Pasión de Lágrimas - J. N. Woolf - E-Book

Pasión de Lágrimas E-Book

J. N. Woolf

0,0
2,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Alex Verdson tiene sueños donde una mujer pelirroja le practica juegos sadomasoquistas. Una tarde en su trabajo se encuentra con esa misma mujer donde descubre su nombre y lo que busca. Ambos empiezan una relación donde Alex tendrá que profundizar en la vida de la señora Rachel Thompson. A partir de ese momento se replanteará si lo que viven es amor o una pesadilla erótica.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2022

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



J. N. WOOLF

Pasión de Lágrimas

J. N. Woolf, Pasión de lágrimas / J. N. Woolf. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2530-7

1. Novelas. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Sobre el autor

Quiero agradecerles a mi familia, en especial a mi hermano Facu, por enseñarme el mundo del cine y la literatura.A mamá y a papá: Muchas gracias por confiar en mí.A mis amigos: Los quiero con todo mi corazón. Muchas gracias por ayudarmey darme el aliento que necesitaba y el valor.Los quiero mucho a todos.

1

Contemplando el paisaje de mi terraza con mis gafas de sol, me ando preguntando si hago lo correcto por los demás o tengo que hacer algo por mí. En la planta baja se puede escuchar a mi amorosa madre riéndose por mensajes que le llegan de su móvil, mi hermano lo escucho en mi cabeza repitiendo como un mantra lo que va a escribir para su amigo, por correo.

Mi padre trabaja como guardia en una fábrica de laboratorios, lamentablemente se encuentra con nosotros, en el patio con su manguera automática, ruidosa e insoportable lavando el piso y las plantas. Masajeándome las patillas, haciendo nudos graciosos pienso en el mundo que me espera ahí afuera. A mi perro lo puedo ver cabeza abajo en la puerta de calle, ladrando como loco a los perros vecinos. –YA ESTOY HARTO – exclamo para mis adentros agitándome los ojos de rabia e indignación, solo se me ocurre salir, pero uno se pregunta ¿a dónde puedo ir? mucha confusión rueda por mí. Familia, amigos, yo.

Se me ocurre salir con mi hermano, siempre unidos hablamos de nuestros problemas que pasamos en casa y lo que le pasa en su trabajo.

—Ya no se que le puedo decir, siempre se toma el día.

—Tranquilo, lo que puedes hacer es cambiarte de sector.

Cada vez que se me sale esa idea, él me mira con una cara de enfado, entiendo que no quiera y siempre me repite lo mismo:

—NO. Ya sabes que no es la solución.

Ronda por mi cabeza esa respuesta de enfado, solo trato de ayudar, no es tan difícil –TRANQUILIZATE ALEX – la voz de mi conciencia me grita, tiene razón no puedo seguir así, tengo que poner un freno a las cosas.

Cada noche a la hora de dormir, pienso como es estar con la persona que me daría su amor, con quien podría contar, cuidarme cuando lloro, hacerme sentir como un rey. ¿Dónde estás amor de mi vida? Aunque no soy nada romántico, cuando era muy chico escribía mis propios poemas en secreto. La mujer de mis sueños: es pelirroja, con los labios pintados de rojo escarlata, hasta su manicura es del mismo color, en su cuello cuelga un collar que dice (LOVE).

No lo sé, pero mi cuerpo arde en llamas, el miembro se me levanta de sorpresa y se me mueve de arriba para abajo, ella saca su látigo de tiras de uno de sus profundos bolsillos.

—Así será cada vez que sueñes conmigo.

—Claro, ama.

Me preparo para el primer latigazo, no puedo moverme estoy atado a una cama, con cadenas bien firmes. A penas el látigo suena cuando toca mis pechos, grito.

—Cállate o la próxima será más fuerte – me ordena, pero a la vez suena como una amenaza.

Ya al segundo golpe, me despierto de sorpresa todo traspirado, el corazón me bombea más y más fuerte, me masajeo los ojos, no entiendo porque estoy llorando si fue placentero nunca en la vida tuve un sueño erótico y a la vez excitante. Me voy a la cocina a servirme un vaso de agua, pero donde lo estoy bebiendo no me da inspiración, abro la puerta del patio y subo a la terraza a ver las estrellas, bebiendo lo que queda del agua.

