Sé imparable - Alden Mills - E-Book

Sé imparable E-Book

Alden Mills

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  • Herausgeber: Diëresis
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2018
Beschreibung

¡Más de 25.000 ejemplares vendidos en tres idiomas! La historia de Alden Mills te volverá a ti también imparable Cuando Alden Mills era capitán de pelotón de los Navy SEAL, le pidieron que escribiera una carta a sus cuatro hijos por si alguna vez no volvía de una misión. Esta es la historia que ideó para ellos en la que, lejos de caer en la melancolía, les quiso enseñar cómo podían perseguir cualquier sueño. La historia de un joven capitán de barco llamado Tim, que ha de enfrentarse por primera vez a los obstáculos de una ruta desconocida ante las miradas del resto de marinos de su localidad portuaria, que le dan ya por fracasado. A él, la tarea se le antoja imposible hasta que aparece en su vida un experimentado patrón, que le enseñará un método para afrontar cualquier objetivo, por difícil que sea. En su juventud, Alden Mills superó el asma para convertirse en campeón de remo. Luego decidió aspirar a entrar en el cuerpo de élite de los Navy SEAL y también lo logró. Después fundó una empresa de fitness y la llevó hasta el éxito. Hoy es un reconocido speaker, que recorre Estados Unidos enseñando cómo formar equipos. En "Sé imparable" nos relata su apasionante biografía, pero sobre todo la inspiradora historia de Tim, con la que descubriremos el poder de la persistencia y la perseverancia. Alden Mills, a través de sus propias experiencias autobiográficas como Navy SEAL y emprendedor, nos presenta así un método basado en la persistencia, el esfuerzo continuado y la creencia en el poder de uno mismo: "Aquí están las lecciones que quieres que tus hijos aprendan y las herramientas y fundamentos para su realización personal" (Luka Erceg, fundador de Simbol Materials) "La mala noticia es que este libro no existía cuando yo era jugador de fútbol americano. La buena es que ahora sí, y va a ser una lectura obligada para mis tres hijos. Cualquiera que pretenda vivir la vida al máximo no tiene más que acudir a Sé imparable" (Damon Huard, quarterback de la NFL y ganador de dos Superbowl)

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Índice de contenido
Cubierta
Portada
Créditos
El autor
Dedicatoria
Epígrafe
Índice
Introducción
PRÓLOGO A UN RELATO MARINERO
ACCIÓN 1: ENTIENDE EL PORQUÉ
CÓMO EMPEZAR Acción 1: Entiende el porqué
ACCIÓN 2: PLANIFICA EN 3D
CÓMO EMPEZAR Acción 2: Planifica en 3D
ACCIÓN 3: ENTRENA PARA EMPRENDER
CÓMO EMPEZAR Acción 3: Entrena para emprender
ACCIÓN 4: IDENTIFICA TUS MOTIVOS PARA CREER
CÓMO EMPEZAR Acción 4: Identifica tus motivos para creer
ACCIÓN 5: EVALÚA TUS HÁBITOS
CÓMO EMPEZAR Acción 5: Evalúa tus hábitos
ACCIÓN 6: IMPROVISA
CÓMO EMPEZAR Acción 6: Improvisa
ACCIÓN 7: BUSCA ASESORAMIENTO ESPECIALIZADO
CÓMO EMPEZAR Acción 7: Busca asesoramiento especializado
ACCIÓN 8: FORMA EQUIPO
CÓMO EMPEZAR Acción 8: Forma equipo
Agradecimientos
CONSIGUE RESULTADOS IMPARABLES EN TU EMPRESA
Notas

Sé imparableLa importancia de la persistencia para alcanzar el éxito

Alden Mills

Traducción de Elena Almirall Arnal

Primera edición: mayo de 2018

© del texto: Alden Mills

© de la traducción: Elena Almirall Arnal

© Editorial Diéresis, S.L.

Travessera de les Corts, 171

08028 Barcelona

Tel: 93 491 15 60

[email protected]

Título de la edición original:

Be Unstoppable

Cadent Publishing

Thomaston, Maine (USA), 2013

eISBN: 978-84-948849-0-0

© Foto de portada: Aleksandar Nakic / iStock

Todos los derechos reservados.

EL AUTOR

Alden M. Mills ha forjado su personalidad y su método para el éxito a través de inolvidables vivencias y retos. Superó una enfermedad infantil, se convirtió en campeón de remo, consiguió acceder a los Navy SEAL (el cuerpo de operaciones especiales de la Marina de EE.UU.), en los que llegó al grado de comandante de pelotón, y finalmente se sintió atraído por la carrera de emprendedor. Creó su propia compañía, Perfect Fitness, para la que inventó su producto estrella, Perfect Pushup (Flexión Perfecta) y otros accesorios para el entrenamiento físico. Esta empresa fue considerada la de mayor crecimiento en 2009 por la prestigiosa revista empresarial Inc.

