Padre e hija - Françoise Dolto - E-Book

Padre e hija E-Book

Françoise Dolto

0,0

Beschreibung

"Tal vez aún creas que para quererme tienes que darme la razón contra mamá, como si fuera necesario elegir entre las dos. En ese caso, mi querido papá, de ningún modo quiero ser motivo de perturbación y tristeza para ti. Te querré como antes y te comprenderé muy bien si prefieres no verme más. Pero yo no puedo –no por orgullo sino por deber y ternura real– aceptar el nefasto papel que te daría gusto –que se parecía al de un médico que abandona a un enfermo a su mal, cuando un suero le daría una última posibilidad, por muy frágil que sea, de curarlo." La correspondencia entre Henry Marette y su hija se inicia en 1914, cuando la pequeña Françoise apenas contaba con seis años. Este vínculo epistolar entre Padre e hija se mantiene a lo largo de años difíciles: la muerte de Jacqueline –la hermana mayor–, la depresión de la madre, el fracaso de los primeros noviazgos… En estas cartas puede hallarse el sello inconfundible de la fuerza vital de Françoise. Françoise Dolto (1908-1988), pediatra y psicoanalista francesa, ganó celebridad por sus descubrimientos en el terreno del psicoanálisis de niños. Participó, asimismo, junto con Jacques Lacan de la creación de la Escuela Freudiana de París.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 106

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Françoise Dolto

Padre e hija

Correspondencia

Dolto, Françoise

Padre e hija : correspondencia / Françoise Dolto. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2017.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

Traducción de: Alejandrina Falcón.

ISBN 978-987-599-495-9

1. Literatura. I. Falcón, Alejandrina, trad. II. Título.

CDD 840

Traducción: Alejandrina Falcón

Ilustraciones de tapa y contratapa: María Rabinovich

Diseño: Verónica Feinmann

Edición: Octavio Kulesz

Título original: Père et fille. Une correspondance

© Gallimard, 2001

© Libros del Zorzal, 2006

Buenos Aires, Argentina

Libros del Zorzal

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido

de Padre e hija, escríbanos a:

[email protected]

www.delzorzal.com.ar

Índice

Prefacio | 5

1914 | 8

1916 | 9

1917 | 10

1921 | 11

1929 | 14

1930 | 19

1931 | 22

1932 | 25

1933 | 27

1934 | 34

1935 | 38

1936 | 44

1937 | 57

1938 | 60

Françoise Dolto | 82

Prefacio

Entre el padre, Henry Marette, y su hija Françoise, que se convertirá en Françoise Dolto, algunos jalo-nes de una correspondencia sugieren un itinerario notable. Veinticuatro años han pasado entre las bre-ves líneas fechadas el 8 de noviembre de 1914 en que, al día siguiente de una declaración de guerra, acaba de cumplir seis años y admira su bello uni-forme de capitán en la foto, y la extensa y “confiada síntesis definitiva” del 15 de junio de 1938 cuando, en el umbral de una nueva guerra, se dirige a aquel a quien considera el único capaz de escuchar la ver-dad sobre el aislamiento familiar impuesto por la violencia reivindicativa de su madre. A riesgo de no verlo más, ha decidido despedirse claramente del drama iniciado después de la muerte de Jacqueline, su hermana mayor. El duelo por esa hija tan querida y la fidelidad absoluta exigida a cada uno de sus cumpleaños, temida cada año para el aniversario de su muerte o celebrada con una misa para su naci-miento, durante años hará de Françoise, quien se somete plenamente a ello, “la otra hija”, o aun “la hija que queda”. A ese padre, cuyo pudor extremo

teme, le escribe que lo extraña, que le gustaría mucho que le hablara de su juventud; le pide que acepte su exuberancia sin criticarla, para poder mostrarse “¡paf! –tal como pienso y con todo mi co-razón”. Se muestra conmovida cuando, embarcado en un buque transatlántico que lo lleva a los Esta-dos Unidos, él se preocupa tan vivamente por no estar junto a ella en el momento en que es sometida a una operación de apendicitis. “En tus líneas había tanto afecto que mi corazón se sentía muy cerca del tuyo. Y, sin embargo, no es una novedad: me consta que tu afecto hacia mí se ha duplicado por otro que fatalmente ha recaído un poco sobre mí”.1 1 Acaso podría expresarse mejor aquella sombra que pesaba sobre esa pequeña de doce años. Su última síntesis aún testimonia la confianza durable, púdicamente construida con el correr del tiempo y de las pruebas. Ella sabe que, tras la apariencia de severidad de las críticas paternas sobre su persona, él intenta conte-ner la rabia de una madre desesperada que asiste al alejamiento definitivo de su hija. ¿No es ése, acaso, el padre amante y “tiernamente querido” que en medio de una gran depresión la alentó a iniciar, en 1934, una cura psicoanalítica gracias a la cual logra alcanzar el pleno dominio de sus facultades? Mediante esta carta, cuya copia fue hallada en sus archi-vos y de la cual jamás se sabrá si fue enviada –y, en última instancia, al término de este itinerario, tampo-co importa–, ella desea dar testimonio para sí misma de su transformación radical, del orgullo que eso le causa, y también del orgullo que siente por ser la hija de ese padre, y poder al fin realizar los sueños y la vida de los que se siente definitivamente digna.

