoy llamada rue Bonaparte, en Niza, Napoleón residió allí desde el 27 de marzo al 22 de diciembre de 1794.

Lo cierto fue, que, tras 10 o 14 días de arresto, no hallándose ninguna prueba en su contra y habiéndose leído su descargo, Napoleón fue liberado en forma provisoria.

Ahora, era el mismo Saliceti quien daba su palabra que Bonaparte era inocente y no se había encontrado ninguna prueba en su contra. En poco menos de un mes se le devolvería el grado.

Así fue como, Saliceti y Albitte escribieron al Comité, lo siguiente: Habiendo examinado sus documentos y todos los informes que hemos recibido acerca de él, reconocemos que no tenemos ninguna evidencia positiva que justifique prolongar su detención… y estamos convencidos de lo útil que pueden sernos los talentos de este militar que, imposible negarlo, se vuelven muy necesarios en un ejército que el conoce mejor que nadie y en el que es extremadamente difícil encontrar hombres de esta especie.” (218)

(175) Retrato de Napoleón Bonaparte con uniforme de oficial de voluntarios estudiando un mapa. Claude-Marie Dubufe. (París, 1790 - La Celle Saint-Cloud, 1864) Palacio Fesch, museo de bellas artes. Ajaccio. Isla de Córcega. Francia.

CAPITULO SEGUNDO

EL GENERAL VENDIMIARIO.

“Por fin, todo ha terminado... Los realistas, organizados por secciones, se sentían más orgullosos a cada día que pasaba. La Convención ordenó el desarme de la sección de Le Peletier; y el despido de los soldados. Se decía que Menou, al mando de las tropas, era un traidor; fue destituido de inmediato. La Convención nombró a Barras comandante de las fuerzas armadas; los Comités me nombraron su segundo. Posicionamos las tropas, el enemigo vino a nuestro ataque en las Tullerías. Matamos a muchos de los suyos; ellos mataron a treinta hombres e hirieron a seis. Hemos desarmado las secciones y todo está en calma. …” (35)

Esta es la carta que Napoleón, le escribirá a su hermano José, a las dos de la madrugada del 14 vendimiario, sobre los hechos acontecidos el día anterior.

Sin duda, que el 13 vendimiario (5 de octubre de 1795) marcaría un antes y un después, en la vida política y militar de Napoleón, que contaba sólo con 26 años.

Si bien algunas versiones históricas difieren, al parecer Barras -quien dirá ante la Convención que la República se había salvado- pretendió llevarse todo el crédito.

Según Barras, él había organizado y planeado todo y Bonaparte solamente había sido su ayudante de campo. En su informe oficial, elogió a varios, pero nunca mencionó el nombre de Buonaparte.

Pero, Stanislas Fréron, profundamente enamorado de la bella Pauline, hermana de Napoleón, y con la esperanza de casarse con ella pronunció un discurso, diciendo que no debían olvidarse que el general Bonaparte: “que dispuso sólo de la mañana del día trece para realizar sus arreglos inteligentes y muy eficaces, había sido trasladado de la artillería a la infantería. Fundadores de la República, ¿continuarán demorando la rectificación de los agravios que, en nombre de este cuerpo, se han infligido a muchos de sus defensores?” (36)

Tras el discurso, los asambleístas vitorearon con fuerza el nombre de Bonaparte. Barras, no tuvo otra opción que la de reconocer las acciones de Buonaparte el 13 de Vendimiario.

Otras versiones, por el contrario, indican, que Barras actuó en complicidad con Fréron, y por ello reconoció ante la Convención la heroicidad de Napoleón, e impulsó sus nombramientos.

Lo único valedero, es que, de la tribuna Parlamentaria, el nombre de Napoleón Bonaparte pasaría a la prensa. Napoleón sería nombrado General de División, por Barras.

A los pocos días en consideración a su servicio se lo designaría comandante del Ejército del Interior, tras la renuncia de Barras que se incorporará al Directorio.

Napoleón y Barras, fueron aliados fortuitos, hasta que el interés mutuo se terminó.

