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Después de los acontecimientos ocurridos desde hace un año, Alex Verdson y Rachel Thompson deciden quedar como amigos. El deseo y el control lo siguen torturando. Mientras tanto, en lo más profundo de la oscuridad, alguien quiere tomar revancha. Alguien que se oculta en la soledad y el odio. Alguien… que los quiere ver muertos. Los deseos y la obsesión aún siguen latentes en Rachel. Como también… la ambición de querer recuperarla. Alex tendrá que luchar con sus fantasmas del pasado, sus traumas, y por el amor que quiere sentir. Olvidar. Amar.
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Seitenzahl: 200
Veröffentlichungsjahr: 2022
JULIÁN NAHUEL VACCA
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ISBN XXXXXXXXXXXXXXX
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EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Mamá, papá: gracias por los momentos en que nos enfrentamos y nos arrancamos los ojos. Eso demuestra que no debo caer, que debo seguir luchando. Adoro los enfrentamientos, como también los momentos en que compartimos la empatía.
Los amo con todo mi corazón.
Abuelito: Este sueño que estoy logrando es gracias a ti. Lo compartiremos hasta el final.
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Table of Contents
Quiero agradecerles desde lo profundo de mi corazón a todos mis queridos lectores. Quiero darles las gracias a todos los que hayan disfrutado el comienzo de esta hermosa historia.
Graciela de Martino y Graciela (Parque). Manuel, Sergio, Silvia, Fernando, tía Jenny, Daniela, Ster (prima de mamá), Silvina, Fabián, Felipe, Alejandra, librería ficciones ll. Mel, Mariza, Estela, Melissa, tía Ana.
Graciela Mansilla, Ernesto, Esteban, Marcelo (primo de mamá), Grupo perruno. Iván (mi mejor amigo), Amelia, tío Carlitos.
A mi querido hermano Facundo, te quiero tanto, eres lo mejor que me ha pasado, me has ayudado a seguir con esta locura, como también mostrarme este mundo de la literatura y el cine erótico.
Te amo con todo mi corazón.
Está en plena oscuridad. En lo más profundo de lo que puedas imaginarte.
Es una iglesia abandonada, no hay nada, solo oscuridad y temor.
En un pequeño rincón, el sonido profundo de los tambores hace sentir en carne viva el miedo.
Doom, Doom, Doom, Doom, Doom.
Una pequeña fogata, con alguien a unos centímetros encorvado, parece estar desnudo, una manta negra sucia, algo rasgada, le cae por la espalda.
La persona anda descalza, los pies están sucios y dejados estar.
Uñas sucias y amarillas, llenas de arañas caminado y picando.
—A su tiempo, a su tiempo.
Susurra para sus adentros.
Saca de no sé dónde un papel arrugado. Los tambores no dejan de sonar. ¿Quién los hace sonar? ¿De dónde provienen? ¿Qué es todo esto?
Abre el papel arrugado. Es una foto.
Es una pareja sonriendo. La imagen muestra un día de amor y ternura.
Estruja la foto y la tira a la pequeña fogata.
—Desgraciados.
Riñe entre dientes.
Toma un cuchillo pequeño algo oxidado. Empieza a deslizarlo por los muslos, empieza a caer la sangre. Se la esparce por los pechos y la boca.
Luego pasa el cuchillo por su dorso y por su vagina.
Ha pasado un año desde que Rachel y yo terminamos. Me intriga saber qué es lo que estará haciendo.
Aún no supero lo del secuestro. Ha sido bastante traumático, estoy medicado por recomendación de Vico.
Estoy tratando de relajarme, pero no he conseguido hacerlo. Lo único que he podido hacer estos últimos tiempos es volver a mi pelo natural. Sentí que es lo mejor para poder empezar de nuevo.
Mientras que estoy desayunando, voy recordando lo que ha pasado la noche que Rachel y yo llegamos a casa después del incendio.
Lo siguiente fue lo que hablamos en el parque.
—Lamento por lo que tuviste que pasar.
—No quiero que te lamentes, Rachel. Ha sido una experiencia bastante traumática. Aún sigo con pesadillas. Lograremos salir de esto.
—Con respecto a eso… quiero decirte lo siguiente.
—Te escucho.
—Tenemos que terminar.
Trago saliva con fuerza.
—Pero… yo te sigo amando, por favor no me hagas esto.
—Lo siento mucho, pero no quiero que salgas lastimado.