Alden ha aparecido en programas como The Today Show, The Donny Deutsch Show y The CBS Morning Show. Después de este éxito ha fundado cuatro compañías más, obtenido un total de 40 patentes y es hoy un conocido conferenciante en eventos empresariales en su país.

Alden vive en San Francisco con su mujer y sus cuatro hijos.

Para nuestros aprendices de capitán:

H-master, Chow-chow, Bear Cub y Yum-yum

¡Nunca, nunca abandonéis vuestros sueños!

«Ve con confianza en la dirección de tus sueños. Vive la vida que has imaginado»

Henry David Thoreau

Índice

IntroducciónPrólogo a un relato marineroACCIÓN 1: Entiende el porquéACCIÓN 2: Planifica en 3DACCIÓN 3: Entrena para emprenderACCIÓN 4: Identifica tus motivos para creerACCIÓN 5: Evalúa tus hábitosACCIÓN 6: ImprovisaACCIÓN 7: Busca asesoramiento especializadoACCIÓN 8: Forma equipoAgradecimientos

INTRODUCCIÓN

Mi inspiración y propósito al escribir este libro son mis hijos, los cuatro. Su madre y yo vemos con orgullo como, a medida que crecen, ponen a prueba nuestra paciencia ignorando intencionadamente lo que les decimos, así que confío en que la palabra escrita pueda tener un efecto más duradero en ellos.

Al igual que la mayoría de padres, queremos que nuestros hijos tengan éxito. Queremos darles las herramientas para triunfar, incluida una buena formación y un conjunto de destrezas y habilidades para la vida, desde saber nadar hasta no pelearse a golpes con sus hermanos por el hilo dental. Mientras navegamos por la paternidad sin mapa ni libro de instrucciones, la vida simplemente pasa sin esperar a que nos adaptemos.

Y han pasado muchas cosas desde que tomé la decisión de dejar los SEALs y crear mi propia empresa. Para empezar, varios de mis compañeros ya no están entre nosotros. Cuando formábamos parte del cuerpo, escribíamos cartas de consuelo, para ser enviadas a nuestros seres queridos si no volvíamos de una misión. En las mías, agradecía a mis padres todo lo que me habían dado, permitiéndome hacer lo que más deseaba en aquel momento: dirigir un equipo de los SEALs. Les decía que no estuvieran tristes, que si la carta había sido enviada, significaba que había muerto haciendo lo que amaba y… ¿cuánta gente tiene el privilegio de poder decirlo? Siempre escribía una carta a mi hermano pequeño Andrew, que habitualmente comenzaba con una retahíla de disculpas tan larga como la lista de la compra. Perdóname por lanzarte una piedra a la cabeza en tercer curso, perdóname por intentar ahogarte en el lago, perdóname por romper tus coches de juguete favoritos y (lo que más lamentaba yo) perdóname por perderme tu boda. Pero siempre intentaba acabar con una nota positiva, diciéndole lo orgulloso que estaba de él por superar su dislexia, y que podría hacer cualquier cosa que se propusiese. Le decía que fuese constante intentándolo, que nunca abandonara, y que supiera que aunque yo ya no fuera a estar físicamente allí con él, siempre lo estaría en espíritu, animándole.

Afortunadamente, ninguna de estas cartas tuvo que ser enviada nunca en los pelotones que yo lideré, pero esto no fue así para muchos compañeros de los SEALs. Y muchas de sus cartas no se enviaban a padres, madres, hermanos, hermanas, novias o esposas; iban dirigidas a hijos e hijas. Aunque ya no sirvo en misiones peligrosas, pienso diariamente en mis compañeros caídos y me pregunto qué fue lo que escribieron a sus hijos y cuáles serían las sabias lecciones que habrían compartido con ellos si hubiesen tenido la oportunidad. Fue este pensamiento el que inspiró este libro. Es mi carta de consuelo a mis hijos.

En aquellos días de los SEALs yo hacía lo que amaba y tenía la confianza de saber que podría conseguir cualquier cosa que me propusiera. Quiero que este libro explique estos temas de tal forma que mis hijos y cualquier otro lector los recuerde. Una colección de anécdotas podría ilustrar cómo alguien puede lograr grandes cosas pero, ¿dejaría una impresión duradera? He intentado crear un marco de trabajo, un código que mis hijos puedan seguir durante sus vidas, una piedra de toque que los aliente cuando el camino se haga duro. Quiero que este libro capture la esencia de mi espíritu como una referencia tangible para ellos, un «tómame» cuando sientan que están abandonando un sueño, o quizás simplemente la voz de un padre orgulloso diciendo: «¡A por ello, tú puedes!».