Más de una vez, Bonaparte, habrá pensado sobre Barras: “es mejor tener un enemigo claro que un aliado dudoso”. Barras, consideraba a Bonaparte, como un engatusador que decía a los demás lo que querían oír.

El Gran Corso, desconfiaba de Barras y no hablaba bien de él: “Barras…no tenía ni talento, ni capacidad de liderazgo, ni capacidad de trabajo… Habiendo abandonado el ejército con el grado de capitán, nunca había estado en campaña, así que no tenía ni idea de lo que significaba la ciencia militar. Elevado al Directorio gracias a los sucesos de Termidor y Vendimiario, no tenía ninguna de las cualidades necesarias para desempeñar tal puesto.” (39)

Lo cierto fue, que, el General Vendimiario, apodo que nadie se atrevía a pronunciar en su presencia, mejoró su condición salarial y la de su familia, a la que ubicará en buenos puestos.

Una carta a su hermano José, enviada desde su nueva residencia en la Place Vendôme, donde en el futuro se elevaría la columna de Austerlitz, de 44 metros de altura, con Napoleón vestido de general romano, lo demuestra: “Vivo sólo para el placer de lo que puedo hacer por mi familia…Tengo alojamiento y un carruaje a tu disposición aquí, y ya he enviado sesenta mil libras en oro, plata y papel moneda a la familia, así que no debes preocuparte…” (37)

(164) El general Bonaparte cuidando al negro Domingo su criado que cayó enfermo en Niza, en 1794. Claudio JACQUAND. Musée. Massena Niza. Francia. (Louis Bonaparte, sub teniente de artillería, cerca de él como secretario y Junot como ayudante de campo.)

El ascenso vertiginoso, en la carrera de Bonaparte, se reflejaba en su bienestar económico y en su ánimo y aspecto personal. La Duquesa de Abrantes, en sus memorias, explica, quedespués del 13 vendimiario, no volvieron a aparecer las botas enlodadas. Bonaparte usaba un buen carruaje, ahora, y vivía en una casa en la calle de los Capuchinos.

Si hay algo que debe reconocerse a Napoleón, es su comportamiento, respecto a Jackes Francois Menou, quién, por intentar negociar con los rebeldes, terminaría encarcelado y acusado de traición. Inclusive, fue sometido a un consejo de guerra y hasta se habló de condenarlo a muerte.

Napoleón, salvó su vida, explicando que, si Menou merecía la muerte, igual destino merecerían los tres representantes que dirigieron las operaciones y parlamentaron con las secciones. En virtud de ello, propuso que la convención los juzgase junto a Menou, y rápidamente todos dejaron de molestar a Menou.

Napoleón con su nuevo cargo, tendrá bajo su supervisión el control de la seguridad y el mantenimiento de la ley y el orden en Francia. Clausuró el club de los Jacobinos en París, se sacó de encima a los realistas, demolió la Guardia Nacional y efectuó reformas en la policía para que tomara su lugar. Prohibiría también, la tenencia de armas a los civiles en París.

Su figura política, crecía día a día, a pesar de la subida de los precios del pan, falta de leña y penurias económicas que soportaba el pueblo. No por ello, dejaba de recorrer mercados, plazas y los barrios pobres.

Existen varias anécdotas, que hacen referencia al buen proceder y a la sensibilidad de Napoleón.

Una de ellas, está relacionada con su propio criado negro: Domingo, a quien apreciaba mucho, y se enfermó de gravedad en Niza, en 1794. Este relato, puede verse en el cuadro de C. Jacquand, en el Museo Massena de Niza, en Francia.

Según, cuenta la historia de Niza, Napoleón había sido nombrado general de brigada por la Convención y enviado a esa Ciudad. Domingo, cayó muy enfermo, y el joven general Bonaparte, se acomodó junto a su cama, para cuidarlo. No salió de allí, hasta después de la muerte de este desafortunado sirviente, al que estaba muy apegado.

