Poemas de otros - Frank Padrón - E-Book

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Frank Padrón

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Beschreibung

Escorado en y escoltado por sus poetas de culpa y culto [Frank Padrón nos habla] de la fragilidad de la espesura, de la tristeza del tiempo, de la envoltura pirandelliana de unos abismos que visten muy dispares y certeras apariencias. De que, si vivir es ya un acto paradojal e indescriptible, cómo puede serlo menos el arte de gozar las escrituras que un día trataron sin fortuna de emular tamaño privilegio. (RUFO CABALLERO)

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Título

Frank Padrón

© Frank Padrón, 2022

© Sobre la presente edición:

Editorial Letras Cubanas, 2022

ISBN: 9789591025241

Tomado del libro impreso en 2019 - Edición y corrección: Beatriz García Machado / Dirección artística: Alfredo Montoto Sánchez / Diseño: Suney Noriega Ruiz / Emplane: Aymara Riverán Cuervo

E-Book -Edición-corrección, diagramación pdf interactivo y conversión a ePub: Sandra Rossi Brito / Diseño interior: Javier Toledo Prendes

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Instituto Cubano del Libro / Editorial Letras Cubanas

Obispo 302, esquina a Aguiar, Habana Vieja.

La Habana, Cuba.

E-mail: [email protected]

www.letrascubanas.cult.cu

Reseña del autor y la obra

FRANK PADRÓN NODARSE (Pinar del Río, 1958), es popularmente conocido por ser el crítico cinematográfico que visita nuestras pantallas en la imperdible cita con el audiovisual De Nuestra América; mientras el Frank Padrón poeta, ensayista y narrador es igualmente distinguido: lauros como el Premio Farraluque de poesía erótica (1997), el Premio de Ensayo Enrique José Varona de la UNEAC (2016) por el libro De la letra a la esencia: Mirta Aguirre y el barroco literario, el reconocimiento como Winner en la categoría Food Literature del Gourmand World Cookbooks Award (2017) con El cocinero, el sommelier, el ladrón y su(s) amante(s) y el más reciente Premio Nacional de Periodismo Cultural (2019); recuerdan su formación filológica, su ardua labor periodística y una erudición presta al alcance cotidiano en su palabra desempolvada y fresca.

Escorado en y escoltado por sus poetas de culpa y culto [Frank Padrón nos habla] de la fragilidad de la espesura, de la tristeza del tiempo, de la envoltura pirandelliana de unos abismos que visten muy dispares y certeras apariencias. De que, si vivir es ya un acto paradojal e indescriptible, cómo puede serlo menos el arte de gozar las escrituras que un día trataron sin fortuna de emular tamaño privilegio.

RUFO CABALLERO

I Pura semejanza

De los frágiles abismos1

Frank Padrón es nuestro hombre del Renacimiento. Yo no creo en la gente que habla de todo y sabe de nada, pero, entre nosotros, él es la excepción. Escribe, o puede escribir, de todo. De música, cine, literatura, ballet, teatro; y, antes, de la vida. Porque también, o primero, es poeta, narrador, compositor. Lo ha dejado claro cuando explica que apela a cualquier género que le permita comunicarse. Cuanto en los demás significa muchas veces ambición al dorso del rigor, en él constituye un proceso natural de acceso al conocimiento por muchas vías. Su ars poetîca es la creación misma, nunca un medio o registro puntual.

Hoy por hoy es uno de los mejores críticos cubanos (ensayista que verá engrandecida su obra cuando pierda menos tiempo en el show business), de los pocos que versan con propiedad sobre la cultura artística y uno siente cómo detrás del humor o la poesía late un intensísimo iceberg de sapiencia; pienso sin embargo, que lo mejor de su trabajo se localiza en la ficción. Lo mismo en la poesía que en las narraciones, Frank se muestra un escritor de sensibilidad muy contemporánea para la fabulación. La falta de embarazo con que concibe el verso o el apólogo, el borgeano vértigo hacia el apócrifo y la espectralización de virtualmente todos los referentes, la profunda conciencia acerca de que la densidad poética no está reñida con el convencimiento de que la vida es frágil y sinuosa; esa madurez con que parece de vuelta de todos los sinsabores y porvenires, hacen de su palabra fictiva un campo singularísimo en la actual escritura cubana, quizá demasiado bad, solemne en su iconoclasia, monocorde en sus rupturas, a veces vieja en sus descubrimientos del Mediterráneo literario.