He pasado la mayor parte de los últimos cuatro años pensando cómo debería ser este libro. Al final, me decidí por tres ideas que pudieran recordarse y que, ojalá, sirvan para inspirar a otros a perseguir sus sueños. La primera fue descifrar y destilar la esencia de cómo fui capaz de vencer al asma, convertirme en un campeón de remo, liderar a Navy SEALs y crear la compañía de productos de consumo de más rápido crecimiento en Estados Unidos en el 2009. Mi conclusión tras analizar estos éxitos fundamentales en mi vida fue que en cada uno de ellos yo había puesto en marcha, sin saberlo, ocho acciones. Con el tiempo (mucho tiempo), las resumí en un código sencillo y fácil de recordar de ocho letras llamado P-E-R-S-I-S-T-E, que se explica en los ocho capítulos de este libro.

El segundo reto fue determinar cómo puedo enseñar el código de una forma fácil de recordar sin perder al lector (mis hijos y tú) en el camino. Decidí que un relato sería la manera más atractiva de presentar el código y… ¿qué mejor que manera de construir una conexión con el lector y el código que usar la metáfora de un capitán y su barco?

El componente final de este libro fue desarrollado para proporcionar a los lectores la capacidad de aplicar cada una de las ocho acciones inmediatamente. No hay momento mejor que el presente para empezar a hacer que tus sueños se hagan realidad, y ¡este libro debería animarte a ponerte en acción ASAP1! Esta es la razón para incorporar la sección «Cómo empezar» al final de cada capítulo. Os explicaré breves ejemplos de mis experiencias como SEAL y como emprendedor en cada una de estas ocho secciones, que ayudan a mostrar cómo puede funcionar este método para cualquiera que persiga sus sueños.

Hablando de sueños, de todas las lecciones que encontrarás a continuación, la más importante y que no debes olvidar es esta: «¡TU VIDA DEPENDE DE TI! ¡TÚ DECIDES QUÉ TIPO DE VIDA QUIERES VIVIR!».

Ahora me doy cuenta de que estas palabras me han guiado a lo largo de mi trayectoria. Decidí no escuchar al médico que me dijo que, a causa del asma, debería aprender a jugar al ajedrez en lugar de jugar al aire libre. Me dediqué al remo y decidí trabajar más duro de forma que pudiera superar a mis competidores y triunfar: gané la medalla de oro en los Campeonatos de Nueva Inglaterra y el Festival Olímpico. Opté por no abandonar cuando más del 80% de mis compañeros de clase dejaron la preparación para los SEALs. Inventé el producto Perfect Pushup2 cuando mis inversores me dijeron que mejor me buscase un trabajo de verdad.. En cada uno de los éxitos más importantes de mi vida, la clave fue no abandonar un sueño. Y el secreto para no abandonarlo es comprender por qué quieres hacerlo realidad. Cuanto mejor entiendas tu porqué, más podrás persistir en los momentos en que otros se darían por vencidos. Cuando llegues a comprender tu porqué, encontrarás tu camino. Y una vez que lo hagas, llegarás a entender que solo tenemos dos limitaciones en la vida: nuestra capacidad de soñar y el coraje de perseguir esos sueños.

Soñar no es difícil (especialmente cuando eres joven). Es perseguir el sueño lo que resulta duro, y sé que este libro te resultará útil para ello. La triste verdad es que pocos sueños se hacen realidad. ¿Por qué es así? Dicho de manera simple, la respuesta está en tu cabeza. Tu mente puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo, y es el factor decisivo para escoger qué clase de vida llevas. Tu mente no está preprogramada para aconsejarte qué hacer con los sueños que has concebido, porque es tan buena como los estímulos que recibe. Si el estímulo principal es una oleada constante de «no puedes», entonces tu sueño estará muerto desde el principio. Pero si la corriente de incentivos comienza con un «tú puedes», tus sueños tienen una oportunidad de hacerse reales. Y los estímulos más importantes, los que pesan más, son los que tu mente se da a ella misma.

