Nuevos habitantes del centro de Santiago - Yasna Contreras Gatica - E-Book

Nuevos habitantes del centro de Santiago E-Book

Yasna Contreras Gatica

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Beschreibung

Desde el retorno a la democracia Santiago se convirtió en uno de los escenarios relevantes del cambio social como efecto de las políticas de apertura económica de una ciudad global a escala local, pasando de ser el "Santiago antiguo" antes del terremoto de 1985 a la zona de Renovación Urbana de principios del siglo XXI. En ese contexto surgen nuevas formas de habitar la ciudad que rompen los antiguos paradigmas de condición social de las antiguas generaciones de santiaguinos. Los nuevos productos habitacionales transforman la antigua imagen del "sueño de la casa propia" a la del departamento como un espacio funcional de las distintas etapas que la vida presenta en las personas. Sin embargo, detrás de las viviendas se visibilizan diferentes individuos y grupos sociales con historias de vida que reflejan a una nueva clase media, nuevos pobres urbanos, e incluso, viejas clases medias. En el libro se identifican nuevas tipologías de residentes que habitan la comuna de Santiago desde los años 1990, analizando sus diversos objetivos en los espacios que la centralidad brinda. Se plantean así los gentries, los transitorios urbanos, los decadentes y precarios urbanos como tipologías dinámicas de habitantes, y no cerradas. Son primeras reflexiones sobre los sujetos sociales que disputan el centro de Santiago al menos hace más de treinta años. El centro se configura como una nueva forma de hábitat residencial para grupos sociales divergentes.

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C764n

Contreras Gatica, Yasna.

Nuevos habitantes del centro de Santiago / Yasna Contreras Gatica.

1ª ed. –Santiago de Chile: Universitaria, 2016.

175 p.: il. (algs. col.), mapas, planos; 15,5 x 23 cm. – (Estudios)

Incluye índice de figuras, tablas y gráficos.

Referencias bibliográficas: p. [168]-175.

ISBN: 978-956-11-2514-8ISBN Digital: 978-956-11-2840-8

1. Movilidad residencial – Chile – Santiago.

2. Crecimiento urbano – Chile – Santiago.

3. Renovación urbana – Chile – Santiago.

I. t.

© 2016. YASNA CONTRERAS G.

Inscripción Nº 269.394 Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

© EDITORIAL UNIVERSITARIA, S.A.

Avda. Bernardo O‘Higgins 1050, Santiago de Chile

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada,

puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por

procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos,

incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor.

Texto compuesto en tipografía Palatino 11/13

FOTOGRAFÍAS DE PORTADA

De izquierda a derecha: Plaza Yungay, mayo 2014; calle Santa Isabel abril 2014; Vista del

Centro de Santiago desde edificio ubicado en San Pablo, abril 2015; calle Lira, agosto 2013.

(Fotografías de autora)

DIAGRAMACIÓN

Yenny Isla Rodríguez

DISEÑO DE PORTADA

Norma Díaz San Martín

ESTE PROYECTO CUENTA CON EL FINANCIAMIENTO DEL

FONDO JUVENAL HERNÁNDEZ JAQUE 2014

DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE.

Diagramación digital: ebooks [email protected]

Para Amanda, mi compañera leal

Para Oscar Figueroa y Françoise Dureau, mis guías intelectuales

A Rodrigo por la construcción de ideas y cartografías.

ÍNDICE

Índice de figuras, tablas y gráficos

Presentación

Prefacio

Capítulo IEl centro de Santiago en un escenario de cambios socioespaciales

Capítulo IILa recuperación residencial del centro como faro para nuevos habitantes

Capítulo IIILos nuevos habitantes del centro de Santiago

Capítulo IVLos Gentries

Capítulo VLos Transitorios urbanos

Capítulo VILos Decadentes urbanos

Capítulo VIILos Precarios urbanos

Conclusiones. El centro de Santiago: un mosaico socioespacial

Referencias bibliográficas

ÍNDICE DE FIGURAS, TABLAS Y GRÁFICOS

Figura 1: La ciudad consolidada y los espacios urbanos difusos

Figura 2: Comuna de Santiago: sus barrios y las cuatro zonas objeto de estudio

Figura 3: Ganancias y pérdidas de población en la ciudad de Santiago

Figura 4: Comuna de Santiago, terremoto de 1985

Figura 5: Comuna de Santiago: sitios eriazos y su transformación

Figura 6: Comuna de Santiago: reduciendo la oferta de los productos inmobiliarios

Figura 7: Evolución de la oferta inmobiliaria al interior de la comuna de Santiago

Figura 8: Oferta inmobiliaria en la ciudad de Santiago según tamaño del producto ofertado

Figura 9: Variación del precio promedio del suelo en la ciudad de Santiago (1984, 1992, 2003, 2008)

Figura 10: Proceso de reconversión urbana y residencial en la zona Santa Isabel. 1995, 2003 y 2008

Figura 11: Los nuevos habitantes de la comuna de Santiago

Figura 12: Triángulo exclusivo de localización de los habitantes de mayores ingresos entrevistados

Figura 13: Espacio y tiempo en el arribo de los tipos de habitantes estudiados

Figura 14: Residencia de Teresa y Emporio La Rosa, barrio Bellas Artes

Figura 15: Antigua y actual residencia de Eugenio y Benjamín, barrio Bellas Artes

Figura 16: Residencia de Marcelo. Lofts Lucrecia Valdés n° 359, barrio Yungay

Figura 17: Residencia lofts “Doña Lucrecia” frente a la propiedad de Marcelo

Figura 18: Espacios habitados por Gentries Pioneros y Sucesores dentro de Santiago