En esos momentos las lágrimas me empezaban a caer. No era lo que quería escuchar. Tuve que hacer el esfuerzo en terminar de escucharla.
—Alex, yo también te quiero mucho, estamos pasando un momento difícil. Créeme que haremos lo correcto. Ahora solo quiero que nos veamos como amigos.
—Ya hemos tenido una relación. Nos ha gustado, pero hay que conocer personas nuevas, ahora mismo estoy teniendo una relación vainilla con Eva.
—Entonces sigue con esa relación, nos veremos cuando podamos.
En ese momento nos levantamos y nos dimos la mano. Cada uno tomó su camino.
En una iglesia abandonada, se encuentra una mujer bastante extraña. No deja de dar vueltas en círculos, toma un cuchillo, va frotándoselo por el muslo.
—El momento llegará muy pronto.
En el trabajo tengo dos empleados nuevos, van de aquí para allá, atendiendo a los clientes. Apenas tomo asiento reviso los expedientes de los nuevos empleados. Sabrina Malcon y Víctor Rubens. Ambos tienen veintidós años y están en la misma universidad. Sabrina estudia el profesorado de alemán y Víctor, psicología.
Reviso la casilla de emails y me encuentro uno de mi novia.
Eva Luzcan:
Para Alex Verdson:
Buenos días, carita dulce.
Me encuentro ahora en mi descanso.
Muero por contarte cómo me ha ido.
Quiero ir a la noche a tomar unas copas en lo de Tom. ¿Te gusta la idea?
Alex Verdson:
Para Eva Luzcan:
Me encantaría, cariño, muero por escuchar esa hermosa voz de sirena que tienes.
Cuando salgamos del bar, hay una sorpresa que te espera en nuestra habitación.
Como no hay respuesta de mi amor, sigo con el trabajo. Tengo varias cosas que hacer. Tengo que enseñarles a los nuevos cómo tiene que ser el trato con el público, también necesito ponerme en contacto con las sucursales para ver los modelos que tienen que traerme.
Eva y yo nos dirigimos al bar de Tom. Nos sentamos en el piso de arriba. Ambos le pedimos al camarero dos tequilas con Coca-Cola
—¿Cómo te ha ido en el consultorio, cariño?
—Ha sido bastante duro, niñas asustadas por no saber que han empezado con su período menstrual.
—Suena duro.
—Uf. Dímelo a mí.
Una voz suave de mujer empieza a sonar en la rocola. Ambos cerramos los ojos, me imagino estando en la playa con Eva y nuestros futuros hijos chapoteando en el mar, esa imagen me da tanta ternura.
El teléfono me está sonando, tengo un mensaje de texto de Rachel.
*Buenas noches, querido amigo.*
*¿Quería saber si estás ocupado?*
*No hay problema si no respondes.*
No dejo de mirar el móvil, quiero responderle, pero siento que no estoy siendo fiel a Eva.
No y no. No quiero volver a enamorarme de esa sádica.
Sé que es una buena persona, pero no quiero volver a sufrir como antes. Tengo muchas cosas por hacer y no voy a dejar que Rachel interfiera con mi relación con Eva.
Volvemos para casa con un nivel de alcohol increíble, no he bebido tanto y sé que no es conveniente, más ahora que tengo mi licencia.
Entramos a la casa con mucha torpeza, levanto a Eva y me la llevo a la habitación, nuestra habitación. La habitación que solía ser de mis padres. La he convertido en nuestro nido de amor, mi antigua habitación ahora es mi propio estudio privado. He instalado una computadora portátil, junto con una impresora y pegado a la pared una mini estantería para mis libros.
Acuesto a Eva con delicadeza, la desvisto con cuidado, dejo su vestido en la silla que se encuentra a lado del armario. Tomo de mi armario una camiseta musculosa negra y unos shorts. Voy vistiéndola como si fuera una muñeca, una risa brota en mis labios.
Por último la arropo y le doy el beso de las buenas noches, cuando estoy por irme me toma de la muñeca, es solo un reflejo.
Me atrae hacia ella.
—Nunca me dejes, nunca me faltes. Te amo.
—Yo también te amo, nunca te voy a dejar.
Me libero suavemente tomándole la muñeca, sé que ha sido un reflejo, pero sé también que está consciente de lo que dijo.
Estando en el living me decido en llamar a Rachel.
—Hola, Rachel, lamento no poder haberte respondido.
—No hay problema, Alex, solo tenía la curiosidad de saber ¿cómo estás?