Lamentablemente, aunque sea importante, el poder del pensamiento positivo no es todo lo que necesitas para triunfar. Tu master and commander, tu comandante, es decir tu mente, requiere de más razones para convencerse de que es necesario trabajar para hacer realidad un sueño. Por eso escribí este libro. Para darle a tu mente un código a seguir, de forma que no importe cuál sea el obstáculo que intente hacerte descarrilar; tu mente estará trabajando a tu favor, no en tu contra. ¡Y cuando tu mente esté de tu lado, no habrá ningún obstáculo demasiado grande, ningún sueño será demasiado desalentador y nada podrá impedirte vivir una vida maravillosa!

Una vez domines el código de este libro, ¡tu mayor reto será soñar sueños más ambiciosos! Es así, una vez hayas probado el éxito y ganado la confianza de haber hecho realidad un sueño, sucederá algo divertido: te harás adicto a materializarlos. Y si cada sueño es un poco más grande y un poco menos temible, tú te volverás más fuerte, más inteligente y más capaz de cumplirlos. ¿Y no es eso de lo que trata la vida?

Soñad, hijos, ¡vivid vuestros sueños! ¡los podéis conseguir!

Os quiero.

Papá.

PRÓLOGO A UN RELATO MARINERO

El pueblo de Uptoyou3 es único. Cada uno de sus residentes es dueño de un barco. Del mayor al más joven, en Uptoyou todos han recibido una embarcación al nacer y la cuidan hasta el final de sus días. Dedican sus vidas a aprender a capitanearlas. Sus barcos no se parecen a ninguno que puedas comprar. En Uptoyou, tu barco crece contigo. Si has nacido aquí, se te da exactamente el mismo barco que a los otros, pero lo puedes modificar a medida que aprendes. Los barcos de Uptoyou pueden hacerse más rápidos para cubrir antes un trayecto, más grandes para soportar mayores cargas o más resistentes para cruzar océanos. Pueden ser rectificados para hacer lo que quieras que hagan, pero modificarlos requiere tiempo y dedicación, especialmente cuanto mayor sea la innovación.

Todos los niños y niñas que nacen en Uptoyou van a la Universidad de Uptoyou, donde aprenden a capitanear sus barcos. Se les enseñan los fundamentos de la marinería y la navegación: cómo pilotar, mantener y mejorar sus embarcaciones, y cómo ganar dinero con ellas. Cuando los estudiantes se gradúan en la Universidad de Uptoyou están listos para probar sus habilidades en el puerto más concurrido del mundo, Puerto Esfuerzo. Aquí es donde todos los habitantes de Uptoyou van a trabajar y pasar su tiempo de ocio. Ya sea un ferry, un barco de carga o una nave que explora los océanos, Puerto Esfuerzo tiene un sitio para todos.

Recientemente, dos chicos llamados Tim y Ted se graduaron en la Universidad de Uptoyou. Tim y Ted habían crecido en la misma calle del pueblo y habían sido amigos desde siempre. Ambos soñaban con grandes aventuras, con pilotar sus barcos alrededor del mundo en busca de diversión, fortuna y fama. Pero aunque crecieron en la misma calle, fueron a la misma escuela y recibieron el mismo título universitario, Tim y Ted no eran iguales. Para Tim nada resultó fácil. Tuvo que trabajar más duro que Ted en todo, ya fuera para conseguir buenas notas en la escuela o para dirigir un barco. Por ello, a veces Tim creía que la vida no era justa.

Había otras diferencias entre Tim y Ted. A Ted le encantaba presumir. Alardeaba de lo fácil que le resultaba todo. Se jactaba de lo que haría después de acabar la universidad, de cómo viajaría a través del mundo en su barco, inventaría artefactos que la gente necesitaría para navegar y así se haría rico y famoso. Nadie dudaba de que Ted lo conseguiría: hacía que todo pareciera fácil y era lógico pensar que triunfaría en Puerto Esfuerzo. Además, Ted era popular y tenía muchísimos amigos.

Tim no era ni mucho menos tan popular, pero consideraba a Ted un amigo porque habían crecido puerta con puerta. Tim también tenía sueños, pero se los guardaba para sí mismo. No quería que la gente se riera de sus ilusiones de navegar los siete mares. Y se hubieran reído de haber sabido lo que realmente quería hacer, puesto que había superado muy justito los exámenes de navegación de la universidad. Cuando finalmente llegó la graduación, Ted ganó el premio al Más Probable Triunfador. Todos pensaban que Ted era estupendo. Tim no ganó ningún premio, pero obtuvo exactamente el mismo grado que Ted, y ambos tenían los mismos conocimientos. Los dos eran capitanes.

