Querétaro - Marta Eugenia García Ugarte - E-Book

Querétaro E-Book

Marta Eugenia García Ugarte

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Beschreibung

Se presenta la historia de Querétaro desde sus primeros pobladores: los pames y los otomíes, estudiando sus costumbres y organizaciones, y el cambio radical de estas al llegar las avanzadas colonizadoras, militares y religiosas del siglo XVI y el espíritu de empresa de españoles, criollos y mestizos de los siglos XVII al XIX. Abordando las microrregiones naturales y culturales de la Sierra Gorda y los Valles, el texto aborda las diferentes relaciones sociales, políticas, económicas y culturales surgidas entre los habitantes de esta región del país.

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MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE. Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y docente en la misma universidad. Es especialista en historia de Querétaro, de la Iglesia católica en México y en temas agrarios.

SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

Fideicomiso Historia de las Américas

Serie HISTORIAS BREVES

Dirección académica editorial: ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Coordinación editorial: YOVANA CELAYA NÁNDEZ

QUERÉTARO

MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE    

Querétaro

HISTORIA BREVE

EL COLEGIO DE MÉXICO FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS FONDO  DE  CULTURA  ECONÓMICA

Primera edición, 1999 Segunda edición, 2010 Tercera edición, 2011 Primera edición electrónica, 2016

Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar

D. R. © 2010, Fideicomiso Historia de las Américas D. R. © 2010, El Colegio de México Camino al Ajusco, 20; 10740 Ciudad de México

D. R. © 2010, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-4082-6 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

PREÁMBULO

LAS HISTORIAS BREVES de la República Mexicana representan un esfuerzo colectivo de colegas y amigos. Hace unos años nos propusimos exponer, por orden temático y cronológico, los grandes momentos de la historia de cada entidad; explicar su geografía y su historia: el mundo prehispánico, el colonial, los siglos XIX y XX y aun el primer decenio del siglo XXI. Se realizó una investigación iconográfica amplia —que acompaña cada libro— y se hizo hincapié en destacar los rasgos que identifican a los distintos territorios que componen la actual República. Pero ¿cómo explicar el hecho de que a través del tiempo se mantuviera unido lo que fue Mesoamérica, el reino de la Nueva España y el actual México como república soberana?

El elemento esencial que caracteriza a las 31 entidades federativas es el cimiento mesoamericano, una trama en la que destacan ciertos elementos, por ejemplo, una particular capacidad para ordenar los territorios y las sociedades, o el papel de las ciudades como goznes del mundo mesoamericano. Teotihuacan fue sin duda el centro gravitacional, sin que esto signifique que restemos importancia al papel y a la autonomía de ciudades tan extremas como Paquimé, al norte; Tikal y Calakmul, al sureste; Cacaxtla y Tajín, en el oriente, y el reino purépecha michoacano en el occidente: ciudades extremas que se interconectan con otras intermedias igualmente importantes. Ciencia, religión, conocimientos, bienes de intercambio fluyeron a lo largo y ancho de Mesoamérica mediante redes de ciudades.

Cuando los conquistadores españoles llegaron, la trama social y política india era vigorosa; sólo así se explica el establecimiento de alianzas entre algunos señores indios y los invasores. Estas alianzas y los derechos que esos señoríos indios obtuvieron de la Corona española dieron vida a una de las experiencias históricas más complejas: un Nuevo Mundo, ni español ni indio, sino propiamente mexicano. El matrimonio entre indios, españoles, criollos y africanos generó un México con modulaciones interétnicas regionales, que perduran hasta hoy y que se fortalecen y expanden de México a Estados Unidos y aun hasta Alaska.

Usos y costumbres indios se entreveran con tres siglos de Colonia, diferenciados según los territorios; todo ello le da características específicas a cada región mexicana. Hasta el día de hoy pervive una cultura mestiza compuesta por ritos, cultura, alimentos, santoral, música, instrumentos, vestimenta, habitación, concepciones y modos de ser que son el resultado de la mezcla de dos culturas totalmente diferentes. Las modalidades de lo mexicano, sus variantes, ocurren en buena medida por las distancias y formas sociales que se adecuan y adaptan a las condiciones y necesidades de cada región.

Las ciudades, tanto en el periodo prehispánico y colonial como en el presente mexicano, son los nodos organizadores de la vida social, y entre ellas destaca de manera primordial, por haber desempeñado siempre una centralidad particular nunca cedida, la primigenia Tenochtitlan, la noble y soberana Ciudad de México, cabeza de ciudades. Esta centralidad explica en gran parte el que fuera reconocida por todas las cabeceras regionales como la capital del naciente Estado soberano en 1821. Conocer cómo se desenvolvieron las provincias es fundamental para comprender cómo se superaron retos y desafíos y convergieron 31 entidades para conformar el Estado federal de 1824.

El éxito de mantener unidas las antiguas provincias de la Nueva España fue un logro mayor, y se obtuvo gracias a que la representación política de cada territorio aceptó y respetó la diversidad regional al unirse bajo una forma nueva de organización: la federal, que exigió ajustes y reformas hasta su triunfo durante la República Restaurada, en 1867.

La segunda mitad del siglo XIX marca la nueva relación entre la federación y los estados, que se afirma mediante la Constitución de 1857 y políticas manifiestas en una gran obra pública y social, con una especial atención a la educación y a la extensión de la justicia federal a lo largo del territorio nacional. Durante los siglos XIX y XX se da una gran interacción entre los estados y la federación; se interiorizan las experiencias vividas, la idea de nación mexicana, de defensa de su soberanía, de la universalidad de los derechos políticos y, con la Constitución de 1917, la extensión de los derechos sociales a todos los habitantes de la República.

En el curso de estos dos últimos siglos nos hemos sentido mexicanos, y hemos preservado igualmente nuestra identidad estatal; ésta nos ha permitido defendernos y moderar las arbitrariedades del excesivo poder que eventualmente pudiera ejercer el gobierno federal.

Mi agradecimiento a la Secretaría de Educación Pública, por el apoyo recibido para la realización de esta obra. A Joaquín Díez-Canedo, Consuelo Sáizar, Miguel de la Madrid y a todo el equipo de esa gran editorial que es el Fondo de Cultura Económica. Quiero agradecer y reconocer también la valiosa ayuda en materia iconográfica de Rosa Casanova y, en particular, el incesante y entusiasta apoyo de Yovana Celaya, Laura Villanueva, Miriam Teodoro González y Alejandra García. Mi institución, El Colegio de México, y su presidente, Javier Garciadiego, han sido soportes fundamentales.

Sólo falta la aceptación del público lector, en quien espero infundir una mayor comprensión del México que hoy vivimos, para que pueda apreciar los logros alcanzados en más de cinco siglos de historia.

ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Presidenta y fundadora delFideicomiso Historia de las Américas

 

INTRODUCCIÓN

DURANTE EL IMPERIO TENOCHCA el estado de Querétaro de Arteaga formaba parte de la gran chichimeca, la tierra de las tribus nómadas que no habían sido sometidas por los aztecas, los tarascos ni los otomíes situados en sus fronteras. Más tarde, la amplia zona que abarcaba de Jilotepec a Michoacán y Nueva Galicia se pobló de ranchos ganaderos, indígenas industriosos y religiosos de San Francisco y San Agustín.

