¿Qué han hecho los Monty Python por nosotros? - Javier Durán Tortonda - E-Book

¿Qué han hecho los Monty Python por nosotros? E-Book

Javier Durán Tortonda

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¿Es La vida de Brian la mejor comedia de la historia? Cuarenta y cinco años después de su estreno, sigue siendo una película fascinante que mantiene intacta su capacidad para sorprender, hacer reír, reflexionar e incluso ofender. Se ha convertido en un clásico imprescindible del humor irreverente, pero te desvelamos algunos detalles para apreciarla aún más. ¿Sabías que casi no se llegó a hacer porque el productor leyó el guion un par de días antes de empezar el rodaje? ¿Que al final se rodó gracias al Beatle George Harrison? ¿Que se usó como eslogan: «La película es tan divertida que se ha prohibido en Noruega» para publicitarla en Suecia? ¿Que hubo manifestaciones de monjas en los cines en su estreno o que dos de los Monty Python tuvieron que defenderla en la BBC frente a un obispo y a un crítico ultracatólico que ni la habían visto entera?…Con este libro descacharrante, de la mano de la prosa agilísima y afilada de Javier Durán, guionista, director de programas y todo un referente en X bajo su alias @tortondo, averiguarás todo lo que hicieron los Monty Python por nosotros para que pudiéramos gozar de La vida de Brian, una obra maestra del humor que puedes redescubrir una y mil veces y que, siempre, te hará mirar el lado alegre de la vida.

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¿Qué han hecho los Monty Python por nosotros?

Un libro con todas las claves de La vida de Brian, una de las mejores comedias de la historia del cine

Javier Durán Tortonda

Primera edición en esta colección: marzo de 2024

© Javier Durán Tortonda, 2024

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2024

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-10079-33-5

Diseño de cubierta: Pol Pons

Realización de cubierta y fotocomposición: Grafime S.L.

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

A mis padres, que lo han hecho todo por nosotros.

Índice

1. ¿Qué han hecho los Monty Python por nosotros?2. La vida de Brian. Génesis3. «La entrada de cine más cara del mundo»4. El rodaje5. «No es el Mesías, es un sinvergüenza»6. «Always Look on the Bright Side of Life»7. El montaje8. El estreno. «Nadie espera a la Inquisición española»9. El estreno en España10. «Ahora algo completamente diferente»11. La vida de Brian. Resurrección12. El legado de los Monty Python. «Bienaventurados los gansos»EpílogoBibliografía

1. ¿Qué han hecho los Monty Python por nosotros?

Bueno, pero aparte de revolucionar la comedia mundial, convertirse en el grupo humorístico más importante de la historia, cambiar el paradigma del humor televisivo y reivindicar el humor satírico y absurdo, ¿qué han hecho los Monty Python por nosotros?

FLASHBACK A:

INTERIOR DEL RESTAURANTE LIGTH OF KASHMIR TANDOORI, Hampstead, Inglaterra, 11 de mayo de 1969, 10 años a.B. (antes de Brian).

Un camarero se acerca a servir comida india a una mesa con seis jóvenes cómicos: cuatro ingleses, un galés y un estadounidense —Graham Chapman, John Cleese, Eric Idle, Michael Palin, Terry Jones y Terry Gilliam, respectivamente—, que discuten de forma acalorada sobre comedia y un contrato de trabajo.

FIN DEL FLASHBACK

Ese camarero aún no lo sabe, pero está siendo testigo de un momento histórico: el nacimiento de los míticos «Monty Python». Eran seis hombres y un destino: poner boca abajo la comedia mundial para siempre.

Pero, aparte de las regatas, formar a cientos de premios Nobel, a más de treinta líderes mundiales, a doce santos, a Newton, a Darwin o a los dirigentes que sacaron al Reino Unido de Europa con el Brexit, ¿qué han hecho Oxford y Cambridge por nosotros?

Estas dos prestigiosas universidades fueron además «las culpables» de que existan los Monty Python: Terry Jones y Michael Palin se conocieron en el grupo de teatro de Oxford, mientras que Graham Chapman, John Cleese y Eric Idle eran compañeros de Cambridge.

Un jueves, mientras Graham Chapman y John Cleese veían juntos su programa favorito de comedia en el canal ITV, Do Not Adjust Your Set («No ajustes tu televisor»), con Terry Jones, Michael Palin, Eric Idle y Terry Gilliam haciendo las animaciones, Cleese lanzó a su compañero Chapman la pregunta con la que empezó todo: «¿Por qué no llamamos a esos tipos y les preguntamos si quieren hacer un programa con nosotros?».

La respuesta se hizo esperar unos días, pero fueron tres palabras sellaron su destino profesional y artístico para siempre: «Montemos algo juntos».

¿Qué han hecho Oxford y Cambridge por nosotros?

Monty Python’s Flying Circus

Ya tenemos a los seis fantásticos dispuestos a empezar a trabajar en el programa, pero les faltaba un nombre.