Cuando Tim y Ted botaron sus barcos en Puerto Esfuerzo, ambos estaban muy ilusionados con su futuro como capitanes. Por supuesto, Ted explicó a todo el mundo lo que pensaba hacer como capitán de su propio barco, mientras que Tim, en cambio, no desveló sus planes. Las primeras semanas de trabajo resultaron nuevas y excitantes para los dos. Tenían la misma tarea transportando carga de punta a punta del puerto. A Tim le pareció un reto, pero le resultaba gratificante. Tuvo que trabajar duro para no rezagarse respecto a los otros barcos mientras aprendía a surcar las aguas de Puerto Esfuerzo. Aquellas aguas eran distintas a las que había estudiado en la escuela. Cada semana parecían presentar nuevas dificultades para los jóvenes capitanes. Era como si los bancos de arena nunca estuvieran en el mismo lugar mucho tiempo. Para hacer las cosas aún más difíciles, los vientos y olas variaban constantemente, obligando a los dos a emplearse más a fondo para ir y venir con sus cargas.

A Tim le encantaba ese reto. No había dos días iguales. Ted, en cambio, empezaba a sentirse frustrado. Cuando creía que había encontrado la mejor ruta hacia el otro extremo del puerto, se encontraba con que tenía que volver a aprenderla a la semana siguiente. También se estaba decepcionando con su primer trabajo. Él estaba destinado a la grandeza, todo el mundo en la escuela se lo había dicho, así que… ¿por qué tenía alguien como él que hacer este humilde trabajo de carguero cuando podría estar navegando en alta mar llevando en su bodega mercancías preciosas destinadas a exóticos puertos extranjeros?

Después de algunas semanas de trabajo, los jóvenes capitanes se encontraron con los más veteranos de la compañía mercante. Estos les ofrecieron todo tipo de consejos, desde cómo transportar mejor sus cargamentos hasta cómo leer correctamente las aguas para evitar encallar. Tim escuchó a estos endurecidos y experimentados capitanes. Tomó notas e hizo muchas preguntas. Respetaba su experiencia y se daba cuenta de que podían ayudarle a ser mejor en su trabajo. Buscaba toda la ayuda que pudiera obtener, pero Ted, en cambio, no creía necesitar ninguna. Después de todo, algunos de estos capitanes ni siquiera se habían graduado en la Universidad de Uptoyou, y menos aún logrado los premios que Ted había ganado. ¿Qué podían saber ellos que él no conociera?

A medida que las semanas se convirtieron en meses, algo interesante empezó a suceder. Al principio apenas nadie reparó en ello, pero de vez en cuando Tim acababa su jornada llevando más mercancías que Ted. Aunque transportaran exactamente los mismos pesos por idénticas rutas, Tim a veces completaba su trabajo primero. Anteriormente, Tim jamás había batido a Ted en nada. Ted siempre había sido el primero en todo lo que había hecho, y le gustaba recordárselo a Tim. Pero ahora las cosas estaban cambiando poco a poco. Los días en que Tim le superaba no lo mencionaba a nadie, pero Ted hacía todo lo posible por encontrar razones que justificaran que Tim hubiese acabado antes. Decía que había conducido más lentamente para ahorrar combustible, o que se había parado a charlar con algún otro capitán. Ted nunca había felicitado a Tim por nada que hubiese hecho bien en la escuela, y esta conducta no varió en las aguas de Puerto Esfuerzo.

Un año despúes, sin embargo, Tim ya acababa su trabajo siempre antes que Ted. Los capitanes más veteranos se dieron cuenta de ello y ofrecieron a Tim más responsabilidad: una nueva ruta con más carga. Entonces Ted dijo a cualquiera que quiso oírle que los capitanes más experimentados no le apreciaban y estaban celosos de su pericia, y por eso no conseguía los mayores cargamentos y las rutas más largas. Fue también el día en que Tim dejó de caerle bien. Incluso le dijo a su antiguo amigo que la única razón por la que conseguía los trabajos era porque les daba lástima a los otros capitanes. Mientras Ted estaba ocupado fabricando todo tipo de excusas, lo que le preocupaba a Tim era hacer mejoras en su barco para poder asumir mayor carga de trabajo. Necesitaba que fuera un poco más grande y resistente, de manera que pudiera aguantar el aumento de carga y una ruta más larga. Y se esforzaba para aprender a dirigirlo en estas nuevas condiciones. A menudo practicaba los fines de semana maniobras de atraque, o probaba métodos de navegación para sortear las aguas profundas. Necesitaba modificar su barco para adaptarse a los nuevos retos. El cambio era excitante, pero también frustrante y amedrentador, y daba mucho trabajo.