Esas avanzadas colonizadoras, religiosas y militares se incrementaron con el descubrimiento de yacimientos de oro y plata en la cercanía de Guadalajara y, en particular, cuando Juan de Tolosa localizó los yacimientos de plata en el Cerro de la Bufa, en Zacatecas. El tráfico de mercancías y viajeros en el camino México-Zacatecas aumentó la importancia de los pueblos situados en los puntos intermedios; entre ellos, los de San Juan del Río y Querétaro —que se había trasladado al lugar que ahora ocupa la ciudad capital— y San Miguel el Grande (ahora de Allende), en Guanajuato. Por eso abundaron las mercedes para establecer ventas u hospederías a lo largo del camino.

Por su privilegiada situación geográfica, Querétaro era garganta de tierra adentro y paso obligado para la colonización del norte y el oeste mexicanos. La fertilidad del suelo y lo benigno del clima, templado subtropical, muy pronto le dio fama de ser uno de los lugares más lindos y pródigos de la Nueva España.

La belleza de los paisajes queretanos, extraños, caprichosos, singulares, desde la sierra hasta sus valles; la fama de sus recursos mineros, ganaderos y agrícolas; la valentía de sus primeros pobladores, los pames, que estaban en posesión del territorio al momento de la Conquista, o de los otomíes, que colonizaron y pacificaron la región de los valles de 1530 a 1589, y el espíritu de empresa de los españoles, criollos, mestizos e indígenas de los siglos XVII, XVIIIy XIX, se desarrollaron en un territorio de 11 769 km2 que comprende tres provincias fisiográficas: la nororiental, que corresponde a la Sierra Madre Oriental, se distingue por el eje orográfico que atraviesa la Mesa Central del macizo de la Sierra Gorda, que es una continuación de la Sierra de Guanajuato. Esta majestuosa serranía se introduce al estado por el oeste, donde se localizan las escarpas septentrionales, que penetran hacia el este en los estados de San Luis Potosí e Hidalgo. El centro-sur de la entidad, formado por cañadas y llanuras de gran fertilidad, corresponde al Eje Neovolcánico Transmexicano. El centro-occidente, la porción más pequeña del territorio, se ubica en la Mesa del Centro.

Las características fisiográficas del suelo queretano abarcan cinco microrregiones naturales de belleza impactante, a saber: la Sierra Gorda al norte, y su Río Jalpan, cuyo caudal se une al del Santa María y sirve para marcar el límite con San Luis Potosí; el semidesierto y los valles centrales en el centro, con sus ríos Totimán y Tierra Blanca, afluentes del Extoraz, el cual corre de poniente a oriente hasta unirse al Río Moctezuma, en el noreste del estado, sirviendo de límite con Hidalgo; el Bajío en el oriente y el Río San Juan, afluente del Extoraz, que riega el Plan de San Juan del Río, famoso desde el siglo XVII por la alta productividad de sus haciendas; en el sur de la entidad, la Sierra de Amealco, asiento por excelencia de la población otomí, y, finalmente, la Sierra Madre, que colinda con San Luis Potosí.

De acuerdo con la especificidad cultural de los grupos humanos que se asentaron en este territorio desde el periodo prehispánico, es válido considerar que el estado se encuentra dividido en dos microrregiones culturales que, delimitadas por el semidesierto queretano, están claramente diferenciadas a lo largo de la historia: la Sierra Gorda y los Valles.

Las relaciones sociales, los movimientos políticos, las expresiones culturales, el desarrollo económico y la forma como los queretanos se integraron al paisaje y a la vida regional y nacional pueden distinguirse de forma clara y nítida según la microrregión de que se trate. La singularidad histórica de las dos microrregiones estatales fue fuente originaria de todo tipo de conflictos. Los indómitos serranos y los laboriosos habitantes de los valles se extrañaban y desconocían entre sí como partes integrantes de mundos o naciones diferentes.

El antagonismo entre la Sierra y los Valles sembró las tendencias separatistas de los serranos hasta 1940. Éstos se identificaron con la cultura y las formas de vida de sus vecinos de las sierras de Hidalgo y San Luis Potosí. En cambio, para los industriosos pobladores de los valles, la Sierra Gorda y sus productos minerales y ganaderos, sus plantaciones de café, plátano o aguacate y la riqueza turística de sus misiones barrocas son parte de su intransferible paisaje natural y humano. Esa conciencia condujo a la defensa del territorio por todos los vientos sin importar las diferencias culturales que los separaban.

La situación productiva y social empezó a cambiar en la década de los cincuenta del siglo XX bajo la sombra del desarrollo industrial, aceterado durante los sesenta y setenta y continuado, según un proyecto integrado, en los noventa. En los albores del siglo XXI, pese al desarrollo económico marginal que caracteriza a la Sierra Gorda, los queretanos han asumido sus diferencias como elementos significativos de su riqueza y de su ser propio. Esa historia, rica y compleja, es la que contamos en este libro.

Finalmente, quiero agradecer a Alicia Hernández Chávez y Manuel Miño la invitación a colaborar en este proyecto. Tanto a ellos como a David A. Brading, Enrique Florescano, Andrés Lira, Rafael Loyola y Manuel Olimón, les agradezco la lectura del manuscrito y sus atinados comentarios y sugerencias.

MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE

 

MAPA I.1. División geocultural del estado de Querétaro

FUENTE: Rolando Palacios, IIS-UNAM, 1997.

I. LA GEOGRAFÍA QUERETANA

YOVANA CELAYA NÁNDEZ

EL ESTADO DE QUERÉTARO tiene una posición central en la geografía nacional; su localización lo hizo y lo hace punto de referencia obligado hacia las tierras del Septentrión y de éste al Altiplano Central. Es decir, en la frontera entre Aridoamérica y Mesoamérica. Teniendo límites con los estados mexicanos de Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Hidalgo y el Estado de México, Querétaro se encuentra en el centro del país. Es uno de los estados más pequeños de la República; tiene una extensión territorial de 11 769 km2. Su ubicación central lo hace tener un importante papel dentro de la historia de México. Posee tres ríos como límites naturales: al norte, el Santa María de Acapulco; al este, el Moctezuma, y al sur, el Lerma. Querétaro es uno de los principales estados de México. Coloridas fiestas atraen de muchas partes del país a numerosos visitantes, en especial a mitad de septiembre por el aniversario de la independencia de México. Su ubicación geográfica se encuentra entre los paralelos 20° y 21° de latitud norte y los meridianos 99° y 100° de longitud oeste, y política y administrativamente se encuentra dividido en 18 municipios.

EL TERRITORIO

El estado de Querétaro participa simultáneamente de las provincias fisiográficas de la Mesa del Centro, Sierra Madre Oriental y Eje Neovolcánico Transmexicano. El territorio estatal es montañoso, notablemente en la Sierra Gorda y la Sierra Queretana, parte de la Sierra Madre Oriental. El área entre las dos sierras (los valles y el semidesierto) está compuesta por numerosos valles y usualmente cerros pequeños. Querétaro está cruzado por el parteaguas continental. La vertiente del Pacífico se inicia en los arroyos provenientes del Pinal Zamorano, que forman diferentes riachuelos que desembocan en el Río Querétaro, y éste a su vez en el de La Laja, en Guanajuato, que después se integra a la gran cuenca Santiago-Lerma. La vertiente del Golfo de México surge de los cerros El Moro y El Mexicano. En esta cuenca sobresale el Río Colón, proveniente de El Moro; éste a su vez es origen del Río Tolimán, que es afluente del Extoraz y se une al Moctezuma y al Pánuco. Los principales cuerpos de agua son presas, entre las que destacan las de Zimapán, Constitución de 1917, San Ildefonso, Centenario, Santa Catarina, La Llave, Jalpan y La Soledad.