En particular la ductilidad de los apócrifos y las dotes para el desdoblamiento vocal nos colocan ante una escritura de inconfundible identidad temporal, tensa justo entre los milenios, en la medida que se alza como el sentido reacio a la construcción si no cuenta con que la deconstrucción acecha; un sentido que no se jacta de su gravedad sino confiesa con parcial modestia sus pulsos más íntimos y se pasea y juega con la historia al modo del niño sabio que sospecha cuánto acerca el crecer a la muerte. La pasmosa levedad de las ficciones de Frank contiene en su aleteo mucha cultura cifrada, siglos de espesor revueltos en la sinceridad y la transparencia del instante.

Las letras de sus canciones ostentan una humildad de la agudeza para explicarse la vida, que mucho enseñarían tanto a la frivolidad como al trascendentalismo. El hombre maduro que recuerda la profecía que tejió ante su amante, aquel caminador mundano que por un techo seguro abandonaría las horas impredecibles; el hombre solo que recorre la madrugada rezando porque aparezca su iluso amante, son historias hermosísimas contadas en un tono sordo de pequeñas vibraciones, en mucho conectado con la expectativa del potencial lector de poesía hoy —ese otro ser escurridizo y frágil.

Y de pronto resulta que ese roedor de la madrugada pudiera ser Whitman, afortunadamente sin odas ni salmos futuristas (Dios mío, qué sabedor siempre Martí, con aquello del dudoso gusto del bardo norteño), sino vulnerable y solo como un perro a las tres de la mañana, esperando o despidiendo al pepillo de la calle 23 que le trocó unos minutos de amor por un jean de marca.

Pero no estamos ahora ante el Frank frontalmente fabulador, el que se fuga; estamos frente al académico que nos entrega los gozosos resultados de varios años de investigación para sacar a la luz poemas y ficciones «menores», angulares o laterales, en clásicos que la tradición ha situado y saturado de epítetos dudosos. La resonancia cultural de los hallazgos permite reconfigurar el mapa mental de los credos poéticos y humanos en este puñado de seres excepcionales. Los presuntos reversos de su genialidad, que sin embargo muestran los accidentes últimos, y vitales, de sus escrituras, son mostrados al mundo en un acto de inescrupulosa impudicia por el rigor arqueológico de este otro Frank Padrón esmerado en cumplir su deuda con la memoria de gente que, como él mismo, se resistieron a las etiquetas, pero gracias a ellas trascendieron. Aquí están, con los versos otros, los momentos de desasosiego, las dudas ante el espejo, Flaubert llamando furioso a sus amigos para leerle mil veces la misma cuartilla, Rufo Caballero leyéndole un ensayo completo a Frank Padrón por teléfono, que es decir, la rabia y la grandeza de la creación, la energía violenta, sangrienta y nobilísima de la gente que experimenta muy adentro el ansia de compartir sus emociones.

Arqueología para la poesía, impresiona el saber filológico del «compilador». En varias oportunidades sorprendí a Frank en sesudos cotejos y labores de corrección que intentaban ascender al estilo prístino, real e inalcanzable, de la escritura inicial, ¿incontaminada?

Estuvo días enteros pareando originales, comparando métricas y estructuras fónicas, desbrozando la madeja improbable de desatinos que despierta el genio emulado. Supe que descartó supuestos originales (había, por ejemplo, sendos poemas de Tennessee Williams, dedicado este al plasma hormonal de Marlon Brando, y Mijaíl Bajtín, inspirado el ruso en el carnaval de Singapur) por el solo hecho de que sus autores no hubieran escrito jamás una rima así, o una consonancia tal, o, incluso, una conjugación verbal que en su sistema poético resultaría grosera. Se nos desnuda acá todo el rigor filológico de Padrón, a hurtadillas entre las tinieblas —esto parece una línea de su amigo, el cantante Amaury Pérez—, andador a ciegas, bailarín en los abismos insulares y nocturnos de la restauración poética.

