No siempre es depresión - Hilary Jacobs Hendel - E-Book

No siempre es depresión E-Book

Hilary Jacobs Hendel

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Beschreibung

No siempre es depresión ha ganado el 2018 Best Book Award Winner, y el Nautilus Book Award. Mientras que la terapia convencional anima a los pacientes a hablar de los acontecimientos del pasado que pueden desencadenar la ansiedad y la depresión, la psicoterapia dinámica experiencial acelerada (AEDP), el método practicado por Jacobs Hendel y creado por la doctora en psicología Diana Fosha, nos enseña a identificar las defensas y las emociones inhibidoras (vergüenza, culpa y ansiedad) que bloquean las emociones fundamentales (ira, tristeza, miedo, asco, alegría y excitación). Experimentar plenamente las emociones fundamentales nos permite entrar en un estado de corazón abierto en el que nos sentimos tranquilos, curiosos, conectados, compasivos, seguros, valientes y claros. En No siempre es depresión, Jacobs Hendel comparte una herramienta única y pragmática llamada el triángulo del cambio, una guía para llevarte desde un lugar de desconexión hasta tu verdadero Yo. En este libro, se enseña a los lectores legos y a los profesionales de ayuda por igual: Por qué todas las emociones, incluso las más dolorosas, tienen valor. Cómo identificar las emociones y las defensas que ponemos contra ellas. Cómo llegar a la raíz de la ansiedad, la enfermedad mental más común de nuestro tiempo. Cómo tener compasión por el niño que fuiste y el adulto que eres. Jacobs Hendel proporciona herramientas, ejercicios corporales y mentales, anécdotas personales y profundos conocimientos recogidos de los notables avances de sus pacientes. Nos muestra cómo trabajar el triángulo del cambio en nuestra vida cotidiana y trazar un curso profundamente personal, poderoso y esperanzador hacia el bienestar psicológico y el compromiso emocional. El triángulo del cambio es un mapa para superar nuestra angustia para poder pasar más tiempo en unos estados del Self más tranquilos y más vitales. El triángulo del cambio se basa en la investigación científica más reciente sobre las emociones y sobre el cerebro. A pesar de sus complicadas raíces científicas, intuitivamente encaja y es un recurso para manejar las emociones del que ninguno de nosotros deberíamos prescindir. Para Hilary: Todo el mundo se beneficia de entender las emociones. Pero esto no es un simple "nombrarlas y describirlas" sino que es comprender cómo se mueven las emociones en el cuerpo y en la mente las hace menos misteriosas y aterradoras, especialmente en los momentos en que son grandes y dolorosas. Las emociones son respuestas físicas que deben ser experimentadas para ser procesadas para obtener alivio. Las emociones bloqueadas causan estrés en la mente y el cuerpo. Este estrés conduce a síntomas como la depresión, la ansiedad, los trastornos alimenticios, el daño a sí mismo, las adicciones, los trastornos de personalidad y más. Cuando Hilary conoció la herramienta "triángulo del conflicto" creada por David Malan en los 70 y ampliada (triángulo de la experiencia) por Diana Fosha (2000) le pareció tan fascinante, útil y necesaria que decidió divulgarla (como "triángulo del cambio") para todos los públicos en el libro No siempre es depresión. El triángulo del cambio es un mapa de la mente. Una guía para llevar a las personas de un lugar de desconexión a su verdadero Yo. Es un proceso paso a paso para sentirse mejor. Funciona haciendo que te vuelvas a familiarizar con las emociones fundamentales como la alegría, la ira, la tristeza, el miedo y la excitación. Hilary quiere ayudar a todo el mundo a reconectarse con su Ser vital, más conectado y auténtico.

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Nota importante: Este libro no pretende ser sustituto de un consejo o tratamiento médico. Cualquier persona con una afección que requiera atención médica debe consultar un médico cualificado o un clínico adecuado.

No siempre es depresión es una obra de no ficción. Los nombres y detalles personales se han modificado para proteger la privacidad de las personas en cuestión. En el momento de su primera publicación, las URL indicadas en este libro conectan o se refieren a sitios web existentes en internet. Editorial Eleftheria S. L. no es responsable ni debe considerarse que apoya o recomienda ningún sitio web ni ningún contenido disponible en internet.

LIBRERÍAS:

THEMA: JMQ: Psicología /emociones

BISAC: Psicología/emociones

TEMA: Psicología/Psicopatología/Depresión

 

Título original: It’s Not Always Depression: Working The Change Triangle To Listen To The Body, Discover Core Emotions, And Connect To Your Authentic Self

Copyright © 2018 Change Triangle LLC

Copyright del prólogo © 2018 by Diana Fosha

Copyright de las ilustraciones © 2018 by David Lindroth Inc.

Originalmente publicado en inglés en Estados Unidos por Spiegel & Grau, un sello de Random House, división de Penguin Random House LLC, New York.

Imagen de cubierta: Death and Life 1910/1915, by Gustav Klimt 1862 – 1918

Licencia imagen de cubierta: Peter Horree / Alamy Stock Photo

Copyright de la presente edición en español:

© 2020 EDITORIAL ELEFTHERIA, S. L.

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

EDITORIAL ELEFTHERIA, S. L.

Sitges, Barcelona, España

www.editorialeleftheria.com

Primera edición: Octubre de 2020

Diseño de cubierta: Juan Mauricio Restrepo

Maquetación: M.I. Maquetación S.L.

ISBN (papel): 978-84-121784-7-0

ISBN (ebook): 978-84-121784-8-7

DL: B 19433-2020

Para Jon, cuyo amor,

sabiduría y apoyo han hecho posible este libro.

Para mi madre, cuyo amor incondicional

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Índice

No siempre es depresión

 

Prólogo de la Dra. Diana Fosha

1. Conocer el triángulo del cambio

Lo que este libro hará por ti

Mi historia

Fundamentos del triángulo del cambio

¿Cuán cómodo te sientes con tus emociones?

