Razón y realidad en el pensamiento occidental - Vicente Lozano Díaz - E-Book

Razón y realidad en el pensamiento occidental E-Book

Vicente Lozano Díaz

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El ser humano siempre intenta comprender verdaderamente la realidad en los términos que le son propios, a partir de su razón. Razón que para algunos posee específicamente una dimensión individual, mientras que para otros se fundamenta en la relación interhumana que se constituye en el ámbito de lo común o de lo colectivo. Del mismo modo que para ciertos seres humanos la realidad es propiamente externa al individuo y para otros la realidad reside en lo comunitario o universal. Sea como sea, lo importante es que esta relación entre lo comunitario y lo real subyace en todos los intentos de comprensión que se han producido y se producen, y, por lo tanto, puede ser utilizada como clave hermenéutica que facilite la concreción y la narración de dichos intentos de comprensión a lo largo del pensamiento occidental.

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Vicente Lozano Díaz

Es profesor de Metafísica e Historia del pensamiento en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Autor de abundantes libros y artículos sobre filosofía y teoría literaria, es miembro de diferentes grupos de investigación nacionales e internacionales. Entre sus últimas publicaciones destacan: La noción aristotélica de filosofía primera (FUE, 2011), Pensamiento y realidad: el sistema de Hegel (UFV, 2013) y Existir como posibilidad. La ontología fundamental de Martin Heidegger (Dykinson, 2016).

El ser humano siempre intenta comprender verdaderamente la realidad en los términos que le son propios, a partir de su razón. Esta razón posee una dimensión individual para algunos, mientras que para otros se fundamenta en la relación interhumana que se constituye en el ámbito de lo común o de lo colectivo. Del mismo modo, para ciertos seres humanos la realidad es propiamente externa al individuo y para otros reside en lo comunitario o universal.

En cualquier caso, lo importante es que esta relación entre lo comunitario y lo real subyace en todos los intentos de comprensión que se han producido y se producen, y, por lo tanto, puede utilizarse como clave hermenéutica que facilite la concreción y la narración de dichos intentos de comprensión a lo largo del pensamiento occidental.

Razón y realidad en el pensamiento occidental

Vicente Lozano Díaz

Razón y realidad en elpensamiento occidental

Madrid 2020

ColecciónDiálogos

Director

Vicente Lozano Díaz

Comité Científico Asesor

Carmen Romero Sánchez-Palencia

Fernando Viñado Oteo

Ángel Barahona Plaza

Cristina Ruiz-Alberdi Fernández

© 2020 Vicente Lozano Díaz

© 2020 Editorial UFV

Universidad Francisco de Vitoria

Ctra. Pozuelo-Majadahonda, km 1, 800

28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Tel.: (+34) 91 351 03 03

[email protected]

www.editorialufv.es

Primera edición: mayo de 2020

ISBN edición papel: 978-84-17641-84-9

ISBN edición digital: 978-84-18360-27-5

Depósito legal: M-13533-2020

Imagen de portada: Detalle de La escuela de Atenas, Rafael Sanzio (1510-1511).

Preimpresión: MCF Textos, S. A.

Impresión: Calprint, S. L.

Este libro ha sido sometido a una revisión ciega por pares.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Esta editorial es miembro de UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

Este libro puede incluir enlaces a sitios web gestionados por terceros y ajenos a EDITORIAL UFV que se incluyen solo con finalidad informativa. Las referencias se proporcionan en el estado en que se encuentran en el momento de la consulta de los autores, sin garantías ni responsabilidad alguna, expresas o implícitas, sobre la información que se proporcione en ellas.

