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Alicia, una mujer solitaria, despojada desde su niñez de la calidez que imprimen los buenos sentimientos cuando logran aflorar y manifestarse limpios, sin miedos ni ataduras, vive encerrada en sí misma, en su coraza intocable. Su única manera de sobrevivir en un mundo que le es hostil. Choca frontalmente con un muro intangible, vive y fabrica su propia realidad y así se deja llevar, envuelta en la ilusión de una aparente verdad. La verdad virtual, máxima expresión de los tiempos manejados desde y por la tecnología.
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Seitenzahl: 300
Veröffentlichungsjahr: 2019
SUSANA ELSA GIACCIO
Solicitud confirmada
Editorial Autores de Argentina
Giaccio, Susana Elsa
Solicitud confirmada / Susana Elsa Giaccio. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-761-657-6
1. Novela. I. Título.
CDD A863
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail:[email protected]
Diseño de portada: Justo Echeverría
Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina –Printed in Argentina
SOLICITUD CONFIRMADA
Tiempo de comunicación, inmediato, tiempo que carecen de tiempo, irreal, perdido, para algunos, tal vez, útil, aprovechable, para tantos.
Desde que pudimos empezar a contar lo que nos sucedía tuvimos la necesidad de medirlo
Arbitrariamente y de tantas formas posibles adaptándolo al entendimiento y conveniencia,
Justamente, de los tiempos que corrían.
Pero no es mi intención investigar, ni mucho menos tratar de entender o dar un marco científico a este asunto. Tan sólo relacionar esta cuestión “ de tiempo” con aquella de la comunicación, entre nosotros , los humanos, y nuestra humanidad.
Yo no sé, si con el correr del tiempo las distintas especies han cambiado la forma de relacionarse y por ende de comunicarse. Creo que en mi humilde entender, no, pues, el perro ladra, el gato maúlla, el elefante barrita, y la gallina cacarea cuando pone el huevo, llama a sus polluelos o presiente algún peligro. ¿Y nosotros? racionales, inteligentes y capaces de crear, investigar, y reinventarnos día tras día, buscando la mejor manera o la más sofisticada, en la cual, perseguimos la mayor eficacia, la mayor comodidad, el mayor bienestar, que nos acercará a ese estado de felicidad, el Santo Grial, anhelado desde que pusimos pie aquí.
Hombre, tiempo, comunicación. Un triángulo, un juego interesante en el cual hasta hoy nos movemos “a piacere” de aquí para allá, haciendo y deshaciendo, derribando muros, creando muros, haciendo la paz, justificando la guerra, amando y odiando.
Y hasta aquí hemos llegado, a este ahora que se nos va cada vez más rápido de las manos, porque justamente no tenemos “TIEMPO”.
Esta es una historia de engaño, ternura y desilusión, que por supuesto sucede en estos tiempos
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Capítulo 1
—Hola, buen día, que tal chicas,¡ qué día, parece que hoy con esta lluvia, vamos a tener un día super aburrido - ¿No?
—Y, mirá, vos viste, ya la semana pasada la vivimos igual.
—Y vos Sandra, que tal, alguna novedad...
—Ay, cállate Ali, te cuento que anoche me llamó y arreglamos para vernos hoy.
—Bueno, bueno, entonces se te dio
—Y... SÍ eso espero ¿ y vos, Ali?
¿ Yo?, nada, como siempre, sola, aburrida, pero...
—
—Pero... ¿Qué?
—Nada, nada, bueno, sí, esperando, que se yo...
—Hola, señor Pérez, ¿cómo le va?. Le traje un regalo, Ah, veo que te gusta....
y... adiviná qué, si, tu comida favorita...