Fueron reuniones y reuniones y cientos de nombres los que se propusieron: Owl Stretching Time; The Toad Elevating Moment; A Horse, a Spoon and a Basin; Vaseline Review; Bun, Wackett, Buzzard, Stubble and Boot...

La BBC apostaba por «Flying Circus», pero el grupo quería añadir algo propio. John Cleese, muy fan de usar nombres de animales como recurso humorístico, propuso «Python» («serpiente pitón»), pero les faltaba algo, les parecía gracioso usarlo como apellido, pero les faltaba un nombre. Entonces, Eric Idle propuso «Monty», un nombre muy sonoro de un parroquiano de un pub de la localidad de Studley adonde acudía, y en donde todo el mundo preguntaba por este tal Monty, así que ya tenían nombre: «Monty Python».

A la cadena de televisión BBC el nombre del programa, Monty Python’s Flying Circus, les parecía largo y confuso, pero lo acabaron aceptando para contentar al grupo. Sin embargo, el hermano de Terry Jones demostró sus escasas dotes de adivinación y auguró que «un nombre así no arraigará nunca» entre el público.

Tras esta decisión, alguien de la BBC apareció con una colección de discos de vinilo para elegir un tema de cabecera para el programa. Terry Jones eligió la ya famosa «La campana de la Libertad», una marcha militar estadounidense de John Philip Sousa de 1893 interpretada nada menos que por la banda de música de la Guardia de Granaderos de la Guardia Real Británica.1

Ya tenían sintonía para el programa.

Firmaron una primera temporada completa de trece episodios de media hora de duración y de la que escribieron con anticipación todos los guiones. Su distribución del trabajo era de nueve de la mañana a cinco de la tarde de lunes a viernes, y trabajaban normalmente por parejas: la pareja de Cambridge —Cleese y Chapman— escribía sketches más verbales y agresivos, y la de Oxford —Jones y Palin—, unos sketches más visuales y fantasiosos que los de sus compañeros, mientras que Eric Idle escribía solo, como también Gilliam, que se ocupaba sobre todo de las animaciones. Seis genios trabajando a la vez aseguraba mucho material y muy brillante, aunque «el ochenta por ciento del tiempo se nos va en planificar dónde quedamos».

John Cleese ha confesado que él y Graham Chapman podían pasarse todo un día deliberando sobre la palabra correcta para usar en un sketch. Aunque nunca fueron unos grandes teóricos de la comedia, iban construyendo sus sketches sobre la marcha mientras los escribían. Todos aportaban y todos corregían.

Los seis Monty Python eran una mente colmena humorística. Crearon una comuna de guionistas sin ninguna autoridad. Una cooperativa del humor en la que todos y cada uno de ellos tenían el control creativo absoluto de su trabajo, desde la creación de los guiones, la grabación y la interpretación, hasta el montaje y la emisión.

El propio Cleese explicaba su sistema de trabajo: «No nos repetíamos mucho, solíamos ser bastante concienzudos y no nos gustaba incluir ningún sketch que nos pareciera flojo. La solidez de los guiones, la consistencia interpretativa y una libertad absoluta de creación que permitía tratar una gama tan rica y diversa de temas hacían que nuestros programas resultasen imposibles de encasillar».

Terry Gilliam cuenta en sus Gilliamismos. Memorias prepóstumas que «uno de los factores que permitieron a un grupo con tantas personalidades, talento y ego diferentes trabajar juntos era que sumábamos una sola personalidad efectivamente loca, y que operaba de una manera extrañamente funcional».

Todo el mundo piensa que los Monty Python improvisaban muy bien, pero de hecho en sus primeros programas, como ellos mismos han corroborado en numerosas ocasiones, no había ni una sola palabra improvisada. Su lema era: «Guion, guion y guion».

Ya tenían nombre, tema de cabecera y guiones.

Podían empezar.

Es...

La primera escena de Flying Circus que se rodó ya es historia de la televisión británica y mundial: un náufrago medio muerto llega nadando a la orilla se arrastra por la playa y con su último aliento dice una sola palabra:

«Es».

Es... el inicio de uno de los programas de humor más míticos e influyentes de la televisión.

El programa se estrenó el 5 de octubre de 1969 y estuvo en antena durante cuatro temporadas y 45 programas, de 1969 a 1974, producidos y dirigidos en casi la totalidad —41 de sus 45 entregas— por el director y actor escocés Ian MacNaughton, que posteriormente también dirigiría en 1971 la primera película del grupo, Y ahora algo completamente diferente —también conocida como Se armó la gorda—.

Dos años después de la emisión de Flying Circus en la televisión británica estrenaron su primera película, una recopilación de sus mejores sketches de las dos primeras temporadas de la serie televisiva para el mercado estadounidense, titulada, como acabamos de comentar, Y ahora algo completamente diferente (1971), a la que siguieron tres películas originales: Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1975), La vida de Brian (1979) y El sentido de la vida (1983), que hicieron de los Monty Python una leyenda de la comedia a nivel mundial.