Estudio mi último año de secundaria en el instituto Resal. Es un colegio bastante exigente, los últimos cuatro años no se cómo hice para levantar tales notas, pero a la vez me siento feliz de poder conocer a dos de mis amigos: Eva y Ventura. Estas últimas clases del mes, vinieron profesores y alumnos de universidades prestigiosas y en mi caso puedo decir superficial, por ahora no me interesa seguir estudiando, a penas puedo con mi trabajo en la cafetería Starbucks, gracias a un tío pude entrar, ya hace un año que trabajo ahí. Aprendí mucho de las maquinas y ya me sale hacer el capuchino expreso.

Cuando ya era la hora de irse, Eva y Ventura salen conmigo. Somos de ir a la plaza que está al fondo del centro. Damos un par de vueltas, y pasamos a una cafetería que está enfrente del parque.

—¿Qué les sirvo? –

Nos pregunta una chica joven y bonita.

—Un café con leche y dos Coca–Colas

Hace el pedido Eva.

Mientras mis amigos hablan de sus notas y sus proyectos para el futuro. Miro por la ventana. No lo sé, pero siempre tuve curiosidad por lo verde y por los colores que me atraen, pero en ese momento veo algo que me nubla, es una ardiente mujer no más de treinta. Pienso que puedo estar equivocado. No puedo parar de mirarla, la baba se me cae, tengo todo el uniforme babeado, pero no me importa, sigo observando a esa sexy mujer, ella saca de la cartera de Prada, un diseño excelente, un cigarrillo y un encendedor, pestañea dos veces al fumar. Un chasqueo de dedos interrumpe mi fantasía, es Ventura con sus ojos señalándome las botellas.

Al terminar nuestro segundo desayuno, cada uno parte a su hogar, sigo pensando en todo el viaje, mirando el paisaje a esa candente mujer, ojala me hubiese mirado, sería el toque final de mi fantasía. Mis ojos se están cerrando, será mejor dormir unos quince minutos. Aún faltan ocho estaciones.

Al llegar a mi casa, estoy solo, veo si está todo correcto, gas apagado, ropa seca en el balde y luces encendidas, perfecto, puedo descansar. Lo bueno de hoy, es que Fito mi querido dálmata se lo llevaron con sus amigos al parque, ya me lo imagino jugando con ellos, remolcándose en el pasto con la pelota de tenis. Tengo hambre, voy a la cocina a prepararme un sándwich de pollo con un toque de aceite y un vaso de Coca – Cola light.

Termino de merendar y me pongo a estudiar para los exámenes finales, son la semana que viene y lo peor es que son tres exámenes, voy a terminar rendido. – Vamos tu puedes – exige la voz de mi conciencia, es cierto, a pesar que tengo veinte años y sé muy bien que la edad es un numero, nunca estuve tan seguro de seguir la voz de mi conciencia. Mi abuelo tenía razón, tengo que hacerle caso, aún no olvido la última conversación que tuvimos a solas antes de que partiera.

—Siempre fuiste fuerte, mi querido niño. Nunca te voy a olvidar y nunca olvides de escuchar a tu conciencia. Ella te guiara como tu ángel de la guarda. Prométeme que seguirás mi consejo.

—Lo prometo.

Fueron mis últimas palabras llorando, ya no podía sentir su pulso, murió frente mis ojos. Cada dos meses, un domingo paso por el cementerio a darle unas rosa y contarle como ando, siempre lo hago en secreto, no quiero lidiar con las frases siguientes de mis padres – DEJA DE IR AL CEMENTERIO, NO TE HACE BIEN. ¿Cuándo VAS APRENDER? – esa última pregunta me la hago siempre con ellos, se que son mis ¡PADRES! Los quiero, ya llega un punto que debo darme cuenta que si ves que nadie te ayuda para sentirte bien, te ayudas a ti mismo, eres la única persona que puede hacerte sentir bien, entre otras personas.

Tú te tienes a ti mismo para pelear con tus fantasmas del pasado.

A la semana siguiente me voy a trabajar, esta vez entro temprano. No siempre es así, pero como hoy no había clases mi jefe me ha recomendado el turno mañana.

Es cierto de lo que dicen, a la mañana hay muchos clientes reclamando y a la vez pidiendo que se les atienda sabiendo que estamos súper ocupados, mis compañeros no sé cómo hacen para aguantarlos, por mí, los hundo en un mar profundo.