Figura 19: Trayectorias residenciales de los Gentries Pioneros

Figura 20: Patrón de localización de los Transitorios urbanos

Figura 21: Vista exterior de las residencias de José Miguel y Rodrigo

Figura 22: Vista exterior del departamento de Emperatriz

Figura 23: Trayectorias Residenciales de los Transitorios urbanos

Figura 24: Entorno del espacio habitado por Manuel. Centro Histórico, área de renovación urbana

Figura 25: Prácticas espaciales de proximidad y lejanía durante la semana

Figura 26: Patrón de localización de los decadentes urbanos

Figura 27: Espacios habitados por los Decadentes urbanos dentro de la ciudad de Santiago

Figura 28: Residencia anterior y actual de Edmundo, residente del barrio Centro Histórico

Figura 29: Residencia de Patricio en barrio Lastarria

Figura 30: Espacios habitados por Edmundo y Patricio

Figura 31: Espacios habitados por Rita, residente barrio Centro Histórico

Figura 32: Espacios habitados por Ana María, residente barrio Centro Histórico

Figura 33: Residencia de Mirna, barrio Lastarria (Calle Monjitas)

Figura 34: Vista exterior e interior del departamento de Gloria, residente barrio Bellas Artes, edificio Infinito

Figura 35: Prácticas espaciales de Patricio, barrios Bellas Artes-Lastarria

Figura 36: Prácticas espaciales de Rita, barrio Centro Histórico

Figura 37: Prácticas espaciales de Edmundo, barrio Centro Histórico

Figura 38: Patrón de dispersión de los Precarios urbanos

Figura 39: Almacén de Juana, barrio Santa Isabel, esquina San Francisco-Eyzaguirre

Figura 40: Residencia de Lizbeth y Carmen

Figura 41: El centro de Santiago como espacio de apropiación y adaptación de los inmigrantes

Figura 42: Flujos residenciales de los nuevos habitantes del centro: Gentries (Pioneros y Sucesores), Transitorios, Decadentes y Precarios urbanos

Figura 43: Resumen de prácticas espaciales de semana de los tipos de habitantes

Figura 44: Resumen de prácticas espaciales de “fines de semana”

Tabla 1: Evolución demográfica de la ciudad de Santiago y de la comuna central, de 1992 a 2012

Tabla 2: Área Metropolitana de Santiago (AMS): Ranking de permisos de edificación según destino vivienda. Número de unidades ofertadas entre 1980-2009

Tabla 3: Comuna de Santiago. Total de proyectos, unidades, metros cuadrados y tamaño por proyecto, 1990-2009

Tabla 4: Evolución del precio del suelo. Rentabilidad promedio 1984-2008

Tabla 5: Resultados encuesta Metrópolis Latinoamericana en Movimiento (METAL). Estado conyugal por zonas y por total de personas encuestadas (%)

Tabla 6: Resultados entrevistas en profundidad. Composición de las familias de las 4 zonas de estudio

Tabla 7: Habitantes de ingresos similares o superiores a la población preexistente: ¿Qué los hace diferentes?

Tabla 8: Tipos de habitantes en las zonas de estudiosy según barrio

Tabla 9: Gentries pioneros y sucesores en los barrios Bellas Artes, Lastarria, Brasil y Centro Histórico.

Tabla 10: Tipos de inmigrantes, cambios de residencia y duración en la residencia actual de los gentries

Tabla 11: Características de los Transitorios urbanos

Tabla 12: Decadentes urbanos en los barrios Bellas Artes, Lastarria, Centro Histórico y Brasil

Tabla 13: Prácticas espaciales por trabajo de los Decadentes

Tabla 14: Características de los Precarios urbanos

Gráfico 1: Bolsa de demanda. Evolución del precio de viviendas demandadas (UF), 1992-2003

Gráfico 2: Oferta de departamentos en el Área Metropolitana de Santiago según anillo central, pericentral y periférico. Porcentaje (%) de unidades ofertadas entre 1995 y 2010

Gráfico 3: Barrios de la comuna de Santiago. Permisos de edificación de viviendas (m2), 1992-2009

Gráfico 4: Porcentaje de uso de suelo en predios donde existe oferta inmobiliaria, 1995, 1999, 2003 y 2008

PRESENTACIÓN

Los resultados aquí presentados corresponde en, primer lugar, a la tesis doctoral realizada entre los años 2008 y 2012. El trabajo consideró una metodología cuantitativa representada en el análisis de los datos censales, pero también incluyó la aplicación de entrevistas en profundidad, que fueron las que dibujaron los cinco tipos de habitantes reconocidos en la comuna de Santiago, y en los barrios de mayor cambio socioespacial, tanto por renovación residencial y verticalización como también por gentrificación, desinversión, deterioro y/o tugurización.

Durante la primera mitad del siglo XX la comuna de Santiago era el lugar predilecto de los santiaguinos para vivir, llegando a acoger en la década de los años 1940 a casi un 50% de la población de la ciudad. Sin embargo, a partir de los años 1950 esta situación comienza a cambiar, dando inicio a un despoblamiento progresivo del centro de Santiago como zona residencial.

Aunque durante aquella década hubo esfuerzos para fomentar el uso residencial de la comuna, en los años 1960 los cambios del uso de suelos trajeron consigo el establecimiento de talleres e industrias en la comuna, además de oficinas, playas de estacionamiento y otras actividades de servicio en el sector fundacional de la ciudad. Como resultado, y en la búsqueda de mejores opciones residenciales, los habitantes del centro empezaron a migrar hacia la periferia. Fue así como para la década de los años 1970 solo un 36% de la población de la ciudad residía en la comuna de Santiago. Tras el terremoto de 1985 la situación se acentuó, convirtiendo al centro en el principal centro de servicios de la capital.