—ay, qué cansada que estoy, ahora una duchita, un poco de tele y... a la camita
Así, más o menos, más menos que más, Alicia pasaba sus días sumida en la rutina diaria, constante, pesada pero a la vez necesaria, que la mantenía en ese estado de equilibrio, de forzada conformidad, sumida en la inercia de una pasmosa quietud. Ya no se preguntaba, y aceptaba complacida su destino. Aunque por allá, en un recoveco remoto de su ser todavía había una luz, intermitente, que a veces la acosaba molestando sus pensamientos y cuestionando su no acción. En fin, una chica aburrida hasta la médula. Pero como el que busca, encuentra y si no lo hace no encuentra el secreto anhelo de vivir la despertó.
Un día tras otro, trabajo, casa, trabajo....noches insomnes, aburridas en ese estado de pasmosa pasividad y letargo que sólo el aburrimiento en situación sostenida provoca.
—Hola Ali, cómo va? Che, que día hermoso para salir y no estar acá enclaustradas en este laburo mal pago y con un jefe que revolotea todo el día como un tábano enloquecido
—Eh, pará, parece que hoy te levantaste torcidita o tuviste una de esas noches de mierda, y encima aguantando al loquito de tu marido que...
—¿qué? .Tenés algo que decir, , o querés que empiece a hablar de tu novio y lo del jueves pasado...
—Mirá nena, con Eze no te metas....
—Eh, chicas por favor ¡tengan paz! POR FAVOR...
—Ali, es que vos no tenés ni la menor idea, claro, vivís sola y la pasás bomba.. sin nadie que te moleste, ni te diga esto sí y aquello no, pero nosotras tenemos que aguantar ...
—Y si, pero de vez en cuando... tiene su parte positiva.
A todos estos dimes y diretes cotidianos, Alicia ya estaba acostumbrada y formaban parte de esas cosas poco profundas y sin fundamento alguno que se dicen a diario, “boludeces” sin sentido y que rellenan ese vacío que los seres humanos tenemos provocado por el ir y el venir de la cotidianeidad. Pero ella y también sus compañeras sabían por donde pasaba la cosa, simplemente ese aguante de todos los días para llenar el vacío de la soledad. Situación tan rechazada y temida en estos tiempos de comunicación.
—Che, Ali, vos sos de otro planeta, - le solían decir en tono de pregunta y sorna.
—¿Por? .
—Y porque nunca te enganchaste en esto de las redes sociales, realmente sos un bicho raro
—¿Por qué, tengo que hacer si o si todo lo que los demás hacen? Yo vivo bien así, como vivo, no jodo a nadie y nadie me jode a mi
—Eh, pará, no es para tanto, no estamos hablando de joder a otro ni mucho menos, simplemente es que puede ser divertido, y más en tu caso que estás sola como un hongo..
—¿Vos qué sabés si yo estoy sola o no?.
—Pero no ves Romina que Alicia vive con el Sr Pérez...ja, ja...
—Si, no me acordaba que hasta se lo lleva a la camita
—¡Y lo peor del caso es que ella lo tiene que mantener!
—Bueno, basta ya me cansé de todo esto,¿ por qué no me dejan en paz y se meten en su propia vida?. Que creo que bastante deben tener que revisar
—Pero que mala vibra que tenés siempre, no se te puede ni hablar que ya saltás como leche hervida. Mirá me hacés acordar mucho a mi querida suegrita. Que desde que se separó, hace dos años, en lugar de andar por ahí viviendo feliz y contenta, no, la muy amargada se encierra cada vez más en su cascarón, no sale de la casa y encima molesta al hijo... y a mi, por supuesto
—Claro, eso le pasa, dicen, a los que no tienen vida propia y aparte se creen el ombligo del mundo. Mirá, yo no sé, pero simplemente creo, que lo hace de puro jodida que es.
—¿podrían dejar de hablar de los demás aunque más no sea por una vez? Ya me tienen harta.
Esa tarde Alicia, llegó a su departamento, cansada después del viajecito de rutina en ese bondi repleto y maloliente. Llamó al Sr Pérez, pero este no acudió a la primer llamada como lo hacía regularmente. Entonces dejó su cartera y el abrigo sobre la mesa del comedor y caminó esos pocos pasos que la separaban de la cocina.
