Símbolos Sagrados del Sueño - Walter Enrique Embon - E-Book

Símbolos Sagrados del Sueño E-Book

Walter Enrique Embon

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Beschreibung

En "Los Símbolos Sagrados del Sueño", el autor relata cómo un sueño misterioso e iluminador cambió su vida por completo. A través de la narrativa de este sueño arquetípico, en el que sube una montaña y se encuentra con una mujer velada, se desencadena un profundo despertar espiritual. En medio de una crisis existencial, el autor recibe un mensaje que lo impulsa a explorar el significado de los sueños, la conexión con lo divino y su propia psique. Influenciado por la espiritualidad judeocristiana y las enseñanzas de Carl Jung, este libro ofrece una inmersión en el poder de los símbolos oníricos y su capacidad para transformar la vida de quienes los interpretan.

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Seitenzahl: 171

Veröffentlichungsjahr: 2024

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WALTER ENRIQUE EMBON

Símbolos Sagrados del Sueño

Embon, Walter Enrique Símbolos Sagrados del Sueño / Walter Enrique Embon. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5589-2

1. Narrativa. I. Título. CDD 204.2

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenido

Introducción

El misterio del significado de “Ángel de Yahvé”

“Gozo al Ángel de Yahvé”

La Mujer del Velo

La montaña sagrada. El monte Carmelo

La Sincronicidad de los símbolos del sueño y la realidad. Primera confirmación del sueño

Después del sueño

Las circunstancias anteriores al sueño

Años de análisis y asimilación de ese mensaje

Encuentro con el Padre Carlos Mancuso

Despertar a la iluminación

La iluminación del Buda

¿Qué es el Despertar Espiritual?

¿Qué causa un despertar espiritual?

Expansión de la conciencia

La historia mítica de la conciencia

Impresiones arquetípicas

El mundo onírico

Roca de la Sibila de Delfos –Cueva de la Sibila de Cumas

Historia y evolución

Sibilas, las profetisas de Apolo

La entrada a la cueva de la Sibila, en Cumas

La sibila, guía del más allá

Hacedores de sueños

Mundo onírico

Noche en vela

Manifestaciones oníricas en el pensamiento griego

Oniromancia

Otras manifestaciones tardías

Incubatio

Otro enfoque de los sueños

Sueño de Abraham Lincoln

Freud y los sueños

Jung y los sueños

Los sueños y el efecto numinoso

La visión de Jung

Visiones del Inconsciente

Los sueños tempranos de Jung

Experiencia reveladora de los sueños

Los sueños arquetípicos de mi esposa

Relato del sueño

El Árbol

El Sí Mismo en la hermenéutica junguiana

El árbol de la vida como imagen arquetípica del Sí Mismo

Mircea Eliade se refiere al árbol de la vida del siguiente modo:

El nogal

El Hombre de Vitrubio

El mandala del sueño

Sincronicidad

Sincronicidades mandálicas del sueño

Platón describe la psique como una esfera o círculo

Mándala y Árbol

Individuación

Artemisa y el ánima

Jung en el sueño

Lo arquetípico

El mensaje del sueño para el intérprete

Relato del otro sueño

La Gran Diosa Madre: Deméter–Ceres

Arquetipo de la Madre

Ánimus

Ánima

Guía las corrientes psíquicas regresivas ontogenéticas del sujeto

Relación de pareja consciente e inconsciente

Rosa

Disociaciones

Ruiseñor, rosáceo, corazón herido por una espina...

Introducción

Mi cambio comenzó a partir de un sueño. Quizás había comenzado hacía mucho tiempo, pero ese día se plasmó en forma estética, sagrada y visual.

Podría hablar de cambio, trasmutación, transformación y también conversión a partir de esa visión. También podría decir que fue un proceso alquímico que me sucedió, en ocasión, de ese sueño, pero ahí entraría en un terreno resbaloso y esotérico, por lo que no ahondaría más por esa senda, pues quizás oscurecería el mensaje del significado del sueño, que fue simple y directo, pero envuelto en el aura de lo numinoso, como aparecía en otras épocas remotas, de esa forma.