Asimismo, al comenzar el viaje analítico que le permitió descubrir su vocación, sin duda ya había descubierto la apuesta esencial, en la que su padre fue un compañero privilegiado: “Mi mayor deseo en este momento es conducir hasta el final este difícil tratamiento, porque sé que la mejor manera de agradecerte es convertirme en una mujer –en el sen-tido pleno de la palabra– de la que puedas sentirte orgulloso, y todo ello simplemente dejando actuar en mí la naturaleza que me has dado”2.

Muriel Djéribi-Valentin

1 Carta del 25 de abril de 1929.

2 Carta del 22 de julio de 1934.

1914

8 de noviembre de 1914 1

Mi querido papá:

Me habría encantado verte y espero que vengas muy pronto. Se te ve muy bien en la fotografía, con tu uniforme de capitán. Me gustaría escribirte una carta más larga pero no sé qué decirte. Entonces te mando muchos besos.

Françoise

Noviembre de 1914 2

Mi querido papá:

Te agradezco por travajar para mí y por hacer largos viajes de 3 días y, durante el verano, no pudiste vernos y estabas solo durante 3 meses, estuviste solo y yo casi nunca te escriví, pero ¡eres tan bueno con nosotros! Y además te quiero con todo mi corazón y, para demostrarte que te quiero me voy a portar muy bien, y para mostrarte que te quiero especialmente porque travajas para darle dinero a mamá, para darnos de comer y para bestirnos. Te mando un beso muy grande.

Françoise Marette

1916

Domingo 6 de febrero de 1916

Mi querido Papá:

¿Tuviste un buen viaje? ¿No te sentiste mareado3? Quisiera que los días fueran menos largos, porque quisiera volver a verte. Voy a rezar mucho para que regreses pronto. Hoy fuimos al parque con mamá, me puso muy contenta ir con mamá y mamá nos compró una pelota a fifi4y a mí, y entonces jugamos mucho. Voy a escribirte todos los días porque sé que eso te gusta. Me voy a portar muy bien porque sé que te vas a poner contento cuando te lo diga que me porté bien, y yo también estaré contenta de poder decírtelo. Te mando un beso muy grande y te quiero mucho.

Françoise Marette

1917

Jueves 20.30 hs, 11 de julio de 1917 5

Mi querido papá:

Te deseo un feliz cumpleaños, será triste este año de guerra. Lejos de mamá y de todos nosotros debes estar muy muy triste; no te apenes, papá, que yo pienso en ti y rezo por ti desde hace 8 días; consuélate pensando que yo pienso en ti; ya tienes 43 años, ¡eso es mucho! Como regalo, ya que no tengo nada para darte, te doy mi corazón, y como no es gran cosa un corazón también voy a tratar de hacer el esfuerzo, hasta que nos vayamos a Italia, de portarme muy bien. Estoy contenta de ir a verte porque, de otro modo, habrías estado lejos de nosotros durante todo el verano.

Fuimos al jardín botánico y vimos víboras y cocodrilos del Nilo.

También vimos monos y había ratas que se robaban lo que les tirábamos a los monos y los monos las perseguían. Te mando un beso.

Françoise Marette

1921

Jueves 17 de marzo de 1921 6

Querido Papá:

Te escribo después de haber ido a comprar la leche. Debes aburrirte mucho estando solo; nosotros, sobre todo mamá, nos aburrimos sin ti. ¿Ya se han abierto los huevos de la señora Charlot? ¿Y cómo son los frutos de esa unión? Cuéntame si ya han comido profiteroles. Nosotros comimos puerros a la vinagreta. Estoy mucho mejor de mi resfrío, aun cuando siga con tos. Todos los armarios ya están ordenados ahora. Mamá nos compró unas palas, porque los locatarios se llevaron las que quedaban. Ya empezamos a hacer un gran pozo. Aquí hay un sol radiante y hace más calor fuera de la casa que en su interior. Mi reloj anda muy bien, pero Fifi ya perdió la cuerda del suyo. Como nos estamos yendo para la playa te mando un beso muy grande y te digo: Hasta luego hasta pronto.