Impreso en España - Printed in Spain

Índice

INTRODUCCIÓN

1. La pregunta por el sentido

2. La formulación filosófica

3. Explicación y comprensión

4. Justificación de la reflexión histórica

PRIMERA PARTE

EL MUNDO GRIEGO

1. EL PENSAMIENTO PRESOCRÁTICO

1. El nacimiento de la reflexión racional

1.1. Del destino a la naturaleza

1.2. La idea de reflexión racional

2. Los milesios: el arkhé como primer elemento de la realidad

3. Los pitagóricos: primera teoría dualista de la realidad

4. Heráclito: dualismo con un sustrato material

5. Parménides: primacía del pensamiento sobre la percepción sensible

6. Conciliadores: entre la razón y la experiencia

6.1. Empédocles: los cuatro elementos fundamentales

6.2. Anaxágoras: el Noûs como ordenador

6.3. Los atomistas: Leucipo y Demócrito

2. LOS SOFISTAS

1. El paso de la naturaleza (phýsis) a la convención (nómos)

2. Primacía de la convención

3. El relativismo moderado de Protágoras

4. La sofística radical de Gorgias, Trasímaco y Calicles

3. SÓCRATES Y LA AFIRMACIÓN DE LO UNIVERSAL

1. La crítica del relativismo

2. La búsqueda de lo común o ideal

3. La Ciudad-Estado como marco de la vida moral

4. PLATÓN

1. La nueva teoría de las ideas

1.1. La idea como modelo de las cosas sensibles

1.2. Mantenimiento de la intención ética

2. La idea platónica de justicia

2.1. Las partes del alma

2.2. Las partes de la polis

3. La etapa final de la teoría de las ideas

3.1. La crítica de la teoría de las ideas

3.2. La nueva orientación de la teoría de las ideas

3.3. La búsqueda de la idea de sofista como ejemplo

3.4. La utopía realista de Leyes

5. ARISTÓTELES

1. El problema de sus escritos

2. La división sistemática del saber

3. La idea de naturaleza

3.1. La naturaleza como tendencia al orden de todos los seres naturales

3.2. La naturaleza como forma suprema

3.2.1. Ser natural y ser artificial

3.2.2. Cambio accidental y cambio sustancial

3.3. La naturaleza como causa de los seres naturales

4. El sistema del mundo y el primer motor inmóvil

5. La dimensión humana

5.1. El ser humano como ser deliberante

5.2. La teoría aristotélica del alma

5.3. La teoría aristotélica del conocimiento

5.4. Comparación entre las teorías del alma platónica y aristotélica

5.5. El ser humano como ser deliberante y ético que busca la felicidad

5.6. La política como culminación de la ética

6. REALIDAD Y PENSAMIENTO EN EL MUNDO HELENÍSTICO

1. La división entre ciencia y filosofía

2. La ciencia helenística

2.1. La biblioteca y el museo de Alejandría

2.2. Características básicas de la ciencia helenística

2.3. Ramas y autores más destacados de la ciencia helenística

2.4. El sistema del mundo ptolemaico-aristotélico

3. El escepticismo

4. El cinismo

5. El epicureísmo

5.1. La función de la filosofía

5.2. El atomismo renovado

5.3. La teoría del conocimiento

5.4. La ética

5.5. Actitud ante los dioses y ante la muerte

5.6. Conclusión crítica

6. El estoicismo como excepción

6.1. La función de la filosofía y el sistema

6.2. La lógica y la teoría del conocimiento

6.3. La física

6.4. La ética

6.5. La dimensión política

6.6. La evolución del estoicismo

7. EL NEOPLATONISMO

1. El sistema de Plotino

2. El mundo material y la actividad del alma

3. El Uno y la emanación

SEGUNDA PARTE

EL MUNDO MEDIEVAL

8. CRISTIANISMO Y REFLEXIÓN RACIONAL

1. El surgimiento del cristianismo

2. Dios como primer principio de la realidad

3. El contacto con la filosofía griega y la patrística

9. SAN AGUSTÍN

1. Vida y desarrollo de su pensamiento

2. La sabiduría cristiana. Fe y razón

3. Dios como verdad. El ejemplarismo

4. El iluminismo y la teoría moral

5. Comprensión de la Trinidad a partir de la subjetividad

6. La sociedad y la historia

10. SAN ANSELMO

1. La relación entre la fe y la razón

2. El argumento ontológico

2.1. Consideraciones previas y exposición del argumento

2.2. Reflexiones sobre la validez del argumento

11. SANTO TOMÁS DE AQUINO

1. Contexto y obra: la distinción entre fe y razón

2. La realidad creada

3. Dios como fin de la razón

3.1. La necesidad de llegar racionalmente a Dios

3.2. Las cinco vías para demostrar la existencia de Dios

4. La actitud tomista

12. EL NOMINALISMO

1. El problema de los universales y su planteamiento medieval

2. Teorías sobre los universales: realismo exagerado, realismo moderado y nominalismo

3. La filosofía de Ockham

3.1. El principio de economía

3.2. La separación entre la fe y la razón

3.3. Lo arbitrario de los universales

13. EL PENSAMIENTO ISLÁMICO

TERCERA PARTE

EL MUNDO MODERNO

14. EL HUMANISMO DEL RENACIMIENTO

1. La transición de mundo antiguo al mundo moderno

2. La cultura humanista

3. Principales centros, corrientes y autores

15. LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA MODERNA

1. La ciencia aristotélica del siglo XIII

1.1. El nuevo sistema del mundo

1.2. La nueva idea de ciencia

1.3. El nuevo método de investigación

2. La ciencia nominalista del siglo XIV

2.1. La crítica de Ockham

2.2. La teoría del ímpetus

3. La ciencia en los siglos XV y XVI

3.1. Copérnico

3.2. Brahe

3.3. Kepler

3.4. Los matemáticos italianos del siglo XVI

3.5. El ser humano humanizado de Vesalio

4. Galileo

4.1. El método experimental

4.2. La mecánica como ciencia del movimiento

5. Newton

5.1. La gravedad como explicación de todos los movimientos

5.2. La validez del método científico

16. EL IUSNATURALISMO Y HOBBES

1. El iusnaturalismo

2. Hobbes

17. DESCARTES

1. La inteligibilidad de lo real como objetivo

2. El método cartesiano

3. Demostración de la inteligibilidad de lo real

3.1. La duda radical y el principio de falsedad universal

3.2. El cogito como excepción al principio de falsedad universal

3.3. Dios como garantía del principio de verdad universal

3.4. La justificación del error

3.5. Recuperación del mundo sensible

4. La inteligibilidad de lo real como exigencia y no como realidad

18. SPINOZA

1. Contexto histórico y problemática

2. El sistema de Spinoza

2.1. La utilización del método matemático

2.2. El marco metafísico de la vida humana

2.3. La descripción de la vida humana

2.4. La política

2.5. El sujeto ético

2.6. El racionalismo absoluto

19. LEIBNIZ

1. Vida, obra y contexto

2. Realidad lógica y racionalismo

3. El conocimiento racional

3.1. El principio de no contradicción y el principio de razón suficiente como criterios de verdad

3.2. Verdades de razón y verdades de hecho

4. La estructura de la realidad

4.1. Las mónadas

4.2. Dios y la armonía preestablecida

4.3. El mejor de los mundos posibles

5. Conocimiento racional y percepción sensible

20. EL EMPIRISMO BRITÁNICO: LOCKE, BERKELEY Y HUME

1. Empirismo y racionalismo

2. Locke

2.1. Teoría política

2.2. Teoría del conocimiento y moral

3. Berkeley

4. Hume

4.1. Vida y obra

4.2. Teoría del conocimiento

4.2.1. Impresiones e ideas

4.2.2. El criterio empirista

4.2.3. Crítica de la causalidad y de las sustancias

4.3. La moral

21. EL PENSAMIENTO DE LA ILUSTRACIÓN

1. Contexto sociopolítico

2. Características del pensamiento ilustrado

3. Principales focos, corrientes y autores

3.1. La Ilustración británica

3.2. La Ilustración francesa

3.3. La Ilustración alemana

3.4. La Ilustración meridional

22. KANT

1. La Ilustración como horizonte

2. El ámbito del conocimiento: la razón teórica

2.1. Los juicios sintéticos a priori

2.2. El espacio y el tiempo como formas a priori de la sensibilidad humana

2.3. El proceso del conocimiento

2.4. El problema de las leyes empíricas de la naturaleza

2.5. La razón

2.5.1. Las ideas de la razón: alma, mundo y Dios

2.5.2. Paralogismos, antinomias y el ideal de la razón pura

3. El ámbito de la moral: la razón práctica

3.1. El ser humano como ser moral

3.2. La determinación moral de la voluntad

3.3. La posibilidad de la existencia de Dios

4. La unión de la razón teórica y de la razón práctica

CUARTA PARTE

EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

SECCIÓN PRIMERA

EL PENSAMIENTO ESPECULATIVO DEL SIGLO XIX

23. HEGEL

1. Vida, obra y contexto

2. La idea de lo absoluto y su formación

2.1. La sustancia única de Spinoza

2.2. El idealismo de Kant

2.3. El yo de Fichte

2.4. Lo absoluto como equilibrio en Schelling

2.5. Lo absoluto vivo de Hegel

3. El autoconocimiento de lo absoluto

3.1. La conciencia

3.2. La autoconciencia

3.3. La razón

3.4. Apéndice. La dialéctica como lógica de la realidad

4. La razón, el concepto, el espíritu y la idea como diferentes nombres de lo absoluto

5. El sistema

5.1. El ámbito del pensamiento