Se distinguen tres áreas climáticas bien definidas: la porción Sur, que comprende parte de la provincia fisiográfica del Eje Neovolcánico, donde los climas son templados. La región Centro abarca áreas del Eje Neovolcánico Transmexicano, la Sierra Madre Oriental y la Mesa del Centro.

Entre los recursos con que cuenta el estado tienen especial lugar la riqueza forestal y la minería. Así, en lo que se refiere al recurso forestal, la entidad aprovecha las especies de pino, encino, cedro, oyamel, enebro, mezquite, eucalipto y otras de menor importancia, principalmente ubicadas en la Sierra Gorda. Ésta tiene aproximadamente 70 000 ha potencialmente productivas. Por su parte, la explotación minera es una actividad muy antigua en el estado, y de ello se cuenta con múltiples registros arqueológicos. Existen 10 distritos mineros de metales en la Sierra Gorda, con producción de plomo, plata, cinc, cobre, oro, mercurio y antimonio. Se encuentran, además, otras siete zonas de explotación de minerales no metálicos: de mármol, de sillar y caolín, de cantera, de ópalo, de sillar y pómez, y de caleras.

Como resultado de la estructura orográfica, los tipos de clima y la vegetación, en el estado existen cuatro tipos de suelos: el que se presenta en los valles de San Juan del Río, Querétaro, Pedro Escobedo, Corregidora y El Marqués se denomina negro o chernozem, que se ha formado con materiales de origen residual, aluvial y coluvial, y contiene abundante materia orgánica. Es profundo, de tres a seis metros; se da en terrenos planos o con poca pendiente y es de fertilidad adecuada para la producción agrícola intensiva, con climas templados y lluvias o humedad regular.

En la parte central del estado se cuenta con suelos castaños o chestnut con regosoles y feozems, de capas delgadas de 50 cm de profundidad, de bajo contenido de materia orgánica, limitados por un sustrato calizo, rocoso o por tepetate, con climas secos y baja o mínima precipitación pluvial. En la región de Jalpan, en el norte de la entidad y en Amealco, en el extremo sur, los suelos se han derivado de rocas sedimentarias fundamentalmente calizas. Los suelos se denominan complejos de montaña o litosoles cuando se encuentran en pendientes mayores de 35°, y se llaman feozem y vertisol cuando son de fertilidad baja a mediana. En menores pendientes dominan los suelos café forestalpozólicos, con razonable cantidad de materia orgánica, que subsisten en lugares con clima de templado a frío y con lluvias abundantes. También en esta región, concretamente en el municipio de Landa de Matamoros, se localizan los suelos llamados rendzinas, con luvisoles y cambisoles; son someros, de textura fina y subyacen a una capa calcárea de roca o tepetat se; se localizan en laderas y en climas cálidos con abundantes lluvias. El resultado es 28.24% del suelo dedicado a la agricultura; 1.07% al pastizal, 24.22% de bosque, 3.95% de selva y 40.62% de matorral.

REGIONES

En función de características climáticas, geográficas y económicas, el territorio queretano se ha dividido en cinco regiones: Amealco, Cadereyta, Jalpan, San Juan del Río y Querétaro. La región de Amealco está localizada en el Eje Neovolcánico Transmexicano; aquí se encuentran las partes más elevadas del estado; por ejemplo, el Cerro del Gallo, con 3 000 metros de altitud, o el Cerro La Cruz de Chitejé, con 2 910. Es una zona de cumbres boscosas surcada de múltiples arroyos que alimentan la presa Constitución de 1917. La región comprende los municipios de Amealco y Huimilapan, y las actividades que se desarrollan en esta zona son agricultura, ganadería y fruticultura, así como agroindustrias. Recientemente se han instalado pequeñas maquiladoras textiles. El porcentaje de población respecto al del estado es de 6.07%. Según el censo de 2000, la región presenta un alto índice de marginación.

La región de Cadereyta de Montes está integrada por cuatro municipios: Colón, Peñamiller, Tolimán y el que le da nombre a la región, y representa 29% del área del estado. Durante el periodo colonial alcanzó un elevado desarrollo económico debido a la minería; se explotan ópalo, oro, plata, mercurio y diversas canteras. Su población se dedica principalmente a la agricultura de temporal y a la ganadería caprina. La explotación de las minas resultaría una buena fuente de ingresos, aunque la región carece de estímulos económicos para su desarrollo. Al igual que en la región de Amealco, las pequeñas maquiladoras de textiles y recicladoras de plástico se han convertido en una fuente de empleo. Es una región de fuerte rasgo rural en la que persisten problemas de analfabetismo, así como bajos niveles nutricionales y de higiene. Los registros del INEGI señalan que tres de sus municipios presentan un índice de marginación en descenso, pues el registro de 1995 los colocaba en medio, mientras que el registro del año 2000 indicaba una alta marginación. El caso más alarmante de involución del desarrollo en esta región es el municipio de Colón, que en registros previos no estaba incluido en estos índices y en 2000 presentaba muy alta marginación. Las condiciones económicas de la región la convierten en una zona expulsora de población.

La tercera región es Jalpan de Serra, integrada por los municipios de Arroyo Seco, Pinal de Amoles, Jalpan de Serra, Landa de Matamoros y San Joaquín. Ubicada en la zona norte del estado, forma parte de la Huasteca. En esta zona se desarrollan actividades ganaderas, agrícolas, forestales, mineras, turísticas y agroindustriales. Su actividad agrícola se desarrolla en 3% de la superficie de la región, por lo que prácticamente es de autoconsumo. En cuanto a la actividad frutícola, Jalpan de Serra cuenta con producción de cítricos, mango, café, durazno y manzana, mientras que la actividad pecuaria tiene amplias perspectivas en vista de las grandes extensiones de agostadero de las que dispone la región. No obstante ello, cuatro de sus municipios presentan índices de marginación altos de acuerdo con el registro del año 2000, mientras que uno, Pinal de Amoles, tiene un índice de marginación muy alto. Esto se refleja en el proceso de expulsión de población a otras regiones o a Estados Unidos y en los altos índices de analfabetismo.

La región de San Juan del Río es donde se establecen en la primera mitad del siglo XVI las primeras poblaciones españolas. Está situada en el Altiplano, sobre los llanos de San Juan del Río. En esta zona caen unos 600 mm de lluvia al año; en Tequisquiapan baja la precipitación a 510 mm, mientras que en Cadereyta sólo llega a 470 mm. Esta región ocupa el primer lugar en aprovechamiento agrícola del estado; buena parte es de riego y los principales cultivos son sorgo, trigo, cebada, alfalfa, avena y, en menor grado, hortalizas, maíz y frijol. La actividad pecuaria dispone de extensas superficies de pastizales, bordos y un importante inventario ganadero. La región también produce uva de diversas cepas que se aprovecha en la elaboración de vinos de mesa. La producción agrícola se ve favorecida por la abundancia de recursos hidrológicos; las presas Constitución, Paso de Tablas y La Llave y un sistema regional de bordos, como el San Juan y el Moctezuma, surten al campo. En materia industrial es la segunda del estado. Las industrias son variadas en cuanto a su actividad, desde papeleras hasta procesadoras de alimentos. Los principales parques industriales se encuentran en el perímetro de la ciudad de San Juan del Río. No obstante el beneficio económico que genera la industria, también ha propiciado problemas de contaminación del agua y abatimiento de los niveles freáticos, por lo que en la actualidad se busca que las empresas cuenten con sistemas anticontaminantes y de tratamiento de desechos y aguas residuales. En vista de la alta concentración de población y del alto nivel de generación de empleos, los servicios básicos de salud y educación deben incrementarse constantemente.