Limpiando las tazas, llega Nico, su cara me dice todo, necesita ayuda con la gentuza. –Dios ayúdame con esta gente insoportable – digo para mis adentros, sacándome los guantes caminando y tirándolos a la parte de arriba del la máquina de exprés, me quedo paralizado un buen rato. ¡Hay no! Es la chica de mis sueños, la misma chica que vi por la ventana ese día.

¿Por qué ahora, porque en este momento? Me acerco con mirada falsa, no me gusta ser falso y nunca lo fui, espero que funcione, siendo mi primera vez.

No entiendo nada, mi mente es un abismo de preguntas sin respuestas. ¿Qué demonios querrá? ¿Sabrá mi nombre?

—Buenos días ¿En qué puedo ayudarla? – tranquilo y sereno

—Buenos días, quiero una lagrima con poca azúcar y dos panecillos calientes, con queso frito.

¡Bueno! me parece que esta mujer tiene bastante hambre, por su figura puede que sea una modelo. La veo como de treinta, ni más ni menos.

—Enseguida, señora.

Voy todo apresurado hacer otros pedidos, creo que le caí bien de entrada, espero que tengamos algo en común –Estas trabajando – me grita la voz de mi conciencia, no le hago caso, esta es mi oportunidad de presentarme. Ella se apareció en mis sueños, puedo reconocer su aspecto físico fácilmente.

Pongo todo el pedido en la bandeja, en mi mente hago un mantra para conservar el equilibrio, no quiero parecer un tonto enfrente de ella.

Le gusta mirar el paisaje. Tengo que averiguar más.

—Me tomare el descanso ahora, cúbreme Nico.

—BIEN.

Con cuidado, entrego todo a su mesa, no deja de observarme, mi corazón esta latiendo con fuerza – TIRATE ENCIMA– dice mi corazón.

—Gracias.

—Es un placer, nuestro trabajo es que… el cliente se sienta cómodo con todo, hasta el asiento de cuero que está usted sentada.

Esboza una sonrisa y a la vez una risita, no puedo parar de ocultar también mi risa y nos reímos al mismo tiempo.

—Rachel.

—Alex Verdson.

No puedo creer que me haya dicho su nombre.

¿Cuántos secretos habrá en esta conversación?

2

Estoy en la estación de tren, rumbo a casa. Aún estoy recordando todo lo que la señora Rachel y yo halamos.

—¿Así que estás terminando el colegio?

—Sí. Es el último año. Quiero terminarlo, más con mis amigos que entre los tres siempre nos ayudamos.

—Me parece correcto, la amistad une.

—Gracias, escucha tengo que volver al trabajo. Quisiera seguir, pero mi jefe es un tonto y no entiende cuando hablo.

—Ha sido un placer.

En ese momento se levanta, me deja una propina grande y un papelito.

Estando en casa, estoy acostado con los auriculares, escuchando música de yoga, mis compañeros del colegio me lo recomendaron cuando me veían durmiéndome en las clases. Dios, ese día nunca se va a borrar.

Entro a un hermoso sueño, está todo oscuro. Solo puedo ver en cada esquina velas afrodisíacas. Es una habitación elegante, veo que en el techo hay un espejo enorme. A mi derecha veo que hay un estante de látigos de tiras, a mi izquierda herramienta extrañas que no puedo diferenciarlas.

Quiero levantarme, pero veo que mis brazos están atados, no solo eso, estoy desnudo acostado en una cama matrimonial, apoyado en sabanas de satén. Miro para arriba. Lo que me tiene atado es una bufanda de seda blanca, esto es una tortura, pero a la vez no puedo negar que se siente rico.

Aspiro tranquilo, pero en un momento se escucha música agresiva, no conozco el cantante pero puedo asegurar que es de rock. Unos tacones resuenan en el piso, es de madera por lo que puedo notar. Una figura de mujer se acerca, vestida sensualmente de policía. Su cara me resulta familiar.

—Rachel –

Grito.

—Hola Alex, vamos a divertirnos.

En su mano izquierda posee un látigo de tiras. Mis piernas se mueven, pero ella al notar lo que hago, me da un fuerte latigazo en los genitales.

—Aaaggg –

Me retuerzo de dolor, santo dios esto duele bastante, es peor que una patada.

—Deja de moverte, ese azote era una advertencia.

Ya veo, lo que le gusta a esta bruja es jugar rudo. Entiendo todo. Tendré que jugar, total es un sueño, no es real.