Lo cierto es que ese sueño cambió mi vida, mi cosmovisión y mi punto de vista frente a su significado y a su naturaleza bidimensional.

En principio, entendí que los sueños no son inocuos y mucho menos inútiles, sino que tienen una fuerza vital y vigorosa, eso desde el punto de vista energético, además de ser un mensaje cifrado, polisémico y metafórico, que abarca una dimensión inmanente del inconsciente; son un vehículo de comunicación “mediúnica” de varias dimensiones, con una fuente trascendente de sabiduría eterna e inagotable.

El Talmud escribe que un sueño no interpretado es similar a una carta no leída (Brajot 55a). Un sueño que es relegado al mundo de los sueños nunca deja el futuro y, por ende, no tiene un impacto en el presente.

El sueño religioso arquetipal, me sucedió cuando yo tenía 22 años, y estaba atravesando una crisis existencial muy aguda, y en ese momento, ocurrió esa visión onírica, muy misteriosa y reveladora, que marcaría mi vida con una huella profunda e indeleble.

En el sueño me veía subiendo una montaña en una noche tormentosa. Me encontraba empapado por la lluvia, y lleno de barro. Luego de un gran esfuerzo llego a la cima. Ahí en la cumbre, se aparece una mujer con un velo en el rostro, que parecía estar esperándome. Veo que esa Señora viene a mi encuentro y me toma mis manos juntas, cubriéndolas con las suyas, y en ese momento caigo en la cuenta de que es un ser sobrenatural. En un momento, retira sus manos para observar las palmas de mis manos, y me horroriza un presentimiento, que se me cruza fugazmente por mi cabeza, de repente, era como si quisiese besar mis manos sucias. Yo se las retiro con cierta grosería y con falta de tacto, pues estaban cubiertas de mugre, además de tener la sensación de estar completamente contaminado por esa suciedad. Pero frente a mi rechazo, a mi reacción intempestiva, ella insiste en tomarla, cubriéndolas mis manos con la suavidad de las suyas y me dice:

¡Dad gracias al Ángel de Yahvé!

¡Gozo al Ángel de Yahvé!

El sueño para dimensionarlo y contextualizarlo, apelo al recuerdo para trasladarme a la época en que sucedió; y para entender el porqué de su aparición y cuál fue el disparador. El día previo al sueño, era vísperas de la Pascua del año 1985. Yo siendo de una familia judía agnóstica, no tenía mayor significado esa fecha litúrgica en ese momento. Ese día había estado muy angustiado, pues no encontraba rumbo en mi vida, estaba deprimido, y además había padecido un episodio desagradable que me había afectado notablemente. Llegando a mi casa, una persona se me acerca a la que no puedo identificar su intensión, pero parecía una persona inofensiva, viéndolo más cerca logro precisar que era un fiel de los Testigos de Jehovah, que me quería ofrecer una revista “Atalaya”, que es la más conocida del culto, en la cual se hacía especialmente mención a la Pascua que se avecinaba y su significado en el mundo actual.

Me acuesto a dormir una siesta, no justificado tanto por el cansancio sino por la angustia, y con la sensación de tener mi alma sucia, me sentía que tenía impregnado la pátina de la culpa que me corroía por dentro, como una lluvia tenue pegajosa y persistente.

La revista religiosa por algún motivo la había conservado, dejándola sobre mi mesita de luz, pero no la había dado mayor importancia, solo había hojeado muy superficialmente algunas de sus páginas. Y dejándome ir por el sopor del cansancio, caí en un sueño profundo, donde se proyectaba ese filme interno, apareciendo esa misteriosa mujer con velo en su rostro, encaramada en la cima de la montaña, y que pronunciaría un mensaje muy misterioso y críptico para mí:

¡Dad gracias al Ángel de Yahvé!

¡Gozo al Ángel de Yahvé!