El programa televisivo era una batidora de referencias de todo tipo. Sketches como los de «El chiste más famoso del mundo», «El loro muerto», «El Ministerio de los andares ridículos», «Spam», «La Inquisición española» o «La clínica de las discusiones» son una muestra de la variedad de un estilo de humor que aunaba surrealismo con crítica social, humor intelectual y popular a la vez.

Una mezcla que rompió los esquemas de sus compatriotas, que alucinaron al ver en un mismo programa una parodia de un partido de fútbol con el filósofo griego Sócrates metiendo el gol de la victoria a pase de Arquímedes, a pesar de las argumentaciones de Hegel y a unos soldados haciendo un baile absurdo en el que se golpean la cara con unos peces.

Todo aderezado con unas animaciones salvajes de Terry Gilliam basadas en las técnicas del collage y el stop motion que, a pesar de su violencia, pasaron la censura de la BBC y se convirtieron en un elemento imprescindible del programa y una seña de identidad visual potentísima.

Para la BBC, «el estilo de animación único de Terry Gilliam se volvió crucial, pasando a la perfección entre dos ideas cualesquiera que no tenían ninguna relación y haciendo que la corriente de la conciencia funcionase».

Un rasgo muy característico del humor de los Monty Python era cuestionarse todo. Su desafío a la autoridad y su libertad salvaje y ácrata conectaron muy bien con el espíritu de su época y sacaban de quicio a cierta gente y estamentos, algo de lo que estaban particularmente orgullosos los seis miembros del grupo.

«Un programa rarísimo, pero me ha gustado».

Eric Idle cuenta en su libro de memorias que uno de sus objetivos con el programa era «sorprender a los espectadores», y vaya si lo consiguieron.

Su público en el plató eran señoras mayores que llegaban al estudio de la BBC pensando que, al llamarse el programa Flying Circus, iban a ver en realidad un espectáculo circense, y claro, en la grabación de su primer programa no hubo ni una sola carcajada entre el público.

La BBC siguió apostando por el programa a pesar de sus bajas audiencias y lo cambió varias veces de horario y día de emisión para intentar encontrar una franja en la que funcionase, hasta que se asentó definitivamente los domingos por la noche.

Tres millones de espectadores se convirtieron en fieles seguidores del programa, que, poco a poco, se fue transformando en un espacio de culto para un sector de la población, especialmente entre el público joven, y que acabaría convirtiéndose en un emblema de la contracultura.

Este deseo de romper con las convenciones se materializó en un programa de comedia en el que se unía el humor subversivo y el surrealista, que encontró su público en una generación que había nacido poco después de la Segunda Guerra Mundial y había tenido acceso a una educación universitaria, jóvenes deseosos de encontrar una alternativa a la escena artística burguesa de la Inglaterra de los setenta y que consiguieron que arrasaran propuestas musicales como las del grupo The Beatles o cómicas como las de los propios Monty Python.

Pero ni siquiera ellos tenían claro si su fórmula, que mezclaba humor sofisticado, infantil, inteligente, surrealista y grueso a la vez, iba a funcionar. En el libro de memorias de John Cleese, So Anyway: The Autobiography, el cómico hace memoria de esa época y con sinceridad confiesa: «No teníamos ni idea de si a la gente le iba a gustar nuestro programa».

Los Monty Python, con su humor del absurdo, rompieron todos los límites, de forma y contenido, y a eso le añadieron algunos ingredientes extra, como un humor irrespetuoso y crítico con todo y con todos: religiones, burguesía, funcionarios, clases populares, amas de casa, intelectuales, militares, artistas, jueces..., incluso con ellos mismos y la propia BBC. Ningún colectivo se salvaba de sus parodias, y quizás ese fuera uno de los secretos de su gran éxito.

John Cleese explicó unos años después muy gráficamente qué diferenciaba su humor negro del humor blanco que se hacía hasta la década de los sesenta en la televisión británica: «Es la diferencia entre un cuento de hadas negro y un cuento de hadas blanco; el cuento de hadas blanco comienza con “Érase una vez...”, y el cuento de hadas negro comienza así: “Usted, hijo de puta, no va a creer esta mierda”».

«Usted, hijo de puta, no va a creer esta mierda».

Romper el chiste de remate

Una de las claves del éxito de Flying Circus y de las posteriores películas y espectáculos en vivo de los Monty Python es cómo fueron capaces de demoler todas las reglas del humor. Derrumbaron los cimientos con los que se construía la comedia y los programas de televisión.

Sus sketches no tenían la estructura clásica de un programa al uso: presentación, nudo y desenlace, y tampoco seguían un esquema predeterminado; de hecho, no seguían ningún esquema.

Nada en el programa tenía sentido, era «el sinsentido de la vida», el caos hecho comedia, un nuevo género que podríamos denominar «caosmedia». Se basaban en lo que ellos denominaban «el monólogo interior», «un hilo de pensamiento», «una corriente de conciencia» que recorría el programa pero sin ninguna línea argumental.