Hoy, casi 30 años después de aquel terremoto el centro de Santiago o comuna del mismo nombre se encuentra poblado nuevamente y existe una amplia gama de oferta residencial disponible. Contrario al fenómeno que se vivió durante la segunda mitad del siglo pasado, desde la década de los años 1990, al centro de Santiago ha empezado a llegar una nueva masa de habitantes que vive y trabaja, y, lo que es más: quiere seguir viviendo en él.

¿Qué caracteriza a estos nuevos habitantes?, ¿dónde residen? y ¿por qué eligen vivir en el centro de Santiago?

El presente libro es el resultado de una investigación realizada entre 2008 a 2012 en la comuna de Santiago, que tuvo como objeto explorar cualitativamente a los citadinos que llegaron a habitar Santiago Centro desde la década de los años 1990. Esta fecha no es arbitraria, corresponde a la época en que se empezó a desarrollar un específico Plan de Repoblamiento, estrategia pública y privada, e inédita en Chile, que buscó revertir la condición de deterioro del centro y, a la vez, generar una oferta y demanda residencial.

Fue así como, a través de subsidios específicos y beneficios a inmobiliarias, el Plan de Repoblamiento dio pie a uno de los cambios espaciales y sociales más significativos de la ciudad de Santiago, los que hoy se reflejan en una heterogénea masa de habitantes que coexiste y disputan el área central.

Estos habitantes representan una nueva clase media, muy distinta de la que habitó la comuna durante los comienzos del siglo XX, y está representada, mayoritariamente, por jóvenes y adultos profesionales y técnicos, con hogares reducidos y en algunos casos en ascenso. Residentes de distintos barrios y con prácticas socioespaciales específicas, del grueso de habitantes estudiados se logró identificar cuatro tipos de citadinos, los que fueron denominados como Gentries, Transitorios urbanos, Decadentes urbanos y Precarios urbanos.

El término gentry refiere a citadinos con una riqueza cultural y un apego por lo patrimonial e histórico. Están representados por profesionales, empresarios, artistas e intelectuales que le asignan cierto valor al barrio y a los inmuebles antiguos. Se localizan preferentemente en barrios patrimoniales que a la vez tienen una amplia oferta cultural, gastronómica y de servicios. No aspiran a abandonar el barrio, más bien algunos se vinculan o comprometen con la lucha por la permanencia residencial.

Los Transitorios urbanos corresponden a la nebulosa clase media con una movilidad social en ascenso. Representados por profesionales medios y técnicos, son considerados como “aves de paso” por dos razones: están comenzando su ciclo de vida, con familias reducidas, y suelen habitar viviendas de alrededor de 22 m2, lo que no les permite proyectarse en la comuna. Se trata mayoritariamente de grupos que aspiran al cambio residencial, aunque sus recursos y la valorización que estos asignan al tiempo y a la proximidad los vuelve sujetos anclados al centro.

Los habitantes identificados como Decadentes urbanos son aquellos residentes que por alguna crisis económica o ruptura familiar llegan a vivir al centro de Santiago luego de dejar comunas de clases más acomodadas.

Y por último, los Precarios urbanos están representados por habitantes de bajos ingresos, nacionales o inmigrantes latinoamericanos, que se ubican en aquellos sitios donde los subsidios de renovación urbana no han llegado, viviendo usualmente en condiciones de hacinamiento.

Gentries, Transitorios, Decadentes y Precarios, todos estos habitantes representan hoy el diverso escenario social y habitacional del centro de Santiago. Sus conductas y estilos de vida dan luces sobre las posibilidades que entrega la actual oferta residencial, como también la latente carencia de proyectos de revitalización urbana que logren satisfacer sus necesidades e inquietudes residenciales.

En la presente investigación la identificación y análisis de estos nuevos habitantes invita a reflexionar sobre cómo se están pensando hoy los espacios centrales, tanto de Santiago como de otras ciudades latinoamericanas que también experimentan procesos de movimientos residenciales en pro de las áreas centrales.

Asimismo, los testimonios de Gentries, Transitorios, Decadentes y Precarios revelan la necesidad de desarrollar espacios de calidad urbana, donde no solo coexistan edificios sino también amplias calles, ciclovías y parques, entre otros usos, que permitan una integración sociorresidencial. Tras dos décadas desde la implementación del Plan de Repoblamiento, las experiencias de los nuevos habitantes hablan de la necesidad de configurar un centro urbano que junto con ofrecer opciones residenciales invite a la proyección y permanencia de sus habitantes.

La Autora.

PREFACIO

Cambios socioespaciales y nuevos habitantes en el centro de Santiago

En la actualidad la forma de crecimiento de la ciudad de Santiago de Chile1 no tiene como patrón exclusivo el crecimiento periférico suburbano, es decir, una ampliación hacia comunas de la periferia. Más bien, la ciudad hoy en día está creciendo al menos bajo tres formas: se expande por continuidad física (extensión o agregación continua), agrega zonas conurbadas por expansión (salto de rana, leap frog o expansión discontinua), y recupera y densifica espacios centrales y pericentrales. A través de estos procesos la ciudad se está densificando en todas sus escalas metropolitanas (Contreras y Figueroa, 2008; Contreras, 2012).

Este tipo de crecimiento no solo está asociado a una respuesta frente a la oferta inmobiliaria, intensa y dispersa territorialmente, sino también a una demanda residencial y social heterogénea representada por diferentes tipos de habitantes cuyas prácticas espaciales y trayectorias residenciales exigen ser revisadas y analizadas. De esta manera, para poder comprender el crecimiento de la ciudad de Santiago se debe ir más allá de la relación difusa-compacta que esta tiene y entender que su configuración actual resulta principalmente de las elecciones residenciales diferenciadas de sus habitantes.

