Remedios naturales para el estrés y la fatiga - Rosa Guerrero - E-Book

Remedios naturales para el estrés y la fatiga E-Book

Rosa Guerrero

0,0

  • Herausgeber: Integral
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2015
Beschreibung

El estrés patológico y la fatiga crónica son, hoy día, dos de los principales problemas de salud pública, pues provocan disfunciones fisiológicas y vitales en el individuo que acaban originando enfermedades graves e irreversibles. Los ansiolíticos y los antidepresivos son los fármacos más recetados actualmente pero, lejos de solucionar los problemas, acaban creando dependencia y mermando la calidad de vida. Este libro describe cuál es la aportación de las terapias naturales en el tratamiento de las múltiples somatizaciones que provoca el estrés, pues no solo se trata de mitigar los síntomas, sino de equilibrar la respuesta individual de cada persona para que pueda ejercer un «buen control» de su estrés.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 157

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Remedios naturales para el estrés y la fatiga

RBA INTEGRAL

ROSA GUERRERO

REMEDIOS NATURALES PARA EL ESTRÉS Y LA FATIGA

Los factores que los propician y las soluciones para combatirlos

NOTA IMPORTANTE: en ocasiones las opiniones sostenidas en «Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas, hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente sobre su propia salud, y en caso de enfermedad, a establecer un diálogo con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso, ser un sustituto de la consulta médica personal.

Aunque se considera que los consejos e informaciones son exactas y ciertas en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error u omisión que se haya podido producir.

© Rosa Guerrero, 2013.

© de esta edición: RBA Libros, S.A. 2013.

Avda. Diagonal, 189 — 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: octubre de 2013.

RBA INTEGRAL

REF: OEBO901

ISBN: 9788416267828

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

Contenido

¿Qué es el estrés?

Un mecanismo de supervivencia • El estrés del mundo actual • Eustrés frente a distrés • El estrés agudo y el crónico • Las fases del estrés

¿Qué son los estresores?

Factores que generan estrés • Personas más vulnerables al estrés • La percepción personal

¿Qué es la fatiga?

Una epidemia de nuestro tiempo • ¿Qué es lo que provoca fatiga?

La respuesta del organismo

Mecanismos biológicos • Indicadores de estrés • Alteraciones psicosomáticas • Enfermedades relacionadas con el estrés • Conductas perjudiciales ante estrés y fatiga

Tests de evaluación personal

Análisis de las actividades diarias • Los diferentes perfiles • Situaciones de riesgo • Test de vulnerabilidad

Consejos para gestionar el estrés y la fatiga

Métodos para descargar la tensión • Estrategias para prevenir el estrés y la fatiga

Técnicas mentales para recuperar la vitalidad

Autohipnosis •Biofeedback• Terapia cognitivo-conductual • Programación neurolingüística (PNL) • Meditación • Taichi • Yoga

Consejos dietéticos para la armonía interna

Los desequilibrios alimentarios y el estrés • Cómo equilibrar el sistema nervioso a través de los alimentos • Órganos y emociones • Consejos dietéticos según las manifestaciones del estrés

El papel de la fitoterapia en los trastornos nerviosos

Nerviosismo y ansiedad • Insomnio • Pérdida de memoria • Fatiga y astenia • Depresión nerviosa

Complementos ortomoleculares

Nutrientes imprescindibles para la salud cerebral • Las necesidades del organismo frente al estrés • Complementos para superar la fatiga

Los remedios homeopáticos

Posibilidades y límites de la homeopatía • Remedios según el modo reaccional • Remedios para el estrés agudo • Remedios para el estrés crónico • Remedios para la fatiga

Otras terapias

La eficacia de la acupuntura • Las terapias florales • La aromaterapia

Casos clínicos

Caso 1 • Caso 2 • Caso 3 • Caso 4 • Caso 5

Bibliografía y recursos

Bibliografía • Páginas web

¿Qué es el estrés?