Ahí estaba, acurrucado en su canastita, Alicia se agachó, lo acarició con ternura, y pudo ver que un hilo de baba salía de la boca del animal. Al comienzo se desesperó, miró para todos lados como pretendiendo encontrar una respuesta en los rincones de la diminuta cocina. Se desorientó, por unos instantes no supo que hacer, pero después de unos minutos en el estado de lucidez repentina que nos viene después de un impacto emocional grande o pequeño, fue hasta el comedor y llamó al veterinario.
Diez minutos pasaron cuando Alicia con el Sr Pérez envuelto como un matambre y cobijado en sus brazos, se encontraban en la sala de espera de la veterinaria,
—Este animal, comió veneno, le vamos a hacer un lavaje de estómago, pero no le garantizo nada debido a las horas que lleva ya de ingerido, y a la toxicidad del producto.
—Bueno doctor, sólo le pido que lo salve, lo dejo en sus manos
Pasaron dos largas horas, cuando la puerta del consultorio se abrió.
Media hora después Alicia se encontraba en su departamento llamando a su hermano, que vivía en Luján desde hacían ya diez años, se había casado, separado y vuelto a casar y ahora llevaba una vida tranquila con Sandra y sus hijos. Vivían en una casa con bastante jardín que habían heredado de los abuelos de su mujer. Alicia siempre decía que su hermano se había sacado la lotería al resolver su vida de esta manera y que ella, en cambio había caído en desgracia.
—Bueno Alicia, el fin de semana voy por ahí.
—No, tenés que venir ahora, esto no puede esperar
—Y pero no puedo. Sabés que se me complica. No tengo tiempo para nada y ahora que tengo que acompañar a Sandra al hospital...
—Por qué? Qué pasa? Está enferma?
—No, nada de eso. Mirá no te lo queríamos contar hasta tener la confirmación, pero ya que llamaste te lo digo.
—No, no me digas que...
—Si, vas a ser tía por tercera vez
—Bueno,¡ qué alegría me das!
—SI, para vos, seguro. Pero para nosotros... sabés que siempre estamos justos con la plata
—Si, lo sé, pero de todos modos, bienvenido o bienvenida sea
—Pero contame vos que es eso tan urgente
Te pido por favor, vos que tenés tierra y jardín que vengas a buscar al Sr Pérez, para enterrarlo allá.
—¡Epa!,¿ se murió?
—Y Si, sino, no te lo pediría. No sé, Parece que comió veneno el pobre
—Uh, bueno si es así me hago un tiempito mañana temprano y voy. O si no, envolvelo, lo metés en el frízer y voy el sábado
—No seas sínico, sería un horror si hiciera semejante cosa
—Te estaba cargando hermana. Dejá mañana estoy ahí antes de que salgas para tu trabajo
Pasaron tres semanas, pasaron cuatro, y más. Como todos los días Alicia llegaba a su casa cansada y con su abrigo impregnado de ese olor del trajín cotidiano, del colectivo, de la calle del smog, y hasta de ese imaginario olor de la rutina, si es que se le puede dar alguna cualidad sensorial a la rutina.
El viernes, bendito día para muchos, era si un día diferente y como tal se vivía en la oficina en donde trabajaba Alicia. Ese día había en el aire una sensación más animosa, alegre y festiva. Claro era viernes,¡ Al fin es viernes! ¡Bendito viernes! Se escuchaba decir a unos y a otros.
Para Alicia lo mismo daba.
Ese fin de semana no fue a visitar a su hermano ya que llovía como si nunca lo hubiera hecho.
Y el pronóstico no era para nada alentador, llovería hasta el martes.