La última región es la de Querétaro, geográfica y culturalmente perteneciente al Bajío. La integran los municipios de Corregidora, Querétaro y El Marqués. Las actividades que se desarrollan son la ganadería, la agricultura, el turismo y la industria. Esta última siempre ha tenido importancia, desde los primeros obrajes textiles que se instalaron en la época de la Colonia, hasta el desarrollo industrial entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX. Esta región representa 15% de la superficie del estado y ocupa el segundo lugar en aprovechamiento agrícola de riego. Sus condiciones geográficas son del todo favorables, pues se caracterizan por amplios valles, lomeríos suaves y algunos cerros. Los principales cultivos intensivos son sorgo, trigo, cebada, alfalfa, avena y, en menor grado, hortalizas, maíz y frijol. La actividad pecuaria dispone de extensas superficies de pastizales, bordos y un importante inventario ganadero. Esta región y la de San Juan del Río constituyen la cuenca lechera bovina más importante del estado, con una producción diaria de 380 000 a 435 000 litros; también cuenta con una producción lechera caprina tecnificada de buenas razas. La producción porcina y la avícola están altamente tecnificadas, con altos niveles de producción de carne y derivados. En la región se localiza un poco más de la mitad de las plantas industriales del estado, que absorben un considerable volumen de mano de obra industrial. Los ramos preponderantes son autopartes, productos metálicos, electrodomésticos, cables, productos químicos, ropa y aparatos eléctricos. La zona concentra 54.8% del total de la población. En materia de educación, todos los niveles educativos están ampliamente cubiertos, desde el preescolar hasta el nivel superior, y presenta un bajo nivel de analfabetismo.

Los sectores económicos de las tres regiones forman parte de las tres grandes ramas de la economía, pero con grandes diferencias. El sector primario, el campo, se ha visto favorecido gracias a la abundante precipitación pluvial y a los apoyos gubernamentales; asimismo, el financiamiento ha sido un aspecto crucial para que el campo queretano sea una actividad productiva y rentable. En este tenor, recientemente se estableció el Centro de Negocios Agropecuarios, adonde acuden los agentes financieros acreditados en el estado para apoyar al sector. Desde su inicio, se incubaron proyectos como la agricultura por contrato, los cultivos alternos y la reconversión productiva pecuaria. El sector secundario actualmente es la prioridad del gobierno estatal por su alto impacto en la generación de empleos. Por último, el sector terciario, la actividad comercial, es una rama económica en crecimiento. Un sector que se debe considerar, por su dinámica de importante crecimiento, es el turismo, en el que Querétaro se consolida como destino en escala nacional e internacional debido a su creciente infraestructura hotelera y amplia disponibilidad de servicios. Las estrategias de promoción se ven reflejadas en el incremento de turistas: en 2006, el estado recibió más de 7.4 millones de visitantes nacionales y extranjeros, lo que generó una derrama económica superior a los 10 400 millones de dólares. Querétaro es un estado rico en bellezas naturales y monumentos coloniales, que están principalmente concentrados en la Sierra Gorda: cascadas, grutas, campamentos ecoturísticos y templos misionales, edificados por fray Junípero Serra y otros frailes y declarados por la UNESCO patrimonio de la humanidad desde 2003. Uno de los objetivos es preservar y promover las festividades de la entidad, entre las que destacan la de Ezequiel Montes, el Concurso Nacional de Huapango en San Joaquín, la Feria Nacional del Queso y el Vino en Tequisquiapan, y el equinoccio de primavera en Bernal. Además, desde 2003 se han apoyado proyectos comunitarios para aprovechar el turismo.

No obstante el desarrollo de los tres principales sectores económicos, el estado acusa grandes rezagos en materia educativa, poblacional y de salud. A continuación algunos indicadores.

POBLACIÓN, MARGINACIÓN, EDUCACIÓN Y SALUD

Los indicadores permiten dar cuenta de las condiciones de la población queretana en materia de servicios básicos, las discrepancias entre área rural y urbana y los temas pendientes. Según el censo de 2005, la población del estado era de 1’598 139 habitantes, lo que representaba 1.5% del total nacional; 825 380 habilantes eran mujeres y 772 759 hombres. Esa población era casi siete veces mayor a la que habitaba en la entidad hace poco más de medio siglo; 70% de ella se concentraba en áreas urbanas y 30% en áreas rurales. El municipio con mayor porcentaje de habitantes es Querétaro con 45.9%, seguido de San Juan del Río con 13.0% y de Corregidora con 6.5%, todos del área urbana.

 

GRÁFICA I.1. Crecimiento de la población de Querétaro, 1900-2005

La gráfica I.1 nos muestra que durante las primeras cinco décadas del siglo pasado, de 1900 a 1950, la población se mantuvo entre 200 000 y 300 000 habitantes, notándose un acelerado crecimiento a partir de 1960. En términos generales, la misma dinámica de acelerado crecimiento demográfico se observa en el país y en el mundo, derivada principalmente de una alta fecundidad, así como condiciones favorables de avance y desarrollo en el campo de la medicina y la salud, aunados a un rápido desarrollo tecnológico e industrial. En Querétaro, esta dinámica alcanzó su punto culminante entre las décadas de 1970 y 1980.

El crecimiento registrado en los municipios de la entidad en el periodo 2000-2005 presenta importantes contrastes, que van desde altas tasas de crecimiento promedio anual, como en Corregidora, cuyo incremento poblacional contrasta con el crecimiento negativo que se observa en Pinal de Amoles, Jalpan de Serra, Landa de Matamoros, Arroyo Seco y San Joaquín. Por arriba del promedio estatal se encuentran otros dos municipios: Corregidora (6.8%), el cual forma parte de la zona conurbada de la ciudad de Querétaro y por consiguiente ha absorbido gran parte del crecimiento de su mancha urbana, y Ezequiel Montes (4.14%), municipio con una reciente vocación turística, en el que se presenta un incremento considerable en dos de sus localidades: la cabecera municipal y Bernal.

Otra manera de ver la distribución porcentual de la población de Querétaro es mediante la agrupación de municipios. En tan sólo dos municipios viven seis de cada 10 queretanos; en el siguiente grupo de ocho municipios residen tres de cada 10, y en el grupo restante de ocho municipios radica sólo uno de cada 10 habitantes de la entidad. De estos últimos destacan San Joaquín y Arroyo, situación que no ha variado en el último quinquenio. La tendencia que presenta la población del estado a residir o concentrarse en mayores núcleos de población se hace evidente en el hecho de que de 2000 a 2005 la mayoría de los municipios aumentaron su porcentaje de población residente en localidades con 2 500 y más habitantes, lo que podría estar relacionado con la expectativa de acceder a las ventajas en infraestructura social y material que ofrecen las localidades urbanas en rubros como salud, educación, actividad económica, disponibilidad de agua potable, electrificación, drenaje, etcétera.

Para entender la dinámica de la población queretana es importante detenerse en su movilidad, hacia el interior del estado, a estados vecinos y hacia Estados Unidos. En este capítulo sólo nos detendremos en los datos globales de la movilidad poblacional en el país, pues nos basamos en los datos publicados por el INEGI. Lo que atañe a la movilidad internacional será tema del último capítulo de esta obra, en vista de que se necesita la consulta de otras fuentes para su explicación. Según diversas investigaciones, en general la migración interna se asocia a la situación social y económica prevaleciente en el lugar de origen de las personas, así como a la disponibilidad de fuentes de empleo y de servicios. El fenómeno migratorio en Querétaro debe verse en sus dos polos: como expulsor pero también como receptor. Sin embargo, ambos polos dependen de la región a la que nos estemos refiriendo, de tal manera que el sector industrial-urbano cuenta con una amplia tradición receptora de mano de obra que se inició en la década de 1970, frente a la tradición expulsora de los municipios de la Sierra Gorda.