El estrés es un problema cotidiano que, en algún momento de la vida, afecta prácticamente a todo el mundo: adultos, niños, adolescentes y ancianos. Cuando alguien siente la presión y las exigencias del mundo laboral, no concilia el sueño por un examen o la entrega de un trabajo de fin de curso, o come sobre la marcha porque su jornada diaria está tan repleta que no da para más, suele decir que está estresado.

El término estrés, tan asentado en el campo de la psicología, fue acuñado en 1926 por el endocrinólogo y químico vienés Hans Selye quien, en su segundo año como estudiante de medicina, observó que muchos de sus compañeros presentaban unos síntomas comunes ante diversas circunstancias, entre ellos pérdida del apetito, aumento de la presión sanguínea y falta de interés por las cosas. Selye definió el estrés como la suma de respuestas no específicas del organismo ante cualquier demanda o estímulo, lo que se denomina «estresor», un término que se abordará en el siguiente capítulo.

El estrés en sí mismo es la manera en que el organismo se prepara para afrontar una situación difícil y que le da concentración, fuerza, resistencia y un elevado nivel de alerta. Es algo que experimenta todo ser vivo y que es necesario para su supervivencia. Pero puede convertirse en patológico si escapa al control del individuo.

UN MECANISMO DE SUPERVIVENCIA

En las fases iniciales de la humanidad, el estrés era una respuesta muy útil ante las amenazas del entorno —la mayoría de ellas físicas—, ya que aportaba un extra de energía que en muchos casos era la diferencia entre vivir o perecer. En el organismo se desencadenaban una serie de cambios bioquímicos involuntarios que proporcionaban al individuo las condiciones necesarias que le permitían hacer frente a la amenaza o salir corriendo a toda velocidad. Esta reacción de estrés se conoce en psicología como «respuesta de lucha o huida», y es fácil de imaginar si se piensa en un ser humano topándose con un oso hambriento.

EL ESTRÉS DEL MUNDO ACTUAL

Hoy, la mayoría de las amenazas son psicológicas —tensión laboral, problemas económicos, conflictos personales— y esta respuesta primigenia al estrés, que en realidad hace que la persona piense con menos claridad y se deje llevar por el instinto de supervivencia, no siempre es necesaria ni tampoco resulta de ayuda. Cuando una persona siente que algo que tiene a su alrededor le genera estrés, su organismo reacciona liberando diversas sustancias en el torrente sanguíneo que le dan más energía y fortaleza, lo que resulta beneficioso si el estrés está causado por un peligro físico. Pero este mecanismo puede ser muy perjudicial si responde a una situación emocional, ya que no hay ninguna vía para dar salida a este plus de energía.

SITUACIONES COTIDIANAS QUE PROVOCAN SOBRECARGA DE ESTRÉS

Son múltiples las situaciones de la vida cotidiana que ilustran lo que para casi cualquier mortal representa una sobrecarga de estrés. Veamos algunos ejemplos:

•Una pareja trabaja a plena jornada al tiempo que están criando a sus hijos. Por si fuera poco, los abuelos son ya pensionistas, su salud no es buena y dependen de su ayuda a la hora de hacer la compra o encargos.

•Un hombre o una mujer sin pareja que viven solos y que ven que su sueldo no crece tan rápido como los precios y que, en consecuencia, cada mes les cuesta más pagar sus facturas.

•Una persona divorciada que comparte la custodia de sus hijos con su expareja. Las fricciones entre ambos sobre cuestiones referentes a los niños cada vez son más frecuentes y más agrias.

•Un asalariado que percibe que los objetivos y la competencia en su lugar de trabajo son cada día más exigentes: ha de entrar más temprano, se queda a trabajar fuera de horario y asume más responsabilidades de las que puede ejecutar sin que ni siquiera haya la contrapartida de una mejora de sueldo.