Al final, ¿cuál es el tema de este libro? El mismo y gran tema de la actualidad, y conste que escribo el 5 de mayo del 2001: la producción de realidad–real por la ficción, invirtiéndose el paradigma clásico del ilusionismo. Esto que vivimos, ¿no es acaso ficción?, y ¿qué mundo nuevo, material y tectónico, textural, nos entrega el relato? Se cumple hoy el viejo sueño romántico: «la literatura nos observa». No es otro el tema de The Truman Show, de eXistenZ de Cronenberg, y de Pura semejanza. ¿Qué pasa cuando desconfiamos hasta de la autoría del Quijote, la magna obra de la humanidad, el coloso irremplazable? Que Dios nos abandona. Que Borges es el rey del mundo. Que todo es un espejo y quedamos, como el jockey, a expensas de la ansiedad de Narciso por reconocerse. De eso nos habla Frank Padrón escorado en y escoltado por sus poetas de culpa y culto: de la fragilidad de la espesura, de la tristeza del tiempo, de la envoltura pirandelliana de unos abismos que visten muy dispares y certeras apariencias. De que si vivir es ya un acto paradojal e indescriptible, cómo puede serlo menos el arte de gozar las escrituras que un día trataron sin fortuna de emular tamaño privilegio.

Rufo Caballero.

En la misma Habana de Frank y de Whitman, un día cualquiera, qué más da.

1 Prólogo al libro Pura semejanza editado por Ediciones Loynaz en el año 2002, contenido en el primer capítulo del presente cuaderno.

Ante la puerta

En los últimos años se han multiplicado los hallazgos de inéditos literarios: manuscritos de García Lorca, correspondencia de Hemingway y Lezama Lima, algún cuento de Rulfo... por lo que no hay que cruzarse de brazos.

Por nuestra parte, lo único «cruzado» ha sido una intensa correspondencia con instituciones y personas de varios países, además de todas las gestiones y pesquisas que hemos podido realizar «en casa» para darnos a la «caza» de muchos materiales encontrados en los últimos años, y darlos a la luz.

En notas individuales se explica la particular trayectoria de cada uno de los inéditos reunidos aquí, con la invalorable ayuda de colaboradores en la aludida búsqueda, en la traducción y/o confrontación filológica de los textos.

Lo cierto es que hemos rastreado aquí y allá para presentar obras de sendos escritores de épocas y países varios, la mayoría de fama dilatada, otros de alcance menor, sin descontar casos prácticamente desconocidos.

Esperamos solo haber contribuido a quitar un poco de tiniebla y polvo a creaciones poco o nada divulgadas de tales autores. No tanto porque consideremos aporten mucho a su vida y obra, como por su condición de curiosidad literaria, como pe queña contribución al cotejo, el estudio y la investigación.

Además del agradecimiento reiterado a mis co laboradores, quiero sumar este «collage» a la impagable deuda que tengo con los profesores de la Facultad de Filología de la Universidad de La Habana, algunos, como se verá, incluidos entre los primeros.

Frank Padrón

iniciando la última década del siglo xx

Salomón

Que el Cantar de los Cantares sea un hebraísmo traducible como «el mejor —o el más hermoso— de los cantares», «el cantar por excelencia» y otras expresiones semejantes, hacía pensar desde siempre en otras composiciones de este tipo que se escribieron durante el período monárquico de Israel a principios del siglo xiii a.C.

Sin embargo, solo recientemente un grupo de hebraístas presidido por el antropólogo y filólogo norteamericano Eugene A. Nida, descubrió unos antiguos pergaminos, que tras rigurosas y delicadas reconstrucciones a través de modernos sistemas digitales, mostraron su contenido: varios «cantares» con el mismo tema que el incluido en las Escrituras, aunque sin su extensión ni su inigualable excelencia, que anuncia aquel desde su propio título.

El estilo, las imágenes y diversas particularidades de la poesía hebrea, han hecho pensar al grupo de investigadores que se trata del mismo autor del «cantar» principal (bíblico). Por las pruebas cronográficas no cabe dudas de su contemporaneidad con aquel.