Según los datos del II Conteo de Población y Vivienda 2005, la distribución porcentual de las entidades a las que decidieron ir a radicar las personas que cinco años antes vivían en Querétaro es: Guanajuato, 15.4%; Estado de México, 14.4%; Distrito Federal, 12.4%; Hidalgo, 6.4%, y Jalisco, 6.1%. No obstante la movilidad de queretanos a estados vecinos, Querétaro se considera como un estado receptor, entre otras cosas por su actividad económica y por la cercanía con el Distrito Federal. El mayor número de inmigrantes proviene precisamente de esta entidad; le siguen el Estado de México, Guanajuato, Hidalgo y Michoacán con una proporción de 24.3%, 11.1 y 4.1%, respectivamente. La movilidad hacia el interior del estado muestra una clara tendencia hacia los municipios del centro-sur, lo que se conoce como el corredor industrial queretano: San Juan del Río, Pedro Escobedo, El Marqués, Querétaro y Corregidora. En lo que se refiere a las tendencias por sexo, se hacen dos distinciones: cuando el migrante se mueve a otro esstado, es población femenina, individual y no familiar; pero cuando es al interior del estado, inicialmente es masculina, y en este caso, con cierta regularidad; después de algunos años migra toda la familia en busca de mejores oportunidades.

 

GRÁFICA I.2. Migración nacional, 2000-2005

La disponibilidad de servicios en las viviendas pone en evidencia la calidad de vida de sus ocupantes. El suministro del agua es uno de los principales servicios. Entre 2000 y 2005, la proporción de viviendas que contaban con él pasó de 88.2 a 90%. Entre tanto, 96 de cada 100 viviendas cuentan con servicio de energía eléctrica, lo que representa un aumento de dos unidades respecto del año 2000. Por otra parte, donde se registra un mayor aumento de bienestar en las viviendas es en el servicio sanitario y en el de drenaje, con 8.3 y 11%, respectivamente.

La concentración de población trae como consecuencia mayor demanda de servicios, pero al mismo tiempo es más viable suministrarlos a un grupo grande de viviendas que a grupos medianos y pequeños, por lo cual la proporción de viviendas que cuenta con agua, drenaje y energía eléctrica es mayor en las localidades de 100 000 y más habitantes. En localidades con menos de 2 500 habitantes, 76 de cada 100 viviendas cuentan con agua, mientras que en las ciudades de 100 000 y más habitantes, la cobertura de este servicio es de casi 100%. En la actualidad, uno de los servicios a los que la población puede tener acceso más fácilmente es el de energía eléctrica: 96.3% de las viviendas particulares habitadas del estado cuenta con este servicio, mientras que en el ámbito nacional el indicador es de 96.6%. Los municipios de Quéretaro que presentan la mayor cobertura de este servicio son Corregidora y Querétaro, ambos con 98.2%; San Juan del Río con 98%, y con 97.9% Tequisquiapan; en el otro extremo se encuentran Pinal de Amoles y San Joaquín, con 74.5 y 74.1% de viviendas particulares con energía eléctrica, respectivamente.

La marginación, de acuerdo con el Consejo Estatal de Población, es un fenómeno estructural que se origina en el estilo o patrón histórico de desarrollo. En el proceso de crecimient o económico, la migración surge como expresión de la dificultad para propagar el progreso técnico en el conjunto de los sectores productivos, y socialmente se expresa como persistente desigualdad en la participación de ciudadanos y grupos sociales en el proceso de desarrollo y en el disfrute de sus beneficios. El Consejo Nacional de Población (Conapo) y la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) registran a 10 municipios del estado como los de mayor marginación; éstos son, en la Sierra Gorda queretana: San Joaquín, Arroyo Seco, Landa de Matamoros, Jalpan de Serra y Pinal de Amoles; en el semidesierto: Cadereyta de Montes, Tolimán y Peñamiller, y en el Sur: Huimilpan y Amealco de Bonfil. Cuando se habla de pobreza, marginación y exclusión en el estado de Querétaro, estamos refiriéndonos de manera primordial a municipios catalogados como rurales, los cuales carecen de los mínimos niveles de bienestar.

La disponibilidad de agua, drenaje y energía eléctrica conforma un conjunto de servicios que mejoran y facilitan la vida doméstica. En este esquema es evidente que las mayores variaciones responden a la delimitación asociada con la caracterización de lo urbano y lo rural. Los municipios de Querétaro, Corregidora, San Juan del Río y Tequisquiapan cuentan con la mayor cobertura en los tres servicios, y son municipios de carácter urbano, mientras que en Pinal de Amoles tan sólo 26 de cada 100 viviendas particulares cuentan con estos servicios. En los municipios de Peñamiller y Amealco de Bonfil, la proporción es de 43 de cada 100 viviendas. Sin duda, la división entre urbano y rural refleja en los indicadores antes descritos la disparidad existente entre población y servicios, y su distribución en el estado. Disminuir la brecha entre habitantes del ámbito rural y residentes del urbano es una tarea pendiente.

Un último indicador, imprescindible para entender los avances y temas pendientes en materia de gobierno, es la educación. En el II Conteo de Población y Vivienda 2005 se muestran los datos de las características educativas de la población a través de la asistencia escolar, el nivel de escolaridad y el alfabetismo. La aptitud para leer y escribir en la población de seis a 14 años de edad es un indicador que permite una aproximación cuantitativa al alcance y la cobertura de los servicios educativos en este segmento de la población, que es estratégico, pues corresponde a la edad de inicio escolar y educación básica, y que en este sentido se considera la base de todo el sistema escolar de la población. Según los resultados de dicho conteo, en Querétaro el porcentaje de la población de seis a 14 años de edad que saber leer y escribir es casi similar al porcentaje nacional, pues en ambos casos 88 de cada 100 niños y niñas de esta edad saben leer y escribir.

Los diferentes factores que influyen en el acceso a la educación de la población escolar generalmente están determinados por las condiciones socioeconómicas del entorno familiar y del lugar donde se vive, las cuales pueden ser: la dificultad de asistir a una escuela por la lejanía, una situación familiar precaria o bien el desempeño de alguna actividad económica para contribuir al ingreso del hogar. En el estado, las localidades con 100 000 y más habitantes presentan el mayor porcentaje de población de seis a 14 años que sabe leer y escribir; en ellas, 91 de cada 100 de estas personas cuentan con dicha característica. El extremo opuesto se presenta nuevamente en localidades rurales y con alto grado de marginación: los municipios de Pinal de Amoles, San Joaquín, Landa de Matamoros y Arroyo Seco, con valores que van de 79 a 82% de personas de seis a 14 años de edad que saben leer y escribir, mientras que, en los mismos municipios, entre la población de 15 años y más, 76 y 77 personas son alfabetas.