2. Liberar las emociones fundamentales

El pánico, la ansiedad y la pena de Fran

Podemos cambiar a cualquier edad: Neurociencia y neuroplasticidad

Experimento: Bajar el ritmo

3. Identificar el trauma

La depresión de Sara y navegar por el conflicto

Todos estamos un poco traumatizados: Traumas con t minúscula y traumas con T mayúscula

Estamos programados para conectar: La ciencia del apego

Experimento: Mostrar compasión hacia sí mismo

Experimento: Autocrianza

4. Emociones fundamentales

La rabia de Bonnie

Todo lo que necesitas saber sobre tus emociones fundamentales

Experimento: Percibir las experiencias internas

Experimento: Encontrar tus emociones fundamentales

5. Emociones inhibitorias

La ansiedad social de Spencer

Trabajar con la ansiedad, la vergüenza y la culpa

Experimento: Calmar la ansiedad

Experimento: Mensajes vergonzantes

Experimento: Los «tengo que» con los que nos encontramos a diario

Experimento: Sentimientos de culpa

Las emociones sanadoras de alegría, gratitud y orgullo en el Ser

Experimento: Alegría, gratitud y orgullo en el Ser

6. Defensas

La historia de Mario: Pasar del trauma a la paz

Defensas

Experimento: Percibir tus defensas

7. El estado de corazón abierto

El resurgimiento de Sara: El Ser auténtico y el estado de corazón abierto

El Ser, el estado de corazón abierto y las C

Experimento: Encontrar tus C

Experimento: Dibújate a ti mismo en el triángulo del cambio

Experimento: Trabajar el triángulo del cambio

Consideraciones finales

Agradecimientos

Recursos

Anexo A: Lista de palabras sobre sensaciones

Anexo B: Lista de palabras sobre emociones

Bibliografía

Notas

Prólogo

Por Diana Fosha, PhD

Como desarrolladora de la AEDP (psicoterapia dinámica acelerada experiencial, por sus siglas en inglés), un modelo terapéutico transformacional orientado a la sanación, leí el manuscrito de No siempre es depresión de Hilary Jacobs Hendel con una mezcla de entusiasmo y agitación.

Por un lado, entusiasmo: tenía ante mí la posibilidad de que mi trabajo diera un salto cuántico en su capacidad de ayudar a las personas a cambiar. No sólo, como ha sido hasta ahora, modificando la manera de trabajar de los terapeutas y, por lo tanto, teniendo un impacto en los clientes tratados, sino que ahora también, aquí, con este libro, llegando directamente a las personas y compartiendo con ellas algunos «secretos del oficio». Al hacer más accesibles las ideas de la AEDP, este libro tiene el potencial de beneficiar a muchas más personas, tanto las que están en terapia (con diferentes tipos de terapeutas) como las que no están siguiendo ninguna. La perspectiva era estimulante.

Al mismo tiempo, sentí agitación. Tenía el trabajo de toda mi vida hasta el momento contenido en un libro de autoayuda. ¿Haría justicia a la AEDP? ¿O la esencia de la AEDP quedaría diluida en cierta manera? ¿Las complejas ideas de la AEDP quedarían convertidas en sabiduría superficial de la que viene en las galletas de la suerte, banalizando años de trabajo dedicados al desarrollo de una terapia transformacional orientada a la sanación y rigurosa? Y si éstos no fueran motivos suficientes para mi ansiedad, Hilary era una colega con la que me sentía conectada. ¿Me encontraría en la incómoda posición de no gustarme lo que ella había escrito? ¿O bien, con el conocimiento de la gente acerca de la AEDP ahora fuera de mi control, debería vivir con un relato sobre ésta que no me parecería correcto o adecuado?

Sin embargo, algo me daba seguridad. No sólo sabía que Hilary Jacobs Hendel era una persona con fundamento y una fantástica profesional clínica, sino que también me dejaron realmente maravillada dos artículos que escribió en The New York Times sobre la práctica de la AEDP: unos artículos cortos y simples que dejaban patente su envidiable don de capturar la esencia escribiendo de manera simple y accesible.

Al empezar a leer el manuscrito, se me empezó a calmar la respiración. Mi cuerpo se relajó y mi mente se activó. Lo que estaba leyendo era acertado y preciso. Suspiré con alivio. Todo iba a salir bien.

A medida que fui leyendo, capítulo tras capítulo, historia tras historia, me sentía emocionada. La AEDP tenía una vida autónoma, separada de mí. Ya había tenido esa sensación con las contribuciones de mis colegas (miembros del profesorado del Instituto AEDP) que han ampliado el alcance de la AEDP a través de su trabajo. Sin embargo, aquí tenía a un miembro de la siguiente generación, una persona formada por mis colegas, que había hecho del trabajo su propio trabajo y ahora lo estaba transmitiendo no sólo a sus clientes, sino, a través de este libro, al público en general. Sentí un nudo en la garganta y una sensación estimulante en el pecho. La transmisión intergeneracional ya había empezado.

Como habréis observado, he marcado algunas palabras en cursiva en los párrafos anteriores. En todos los casos, se trata de palabras que describen sentimientos emocionales o sensaciones corporales asociadas con emociones. La emoción y las sensaciones corporales a menudo nos revelan a nosotros mismos. Contienen sabiduría biológica y comunican qué es importante para nosotros y para aquellos que nos rodean. En las siguientes páginas, a medida que vayas familiarizándote con el libro de Hilary Jacobs Hendel, aprenderás a atesorar la riqueza de las emociones y lo poderosas que pueden ser como guías, mostrándonos lo que debemos hacer para sanar antiguas heridas y sentirnos más efectivos y más felices en nuestra vida. Hilary hace un trabajo maravilloso con sus enseñanzas sobre las emociones y las defensas tras las que se esconden. En sus casos, documenta el precio que pagamos cuando no estamos en contacto con nuestras emociones adaptativas, y los beneficios y ventajas que nos ofrecen las emociones bien procesadas. Estas palabras en cursiva eran puntos de entrada cruciales hacia diferentes aspectos de mi experiencia, todos relevantes para la tarea que tengo entre manos.

En AEDP tenemos una máxima: hacer lo implícito explícito y hacer lo explícito experiencial. En este prólogo, haré lo implícito explícito y explicaré los principios básicos de la AEDP que pone en práctica el trabajo clínico de Hilary. Espero que lo que contaré sobre la AEDP sea suficiente para que puedas entender los principios subyacentes a lo que estás a punto de experimentar. Así pues, vamos a hacer lo implícito explícito con respecto a algunos principios fundamentales de la AEDP.

SANACIÓN DESDE EL PRIMER MOMENTO: LA TRANSFORMANCIA COMO IMPULSO DE SANACIÓN

La primera idea básica que anima la AEDP es que la sanación no es sólo un resultado esperado del tratamiento; es un potencial que está ahí desde el principio. Estamos programados para sanar, para repararnos a nosotros mismos, para crecer y transformarnos. No es sólo una metáfora, una forma de hablar. En esto se basa la neuroplasticidad.

Cuando nos sentimos seguros, o suficientemente seguros, el impulso de sanar pasa a primera fila. A diferencia de la mayoría de las terapias que se centran en la psicopatología, la AEDP no se centra en lo que está mal: se centra en lo que está bien. Los terapeutas de AEDP siempre están en busca de este impulso de sanación, para el cual tenemos un nombre especial: transformancia. Así describo la transformancia, esta fuerza motivadora de la terapia:

Las personas tienen una necesidad fundamental de transformación. Estamos programados para crecer y sanar. Y estamos programados para autor repararnos y para reanudar el crecimiento obstaculizado. Tenemos la necesidad de expandir y de liberar nuestro Ser, de derribar las barreras defensivas y desmantelar el falso Ser. Estamos modelados por un profundo deseo de ser conocidos, vistos y reconocidos, mientras nos esforzamos por entrar en contacto con las partes de nosotros que están congeladas.1

Lo bonito, y práctico también, es que los fenómenos de sanación siempre van acompañados de vitalidad y de energía, que tienen claros marcadores afectivos somáticos. Estos marcadores nos ayudan a trazar y a ver las manifestaciones de transformancia y los esfuerzos hacia la sanación y el bienestar. Y cuando reconocemos estos esfuerzos en las personas, se sienten vistas.

