Pensión Completa - Lito Marsillach - E-Book

Pensión Completa E-Book

Lito Marsillach

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Beschreibung

Tres adultos mayores sin hogar cursan su triste realidad arrendando una habitación en casa de Felicitas, una mujer condescendiente con su problemática. Cada uno de ellos son el sostén necesario para sobrellevar un presente difícil que lucha constantemente con el pasado, arrojando respuestas y planteos que intentan desnudar sabiduría y sentimientos encontrados.

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Seitenzahl: 39

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Lito Marsillach

Pensión Completa

Lito MarsillachPensión completa / Lito Marsillach. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4263-2

1. Teatro. I. Título.CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Personajes

Sinopsis

Prólogo

A todos los abuelos/as que luego de transitar su vida y solo vean lo que un espejo puede darles. Pensar sobre la importancia de su historia, tal vez sea lo más digno para ellos/as. Y que la ignorancia y la desatención jamás sean costumbres culturales. Debe ser una lucha moral que todos tenemos que dar sin vacilación alguna.

Personajes

Adolfo Franco

Carlos De la Polla

Demencio Lúcido

Felicitas

Capataz

Ricardo

Dama baile

Sinopsis

Tres adultos mayores sin hogar cursan su triste realidad arrendando una habitación en casa de Felicitas, una mujer condescendiente con su problemática. Cada uno de ellos es el sostén necesario para sobrellevar un presente difícil que lucha constantemente con el pasado arrojando respuestas y planteos que intentan desnudar sabiduría y sentimientos encontrados.

Prólogo
Pensión completa

Fue una obra que me impactó por su contenido y que luego de leerla, me tomé el desafío de dirigirla. Lito demuestra, en su obra, la reflexión frente al desosiego que padecen hombres y mujeres después de muchos años de lucha y trabajo.

En su escritura manifiesta mucha sensibilidad artística en cada uno de sus personajes. La realidad que muestra en su obra sobre la indiferencia y la política de hoy es un grito de protesta que llama a la reflexión desde las voces más acertadas.

Lito Marsillach estampa un talento heredado que cruzó el Atlántico para continuar el legado de su Tío Abuelo Adolfo Marsillach a quien también admiro mucho. Agradezco a Lito por haber confiado y compartido tamaña obra conmigo.

Hugo Álvarez Rey

En el escenario hay tres camas de una plaza, en una duerme alguien. Otra persona hace su cama y camina alrededor de la habitación, ordena, hace ruidos a propósito y voltea a ver si la persona que está durmiendo se despierta. Se para al lado de su cama y observa hasta que la persona que está durmiendo se despierta de repente.

CARLOS: ¿Te despertaste?

ADOLFO: Sí, ¿por qué? No se puede dormir acá.

CARLOS: Nada nada… Te despertaste otra vez.

ADOLFO: (Se sienta en la cama) ¡Pero será de dios! ¿Por qué todas las mañanas me despierto y me pregunta si me desperté?

CARLOS: No es una pregunta. Es una exclamación.

ADOLFO: ¿Exclamación?

CARLOS: Sí. ¡Te despertaste otra vez! (Silencio).

ADOLFO: ¿Y qué tiene que me despierte otra vez?

CARLOS: Nada, nada.

(Silencio).

CARLOS: Otro día más. Apúrese Don Adolfo, no vaya a ser cosa que llegue tarde.

ADOLFO: ¿Tarde a dónde?

CARLOS: ¡A su trabajo hombre! ¿A dónde va a ser?

ADOLFO: A sí, menos mal que me despierta. ¿Dónde dejé el coso? El saco, el saco. ¡El saco! (Grita mientras busca).

CARLOS: (Se ríe). Pero hombre, ¿Qué trabajo? ¿Qué saco? Siéntese, siéntese que Doña Feli ya debe estar por traer el té.

ADOLFO: El trabaj… cierto.

(Se aflige, se sienta en la cama, piensa angustiado mientras toma unos anteojos de arriba de la mesa de luz y los limpia, se los coloca y uno de los lentes está sucio).

ADOLFO: Le juro Don Carlos, a veces tengo ese impulso, cuando estaba solo acá lo peor era llegar a la fábrica y que no me dejaban entrar claro, reclamaba y reclamaba hasta que me daba cuenta de que ya no trabajaba más. Todavía no puedo controlar ese impulso.

CARLOS: ¿Impulso?

ADOLFO: Impulso, así, de salir corriendo al trabajo.

CARLOS: (Se ríe) Solo salir corriendo, mírese Don Adolfo, con lo viejo que está no llegaría ni al palier de la casa. No tardaría mucho en darse cuenta de que ya no está para ningún trabajo más. Dese cuenta, dese cuenta Don Adolfo.

ADOLFO: (Se incorpora enojado y con los puños cerrados) ¿Darme cuenta de qué? ¿Qué dice?

CARLOS: “Darse cuenta” Don Adolfo, Darse cuenta de la realidad. No perderse.

ADOLFO: Me doy cuenta, me doy cuenta de todo Sr. Carlos. De todo, no soy ningún tonto, sé lo que hace. Todo lo que dice. Me vuelve loco Usted. ¿Dónde está el coso? (Busca).

CARLOS: Mejor aún, aunque últimamente tiene razón, lo vuelvo loco pero por ahí lo loco ya lo tiene de antes Don Adolfo. Quizá yo no sea el culpable. Lo tiene en los genes. Mire cómo se llama y qué apellido tiene, por favor. (Se indigna).

ADOLFO: Otra vez con eso no. No empiece. (Busca). ¿El coso dónde está?

CARLOS: Bueno, son opiniones nomás. No es para que se ponga así.