En materia de asistencia escolar, el indicador permite también dar cuenta de las condiciones socioeconómicas de la población escolar. En Querétaro, la información de asistencia escolar para el año 2005 muestra que a partir de la edad de seis años el indicador tiende a subir, hasta llegar al punto más alto a la edad de nueve años, tanto para los hombres como para las mujeres. Sin embargo, en las edades subsecuentes el porcentaje desciende, de tal manera que el punto más bajo de asistencia se presenta a la edad de 14 años. Al comparar la asistencia escolar entre niños y niñas, se observa que sus porcentajes son similares hasta los 11 años, y que de los 12 a los 13 años este indicador desciende en las mujeres en mayor medida que en los hombres; para la edad de 14 años la disminución se presenta en los hombres con una diferencia de 1.2 puntos porcentuales por encima de las mujeres.

Al desglosar la información de la población de seis a 14 años que asiste a la escuela por tamaño de localidad, en las mayores de 100 000 habitantes se registra el valor más alto: 96.6% acuden a la escuela, dato mayor en 4.7% en relación con el registrado en localidades donde residen menos de 2 500 habitantes. De nueva cuenta, se observa que el grado de urbanización influye favorablemente en el porcentaje de la población que asiste a la escuela. Los datos del conteo de 2005 muestran que los mayores porcentajes de la población de 15 y más años de edad, según nivel de instrucción, se encuentran en la educación media básica, con 29.5% en hombres y 25.6% en mujeres. Por el contrario, los menores porcentajes se ubican en los extremos de la distribución, que en este caso corresponde al nivel de instrucción superior, con 16.1% en las personas de sexo masculino y 13.1% en las de femenino; así como a la población sin instrucción, en la que 7.4% son hombres y 10% son mujeres.

Al observar los totales y la distribución porcentual de la población de 15 y más años por tamaño de localidad y nivel de instrucción, se observa que cerca de 296 000 personas residen en localidades menores de 2 500 habitantes, lugares donde se registran los mayores porcentajes de población sin instrucción, con primaria incompleta y con primaria completa, con 17.1, 19.3 y 27%, respectivamente; y también los menores porcentajes de población con educación media básica (25.6%), media superior (6.8%) y educación superior (2.6 por ciento).

La diferencia es constante entre los indicadores para los municipios urbanos y rurales: en todos los casos el atraso se presenta en el mundo rural. El gran reto de la distribución territorial de la población es la búsqueda de una relación equilibrada entre las zonas de potencial, con recursos económicos y naturales, y la dinámica de la población, acorde con un desarrollo sustentable. Será necesario reorientar los flujos migratorios hacia las ciudades medias y pequeñas con potencial, controlar el crecimiento de las grandes urbes y satisfacer las demandas de su población, así como dotar de servicios básicos a las localidades pequeñas, dispersas y aisladas. Se trata de un reto en el que según el censo de 2005 se han registrado avances, pero no significativos, para revertir la disparidad entre los mundos rural y urbano.

II. RESCATE DE LA MEMORIAVida y cultura de los primeros pobladores

POCO SE SABE DE LOS PRIMEROS POBLADORES de Querétaro. La atención que se ha dado al estudio de los restos arqueológicos monumentales, regios e importantes que se encuentran en el centro, sur y sureste de la República ha influido en la falta de exploración y estudio de los sitios menores, aunque no menos interesantes, como son los descubiertos en Querétaro, tanto en la Sierra Gorda como en los Valles.

También se enfrenta la dificultad de que los primeros habitantes de Querétaro no dejaron códices —manuscritos pictográficos, ideogramas y signos fonéticos— como los preservados en algunas de las ciudades más importantes del México central o los que se elaboraron bajo el dominio español. El conocimiento que proporcionan las crónicas escritas poco después de la Conquista, tan útiles para el estudio de algunas culturas mesoamericanas, tampoco puede emplearse para el caso de Querétaro, porque los cronistas tuvieron poco interés en los grupos humanos situados en la Gran Chichimeca, como denominaron los españoles, por influencia de los mexicas, al norte amplio ocupado por tribus nómadas de cazadores y recolectores.

Es preciso aclarar que el vocablo chichimeca no hace alusión a una familia lingüística, sino a un estadio cultural: a las tribus de cultura rudimentaria que llegaron a la Meseta Central después de la caída de Tula. También se aplicaba a pueblos civilizados, agricultores y sedentarios, pero considerados menos desarrollados, como los hñähñu y los huastecos, por oposición a los nahuas. En particular, denotaba la zona norte que no habían sometido los aztecas. Como afirman Alfredo López Austin y Leonardo López Luján en El pasado indígena, el término se aplicaba “a grupos con economías y formas de organización disímiles: desde las sociedades agrícolas y estratificadas de los cazcanes y tecuexes, hasta bandas igualitarias que vivían de la caza y la recolección, como los guachichiles y los guamares, pasando por comunidades culturalmente híbridas, como los zacatecos”. De esa manera, sólo presuponía un origen geográfico común. Esta amplia región, la Gran Chichimeca, comprendía el territorio habitado por los indios nómadas al norte de Jilotepec y de Tecozautla, en la frontera con los dominios de los hñähñu.

La misma condición guarda el término pame, usado para referirse a la población que encontraron los españoles en Querétaro y para indicar que se trataba de una cultura menos desarrollada. Pero en realidad se ignora el nombre con el que ellos se llamaban a sí mismos. Según la crónica de Gonzalo de las Casas, ese nombre les fue asignado por la frecuencia con que decían “no”, que es el significado de pame. Una degeneración semejante tenía el vocablo otomí, con el que se denominaba a una de las poblaciones más antiguas de México, la hñähñu, para resaltar su condición de bárbaros.

La aclaración es pertinente porque en este trabajo se utilizarán los términos chichimeca, pame y otomí, pese a su caracter despectivo, por su vigencia durante el periodo colonial.

Otro problema fundamental ha sido la demarcación de Mesoamérica para el siglo XVI, propuesta por Kirchhoff en 1943, que entre otras regiones de América dejaba fuera a la septentrional porque no presentaba los rasgos propios de las sociedades complejas, estratificadas y con una clara definición del papel del Estado.

La definición de Mesoamérica de Kirchhoff en función de las presencias/ausencias se ha criticado porque al aplicarse con rigurosidad tiende a limitar el conocimiento del mundo prehispánico. Como sostienen Jesús Flores Olague y varios autores más en Breve historia de Zacatecas, “lejos de favorecer la investigación del mundo prehispánico, esa demarcación ha sido una camisa de fuerza que ha obstaculizado el avance de los estudios en la materia, y no un concepto metodológico como lo propuso Kirchhoff”. Por ejemplo, todavía se sigue discutiendo el término adecuado para precisar el área que ocupa Querétaro. Durante la Conquista el territorio estaba poblado por tribus seminómadas de cazadores y recolectores. No obstante, en etapas históricas anteriores sus pobladores habían alcanzado un grado de civilización cercano o semejante al de las culturas mesoamericanas. Así, este territorio podría considerarse como parte de la región mesoamericana.

Es cierto que el desarrollo cultural más complejo se dio en la Mesoamérica nuclear y que fue ese desarrollo, precisamente, el que se utilizó como modelo para designar a la región situada en el norte del país. De esa manera, el norte fue analizado como dependiente de la civilización del centro y definido como Mesoamérica marginal. Esas definiciones causan problemas conceptuales puesto que marginal puede implicar un enfoque reducido a un retraso cultural con respecto a las culturas nucleares y no lo que realmente se desea establecer como tesis: que fueron culturas mesoamericanas las que participaron en la formación del horizonte cultural definido por su carácter civilizatorio.

