Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El título de un poema mítico del mítico poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum ha dado nombre a este curioso proyecto: recoger en una antología a treinta poetas de países lejanos entre sí. Treinta poetas que, en principio, nada, ni ideológica ni geográficamente, deberían tener en común. Me refiero al poema Prohibido fijar carteles. Un título que parece tener alas para volar, de continente a continente, en nombre de la poesía. Pero este curioso, original proyecto de antología poética, esa idea de reunir poetas de distintos países de Europa y de las dos Américas sin que nada, en principio (excepto el hecho de escribir poemas) los/las una, obedece también a una segunda premisa muy importante que acaba de fundamentar el proyecto: la que recoge un verso de otro gran poeta, el venezolano Eugenio Montejo: "Pertenecemos más a nuestra época que a nuestro país". Es decir, no solo perteneces al lugar en que naces, pertenecemos a una época, a un tiempo, a una historia. El lector encontrará aquí a treinta poetas con su diferente mirada, su vida. Cada cual con su particular voz, su lucha, su soledad. Su manera de buscarse, de perseguir otro mundo, conscientes de que el que vivimos nos pide otra vuelta de tuerca: abriendo, pues, los caminos que lleven a otro tiempo, otra historia que podamos llamar nuestra.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 86
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Prólogo UNA FORMA DE VIDA
Eduardo Milán (Uruguay/México)
Por qué amo tu locura
Todo está ligado
Mario Montalbetti (Perú)
Disculpe ¿es aquí la tabaquería?
Dónde está mi mujer, mi mujer
Juan José Rodinás (Ecuador)
Infinito de Septiembre
Antibalada de un hombre que mira al River Aire
Historia universal de un hombre que hablaba con las cosas (¿Por qué Borges no manejaba una Harley Davidson?)
Una biblioteca en el invernadero (¿Cómo sería un artefacto para olvidarme de mí mismo)
Los instantes más terribles se transmiten en directo (¿Qué se puede pintar cuando caes al abismo a gran velocidad?)
José Eugenio Sánchez (México)
de pronto new york
el increíble mundo de las máquinas
la felicidad es una pistola caliente
Pablo García Casado (España)
Dixán
Sweet Jane
Ginebra besos
72 horas
Ritos
Carlos Catena Cózar (España)
Tinder makes me sad
Rosa Berbel (España)
Planes de futuro
Crecer es
Siglo 22
Jardinería
Natalia Litvinova (Argentina/Bielorrusia)
El mar de noche es un abismo si la luna no lo toca
Mano
Flores de Chernóbil
Disparo
Robin Myers (EE.UU./México)
Union Square Station
Vermont
Otro intento por decir algo más sobre Jerusalén
Poema para mí como madre soltera
Erika Martínez (España)
La casa encima
Lugares que se inventan de camino
Mujer mirando a hombre que limpia coche
Abolirse
Marcos Kramer (Argentina)
La academia
Arte y vida
Antes que pase el temblor
Maldita ginebra
Yolanda Pantin (Venezuela)
Opacidad
Brebaje
Sólo veía una carretera polvorienta
Exilio
Gabriel Cortiñas (Argentina)
Protocolo de prueba: contención (Fase II)
Laura Wittner (Argentina)
17.