Entre ellos, algunos optan por residir en nuevas áreas residenciales, en la ciudad difusa o en las comunas periféricas de la ciudad consolidada (Figura

1). Esta elección corresponde a una manera de re-afirmar su trayectoria socioeconómica, o bien como medio de acceso a la vivienda aislada en busca de seguridad y otredad. Otros habitantes, en cambio, ven en los espacios centrales y pericentrales elecciones residenciales significativas que les permiten el acceso a la propiedad de una vivienda, la proximidad a redes sociales y familiares, y la conectividad y acceso hacia el resto del espacio metropolitano. A lo anterior se suman todas las externalidades negativas de una vida suburbana y de una concentración de la oferta laboral al interior de la ciudad consolidada.

Figura 1: La ciudad consolidada y los espacios urbanos difusos.

Fuente: Autor a partir de cartografía de comunas del Observatorio de Ciudades, P.U.C.

En medio de los cambios territoriales que favorecen la expansión suburbana, las áreas centrales y pericentrales de la ciudad de Santiago se han convertido en opciones residenciales para jóvenes y adultos profesionales de ingresos superiores a la población preexistente, pero también para otros segmentos de bajos ingresos o con trayectorias socioeconómicas en descenso, para quienes la localización central también adquiere un nuevo sentido como “nodo de proximidad” y como lugar que asegura o facilita sus prácticas espaciales y urbanas.

De este modo, al centro de Santiago y a la comuna del mismo nombre arriban diferentes habitantes con recorridos residenciales y espaciales diferenciados, con criterios de elección diferentes y con lazos socioterritoriales que se reconfiguran o mantienen a partir de la elección por la centralidad. Sus prácticas espaciales no están ancladas a un lugar exclusivo sino, más bien, a todos los nodos que dan sentido a su vida cotidiana.

En este sentido, el presente texto resume los resultados de una investigación realizada entre 2008 y 2011, que indagó en las razones de la elección y anclaje residencial de una nueva clase media, profesional y técnica que arribó al centro desde mediados de los años 1990. Su llegada se inserta en el marco del Plan de Repoblamiento implementado en 1992, pero también como resultado de las estrategias inmobiliarias y las demandas residenciales por un espacio dentro de la proximidad, las cuales se desarrollaron en esa misma década.

Dentro de los descubrimientos de la investigación se identificaron al menos cuatro tipos de habitantes que han caracterizado a la comuna de Santiago desde los años 1990, a saber: Gentries Pioneros y Sucesores, Transitorios urbanos, Decadentes urbanos y Precarios urbanos. Esta tipología responde a sus elecciones residenciales y prácticas socioespaciales (entre otros parámetros que se describirán en los próximos capítulos). Para comprender quiénes son estos nuevos residentes se debe hacer una lectura con una mirada amplia, en tanto su condición y trayectoria socioeconómica y profesional es diferenciada. Aquí, la movilidad espacial como hecho socioterritorial adquiere una nueva dimensión, ya que estamos en presencia de urbanitas para quienes la centralidad cobra un valor en tanto nodo geográfico y lugar de la proximidad. El centro y sus barrios actúan como pivotes que los aproximan a sus redes sociales y familiares, dispersas en los espacios habitados pero también en el resto del sistema metropolitano.

Ante ello surgen algunas interrogantes: ¿Qué es lo nuevo y particular de estos nuevos habitantes?, ¿cuáles son sus prácticas espaciales, sus trayectorias, sus criterios de elección residencial y anclajes territoriales? Responder a estas preguntas permite plantear que el centro de Santiago constituye un mosaico socioespacial donde confluyen diversos procesos (segregación, relegación, expulsión, densificación, tugurización, renovación y reciclaje) y diferentes grupos sociales. El centro también es el espejo y reflejo de todas las fortalezas y externalidades que persisten en la ciudad. Es el lugar de las confluencias, las diferencias y las heterogeneidades socioespaciales.

Asimismo, las mutaciones sociourbanas que caracterizan a la comuna de Santiago desde los años 1990 llevan a plantear una serie de interrogantes extensibles al resto de las áreas centrales latinoamericanas que enfrentan procesos de renovación, recuperación y gentrificación: ¿Qué es lo particular del proceso de cambio social y territorial de las áreas centrales latinoamericanas desde la década de los años 1990? ¿Qué es lo particular para el caso del área central de Santiago? ¿Por qué hablar de nuevos habitantes urbanos? ¿Qué es lo nuevo de estos habitantes, respecto de la población preexistente? ¿Cuáles son las razones de sus elecciones residenciales? ¿Qué explica la existencia de procesos paralelos y antagónicos como renovación versus tugurización? Y, finalmente ¿qué mecanismos e instrumentos son necesarios para promover la construcción de viviendas económicas en los espacios centrales? Acercarse a dichas preguntas revelaría el sentido que adquieren los espacios centrales en un contexto teórico y empírico marcado por cambios sociourbanos significativos.

El objeto geográfico de análisis en esta investigación está inserto dentro de la comuna de Santiago, espacio que concentra aproximadamente 227 mil habitantes2 distribuidos en 22,4 km2. La comuna central contiene en su interior 19 barrios heterogéneos en términos de usos y nivel socioeconómico (Figura 2). Las reflexiones que se presentan tienen como marco de análisis cuatro zonas o barrios representativos de los cambios socioespaciales: Centro Histórico tradicional, Bellas Artes (integrada por los barrios Forestal y Lastarria, y también parte del Centro Histórico en términos administrativos), Brasil (que incluye el pequeño barrio Concha y Toro y unas manzanas del barrio Yungay), y el corredor Santa Isabel (que abarca los barrios Lira y Almagro).