La transformancia y sus marcadores afectivos somáticos positivos de energía y vitalidad son una traducción directa de una neuroplasticidad positiva en la acción terapéutica: es lo que permite que se produzca la reprogramación.

PRIVILEGIAR LO POSITIVO, LO ADAPTATIVO Y LO QUE SENTIMOS COMO CORRECTO Y VERDADERO

Mientras estamos en busca de pruebas de sanación incluso en medio de la desesperación y del miedo, también estamos atendiendo minuciosamente y trabajando con lo que es positivo, lo que es adaptativo y lo que sentimos como correcto y verdadero. «Positivo» en AEDP tiene un significado muy especial. Por supuesto, incluye emociones positivas, como la alegría, la gratitud y la felicidad. Sin embargo —y no puedo dejar de subrayarlo—, la forma en la que definimos «positivo» en AEDP también incluye todo lo que la persona siente como correcto y verdadero. Captar este aspecto es fundamental, porque a menudo tenemos miedo de sentir nuestras emociones porque no queremos sentir dolor. Como leerás en las páginas siguientes, cuando finalmente podemos superar las barreras protectoras que construimos cuando éramos niños y sentimos realmente nuestras emociones auténticas, incluso cuando estas emociones son de pena o de ira, sin duda sentimos alivio. Pero no sólo sentimos alivio; sentimos algo que nosotros, y nuestro cuerpo, hemos necesitado sentir desde hace mucho tiempo. De manera similar al suspiro que soltamos cuando ponemos recta una fotografía que estaba torcida, cuando finalmente sentimos las emociones que son verdaderas para nuestra situación, sentimos lo correcto. Y nos sentimos bien.

DESHACER LA SOLEDAD

La soledad —no intencionada y no deseada— ante emociones abrumadoras está en el epicentro del sufrimiento emocional y de las consiguientes dificultades emocionales según la AEDP. Las implicaciones de esta consideración son claras: «estar acompañado» —es decir, estar con una persona de confianza con la que nos sentimos seguros y reconocidos— es fundamental para sanar y para poder procesar nuestras emociones de manera saludable. Cuando no nos sentimos solos, cuando nos sentimos acompañados, nuestro sistema nervioso mejora. Con ayuda, somos capaces de sentir y de soportar mejor. Por consiguiente, un objetivo principal de todo terapeuta de AEDP es deshacer la soledad del cliente y estar con el cliente en su itinerario de sanación.

Como resultado de lo que sabemos sobre la teoría del apego2 y sobre cómo funciona el sistema nervioso autónomo,3 la mayoría de los terapeutas experienciales buscan activar el sistema de conexión social y establecer seguridad y conexión. Yendo más allá y siguiendo el ejemplo de la investigación sobre el apego que documenta cómo se comportan los padres que educan a niños resilientes, los terapeutas de AEDP guían con empatía, afecto, preocupación, validación y con una presencia emocional auténtica. Esto es lo que permite que el trabajo con las emociones sea efectivo. Como dice el refrán, no sólo son mejores dos cabezas que una, sino también dos psiques y dos corazones. Lo que resulta demasiado abrumador para gestionar solos se vuelve mucho más manejable cuando lo hacemos junto a una persona afectuosa. Deshacer la soledad es la razón sine qua non de la terapia AEDP: subyace en todo el trabajo con las emociones que el trabajo de Hilary ilustra tan espléndidamente.

LA IMPORTANCIA DE LAS INTERACCIONES POSITIVAS

La teoría del apego nos enseña que las interacciones positivas entre los cuidadores y las personas a las que cuidan —interacciones caracterizadas por el afecto, la implicación emocional, el contacto, la conexión, la ayuda y las emociones positivas— son la materia prima para el desarrollo cerebral óptimo en la infancia. Permiten la química cerebral que, a su vez, permite la neuroplasticidad positiva que opera en todos nosotros durante nuestro ciclo de vida.4

Lejos quedan (mayoritariamente) los días del psicólogo «inmutable». El posicionamiento de los terapeutas de AEDP se caracteriza por la conexión, la implicación emocional y la autenticidad. Los terapeutas de AEDP expresan unos sentimientos auténticos de afecto y de preocupación y su deseo de ayudar.

TRABAJAR CON EXPERIENCIAS AFECTIVAS RECEPTIVAS

El afecto, la empatía, la preocupación, la validación y la presencia emocional auténtica son muy importantes para establecer seguridad y conexión. Sin embargo, ¿qué tiene de bueno dar si lo que damos no puede ser recibido?

En AEDP no sólo nos centramos en ayudar a las personas a expresar sus emociones, sino que también trabajamos para ayudar a la gente a recibir las emociones y, por lo tanto, a asimilar las cosas buenas. En otras palabras, trabajamos con experiencias afectivas receptivas; es decir, con cómo nos sentimos al recibir amor o afecto o comprensión.

Todos anhelamos apoyo, afecto y comprensión. Todos ansiamos ser vistos, sentidos, escuchados y comprendidos. Y, sin embargo, cuando estas experiencias se materializan de forma inesperada ante nosotros, a menudo respondemos ante ellas con reticencia y desconfianza. La AEDP trabaja para ayudar a las personas a superar sus bloqueos a la hora de asimilar las cosas buenas que resultan de las relaciones positivas, incluyendo la relación terapéutica. Ayudamos a las personas a explorar: ¿cómo sentimos el afecto cuando lo asimilamos? ¿Qué sentimos en nuestro cuerpo cuando nos sentimos comprendidos? Durante el proceso, a menudo comprendemos por qué aquello tan deseado es bloqueado tan a menudo. Así, el afecto, el amor, la empatía, la admiración, la comprensión y ser visto se pueden sentir realmente. Y cuando lo sentimos, podemos cosechar realmente sus frutos. Con amor afianzado en nuestro corazón, y con comprensión afianzada en nuestro vientre, podemos afrontar con más confianza los retos de cada día.