La Duquesa de Abrantes, cuenta también, que Napoleón, hacía distribuciones a domicilio de leña y de pan. Ella misma, había sido la encargada de repartir bonos de este tipo, a las familias sin recursos.

Cuenta que un día, se acercó al coche de Bonaparte una mujer con un niño en brazos muerto. Era el más chico de sus seis hijos. Su marido, había muerto hace poco trabajando en un tejado, pues era albañil. Le debían dos meses de trabajo y la viuda no podía cobrarlos.

Vivía en la miseria con el resto de sus hijos y amenazó con tirarse al río junto a sus cinco hijos, sino se le daba lo que le correspondía. La madre de la duquesa comprobó que la historia de esta mujer era cierta: “Bonaparte hizo que le pagasen lo que se le debía a su marido, y después le señaló una modesta pensión. La mujer se llamaba Mariana Huvé, habitó mucho tiempo cerca de nuestra casa; tenía cuatro hijas…Dos de ellas venían muy a menudo a trabajar a jornal en nuestra ropa blanca; todos en la familia guardaban la más profunda gratitud al general, como ellas le llamaban.” (42)

Pero, veamos cuales fueron los hechos que sucedieron el 13 de Vendimiario, y las causales que lo originaron.

Todo comenzó con la caída de Dantón y Robespierre, y el desplome de los jacobinos y el gobierno revolucionario. La República quedó muy endeble, y las divisiones se acentuaron. Por un lado, los realistas soñaban con la restauración de la monarquía, y por el otro los jacobinos más radicales, querían una revolución sin miramientos.

Toda persona relacionada con los últimos años del gobierno del terror, era despreciada por el pueblo. Los diputados eran abucheados por las calles, y los diarios ayudaban a fomentar el descontento.

Los miembros de la Convención, entendieron, que debía adoptarse una nueva Constitución, si querían dejar atrás el pasado. Se la denominaría Constitución del año III y se aprobaría el 23 de agosto de 1795.

La Convención sería reemplazada por una Asamblea Nacional, una legislatura bicameral que estaría compuesta por el Consejo de los Quinientos y el Consejo de los Ancianos.

El Gobierno ejecutivo quedaría en manos de cinco personas que conformarían un Directorio que reemplazaría al Comité de Salud Pública.

Pero los inconvenientes comenzaron, cuando la Convención agregó un decreto que refería que los dos tercios de la nueva legislatura, estarían compuestos por miembros de la Convención.

O sea, que en vez de disolver a la Convención y llamar a elecciones, los dos tercios de los componentes de la legislatura saldrían de la antigua Convención.

Esto era lo que pretendían, los que habían tomado poder luego del golpe de Termidor, que finalmente hiciera rodar la cabeza del incorruptible Robespierre.

Cabe decir, que sus tendencias revolucionarias y regicidas, no eran bien vistas por ese entonces y temían que se votara por las derechas, e incluso por una vuelta de la monarquía.

Los de la Convención querían perpetuarse en el poder, y no arriesgarse que los realistas consiguieran la mayoría en las dos cámaras, mediante elecciones libres. 

Y la esperanza de los sectores partidarios de la monarquía, era que los diputados regicidas de la convención, no fueran reelegidos.

Los termidorianos habían aprovechado la revolución, comprando propiedades a nobles emigrados y a la Iglesia. Además, poseían cargos públicos y especularon con la devaluación de la moneda.

Así, con el decreto de los “dos tercios”, las asambleas de los diferentes departamentos, solo podrían nombrar un tercio de los miembros de la Convención.

Y a su vez, les permitiría a los antiguos diputados, miembros de la Convención que no gozaban de popularidad, eternizarse en el poder.

Pero, lo peor de todo, fue que la Convención ordenó someter a la votación del pueblo a estas dos leyes, en forma conjunta con la Constitución, sin posibilidad de votarse por separado.

Esto hizo estallar a la población, que clamaba por las elecciones libres, sin restricciones, para todo.