—Me encuentro bien, aún estoy superando lo que ocurrió hace un año, espero no molestarte con ese tema.
—No lo haces, solo… tratemos de seguir con nuestras vidas, es cosa del pasado, no podemos vivir con ese trauma.
Las palabras de Rachel me hacen sentir bien. Creo que ha madurado bastante desde que hemos dejado de vernos.
—Tienes razón, ahora mismo me iba a dormir, solo quería darte las buenas noches.
—Eres muy amable, yo también quería hacer lo mismo.
—Buenas noches, Rachel, que descanses.
—Gracias, Alex, igualmente, sabes que estoy para lo que sea.
—Lo sé.
Corto la llamada y apago el móvil. Doy un suspiro, me dirijo con un vaso de gaseosa a la terraza. Contemplo las estrellas y el sonido del viento, sé que tengo que estar en la cama, mañana me espera mucho trabajo.
—Eh, despierta dormilón.
Eva me sacude con locura, hago gemidos de bronca, ella sabe que no quiero levantarme.
—Ya voy, cariño, solo dame un segundo.
Eva baja a preparar el desayuno, mientras trato de hacer el esfuerzo de levantarme. Voy al baño a ducharme. Salgo del baño y me voy corriendo al armario. Tomo mi camisa azul y unos vaqueros gastados.
Eva me espera con una chocolatada caliente y un plato de galletas cubiertas de crema light. Una vez dentro del auto, Eva se me acerca a darme un beso.
—Que tengas un buen día en el trabajo, corazón.
—Yo digo lo mismo.
Aprieto el acelerador como rápido y furioso. Voy recordando en el viaje todos los acontecimientos que pasaron hace un año. Freno de golpe y busco como loco la medicación. La encuentro en mi cartera, tomo dos cápsulas y las digiero con una botella de agua.
Estaciono en el parking, tomo mi cartera y subo al tercer piso. En el ascensor la voz de mi conciencia me hace recordar las palabras que Rachel me dijo.
La mujer sigue observando su lugar de trabajo. Se muerde el labio inferior, le va sangrando. Se vuelve a morder con más ira.
Abre y cierra las manos. Aprieta con fuerza los puños, se arrodilla en el piso de cemento rasposo. Agacha la cabeza y mira el suelo gris con ira.
Se rompe los nudillos dando los primeros golpes. Sigue y sigue, hasta el cansancio. El desprecio la acorrala y la sangre la espera muy pronto.
Los clientes entran y salen al mismo tiempo. Mis empleados hacen todo lo posible por atenderlos, Loria ahora es mi mano derecha en las reuniones como también mi secretaria. Va corriendo ayudar a Sabrina y a Víctor. Son dos personas agradables, pero me enfurece que no hagan bien su trabajo. Tomo un sorbo de café mientras voy mandando informes a la computadora, de paso le mando un correo a Ventura.
Alex Verdson:
Para Ventura Collin:
Buenos días, Ventura.
¿Quería saber si para esta noche quieres venir con Deisy a cenar?
Eva va a hacer su famoso suflé de chocolate.
Ventura Collin:
Para Alex Verdson:
Me encantaría ir esta noche.
Ahora mismo la llamo a Deisy.
Muchas gracias, campeón.
—Creo que ya no debería tomar esa medicación.
Los ojos de Vico se sobresaltan, parece que no estaba listo para escuchar esa respuesta.
—¿Te ha afectado?
—No. Solo digo que ya no la necesito, sé que estoy superando un trauma, pero necesito de mí mismo para seguir adelante.
—Sé a qué te refieres, me parece correcto.
Uf. Por suerte no he sido muy gráfico, agradezco también no hacerla tan larga, la sesión solo dura media hora y hay muchos temas de los que debemos hablar.
—¿Cómo está yendo la relación con Eva?
—Nos llevamos muy bien, hace poco decidió por su cuenta mudarse conmigo. Estoy muy orgulloso de que haya elegido ese camino.
—¿Ella sabe todos los acontecimientos que has pasado?
—Claro que no, nunca quise hablar del secuestro. No fue nada fácil, como tampoco quiero hablarle sobre Rachel y mucho menos que la conozca.
Esto es demasiado para mí, no puedo hablarle a Eva de mi antigua relación con Rachel. Eso quedó en el pasado, ahora solo pienso en el presente. Hay muchas cosas que me gustaría hacer con Eva, pero voy a ir despacio, no quiero repetir lo que pasó el año pasado.