LA IMPORTANCIA DE APROVECHAR AL MÁXIMO LAS EMOCIONES POSITIVAS

«Deshacer la soledad», «juntos» y «acompañados» no son sólo aplicables al trabajo con las emociones dolorosas negativas de sufrimiento y su mitigación. Los terapeutas de AEDP trabajan activa, explícita y experiencialmente con las emociones positivas entre el terapeuta y el cliente; el propio rango expresivo del terapeuta, por lo tanto, abarca más allá del afecto, la preocupación, la empatía y la conexión para expandirse en la expresión explícita del deleite y de la alegría, así como del placer con el cliente. Los terapeutas de AEDP, por consiguiente, van más allá de la empatía y de la validación hasta la afirmación explícita real. Además, el júbilo y la celebración de las cualidades positivas del cliente, de sus fortalezas, talentos y logros en la terapia, y el hecho de asegurarse de que el cliente es capaz de asimilar todo esto, contribuyen a la efectividad de la terapia AEDP.

EL PROCESAMIENTO COMPLETO LAS EMOCIONES ASOCIADAS CON EL SUFRIMIENTO: «NADA QUE NOS HAGA SENTIR MAL ES NUNCA EL ÚLTIMO PASO»

La cita anterior pertenece a uno de los terapeutas experienciales más brillantes, Eugene Gendlin, creador de un método llamado Focusing.5 Es también el título de un artículo que escribí sobre cómo ayudar a las personas a procesar emociones intensas.6

Las emociones están integradas en nosotros tras eras de evolución. Su propósito no es asustarnos y superarnos y hacernos temer perder el control. Las emociones están integradas en nuestro cerebro, en nuestro cuerpo y en nuestro sistema nervioso para ayudarnos a lidiar con nuestro entorno y, por lo tanto, a mejorar nuestra adaptación. Por muy aterradoras que puedan parecer a veces nuestras emociones, si nos permitimos procesarlas y metabolizarlas, indefectiblemente nos llevarán a un buen lugar. Así, la emoción fundamental de la pena nos llevará a la aceptación final. La emoción fundamental de la ira nos llevará a experimentar fuerza, claridad y empoderamiento en nombre de nuestro Ser y de nuestra necesidad de justicia y corrección. El miedo nos llevará a buscar seguridad. La alegría nos llevará a la exuberancia, a la energía y a la expansión de nuestra voluntad de conectar y de explorar con placer. Y éste es un principio básico del trabajo experiencial con las emociones: hay una vasija de oro adaptativo esperando el procesamiento completo de cada emoción fundamental. Y esa vasija de oro está compuesta de resiliencia, claridad y una mejor capacidad de saber qué necesitamos para poder decidir nuestras acciones.

Como demuestra Hilary, usar las herramientas que describe en No siempre es depresión nos ayuda a hacer precisamente esto. Aunque no estés haciendo terapia, el libro también puede deshacer tu soledad y enseñarte a superar bloqueos e inhibiciones para que puedas sentir qué estás sintiendo verdaderamente. Una vez que conozcas tus sentimientos profundos, éstos pueden guiarte hacia esa vasija de oro de la claridad.

La idea de procesar una emoción por completo es compartida por todas las terapias experienciales: EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, por sus siglas en inglés), sistemas familiares internos, Gestalt, Focusing, experimentación somática, psicoterapia sensoriomotriz, centrada en las emociones, etc.

Así, cuando las emociones se procesan por completo, liberan unas tendencias a la acción adaptativa, a la resiliencia y a la claridad sobre lo que necesitamos y, por lo tanto, sobre lo que debemos hacer. Las emociones procesadas por completo dinamizan el sistema con intención, y la completitud va acompañada de afecto positivo. Pasamos de sentirnos mal a sentirnos bien. Y es igual de importante procesar el sentirse bien como procesar el sentirse mal.

EL METAPROCESAMIENTO DE LA EXPERIENCIA TRANSFORMACIONAL

Si el primer asalto en la terapia es cómo superar las defensas y la ansiedad, y el segundo asalto es trabajar para sanar el sufrimiento y aportar más efectividad y resiliencia, en AEDP hay un tercer asalto.

El tercer asalto en AEDP, el procesamiento metaterapéutico (metaprocesamiento, para abreviarlo), incluye trabajar experiencialmente con las experiencias emocionales positivas igual de sistemática y minuciosamente que trabajamos con las experiencias emocionales negativas.7 Igual que trabajar con las emociones negativas del sufrimiento emocional les permite transformarse en acciones adaptativas en nombre del Ser, trabajar con las emociones positivas asociadas con el cambio para mejor —es decir, la sanación o la transformación— inicia otra fase de transformación. El metaprocesamiento amplía más y consolida8 el cambio que resulta del procesamiento de las emociones del trauma hasta completarlas. Y esto es lo que reprograma el cerebro y hace más profundos y expande la resiliencia y el bienestar.

El enfoque sistemático de la AEDP sobre el trabajo con la experiencia de sentirse bien y la experiencia de cambiar para mejor es una manera de expandir, hacer más profundo y consolidar el bienestar.

LOS AFECTOS TRANSFORMACIONALES

Nuestra experiencia con el metaprocesamiento ha revelado que, cuando exploramos la experiencia de las emociones positivas asociadas con el cambio para mejor, ello da lugar a nuevas fases de experiencia transformacional. Y resulta que cada nueva experiencia transformacional va acompañada de su propia emoción integrada. Llamamos a esas emociones afectos transformacionales, y son indefectiblemente positivas. La AEDP describe los afectos transformacionales en detalle y trabaja con ellos sistemáticamente. Así como nuestras emociones fundamentales nos alertan de aquello con lo que tenemos que lidiar, y son específicas para diferentes tipos de desafíos (por ejemplo, el miedo es una emoción específica del peligro, y la pena es una emoción específica de la pérdida), los afectos transformacionales nos alertan de importantes cambios positivos que ocurren en nuestro interior. Atendiendo a esos cambios positivos, podemos consolidar y aprovechar al máximo los cambios producidos y, por consiguiente, enriquecer más nuestra vida.9

Los afectos transformacionales incluyen, sin limitarse a ellos: los afectos de dominio de la alegría, la confianza y el orgullo; los afectos trémulos asociados a la vulnerabilidad positiva de las experiencias nuevas e incomparables; los afectos de sanación cuando nos sentimos emocionados por dentro y sentimos gratitud y amor hacia quienes nos ayudan; y los afectos de consecución cuando nos maravillamos y nos asombramos ante los cambios que se producen.

LA ESPIRAL TRANSFORMACIONAL INFINITA

Explorar experiencialmente los afectos transformacionales positivos lleva a más afectos transformacionales positivos. Y más da lugar a más, iniciando así un proceso transformacional que es infinito. Este proceso transformacional infinito incluye espirales ascendentes de vitalidad y energía, y va más allá de sanar el sufrimiento emocional para transformarse en florecimiento y bienestar.