5.2. El ámbito de la experiencia

6. El Estado moderno como realización de lo Absoluto o Espíritu

24. LOS ANTIHEGELIANOS: SCHOPENHAUER Y KIERKEGAARD

1. Schopenhauer

1.1. Rechazo del materialismo y del idealismo

1.2. La voluntad como realidad radical

1.3. La curación de la voluntad

2. Kierkegaard

2.1. El rechazo de lo absoluto hegeliano y la valoración de lo individual

2.2. Las tres etapas de la vida individual

25. NIETZSCHE

1. La moral como problema

2. La parte constructiva

2.1. La voluntad de poder y el superhombre

2.2. La muerte de Dios y el eterno retorno de lo mismo

2.3. La metáfora de las tres transformaciones

3. La parte destructiva

3.1. El mundo aparente y el mundo verdadero

3.2. El desenmascaramiento de la moral

4. Aspectos cuestionables

26. BERGSON

1. Obra y contexto: el vitalismo

2. La intuición filosófica

3. La duración pura como verdadera sustancia de la realidad

3.1. El mundo material y la inteligencia calculadora

3.2. El mundo espiritual y la intuición de la pura duración

27. FREUD

1. Origen del psicoanálisis

2. La formulación inicial del psicoanálisis

3. La segunda formulación del psicoanálisis

4. La crítica de la cultura

SEGUNDA SECCIÓN

FILOSOFÍA, CIENCIA Y LENGUAJE

28. EL POSITIVISMO

1. La sustitución de la teoría del conocimiento por una teoría de la ciencia

1.1. Origen de la teoría del conocimiento

1.2. La ciencia como modo más eficaz de conocimiento en la Ilustración

1.3. La ciencia utilitaria del siglo XIX

1.4. El positivismo

2. Características del positivismo

3. El desarrollo del conocimiento científico hacia lo humano

4. Consecuencias del rechazo positivista de la teoría del conocimiento

4.1. La cuestión del sujeto

4.2. La cuestión del sentido

29. LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE: FREGE, RUSSELL Y WITTGENSTEIN

1. Los orígenes de la filosofía del lenguaje

2. Frege

2.1. La lógica formal

2.2. La estructura del lenguaje

2.2.1. Sentido y significado de los nombres

2.2.2. Sentido y significado de las proposiciones

3. Russell

3.1. La teoría de los tipos

3.2. La teoría de las descripciones definidas

3.3. En busca del lenguaje perfecto

4. Wittgenstein

4.1. El Tractatus Logico-Philosophicus

4.1.1. La lógica formal como instrumento

4.1.2. La forma lógica

4.1.3. Tipos de proposiciones y necesidad del silencio

4.2. Las Investigaciones filosóficas

30. EL CÍRCULO DE VIENA

1. Formación del Círculo de Viena y sus principales escritos

2. El principio de verificación

3. La crítica de la metafísica

3.1. Clasificación de las proposiciones

3.2. La sintaxis lógica

3.3. Las pseudoproposiciones de la metafísica

3.3.1. Las pseudoproposiciones metafísicas que contienen palabras sin significado

3.3.2. Las pseudoproposiciones metafísicas que están mal construidas sintácticamente

3.3.3. El contenido emotivo de las pseudoproposiciones de la metafísica

4. Los problemas del principio de verificación

5. Conclusión crítica

31. FILOSOFÍA DE LA CIENCIA: POPPER, KUHN, LAKATOS Y FEYERABEND

1. Presentación

2. Popper

2.1. Teoría de la ciencia

2.1.1. La crítica del método inductivo

2.1.2. La crítica del principio de verificación

2.1.3. El principio de falsación

2.1.4. El progreso del conocimiento

2.2. Teoría política

3. Kuhn

4. La polémica Popper-Kuhn

5. Lakatos

6. Feyerabend

32. RORTY

1. Presentación e influencias básicas

2. La crítica de la metafísica

2.1. Exposición del modelo mentalista

2.2. El rechazo del modelo mentalista

2.3. Contingencia y relatividad del conocimiento y de la historia

3. La esfera privada y la esfera pública

3.1. El ironista como léxico último lleno de dudas en contacto con otros léxicos últimos

3.2. Contingencia e ironismo liberal

TERCERA SECCIÓN

EL MARXISMO Y SUS DERIVADOS

33. MARX

1. La izquierda hegeliana y Feuerbach

2. Intención de Marx

3. La etapa de juventud: alienación e ideología

4. La etapa de madurez

4.1. El giro materialista

4.2. El fetichismo

4.3. Cosificación y falsa conciencia

5. Conclusión crítica

34. LUKÁCS

1. Principales influencias: Marx, Hegel, Simmel y Weber

2. Historia y conciencia de clase

2.1. El capitalismo como anomalía del proceso histórico hacia la totalidad social

2.2. La conciencia de clase del proletariado

35. LA ESCUELA DE FRÁNCFORT

1. Contexto y principales escritos

2. La teoría crítica

3. La dialéctica de la Ilustración

3.1. El triunfo de la razón instrumental

3.2. La anulación del sujeto humano

3.3. El discurrir histórico. Mito e Ilustración

4. La esperanza según Horkheimer

5. La esperanza según Adorno

36. HABERMAS

1. La necesidad de una reelaboración de la teoría crítica

2. La nueva teoría crítica de Habermas

2.1. El giro lingüístico

2.2. La categoría de acción

2.3. La nueva descripción del ámbito social: mundo del sistema, mundo de la vida y colonización

2.4. La moral como fundamento

3. Conclusión

CUARTA SECCIÓN

FENOMENOLOGÍA, FILOSOFÍA DE LA EXISTENCIA Y DIVERSAS SÍNTESIS ESPECULATIVAS

37. HUSSERL

1. La Tierra no gira

2. La actitud natural y la ciencia

3. La actitud fenomenológica

3.1. Intencionalidad y vivencia: noesis y noema

3.2. La epojé o reducción trascendental

3.3. La constitución de los objetos

3.4. La diferencia con Kant

4. La fenomenología como ciencia abierta

38. HEIDEGGER

1. Ser y tiempo

1.1. La pregunta por el Ser

1.2. Distinción entre Ser y ente

1.3. El «ser-ahí» como punto de partida

1.4. El «ser-en-el-mundo»

1.5. La caída, el «uno» y el cuidado

1.6. El análisis de la verdad

1.7. La temporalidad como el ser del cuidado

2. La segunda etapa del pensamiento de Heidegger

39. ORTEGA Y GASSET Y ZUBIRI

1. La filosofía de Ortega y Gasset

1.1. Vida, obra y contexto

1.2. La vida humana como realidad radical

1.3. La estructura de la vida humana

1.3.1. La circunstancia: creencias y consistencia histórica

1.3.2. El yo

1.4. La razón vital

1.4.1. Vida y razón

1.4.2. La razón vital como creadora y conocedora del entorno

1.5. Comparación entre Ortega y Heidegger

2. La filosofía de Zubiri

40. EL EXISTENCIALISMO: SARTRE Y MARCEL

1. Descripción general del existencialismo

2. El existencialismo ateo de Sartre

2.1. El «ser-en-sí» y el «ser-para-sí»

2.2. La soledad del «ser-en-sí»: el infierno son los otros

3. El existencialismo cristiano de Marcel

3.1. El mundo del tener

3.2. El mundo del ser

3.3. La trascendencia divina

41. EL ESTRUCTURALISMO: DERRIDA, DELEUZE Y FOUCAULT

1. Estructuralismo científico y estructuralismo filosófico

2. El estructuralismo científico

3. El estructuralismo filosófico

3.1. Derrida

3.2. Deleuze

3.3. Foucault

42. LA HERMENÉUTICA: GADAMER

1. La corriente hermenéutica

2. Gadamer

2.1. Verdad como adecuación y verdad hermenéutica

2.2. Verdad hermenéutica y experiencia histórica

2.3. Verdad hermenéutica y lenguaje

2.4. El carácter dialógico y ético de la comprensión

43. EL MUNDO POSMODERNO

1. La posmodernidad como rechazo de la modernidad

2. Modernidad y modernismo

3. La deslegitimación posmoderna

4. La lógica posmoderna de conducción

BIBLIOGRAFÍA

Introducción

1. LA PREGUNTA POR EL SENTIDO

Hasta donde nos es posible saber, el ser humano siempre se ha preguntado por la naturaleza y el sentido de la realidad en la que existe, así como por la naturaleza y el sentido de él mismo en tanto que se encuentra instalado en dicha realidad y en ella transcurre su propia vida.

En primer lugar, surge la pregunta por la realidad en general: ¿en qué consiste?, ¿cuál es su estructura básica?, ¿cuáles son sus componentes fundamentales?, ¿qué reglas o leyes regulan las relaciones entre los componentes fundamentales y sus diferentes consecuencias o efectos?, etc., siendo el resultado lo que se conoce como una «cosmovisión», una concepción general acerca del mundo en su totalidad y de su naturaleza. Cosmovisiones que, básicamente, son de tres tipos, dentro de cada uno de los cuales luego surgen diferentes niveles, precisiones o matices. La cosmovisión puede ser materialista, según la cual todo lo que existe es físico y material, o lo que se sigue directamente de ello, y se regula por las propias relaciones y leyes materiales, de las que surgen los fenómenos espirituales o mentales. La cosmovisión puede ser idealista, según la cual lo fundamental de la realidad es lo espiritual o mental, estando lo material supeditado a lo espiritual o mental. Y, finalmente, la cosmovisión puede ser dualista, según la cual todo lo que existe es una combinación o compuesto de lo espiritual o mental y de lo físico o material, en mayor o menor proporción o importancia según las diferentes concepciones.