A partir de ese sueño mi vida cambiaría, no en su apariencia externa, ya que en lo cotidiano seguiría su curso sino en la metamorfosis del alma, pero en ese momento no pude medir ni el alcance ni las consecuencias. De alguna manera, vislumbraba a través de esa nebulosa de la conciencia, un presentimiento muy vivido, de que algo muy importante me había ocurrido y me habría de ocurrir a partir de esa aparición.

El misterio del significado de “Ángel de Yahvé”

La expresión atávica que hace mención la biblia “Ángel de Yahvé” da cuenta que nos encontramos frente a una presencia divina en ciernes, o una epifanía del mismo Dios o, al menos, una imagen velada que nos acerca a una verdad incomprensible de una manera aparentemente manifiesta y misteriosamente velada, –una verdadera paradoja de lo oculto y lo manifiesto. La Alétheia de su manifestación divina patente (‘aquello que no está oculto, aquello que es evidente’, lo que ‘es verdadero’. También hace referencia al “desocultamiento del ser”).

Dios se muestra solapadamente a través de un Ángel misterioso, por eso el relator bíblico hace referencia a la expresión “ángel de Yahvé” como si esa frase fuera una frase perifrástica, que nos permite observar la presencia divina en la historia bíblica, que, sin mostrar su indescifrable rostro, nos deja entrever por una rendija su realidad misteriosa, en especial, cuando el Señor se manifiesta a sus elegidos. Así, en el relato de la vocación de Moisés, cuando él llegó con el rebaño de su suegro Jetró a la montaña del Sinaí, se nos cuenta que:

Allí se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse, Moisés pensó: “Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?” Y luego se nos narra que Dios se dirigió a él: Entonces Dios le dijo: “No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa”. Luego siguió diciendo: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios… (Ver Ex 3,1–6).

Se nos dice que aquel ángel se manifestó en una zarza ardiente (el fuego es señal de la presencia de Dios), y que Dios mismo le habló a Moisés que, ante el temor de mirar a Dios mismo, se tapó la cara, reflejando aquella creencia judía que nadie podría mirar a Dios directamente y quedar con vida (ver Juec 13,22; Is 6,2.5). Así también se presenta este Ángel de Yahvé en la historia de Agar, la egipcia esclava de Sara, que huye del maltrato de su ama (ver Gen 16,7–11), donde ella confiesa que lo ha visto (a Dios), llamándolo “El Roí”, es decir, “Dios se hace visible” (v. 13). Así también en el conocido relato del sacrificio de Abrahán (Gen 22,1–19), cuando el Ángel del Señor (o de Yahvé) le gritó ordenándole que no matara a Isaac (vv. 11–12). Aquí se identifica el ángel con Dios y por eso, Abrahán llamó a aquel monte “Yahweh yireh”, es decir, “Yahvé ve”.

Otro relato bíblico es el de Juec 2,1–4 donde se identifica el Ángel de Yahvé y el propio Dios, que se dirige a los israelitas, es decir, es el mismo Dios que se manifiesta a su pueblo. Así también sucede con Gedeón (Juec 6,11–24) y con los padres del niño Sansón en Juec 13,2–23. Con facilidad se cambian a los interlocutores: unas veces habla el ángel del Señor y otras el propio Yahvé. Los elegidos en estas manifestaciones divinas están convencidos de ver al mismo Dios y por eso temen por sus vidas (Juec 6,21–23; 13,21–23).

La relación entre Dios y Moisés se establece mediante el ángel del Señor (Ex 3,2). La palabra “ángel” procede de la lengua griega y significa “mensajero”. Los ángeles revelan a los hombres los designios divinos (cf. Jue 6,11), pero no se limitan a eso. El libro de Job los describe como la corte celestial, llamándoles “los hijos de Dios” (Job 21,6ª). Los ángeles son mensajeros de la divinidad y participan de la proximidad divina.

El mensaje fue:

“Dad Gracias al Ángel de Yahvé”

Que significaba, dar gracias al Ángel de Dios.

Indudablemente, debía estar agradecido, ¿pero de qué? ¿De qué me había salvado la vida? ¿De perder el alma?