•Un parado que ve agotarse el plazo del subsidio y no encuentra trabajo mientras que las deudas se le acumulan y ve peligrar las condiciones de vida de su familia.

EUSTRÉS FRENTE A DISTRÉS

Hasta ahora todas las situaciones o experiencias de estrés que se han mostrado en este capítulo son negativas o asfixiantes. Pero no siempre es así y también hay estrés que se genera por estímulos positivos que pueden significar un cambio a mejor: el nacimiento de un hijo, la compra de un piso o un ascenso en el trabajo son algunos ejemplos. De hecho, es casi imposible vivir sin un mínimo de estrés y muchas personas lo echarían en falta porque da a la vida una cierta emoción e interés. Si no hay nada que haga sentir ese cosquilleo —las mariposas en el estómago de las que hablan los anglosajones— se puede caer en el aburrimiento y en la apatía, y pasar por la existencia sin pena ni gloria.

Ese cosquilleo que se podría definir como «estrés bueno» recibe el nombre de «eustrés» y resulta muy útil para centrar la atención sobre una determinada tarea u objetivo y prepararse para un rendimiento óptimo. En un símil castrense se podría decir que el eustrés es la manera que tiene el cuerpo de organizar sus fuerzas para preparar la batalla y asegurarse de que todos los soldados están sobrios, descansados y bien alimentados.

Lo que se suele entender por estrés recibe el nombre de distrés, esa emoción negativa que puede acarrear problemas de salud físicos y psíquicos

Sin embargo, lo que comúnmente se entiende por estrés recibe el nombre de «distrés», esa emoción negativa que puede acarrear problemas de salud físicos y psíquicos. Siguiendo con el símil de la batalla, cuando una persona se distresa —verbo que hay que utilizar con la venia de la Real Academia porque no figura en su diccionario— quiere decir que los recursos de su organismo se están sobrecargando; es decir, los soldados están hambrientos, cansados de tanto luchar y no han tenido tiempo suficiente para descansar y recuperarse. El estrés se percibe como una cognición de amenaza, que activa al organismo por encima de sus recursos adaptativos y que conlleva un estado emocional displacentero.

La conclusión es que el estrés en pequeñas dosis puede ayudar a aumentar el rendimiento y la motivación para hacer las cosas mejor. Pero cuando se está constantemente en «modo emergencia», la mente y el cuerpo pagan un precio. Por tanto, el objetivo es mantener el estrés en un grado en que resulte positivo y manejable. Por ello, es importante que la persona sea consciente del nivel de estrés al que está sometida en cada momento y que aprenda a controlar la respuesta a estas situaciones por el bien de su salud y de todo su entorno.

EL ESTRÉS AGUDO Y EL CRÓNICO

La respuesta de estrés es esencial en situaciones de emergencia, como un conductor que frena bruscamente para evitar un accidente. Esta reacción también se puede activar de una manera más suave cuando existe presión, pero no hay ningún peligro real o inminente. Es el caso del futbolista que lanza una falta que puede significar ganar el partido, el de una persona que se prepara para ir a una gran fiesta o el de un estudiante que se enfrenta a un examen final. Un poco de este estrés ayuda a que la persona esté en estado de alerta, lista para afrontar un reto y con energía para rendir al máximo. Pasada esta situación, el sistema nervioso regresa rápidamente a su estado habitual y a la expectativa de volver a ser requerido.

Este estrés, también llamado «estrés agudo, repentino o de corta duración», conduce a rápidos cambios en el organismo. Casi todos los sistemas corporales —circulatorio, inmunitario, respiratorio, digestivo, sensorial, nervioso— se ponen a trabajar desenfrenadamente para afrontar lo que se percibe como un peligro. Con el tiempo, la repetición de situaciones estresantes de corta duración también puede acabar suponiendo una carga de tensión que desencadene problemas de salud.

