No solo de sombras vivo - Miguel Barnet - E-Book

No solo de sombras vivo E-Book

Miguel Barnet

0,0

Beschreibung

Antología poética de uno de los más importantes escritores cubanos contemporáneos. Narrador, antropólogo y poeta, Miguel Barnet es el escritor antillano más conocido fuera de su país. En este volumen el autor presenta una muestra de excelencia de su trabajo poético, desde la inicial "La piedrafina y el pavorreal", hasta sus últimos libros. Haciendo gala de un conversacionalismo lírico, que junta una honda subjetividad con esa mirada que lo lleva a integrarse con los hombres comunes de la historia, testimonia con perfiles meridianos la vocación de servicio de la poesía cubana y el culto a la vida sencilla, plena de la gracia y el asombro de lo cotidiano, que recorre la poética de sus más prominentes cultores. En sus más de 300 páginas pueden encontrarse las mejores páginas del autor. Como él mismo lo ha dicho: Yo soy el que anda por ahí empujando un país. No es una fantasía, es cierto, me he pasado la vida empujando un país. Con grandes piedras del camino y mis zapatos gigantes, he ido poco a poco empujando un país. Contra los grandes vientos y la noche que chirría en sus goznes, contra la falta de oxígeno y los malos presagios, he hecho lo indecible por empujar un país.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 125

Veröffentlichungsjahr: 2023

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



edición auspiciada por

el festival internacional de poesía de la habana

y el movimiento poético mundial

Diseño de cubierta: Elisa Vera Grillo

Diseño interior y diagramación: Onelia Silva Martínez

Coordinación editorial: Yanixa Díaz / Katy D’Alfonso / Marlene Alfonso

© Miguel Barnet, 2021

© Colección Sureditores, 2021

ISBN: 9789593022996

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Centro Cultural CubaPoesía

Casa del Alba Cultural

Línea No. 556 esq. a D

El Vedado, 10400 La Habana, Cuba

colección sur

dirigida por alex pausides

    

http//www.cubapoesia.cult.cu

http//www.palabradelmundo.cult.cu

http//www.festivaldepoesiadelahabana.com

cubapoesia@cubarte.cult.cu

LA PIEDRAFINA Y EL PAVORREAL

Poema I

Ahora dejo el ómnibus

con el último rostro

Es tarde pero hay tanto que hacer

El calor invade la ciudad

conmigo las gentes

el grito despierto

y los niños con sus pañuelos al cuello

en deliciosa faena

De La Habana hay mucho que contar

cuando abre puertas al mercado

y se ven los vendedores

en los portales

con un gran cuchillo al cinto

De La Habana las iglesias barrocas

En sus escalones goyejos de naranja

y kilos prietos de sudor, sin brillo

Al mediodía se hunden sus calles en la tierra

Sube por las rejas encrespadas una melodía vieja

El anciano de la filarmónica tiende su sombrero

gastado a las señoras

Se adivina la llegada del otoño

Tan triste puede ser esto

Tal vez tan alegre

La gran población sueña

y se precipita

En este estrépito

cuando aún no ha llegado el día

podemos contemplar el cielo

tranquilamente

Las luces son blancas en La Habana de noche

el malecón es propicio al amor

y junto a Yemayá

un barco se hunde lentamente ante mis ojos

Imposible dormir en el paseo

es demasiado hermoso

y esta nostalgia mía

y los fantasmas en mi traje

y las mujeres con las frutas en las manos

y las caderas anchas con olor a musgo

Y todo

Más que nunca el calor abrasa

¿Verdad, Juvenal, que es bueno recordar

cómo se pudo capturar

un lagarto rojo, alguna vez, dichosamente

Y recordar que en esta misma ciudad pocos años atrás

éramos un pedazo de vidrio que se quebraba en el verano

o una semilla seca

Tal vez la pluma de un ave muerta?

A mis amigos los legítimos,

los que visten mi camisa

y al ama de casa que recibe sonriente

al vendedor de esencias

quiero más que nunca

Hay calor

y recuerdo el 8 de enero

o quizás el 6

cuando vi llorar

al soldado aquel de los bigotes grises

Tan triste puede ser esto

Tal vez tan alegre

Amigo ausente

Me ha escrito Alberto:

“El almacén es grande todo de aluminio

es frío trabajar en él

pero vamos tirando

Aquí hay un negro parecido a Napoleón, el fregador

de autos, ¿te acuerdas?