En segundo lugar, la pregunta por el sentido se concreta en la pregunta por el lugar que los seres humanos ocupan en la realidad: siendo la realidad como es y consistiendo en lo que consiste, qué posición ocupa el ser humano, cuál es su naturaleza y función, cómo conoce los demás elementos y cómo se relaciona con ellos, etc. Es lo que se denomina una antropología o concepción general acerca del ser humano, antropologías que, lógicamente, se relacionan con las diferentes cosmovisiones. En una cosmovisión materialista se inserta una antropología materialista, el ser humano es y consiste básicamente en materia, y sus actos se explican por las leyes y procesos materiales. Todo lo que se produce es un simple hecho. En una cosmovisión idealista se inserta una antropología idealista, el ser humano es básicamente mente o espíritu y esa es la base de cualquier acontecimiento o acción. Lo esencial no es lo que sucede. Mientras que en una concepción dualista se inserta una antropología dualista que busca siempre el equilibrio entre lo espiritual y lo material. Lo que se produce no son solo hechos, sino acontecimientos o comportamientos que incluyen tanto los hechos como las intenciones espirituales y mentales de los seres humanos.

En tercer lugar, la pregunta por el sentido se concreta en la pregunta moral o ética, en la inquietud por lo bueno y lo malo, siendo la realidad como es, cosmovisión, y siendo el ser humano como es, antropología, cómo debe comportarse el ser humano, qué acciones debe realizar o qué acciones debe evitar para que su vida sea plena, tenga un significado. El ser humano no se pregunta qué puede hacer, sino qué debe hacer, qué está bien o qué está mal para que su vida sea adecuada. De este modo se produce, una vez más, la estrecha relación entre los tipos de cosmovisión, los tipos de antropología y los tipos de ética.

En cuarto y último lugar, la pregunta por el sentido se concreta en la inquietud por lo trascendental: ¿hay algo más allá de la vida material y mental o espiritual?, ¿para qué existimos? No ¿por qué existimos?, pues a eso pueden contestar los otros saberes, sino qué finalidad o significado último tiene nuestra existencia. Es una pregunta básicamente especulativa que un materialista rechaza o reduce a los hechos físicos o materiales, mientras que un idealista y un dualista la conciben de múltiples maneras, pudiendo llegar al sentimiento religioso, a la convicción de un creador que crea la realidad natural y todo lo que hay en ella con una intención sobrenatural.

Lo fundamental es que, de una manera u otra, y en diferentes momentos o situaciones, todo ser humano se pregunta por el sentido de la vida, siendo además consciente de que este sentido pasa por la relación entre su propia dimensión individual o particular y su dimensión colectiva o universal. Son relaciones que inevitablemente cuestiona y analiza utilizando la mejor facultad o herramienta que posee, su capacidad de razonar, si bien, a lo largo del discurrir temporal y en las diferentes ubicaciones geográficas en las que se han encontrado los seres humanos, han cambiado profundamente las maneras y modos en los que se han concebido tanto los procedimientos como los elementos de estas reflexiones.

El ser humano siempre intenta comprender verdaderamente la realidad en los términos que le son propios, a partir de su razón. Razón que, para algunos, posee específicamente una dimensión individual, mientras que para otros se fundamenta en la relación interhumana que se constituye en el ámbito de lo común o de lo colectivo, del mismo modo que para ciertos seres humanos la realidad es propiamente externa al individuo y para otros la realidad reside en lo comunitario o universal. Sea como sea, lo importante es que esta relación entre lo comunitario y lo real subyace en todos los intentos de comprensión que se han producido y se producen, y, por lo tanto, puede ser utilizada como clave hermenéutica que facilite la concreción y la narración de dichos intentos de comprensión.

Centrándonos en el denominado Mundo occidental u Occidente, esta búsqueda del sentido de lo real y de lo humano ha recibido el nombre de filosofía, siendo posible trazar una historia acerca de cómo en dicho ámbito, y a lo largo del tiempo, se ha ido estableciendo y utilizando lo racional o la razón, y de cómo, a partir de esta razón, se ha buscado la respuesta a ese sentido de lo real y de lo humano.

2. LA FORMULACIÓN FILOSÓFICA

La filosofía puede definirse como el saber o modo de utilizar la razón humana que no se centra en un sector parcial de la realidad, sino que lo cuestiona todo y lo analiza todo desde el punto de vista de lo que le interesa al ser humano en tanto que ser humano. Yendo más allá de las incesantes alteraciones de los elementos sensibles que percibimos por los sentidos, la filosofía aspira a establecer una concepción adecuada de la estructura básica de la realidad que permita formular una serie de criterios que sirvan de guía para la conducta humana y la organización social, que proporcionen un valor o un sentido a la existencia.

Como indica el filósofo alemán Martin Heidegger, la filosofía no facilita las cosas sino que las dificulta. Frente a la tendencia a despreciar todos aquellos aspectos que no podemos analizar claramente o que no nos proporcionan una utilidad concreta, la filosofía consiste en aceptar y convivir con esas preguntas que, inevitablemente, todos llevamos dentro, como las dudas acerca de si conocemos la realidad tal y como es, o si la vida posee una finalidad y un significado, o por qué nos sentimos responsables de nuestros actos a pesar de que se afirme que, en el mundo de los hechos físicos, todo está rigurosamente determinado, o si existen o no unos criterios morales eternos que nos hagan mejores si los seguimos.

3. EXPLICACIÓN Y COMPRENSIÓN

Son precisamente sus dos características fundamentales, la búsqueda del valor o sentido de la realidad entendida como misterio y el centrarse en las vivencias del sujeto, lo que diferencia el saber filosófico del otro saber o modo de utilizar la razón que posee el ser humano, el saber científico, un saber problemático y objetivo. Renunciando a una visión global de la realidad, el saber científico se divide en diversos saberes particulares, las ciencias, que se centran en un determinado ámbito de dicha realidad y analizan todos sus hechos y experiencias como si fueran algo independiente de los seres humanos, preguntándose cómo, cuándo y dónde sucede lo que sucede. Para el científico, conocer un hecho es explicarlo, no pretende desvelar lo que el hecho es en sí ni relacionarlo con sus propias vivencias o estados de ánimo, sino que, mediante unos procesos mentales puramente intelectuales y objetivos, formula las leyes o regularidades que describen sus causas y conductas, que muestran el lugar que ocupa en la cadena de causas y efectos que es la realidad. Es simplemente un problema al que se intenta hallar una solución.

Para el filósofo, por el contrario, conocer un hecho es comprenderlo. Se trate de una roca, de un rayo, de la vida de una persona o de un fenómeno social, el filósofo pregunta qué es y por qué es. Y al plantear estas preguntas no se enfrenta al hecho de un modo meramente intelectual, como si fuese un problema externo que no le afecta y al que tiene que hallarle una solución, sino que lo integra en su propia vivencia de sujeto e intenta comprenderlo como parte de esa totalidad de la que él también forma parte, como algo que participa del misterio que le envuelve, el misterio de su propia existencia, y ante lo cual solo puede buscar algunas respuestas, alguna manera de orientarse y de tranquilizar su propia inquietud.