Así que, Alicia decidió acomodar por enésima vez el placar. Ponía las remeras por color, y echaba un poquito de aromatizante a lavanda. Luego, seguía por los estantes de los zapatos, que no eran muchos, los acomodaba por orden de comodidad, o sea que los de taco alto, que no solía usar frecuentemente irían al fondo del estante y las chatitas delante. Pensaba, si algún día podría gastar y torcerle el taco a esos que celosamente guardaba como reliquia. Y para qué? Para cuál ocasión? Para salir y divertirme, se contestaba y se conformaba, anidando la esperanza, como se piensa en esos sueños que por momentos parecen que están ahí, al alcance de las manos, porque si los analizamos, no son imposibles, pero vaya a saber por qué causa del destino, del querer o más bien del esa negación interna, contradicción propia de la humanidad que reprime y boicotea las ganas y la inteligencia, razonaba que no, que no sería así, simplemente porque el destino, palabra fuerte e inapelable si las hay, así lo había determinado para ella el conocido compañero cotidiano llamado estress
—Hola
—Hola, Alicia, ¿qué tal? Te llamo porque quería invitarte a dar una vuelta. Nos reunimos en la casa de alguna o después decidimos que hacer. A lo mejor estaría bueno ir a un barcito que conozco que está buenísimo y de onda. No sé, con este día y la noche que va a ser igual, me pareció una buena idea para sacarnos un poco la mufa y de paso chusmear un poco.
—Y, pero... no estoy segura, sabés que estos días me deprimen y prefiero estar acá.
-¡Ufa! Che, que mala onda que sos, después no digas nada. Que estas sola, que nadie te invita, que la vida es una mierda. -- ¿yo digo eso?. ¿ Alguna vez me lo escuchaste salir de mi boca?. Estas equivocada
—bueno, dale, ¿venís o no?
—Esta bien, ¿en cuánto nos vemos?
—Y dale, en media hora en mi casa y de ahí vemos
—pero escúchame, ¿y tu novio?
—Ah, este fin de semana estoy sola porque se fue a pescar con unos amigos. Mejor para mí, ya estaba un poco podrida de la rutina
—Ah bueno...Dios le da pan a quien no tiene dientes
—Y si viste, pero el pan hay que saberlo ganar, ja, ja
Había llovido copiosamente toda la tarde, ahora la noche se presentaba un poco más fresca pero todavía la llovizna molestaba, una garúa que en junio parecía más que gotas de agua, pequeñísimos clavos golpeando la piel. Ahí, finalmente, en el barcito, que pintaba lindo, un lugar bastante pintoresco en donde podían refugiarse justamente esa noche estaban las cinco, Alicia, Romina, Estefy, la hermana de Estefy y la prima de Romina, todas sumaban no más de 175 años, o sea eran chicas en una edad promedio de 35, todas solteras, por lo menos sin marido a la vista, ¿comprometidas sentimentalmente? Quizás sí o quizás no, depende del estado de vulnerabilidad sentimental que las animaba aquella noche. Noche de charla, de chimento, de risas, pero que en cierto modo dejaban ver un trasfondo incómodo mezclado con un poco de ansiedad de cambio, eso es claramente angustia, en criollo, aquí y en la China, o bien desde hace ya unos años
—Después del sushi, para unas, y de unos triples tostados para otras, la charla se animaba y de a poco de lo meramente superficial entraba en el sinuoso camino de lo personal e íntimo, cosa que especialmente a Alicia no le caía tan bien y le provocaba
un cierto malestar que ella solía atribuir más a lo que había comido que al tenor de la charla.
-¿ Ali, te puedo hacer una pregunta?
Alicia, que no quería sentirse presionada por preguntas que no deseaba contestar, pero que a su vez, no quería dejar de hacerlo, porque conscientemente sabía, que lentamente ese sentido de querer aislarse cada vez más solo la conducían a un pozo del que no saldría ni siquiera le tirasen la soga más gruesa.
—Si dale,¿ qué?
—Es que aquí con las chicas pensamos que vos sos realmente un bicho bastante raro
—¿Por?- No lo creo, me protejo, nada más
—¿De qué? ¿ de quién?
—De lo que posiblemente me pudiera suceder, de lo que no conozco
—Ah, estás un poco pirada, te recomiendo mi sicóloga, es una tipa genial, para estos casos de las fobias
—¿Qué estás diciendo? Fobias, yo,¿ a qué?