F. Marette

Vic s/Cère, viernes 19 de agosto de 1921

Querido Papá:

¡Sólo faltan doce días para verte! Y catorce días para verte por mucho tiempo. La lluvia sigue cayendo sin cesar; cae tan fuerte que ya no se ve ni una piedrita en la Cère. ¡Seguro que la trucha de tres libras ha de estar contenta! Mamá está en cama, te habrás enterado de los detalles por Mademoiselle7. Espero que no sea nada. Todos los días, una multitud de personas se agolpa en la estación de trenes, para irse. De hecho, se dice que la temporada ha terminado. En el hotel, sólo quedan Richard Mouton y Cía., el Señor y la señora argelinos, y el viejo cura. Además, la comida ha mejorado mucho, y no es poco decir. Hay una nueva empleada doméstica. Sin duda ya la habrás visto. Es hábil, activa y limpia muy bien, en especial los botines. Los más chicos ya no bajan a cenar al hotel por temor a que tomen frío. Mademoiselle les hace arroz con leche o sopa de tapioca con un huevo pasado por agua y mermelada. Fifi declara que, después de todo eso, está “muy lleno”.

Te mando un beso muy muy grande. Hasta pronto.

F. Marette.

Vic s/Cère, martes 23 de agosto de 1921 8

Querido Papá:

Noté por la carta que escribiste el domingo que no sospechaste hasta qué punto mamá estuvo enferma, que sufrió mucho y que tuvo mucha fiebre. Se acostó al día siguiente de tu partida, es decir, el miércoles, pues había tenido muchísima fiebre durante la noche del martes al miércoles, y seguirá en cama por dos o tres días más. Hoy ya no tiene fiebre, pero le sigue doliendo mucho la cabeza y está agotada. El doctor afirma que podrá irse el 31, pero quizá esté muy cansada después de pasar toda una noche en el tren. Ayer volvió a llover torrencialmente; hoy ya no llueve; cada dos horas asoma un rayito de sol, pero hace frío.

Sólo faltan ocho días para verte. ¡Ojalá que la carta certificada para la casilla de Deauville no se retrase!

Un beso grande.

F. Marette

PD: En La Semaine Suzette, publicaron mi grafología: “Vence el obstáculo. Carácter impaciente, nervioso e irritable, pero franqueza, sincera, espontánea, generosa, gran benevolencia, le gusta el ruido, el movimiento, no le teme a nada.”

1929

10 de abril de 1929 9

No podrás creer, pequeña Françoise querida, con cuánta impaciencia esperaba el telegrama prometido. Yo creía que la operación debía realizarse el lunes 8 y, desde las tres de la tarde de ese día, estuve en ascuas. Eso duró veinticuatro largas horas, pues recién ayer 9 a las tres un boy me trajo las breves palabras esperadas. Es muy penoso hallarse así, aislado en medio del mar, sabiendo que lejos de uno se produce un acontecimiento al cual hubiéramos querido asistir, o casi, y cuyo resultado debemos esperar durante largas horas. Sería mejor no saber.

En fin, ahora todo ha terminado y ya estoy aliviado. Cuando esta carta esté en tu poder, mi gira habrá comenzado tres días atrás y tú habrás regresado a casa, y muy pronto podrás retomar tu vida cotidiana. Imagino que no habrás tenido demasiada aprehensión. Con todo, siempre es un poco riesgoso ponerse en manos de los doctores. Esta formalidad habrá tenido, cuento con eso, una benéfica influencia en tu estado de salud general y, puesto que era preciso someterse a ella, alegrémonos de que haya pasado. Este viaje va llegando a su fin. Creía que llegaríamos el 10, es decir, mañana, o el 11; pero no arribaremos a Nueva York hasta el viernes 12 por la mañana. Las formalidades del desembarco son bastante largas, y recién a las diez y media u once podremos estar en el hotel. Se hace largo, y sin embargo el De Grasse es admirable por su simplicidad y confort. Excepto por las dimensiones, no puedo sino compararlo con el Stella Polaris. Público poco numeroso (trescientos quince incluyendo turistas y tercera clase), de modo que podemos movernos con comodidad. El sábado por la tarde, después de tres días de calma chicha, el tiempo refrescó; y, desde las tres de la madrugada del sábado hasta el domingo a las once de la mañana, tuvimos una tormenta de aquéllas que afectó a muchas personas. Mi joven compañero, muy gentil, se descompuso y se había puesto tan amarillo que parecía un auténtico chino. Mi camarote es perfecto. Dispongo de un camarote espacioso (como el del Stella Polaris) para mí solo, con sala de baño, lavatorio, inodoro: todas comodidades que tienen su encanto. La existencia transcurre apacible y monótona. Vivimos en una semisomnolencia; nos dedicamos a comer, digerir, jugar al bridge, al ajedrez o al tejo sobre el puente.

Nada sensacional entre los pasajeros. En su mayoría, personas cuya compañía resulta agradable, que gustan de la calma y el confort.

La comida es deliciosa, muy superior a la del Stella Polaris, y se necesita una virtud verdaderamente sobrehumana para limitarse en el menú. Pese a esta sabia precaución, creo que tiendo a engordar un poco.