él me embulló a que te escribiera

Yo le dije que te estimaba pero que eras de Castro

Me parece que lo tratan mal

pero yo entiendo eso

Todo aquí se habla en inglés

tú sabes que en el idioma yo estoy débil

pero, qué se va a hacer …

Si me contestas prometo mandarte una

foto de mi hijo menor

Bueno, Miguel …”

Ya no podremos recoger juntos las semillas del huerto

Ni podremos levantarnos mucho antes que los gallos

para ver brillar las hojas del café

No podremos asistir a las tertulias de Pancho Sócrates

y salir diciendo:

¡Qué bueno es este Sócrates

que no se imagina lo que

nos divertimos con él!

Mi amigo se alejó llevando la muerte

La doctrina del amor en un saco lleno de agujeros

carcomido, como un pedazo de tabaco viejo

A mi hermano le he dicho que abra la ventana al temporal

Que recuerde que todas las generaciones anteriores

fueron engañadas

Que sea terco y elemental

como un maestro de escuela

Que hunda sus pies en el río hasta desangrarse

Después de todo

Alberto es un lamento viejo y tímido

¡Qué débil puño que no pudo clavar su camino!

Anteayer, óiganlo todos,

me dijo un anciano que la tierra

se había recostado a un árbol

para oír a un obrero leer en voz baja

el diario de CAMILO

Ebbó para los esclavos

¡A leyo!

Kiní bá wó

Tres plumas de tu ala izquierda

para preparar una piedra

que camine por el monte, aura tiñosa,

y busque, cerca de las raíces,

entre la jocuma y el palo bobo,

la sangre caliente y recogida

de los negros

Tres palomas sobre mil hojas

pobladas de rocío

para ofrendar la libertad

¡A leyo!

Kiní bá wó

Elegguá cuida la puerta

en camisa de zarza blanca

para que el diablo no se meta

La misa ha terminado… los cuervos ya no tienen derecho a las estrellas

Todos hemos sido testigos

Está bueno de esperar sobre las noches

frías de tantos siglos… En la palabra y en el músculo, somos

Madre de Agua mueve con sus faldas las olas de todos los océanos

Mis ojos tiemblan en el frescor de la aurora

Al otro lado de la bahía romper el coco en cuatro pedazos

es anunciar al mundo el ascua del hombre

Así, la muerte

Muere El Gordo que inflaba con sus pulmones

las llantas de bicicleta

el que se emborrachaba frente al Castillo de la Punta

huyéndole al día

Muere Patricio con sus manitos secas

y el último billete de lotería en el pecho

Muere en su camastro de paja Tente el de Palmira,

pobre santero tan viejo…

Murió a las 12 de la noche, cuando derramaba aguardiente

para su santo protector, Oggún Arere

Yo no sé por qué me da tanta pena con Tente

Muere Israel, que vendía velas al por mayor

y me decía con nostalgia ¡Quiero que vaya a Polonia para que coma higos!

Muere Susanita, la vieja del Hotel, cansada de llorar

en el sillón del patio

sus llaves al cinto y su nariz gorda… Susanita

Muere, no recuerdo sus ojos, el muchacho aquel que se recostaba horas

al poste cubierto de serpentinas

del Paseo del Prado

Muere, pero más lento, Oscar el banquero

impregnado de violetas hasta las sienes

y con toda la carga de un hombre hueco

Ha muerto el gitano de la filarmónica

que con su mono en la cintura giraba tierno en la ciudad

Ha muerto también Lucía o Lucrecia

la costurera de mi madre

empeñando su máquina de coser para saciar a Humberto

su marido hasta siempre

Los ojos de ella le corren por el cuerpo

Ha muerto, yo quisiera terminar, Jesús

—el mulato de la Biblioteca

Me han dicho que de tanto leer. ¡No sé!

Ha muerto Picasso colgado

de una barra de chocolate

¡Ay! ¡Este Picasso hacía maravillas

en el circo!

Ha muerto ¡Qué serio es esto!