ESTADO ESENCIAL

El proceso transformacional culmina en el estado esencial, un estado de integración unificadora y de apertura. En el libro, Hilary lo llama el estado de corazón abierto. Este estado de corazón abierto comparte el estado esencial de la AEDP y el Self de la terapia de los Sistemas de la familia interna (IFS). Aquí es donde el proceso de cambio se arraiga profundamente, y es aquí donde el trabajo de AEDP, de los IFS y el trabajo descrito en este libro se unen a las tradiciones contemplativas, de Oriente y Occidente, para mostrar vías de acceso a las cualidades fundamentales de la mente que permiten la activación. Los procesos que las caracterizan llevan a y suelen culminar en generosidad, sabiduría, compasión hacia uno mismo y hacia los demás, calma, aceptación, coherencia, bienestar, flujo, alivio, y una profunda sensación de saber, asociada con la esencia de «Éste soy yo».10

Para concluir, tanto la AEDP como No siempre es depresión empiezan con nuestras luchas y frustraciones y terminan con nuestro acceso a dones más profundos. Esta esperanza fundamental basada en los conocimientos científicos y en la experiencia clínica es crucial, ya que actualmente, uno de los mayores retos en salud mental es combatir el nihilismo y educar al público sobre las intervenciones efectivas. La educación en las emociones es una poderosa fuerza para erradicar el estigma que se atribuye a las personas que sufren depresión, ansiedad, adicciones y otros síntomas de aflicción psicológica. La educación en las emociones tiene el gran poder de cambiar cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás. No siempre es depresión ayudará a las personas a comprender mejor por qué sufrimos y provocará suspiros de alivio al saber que «existe una razón para mi sufrimiento».

No siempre es depresión también esclarece por qué y cómo funcionan las terapias basadas en las emociones. Si eres un terapeuta que te estás formando en la práctica de la AEDP, este libro te ayudará a captar la esencia de la AEDP explicada de manera simple y viéndola en acción. Si eres un cliente que está en terapia, especialmente AEDP, IFS u otras terapias experienciales, No siempre es depresión te ayudará a comprender mejor cómo funciona tu terapia.

Lee este libro (y vuélvelo a leer). Considera también la posibilidad de compartirlo. Aunque es un libro de autoayuda con el que perfectamente puedes trabajar solo, quizás quieras tener un compañero de lectura o crear algún grupo de personas afines con quienes leerlo. Así, recibirás apoyo y también podrás tener testigos de tu dolor y de tu alegría.

La conclusión final es la siguiente: si eres un ser humano, te recomiendo que leas este libro.

1

CONOCER EL TRIÁNGULO DEL CAMBIO

Lo que este libro hará por ti

Oí hablar por primera vez del triángulo del cambio11 en 2004 en un congreso académico sobre la ciencia de las emociones y el apego en la ciudad de Nueva York. Allí estaba yo, mirando un triángulo gigante del revés, proyectado en la pantalla del auditorio. Era una representación de cómo funcionan las emociones y de cómo, si se gestionan mal, pueden provocar síntomas psicológicos como depresión. Las defensas, la ansiedad y esas cosas tan importantes llamadas emociones fundamentales estaban representadas de tal manera que de repente algo hizo clic en mí. Los elementos de la experiencia psicológica, que parecían aleatorios y caóticos, encajaron, como el último movimiento de un cubo de Rubik. Me sentí comprendida. Sentí alivio. Estaba entusiasmada. Con toda mi ciencia y mi formación psicológica —la Facultad de Ciencias del Bronx, una licenciatura en Bioquímica en la Universidad Wesleyan, un doctorado en Cirugía Dental de la Universidad de Columbia, un máster en Trabajo Social y desde entonces un certificado en Psicoanálisis—, ¿por qué nunca antes había visto ese simple mapa? Entonces pensé: «Esto debería formar parte de la formación básica, todos podemos beneficiarnos de comprender cómo funcionan nuestras emociones y cómo trabajar con ellas para sentirnos mejor».

Mirando vídeos de psicoterapia basada en las emociones, vi cómo se producían transformaciones radicales en una sesión. Para esos pacientes, un trabajo que un psicoterapeuta tradicional habría tardado años en lograr se conseguía en una hora. No podía dejar de preguntarme si era demasiado bueno para ser verdad. ¿Era ése un método con una base científica que pudiera enseñarse y reproducirse? Mi última década de práctica ha demostrado que la respuesta es afirmativa.

Tras estudiar meticulosamente los últimos cien años de pensamiento psicológico y la ciencia y la anatomía del cerebro, y tras haber practicado la psicoterapia durante más de una década, creo que el triángulo del cambio puede ayudar a cualquier persona, no sólo a las que están en psicoterapia. Mi misión es traducir la teoría que está detrás del triángulo del cambio en una herramienta a la que todo el mundo tenga acceso, no sólo las personas que se forman para practicar psicoterapia. He adaptado la literatura clínica y la ciencia para que el triángulo del cambio sea fácil de comprender y suficientemente ágil para utilizarlo en cualquier momento y en cualquier lugar. Explicaré cómo utilizar esta importante herramienta para ayudarte a sentirte mejor.

La vida es dura. Todos sufrimos. Los seres humanos modernos experimentan más estrés, cargas, vacío, ansiedad, autocrítica y depresión que nunca. La mayoría de nosotros no sabemos cómo lidiar efectivamente con las emociones. En lugar de eso, nos esforzamos en intentar gestionarlas mediante la evitación. Esta estrategia de manejo provoca síntomas de angustia mental, como depresión y ansiedad. Evitar las emociones no funciona a largo plazo. El triángulo del cambio es un mapa para superar nuestra angustia para poder pasar más tiempo en unos estados del Ser más tranquilos y más vitales. El triángulo del cambio se basa en la investigación científica más reciente sobre las emociones y sobre el cerebro. A pesar de sus complicadas raíces científicas, intuitivamente encaja y es un recurso para manejar las emociones del que ninguno de nosotros deberíamos prescindir.

Las emociones son fuerzas poderosas que, en un instante, se apoderan de nosotros y nos hacen sentir cosas, hacer cosas, y reaccionar de maneras que a menudo son perjudiciales. Ante eso, utilizamos otras partes de nuestra mente para enterrar las emociones, creyendo que ello no nos afectará. Pero las emociones son fuerzas biológicas que se mueven según la física. No pueden ser ignoradas sin tener consecuencias, de ahí los niveles crecientes de ansiedad y de depresión en el mundo. Nuestros sistemas culturales y educativos son incapaces de equiparnos con la educación, los recursos y las capacidades necesarias para comprender y trabajar con las emociones, y nuestra sociedad carece del conocimiento básico sobre cómo funcionan biológicamente. Lo que sí nos enseña nuestra cultura, y bastante bien, es a ignorar y evitar las emociones. El triángulo del cambio desafía esta norma cultural.