Epigrama
Jet Lag
Mis padres bailan jazz en el Café Orión
Juan Bonilla (España)
El espía
Lo que queda
En todas partes
El río
Denominación de origen: extranjero
Roy Sigüenza (Ecuador)
Abrazadero
En el autobús
Escondites
Gracias por la rosa del mundo
Piratería
Luis Chaves (Costa Rica)
Los otros
Repaso
La base de la sociedad
Video de alquiler
Década
Juan Domingo Aguilar (España)
La gran familia
Qué largo es morir
Saliendo de la estación de Atocha
Nosotros, tierra de nadie
Ángelo Néstore (España/Italia)
Tanatorio
De cuando me equivoqué de bar
Insepulto
María Auxiliadora Balladares (Ecuador)
Cadera
Son tantas las formas del amor
Días
Peces en la pecera
Materialidad
Miriam Reyes (España)
Te tengo todo marcado
Sergio García Zamora (Cuba)
Una casa sin ático
El salvado
Antonio Luis Ginés (España)
Busca y captura
Una vida
Mitades
Merendero
Bosques de Polonia
Kevin Cuadrado (Ecuador)
Lo que está fuera de tiempo
La palabra dice cosas que no comprende
La sencillez cotidiana de vivir
La sonrisa de un hombre en un anuncio militar que convoca a la desaparición de todos los paisajes
Gabriela Vargas Aguirre (Ecuador)
Rigor Mortis
Casa vaciada
Reuniones familiares
Berta García Faet (España)
Poema sobre el río Leteo
Poema sobre mirar el cielo de noche y pensar muchas cosas
Cuestionario pre-matrimonial
Ábaco & indígena & César Vallejo
Jorge Posada (México)
Félix Moyano (España)
Shabat
Ut poesis pictura non erit
Sintéticos 40º
Explicaciones no pedidas
Luis Eduardo García (México)
¿Puedo quedarme con tu reproductor de mp3 cuando te hayas muerto? (fragmento)
Una vez que desaparezca no escucharás esa frecuencia de nuevo
En la libreta azul me veía mucho más lindo
Anti-granja del norte
María Auxiliadora Álvarez (Venezuela)
18
Adorno
Como espadas
Aún
Sobre los autores
Pertenecemos más a nuestra época que a nuestro país.EUGENIO MONTEJO
Prólogo UNA FORMA DE VIDA
Es un gusto para mí, respondiendo a la invitación del comité de selección de la PUCE, celebrar la publicación de esta tan original antología, que abre un camino muy hermoso de comunicación poética, atravesando países y continentes.
El título de un poema mítico del mítico poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum ha dado nombre a este curioso proyecto: recoger en una antología a treinta poetas de países lejanos entre sí. Treinta poetas que, en principio, nada, ni ideológica ni geográficamente, deberían tener en común. Me refiero al poema Prohibido fijar carteles. Un título que parece tener alas para volar, de continente a continente, en nombre de la poesía.
Pero este curioso, original proyecto de antología poética, esa idea de reunir poetas de distintos países de Europa y de las dos Américas sin que nada, en principio (excepto el hecho de escribir poemas) los/las una, obedece también a una segunda premisa muy importante que acaba de fundamentar el proyecto: la que recoge un verso de otro gran poeta, el venezolano Eugenio Montejo: “Pertenecemos más a nuestra época que a nuestro país”. Es decir, no solo perteneces al lugar en que naces, pertenecemos a una época, a un tiempo, a una historia.
Quizá, o sin duda, deberíamos insistir algo más en esta evidencia: la poesía es una forma – histórica– de vida, no es una esencia que se ha ido prolongando desde Homero hasta hoy, por así decirlo. Es una manera de pensar y de construir en el poema nuestro pensamiento y nuestro ser desde el momento histórico en que se vive. De ahí la plena validez y la originalidad, ya señalada, de este proyecto y de la idea que lo promueve.
El lector encontrará aquí a treinta poetas con su diferente mirada, su vida. Cada cual con su particular voz, su lucha, su soledad. Su manera de buscarse, de perseguir otro mundo, conscientes de que el que vivimos nos pide otra vuelta de tuerca: abriendo, pues, los caminos que lleven a otro tiempo, otra historia que podamos llamar nuestra.