—No sé, hacete cargo, vos misma lo decís, que querés protegerte de ...no sé que
—No discúlpame pero me mal interpretaste, quiero decir que no me gusta esto que estamos viviendo ahora, me refiero en la sociedad
—Me parece que sos mucho más vieja de la edad que tenés
—Bueno chicas, no se peleen ahora, que la estamos pasando bien
—Seguro, lo que quiero es hacerla reaccionar, que despierte, porque no está muerta ni es mi abuelita, que lo único que hace ahora es ver los noticieros para amargarse todo el día y nada más, claro la pobre tiene 89 años, está bien para su edad pero que más va a hacer con su vida. Pero, justamente no es tu caso Alicia, y te lo digo de buena onda, sos joven , linda, buena mina, no sé, me parece que te merecés una segunda oportunidad,no dejes que el tiempo se te venga encima, por favor, como amiga te lo digo y no para que te molestes
—Bueno gracias, pero quizás no sea para tanto tampoco, no dramatices todavía, que no me dejaste cerrar el concepto de lo que quería decir.
—Te escucho, mejor dicho, te escuchamos, somos todo oídos, aprovechá y largate dale, que esta noche la veo justo pintada para una buena sesión de autoayuda.
—O trabajo de ayuda en grupo, querrás decir-
—Si eso, ustedes me entienden
—Paren , hablo o no, ¿al final, quieren realmente mi parecer, o no? Seguro las aburro
—Ves. Ahí está el punto, vos siempre pensás que vas a molestar o aburrir con algún comentario y ahí está la cosa, el nudo de la cuestión.
—Si tal vez, bueno a lo que me refería es que no me va esto de conocer gente por las redes sociales. No sé, parece tan tirado de los pelos, y siempre escuché comentarios más negativos que positivos. Además cómo y en qué cabeza cabe que alguien te va a gustar por un simple chateo, por una foto o por lo que cuelgaen su Facebook, o en Instagram ¿qué loco, no? Y en eso sí, que quieren que les diga soy bien chapada a la antigua.
—Era eso,¡ por fin lo dijiste! No es tan grave, para nada. Porque mirá lo de las redes sociales puede ser de ayuda al principio, o sea para abrirte una puerta para conocer gente y después ves
—Ves ¿qué?
—SI te enganchás o no nena, ¿no entendés?
—No, no me gusta, siento que si lo hago de algún modo me expongo
.¿ A qué? A nada,
—A propósito, nunca te vi usar el celular,¿ tenés?
—No
—No me digas, no lo puedo creer, esto es insólito
—Bueno, basta, callate, o querés que todos se enteren y hacerme pasar encima un momento ridículo
—Ah! Te molesta entonces,
—Si y ¿qué? Me molesta. Sí
—No te entiendo, si tanto te molesta comprá uno y listo
—No es tan fácil
—¿Por qué?
—...........
—Ya sé sos tan estructurada que tener un celular sería algo así como traicionarte a vos misma. Ves, cuando digo que tenés que ver a un sicólogo no me equivoco
—No pienso responderte, no doy el brazo a torcer, después de todo es cosa mía.
—Disculpame, amiga, está bien es tu vida, hacé lo que quieras, te quería ayudar un poco a salir del cascarón
—Chicas, muy bueno todo, pero miren la hora que es y por lo que se ve parece que se viene otro aguacero
—Si,¿ cómo lo sabés?
—Y me fijé el pronóstico en el celular y anuncian la caída de granizo, no quiero que se me arruine el auto. Mejor vamos yendo, la acerco a sus casas o a la parada del bondi
—Si mejor, vamos
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El lunes se presentó soleado, una mañana para disfrutar después del temporal, pero, había que trabajar.
—¿Y Ali, cómo va?
—bien,
—¿Novedades?
—No ¿y vos?