Dios

Una vez más no sé por qué lo digo

Quisiera seguir la corriente de los ríos

Las yaguas

A toda esta gente detrás de los tablones agujereados

Al cansancio de las nubes

sobre los techos de zinc

A los ojos grises de La Tuerta

entre perros y vidrios rotos

—las axilas pegadas al horno—

Al recuerdo de Malanga en un vaso de agua

perdido entre las rosas blancas

Al orgullo del guayacán

en los desahucios

A toda esa tristeza recogida

Un día

Un día cualquiera

Y las cornetas del Alacrán

como un fuego azul

en medio de la noche

¿Dónde están?

El tiempo pasa de pronto

y uno busca inútil

y pregunta

en medio de la alegría

el aire sin respirar

¿Dónde están?

¿Qué ventana se abrió para dejarlos ir?

¿A qué amanecida primavera han acudido?

¿Qué sangre premiada brotó de sus yemas?

Si no sabían leer, ni escribir,

ni morir compartiendo la vida

desanimada,

ni apegarse a las cosas porque

eran ágiles como algunos pasos

fugaces de gaviota

¿Dónde están?

¿Sobre qué caballo crecido en el aire se hallan?

¿Bajo qué piel se cubren del frío, de las lluvias?

¿En qué palma encaramados?

¿Jugando con qué charco de aguas amarillas?

¿Soñando con qué picos azules?

¿Con qué bolas de fango coloreadas?

El tiempo ha cumplido calladísimo su tarea

Nadie me volverá a preguntar…

¿Dónde está Pancho, el de la mariposa y la piedrafina?

¿Dónde Patricio, con la monja y el pavorreal y el muerto y la luna?

¿Dónde Estrella, la que me pidió un burrito de peluche?

Sus pies cansados

y la familia enferma

Liviana y pequeña

Presurosa en su pregón

Y recuerdo y me digo: he visto

he sido

testigo

Ahora me toca, por un instante, detenerme a pensar:

Porque la libertad se abre como una flor en nuestro corazón

Y la palabra amor está en boca de todos por primera vez

Sigue la corriente del río este poema

El sitio a donde vamos

es conocido por todos

y nadie podrá echarse boca arriba

a retozar con las estrellas…

El tiempo pasa de pronto

sin sollozos,

para que no se repita nunca

la misma letanía:

“La mariposa, la piedrafina, la monja, el pavorreal,

el muerto, la luna…”

Patria

No puedo esperar más

digo y vuelvo a repetir ahora

que cada día que pasa

quiero más este viento debajo de las hojas

Esta casa que mis ojos han visto diariamente

Que yo sabré cuidar

Y la sombra del jagüey

Y la tierra

Pero no basta. Ahora van a oírme una voz

templada en el fuego

porque han preguntado por mí

Y me parece que se trata

de un amigo cercano

Y mi corazón me entiende

Y yo sé que a mi lado, en los pueblos, lejos, en el campo

hay una fuerza como el viento

que está dispuesta a defender la vida

1962

LA SAGRADA FAMILIA

La sagrada familia

La familia me sigue con los ojos

Sienten piedad de mí

y me cuidan hasta de los aguaceros

En la mesa me temen un poco,

sin embargo

(esta es la tercera vez que esconden

las botellas de los licores finos)

Ponen mi fotografía en el marco del espejo

y me declaran victorioso

¡el bueno de Miguel!

Pero la familia sabe

que yo no participo del todo,

que me da igual una cosa que la otra

—el prestigio y sus trastadas silenciosas—

y un día me llaman ¡Hijo!

casi con terror

Ágata, la mayor

Ágata era la mayor de mis tías

la pintarrajeada

la que vivía con el cobrador

la que se hizo santo antes de tiempo

la que se untaba extracto de amapola en la axilas

la que tuvo que huir despavorida

del rosario y las nueve lunas

La que vuelve a ratos

y se para en medio de nosotros

a la manera de un sombrío personaje

que no alcanzamos a comprender

y nos blasfema

y nos hunde de pronto

y nuevamente nos rescata

de esta suprema nostalgia

de esta debilidad inocente

de este rostro

de estas manos perplejas

Ágata en fin

es quien paga los platos rotos

la provocativa

quien nos vuelve hacia nosotros mismos

quien nos salva

quien nos ejecuta

Ágata

En Cristo

a Frei Betto

La familia se reúne en la gran mesa,

murmuran sobre la existencia de Cristo,

lo sé

Tras ellos el óleo de impávidos ojos azules

y rosadas mejillas

¿Qué dirían si el Señor fuera negro

o chino tal vez

con los ojos cosidos de puro hilo de Shangai?