Esto no significa que la filosofía rechace la ciencia, es más, admite que el saber científico es necesario y útil, que al predecir mediante las leyes científicas los hechos que van a suceder no solo podemos protegernos de ellos, sino que además podemos dominarlos y utilizarlos para resolver los problemas que nos presenta la vida cotidiana: cloacas, energía eléctrica, máquinas, mejoras sanitarias, etc. Lo que señala la filosofía es que la ciencia utiliza la razón de una determinada manera, reduciéndolo todo a número y cálculo, aplicándola exclusivamente a la determinación de los medios más eficaces para la consecución de unos fines, mientras que ella la utiliza de otra manera diferente, cuestionando aspectos no funcionales e intentando suministrar criterios con los que valorar moralmente nuestros actos, y que ambas maneras son necesarias, por lo que la tendencia actual a dejarse influenciar por el prestigio que le da a la ciencia su indiscutible eficacia y considerarla como la única manera posible de utilizar la razón o único saber real va contra la propia naturaleza del ser humano y lo sume aún más en el desconcierto.

4. JUSTIFICACIÓN DE LA REFLEXIÓN HISTÓRICA

Queda claro que la filosofía es búsqueda del valor y del sentido de la realidad, intento de comprensión del misterio que somos y en el que nos hallamos, y precisamente por ello no puede decirse que en la filosofía haya progreso. Mientras que un científico actual tiene más conocimientos y dominio sobre la realidad que un científico antiguo, se plantea más problemas y los soluciona mejor, un filósofo actual no sabe más o menos filosofía que un filósofo antiguo, pues ambos representan dos modos igualmente válidos de enfrentarse a la realidad y de orientarse en ella. Este es el motivo por el que puede ser útil para un filósofo actual o para cualquier persona conocer la historia de la filosofía, no para superar a los filósofos del pasado sino para conocer las diferentes respuestas que ellos dieron a las dudas y misterios que todos compartimos en tanto que seres humanos.

PRIMERA PARTE

El mundo griego

1. El pensamiento presocrático

1. EL NACIMIENTO DE LA REFLEXIÓN RACIONAL

1.1. DEL DESTINO A LA NATURALEZA

En la mayor parte de las culturas primitivas de las que tenemos noticia, el mundo se percibe como sujeto a necesidad, como una serie de elementos que se comportan siempre del mismo modo. Después de una época fría, la tierra se vuelve fértil, después del rayo viene el trueno, un objeto se rompe si se golpea con otro más duro, una vez tras otra los animales y los seres humanos repiten los mismas actos, etc. Y para explicarse esta necesidad y hallar su propio lugar en ella, los seres humanos primitivos realizan sus construcciones animistas, según las cuales todo lo que existe lleva dentro de sí la fuerza de la vida y la voluntad de permanecer vivo, o sus construcciones míticas, según las cuales todo lo que existe es dirigido por unos seres externos o dioses.

En la Grecia arcaica, esta idea de que la necesidad pertenece a la esencia de la realidad recibe el nombre de hado o destino. Pasa lo que tiene que pasar, todo lo que sucede, sucede necesariamente, el curso de los acontecimientos es esencialmente inalterable, concepción a partir de la cual se elabora una religión basada en un mundo sobrenatural de dioses individuales. La gran novedad con respecto a las demás culturas es que la obsesión de los griegos por el destino es tal que ni esos propios dioses todopoderosos pueden escapar a él. También los dioses están sometidos al destino, y si lo están ellos, no menos lo estarán los seres humanos. El ser humano se halla incrustado en una realidad en la que todo está predeterminado, pero a la vez, a diferencia de los demás animales, posee la capacidad de suponer que esta situación podría ser distinta, posee la capacidad de desear que el destino se altere, que no pase lo que tiene que pasar sino lo que a él le gustaría que pasase. La imposibilidad de hacer realidad su sueño, la imposibilidad de escapar al destino, genera en el ser humano la frustración de lo inevitable que plasman las tragedias griegas.

Por su modo de ser, por ser consciente de su situación, el ser humano está condenado a esperar sin esperanza, está sometido al destino de tener que luchar contra el destino. Pero, alrededor del siglo VI a. C., los griegos ven en esa capacidad que tiene el ser humano de conocer la necesidad de la realidad una posibilidad para escapar a ella. Todas las especulaciones y diversas teorías que se producen no son más que intentos de exorcizar al destino, a esa misteriosa fuerza de lo inevitable, trasladándolo desde los lugares sagrados y externos al interior mismo de las cosas. Es el paso del concepto de hado o destino al concepto de phýsis o naturaleza. La naturaleza o phýsis es a la vez el principio inmanente y trascendente de todas las cosas. Es el principio inmanente en cuanto necesidad interna de la cosa que dirige su conducta —una piedra en el aire cae porque su naturaleza es caer—, y es el principio trascendente en cuanto orden propio del universo, en cuanto el comportamiento de todas las cosas tomadas en su conjunto, en cuanto un todo ordenado tendente a su propia conservación por las diferentes actividades de sus partes. Si la naturaleza interna de la piedra que se halla en el aire la empuja a caer es porque esto es lo mejor para mantener el orden de todas las cosas tomadas en su conjunto o naturaleza en el sentido trascendente.

Con este paso del hado o destino a la phýsis o naturaleza no disminuye la necesidad, sigue pasando todo aquello que tiene que pasar, pero es más soportable para el ser humano en tanto que deja de ser algo extrínseco a los elementos de la realidad para convertirse en algo intrínseco a ellos, en su verdad. Esta verdad o conducta de los elementos, además, puede ser conocido con gran esfuerzo por el intelecto humano, puede ser prevista, idea de las leyes naturales, y por lo tanto, en cierto modo, sometida. Si todos los elementos se comportan siempre del mismo modo en una determinada situación, basta con conocer esas conductas necesarias, las leyes naturales, para preverlas y protegerse de ellas o sacarles un rendimiento.

Por otra parte, es interesante observar que es precisamente esta idea de naturaleza, el que cada ser es lo que es según su necesidad interna en vistas a mantener el orden del conjunto, lo que impide que surja en la antigua Grecia el concepto de creación en el sentido cristiano. No tanto porque la creación implique un paso de la nada al ser, según indicará posteriormente Parménides, como porque supone la subordinación de lo creado a un creador, y, por consiguiente, el que las cosas no son lo que son por sí mismas. La idea de naturaleza griega es incompatible con la idea de un Dios creador. Por eso, cuando un pensador griego como Aristóteles hable de Dios, lo hará como de un motor inmóvil, como de algo necesario para que se inicie la cadena de movimientos y de cambios de las cosas, pero que no determina la naturaleza interna de estas cosas. El Dios o primer motor aristotélico es indiferente con respecto al mundo, lo mueve, pero ni lo hizo ni lo conoce.

