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Sobre la Felicidad (De Vita Beata) es un diálogo escrito por Lucio Anneo Séneca sobre el año 58 d.c. destinado a su hermano mayor Galión, antes llamado Novato. Está dividido en 28 capítulos que presentan el pensamiento moral de Séneca en plena madurez. Séneca, de acuerdo con la doctrina estoica, arguye que la naturaleza es razón y que la persona deberá emplear su facultad de razonar para vivir en concordia con la naturaleza y de este modo alcanzar la felicidad.
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Seitenzahl: 55
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SÉNECA
SOBRE LA FELICIDAD
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1: La opinión común y el acierto
CAPÍTULO 2: Razón y opinión
CAPÍTULO 3: La felicidad verdadera
CAPÍTULO 4: Definiciones del sumo bien
CAPÍTULO 5: La libertad del sabio
CAPÍTULO 6: Placer y felicidad
CAPÍTULO 7: Oposición de la virtud y el placer
CAPÍTULO 8: Vivir según la naturaleza
CAPÍTULO 9: El placer sobrevenido
CAPÍTULO 10: La actitud ante el placer
CAPÍTULO 11: Impotencia de la sabiduría epicúrea
CAPÍTULO 12: El peligro del epicureísmo
CAPÍTULO 13: El verdadero sentido de la doctrina de Epicuro
CAPÍTULO 14: El riesgo del placer
CAPÍTULO 15: Obedecer a Dios es libertad
CAPÍTULO 16: La felicidad del sabio
CAPÍTULO 17: Los principios y la conducta
CAPÍTULO 18: La malevolencia no respeta a nadie
CAPÍTULO 19: La envidia, origen de la maledicencia
CAPÍTULO 20: El valor del esfuerzo filosófico
CAPÍTULO 21: Las preferencias del sabio
CAPÍTULO 22: El papel de las cosas preferibles
CAPÍTULO 23: El uso de las riquezas
CAPÍTULO 24: El arte de dar
CAPÍTULO 25: El apego a las riquezas
CAPÍTULO 26: El necio y el sabio
CAPÍTULO 27: El ejemplo de los filósofos
CAPÍTULO 28: La amenaza prevista
Título: Sobre la Felicidad
Título original: De vita beata
Autor: Lucio Anneo Séneca
Editorial: AMA Audiolibros
© De esta edición: 2021 AMA Audiolibros
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Todos los derechos reservados, prohibida la reproducción total o parcial de la obra, salvo excepción prevista por la ley.
Lucio Anneo Séneca, llamado “Séneca el Joven” fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue Cuestor, Pretor, Senador del Imperio Romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de Ministro, tutor y consejero del emperador Nerón. Séneca destacó tanto como pensador e intelectual, así como político.
Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, como uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados, siendo foco de múltiples enemistades y benefactores, a causa de este extraordinario prestigio. De tendencias moralistas, Séneca ha pasado a la historia como el máximo representante del estoicismo romano, en una etapa tan turbulenta, amoral y anti-ética como lo fue la plena decadencia imperial, de la etapa que vivió (estoicismo y moralismo) que al final, lo llevaron a acabar con su propia vida.
Las obras filosóficas de Lucio Anneo Séneca han ejercido un duradero influjo sobre la cultura occidental y contienen una formulación significativa de las ideas del estoicismo maduro. “Sobre la Felicidad” (De Vita Beata) plantea algunas cuestiones centrales de la ética antigua: la relación del placer con la virtud y con la felicidad, el ideal humano, la figura del sabio, la significación del concepto de naturaleza aplicado al hombre, la justificación de las riquezas, los supuestos religiosos de la ética, etcétera.
Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices, pero al ir a descubrir lo que hace feliz la vida, van a tientas, y no es fácil conseguir la felicidad en la vida, ya que se aleja uno tanto más de ella cuanto más afanosamente se la busque, si ha errado el camino, si éste lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello más rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuánto se adelanta cada día y cuánto nos acercamos a aquello que nos impulsa un deseo natural. Mientras erremos de acá para allá sin seguir a otro guía que los rumores y los clamores discordantes que nos llaman hacia distintos lugares, se consumirá entre errores nuestra corta vida, aunque trabajemos día y noche para mejorar nuestro espíritu. Hay que decidir, pues, a dónde nos dirijamos y por dónde, no sin ayuda de algún hombre experto que haya explorado el camino por donde avanzamos, ya que aquí la situación no es la misma que en los demás viajes; en éstos hay algún sendero, y los habitantes a quienes se pregunta no permiten extraviarse; pero aquí el camino más frecuentado y más famoso es el que más engaña. Nada importa, pues, más que no seguir, como ovejas, el rebaño de los que nos preceden, yendo así, no a donde hay que ir, sino a donde se va. Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitación. De ahí esa aglomeración tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras. Lo que ocurre en una gran catástrofe colectiva, cuando la gente misma se aplasta, nadie cae sin arrastrar a otro y los primeros son la perdición de los que siguen, puedes verlo suceder en toda vida; nadie yerra sólo por su cuenta, sino que es causa y autor del error ajeno. Es dañoso, pues, apegarse a los que van delante; y como todos prefieren creer que juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvamos si nos separamos de la masa. Pero ahora la gente se enfrenta con la razón, en defensa de su mal. Y sucede lo mismo que en los comicios, en los cuales los mismos que han nombrado a los pretores, se admiran de que hayan sido nombrados, cuando ha mudado el inconstante favor; aprobamos y condenamos las mismas cosas; éste es el resultado de todo juicio que se falla por el voto de la mayoría.