Después de un buen rato de azotes, ella tira el látigo, se desnuda enfrente de mí. Se apoya en mi cuerpo y a la vez se levanta.

Jadeo, ella se mueve gozando a gritos hasta que un momento eyaculo. Doy un último respiro.

El sueño fue perfecto, pero a la vez me pregunto ¿Por qué acabé tan rápido? soy hombre, debería de seguir, siento unas cosquillas dentro. No doy importancia a la gente, ellos que van a saber de sueños eróticos. Estando en la estación de tren, veo ese hermoso paisaje hipnotizándome, como chocolate a su dueño.

Dentro del tren rumbo para el trabajo, saco del bolso mí querido diario.

Miércoles 29 de Noviembre del 2017.

Estoy soñando todo el tiempo con esa hermosa mujer, ahora se como se llama, sé que no es coincidencia que me la haya encontrado en el trabajo, ni que me haya dado su nombre.

Tengo que averiguar sobre el papel que me dio antes de partir, lo tengo guardado en el bolsillo del saco, pero tengo miedo de saber que hay. Sí, tengo miedo. Me puedo describir como un tonto e inmaduro, pero es lo que ciento, no lo pienso negar, tengo que averiguar más sobre ella.

Me pica la curiosidad, aún falta para mi descanso y estoy atendiendo a insoportables clientes que no saben que elegir, me desespero, pongo la mente en blanco un rato largo, pero no me sirve. Unos aplausos interrumpen mi tranquilidad y quien más puede ser que mi jefe.

—¿Que anda pasando con esos cafés?

—Enseguida.

—No te pago para eso Verdson, que no vuelva a pasar.

—No señor.

Llegó mi descanso. Hoy tengo suerte, diez minutos más. Estando en el parque, a dos cuadras de mi trabajo, saco el papel de Rachel. Estoy algo nervioso, no sé si pueda con esto. Me dio su número de teléfono, guau. Si que tiene una gran confianza.

Saco el móvil del bolsillo de mis vaqueros, la llamo.

—Hola.

Hasta su voz en el teléfono es sexy.

—Hola Rachel, soy Alex, gracias por darme tu número.

—Fue un placer, te veo confiable.

Me prepuso seguir hablando a la noche en su casa, le dije que sí. Estaría allí a las diez y media. Al volver al trabajo no hay tanta gente para atender, tomo un respiro.

Tengo que estudiar para los exámenes finales, son en tres días y aún no toco ningún libro. Voy enseguida al living, agarro el libro de biología, es la que tengo que aprobar. La ultima vez me he sacado un cinco, debió a ver sido un seis, con solo pensarlo me da una rabia, soy pésimo con todo lo que tiene que ver con las células, tengo que estudiar diez páginas y ver a Rachel en cuatro horas, me ruborizo, pongo los ojos en blanco.

Después de estar media hora estudiando, veo el reloj. Aún hay tiempo para descansar, veré un poco de tele. Un rato viéndola, Fito se aparece sentado y con cara manipuladora, dios, tengo que sacarlo, ciento de veces lo saco, a veces me gustaría que ayudasen.

Es de noche, no hay nadie en el parque, solo gente corriendo por un camino floral, trotando de aquí para allá. Saco la pelota de tenis de la bolsa y la tiro lo más lejos que puedo, me encanta ver a Fito correr, es tan veloz, hasta me gusta escuchar su chapa que cuelga.

Ya es casi la hora de encontrarme con ella, me baño, me afeito y me pongo algo de gel, casi nunca lo uso, no me parece correcto para el pelo, tengo mis propios trucos para que me brille. Solo a veces me pongo productos de mi madre.

Ya estando listo, lo que falta es evadir a la familia. Por suerte mi hermano se ha quedado a dormir en la casa de amigos de trabajo. Papá está todavía trabajando, ya debe estar saliendo, Fito está en su cama durmiendo plácidamente, me pregunto qué sueños tienen los perros.

—¿A dónde vas?

Maldita sea.

—Voy a lo de Ventura, hay cosas de las que tenemos que hablar.

—¿Ha esta hora?

¡Huy! Pero que pesada y que desconfiada, el día que aprenda, me hago monje.

—Sí, mamá. Puede que me quede a dormir.

—Muy bien, hijo.

Salgo a toda velocidad para la estación de tren, reviso el reloj. Aún tengo tiempo, si tomo el que está viniendo sería muy temprano, me decido a tomar otro, total cada cinco minutos llegan.