Evitar las emociones tiene múltiples costes. Las emociones nos dicen lo que queremos y necesitamos y lo que es malo para nosotros. Cuando no utilizamos nuestras emociones, es como si navegáramos en un barco por un mar agitado sin sónar o sin brújula. Las emociones también nos conectan con nuestro Ser auténtico y nos permiten sentirnos íntimamente conectados con otras personas. Cuando estamos desconectados de las emociones, sufrimos soledad, porque las conexiones con nosotros mismos y con las personas que queremos se enriquecen mediante la empatía, el conector emocional. Se produce una conexión más profunda con nuestro Ser más auténtico al experimentar las siete emociones fundamentales universales, innatas y preprogramadas: tristeza, alegría, ira, miedo, asco, entusiasmo y excitación sexual.12 Estas emociones fundamentales nos ayudan a navegar efectivamente por la vida, empezando el día en que nacemos hasta el día en que morimos.

Las emociones son programas de supervivencia profundamente integrados en el cerebro y no sometidos al control consciente. Ante una amenaza física, se desencadena el miedo. Imaginemos que un perro salvaje nos está persiguiendo; el miedo nos hará movernos instantáneamente. La ira nos protege haciéndonos luchar en defensa propia. La tristeza es la emoción fundamental que sentimos cuando sufrimos pérdidas, como la pérdida del cabello, de una posesión muy preciada o de nuestros seres queridos. Cuando logramos conectar con los demás de maneras enriquecedoras, las emociones como la alegría y el entusiasmo nos empujan a implicarnos más, para que crezcamos, nos expandamos y evolucionemos como seres humanos. Las emociones son respuestas inmediatas al entorno presente. Las emociones contrastan totalmente con el intelecto. Nuestro cerebro pensante nos deja tiempo para pensar cómo queremos responder. Nuestro cerebro emocional simplemente responde.

A pesar de necesitar realmente las emociones para vivir de manera efectiva, también pueden causarnos problemas. ¡Menudo conflicto fundamental! Desde un punto de vista biológico, necesitamos las emociones, pero también nos hacen daño. La evolución de la mente humana nos ha dotado de una habilidad increíble para ignorar las emociones para ir avanzando en la vida. De hecho, esta habilidad nos ayuda a hacer las cosas. Necesitamos trabajar, alimentar a nuestra familia, garantizar nuestro cobijo y satisfacer otras necesidades básicas. Utilizamos defensas para poder seguir adelante. Pero los investigadores saben ahora que bloquear las emociones es perjudicial para la salud física y mental. Las emociones bloqueadas provocan depresión, ansiedad y una gran variedad de otros síntomas psicológicos causados por el estrés crónico. Además, el estrés emocional crónico causa cambios en nuestra salud física al aumentar la cantidad de hormona del estrés, llamada corticosterona, que está por todo el cuerpo. El estrés emocional se asocia con la enfermedad cardíaca, el dolor de estómago, las cefaleas, el insomnio y los trastornos autoinmunes,13 entre otros.

Además, los desafíos de la vida moderna —como la presión por tener éxito, por encajar, el deseo de «seguir el ritmo», el «miedo a perder oportunidades» y el deseo de tener buenas relaciones y satisfacción laboral— provocan combinaciones de emociones que a menudo entran en conflicto entre sí. Por ejemplo, Frank no podía permitirse el tipo de coche que realmente quería. Algo tan simple como el deseo frustrado de Frank de tener ese coche podía causarle una mezcla de tristeza, ira, humillación y ansiedad. Huelga decir que todos estos sentimientos juntos son difíciles de manejar o de soportar sin defensas. Los retos y los conflictos de la vida crean complejos cócteles emocionales.

En función de nuestra genética, nuestra disposición natural y las experiencias de nuestra infancia, todos navegamos por las emociones de manera diferente. El tipo y la cantidad de adversidad a la que nos enfrentamos en la juventud afecta directamente a cómo nos sentimos hoy, aunque conscientemente no podamos percibir esta conexión. Además, el modo en el que nuestros padres y cuidadores respondieron a nuestras emociones individuales afecta directamente a cómo nos sentimos y lidiamos con nuestras propias emociones y las emociones de los demás en el presente, ahora.

Algunos de nosotros desconectamos de nuestras emociones para lidiar con los retos a los que nos enfrentamos. Esto tiene repercusiones. Nos desconectamos. Nos apagamos. Nos insensibilizamos. A la larga, vivimos en nuestra cabeza únicamente con nuestros pensamientos y nuestro intelecto para guiarnos. Hemos perdido nuestra brújula emocional. Como alternativa, algunos de nosotros no podemos desconectar y nos vemos fácilmente desbordados por las emociones. Esto también tiene repercusiones. La gente que se ve fácilmente sobrepasada por sus emociones gasta una cantidad extraordinaria de energía gestionando sus sentimientos, y esto es agotador. Puede que se identifique como una persona que se enoja rápidamente o que llora por nada. O quizás reconozca que a menudo se siente asustado aunque racionalmente sepa que no hay nada que temer. Algunos nos sentimos fácilmente heridos o insultados por los demás, tomando hasta el más mínimo malentendido de forma tan personal que estar con gente nos resulta extenuante. Cuando nuestras emociones son tan intensas y se disparan tan fácilmente, a veces reaccionamos de una manera que después lamentamos, lo cual dificulta más nuestra vida.

Teóricamente, deberíamos crear un equilibrio entre nuestras emociones y nuestros pensamientos. Necesitamos sentir nuestros sentimientos, pero no hasta el punto de que nos superen, alterando nuestra funcionalidad y nuestra capacidad de ser productivos. Necesitamos pensar, pero no hasta el punto de ignorar nuestra profunda y rica vida emocional, sacrificando nuestra vitalidad.

El triángulo del cambio es un mapa para salir de nuestras defensas y volver a ponernos en contacto con nuestras emociones fundamentales. Cuando contactamos con nuestras emociones fundamentales, las sentimos y pasamos al otro lado, experimentamos alivio.

TRIÁNGULO DEL CAMBIO

En cada momento, situaremos nuestro estado psicológico en una de las tres esquinas del triángulo del cambio o en la parte inferior, en el estado de corazón abierto.

Nuestra ansiedad y depresión se reducen. Cuando estamos en contacto con las emociones fundamentales, nuestra vitalidad, confianza y paz interior aumentan. Biológicamente, nuestro sistema nervioso se resetea para mejor.

Trabajar el triángulo del cambio hace que el cerebro sea más flexible, teniendo mucho más control y poder sobre cómo nos sentimos, pensamos y nos comportamos. Cuando la gente conoce el triángulo del cambio y comprende cómo funcionan las emociones, se transforma.

Aunque la primera vez que oí hablar acerca del triángulo del cambio fue en un congreso para profesionales, es un mapa que todos nosotros podemos aprender fácilmente y empezar a aplicar inmediatamente. Cuando llegues al final de este libro te entenderás a ti mismo, a tus seres queridos, amigos y compañeros de una manera nueva y podrás poner en práctica estos conocimientos. Como todos somos iguales en lo que respecta al funcionamiento de las emociones, el triángulo del cambio tiene sentido para todo el mundo. Aprenderás a mejorar las relaciones tanto contigo mismo como con los demás. Te sentirás mejor y tu vida será más fácil.