1.2. LA IDEA DE REFLEXIÓN RACIONAL

El paso del hado o destino a la phýsis o naturaleza que se produce en la Grecia antigua alrededor del siglo VI a. C. es simplemente el inicio de lo que hoy llamamos ciencia y de lo que hoy llamamos filosofía, pues ambas surgen como una única actividad, como el intento de reflexionar sobre la realidad a partir de elementos mentales y empíricos que vayan más allá de la fantasía utilizada en la época mítica anterior, que todo lo explicaba reduciendo los fenómenos a fuerzas divinas representadas como personas agentes o dioses, y que no se limiten a constatar una serie de conocimientos concretos y ocasionales. Más allá de la adquisición de conocimientos prácticos aislados, los primeros pensadores griegos se exigen una coordinación de los datos poseídos, un conocimiento reflexivo que se piense a sí mismo y que, además de utilizar los hechos que registra, intente comprenderlos. Por ejemplo, un constructor de barcos del antiguo Egipto sabía qué madera tenía que utilizar y cómo la debía utilizar para que el barco flotase, pero no sabía por qué el barco flotaba ni le interesaba, era un mero conocimiento obtenido de un modo práctico que se transmitía sin que hubiese el más mínimo interés en buscarle otras posibles aplicaciones en otros ámbitos de la vida. Los primeros pensadores griegos, por el contrario, unifican todos los determinados conocimientos sobre un campo concreto de la realidad con el fin de prever los diferentes sucesos o fenómenos. Realizan una investigación científica. Pero es que además, coordinando dichos fenómenos, quieren dar razón de ellos, quieren dar razón de las apariencias que calculan y, en este sentido, realizan una investigación filosófica.

Sucede que estos primeros pensadores se dan cuenta de que, aunque las cosas no piensan, ellos pueden pensarlas. Sienten la necesidad de comprender y explicar la realidad que les rodea, y por ello, más allá del incesante fluir de fenómenos que perciben por experiencia directa, y que poco a poco van aprendiendo a prever y a dominar, intentan encontrar la razón de esa realidad, su estructura, que ha de ser algo ordenado. El gran supuesto de todos ellos es que la naturaleza o phýsis provoca que el mundo sea una totalidad ordenada o kósmos que posee una razón o lógos, una estructura o conjunto de normas que rige el comportamiento de los elementos visibles, que los hacen comportarse de un modo regular, pues solo así se puede justificar el dominio cada vez mayor del ser humano sobre estos elementos, su previsibilidad, y se puede satisfacer el deseo humano de comprensión, se puede razonar, légein, decir algo sobre los elementos, determinarlos, indicar su lugar dentro de la totalidad. Si después del rayo siempre viene el trueno es porque así lo determina la estructura u orden interno de la realidad, su lógos, y cuando el ser humano aprende esta regla interna, puede prever los acontecimientos o sucesos que se siguen de ella: cuando ve el rayo, puede prepararse para el trueno.

Por lo tanto, los griegos poseen un concepto de razón más amplio que el nuestro. Para nosotros, la razón es una facultad humana, el ser humano razona, determina los elementos o cosas, les asigna un orden. Para los griegos, por el contrario, la razón o lógos es la estructura de la realidad, el conjunto de normas que la constituyen, y el razonar o decir, légein, no es una simple facultad humana, es aquello en que consiste el ser humano en cuanto existe. El ser humano existe razonando, diciendo la determinación de las cosas o fenómenos, su lugar en la totalidad. Este lugar no es producido por el acto de razonar del ser humano, como tendemos a creer nosotros, sino que es producido por la razón, por el conjunto de normas que rigen dicha totalidad. Y el razonar o decir humano, el légein, es aquello que permite que se presente la cosa misma, que se muestre en su lugar, y que se haga a la vez patente la razón o lógos, la estructura de la realidad que determina esa cosa asignándole su lugar y su comportamiento en la totalidad o kósmos.

Resumiendo, los primeros pensadores griegos, a los que se suele llamar presocráticos, es decir, anteriores a Sócrates, tienen en común la unión de lo que hoy llamaríamos interés práctico o científico y de lo que hoy llamaríamos interés teórico o filosófico. Actúan sobre los elementos de la realidad natural, intentan controlarla, sacarle un rendimiento, y a la vez, desinteresadamente, por pura satisfacción intelectual, intentan comprender lo que esa realidad natural es en sí, alcanzar su lugar dentro de ella. No son simplemente científicos o simplemente filósofos, son sabios que lo mismo trazan una obra de ingeniería, prevén un eclipse o intentan dar una explicación racional del mundo, mostrar en su razonar o decir qué es la realidad en sí y cómo se organiza. Lo específico de cada pensador es la respuesta que da para contestar a esta cuestión.

2. LOS MILESIOS: EL ARKHÉ COMO PRIMER ELEMENTO DE LA REALIDAD

Los primeros pensadores concretos de los que tenemos alguna noticia, siempre a través de citas o comentarios de autores posteriores, son los pensadores de la escuela de Mileto, en la costa de Asia Menor, alrededor del siglo VI a. C. Es cierto que en las obras atribuidas al poeta Homero, que datan del siglo VIII a. C., ya se pueden observar intentos de sistematizar los fenómenos físicos, una forma primitiva de proceso cíclico, pero todos sus ciclos incluyen en sus secuencias de causas y efectos una divinidad como fuerza motora. Los milesios son los primeros en intentar dar una explicación racional de la realidad que renuncie a la explicación fantástica y que se base en elementos mentales y empíricos. Y esta búsqueda de lo que es la realidad en sí la orientan como búsqueda de un primer elemento que genere y soporte las cambiantes cosas sensibles, como búsqueda del arkhé:

1.Tales de Mileto. Para el más antiguo de estos pensadores que conocemos, Tales de Mileto, ese primer elemento o arkhé que genera las cosas y las sostiene es el agua. En un primer momento, podemos juzgar esta idea como ingenua y parece que todavía conserva algún remanente mítico, pues Homero habla en La Ilíada del océano generador y sostenedor de todas las cosas, pero lo cierto es que muestra por primera vez una voluntad de observación concreta. Tales ve que la humedad es fuente de vida, que allí donde surge la vida hay siempre algo líquido, la lluvia necesaria para que germinen y sobrevivan las plantas, el semen humano, etc., y por ello extrae la conclusión de que el agua, lo líquido, es el primer elemento que da nacimiento a todos los demás, dando una explicación bastante rudimentaria de este proceso: la condensación del agua produce los cuerpos sólidos y su evaporación produce el aire, que a su vez genera el fuego, siendo además el agua el soporte de todos los demás elementos en cuanto su masa infinita nos rodea por todas partes y toda la tierra parece estar flotando en ella, de ahí la afirmación de que el agua es el arkhé, el principio y soporte de todo el universo.

2.Anaximandro. Los sucesores de Tales dentro de la escuela milesia siguen planteándose el problema de qué es la realidad y de su organización como la búsqueda de ese primer elemento o arkhé que es origen y sostén de las cosas sensibles. Para Anaximandro, sin embargo, este principio no puede ser una sustancia conocida, como lo era el agua para Tales, por lo que muestra una mayor capacidad abstracta e indica que este principio primordial es el apeiron, lo infinito e indeterminado, que contiene todos los elementos y en el cual todos los cuerpos se encuentran mezclados y confundidos.

3.Anaxímenes. Por último, un autor milesio posterior, Anaxímenes, parece retroceder con relación a Anaximandro al mostrar una menor capacidad de abstracción y volver a escoger como elemento primordial o arkhé una sustancia conocida, el aire. Pero a la vez representa un progreso en el método explicativo, pues describe con más precisión y riqueza que sus antecesores los procesos de transformación a partir de la materia primera o arkhé. Explica con todo tipo de detalles cómo las cosas surgen y varían por condensaciones y rarefacciones del aire asociadas, a su vez, con variaciones de calor y de frío.

3. LOS PITAGÓRICOS: PRIMERA TEORÍA DUALISTA DE LA REALIDAD

Un poco más tarde que la escuela de Mileto surge en el occidente de Grecia otro grupo o escuela de pensadores, los pitagóricos, que repudian toda solución monista, por lo que abandonan el esquema milesio de una sustancia originaria o primordial del mundo y ofrecen el primer ejemplo de una teoría dualista de la realidad en la que se atribuye una importancia fundamental a las oposiciones y en la que los números son los elementos constitutivos de la materia.