Pero el estrés no siempre surge ante circunstancias inmediatas o que pasan con rapidez. Los acontecimientos de larga duración o que son percibidos como tales —como un proceso de divorcio, mudarse a otro vecindario o acudir a una nueva escuela— también pueden producir estrés.

El estrés no siempre surge ante circunstancias inmediatas. Los acontecimientos de larga duración o que son percibidos como tales, como un divorcio, también pueden producir estrés

Estas situaciones generan un estrés de bajo o medio nivel, pero prolongado, lo que resulta perjudicial para la persona que lo padece. El sistema nervioso siente una presión continua y puede quedar ligeramente activado y seguir bombeando un aporte extra de hormonas del estrés durante un periodo de tiempo largo. Esto conduce a un desgaste de las reservas del cuerpo y deja a la persona con una sensación de agotamiento y fatiga permanente, o se siente sobrepasada, lo que debilita su sistema inmunitario y trae consigo múltiples disfunciones. Este tipo de estrés, que recibe el nombre de «estrés crónico o de larga duración», acarrea consecuencias muy graves para la salud.

Las presiones que resultan demasiado intensas o duraderas, o los problemas que se sobrellevan en solitario, crean estrés crónico.

SITUACIONES QUE CREAN ESTRÉS CRÓNICO

A continuación se enumeran algunas situaciones frecuentes que son susceptibles de superar la capacidad del organismo para asumirlas durante un periodo prolongado:

•Ser sometido a bullying o estar expuesto a la violencia o a lesiones.

•Tener relaciones conflictivas con la familia o experimentar emociones extremas asociadas a una ruptura sentimental o a la muerte de un ser querido.

•Presentar problemas escolares relacionados con una incapacidad de aprendizaje o bien con trastornos como la dislexia, la hiperactividad, etcétera.

•Tener horarios repletos de actividades que no dan tiempo para el descanso ni la relajación y que obligan a no parar nunca.

•Estar sometido al cumplimiento continuo de objetivos laborales que no son viables.

LAS FASES DEL ESTRÉS

Hans Selye creó una teoría basada en lo que denominó «el síndrome general adaptativo» que en lo básico sigue siendo válida hoy día para explicar el estrés y la fatiga. Este síndrome tiene tres etapas:

1.Reacción de alarma: la persona se pone en guardia, contrae la musculatura, se acelera el ritmo cardiaco, la sangre se espesa y aumenta el nivel de azúcar; en resumen, el cuerpo se prepara para una previsible lucha.

2.Resistencia: pueden empezar a aparecer síntomas tanto en el plano físico como psíquico: irritabilidad, cambios de humor, insomnio, pérdida de la libido, bajo rendimiento intelectual, dolor de cabeza, trastornos digestivos, palpitaciones, etcétera.

3.Claudicación: la persona cae en un estado de indefensión que tiene el aspecto de un cuadro depresivo. En esta fase ya pueden aparecer alteraciones y dolencias físicas susceptibles de desembocar en la muerte.

¿Qué son los estresores?

Los acontecimientos, circunstancias o presiones que provocan estrés reciben el nombre de «estresores» y comprenden una amplia gama de situaciones que van desde la del puro peligro físico hasta los nervios por la presentación de un proyecto en el ámbito laboral o el desgaste de pasarse un curso entero estudiando una asignatura que es un hueso. En principio, cualquier cosa que implique elevadas demandas o que obligue a una adaptación puede ser estresante. Esto incluye también acontecimientos positivos como casarse, comprar una casa, asistir a clase o recibir un ascenso.

FACTORES QUE GENERAN ESTRÉS

Los factores que generan estrés pueden ser muy diversos, pero los más habituales se pueden clasificar en tres grupos:

•Estrés de supervivencia. Es lo que se denomina respuesta de lucha o huida, y ya se ha tratado en el anterior capítulo. Es una reacción habitual ante el peligro, y se da tanto en humanos como en animales. Cuando uno tiene miedo de que algo o alguien le hiera físicamente, el organismo responde de manera natural con un estallido de energía que le otorga una mayor capacidad para sobrevivir a la situación peligrosa —lucha— o escapar de ella —huida.