Mi historia

Nací en una familia de freudianos y en una cultura cuyo mantra era «la mente por encima de la materia». Mi madre había sido orientadora académica y mi padre era psiquiatra. Creían que yo podía y debía controlar mis sentimientos con mi parte racional. Raramente se hablaba de las emociones en casa, y si se hablaba de ellas, el objetivo era dominarlas o «arreglarlas».

Mis recuerdos nítidos empiezan alrededor de mi cuarto curso, cuando empezaba a sentirme cohibida. Mi madre siempre me decía que era bonita y lista, pero yo no me sentía así. Me sentía estúpida y fea. Cuando me miraba al espejo, sentía que no llegaba al nivel. No sufría acoso y tenía amigos populares, pero siempre me sentía aislada e insegura. Ya de adulta, comprendí que lo que sentía entonces era ansiedad y vergüenza.

En secundaria, sobresalía académicamente. Con cada buena calificación o cada mención de una sociedad honorífica, mi confianza crecía. Desarrollé la creencia de que si trabajaba duro, triunfaría y sería reconocida. Con cada éxito y cada reconocimiento, mi inseguridad se calmaba.

Más o menos en aquella época, mi profesora de inglés de séptimo curso nos hizo leer a Freud y me obsesioné con el psicoanálisis. Visto en retrospectiva, seguramente me ayudaba a comprenderme de un modo que me permitía sentirme bajo control. Mi pasión por el psicoanálisis siguió creciendo durante la universidad, hasta el punto de que mis amigos me rogaban que dejara a analizar a todo el mundo. Así pues, reprimí mi hobby de psicoanalizar a los demás gratuitamente (y sin que me lo pidieran) y, en lugar de eso, empecé a leer vorazmente sobre el tema.

En esa época, había decidido que sería médico como mi padre. Me encantaba y se me daba bien la ciencia, y recibí una gran cantidad de atención positiva por haber tomado esa decisión. Hasta mi penúltimo año en la universidad no cuestioné nunca mi camino, pero tampoco había considerado nunca cómo era el día a día de un médico.

En la universidad, me inscribí en un curso llamado «Psicoanálisis Contemporáneo». Muy a mi pesar, me di cuenta de que en realidad era un curso antifreudiano sobre feminismo. Pasé la primera mitad del semestre debidamente sentada en la pequeña sala del seminario, yo contra diez feministas radicales. Férrea en mi postura, argumentaba fervientemente sobre por qué Freud era brillante y sus teorías válidas. Al cabo de cinco clases, me di cuenta de que mis argumentos estaban cayendo en saco roto. En realidad, mis compañeras de clase habían aportado contraargumentos e investigaciones que me parecían realmente convincentes. Se me ocurrió entonces que quizás podría aprender algo si dejaba de estar tan ocupada argumentando.

Al final de curso, había empezado a cuestionarlo todo, incluyendo los valores y las creencias de mis padres, de mi sociedad y de mi cultura. Empecé a considerar por qué había decidido ser médico. Por muy incómodo que fuera para mí admitirlo entonces, me di cuenta de que mi fantasía de ser médico estaba relacionada con lograr un determinado estilo de vida, y no tenía nada que ver con tratar la enfermedad física. Cuando me imaginaba tratando a personas muy enfermas y teniendo que dar terribles diagnósticos a sus allegados, me pareció un panorama demasiado difícil, demasiado angustiante. Esa responsabilidad me ponía los pelos de punta. No quería tener que tratar a diario con cuestiones tan duras como la pérdida y la muerte, temas que siempre habíamos evitado en mi familia.

Tenía demasiado miedo de abandonar la vía médica y necesitaba un plan inmediato si no quería encontrarme perdida, sin control.

EL TRIÁNGULO DE HILARY

En ese momento, mis defensas seguían funcionando bien, en el sentido de que no tenía síntomas de ansiedad ni de depresión. Pero no era consciente de mis emociones subyacentes o no estaba en contacto con ellas.

Desde mi infancia hasta ese momento, me había movido el deseo de reducir mi ansiedad. Tomaba decisiones, grandes y pequeñas, con el objetivo de tener un plan de vida a largo plazo para asegurarme de que sería feliz. Tenía muchos miedos enconados bajo la superficie que creía que podía evitar simplemente manteniéndome centrada en lograr una buena carrera y encontrar a un buen marido. Así que decidí ser dentista.

En la Facultad de Odontología, conocí a mi primer marido y pensaba que todo iba a la perfección. Tenía una pareja increíble, estaba preparada para empezar una familia y mi lucrativa carrera iba por buen camino. Después, poco a poco, todo se derrumbó. Me convertí en dentista, pero lo odiaba, y dejé de ejercer un año después de licenciarme. Mi decisión de abandonar la odontología enfadó a mi marido, a mi familia política y a mi padre terriblemente; perdí su aprobación y su estima. Tras seis años de matrimonio, mi marido y yo éramos incapaces de gestionar los conflictos que habían surgido entre nosotros. Estaba perdida, sola y asustada. La terapia de pareja no ayudó. No había forma de resolver nuestros problemas y nuestro matrimonio terminó.

Volvía a estar soltera, con dos niños pequeños y sin carrera. Todo lo que pensé que sabía y en lo que confiaba me salió mal. Quería a mis hijos, pero me sentía perdida y sin rumbo. Por primera vez en mi vida, había descarrilado y no tenía ningún plan.

Para sobrevivir, fui haciendo varios trabajos insatisfactorios. Subí por la escalera corporativa hasta una posición directiva en Maybelline Cosmetics, trabajé en el Distrito de la Moda de Nueva York, empecé un negocio desde casa vendiendo vitaminas y fui responsable de ventas para una nueva compañía de software médico. Nada me parecía bien; nada parecía ser para mí.

En ese momento, me sentía orgullosa y satisfecha con mi estoicismo, mi determinación, mi actitud de «la mente por encima de la materia». Cuando las cosas no iban bien, yo hacía cambios. Pensaba que controlaba lo que quería sentir. Con orgullo, dejaba a un lado miedos, deseos y cualquier otra emoción que considerara inútil o contraproducente. Entonces, mi exmarido me comunicó que volvía a casarse. Aunque me alegraba por él, tuve una reacción emocional que me cegó. Caí en una depresión. Mi vida me sobrepasaba. Su boda de repente simbolizó y selló mi más profunda soledad en este mundo. Tenía miedo y también vergüenza de tener miedo. El miedo dio lugar a la vergüenza, a la ansiedad y, a su vez, a la depresión.

Nunca se me había ocurrido que exigirme tanto, sacarme una carrera, tener hijos y buscar a una nueva pareja acabaría quebrándome y quemándome. Pensaba que estaría bien, al fin y al cabo, siempre lo había estado. Pero mi mente emocional tenía otros planes. Estaba desbordada y quedé fuera de servicio. Mi letargo fue creciendo hasta no poder salir de la cama. Encontré refugio bajo mis sábanas, permaneciendo a oscuras, escondida de la gente y de las exigencias diarias de mi vida. Era el único lugar en el que me sentía segura.