—Si me parece, creo
—Como te puede parecer. Una novedad, es o no es, simple
—Bueno, es que no quiero contarlo todavía, nada más
—Humm, me parece que ya sé
—Bueno cállate entonces
—Está bien. No voy a decir nada, está bien si vos no querés contarlo
—Odio que seas tan políticamente correcta
—Bueno, así fui enseñada, eh... quería contarte algo yo, ahora
—¿Qué? No me digas que te enganchaste con alguien, no, no, ya se no debe ser para tanto, pero... a ver... si, ya sé. Conseguiste una nueva mascota
—No nada de eso, me prometieron un perrito en un refugio, pero yo prefiero un gato, me parece que son más limpios, no sé, o yo estoy más acostumbrada, pero, no es eso en lo que estoy pensando. La semana que viene nos liquidan el medio aguinaldo, viste
—Uy, si, bienvenido, y además este mes tenemos un plus por las ventas, ¿te acordás que lo prometieron?
—Si, bueno, más a mi favor entonces
—¿Pensás en un viajecito? ¿O en comprar algo?
—Más bien en comprar algo
—¡No! No me digas que te decidiste!
—Si, y quisiera que vos que estás canchera en esto, me acompañaras
—Si dale amiga, cuando vos quieras. Sabés aparte de las cargadas y de aquella charla un poco en serio y un poco en broma, me alegro mucho. Y no por la compra sino por la decisión, porque y sin querer meterme en el terreno de los sicólogos, te ví, tan aferrada a tus convicciones, que aunque a veces eso sea muy bueno en otro sentido y si sos tan agarrada a una idea y no intentás un cambio o al menos probar, te quedás paralizada y si vos no te movés no hay fuerza en el mundo que pueda hacerlo.
—Sí, no sé si es para tanto el tema, vos siempre haces filosofía de todo y yo simplemente vivo sin muchas preguntas, porque si no me aturdo y ya me aturde bastante la soledad
—Por eso justamente, no digo que sea esa la solución a la soledad, ya que pasa por otro lado pero al menos, te divierte, y te ayuda a pasar más rápido el tiempo y cuando querés acordarte ya se pasó el día.
—Ah, o sea, que es más o menos así, como que te ayuda a no pensar
—No, que se yo, ni yo se
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—Aquí tiene, señora, UD ya sabe los cuidados que tiene que tener, demás está que se lo diga.
—Si por supuesto, es hermoso, realmente estoy muy contenta, que linda compañía!
—Ya lo creo, en estos tiempos que todos estamos tan apurados es lindo tener una compañía así.
Una semana después Alicia ya estaba totalmente familiarizada con él, tanto que no se despegaba ni a sol ni a sombra, y hasta su cama lo llevaba, cosa que antes ni siquiera hubiera pensado que llegara a ser posible.
Dos motivos la habían colocado otra vez en su eje, es decir en un estado de estabilidad y placentera comodidad. La llegada a su vida de un nuevo compañero, Florindo, un gato que le habían conseguido finalmente en la veterinaria, de unos pocos días de nacido y que de vez en cuando, como lo hacen los felinos, le regalaba su atención y algún ronroneo extra cuando se acercaba la hora de su comida. La otra y mucho más novedosa porcierto era la adquisición de ese aparatito que sistemáticamente rechazara durante tanto tiempo y que ahora comenzaba a tomarlo como un aliado que le brindaba la posibilidad de mitigar su soledad. A ambos se los llevaba a la cama.
Como desde tiempo atrás no usaba ningún elemento tecnológico, salvo una PC que tenía en el comedor de su casa arreglada por su hermano y que ya no la atraía porque eran más los dolores de cabeza que le daba que lo que podía utilizarla. Terminaba siempre llamando a Claudio, su hermano en horas de lo más incómodas para que la orientara con algún problema que se le presentaba o bien llamando a Gerardo, el técnico en redes y compañero de trabajo que también estaba harto de aconsejarle que tendría que actualizarse, que el aparato ya no daba para más. Así que ante la bronca sostenida que le producía el hecho y la imposibilidad de comprar una nueva por su costo, ya que cuando estaba dispuesta a hacerlo, o se rompía la cañería del baño, o el horno eléctrico, o la tele, o siempre había algo que arreglar y que por cierto tenía un orden de importancia superior a reemplazar la computadora. Quizás fuera cierto, depende, justamente de ese orden de importancia, para nada objetivo, sino que surgía de acomodar y dar valor a los hechos de la manera que más se ajustaba a su criterio.
