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Cuentan los antiguos que cuando Santo Domingo de Guzmán empezaba a desanimarse al ver que en los sitios donde predicaba la gente no se convertía y la herejía no se alejaba, le pidió a Nuestra Señora le iluminara algún remedio para conseguir la salvación de aquellas personas y que Ella le dijo en una visión: "Estos terrenos no producirán frutos de conversión sino reciben abundante lluvia de oración".
Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión.
Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles. Los enemigos de la religión católica (protestantes, etc.) han dicho y siguen diciendo horrores contra el Santo Rosario pero los católicos han experimentado y siguen experimentando día por día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción.
¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario! ¡Cuántos hay que desde que están rezando el Rosario a la Virgen María han notado como su vida ha mejorado notoriamente en virtudes y en buenas obras! Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo.
Ojalá leyéramos algún libro que hable de las maravillas que se consiguen con el rezo del Santo Rosario. Basta saber que el Rosario ha sido recomendado por muchos Sumos Pontífices y aprobado por la Iglesia Católica en todo el mundo, y que a los que lo rezan se les conceden numerosas indulgencias.
Se llama indulgencia la rebaja de castigos que tendríamos que sufrir en la otra vida por nuestros pecados. La Iglesia Católica con el poder que Jesús le dio cuando dijo: "Todo lo que desates en la tierra queda desatado en el cielo", puede conceder a los fieles que por ciertas devociones se les rebaje parte de los castigos que tendrían que sufrir en el purgatorio.
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Veröffentlichungsjahr: 2023
Tabla de contenido
Nuestra Señora del Buen Suceso
El Santo Rosario
Misterios Gozosos (lunes y sábado)
Misterios Dolorosos (martes y viernes)
Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)
Misterios Luminosos (jueves)
Oraciones
Padre Nuestro
Ave María
Ángelus
Salve Regina
Letanías a la Santísima Virgen
Bajo tu protección
Bendita sea tu pureza
Magnificat
Consagración al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo
Las tres Avemarías
Alma de Cristo
El 2 de febrero de 1594 (cuando la ciudad de San Francisco de Quito, capital del Ecuador, tenía apenas 60 años de su fundación española), la Madre Mariana Francisca de Jesús Torres, abadesa del Monasterio de la Inmaculada Concepción oraba como todas las noches en el coro alto, frente al altar mayor cuando, repentinamente, vio apagarse la llama que ardía frente al Santísimo, dejando a la capilla en completa obscuridad. De repente, una voz dulce y angelical le dijo: “Soy María del Buen Suceso, la Reina del Cielo y de la Tierra”, mientras una luz celestial iluminaba el recinto.
Así comenzó una serie de predicciones que llenaron de angustia a Mariana de Jesús. Grandes herejías se abatirían sobre la Tierra a fines del siglo XIX y todo el XX. “La luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres. En esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza (...) habrá grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas. El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la Fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible padecer ...”.
Continuó diciendo la Santa Madre que serían considerados mártires aquellos que se sacrificaran a sí mismos por la Iglesia y las naciones y que vendrían momentos en los que todo parecería perdido y paralizado, pero ese “…será el feliz principio de la restauración completa”. También anunció la emancipación de España y el martirio del presidente D. Gabriel García Moreno el 6 de agosto de 1875, quien consagraría el Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús.
Las predicciones hechas por Nuestra Señora a sor Mariana fueron terribles: cataclismos, pestes, hambrunas, guerras, invasiones y blasfemias; “...habrá una guerra formidable y espantosa en la que fluirá sangre de propios y ajenos, de sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas”. Sin embargo, sobre el final, palabras de esperanza inflamaron el ánimo de la religiosa: “...entonces es llegada mi hora, en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio Satanás, poniéndolo bajo mi planta y encadenándolo en el abismo infernal, dejando por fin libre a la Iglesia y a la Patria de su cruel tiranía”.
Lo que la Madre de Dios anunció, al igual que en Fátima siglos más tarde, aunque, con otras palabras, fue el triunfo de su Inmaculado Corazón: “Recen con insistencia pidiendo a nuestro Padre Celestial que ponga fin atan malvados tiempos, por el amor del Corazón Eucarístico de mi Santísimo Hijo...”.
Nuestra Señora pidió también insistentes oraciones para que Dios envíe “... el Prelado que deberá restaurar el espíritu de los sacerdotes”. Prelado al que “dotaremos de una capacidad pura, de humildad de corazón, de docilidad a las diversas inspiraciones, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia” y de “un corazón tierno para que, cual otro Cristo, atienda al grande y al pequeño”.
La Virgen María indicó que Francisco del Castillo, el mejor escultor de Quito, tallase su imagen asegurando que serían los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael quienes guiarían su mano. El 16 de enero de 1611, temprano por la mañana, cuando las hermanas entraron en la capilla para orar, vieron la magnífica imagen en el coro irradiando luz hacia todas partes, milagrosamente transformada por los tres Arcángeles. La Madre Mariana Francisca de Jesús Torres falleció el 16 de enero de 1635, pero se conserva incorrupta en el Monasterio de la Inmaculada Concepción.
El Rosario está compuesto por veinte “misterios” (acontecimientos, momentos significativos) de la vida de Jesús y de María, divididos desde la publicación de la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, en cuatro “rosarios”.
El primer “rosario” comprende los misterios gozosos (lunes y sábado), el segundo los luminosos (jueves), el tercero los dolorosos (martes y viernes) y el cuarto los gloriosos (miércoles y domingo).
¿Cómo se reza el Rosario?
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dios mío, ven en mi auxilio.Señor, date prisa en socorrerme.Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
María madre de gracia y madre de misericordia
En la vida y en la muerte ampáranos madre nuestra
Se enuncia en cada decena el "misterio", por ejemplo, en el primer misterio: "La Encarnación del Hijo de Dios".
Después de una breve pausa de reflexión, se rezan: un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria.
A cada decena del "rosario" se puede añadir una invocación.