En las cuatro áreas de estudio se conjuga un número significativo de mutaciones sociourbanas que revelan la llegada de habitantes de mayores ingresos o de ingresos similares a los de residentes preexistentes. Entre ellas se identifica una verticalización a través de la construcciones de edificios en altura, reciclaje y rehabilitación de antiguas construcciones y recuperación de espacios públicos. A esto último se suma la renovación e ingreso de ofertas comerciales tales como cafés, galerías de arte, restaurantes, teterías, entre otras modalidades de consumo cada vez más sofisticadas. Estas últimas serían signos de un proceso de gentrificación3 residencial, cultural y de cambio socioespacial más profundos.

Figura 2: Comuna de Santiago: sus barrios y las cuatro zonas objeto de estudio.

Fuente: Contreras, con base en Municipalidad de Santiago, Catastro, Dirección de Obras Municipales, Municipalidad de Santiago (DOM); imágenes www.googleearth.com

La llegada de estos nuevos habitantes de mayores ingresos, especialmente clases medias profesionales y técnicas, se produce con mayor fuerza en la comuna de

Santiago desde que se inicia el Plan de Repoblamiento en el año 1992. El fenómeno se intensifica desde el año 2003, momento de consolidación de la comuna como una de las áreas de mayor oferta de vivienda nueva tipo “departamentos” dentro de la ciudad de Santiago. En la actualidad la comuna lidera el ranking de mayor oferta de nuevas edificaciones e incluso los resultados del Precenso de Población y Vivienda (2011) confirman la tesis de un centro que gana en más de un 87,34% de viviendas particulares (pasa de 77.514 viviendas particulares en el año 2002 a 149.593 al año 2011). Asimismo, la comuna presenta una variación intercensal de 93,0% (2002 al 2012), incorporándose casi 93 mil nuevos habitantes en el periodo intercensal 2002 a 2012.

La investigación doctoral –de la cual deriva este texto– definió que la llegada masiva de nuevos individuos a la comuna de Santiago se asocia a las siguientes tendencias. En primer lugar, la centralidad constituye la primera elección residencial después de abandonar la vivienda de sus padres, proceso que de acuerdo con Lévy J-P. (2009) se denomina decohabitación. En segundo lugar, se pudo verificar que muchos habitantes acceden a la propiedad de un inmueble en la centralidad como elección residencial futura, como mecanismo de inversión o como parte de una etapa del ciclo de vida. Finalmente, se concluye que la elección del centro responde a una búsqueda de diferenciación social a partir del barrio que ha sido escogido, los lugares frecuentados y la relación entre sí y con los otros, en especial con los antiguos residentes o los inmigrantes latinoamericanos.

Estos nuevos habitantes, en algunos casos, responden a pioneros de un proceso de renovación que buscan “cambiar la imagen de un barrio y volver aceptables ciertas localizaciones” (Bonvalet y Dureau, 2000:81). En otros casos son habitantes de ingresos similares, superiores o inferiores a la población preexistente para quienes la centralidad adquiere una dimensión significativa como nodo residencial, cultural, de ocio, de trabajo o como espacio de proximidad a las redes sociales y familiares. Independiente de estas últimas diferencias, lo nuevo de estos móviles urbanos es que sus formas y prácticas de movilidad no solo están replegadas al espacio inmediato, es decir, el departamento o el barrio, sino que sus prácticas espaciales están más bien ancladas a las múltiples escalas territoriales (centro, pericentro, periferia e incluso otra ciudad del país) y esferas que conforman su vida cotidiana, donde algunos optan por espacios de proximidad y otros buscan la apertura hacia el resto del sistema metropolitano. A todo esto se suma una característica que tienen en común: corresponden a nuevas clases medias profesionales y técnicas, con un mayor poder adquisitivo y una avidez por el consumo cultural, de bienes, servicios y tiempo. A lo anterior, se añade que muchos de estos nuevos habitantes representan a primeras generaciones universitarias para las cuales el centro redunda en un sitio de ascenso en la escala social. Insertos en un proceso de aumento del nivel de ingresos, estos nuevos habitantes pueden optar a mayores opciones de consumo y, por ende, a diferenciadas elecciones residenciales.

En este contexto, resulta relevante mencionar que el arribo de nuevos habitantes de mayores ingresos no ha significado necesariamente el desplazamiento masivo de habitantes de menores ingresos, salvo contadas excepciones de algunas manzanas de los barrios Brasil y Yungay (Contreras, 2005) y en torno a la avenida Santa Isabel en los barrios Lira-Almagro. Mientras la mayoría de los nuevos habitantes de estos barrios accede a una vivienda nueva en edificios sobre diez pisos, muchos otros, en zonas patrimoniales e históricas como los barrios Bellas Artes, Lastarria y, en menores casos, los barrios Brasil y Concha y Toro, rehabilitan y recuperan departamentos antiguos deteriorados sin desplazar a antiguos residentes de menores ingresos.

Detrás de estos nuevos habitantes subyace la tesis de una gentrificación específica, dinámica y multiescalar. La gentrificación como fenómeno asociado a la revalorización de barrios, manzanas e incluso predios del centro de Santiago, radica en la llegada de un grupo social de mayor ingreso respecto a la población preexistente que no es necesariamente rica o perteneciente a la élite, sino más bien está inscrita en un proceso de ascenso social fuertemente sostenido en el aumento relativo del ingreso y en sus posibilidad de acceder al crédito. El desplazamiento de algunas manzanas de barrios como Yungay, Santa Isabel o Brasil radica esencialmente en la expulsión voluntaria o involuntaria de familias de bajos ingresos en condición de alquiler. El trabajo realizado en terreno explicita que al menos unas 35 familias han sido desplazadas en el marco del Repoblamiento y la verticalización del centro. Lo complejo de la gentrificación del centro de Santiago radica en que hoy muchas familias no pueden acceder a un departamento de un nuevo edificio, especialmente por el costo de estas y el tamaño de las unidades.