Los visitantes

Vienen rodeando la casa,

atravesando el patio,

los muros altos donde las nubes

graznan como las garzas en invierno

Llegan al corredor

y se desvelan un poco por el olor a vino

Después entran en los cuartos,

se inclinan, gimen, visten el traje de Ricardo,

el antifaz,

de nuevo se deslizan hacia la misma noche,

de nuevo caen

con las manos unidas,

imitan el ruido de las abejas,

el graznido de invierno,

imitan el grito de pavor, de oscuridad, de nada

Vienen rodeando la casa

y parecen estar alegres,

parecen ejercer la plenitud de la sala vacía,

parecen estar vivos,

que es lo peor de todo

El largo viaje

Alguien anuncia la muerte con el índice

Seguramente confuso alguien corteja

su pupila imprudente

Yo tomo toda clase de precauciones,

toda clase de astucias frente a su rostro innoble,

y veo cómo entra en la casa

y se los va llevando uno a uno

contra toda oposición,

contra toda posible resistencia

Se los va tragando, acumulando

Los levanta en caravana, los destierra, los acorrala,

Es decir, que no los devuelve a su arrasada tierra

que no los deja regresar,

que se los lleva de paseo,

que se van de viaje, ¡adiós!

Fé de erratas

Donde dice un gran barco blanco

debe decir nube

donde dice gris

debe decir un país lejano y olvidado

donde dice aroma

debe decir madre mía querida

donde dice César

debe decir muerto ya reventando

donde dice Abril

puede decir árbol o columna o fuego

pero donde dice espalda

donde dice idioma

donde dice extraño amor aquel

debe decir naufragio

en letras grandes

Por cumplir

Un día habrá que hacerla

desaparecer con violencia,

habrá que quitarle las puertas

y el reloj que anunciaba el cañonazo

de las 9

Un día, próximo, yo mismo tumbaré

la pared donde mi padre se recostó

para hablar de la muerte

Le arrancaré el limo baboso,

el soplo de invierno, el alero

que medió el desamparo,

la soledad de mis ojos

Revolución

Cuando llegó la Revolución

la multitud entró en mi casa

Parecía revolver las gavetas, el armario,

cambiar el cesto de la costura

Aquel silencio viejo cesó

y mi abuela dejó de tejer memorias,

dejó de hablar,

dejó de cantar

Esperanzado vi, había que ver,

cómo entraba la luz en aquella sala

cuando mi madre abrió las ventanas

por primera vez

A mi abuela materna

Ignorabas mis salidas

Ignorabas que yo me dedicaba

noches enteras a este remoto privilegio

de escribir

Ignorabas la furia de mis sueños,

animando funerales tuyos, cenizas tuyas

para nuestro pequeño jardín

Ignorabas este verso implacable

Lo ignorabas todo

mientras yo gritaba en la puerta

los himnos de la Revolución

y me desgarraba solo en aquel jubiloso canto

que tú te negabas, te niegas, a escuchar

Revolución II

para Roberto Fernández Retamar

Entre tú yo

hay un montón de contradicciones

que se juntan

para hacer de mí el sobresaltado

que se humedece la frente

y te edifica

Epitafio

A usted mi abuelo

A sus malas palabras

A sus cólicos agudos

A las célebres egoístas uvas de su Nochebuena

A su cama rígida

y los bordados japoneses

A usted bondadoso

a quien recuerdo tanto

y agradezco sellos y blasfemias

Para que descanse en paz

con la tierra

y mi abuelita

dedico esta inscripción sagrada:

PATRIA O MUERTE

AMÉN

ORIKIS Y OTROS POEMAS

Oriki para Lezama Lima

Muy al principio



Tausende von E-Books und Hörbücher

Ihre Zahl wächst ständig und Sie haben eine Fixpreisgarantie.