La idea básica es que el mundo, y cuanto hay en él, consta de dos principios: lo ilimitado (par) y lo limitante (impar), elementos desiguales entre sí que se combinan mediante la armonía, que se corresponde a lo que hoy llamaríamos una proporción aritmética, como por ejemplo las relaciones numéricas de los intervalos musicales: la octava (1:2), la quinta (2:3) y la cuarta (3:4). De la combinación de los dos elementos primordiales mediante la armonía surgen los números y el mundo, que también consta de números. Surge la totalidad de lo que hay. Esta totalidad viene representada numéricamente por el 10, el número perfecto en tanto que es la suma de los cuatro primeros números y que visualmente se representa mediante la figura de la Tetractis, un triángulo equilátero cada uno de cuyos lados forma cuatro:

La Tetractis contiene toda la realidad. La pluralidad de las cosas, lo limitante, se representa mediante los puntos, mientras que el espacio entre los puntos representa el vacío, lo ilimitado, y la armonía está presente en la completa regularidad de todo el conjunto, en la perfecta relación entre todos los elementos.

Se puede entender ahora la afirmación de Aristóteles acerca de que, para los pitagóricos, las cosas eran números. Lo que quiso decir es que los pitagóricos habrían observado que, en todos los fenómenos o sucesos de la realidad, subyacen unas relaciones numéricas, como por ejemplo, en una armonía musical, la relación de las longitudes de las cuerdas del instrumento que la produce, y que dichas relaciones numéricas es lo único que puede conocerse de todos esos fenómenos o sucesos de la realidad.

4. HERÁCLITO: DUALISMO CON UN SUSTRATO MATERIAL

Otro autor que intenta explicar el mundo a partir de las oposiciones, pero con un sustrato material, el fuego, es Heráclito, una suerte de término medio entre los milesios y los pitagóricos. El mundo es una unidad, pero una unidad en la que nada es estable, en la que hay cambios perpetuos y en la que todo se transforma sin cesar. Del día se pasa a la noche y de la noche se pasa al día, lo que está detenido se mueve y lo que está en movimiento se detiene, etc. Nada hay que dure, solo el cambio mismo. No hay más que un incesante hervidero de elementos contrarios que no se oponen complementándose, como pensaban los pitagóricos, sino que son realmente hostiles e irreconciliables, antagonistas sumergidos en una guerra vana, pues la aparición de uno significa la desaparición del otro, si es de día no es de noche y si es de noche no es de día, y ninguno tiene más justificación que el otro para existir: «El bien y el mal son lo mismo» llega a decir Heráclito.

En este incesante hervidero de elementos opuestos que es la realidad, el fuego tiene una importancia particular, pues todo conduce a él y solo él unifica en sí la diversidad. Sucede que, en las oposiciones, se van generando una especie de chispas, hasta que la cantidad de estas chispas es tan grande que estalla el incendio universal. Pero como no hay nada estable excepto el cambio, llega un momento en que, a partir del fuego, se vuelven a generar los otros elementos, el aire, el agua y la tierra, y vuelven a surgir las oposiciones, que solo terminarán con un nuevo incendio, y así sucesivamente, en un eterno y periódico retorno que es la única regla del universo. El mundo es para Heráclito una unidad, un eterno y vivo proceso del devenir y el perecer en constante transformación de la sustancia básica, el fuego.

5. PARMÉNIDES: PRIMACÍA DEL PENSAMIENTO SOBRE LA PERCEPCIÓN SENSIBLE

Con un autor posterior a Heráclito, Parménides, el problema de qué es la realidad y de cómo se organiza se plantea de una forma completamente nueva. Ya no encontramos uno o varios elementos primordiales con la función de engendrar los demás elementos por distintas vías, transmutación, transformación, separación, etc., sino que algo subsiste por debajo de todas las apariencias, y este algo es la única realidad, el ser opuesto al no-ser, el Uno.

Distinguiendo por primera vez de manera expresa entre percepción sensible y pensamiento, Parménides se plantea el problema de la confrontación entre los datos proporcionados por la experiencia sensible y las exigencias normativas y ordenadoras de la razón, y la consecuencia es la negación lógica de la posibilidad de todo cambio, pues dado que el ente es, existe, y ello necesariamente, no puede no ser, no existir. Así, cuando nosotros decimos que hay un cambio, o bien estamos indicando que algo que antes no estaba allí, ahora está —por ejemplo un nacimiento o una silla hecha de madera—, y por lo tanto estamos hablando de un paso del no-ser o nada al ser o existencia, o bien estamos indicando que algo que antes estaba allí, ahora deja de estar —por ejemplo una muerte o el romperse una silla—, y por lo tanto estamos hablando de un paso del ser o existencia al no-ser o nada. Pero eso, añade Parménides, es inaceptable, pues de la nada o no-ser nada viene, y a la nada o no-ser nada va. Es más, ni siquiera la nada puede ser pensada, pues pensar es pensar algo, y la nada es el no-algo. En consecuencia, el cambio no es posible, lo que existe ha tenido que existir siempre y existirá siempre, y nuestros sentidos nos engañan cuando nos indican que las cosas cambian, que hay nacimientos o muertes, o que las cosas se alteran. La auténtica realidad, la verdad, solo puede ser el Uno, el ser eterno, inmóvil, inmutable, que está por debajo de los sentidos y al que accedemos a través del pensamiento.

6. CONCILIADORES: ENTRE LA RAZÓN Y LA EXPERIENCIA

Después de Parménides surgen varios pensadores que están de acuerdo con él en la negación lógica del cambio en tanto que lo que es o existe no puede haber surgido del no-ser o nada ni puede pasar al no-ser o nada, pero que a la vez defienden la fiabilidad de los sentidos. Son autores que intentan explicar la realidad excluyendo la creación y la desaparición de las cosas, sin declarar por ello que el mundo de la experiencia sensible sea aparente.

La idea básica de todos estos conciliadores es convertir el ente único de Parménides, el Uno inmutable que está por debajo de todos los cambios sensibles y que es la verdad, en una multitud infinita de partículas eternas e inmutables que, al combinarse por diversos procedimientos, generan las cosas sensibles, que son las que cambian. Se salva así la verdad que nos proporcionan los sentidos, las cosas surgen, se alteran y se destruyen, y a la vez se salva la verdad de la razón, que nos dice que el cambio es imposible, pues por debajo de las cosas sensibles las partículas formadoras no cambian, son eternas e inmutables, simplemente varían su distribución generando esas cosas sensibles y esos cambios que nosotros percibimos. Por lo tanto, para los conciliadores, la realidad es una totalidad ordenada de partículas indestructibles que se combinan según diversas normas, variando en cada pensador concreto la naturaleza de las partículas y las normas de organización.

6.1. EMPÉDOCLES: LOS CUATRO ELEMENTOS FUNDAMENTALES

El primero de estos autores, Empédocles, habla de una serie de partículas materiales indestructibles de cuatro tipos: tierra, agua, aire y fuego, los cuatro elementos básicos de la realidad. Estas partículas se mezclan entre sí sin transformarse unas en otras y las diferentes mezclas que resultan son las que dan lugar a los diferentes objetos. Si un determinado grupo de partículas se mezcla de un modo concreto, produce un determinado objeto, por ejemplo, una persona o una silla, y cuando por algún motivo se produce alguna variación en la mezcla, se produce un cambio en dicho objeto, por ejemplo, se separan unas cuantas partículas y la persona pierde pelo o a la silla se le rompe una pata, pudiéndose llegar incluso a la destrucción del objeto si la mezcla se deshace.