Finalmente, el único que disfrutaba del pequeño espacio en el rincón del comedor en donde estaba el escritorio, una lámpara y por supuesto el monitor, ah, además un cactus que le venía de maravillas porque recibía la luz tenue de la ventana que daba al patio interno del edificio era Florindo que terminaba pasando largo tiempo acurrucado pegado al obsoleto aparato dando al lugar un aspecto decadente, estático, ya que en estos tiempos y según el dictamen del avance tecnológico el hecho de no poseer lo último en esta materia implica una imperdonable desactualización un tanto condenatoria para una sociedad que necesita cada vez más la solución de un sistema de cerebro exterior que la alimente y la ayude a resolver los problemas aún más simples y triviales de la vida cotidiana, tales como saber si quedan naranjas en la heladera.
Pero ahora todo era diferente, desde que había llegado a sus manos no dejaba de tenerlo entre ellas, nadie podía creer que alguien que hubiera rechazado esto por tanto tiempo se hubiera
Convertido prácticamente en una adicta a él. Suele pasar, muchas veces cuanto algo más se rechaza, más se anhela. Su madre solía decirle que a veces resultaba que en la vida se desprecia algo o a alguien y luego y sin razón alguna se termina comprando o enamorado de lo que en alguna oportunidad fuera tan rechazado.
Romina se había encargado de asesorarla en eso de las redes sociales, ya conocía Facebook, sólo que ahora era muy diferente, tenía más oportunidades de intentar con otras aplicaciones, era todo más rápido y eficiente y por sobre todo esa comodidad de tenerlo en sus manos , de tomar el colectivo y de abstraerse del mundo monótono de ese viaje de media hora, un trayecto que realizaba desde hacía más de diez años, ahora todo marcaba la diferencia , sonaba más divertido, cobraba color, sonido, y le daba la oportunidad de alejarse para meterse en un mundo virtual que se abría sin límites a sus sentidos, adormecidos por años, ahora su mente volaba hacia lo desconocido , había comprado un pasaje hacia la libertad, virtual, por supuesto.
Tanta apertura sensorial le había provocado el “ gadget” que en ese torbellino neuronal su mente le hizo recordar que también sabía otro idioma, que había estudiado allá lejos y hace tiempo, y por más de quince años, el inglés y que por falta de oportunidades no practicaba desde que tenía veinte años cuando rindió su último examen en la cultural inglesa . el inglés siempre le había gustado, le era fácil, le agradaba ir a estudiarlo, se sentía a gusto en aquellas clases de Mrs Parker
una viejita de canas muy blancas , unos ojos azules de mirada serena que de vez en cuando solía contar a sus alumnos historias de su Manchester natal.
Idioma que después de la muerte trágica de sus padres en un accidente vial, había tenido que sepultar para buscar inmediatamente un trabajo que la ayudara a afrontar la inesperada situación.
Ahora parecía que todo daba un giro y el río de la vida se salía caprichosamente de su lecho y se encausaba para desembocar vaya a saber dónde, y eso era lo más atrayente del asunto el no saber, esa incertidumbre conveniente que le aportaba un poco de la adrenalina, sustancia necesaria en justa medida dicen los que saben, para darle un toque de sabor a la vida.
Con el ánimo de inquietud y un poco jugando incursionó probando un poco la aventura de conocer gente de lejos, para ello y haciendo uso de su herramienta idiomática, buscó, buscó y encontró.
Encontró a sus cantantes favoritos, actores, deportistas, paseó a gusto y elección por ciudades, países y mundos lejanos, emocionantes, atrayentes, desconocidos que vibraban en ese ambiente virtual, posible, si, en lo virtual, y esto tenía un valioso significado y ventaja, le resultaba por sobre todas las cosas económico, seguro y cómodo.