Reviso el móvil, lo uso en ocasiones para disimular, la estación está un poco llena, tengo un mensaje de Eva.

*Hola Alex, me encantaría que te pasaras mañana por mi casa.*

*Así podremos estudiar para biología.*

El mensaje me llega al corazón. Ella siempre tan demostrativa, por eso somos los mejores amigos junto con Ventura.

El tren está llegando, perfecto, más rápido en lo que debía. Estando dentro me pongo a escuchar música, solo son ocho estaciones. Tengo que caminar cinco cuadras.

No sé si llamarla, estoy un poco excitado por verla, al diablo la llamo.

—Hola.

Como siempre esa vos seductora.

—Hola Rachel, quería avisarte que estoy llegando.

—Ok, cariño no te preocupes confió en ti, ya te lo dije.

—Lo sé, dentro de un rato nos vemos, saludos.

Uf. Que tenso me puse, es tan difícil hablar con esta mujer, que con solo escucharla me derrito con tanta facilidad. Será mejor que siga con mi música, falta la mitad del viaje.

La estación está media oscura, no tengo miedo, ya estoy acostumbrado a estos pasadizos oscuros. Cruzo por un puente nada agradable, solo puedo notar una silueta caminando frente mío, no le doy importancia, solo es un chico un poco asustado, se nota que no le gusta la oscuridad, por dentro me da lástima.

Toco el timbre y me abre una mujer pequeña y robusta.

—Debes de ser Alex, pasa.

Guau, nunca pensé que iba de ser tan fácil entrar a una casa. Ya de entrada la señora me cae muy bien, me señala un sofá color blanco, el diseño de cuero es maravilloso.

—¿le gustaría Coca, agua o café?

—Un vaso de Coca–Cola.

—Enseguida.

Rachel baja con un vestido de terciopelo rojo escarlata, casi se me cae el vaso. Por suerte no pasa. Sus zapatos negros son de un tacón tan alto, que me cuesta poder cerrar mi boca.

Se sienta en el respaldo del sofá cruzando las piernas, sonríe fríamente, me sorprende que no me esté hablando. Mi mente está pasando por un lago de preguntas. ¿Me quedo? ¿Me voy? El tema es que no lo quiero hacer. Soy maduro para mantener una relación de este nivel, a demás esta mujer me sedujo en sueños y después apareció en mi trabajo, soy consciente que no fue casualidad o cosas del destino como siempre ando diciendo. Pero lo mejor va hacer seguirle el juego, si veo que algo no está bien y no funciona me voy, será lo mejor.

Pasa por un gran salón sin hablarme, no entiendo nada. Aparece después con un pote de frutillas y dos copas de sidra. –Tranquilo Alex – me dice la vos de mi conciencia.

Intento mirar por otro lado, pero ella me agarra suavemente de la mandíbula, aprieta feroz mente hasta poner su boca en la mía. Me entrego de pasión y lujuria, nos acostamos en el piso. De repente le arranco feroz mente la prenda. Le chupo un pezón.

Me agarra del pelo hasta jalarlo, como hace un jinete con su yegua. Me tira al suelo, saca con ferocidad mis vaqueros y mis calzones, empieza a chuparme el miembro, gimo.

Aaah, No puedo parar de gritar, mis uñas se clavan en la alfombra.

Nos detenemos por un rato, saco de los pantalones que están desparramados en el suelo un preservativo, suerte que vengo preparado.

Rachel aprovecha el momento y me ayuda a ponérmelo, su lengua viperina acaricia mis labios.

—Quiero que ese pene este dentro.

—Yo también.

Le saco su falda negra con cuidado y sus bragas, me saco también la camisa, la penetro. Jadea, mientras me muevo para arriba con fuerza, también empiezo a jadiar.

—Ay nena, como me calientas.

No responde, le empiezo acariciar los pechos, se los aprieto con fuerza, los estoy empezado a chupar, hasta que acabamos.

Me volteo hacia mi derecha, contemplamos por un buen rato el techo, como si estuviéramos en la playa.

Me despierto sobresaltado, siento que tengo toda la ropa desgarrada. Rachel sigue dormida. Su maquillaje sigue perfecto, me alegro que este bien, tengo que admitir que estuve asustado, no se puede comparar un sueño con la realidad, aunque debo admitir que en los sueños el sexo es más duro.