ESTRESORES EXTERNOS E INTERNOS

El estrés puede tener su origen en circunstancias que resultan muy diversas. Algunas son inevitables y aparecen en la vida sin que se haya hecho nada para crearlas, pero otras las genera la propia persona.

Identificar la naturaleza de lo que nos está causando estrés es el primer paso que hay que dar para saber cómo gestionarlo mejor.

Externos

Entre los estresores externos se pueden citar tanto las condiciones físicas adversas como los entornos psicológicos. A continuación se enumeran algunos:

•El frío o el calor ambiental

•Grandes cambios en la vida

•El trabajo, cuando se realiza a disgusto

•Problemas de relación con el entorno: compañeros, vecinos, etcétera

•Dificultades económicas

•Estar siempre demasiado ocupado

•La crianza de los hijos

•Enfermedad de algún miembro de la familia

Internos

¿Quién no se ha obsesionado alguna vez por cosas respecto a las que no puede hacer nada o preocuparse sin razón? Se trata del estrés interno y es uno de los más importantes a la hora de entenderlo y gestionarlo. La persona se estresa ella misma y esto sucede a menudo cuando se preocupa por cosas sobre las que no tiene ningún control o se pone en situaciones que sabe que le provocarán estrés. Hay personas que son adictas a un tipo de vida apresurado y tenso. Incluso buscan situaciones estresantes o sienten estrés ante situaciones cotidianas.

Los factores internos puede ser físicos —infecciones, inflamaciones y otras dolencias— o psicológicos —como una intensa preocupación sobre un acontecimiento perjudicial que puede llegar a acaecer o no.

Los factores psicológicos internos que generan estrés son raros o inexistentes en la mayoría de animales, pero muy frecuentes en los humanos. He aquí algunos de ellos:

•Incapacidad para aceptar la incertidumbre

•Expectativas poco realistas

•Diálogo interno negativo

•Pesimismo

•Falta de convicción

•Perfeccionismo

•Estrés ambiental. Es una respuesta a determinados elementos que rodean a la persona y que le causan estrés: va desde por ejemplo el ruido de la calle o de los vecinos, el aire acondicionado, las multitudes, etc., hasta la presión laboral o familiar. Identificar estos estresores ambientales y aprender a evitarlos o a sobrellevarlos ayudará a rebajar el nivel de estrés.

•Fatiga y sobreesfuerzo. Supone un proceso de acumulación durante mucho tiempo y puede tener un gran coste para el organismo, como se ha mostrado en el primer capítulo. Puede deberse a trabajar demasiado o con excesiva intensidad en el ámbito profesional, la escuela o el hogar, o a desconocer cómo gestionar bien el tiempo o crear momentos para el descanso y la relajación. Es uno de los tipos de estrés más difíciles de evitar porque muchas personas tienen la sensación de que escapa a su control.

PERSONAS MÁS VULNERABLES AL ESTRÉS

Hay estudios que indican que algunos grupos de población son más vulnerables que otros a los efectos del estrés. Son los que se citan a continuación:

•Ancianos. A medida que las personas envejecen es más difícil que alcancen una respuesta de relajación tras un acontecimiento estresante. El envejecimiento puede que desgaste los mecanismos que hay en el cerebro para responder al estrés, de modo que se vuelven ineficaces. Las personas mayores, además, muy a menudo están expuestas a grandes estresores como son los problemas de salud, la pérdida del cónyuge o de sus mejores amigos, cambios en la situación de su vida o preocupaciones económicas. De todos modos, nadie es inmune al estrés, e incluso puede llegar a pasar inadvertido tanto en los muy jóvenes como en los mayores.

•Niños.