Ángeles Mora
Eduardo Milán (Uruguay/México)
Por qué amo tu locura
¿Por qué amo tu locura,tu desparpajo, tu faltade reloj y tus atajoscuando estoy prácticamente a puntode caer de cabeza en el abismo?O sea en ti. Pero no sóloeso: hay mucho más de ti que quieroy no revelo. Esa lámparaque enciendes en el fondo.
estaba un enero a los 14 años en la estancia de mi padre en Tres Crucestierra límite entre Tacuarembó y Salto
tenía un garrafón de agua, una guadaña para cortar la yerba mala extendida
un perro, un caballo, todo el sol de la mañana a pique, soñaba
ahora que no estoy allí recuerdo la estancia de mi padre
el garrafón de agua, la guadaña, la extendida yerba mala
el perro, el caballo, todo el sol de la mañana, ya no sueño
sueño con soñar lo que soñaba –todo junto–
ese enero en el campo con el sol a pique
que So-shu soñó
salvo en mí
no está mi padre
Se agita el corazón como si fueraun órgano exterior clavado dentro.Felices los niños que no saben lo que tienena ciencia cierta –sí lo que no tienen, por arte de magia.Tristeza es descubrirse el corazón.
Todo está ligado
A Eduardo Vásquez
Todo está ligadocomo para separar el pájarodel aire y condenar al airecomo irrespirable. Todo estáligado: toda la ciudad es un templo–se refiere José a Sarajevo–, no sólolas iglesias. Rosas llaman a los cráteresdonde estallaron granadas.¿La llamada frivolidad, los tacones altosde la adolescente, tan criticados por mícomo vanos en la adolescente que no veíala bomba, el hambre, Sarajevo? Son los distintostiempos, lo que aquí se hace pero no resuelveotro tiempo, lo que en otro tiempo se hacepero no resuelve aquí. De oeste a este,de norte a sur: el que decide no estáen el perfume que quieres, el que decideel bombazo quiere estar en Dios.Y la bomba es demasiado física, demasiada materiacondensada, tantocomo para estallar: el bombazo como nostalgiade la explosión original, un deseode retroceder a un pequeño dios autorizado o de que,más adelante en el tiempo,llueva llanto.
Mario Montalbetti (Perú)
Disculpe ¿es aquí la tabaquería?
Nadie dice todo. Nadie dice nada. Lo deseable es decir poquísimo.Callar no es más radical.Callar es como raparse la cabeza: el pelo vuelve a crecer.Pero decir poquísimo, decir lo mínimo que uno puede decir,eso es lo que nos permite decir algo.
Dónde está mi mujer, mi mujer
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
En qué distante lugar del mundo?
Sobre qué valles navega ahora
con su temible orgullo?
Con qué hombres se acuesta?
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
Ella mira las nubes con sus
redondos ojos tristes
ella dice parecen árboles y ella
no sabe nada de árboles.
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
Dónde está con sus brazos largos
y el jabón blanco que usa?
Ella escucha los sonidos de las estrellas con sus
redondas orejas tristes
ella dice parecen cerezas y ella
no sabe nada de cerezas.
Dónde está con su memoria fresca?
Dónde está bajo los nogales que no hacen sombra
esparciendo su vientre matinal sobre la hierba?
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
Ella besa los labios con sus
redondos labios tristes
ella dice parecen paraísos perdidos y ella
tan débil como el sol
no sabe nada del sol.
Y no sabe nada del mar y ella
no sabe nada del viento.
Ella acaricia los cuerpos con sus
redondas manos tristes
ella dice parecen columnas de arena y ella
tan tierna como la luna
no sabe nada de la luna.
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
Dónde está la brisa que deshilvana sus pestañas?
Dónde está el patio en el que lava
el pequeño acuario?
Dónde están los coches sin lluvia?
Ella muerde los cuellos con sus
redondos dientes tristes
ella dice parecen huracanes invisibles y ella
no sabe nada de huracanes
pero ella
puede ir al mercado
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
Ella pasa por alto los tomates verdes y
las lechugas y entones pienso
que no cenaré una abundante ensalada.
Ella rodea los altos picos de las botellas
del vino y los blancos armarios refrigerados
que almacenan los hongos y entonces pienso
que no hablaré de duendes
ni de bosques y yo
no sé nada de bosques.
Dónde está con su transparente danza?
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?
Ella esquiva a la señora que vende flores
a la salida del mercado y entonces pienso
que la botánica no es un gran tema y
que tal vez la historia de mi primer viaje en bote
la entusiasme por decimocuarta vez.
Dónde está mi mujer, mi mujer
la mujer que más amé?