Tomo dos frutillas, están riquísimas, las bajo con un sorbo de sidra, también esta riquísima. No puedo quedarme, la levanto con cuidado y la apoyo en el sofá. Le voy quitando los zapatos.

Voy al piso de arriba buscando desesperado el baño, gracias a dios lo encuentro, era la primera puerta del pasillo. Estando dentro me miro en el espejo un poco frustrado, despeinado y bañado en sudor. Tomo sorbos de agua y de paso me arreglo el pelo.

Un largo rato secándome y sin parar de ver el reflejo de la persona que está frente a mí. Siento que se me caen las lágrimas, no sé si es de pasión o de dolor, quiero estar con ella, pero no me estoy sintiendo incómodo.

Al estar en la planta baja, reviso el salón. Sigue dormida.

Tomo de la mesita de luz una lapicera y en el cajón saco un anotador.

Me encantó nuestra noche.

La mañana siguiente chequeo la agenda, tengo anotado entre paréntesis una tarea importante (volver a retomar taekwondo)

Si. La decisión es fuerte y apasionada, quiero volver.

Antes de ir a clases, paso por el gimnasio.

De paso pago la cuota para empezar.

—Hola Alex, me alegro que vuelvas.

Siempre tan simpático, espero que sea así en las clases.

—También me alegra volver a verlo.

Un año que deje de entrenar, todo por un inconveniente absurdo.

Me da para firmar los papeles de inscripción, mi corazón late de emoción, conoceré gente nueva.

Eva me viene abrazar con mucha alegría, Ventura me saluda dándome la mano agitándola con fuerza.

—Alex, ¿Por qué no respondiste?

Hay no.

—Tienes razón, estaba en otro planeta, lo siento. Acepto la invitación.

—Me alegro, no hay drama. Ventura tu también estas invitado.

—Gracias, amiga.

Los tres amigos siempre juntos, nunca podre olvidar cuando el día del amigo, en el primer año, les regale una pulsera de cada color.

La de Eva verde, la de Ventura roja y la mía es azul.

3

Me pongo a pensar en Rachel. Esa mirada tan fría directo a mi ingle.

Me ruborizo con solo pensar en esa noche, hasta ahora mi rostro se encuentra ruborizado, mis compañeros me miran.

El profesor no deja de mirar lo que hago, estoy muy incomodo, me molesta pensar en esa mirada. Qué raro, el día que volví a inscribirme el estaba simpático, tan confiado hasta ese momento. Pero ahora no se qué pensar – la verdad no entiendo como a veces soy tan ingenuo – no lo entiendo.

Después de entrenar dos horas me siento mucho mejor, mis compañeros nuevos son muy amables en cuidarme y hacerme recordar algunas técnicas de patadas defensivas.

Tengo muchos mambos en la cabeza, aún no entiendo.

Cómo pude llevarme biología.

Lidiar con eso no fue fácil en casa. Al llegar, mi hermano pudo consolarme y entenderme. En cambio mi madre no fue la mejor opción. Me miraba con una cara de enfado y con sus palabras superficiales, no me hicieron sentir bien.

Solo di la espalda y en ese momento puso su papel de víctima.

No di tanta importancia, solo hable con Cristian.

—No te preocupes, saldrás de esta.

Cristian y yo estamos estudiando para la semana que viene. Me pongo a recordar el momento que di mi último examen de matemáticas.

Ya había tirado mucha plata en particular y era este el momento de demostrar conocimiento.

Un chasqueo me hace volver a la realidad, Cristian me está mirando con mala cara, se lo que tengo que hacer. Lo quiero mucho pero a veces no me gustan sus maneras.

Reprobé. Es tan difícil describir como me siento.

Solo quiero llegar a casa, llamar al trabajo para avisarles que no voy a presentarme. Si quieren pueden mandar un medico de reconocimiento.

Lo que puedo agradecer es como mis padres pudieron entenderme, no siempre lo hacen, pero sus mensajes que me llegaron en el móvil fueron maravillosos.

Después de unas horas, Cristian pudo entenderme, son solo cosas que pasan. La rendiré para más adelante, lo más importante ahora es festejar que se termina el año y hablar con mis amigos sobre vacacionar después de la graduación.

Sábado 16 de diciembre Del 2017

Una parte se siente mal por no a ver aprobado, pero como siempre le dije a mis amigos: Esto también pasará.