Considerando esas discusiones, todavía vigentes, ubicaremos la zona de Querétaro en la franja territorial que separaba a los grupos nómadas —las dos grandes regiones que formaron la Gran Chichimeca, Aridoamérica y la septentrional— de los sedentarios de Mesoamérica. Querétaro era la puerta del mundo chichimeca y el fin de las altas culturas mesoamericanas. Sin embargo, no se puede ignorar que su territorio se integraba con el norte bárbaro.

La parte norte del estado, compuesta por la Sierra Gorda y la Sierra Madre Oriental, mantenía vínculos con la región Huasteca y la del Golfo y formaba parte de Aridoamérica. Esta región comprende una superficie extensa del norte de México, compuesta, grosso modo, de Querétaro, la península de Baja California, grandes extensiones de los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, el norte de Tamaulipas y porciones de Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, norte de Jalisco y Guanajuato. Sus límites son la Sierra Madre Oriental, al este, y la Sierra Madre Occidental, al oeste. Entre ambas formaciones se encuentra el Altiplano Central.

Los Valles de Querétaro, situados en la parte del Bajío, estaban ligados a las culturas del Altiplano Central, lo mismo a Teotihuacan que a Tula, y formaban parte de la región septentrional que se localiza al norte del Río Lerma. Esta región también comprendía los estados de Jalisco, la parte meridional de Guanajuato y una sección de Michoacán.

Antes de entrar en materia, es preciso señalar que para relatar la historia de los primeros pobladores del actual territorio de Querétaro fue preciso consultar los trabajos publicados sobre el tema y realizar una síntesis que permitiera presentar la trayectoria de las sociedades indígenas. Sin embargo, sólo se tienen nociones de la vida cotidiana y, en algunos casos, las interpretaciones tienden a seguir el patrón cultural aplicado a otros lugares más conocidos de la República.

Pese a los estudios, las culturas prehispánicas en Querétaro siguen siendo las grandes desconocidas de nuestro tiempo. Varias son las preguntas que todavía están sin respuesta. Entre ellas, las dos más importantes desde la perspectiva de esta historia son: ¿los primeros pobladores de Querétaro, tanto en la Sierra como en los Valles, compartían y formaban parte de una misma cultura?, ¿cómo se llamaba el grupo étnico al que pertenecían los primeros pobladores de Querétaro? Estos dos interrogantes constituyen el eje de este capítulo, aun cuando el estado de la investigación del mundo prehispánico en esta región impide formular una hipótesis explicativa de tipo general.

CULTURAS Y CIVILIZACIONES DE LOS VALLES

La región de Querétaro que forma los Valles Centrales y el Bajío cuenta con corrientes hidrológicas que contribuyen a la alta fertilidad del suelo. En el Bajío se encuentran los ríos La Laja, Querétaro, El Pueblito y Juriquilla. En la región de los Llanos o Valles Centrales se encuentra el Río San Juan, afluente del Extoraz y del Moctezuma. Esta zona, que puede tipificarse como un vergel paradisiaco por las facilidades que brinda a la existencia humana, fue ocupada por el hombre desde épocas muy tempranas.

Por lo general se acepta que el hombre americano llegó del continente asiático al cruzar el Estrecho de Bering (Beringia). Sin embargo, no existe un acuerdo establecido sobre la fecha posible de esa travesía. Algunos estudiosos plantean que los asiáticos cruzaron el Estrecho de Bering durante la glaciación de Wisconsin, entre 40 000 y 75 000 años antes de nuestra era. Para la mayoría, el hombre americano llegó hace 20 000 o 25 000 años, durante el Pleistoceno.

Según las exploraciones efectuadas por Cynthia Irwin en la Cueva de San Nicolás —cercana a San Juan del Río—, la presencia del hombre en el Bajío y los llanos centrales queretanos se remonta al horizonte Protoneolítico o Neolítico Primero. Este horizonte puede situarse 4 500 años antes de nuestra era, cuando se inició un cambio cultural trascendental: los grupos nómadas de recolectores-cazadores empezaron a formar asentamientos estables —aldeas agrícolas sedentarias— gracias al desarrollo de la agricultura como técnica de producción.

Uno de los tres esqueletos encontrados en la Cueva de San Nicolás se ha ubicado en la fase tardía del horizonte Protoneolítico porque presenta las características dentales propias de los grupos agricultores sedentarios. Como los otros dos esqueletos corresponden a las fases temprana y media de ese horizonte, puede pensarse que se trataba de descendientes de los primeros pobladores del continente americano situados en la transición entre las sociedades de cazadores-recolectores y el inicio de las sociedades agrícolas.

Otros restos óseos correspondientes al Preclásico Medio, o periodo Formativo, se encontraron en un sitio arqueológico cercano a San Juan del Río. Las ruinas de centros ceremoniales localizadas en el Barrio de la Cruz de la ciudad de Santiago de Querétaro, en El Rosario y Las Peñitas, en el municipio de San Juan del Río, y en las de El Pueblito, en el municipio de Corregidora, permiten pensar que estos lugares fueron ocupados por grupos humanos con un alto desarrollo cultural de influencia teotihuacana. De ser así, se trataba de sociedades agrícolas sedentarias. Pero todavía se sabe muy poco sobre ellas.

Los estudiosos de las culturas prehispánicas asentadas en Querétaro tienden a creer que el desarrollo de los Valles se dio de forma simultánea con las movilizaciones hacia el norte. La decadencia de estas culturas se suele establecer hacia 850-900 d.C., cuando empezó a surgir la ciudad de Tula, gracias a los avances del caudillo Mixcóatl (Serpiente Nube) y su grupo de habla náhuatl, toltecachichimeca, que provenían del noroeste de Mesoamérica, quienes se apoderaron de varias regiones en los valles centrales de México.

También existe la versión de que el grupo que se asentó en Tula fue el nonoalca, de habla náhuatl, cuyas ideas novedosas en arquitectura e iconografía parecen haberse originado en algunas regiones de Querétaro, Zacatecas y Durango. De lo que no puede haber duda es de que Tula fue un centro hegemónico formado con culturas de origen, lengua y costumbres diferentes, cuyo máximo desarrollo coincidió con la decadencia de Teotihuacan.

Desde el siglo XII (1100-1150 d.C.) hasta el XIII (1250 d.C.) —fecha esta última que ha sido registrada por las diferentes culturas indígenas para la caída de Tula y como marca o señalamiento de su origen—, la mayor parte de los Valles de Querétaro fueron desocupados. En aquellos lugares donde la población sobrevivió a esa desocupación aparecen algunos elementos toltecas. Se trata de grupos humanos asentados en las inmediaciones de las tierras agrícolas y próximos a los yacimientos de obsidiana, la piedra utilizada profusamente por la cultura tolteca.

De acuerdo con esos hallazgos, es factible sostener que entre las diversas culturas prehispánicas existía un intercambio cultural fundamentado en los recursos naturales disponibles en las distintas regiones del país.

En los sitios arqueológicos de La Magdalena, El Cerrito y La Griega, y también más al norte, en Carabino y El Cóporo, no se han encontrado residuos de material cerámico correspondiente a los inicios de la cultura que surgió en Tula. Pero sí se encuentran elementos que corresponden a la época de su apogeo y caída. De esa forma, los asentamientos de la región tienden a seguir la pauta cultural marcada por Tula. Precisamente, las investigaciones de Ana María Crespo y Flores en El Cerrito demuestran que existía un centro hegemónico con numerosa población local que fue incorporando los elementos toltecas.