Cuando, meses después, Tim empezaba a sentirse cómodo con su nueva ruta ampliada, los capitanes veteranos le ofrecieron la oportunidad de asumir otra más hacia el norte. Eso le puso nervioso. Le había llevado la mayor parte del año dominar la ruta este-oeste, mientras que el nuevo recorrido requería mayores conocimientos para alcanzar puntos más septentrionales. Solo utilizaría una pequeña parte de su antigua ruta. Los nuevos rumbos requerirían que se internase en el mar mientras cruzaba la bahía. Sería su primera vez.

Las noches previas a embarcarse en la nueva ruta las pasó dando vueltas en la cama mientras todo tipo de preguntas acudían a su mente. ¿Cuánto tiempo tardaría en dominarla? De hecho, ¿sería capaz de realizarla? ¿qué pasaba si se quedaba varado? ¿y si se hundía? Estas dudas no parecían cesar nunca; no podía evitar pensar todo el tiempo en las cosas que podían ir mal. Cuando llegó el momento de emprender su nueva ruta, se sintió naufragar.

El primer día que Tim recorrió esa nueva ruta fue el peor que jamás pasó en el mar. Ted y su flota de amigos aparecieron para desearle suerte con falsas sonrisas en sus semblantes. Tim sabía que ellos no querían apoyarle; querían verle fracasar. Así que estaba tan nervioso cuando partió en su motora desde el muelle que olvidó desatar una de las cuerdas de amarre y el resultado fue una cornamusa rota, una cuerda destrozada y las carcajadas de Ted y sus amigos resonando en el puerto.

Cuando finalmente se alejó de Ted y de los otros, Tim pudo relajarse; la primera etapa del nuevo recorrido era exactamente la misma por la que había navegado el año anterior. Conocía esas aguas. Pero no pasó mucho tiempo hasta que tuvo que hacer virar el barco y tomar un nuevo rumbo por aguas inexploradas. Al principio el cambio de ruta no parecía gran cosa, pero de repente los vientos rolaron, se embraveció el mar, y las olas empezaron a romper a babor. El barco entero se estremeció y se tambaleó, mientras se estrellaba contra una ola tras otra. Tim empezó a asustarse; nunca había estado en aguas como aquellas, y temía que su barco ni siquiera fuese capaz de resistir en aquellas condiciones. Empezó a repetirse en voz alta las preguntas de sus noches de insomnio. Mientras estaba atemorizado sobre el puente de mando, dejó de prestar atención a la navegación, y cuando se dio cuenta de que se había salido del canal, era demasiado tarde para reaccionar ante lo que venía a continuación. Tim vio un banco de arena alineándose con el extremo de estribor del canal, al mismo tiempo que escuchaba el rechinar de su proa al enterrarse en la dura arena. Intentó hacer retroceder su barco fuera del banco, pero entre las aguas que le daban de costado y su pesada carga, los motores resultaron ser demasiado débiles como para liberar la nave.

Tim se sentó sobre el puente, temblando por el choque, durante un par de minutos, intentando rehuir aquello que él sabía que tenía que hacer: una llamada de auxilio solicitando ayuda. Estaba menos preocupado por salir de la arena que porque todo el puerto escuchara su petición de socorro. Estaba seguro de que esta llamada hundiría cualquier oportunidad que pudiera tener con la compañía mercante, y solo podía pensar en las burlas que tendría que aguantar por parte de Ted y sus quiero-ser-como-Ted amigos. Tenía dolor de estómago cuando finalmente hizo la llamada: «Aquí el capitán Tim solicitando… eh… asistencia, cambio y corto». Su voz sonó débil y dubitativa a través del canal de radio en el que todos los capitanes de barco se intercomunicaban.

Segundos después de su llamada, reconoció la voz de su interlocutor. «Capitán Tim, aquí el capitán Bill. Por favor, explique qué clase de asistencia necesita, cambio y corto». Era el mismo capitán de carga que le había ofrecido la nueva ruta. Tim estaba deshecho. Necesitó todo un minuto para articular su inaudible respuesta: «U…u…un remolque».

El capitán Bill no dudó; le pidió a Tim su localización exacta y le confirmó que estaba en camino para ayudarle. Pero le llevó dos horas llegar al lugar y, mientras le aguardaba, Tim continuó en vano intentando poner en marcha los motores en un intento de liberar su barco de la arena. Para cuando el veterano capitán hubo llegado, los intentos de Tim por liberarse habían causado daños adicionales a sus hélices. Ahora ya no necesitaba un remolque para sacarle de la arena; necesitaba que lo remolcasen hasta su destino. El capitán Bill mantuvo sus transmisiones de radio al mínimo mientras él y Tim coordinaban el remolque, pero fueron suficientes para alertar a Ted y a sus colegas en tierra de lo que había sucedido.