Estoy observando el calendario de la oficina y noto que faltan dos días para mi cumpleaños. Voy a cumplir veintiuno.
Loria se acerca a la puerta haciéndome señas.
—Tenemos ahora una reunión muy importante con los empresarios de la marca Audi, necesitamos que estés presente.
—De acuerdo. En unos segundos estaré en la sala de reuniones, dile a Sabrina y a Víctor que vayan también.
—Muy bien, te esperamos.
Uf. No sabía nada de la reunión de hoy, me dan ganas de cancelarla, pero si lo hago me tendré que pelear con Loria, eso no me gustaría, ahora se ha convertido en mi mano derecha, siempre me ayuda en estas horribles reuniones.
Voy a mi escritorio y recojo la agenda y una nueva corbata que se encuentra en el segundo cajón. Anoto en la agenda algunas cosas, ahora me dirijo a la reunión dando un último respiro.
Por suerte en la reunión salió todo bien. No me atoré como otras veces, las cosas cuando quieren van mejorando.
Llegó el día, es mi cumpleaños. Eva vino hace un rato a traerme el desayuno a la cama, unos Hot Cake con seis moras, un vaso de jugo de mandarina con manzana y un tostado de queso frito.
El desayuno estuvo delicioso, abrazo a Eva con mucha fuerza y le doy un gran beso. Cuando estoy a punto de pegarme un baño, tocan a la puerta.
—Alex, acaba de venir un muchacho a traerte un paquete.
¿Un paquete?
Bajo las escaleras, el muchacho me da la planilla y firmo, me entrega una caja enorme que pesa bastante.
Dejo la caja en la mesa del living, desato el moño, tomo el sobre que contiene una carta.
Te deseo un feliz cumpleaños, amigo.
Hice este regalo para que recuerdes los viejos tiempos.
Rachel
Me quedo viendo la tarjeta un buen rato. Quiero evitar las lágrimas, pero estas aprovechan a caer por mis mejillas, beso con fuerza la tarjeta, no puedo tirarla a la basura, la guardo en el bolsillo de la bata.
Tomo el objeto que se encuentra en la caja, al contemplarlo me quedo paralizado. Me ha comprado un tocadiscos modelo 2017.
Tiene el color turquesa en diferentes lados, el color marrón lo tiene por los bordes, ambos colores son perfectos. Levanto la tapa del aparato, las yemas de los dedos dan sus primeros contactos.
Reviso la caja y encuentro unos auriculares que tienen el mismo color, los conecto al tocadiscos, encuentro también en la caja el último disco de los Beatles: LET IT BE.
Pongo el disco, aprieto el botón de la derecha, los números van apareciendo, es la última. Me siento en la silla y cierro los ojos, dejo que la voz de Paul McCartney me haga soñar.
Unos aplausos me hacen volver a la realidad.
—Alex, se te va a hacer tarde. Ve a bañarte.
—Lo siento, Eva, me he quedado escuchando música.
—¿Quién te ha regalado este tocadiscos?
No puedo decirle que me lo ha regalado Rachel.
—Me lo ha regalado uno de los nuevos empleados.
—Guau, sí que te tienen mucha confianza.
Subo al baño pensando en mandarle un correo desde el trabajo a Rachel. Se ha portado muy bien, ha sido un hermoso detalle.
En el trabajo he recibido lluvia de confeti apenas entré a la concesionaria. Víctor y Sabrina después de bañarme en confeti me abrazaron con mucha fuerza, Sabrina me dio un beso en la mejilla dejándome la marca de su lápiz labial.
Tomo asiento y enciendo la computadora, le mando el siguiente email a Rachel.
Alex Verdson:
Para Rachel Thompson:
Quiero agradecerte con mucho cariño por el hermoso regalo que me has dejado.
Nunca voy a olvidar este hermoso detalle, eres una excelente amiga.
P. D.: Cuando te sientas lista nos volveremos a ver.
Estoy en mi descanso viendo mensajes que me están llegando por el móvil. Uno de ellos es de mi madre diciéndome lo siguiente:
*Feliz cumpleaños, terrón de azúcar.*
* Eres la razón de mi vivir, te amo con todo el corazón.*
*Habrá una sorpresa esperándote en casa.*
¡Madre mía!
Una sorpresa me espera. Inhalo profundamente y exhalo. Un cosquilleo hace que mis mejillas se sonrojen, hay tantas cosas que quiero agradecerle a esta mujer que me ha dado la vida, siempre ha estado conmigo cuando más lo necesité.