A finales de septiembre de 1795 la gente comenzó a manifestarse en las calles de Paris, mientras vociferaba: “Abajo los dos Tercios” “Abajo la Convención” e incluso “Viva el rey”.

Las consecuencias no se hicieron esperar: Se reunieron las 48 secciones de París que controlaban las asambleas locales y cada sección tenía su batallón de guardias nacionales.

En definitiva, se juntaría una Guardia Nacional de alrededor de 30.000 miembros, bien armados, para enfrentar a la Convención que solo contaba con cinco mil hombres y 1.500 jacobinos que habían podido reunir.

La Convención, declaró aprobada la Constitución y el decreto, por mayoría de las asambleas primarias, pensando que todas las protestas no pasarían a mayores y serían controladas.

Las secciones, nombraron diputados que formaron una asamblea nacional de electores en el Odeón, que luego sería declarada nula y disuelta por la fuerza por la Convención.

(2) La Revista de 13 Vendémiaire, Año 4, La Iglesia de Saint- Roch, Rue Saint-Honoré, París.

El pueblo protestó y la situación empezó a descontrolarse cada vez más. Pronto llegaría la proclama del estado de insurrección y el llamado a las armas. Tamborilleros y pregoneros deambulaban por la ciudad, llamando a las armas contra la convención.

La Sección de Le Peletier, con sede en el Convento Filles Saint- Thomas, movilizó su Guardia Nacional. Era la cabeza de la insurrección, que agitaba a todo París.

La Convención ordenó su clausura y su desarme, pero más de treinta secciones, se le unirán y movilizarán. El 4 de octubre por la noche llegan hasta las Tullerías.

La Convención designa y envía al general Menou, comandante del ejército del Interior para reprimir a los rebeldes.

La sección Le Peletier no está dispuesta a deponer las armas a pesar de las intimaciones de Menou. Este, en vez de atacar a los sediciosos, prefiere negociar con ellos y evitar que avancen. Pero, se retira de allí y permite que los rebeldes pasen la noche en sus puestos. Por esta decisión, Menou será tildado de traidor y encarcelado. Barras, lo suplantará en su cargo.

Entretanto los rebeldes se posicionan en la Iglesia de Saint-Roch, centro principal de resistencia. Ocupan los alrededores del Palacio real, la Place Vendome, la calle de Loi y la de Saint Honoré.

Barras, aparentemente, ya sabía de la posibilidad de su nombramiento, y habría llamado a los oficiales sin trabajo o retirados de sus puestos para que colaborasen en la defensa. Pocos oficiales respondieron a la requisitoria de Barras.

Todo esto, anima a pensar que Napoleón, ya había tenido algún encuentro anterior con Barras relacionado con la sublevación de París.

Algunos historiadores, cuentan que Napoleón, estaba en la noche del 4 de octubre, en el Teatro Feydeau de París asistiendo a una obra. Ni bien se enteró del llamamiento por sus amigos, inmediatamente se presentó para ofrecer sus servicios.

Otros autores, dicen que Barras lo mandó a llamar a Napoleón, para encargarle la defensa de la Convención, o al menos sumarlo a la misma.

Lo cierto es, que aquí, algunos hechos comienzan a entremezclarse con la leyenda...

En el Memorial de Santa Elena, Las Cases expone que Napoleón dudó, de qué lado colocarse si de la Convención o de París. A decir verdad, esto es difícil de creer...

Para Bonaparte, Barras era la Convención que representaba a la Constitución, y por ende a los principios de la Revolución Francesa. Los rebeldes, eran realistas opuestos ideológicamente a la República o en su caso anarquistas que atacaban la constitución.

Napoleón, sabía de la importancia de la autoridad, aunque a veces no estuviera tan de acuerdo, con aquellos que la debían ejercer.

Sus propias palabras lo avalan: “La debilidad produce guerras civiles; la autoridad mantiene la tranquilidad y la prosperidad de los estados”

Poco importa si Barras lo designó su segundo o si solamente fue parte de los generales que se colocaron a sus órdenes. El Palacio de las Tullerías estaba en peligro y Napoleón se dispuso a defenderlo. Bonaparte, nunca dudó que hacer, y no parece ser cierto, que vaciló en proteger a la Asamblea.