Pero aún así me graduare, festejare con mis amigos. Eva hace unos segundo me llamo diciéndome que podemos hospedarnos, los tres en su casa de playa.

Estoy muy feliz, pero no sé si a Rachel le gustara la idea.

El día pasa volando, solo quiero acostarme y relajarme.

El médico de reconocimiento vino hace un rato, le conté que tenia dolor de estomago. Me pidió que haga reposo y que coma liviano. Ojala fuera eso.

Siendo domingo me paso la mañana en la biblioteca. Mi familia no sabe donde estoy, ni deben saberlo.

Tomo asiento en los sillones de pana color café. Son tan suaves para apoyar la espalda. El libro, más la canción suave y apasionada que pasan, me hacen sentir que estoy en otro planeta.

Unas chicas hermosas se sientan juntas en el mismo sillón. Dejan un par de libros en la mesa. Me observan, van riéndose en silencio.

Se van enseguida, por un lado mejor, quiero seguir leyendo, por otro lado hubiese estado bueno poder tomar un café.

Me encuentro a Rachel tomando un café. Va abrigada con un tapado escarlata. Hace una seña.

—Hola.

—Ah… hola Rachel.

Siempre tan simpática con el café. Debe tener efecto en ella.

—Estaba en la biblioteca, me iba para mi casa.

—Espera, quédate. Yo invito, quiero hablar.

Quisiera empujarla hacia la mesa y hacerla mía.

Tomo asiento. Nos miramos seriamente.

—Quiero disculparme por lo que paso esa noche.

Guau, no esperaba una disculpa.

—No te preocupes, he disfrutado.

—Tengo que decirte algo sobre nosotros.

Las cosas se están poniendo tensas, una parte mía quiere salir corriendo, pero sé que no es bueno ser cobarde.

—Adelante Rachel.

—No creo en el amor, eso es para bobos. Mis gustos son diferentes.

—Entiendo.

Ay. Eso duele. Pensaba que íbamos a formar una pareja.

Ella me mira preocupada, ¿Le preocupo? ¿Me entiende? Son tantas preguntas que no tienen respuesta.

Soy consciente que dios o la vida me está poniendo a prueba.

Mi conciencia está buscando un archivo que pueda contestar.

—¿Entonces solo tendremos sexo?

Me imagino la respuesta.

—Será nuestro secreto.

Dios, responde muy fácilmente. Es como si leyera mi mente.

Tomo el café que me encargo con unas masas bañadas en mermelada. Están muy buenas.

Rachel sonríe por como mastico, saca de su cartera de Prada, un pañuelo de tela blanco.

Al terminar de limpiarme, le explico mi situación con el tema del viaje.

—Mira Rachel, creo que no podré verte por unos días.

Me mira con cara aterrada, espero que no diga lo que estoy pensando.

—¿Qué es lo que pasa? ¿Tu familia lo sabe?

—Claro que no.

—Eso espero.

Responde muy seria.

Nos seguimos mirando con cuidado, siento que quiere matarme, aunque debo decir que ella no fue muy santa con lo de esa noche.

—Mira Rachel, organice para irme con mis amigos de viaje.

—Oh, qué bien.

No la veo muy segura, es una sonrisa hipócrita, eso me lástima.

—Espero que la pasen bien y les deseo lo mejor.

Dicho eso termino de comer y me voy. Ella me da un beso en el cachete.

El trabajo me está matando, no sé si renunciar es lo correcto. Económicamente estoy bien, pero siento que me falta un golpe de motivación.

Algo que me sigue molestando, es que los clientes no sepan esperar, siempre es la misma historia, ya me tienen harto –Hay que estar tranquilos en el trabajo – recito esto como un mantra.

Ya estando en mi descanso, saco de mi cartera mi diario.

Miércoles 27 de diciembre del 2017.

No quiero irme de viaje, quiero quedarme con Rachel. Es una hermosa mujer, puedo decir que me enamore de ella y quiero formar una familia. Sé que suena loco, poniendo todo lo que siento en este diario.

Espero no estar equivocado con respecto a mi Rachel.

Mi turno gracia a dios termino, estoy muy cansado y quiero acostarme ahora, voy a la estación de tren.

Una vez dentro del vagón con destino a casa, duermo un rato.

Sueño con Rachel teniendo a su lado tres hermosas criaturas.

Los niños van corriendo hacia la pradera, Rachel y yo vamos tras ellos de la mano.