Para empeorar las cosas, mientras Tim era remolcado tenía que mantener su radio encendida para asegurarse de que él y el capitán Bill podían comunicarse, lo que significaba que tenía que soportar las implacables bromas de Ted y sus colegas sobre el incidente. Estaba siendo el peor día de su vida. Se sentía mortificado. Ni siquiera quería salir del barco y se preguntaba cuánto tiempo podría vivir a bordo, para no tener que encontrarse cara a cara con ningún capitán nunca más. Quizás podría echar el ancla en medio de la bahía como otros habían hecho, y solo bajar a tierra de noche para conseguir provisiones. De esta forma evitaría a la mayor parte de capitanes. Tim continuó pensando un plan para esconderse de la gente mientras el capitán lo remolcaba a un amarre en su puerto de destino. Estaba tan enfadado que ni siquiera pudo mirar al capitán Bill a los ojos para darle las gracias mientras se apresuraba a desatar el remolque de la proa de su barco. El capitán veterano no dijo nada una vez estuvo seguro de que Tim se encontraba amarrado con seguridad al muelle. Inclinó su gorra en señal de saludo y puso rumbo de nuevo hacia Puerto Esfuerzo.

Mientras Tim se escondía en el puente y veía como su carga era desembarcada al tiempo que el sol lanzaba los últimos rayos del atardecer a través de la bahía, un barco se deslizó silenciosamente a su lado. Al principio, Tim no quiso mirarlo, por miedo a establecer contacto visual con el capitán y ser sujeto de más bromas y ridiculizado por haber encallado en medio de la bahía. Pero ese pensamiento le abandonó rápidamente. Los dorados y revestimientos del bajel visitante relucían como si alguien estuviera usando un espejo de señales para llamar su atención. El reflejo era tan llamativo y brillante que Tim tuvo que taparse los ojos con su mano.

A medida que sus ojos se iban adaptando a aquellos reflejos tan intensos, se quedó boquiabierto y se puso de puntillas para obtener una mejor visión del magnífico barco que se estaba deteniendo ante su proa. Olvidándose momentáneamente de su depresión, observó con asombro el barco más increíble que nunca había visto. El brillo de las barandillas de acero inoxidable, cornamusas, bocinas, campanas, anclas, cabrestantes y ojos de buey era el origen de aquellos refulgentes reflejos solares. Pero había mucho más con lo que maravillarse, comenzando por el abanico de proa recubierto en pintura marina negra de ónix, con una línea rojo sangre marcando el punto donde el casco negro se encontraba con el agua. Los ojos de Tim iban de proa a popa, intentando registrar todas las características de esta remarcable nave. Había grandes antenas para satélite sobre el puente; parejas de anclas en la proa y en la popa; cubiertas de teca engrasada y barandillas y molduras barnizadas, también de teca; y elegantes líneas de casco y cabina que fluían como las olas, de lado a lado. Era una obra maestra. Tim se quedó parado en absoluto silencio, boquiabierto y con los ojos como platos mientras el capitán atracaba magistralmente su barco en el amarre. Tim no podía creer lo que veían sus ojos; no tenía ni idea de que un barco como aquel pudiera siquiera existir, ¡y menos aún que pudiera estar amarrado junto al suyo!

Tim se quedó aturdido en el puente mientras leía las grandes letras de color dorado arqueadas a lo largo del espejo de popa de teca de aquel barco único en su clase: Persistencia. Estaba tan perdido soñando despierto sobre las capacidades de la enorme nave que casi no pudo oír a su capitán llamándole con voz cálida:

—¡Ah del barco, capitán!

Tim miró torpemente tras él y pensó: «¿A quién llama este capitán? No puede estar hablándome a mí». Finalmente contestó con la voz rota:

—¡Aaaa…. ah del barco, señor!»

El capitán del Persistencia era mucho más mayor que Tim pero hablaba con una energía juvenil:

—Dígame, capitán, he estado en el mar varios meses y no había vuelto a Puerto Esfuerzo desde hace años. ¿Es usted de aquí?

Tim estaba tan sorprendido por el deseo del otro capitán de charlar con él que dejó caer su respuesta diciendo:

—No, quiero decir… sí. —Tim sintió cómo sus mejillas enrojecían de vergüenza e intentó ser más claro—. Quiero decir, soy del lado sur de la bahía de Puerto Esfuerzo, y esta es mi primera visita al lado norte.