Cabe agregar, que, desde agosto de 1794, hasta el 13 de Vendimiario, fue un período complicado para Napoleón. Hubo, un fallido intento de recuperar Córcega, una relación compleja con Desirée, e incluso fue destinado a la Vendée, de lo que logró excusarse y se fue a París.

En agosto, pudo conseguir un trabajo en la Oficina de Historia y Topografía del Ministerio, en el que estaría poco tiempo, gracias a su protagonismo del 5 de octubre de 1795.

IGLESIA DE SAINT-ROCH.

“Reúna doscientos caballos, vaya de inmediato a la llanura de Sablons, traiga las cuarenta piezas de cañón y las municiones. Las quiero aquí. Use los sables si es preciso, pero que lleguen aquí. Lo hago responsable ante mí ¡Parta!” (44)

En la madrugada del 13 de vendimiario, Napoleón mando a un coronel del 21 de coraceros: Joachim Murat, y a sus hombres, al campamento militar de Sablons, a pocos kilómetros de París.

Murat, alcanzó Sablons antes que las columnas de las secciones, y volvió con las piezas de artillería a las Tullerías. A las seis de la mañana los cañones estaban en poder de Barras y Napoleón.

Se colocaron estratégicamente, uno frente la Iglesia de Saint-Roch al final de la calle Dauphine, dos en Saint Honoré, y dos más, apuntando al Puente Real.

Los cargaron de “metralla” que eran cientos de balas de mosquetes, que luego se abrirían por todas partes, al dispararse con los cañones. La infantería, quedó para defender las Tullerías y la caballería en la hoy llamada plaza de la Concordia.

(58) Joachin Murat. Acuarela en papel.1810. Paolino Girgenti. Nápoles inicio del siglo XIX. Museo Napoleónico. Roma.

Napoleón, estaba por realizar lo imposible: equiparar el pequeño ejército de la Convención de 5.000/6.500 hombres, con los 30.000 hombres de los rebeldes.

Napoleón recorrió todos los puestos, desde las seis hasta las nueve de la mañana. El general Thiébault, en sus memorias, diría que Bonaparte mostró gran actividad desde el primer momento: “... parecía estar en todos los sitios… luego causó más admiración dando órdenes breves, claras e inmediatas con una indiscutible autoridad. Todo el mundo estaba atónito ante el vigor que desplegaba organizando la defensa, y por eso todos pasamos de la admiración a la confianza y de ésta al entusiasmo” (5)

El 5 de octubre de 1795, (13 de Vendimiario), las tropas rebeldes mandaron un parlamentario, intimando a la Convención a deponer sus armas y al retiro de sus tropas que amenazaban al pueblo. Además, exigían la derogación de los famosos dos tercios. Tras ser escuchado por la Convención, a las cuatro de la tarde, se lo mando de vuelta, rechazándose la propuesta.

El enfrentamiento era inminente. Suenan los tambores y se escucha el griterío de la gente. La sección de Lepelletier pretende avanzar sobre las Tullerías. Se oyen disparos, además del bramido del cañón en las cercanías de la Iglesia de Saint-Roch.

Napoleón o Barras, apenas escucharon el sonido de las balas enemigas, o quizás antes…ordenaron la descarga de la artillería. Ésta es letal para los insurgentes, que se desbandan y sufren cuantiosas bajas. Las baterías que apuntan el Sena no permiten el cruce de los sediciosos.

Muchos historiadores, atribuyen a Napoleón las primeras descargas de metralla, antes de los disparos de los insurgentes. No es posible afirmarlo con seguridad...

Más, teniendo en cuenta el peligro de la situación y sus propias palabras, no sería extraño, que, al ver avanzar a los realistas armados, decidiera dar el primer golpe.

Se le escuchó decir siempre “no deseo la guerra, pero prefiero emprenderla antes que después” y todo se asemejaba al inicio de una guerra civil…