Mamá me toma de la mano y vamos subiendo al tobogán más grande del parque. Estoy un poco asustado, no la suelto por nada. A mi alrededor hay varios adolescentes jugando.
—Es el momento, Alex.
—Sí, mami.
Me acuesto en su vientre y ella toma asiento sin dejar de sostenerme.
—Aquí vamos. ¿Estás listo?
—Sí.
Grito.
Nos deslizamos con rapidez y a la vez gritando de adrenalina. Al llegar al final del recorrido, mamá da un salto y caemos con fuerza a la montaña de arena.
Ambos reímos. Me besa la cabeza.
Llego a casa y empiezo a escuchar ruidos adentro, empujo la puerta y un par de gritos me sacuden.
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Todas las personas que amo se encuentran en el living tirándome confeti y arroz. Mis padres se acercan a hundirme con su amor, me besan toda la cara y la frente. Luego se acerca Cristian y Perla, ambos me besan al mismo tiempo en las dos mejillas.
Me acerco al cochecito donde se encuentra mi sobrina Esmeralda. Con solo verla lágrimas me caen, la tomo con cuidado y le empiezo a dar besitos por toda la cabeza.
—Eres la mejor sobrina que tengo, me alegro que estés en este día tan especial conmigo.
Se la alcanzo con cuidado a Perla, miro a los padres de esta hermosa criatura y les digo lo siguiente.
—Son excelentes padres, cuídenla mucho, hicieron un buen trabajo.
Los tres nos damos un fuerte abrazo. Miro en la cocina a Ventura y a Deisy, me acerco a ellos gritando sus nombres.
—Eh, cumpleañero, yo también te quiero —me dice Ventura.
—Muchas felicidades, Alex, Dios te va a bendecir por este día.
—Gracias, Deisy, ambos son los mejores amigos que tengo.
Los tres nos damos un fuerte abrazo, bañándonos en lágrimas, son dos personas increíbles, hemos pasado tantas cosas.
Mientras voy picando cada fritura que encuentro, el teléfono me suena.
—Espero que estés pasando un excelente día.
—Lo hago, muchas gracias por llamar, Rachel.
—Todo por un amigo, quiero que disfrutes, eres una muy buena persona.
Esas palabras son tan hermosas viniendo de ella, veo que ha cambiado bastante desde que dejamos de vernos.
—Muchas gracias por el regalo, está ocupando un lugar muy especial en mi corazón.
—Me alegra escuchar eso, tengo trabajo que hacer, nos volveremos a ver muy pronto.
La llamada se corta, miro el cielo y agradezco para mis adentros a mi abuelito por esta sorpresa tan hermosa que mis amigos y familiares hicieron.
Encuentro a Eva charlando con mis padres, me voy acercando a las escaleras, hago una seña. Ella asiente y viene conmigo. Me tiende la mano y subimos juntos a mi habitación. La habitación antigua.
—Gracias por esta sorpresa, Luzcan. Ahora te recompensaré.
—Oh. De nada.
Pone su mano esbelta en mi mejilla, en estos momentos estoy enrojecido.
Me voy inclinando hasta llegar a sus muslos. Voy levantando su vestido azul.
—Quisiera arrancártelo, pero hay público abajo. Luego será.
Ahoga una risita.
Levanto el vestido y bajo sus bragas celestes. Las tengo en mi mano y las huelo. MMMM. Ese aroma es delicioso.
—Qué cochino.
—Shhh.
Levanto mi dedo y voy colocándoselo en sus labios rojos escarlatas.
—Silencio. Quiero este regalo.
Voy introduciendo un dedo en su vagina, voy moviéndolo de arriba hacia abajo. Ella levanta las manos y las mantiene pegadas a la pared.
—Ahhh.
Gime.
Voy introduciendo otro dedo y luego toda la mano.
—Ahhh.
Vuelve a ahogar un gemido.
Le doy la mano para que se ponga de rodillas. Asiente con la mirada y me hace caso. Ambos nos miramos y nos besamos fugazmente. Masajeo su lengua mientras acaricio sus puntas. Beso su cuello, tratando de no dejar marcas.
—Oh, nena.
Gimo.
La acuesto en el piso usando la mano como una almohada. Una vez tendida en el suelo me voy bajando los pantalones y al a vez sacando de este un envoltorio plateado.
—Deje que lo ayude, señor
—Me coloca el preservativo con suavidad. Me entra una erección.
Se inclina y me empieza a chupar.