Salmos 136:1–9 LBLA

“Dad gracias al Señor porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Dad gracias al Dios de dioses, porque para siempre es su misericordia. Dad gracias al Señor de señores, porque para siempre es su misericordia. Al único que hace grandes maravillas, porque para siempre es su misericordia. Al que con sabiduría hizo los cielos, porque para siempre es su misericordia. Al que extendió la tierra sobre las aguas, porque para siempre es su misericordia. Al que hizo las grandes lumbreras, porque para siempre es su misericordia: el sol para que reine de día, porque para siempre es su misericordia; la luna y las estrellas para que reinen de noche, porque para siempre es su misericordia”.

“Gozo al Ángel de Yahvé”

El gozo es la intensidad de los sentidos, propio de los seres ya que es una inmensa alegría. En el cristianismo, el gozo (del griego chara) hace parte del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), el segundo de los que enumera San Pablo en su carta a los Gálatas. El gozo, y lo mismo debería decirse de la paz, es efecto de la caridad (amor, ágape); por eso el apóstol lo coloca inmediatamente después de ella y antes de otras virtudes morales.

Según algunos estudiosos de San Pablo, gozo es aquella profunda alegría espiritual que el Espíritu Santo infunde en los corazones de quienes deciden seguir a Dios. Así lo explica Santo Tomás de Aquino diciendo “al acto de la caridad se sigue siempre el gozo; pues todo amante goza en la posesión del amado, y la caridad tiene siempre presente a Dios según lo afirma San Juan” (1 Jn 4, 16). Otros autores, más bien definen el gozo como virtud; esto es, la alegría y complacencia que siente el cristiano en la extensión del Reino de Dios y su justicia, tal como lo da a entender el mismo apóstol (1 Cor 8, 6).

Algunos ejemplos de la expresión de gozo en la biblia:

Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.

Juan 15:11

No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.

3 Juan 1:4

Por heredad he tomado tus testimonios para siempre,

Porque son el gozo de mi corazón.

Salmos 119:111

Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Lucas 15:10

Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.

Juan 16:24

Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo.

Lucas 2:10

Para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros.

Romanos 15:32

Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.

Eclesiastés 9:7

Me mostrarás la senda de la vida;

En tu presencia hay plenitud de gozo;

Delicias a tu diestra para siempre.

Salmos 16:11

Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Mateo 25:21

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.

Romanos 15:13

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Gálatas 5:22–23

Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Lucas 15:7

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Hebreos 12:2

A quien amáis sin haberle visto, en quien, creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

1 Pedro 1:8–9

Jehová es mi fortaleza y mi escudo;

En él confió mi corazón, y fui ayudado,

Por lo que se gozó mi corazón,

Y con mi cántico le alabaré.

Salmos 28:7–8

La montaña sagrada. El monte Carmelo

En 1 Reyes 18:41–46 RVR1960, aparece mencionado el Monte Carmelo:

Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.

El monte Carmelo (en hebreo: Har HaCarmel; en árabe: Yabal al–Karmil) es una cordillera en Israel sobre el mar Mediterráneo. Tiene forma triangular, mide unos 26 km de largo y alrededor de 7 km de ancho y su altura máxima es de unos 550 m. Sus coordenadas son 32° 50’ de latitud norte y 35º de longitud este. Gran parte de la ciudad de Haifa está situada sobre el monte Carmelo, como también otras pequeñas ciudades como Nesher o Tirat Karmel, que forman parte del área metropolitana de Haifa. En la tradición cristiana, el lugar es conocido por la aparición de la Virgen del Carmen.

Un filósofo sirio de los siglos III–IV d. C. llamado Jámblico escribió que el monte Carmelo era «el más santo de todos los montes». Las cuevas ubicadas en el monte Carmelo (cuevas de Nahal Me’arot) fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2012.

Inspirados en el profeta Elías, durante el siglo XII, un grupo de hombres (probablemente ermitaños o cruzados) fundó en el monte Carmelo la Orden de los Carmelitas. Estos llevarían al mundo en siglos sucesivos la hoy extendida devoción de Nuestra Señora del monte Carmelo, referida comúnmente como Virgen del Carmen.