Sea habitando edificios nuevos o rescatando y remodelando viviendas de corte patrimonial o histórico, lo interesante de estos nuevos habitantes es el interés diverso que prestan a su lugar de residencia, a la vivienda y al barrio que habitan, como también el grado de compromiso que adquieren con este lugar y las nuevas formas de sociabilizar y diferenciarse socioespacialmente. De esta forma, no se está en presencia de habitantes tradicionales con estilos de vida y modos de vida homogéneos. Se trata, en lo específico, de individuos con prácticas espaciales y formas complejas de anclarse a los barrios.

1 La ciudad de Santiago o Área Metropolitana de Santiago está compuesta por 37 municipios: 32 comprenden la Provincia de Santiago, una corresponde a Puente Alto (Provincia Cordillera) y una a San Bernardo (Provincia de Maipo). Por crecimiento discontinuo o salto de rana se agregan las zonas urbanas de las comunas de Colina y Lampa (Provincia de Chacabuco) y Padre Hurtado (Provincia de Talagante). El área metropolitana de Santiago no cuenta con reconocimiento legal. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se refiere a la ciudad como “Gran Santiago” e incluye las comunas de la Provincia de Santiago (32), Puente Alto y San Bernardo.

2 Estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, 2004. Información obtenida desde http://www.metropolis.org/sites/default/files/metropolitan_regions/401_esp-039_santiago.pdf, sitio revisado en marzo del 2014.

3 El concepto de gentrificación alude a un proceso de cambio socioespacial, comercial y cultural de barrios centrales. En el caso particular de la ciudad de Santiago, si bien se observan procesos de expulsión de segmentos de bajos ingresos, especialmente en los barrios Brasil, Yungay y Lira, lo masivo ha sido un proceso de invasión, sucesión y reemplazo de habitantes con ingresos similares o superiores respecto a los preexistentes, pero con mayores demandas de bienes y servicios de consumo cultural y comercial. Esto último no desvirtúa la tesis de un espacio central y de barrios residenciales tradicionales como Matta, Almagro o Lira, que hoy están siendo presionados por el mercado inmobiliario y por la lógica de la densificación-verticalización, por sobre la protección y resguardo del patrimonio arquitectónico e histórico-social.

CAPÍTULO I

EL CENTRO DE SANTIAGO EN UN ESCENARIO DE CAMBIOS SOCIOESPACIALES

Las áreas centrales latinoamericanas, y en especial la comuna de Santiago, se han vuelto zonas residenciales relevantes en un escenario dominado por la aparición de nuevas ocupaciones asociadas a la economía terciaria. En específico, los habitantes que ingresan a la comuna de Santiago después del retorno a la democracia están insertos en escenarios de cambios sociodemográficos, económicos y políticos marcados por el aumento relativo del nivel de ingresos, los cambios en la composición familiar, la creciente feminización de la fuerza de trabajo; la aparición de sectores sociales más individualistas que revelan nuevas modalidades de ocupación y de movilidad social hacia barrios centrales. A lo anterior se suman las estrategias del capital inmobiliario sustentadas en la generación de nuevos frentes inmobiliarios al interior de espacios centrales y pericentrales bien conectados y accesibles.

El mayor peso que adquieren las áreas centrales como Santiago está asociado, además, a la nueva fase de urbanización latinoamericana marcada por la “introspección o el regreso a la ciudad construida” (Carrión, 2001:2). Esto responde a la conjunción de tres factores: cambios demográficos globalización cultural, económica y social, y revolución científico-tecnológica. Los cambios demográficos, por su parte, están marcados por la reducción de las tasas de natalidad4, la importancia que asume la tasa vegetativa5, la urbanización de territorios vacíos, el redireccionamiento de las migraciones entre espacios urbanos, y las diferentes estrategias de recuperación y renovación urbana.

De esta manera y de forma paralela al proceso de expansión suburbana la investigación se sustenta en la tesis de un movimiento de resistencia a los flujos centrífugos que valora la búsqueda de cercanía a los lugares de trabajo, las infraestructuras y los equipamientos (Bonvalet y Dureau, 2000). En las áreas centrales de ciudades latinoamericanas como Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá y Santiago de Chile, entre otras, “se observa una tendencia a la localización de ejecutivos medios y altos que valoran la centralidad y la accesibilidad” (ibíd., p. 83). De esta forma, “el movimiento centrípeto respondería (…) a estilos urbanos del que variables clásicas como la edad, posición del ciclo de vida y la condición social no darían cuenta totalmente” (ibíd., p. 84) de esta situación. Lo que implica que para hacer explícitas las razones de la elección residencial de estos nuevos habitantes se debe indagar en sus prácticas espaciales, trayectorias y la localización de sus redes sociales y familiares.

a. Amparando la tesis del urban infill

Para el caso específico de la ciudad de Santiago se sustenta la tesis del urban infilling o la tesis del relleno urbano. Este proceso tiene como principales causas el cambio sociodemográfico y cultural de la familia santiaguina con hogares cada vez más reducidos, formados por adultos mayores, personas solteras o separadas y familias con un solo hijo, para los cuales la periferia no es una opción atractiva.

En algunas ciudades americanas se propone la tesis y corriente urbanoarquitectónica del urban infill o el urban infill housing (Haughey, 2001) como estrategia de relleno, reconstrucción y reutilización de viviendas o de sitios baldíos o deteriorados ubicados en espacios centrales. El fenómeno del urban infill o relleno urbano se explica por varias razones. Una de ellas se asocia al retorno del mercado inmobiliario a una zona central, el que captura la renta potencial o el rent gap (Smith, 1979) de terrenos bien localizados en condición de deterioro y con precios de suelos inferiores respecto a otras localizaciones. El efecto más esperado y discutido de esta revalorización mercantil (Coulomb, 2001) se asocia al desplazamiento voluntario o involuntario de la población residente de bajos ingresos.