—Ahhh.
Largo alaridos al cielo. Rasgo el suelo de madera con mis uñas.
—Ahhh. Nena, continúa.
Ella sonríe y no para, sigue y sigue. Por Dios santo, es hermoso.
Termino acabando en su boca. Me saco el preservativo y lo tiro al tacho.
—Oh, nena, eres lo mejor que me ha pasado.
Asiente con una hermosa sonrisa.
Me tumbo encima y voy penetrando despacio. Ella empieza a gemir.
—Ahhh.
—Eso, nena, disfruta, no termines.
Penetro con más fuerza y me voy tirando hacia atrás.
—Ahhh.
Gimo.
Ambos llegamos al clímax. Me tumbo a su lado y miramos el techo. Vamos recuperando la respiración.
—Excelente regalo, Luzcan.
Se da la vuelta y me mira poniendo su mano en mi mejilla.
—Todo para complacerlo, señor.
Nos besamos y nos ayudamos a levantarnos.
Antes de que se me olvide. Saco de mi bolsillo las bragas.
—Este cochino es un caballero.
Alcanza las bragas y se las coloca.
—Cierto. Un hermoso cochino.
Nos abrazamos, parece que no podemos soltarnos.
Dios nos unió y estoy muy agradecido, este es el amor que necesito, el amor que me hace vivir, el amor que hace que me levante todas las mañanas en seguir adelante y poder vivir.
—Vamos, cariño, tienes que pedir tus deseos.
Me tiende la mano y bajamos juntos las escaleras.
Todos los invitados me hacen un lugar y me permiten tomar asiento.
La torta es hermosa de todos colores y con un adorno de la mujer maravilla.
—Nunca me olvido de tus detalles.
Me dice Eva.
La tomo de un tirón y la siento en mi regazo.
Mamá enciende las velas y todo el mundo canta y aplaude.
—Pide tres deseos, hijo.
Mamá me besa la frente y en ese momento cierro los ojos.
El mar me relaja y va introduciéndose en mis piernas. La noche es hermosa, las estrellas son mis compañeras. Me voy introduciendo en lo más profundo del mar. Madame Butterfly me espera del otro lado, ya casi la alcanzo. Me toma de la mano y nos sumergimos en lo más profundo del mar.
Abro los ojos y apago las velas. Todo el mundo aplaude con más fuerza y Eva aprovecha a darme un beso. Mi familia se me acerca aprisionándome con sus abrazos.
Los clientes cada vez son más tranquilos, eso es bueno, lamentablemente el año pasado eran muy insoportables. Los nuevos empleados se portan de maravilla, hacen muy bien su trabajo, casi nunca tengo que regañarlos.
Voy recibiendo varios emails de nuestras sucursales, me ha llegado una de Rachel.
Rachel Thompson:
Para Alex Verdson:
Buenos días, Alex.
Cuando termines tu jornada necesito verte, hay algo de lo que tengo que hablarte.
Alex Verdson:
Para Rachel Thompson:
De acuerdo, Rachel.
Nos veremos a las doce en punto.
Rachel se encuentra sentada en uno de los asientos más alejados, lleva puesto un vestido rojo escarlata y el pelo sujetado, sus zapatos de cuero con un moño en el centro la hacen ver hermosa y radiante.
—Me alegro que hayas venido.
—Rachel, siempre tan radiante.
Al vernos después de un año, nos damos un fuerte abrazo. Ninguno de los dos quiere soltarse, me siento tan tranquilo, tan sereno, es donde quiero estar.
Llevo a Rachel a un restaurante bastante bueno, el lugar es bastante rústico, todo hecho de madera y el único color que hay es el rojo, pero en diferentes tonos.
—Bienvenidos, síganme —nos dice un camarero bastante educado.
Nos sentamos en la mesa que da al balcón, al ver a mi izquierda noto un hermoso paisaje, ignoro los rayos del sol, es una bonita vista.
—¿Qué les pudo ofrecer?
Rachel es la primera en hacer su pedido.
—Pediré un bife con puré de papas y una ensalada césar.
—Quiero una milanesa con salsa blanca y una porción de papas.
—¿Para tomar?
—Una Coca-Cola y una cerveza —dice Rachel.
—A la orden.
El camarero toma su destino, mientras Rachel y yo no dejamos de sonreírnos. Ella es la que empieza la conversación.
—¿Has tenido últimamente sueños extraños?
—No que yo sepa. ¿Qué quieres decir?