Los materiales estudiados en la pirámide de El Pueblito y en el sitio de La Negreta, que se localiza a dos kilómetros de la pirámide, muestran que posiblemente el valle fue habitado desde el Preclásico Superior. En el Posclásico Temprano, la pirámide de El Pueblito fue el sitio más importante. Sin embargo, todavía están pendientes estudios que indaguen con mayor profundidad acerca de la cultura propia de esos dos centros hegemónicos, y otros que logren establecer el vínculo del Valle de Querétaro con el desarrollo histórico de Mesoamérica.

Es indudable que la cultura tolteca, en particular la provincia del centro que tenía como capital a Tula, se expandió hacia la región septentrional para aprovechar su riqueza productiva y sus yacimientos de obsidiana y, posiblemente, para formar una frontera con los grupos que no aceptaban su dominio. Esta hipótesis también sustenta la explicación que se ha dado a la emigración de las culturas del septentrión queretano: puede haberse debido a los constantes ataques de las tribus nómadas guerreras que venían avanzando del norte, de Aridoamérica, hacia el centro de México, y que también tuvieron que ver con la caída de Tula; es decir, las migraciones chichimecas y la retracción progresiva o súbita de la frontera norte mesoamericana.

Todavía se discute cuál fue el primer grupo humano que abandonó la región septentrional mesoamericana o si el retroceso de los pueblos norteños hacia los Valles Centrales se inició tan tempranamente como en el 600 d.C. debido al cambio en el régimen de lluvias. Lo cierto es que los grupos más civilizados asentados en la región, incluyendo la parte correspondiente a Querétaro, abandonaron el lugar. Si estos emigrantes eran sedentarios y formaron parte de las oleadas migratorias hacia el centro de México, es válido preguntarse por qué se les atribuyó un carácter nómada; los vestigios arqueológicos encontrados muestran que no lo eran.

Por otra parte, se suele aceptar que el territorio de Querétaro fue ocupado, de manera simultánea —gradual o súbita— a la desocupación de los pobladores sedentarios, por grupos nómadas de cazadores-recolectores. No cabe duda de que existe una contradicción en estas aseveraciones. A este respecto, es notable la discusión introducida por Rosa Brambila sobre esas migraciones, entre las que se encuentran la de Xólotl y los mexicas y la de Otómitl y los otomíes. Ella cuestiona una de las interpretaciones que sostienen que las migraciones del norte se integraron con grupos de cazadores-recolectores, en particular porque está documentado que eran grupos cuya organización social mesoamericana los identificaba como sociedades sedentarias.

¿Por qué los grupos sedentarios se vieron obligados a abandonar los lugares donde se había desarrollado su vida? Varias razones se han argumentado: desde los cambios climáticos y la presión de los grupos nómadas de la frontera hasta el colapso de la base económica por las disputas para controlar los recursos indispensables para la supervivencia del sistema: tierra, agua y yacimientos minerales.

Ninguna de las tres posibilidades está completamente aceptada; de ahí que sea preciso realizar investigaciones específicas en cada una de las regiones del septentrión mesoamericano. Los restos arqueológicos y las características de la población que estaba posesionada de Querétaro en el siglo XVI, los pames, permiten suponer que desde el siglo XIII hasta el XV se había establecido un intercambio equilibrado entre los grupos de cazadores-recolectores que fueron llegando y los pobladores sedentarios que estaban en el lugar desde tiempos remotos. Se sabe que los que llegaron fueron los pames-chichimecas; pero se ignora quiénes eran y de dónde venían.

Parecería que se tendió un manto de silencio para conservar sólo el recuerdo de la tierra mítica, eje en que convergían los orígenes de todas las naciones mesoamericanas, el Chicomoztoc histórico o el Chicomoztoc mítico, como precisó Wigberto Jiménez Moreno. Sin embargo, en esa matriz no encuentran su origen los pames. ¿Formaron parte de las oleadas migratorias hacia el centro de México por el colapso de la región norteña, pero se detuvieron en Querétaro? Si fuera así, podría aseverarse que los pames eran grupos nómadas.

Si los cambios climáticos fueron tan agudos que colapsaron las culturas, podría haber sucedido que los grupos que detuvieron su emigración en Querétaro entraran en relación con aquellos grupos sedentarios que no emigraron. De ahí que se habría generado un sistema de vida mixto: una combinación de sus actividades como agricultores con tiempos breves de sedentarismo con las de cazadores y recolectores propias de los grupos nómadas.

Esa posibilidad resulta más atractiva si se tiene en cuenta el hecho innegable de que en el siglo XVI los pames eran los menos belicosos de los chichimecas. Por otro lado, aun cuando vivían dispersos, sus prácticas religiosas, en particular su adoración al Sol, sus ceremonias de plantación y de cosecha y la presencia de templos y sacerdotes para celebrar los ritos a fin de propiciar el buen resultado de las milpas, hacen pensar que tenían los usos y costumbres de las sociedades sedentarias.

Si los pames eran cazadores y recolectores nómadas en su origen, entonces se volvieron seminómadas por su contacto temprano con la cultura del grupo otomí. En particular porque en los tiempos de la Triple Alianza los mexicas o tenochcas —como el calificativo que define la ciudad, etnia o dinastía dominante, propuesto como más adecuado por Pedro Carrasco en su libro Estructura político-territorial del Imperio tenochca— dominaban la provincia otomí de Jilotepec, situada en la frontera con San Juan del Río y Querétaro. Por esa proximidad, es lógico pensar que desde el siglo XV había migraciones otomíes en la región del Bajío queretano. Sin embargo, esas migraciones no están bien documentadas, por lo que esa alternativa o hipótesis tendría que ser demostrada.

El estudio de los pames se vuelve urgente porque su carácter seminómada permitió que muchos de ellos pudieran asentarse en los pueblos indios fundados por los otomíes en Querétaro entre 1522 y 1589. No obstante, con desacierto y mala fortuna, los españoles los encasillaron en esa enorme provincia sin nombre propio que se constituyó, por la defensa que sostuvieron los chichimecas, los “desnudos”, en el gran reto del Imperio español.

En suma, en el siglo XVI los Valles queretanos tenían una presencia multiétnica caracterizada por la interacción de las culturas vecinas: tarascos, otomíes y mexicas, como sociedades sedentarias, y la diversidad de grupos chichimecas guerreros, cazadores y recolectores. Estas culturas establecieron intercambios comerciales y culturales con los pames, y las sedentarias tenían un nombre en su lengua para designar el lugar. Por ejemplo, el nombre Querétaro se deriva de la mala pronunciación española del término tarasco Queréndaro. Para los mexicas era Tlachco, y para los otomíes, Maxei.

CULTURAS Y CIVILIZACIONES DE LA SIERRA GORDA

La Sierra Gorda está ubicada en un macizo montañoso que forma parte de la Sierra Madre Oriental. Se extiende desde el noreste de Guanajuato hasta el sur de la cuenca del Río Verde en San Luis Potosí. Su núcleo se localiza en la parte norte del actual estado de Querétaro y termina hacia el sur en Jacala y Zimapán, en el estado de Hidalgo. Limita al oriente con las tierras bajas de las Huastecas potosina e hidalguense y por el occidente con los municipios de Cadereyta y Tolimán, en Querétaro.

La red hidrográfica de esta región tiene dos arterias principales: el Río Santa María y el San Juan, que, a partir de su ingreso en la Sierra Gorda, toma el nombre de Moctezuma. Ambos se vierten en el Golfo de México a través del Pánuco. El Extoraz corre encajonado en medio de la Sierra Gorda. También se forman cursos temporales de agua que crecen con las primeras lluvias para desaparecer al terminar éstas. Entre estos cursos se encuentra el Río Tolimán.