—Entiendo, bienvenido al norte de Puerto Esfuerzo —dijo el capitán con una sonrisa, y prosiguió—. Dígame, ¿le gustan las almejas fritas y la sopa de almejas?

Tim ladeó su cabeza hacia la derecha, como si fuera a decir «¿A quién no le gustan?», pero finalmente su respuesta fue un asentimiento y un breve «Por supuesto».

—¡Estupendo! Solía haber una taberna de almejas al final del muelle, que servía las mejores almejas fritas y la sopa más sabrosa a este lado del puerto, y me complace informarle que, según mis noticias, todavía sigue allí. ¿Qué le parece unirse a mí para tomar algunas? ¡Me encantaría saber qué ha pasado en Puerto Esfuerzo! —El experimentado capitán sonrió alentadoramente mientras se quedaba a la espera de una respuesta.

Tim musitó para él mismo: «¿Dónde ha estado este hombre todos estos años? Nunca he encontrado a nadie que hubiera dejado Puerto Esfuerzo durante tanto tiempo». Mientras Tim procesaba el último mensaje del otro capitán, una pregunta le vino a la mente: «¿Por qué querría el capitán de un barco tan grande pasar el rato con el de uno tan pequeño como el mío? Seguro que cambiará de opinión en cuanto descubra que yo soy el que ha tenido que ser remolcado hoy». Y mientras Tim se reafirmaba en sus pensamientos con un gesto de asentimiento destinado a sí mismo, escuchó al capitán exclamar:

—¡Estupendo! Le veré en el muelle en cinco minutos —Tim se quedó aterrorizado. ¡Accidentalmente le había dicho que sí! Nunca había cenado con una persona tan importante. Las preguntas corrieron a su mente. ¿De qué podría hablar con este capitán de tanto mundo? ¿Qué pensaría de él cuando supiera que había sido remolcado ese mismo día? Consideró declinar la invitación e iba a inventar alguna excusa sobre la necesidad de trabajar en su barco cuando escuchó a aquel capitán caminar… ¡en la pasarela!

—Hola capitán, mi nombre es Peter. ¿Le importa si subo a bordo un minuto? ¡Yo tuve un barco como éste! —Tim se quedó conmocionado mientras extendía su mano y recibía un firme y enérgico apretón de Peter.

—Hola señor. Soy, ah… Tim. Bienvenido a bordo, señor.

Tim se sentía poca cosa en presencia de este capitán tan impresionante. Peter respondió sin vacilación:

—¿Qué es todo esto de llamarme «señor»? ¡Los dos somos capitanes! Por favor, llámeme Peter. —Y después de esto, Peter le pidió a Tim que le diera una vuelta por su barco, que salpicó con preguntas de todo tipo, desde algunas relacionadas con el puerto hasta otras sobre los cambios que estaba haciendo a su embarcación. Peter parecía interesado en todo lo que Tim tuviera que decir. ¡Incluso le felicitó por su barco! Tim no se lo podía creer. Eso le permitió sentirse más tranquilo y tomar confianza para preguntarle:

—¿Podría dar una vuelta por su barco?

—¡Por supuesto, Tim! Estaría encantado de enseñarle el Persistencia. —Peter se dio cuenta del impacto inmediato que la invitación causó en Tim. Era como si éste se convirtiera en una persona distinta. Peter sonrió ampliamente al joven capitán mientras subían a bordo del Persistencia. Tim no podía creer lo que veían sus ojos. Era el mayor barco que jamás había pisado. Todo era increíble en él. Tenía perfectas cubiertas de teca chapadas y grandes anclas unidas a cabrestantes de acero inoxidable, y las cubiertas estaban protegidas por el mayor abanico de proa que nunca había visto. Mientras Tim lo recorría, se fijó en las grandes placas de acero soldadas al exterior del casco. Imaginó con cuanta facilidad este barco habría negociado las olas a las que él se había enfrentado aquel día.

Mientras el tour continuaba, Tim notó otras modificaciones inusuales, como un gran motor conectado a una igualmente enorme ancla en la popa del barco. En la sala de máquinas había dos motores diésel conectados a filas de baterías, y en el puente había más sistemas eléctricos que los que él jamás había soñado que existieran. Peter le mostró un sistema de radar que podía divisar en el horizonte los barcos que venían en su dirección, uno de sónar que podía detectar obstáculos sumergidos a cientos de metros frente a la nave, y un sistema de visión nocturna que, en las noches más oscuras, permitía al capitán ver una milla más allá en cualquier dirección. Tim no pudo evitar soñar despierto con las increíbles capacidades de ese barco. Cuanto más sabía del Persistencia