Una segunda explicación de la reutilización o relleno de espacios centrales se debe a los diferentes planes, programas de repoblamiento y de regeneración habitacional incentivados por algunos gobiernos locales. También se entiende como respuesta a la generación de subsidios de renovación urbana, incentivos fiscales o en la flexibilidad de las normas urbanas para reutilizar los espacios centrales. En América Latina, Ciudad de México y Santiago de Chile son ejemplificadores de estos procesos. Ambas ciudades después del terremoto de 1985 comenzaron intensos y cuestionados Planes de Repoblamiento. En la mayoría de los casos la oferta inmobiliaria estuvo dirigida a clases medias y medias altas (Paquette y Yescas, 2009; Contreras, 2008, 2011), aunque en Ciudad de México destacan algunas acciones realizadas por el Instituto de la Vivienda del Distrito Federal (INVI), permitiendo a hogares de escasos recursos acceder a la propiedad de un departamento central (Paquette y Yescas, 2009). No obstante, la retracción de los gobiernos locales y del Estado en la promoción de viviendas populares centrales incentivó un mercado inmobiliario que no prestó atención a la protección del patrimonio urbano, social y residencial.

Una tercera explicación de por qué se produce el urban infill –y que está muy asociada a la gentrificación de la demanda residencial propuesta por Ley (1980) y continuada por Hamnett (1991, 2003)– radica en el rol de las nuevas clases medias profesionales y técnicas, quienes valorizan por diferentes razones la vida en lugares centrales. Se trata de “nuevos grupos sociales con mayor avidez por el consumo cultural, esto último en el marco de las tesis sobre gentrificación de los espacios centrales” (Contreras, 2012:29). A lo anterior se suman significativos cambios sociodemográficos. Las personas y los grupos familiares cada vez más reducidos y diversificados (personas solas, divorciados, nidos vacíos, minorías sexuales, otros) tienden a valorar la diversidad de algunos barrios, la “accesibilidad de los restaurantes y atracciones culturales, y la capacidad de caminar al trabajo” (Haughey, 2001:6), como también la concentración de diferentes funciones urbanas, culturales y económicas.

El regreso a la ciudad consolidada se asocia también al rol que cumplen los departamentos como modelos de vivienda privilegiados superando las preferencias por casas. Este fenómeno es significativo en la ciudad de Santiago desde finales de los años 1990. A lo anterior se sumó la llegada del retail y su poder de reconquista de espacios centrales a través de formatos como los strips centers o malls verticales como el Mall del Centro, en pleno centro histórico de la capital. De esta forma, un elemento común de las manifestaciones significativas de la urbanización de los últimos tiempos es la convivencia de dos modelos urbanos: uno compacto y otro difuso (ciudad com-fusa en la perspectiva de Abramo, 2012). Estos modelos no son solo resultantes de las tecnologías de la información y comunicación, de planes o políticas de viviendas determinadas o del rol del mercado inmobiliario, sino que ambos deben reconocerse como manifestaciones de elecciones residenciales individuales o colectivas.

El urban infill no solo está marcado por la llegada de personas solas, minorías sexuales y/u otros tipos de nuevas familias, sino que también radica en los intensos procesos de migración intraurbana e intralatinoamericana, siendo Santiago un caso significativo desde finales de la década de los años 1990 principalmente por la migración masiva de peruanos.

En el centro urbano de Santiago, y en Chile en general, existen diferentes factores que explican esta llegada masiva a partir de los años 1990. Entre éstas, la existencia de un centro urbano que pierde población, hospedajes de bajo costo, transporte económico, situación de inestabilidad política y económica de Perú (especialmente antes del año 2000), y apertura democrática, estabilidad política y económica de Chile. A pesar de estas razones, resulta pertinente preguntarse dónde, cómo y por qué estos inmigrantes se asientan en el centro de Santiago (Luque, 2007).

Detrás de la tesis del urban infill se asume que “el crecimiento periférico pierde velocidad y las transformaciones demográficas y económicas comienzan a producirse con más intensidad en la ciudad consolidada” (Poduje, 2010:17). Esto último se refleja en el rol que cumplen los departamentos como modelos de vivienda que superan las preferencias de casas desde 1997 y en la llegada del retail, que tiene un poder de reconquista de espacios centrales en pleno centro histórico de la capital. Esta tesis del infilling es extensible a las comunas centrales, pericentrales y a aquellos territorios localizados dentro del espacio compacto y consolidado de la ciudad de Santiago.

b. La recuperación de los espacios centrales: un juego entre la oferta inmobiliaria y la demanda residencial de nuevas clases medias

Dos posturas transitan a la hora de revelar cuáles son las causalidades de la llegada de habitantes de ingresos superiores a las áreas centrales y la transformación socioespacial de esta. Del lado de la oferta, el cambio socioespacial responde a la penetración de un capital privado masivamente inmobiliario que busca generar plusvalía en sectores deteriorados o fértiles a la dinámica inmobiliaria, produciendo con ello un movimiento de llegada de habitantes con mayor avidez por el consumo cultural, gastronómico, y de oferta farandulera. El tipo de alojamiento generado sería de viviendas nuevas en edificaciones en altura y, en menor medida, resultaría del reciclaje de antiguas construcciones.

La segunda postura relaciona la revalorización y cambio socioespacial de las áreas centrales. Se alude al enfoque de la demanda residencial (Ley, 1980 y 1986; Hamnett, 1991 y 2003) y al arribo de una nueva clase media o nuevos grupos sociales con mayor avidez por el consumo cultural –esto último en el marco de las tesis sobre gentrificación de los espacios centrales. Lo interesante de estos habitantes es el uso diferenciado que tienen de los barrios y lugares habitados. Para algunos la centralidad constituye el espacio de proximidad, en cambio para otros funcionará como espacio abierto o utilitario (Authier y Bidou-Zachariasen, 2008).