Mi hermana Amanda me sugirió visitar a un psiquiatra para tratar mi depresión. Estaba tan desconectada de mí misma que no se me había ocurrido que pudiera estar sufriendo una depresión, pero en cuanto ella lo sugirió supe que tenía razón.

Mi psiquiatra me sugirió tomar Prozac. Me diagnosticó una depresión nerviosa, una depresión con mucha ansiedad. Me explicó que el estrés hacía que fuera más difícil para mi cuerpo fabricar una sustancia química cerebral llamada serotonina. Cuando los niveles de serotonina caen demasiado, aparece la depresión. Cuando se reduce el estrés, la producción de serotonina aumenta a sus niveles originales y la depresión se va.

Sólo podía decir «¡Gracias a Dios que tenemos Prozac!». Al cabo de cuatro semanas, ya estaba haciendo vida normal, funcionando como antes, pero esta experiencia me cambió para siempre. Por primera vez, apreciaba y respetaba mis emociones por su poder. Aprendí que tenía que prestar atención a mis sentimientos, escuchar atentamente lo que me estaban diciendo y actuar de acuerdo con lo que estaba sintiendo. Todavía no estaba exactamente segura de cómo cuidar mis sentimientos, de cómo actuar con ellos adecuadamente ni de cómo comprenderlos. Empecé una psicoterapia psicoanalítica y pude dejar de tomar Prozac al cabo de seis meses.14 Tener un lugar donde poder hablar de mí y de mi vida fue de gran ayuda.

Decidí cambiar mis prioridades. En lugar de elegir mi trabajo en función del salario, me centraría en una carrera profesional basada en mis intereses, y mis intereses siempre me habían llevado hacia la psicología. Me saqué un máster en Trabajo Social y luego me inscribí en un curso de posgrado de cuatro años en formación psicoanalítica.

CON LA SUERTE DE MI LADO

Poco antes de empezar mi formación analítica, una amiga me sugirió ir a un congreso para escuchar hablar a una psicóloga cuyo trabajo se basaba en las emociones. La doctora Diana Fosha había desarrollado un nuevo método llamado psicoterapia dinámica experiencial acelerada.15 (AEDP por sus siglas en inglés). La AEDP se enfoca hacia la sanación, en lugar de hacia la percepción. Las terapias orientadas hacia la percepción, como el psicoanálisis o la terapia conductual cognitiva (TCC), generalmente trabajan con los pensamientos de las personas con la esperanza de que, al mejorar la percepción los síntomas, las personas mejoren a la larga. El enfoque orientado a la sanación de la AEDP significa que la terapia busca modificar el cerebro y los síntomas específicos a nivel de las emociones y del cuerpo, de manera que, en lugar de gestionar los síntomas, éstos desaparecen. La AEDP, según aprendí, era mucho más directiva que el psicoanálisis; su metodología es específica y los resultados son predeciblemente positivos.

La palabra «sanación» en relación con la psicoterapia me chirriaba. Sonaba como una idea de la nueva era de la que mis padres se habrían burlado. Sin embargo, me dediqué a la psicoterapia porque quería marcar una diferencia en la vida de las personas lo más rápidamente posible. La gente estaba sufriendo y yo no me lo tomaba a la ligera. La AEDP me atrajo porque está basada en la neurociencia más reciente y en las teorías clínicas sobre cómo la gente se transforma y se cura de la depresión, de la ansiedad y de los traumas, entre otras cosas.

A medida que avanzaba en mi formación psicoanalítica, fui profundizando en los principios y en las teorías de la emoción, la neuroplasticidad, el trauma, el apego y la transformación. Éste era un camino hacia el cambio que no me exigía desconectarme y dejar de sentir; herramientas que yo pensaba que necesitaba para ser una buena analista. Con la AEDP, tenía un abanico mucho más amplio de maneras de ayudar a aliviar el sufrimiento.

La AEDP me dio permiso para ser auténtica y explícitamente afectuosa, y no centrarme sólo en lo que los pacientes estaban haciendo mal (o lo que les pasara de malo), sino también en lo que estaban haciendo bien. Éste era un mundo totalmente diferente, un mundo que incluía una conexión, una sanación y una transformación verdaderas. Era una metodología en la que las emociones —ya fueran emociones asociadas con dificultades o emociones asociadas con la sanación (el fuerte de la AEDP)— eran centrales e importantes. Cuanto más estudiaba, más aprendía que la práctica orientada a las emociones no es una rara moda del momento. De hecho, sus innovadores fundamentos científicos me hicieron pensar que era la ola de la práctica psicoterapéutica del futuro.

Al terminar ese congreso, me comprendía a mí misma de una manera nueva. La teoría basada en las emociones me ayudó a comprender por qué me angustio y me deprimo, y el triángulo del cambio me proporcionó maneras concretas para superar esos estados de angustia y de sufrimiento. No sólo estaba extremadamente entusiasmada por lo que aprendí, sino que sabía que quería ponerlo en práctica inmediatamente. Quería que mis pacientes tuvieran acceso a esa simple herramienta que cambia la vida.

Fundamentos del triángulo del cambio

El triángulo del cambio es un mapa de la mente. Este mapa nos lleva de un estado de aflicción a la calma y la claridad.

Independientemente de lo que te esté preocupando, de los síntomas de estrés que estés sufriendo, de los comportamientos indeseados que tengas, o de los aspectos de tu personalidad que quieras cambiar, el triángulo del cambio te ofrece un camino lógico a seguir, basado en la ciencia, para llegar al alivio y a la recuperación. En lugar de recurrir a herramientas de afrontamiento que entumecen la mente como las drogas, el alcohol u otras defensas que nos privan de nuestra autenticidad y de nuestra viveza, el triángulo del cambio nos ofrece un camino positivo para afrontar los retos y también nos ayuda a comprender la causa de nuestro sufrimiento.

Las tres esquinas del triángulo del cambio son las emociones fundamentales, las emociones inhibitorias y las defensas. Las emociones fundamentales, nuestras emociones innatas de supervivencia, nos dicen qué queremos, qué necesitamos, qué nos gusta y qué no nos gusta. Las emociones inhibitorias como la ansiedad, la vergüenza y la culpa bloquean las emociones fundamentales. Nos permiten seguir siendo civilizados para poder encajar en los grupos que amamos y necesitamos. Y cumplen otra función: son un parche o un mecanismo de seguridad para evitar que las emociones fundamentales nos desborden. Las defensas son la manera que tiene la mente de protegernos del dolor emocional y de que nos sobrepasen los sentimientos.

TRIÁNGULO DEL CAMBIO

¿QUÉ SON LAS EMOCIONES FUNDAMENTALES?