Para explicar las uniones y desuniones de las partículas materiales, Empédocles postula dos fuerzas activas, el amor y el odio. En un momento determinado de la realidad, todas las partículas de los cuatro tipos se hallan unidas en una mezcla general e indistinta. Es una fase en la que gobierna el amor, la fuerza unificadora, pero el odio, la fuerza separadora, penetra en esa mezcla general e inicia un proceso por el cual todas las partículas tienden a unirse exclusivamente con las iguales, las de tierra con las de tierra, las de agua con las de agua, etc., pasándose de la gran mezcla a cuatro mezclas de un solo tipo. Gobierna entonces el odio, pero el amor, que había sido expulsado, penetra en esas cuatro mezclas de partículas iguales y hace que inicien de nuevo un proceso de unión hacia la gran mezcla indistinta, creándose un devenir circular en el que no hay principio ni fin, y en cuyas fases intermedias se van creando los objetos y sus variaciones al ir pasando las partículas de un tipo de mezcla al otro tipo. Según Empédocles, en una de estas fases intermedias se halla su época, que es también la nuestra, pues la duración de cada fase es de miles de años.

Empédocles intenta incluso explicar la percepción humana, que según él se produce porque existen los mismos elementos en el órgano perceptor y en el objeto percibido. De cada una de las cosas parten constantemente irradiaciones de cuatro tipos, según los cuatro tipos de partículas que la integran, que van siendo captadas por las partículas del mismo tipo que se hallan en los órganos sensoriales. Lo semejante es percibido por lo semejante.

6.2. ANAXÁGORAS: ELNOÛSCOMO ORDENADOR

También Anaxágoras, intentando conciliar el ser uno e inalterable de Parménides con los datos proporcionados por los sentidos, postula la existencia de unas partículas materiales indestructibles, las homeomerías, cuya mezcla forma los objetos y cuya separación explica la destrucción de los mismos. Pero estas partículas últimas no corresponden como en Empédocles a los cuatro elementos básicos —tierra, agua, aire y fuego— sino que son cualitativamente diferentes. Hay partículas de tierra, agua, aire y fuego, pero también de carne, madera, hierba, vino, nube, etc., y en cada objeto están presentes todos los tipos de partículas, siendo al predominio de una clase de ellas a lo que se debe la identidad del objeto en cuestión. Una brizna de hierba es una brizna porque las partículas que la forman están ordenadas de un determinado modo, y es de hierba porque, aunque está formada por todos los tipos de partículas —de carne, madera, tierra, etc.—, las partículas de hierba son mayoría.

La ordenación de las partículas ya no se debe tampoco a las dos fuerzas de Empédocles, el amor y el odio, sino a una única fuerza, el Noûs, elemento difícil de determinar, pues Anaxágoras, como los demás presocráticos, no distingue de un modo tajante entre espíritu y materia, pero puede considerarse una especie de principio espiritual que está presente en todos los seres sin mezclarse con nada y que da forma a las partículas eternas, generando el cambio.

6.3. LOS ATOMISTAS: LEUCIPO Y DEMÓCRITO

Finalmente, surge la escuela de los atomistas, con Leucipo y Demócrito como autores más importantes. Las partículas eternas e indivisibles que constituyen los objetos y evitan el paso entre ser y no-ser reciben en esta escuela el nombre de átomos. Estos átomos no son de cuatro tipos o clases, como en Empédocles, ni de todos los tipos, como en Anaxágoras, sino que poseen una misma sustancia y solo se distinguen por su magnitud, forma y posición. Tampoco hay ya una fuerza ordenadora, sino que estos átomos se encuentran en movimiento perpetuo, arrastrados por un torbellino incesante, dentro de un espacio vacío también infinito. Y son los encuentros fortuitos de átomos en este vacío los que generan las combinaciones que dan lugar a los cuerpos y a sus cambios, objeto de nuestro conocimiento por un proceso semejante al de Empédocles.

Parece así que el pensamiento presocrático se cierra con un movimiento materialista según el cual lo único que existe en la realidad es la materia eterna que engendra por su propia estructura la diversidad y variación de las cosas sin más ley que la del azar y sin ninguna intervención de lo que hoy llamaríamos espíritu. Pero esto es muy relativo, pues, como hemos visto, los presocráticos no distinguen claramente como nosotros entre lo material y lo espiritual. ¿Qué son el amor y el odio de Empédocles? Para nosotros resulta claro que son algo espiritual, no material, pero él dice que son verdaderas fuerzas que inciden sobre las partículas y las ordenan. ¿Qué es el Noûs de Anaxágoras? Los mismos atomistas indican que los átomos no pueden ser observados, solo pensados, y es evidente que ningún materialista actual aceptaría una materia que solo puede ser pensada. Además, hay que recordar que los atomistas, como los presocráticos, no intentan explicar únicamente determinados hechos empíricos, sino también ciertos estados de cosas filosóficos y generales, intentan explicar la realidad, el kósmos o totalidad ordenada, y las normas que rigen este orden, el lógos o razón

2. Los sofistas

1. EL PASO DE LA NATURALEZA (PHÝSIS) A LA CONVENCIÓN (NÓMOS)

En el mundo arcaico griego, reflejado en los poemas homéricos, los predicados valorativos se refieren a la función social. Hay una sociedad con una jerarquía de funciones fuertemente establecida y la valoración de los individuos y de sus actos depende del lugar que se ocupa en ella. El noble es bueno (agathos) y no puede no serlo, y el que no es noble, el pobre, es malo (kakos) y no puede no serlo. Por su parte, la virtud (areté) es el cumplimiento de la función socialmente asignada. Así, un porquero, y por lo tanto malo, será virtuoso o no según cuide de los cerdos: si los cuida bien, será virtuoso; si no los cuida bien, no lo será. Un noble, y por lo tanto bueno, será virtuoso o no según cómo gobierne sus dominios.

Sucede sin embargo que, durante la llamada Ilustración griega, que abarca desde el siglo VI al iv a. C., el comercio se convierte en el principal elemento de la economía, en la principal fuente de riqueza, y los viajes necesarios para su práctica ponen a los griegos en contacto con otras culturas que poseen diferentes sistemas de organización social y diversos criterios de valoración. Esto provoca que la cultura arcaica que estructuraba la sociedad, y que se consideraba la única posible, se vaya cuestionando, desgastando, se vaya perdiendo como referente sin ser sustituida por otra legitimación. Se derriba entonces la idea de un orden moral único, el empleo de términos morales deja de ser claro y consistente, y los valores se convierten en algo arbitrario. El valor de las cosas es el valor cotidiano. El valor de las cosas es el que se dice, y dado que el decir tiene que ser persuasivo, surge la retórica de la sofística, la cultura que intenta implantar los valores por persuasión, por impacto. Serán adoptados como valores de conducta aquellos que sean mostrados como mejores para una situación concreta. Bueno, malo y demás calificaciones ya no son, pues, algo fijo que se atribuye a alguien si cumple unas determinadas e invariables condiciones; ahora se definen en términos de normas de conducta, normas que no son fijas, que no son naturales (phýsis), sino que son legales (nómos), arbitrarias e implantadas por convención o utilidad.

2. PRIMACÍA DE LA CONVENCIÓN

Los sofistas surgen por lo tanto en una época determinada y con una intención claramente definida.