Es probable que estos nuevos grupos no sean tan distintos respecto de los que existían antes, sino más bien podrían ser una ampliación radical en el porcentaje y en el número de sujetos urbanos más educados y cultos, que ven en los barrios centrales una opción residencial y un estilo de vida urbana distintos. Esta visión desde la demanda residencial y cultural daría cuenta también de que a los barrios centrales, y en especial a los históricos y con riqueza patrimonial, llega un grupo social más cosmopolita, que le impone al territorio sus cánones físicos y estéticos.

La visión reduccionista de ambos enfoques tiende a olvidar el rol de la movilidad urbana y de los cambios sociodemográficos como factores explicativos de la llegada de habitantes a los espacios centrales que se renuevan. En el caso de la ciudad de Santiago se genera un escenario donde las movilidades espaciales y residenciales se complejizan y se diversifican territorialmente. La existencia de una oferta inmobiliaria diversificada en términos económicos y territoriales, asociada al aumento del ingreso de las clases medias y diferentes modalidades de acceso a créditos hipotecarios, hace extensible una localización residencial no solo a áreas periféricas, sino también a territorios centrales y pericentrales. El movimiento residencial en pro de las áreas centrales es lo que incentiva este estudio, motivado principalmente por las posibilidades que entregan los proyectos de revitalización urbana y por las características sociodemográficas y culturales de los nuevos habitantes que ingresan y que ven a diferentes barrios de la comuna de Santiago como opciones residenciales permanentes o pasajeras.

La migración a la comuna de Santiago, según los resultados de la Encuesta CASEN 2006, correspondería a un flujo marcado por una fuerte presencia del quintil superior (entre 48% y 60%) en diferentes barrios del centro (Rodríguez, 2007). La entrada de grupos sociales de ingresos similares o mayores respecto a la población existente queda demostrada en una investigación denominada Cambios socioocupacionales y transformación metropolitana: Santiago, 1992-2002 (De Mattos, Riffo, Yáñez y Salas, 2007). En ella los autores demuestran que la expansión territorial de algunos sectores medios y medios altos en las áreas norte y oriente del Centro Histórico estaría marcando un incipiente proceso de gentrificación, observable en algunos barrios de la comuna como Brasil, Lastarria, Forestal, Parque O’Higgins y Lira. El fortalecimiento de esa tendencia estaría sustentado en un mercado inmobiliario que se consolida y que lee las demandas y transformaciones de quienes escogen la centralidad, aunque no todas las que arriban son gentries.

Aunque los movimientos de población hacia los barrios centrales no son capaces de contrarrestar la tendencia hacia la periferización, estos son elocuentes en distinguir las preferencias de muchos santiaguinos por la centralidad (Contreras y Figueroa, 2008). Dichos movimientos responden a demandas residenciales de clases medias, en especial jóvenes profesionales (yuppies: young urban professional or young upwardly-mobile professional) y solteros sin hijos (dinks: double income no kids) que ven al centro y a sus áreas pericentrales como opciones residenciales y laborales (Contreras, 2008). En estos últimos años la comuna de Santiago, y en especial los barrios que se renuevan, reflejan movimientos de entrada y salida desde y hacia la comuna, convirtiéndola en un espacio paradigmático respecto del tipo de habitante que penetra y que emigra, y de las nuevas modalidades de ocupación de sus espacios residenciales.

La movilidad residencial hacia la comuna de Santiago jugaría, por lo tanto, un rol de primera importancia, ya que el hecho que las familias se desplacen a lo largo de su vida a distintas localizaciones responde a un proceso de mantención de una identificación social y capacidad de pago que asocia condiciones socioeconómicas de los hogares con el valor del lugar habitado. Este proceso puede tener muchas variaciones asociadas a la evolución de la vida familiar y a los propios cambios de la ciudad, por lo cual la movilidad residencial sería un factor de explicación de los procesos urbanos y de los comportamientos sociales dentro de la ciudad.

c. La reconquista y recuperación de las áreas centrales por nuevos habitantes: un fenómeno en crecimiento

Del otro lado y casi en bipolaridad teórica, surge la noción de ciudad compacta en un contexto donde los capitales, empresas, inversiones y personas rescatan y ponen en valor las externalidades y economías de escala derivadas de la centralidad y pericentralidad. Más allá de esa polaridad, es interesante revelar cómo se conjugan en el espacio urbano movilidades espaciales centrípetas versus centrífugas (Dureau y Bonvalet, 2000; Contreras y Figueroa, 2008). El centro era importante en la fase fordista al “constituirse en un punto central de concentración y dispersión de la simultánea y sistemática creación de la vida urbana y suburbana” (Soja, 2008:342).

Hoy el centro cobra un nuevo sentido. Por un lado concentra funciones importantes y, por el otro, cede jerarquía y funciones a territorios próximos y contiguos. También constituye una opción residencial para nuevos citadinos, en especial profesionales y técnicos (Contreras, 2005; 2008; Contreras y Figueroa, 2008), y capitales comerciales que ponen en valor una vida más urbana. De esta manera, uno de los rasgos característicos de esta nueva fase es la existencia de una metrópolis transformada, donde el centralismo se acentúa y no se pierde (Carrión, 2001; Borja, 2005).

Lo que está en juego es la localización por la centralidad, en especial sus atributos de conectividad, accesibilidad, intermodalidad, e incluso la diversidad social y reducción del tiempo de viaje y de proximidad a las redes sociales y familiares. Pero no es solo la proximidad en su dimensión física lo que se pone en juego en las elecciones residenciales de los nuevos habitantes del centro sino que también su dimensión social y familiar. Las economías de escala y las