Su Facebook se convirtió en un colorido espacio en donde convergían personas de todo aspecto, es decir, gente que muchas veces había soñado conocer personalmente y aquellas que se iban filtrando por ahí, porque Alicia, se había descubierto en una faceta nueva de su personalidad o tal vez se había descubierto a si misma por primera vez, le daba la sensación de haber nacido, era más que eso, los treinta y seis años anteriores no contaban, verdaderamente había nacido.
Capítulo 2
—A ver, que tenemos hoy. Noticias del día, solicitudes de amistad de mi vecino de la planta baja, no me interesa, solicitud de mi cuñada, sí, y veamos...
—¿Señora, toma este colectivo?
—Ah, sí, disculpe estaba distraída
—solicitudes de amistad,...dos.
José Perrone, amigo de Juan Ordoñez de La Plata..
—¿Quién lo invitó a este? No, fuera
Paul Smith, USA.
—Ah, interesante. Aceptar.
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—Ufa, estoy frita, que día interminable, Dios, y todavía un día más, mañana es viernes
—Hola, Romi,¿ qué tal?
—Hola, ¿te llegó el mensaje del supervisor?
—No, no sé, todavía no revisé nada.¿ Por?
—Bueno, te adelanto que el sábado tenemos que ir a laburar
—No, no puede ser...
—Si puede ser. Pero dijo que como no son horas extras, porque según dicen no las pueden pagar lo van a sumar como un día más de vacaciones
—Sí, ¡pero yo ya las tomé!
—Y .. te quedará para el próximo período
—Bueno, la cosa es que el sábado habrá que ir
—Y si, amiga, pero, no estaría mal si como desquite programamos algo digo un after-hour por ejemplo.
—Puede ser, que se yo
—Bueno hasta mañana,
—Chau, hasta mañana
—Uff, mejor no pensar...veamos, que hay hoy de nuevo...
—Otra vez, ah sí, solicitud confirmada... que bueno
3:00 a.m.- - ¿y ahora? Me olvidé de silenciarte. Bueno quien quiera que seas ya me despertaste
Ah, mirá vos, claro,¿ se debe comunicar ahora?, no tuve en cuenta el cambio de horario
Hi, how are you? How is it going?
—¡No lo puedo creer! Me está hablando a mí! ¿Y ahora que contesto?
—Hi there... how are you?
—Fine, tell me where are you from?
—I am from Buenos Aires Argentina and you?
—I am from Colorado USA
Y siguió esta conversación simple, cordial y emocionante para Alicia por lo menos.
La mañana siguiente había amanecido bella y por el Este un tímido sol se abría paso tiñendo de rosa las grises paredes de los edificios de en frente, las tostadas, la mermelada, el café, y Florindo paseándose por entre las piernas de Alicia buscando de manera suave, armoniosa y con esa cuota de erotismo felino su sustento diario, para una vez consumado el hecho, retirarse satisfecho a su rincón preferido, al lado del viejo monitor.
Pero esa mañana que era ni más ni menos como tantas otras tenía sin embargo un halo especial, en el ambiente parecía haber algo imperceptible a la razón pero que no pasaba desapercibido para los sentidos, y Alicia lo palpaba, de pronto los grises viraban hacia una paleta de colores y la rutina cambiaba para dar paso a una inquietante aventura.
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Capítulo 3
La pobreza había golpeado duramente el cuerpo y horadado el alma de Akpoyomere desde su nacimiento, era el octavo hijo de una familia de diez hijos, sus padres muertos desde hacía dos años por causas de una enfermedad infecciosa había llevado a la familia a la miseria, si bien en un comienzo les había sido provista alguna asistencia social, ésta era mínima, y los hermanos terminaron disgregados, los tres mayores se habían embarcado como operarios y ya nada se sabía de ellos, los restantes sucumbían en la miseria y extrema necesidad a la que el sistema los sometía, pero entre todos ellos Akpoyomere era diferente, se negaba a ese designio y no quería desembocar en un callejón sin salida, porque a diario veía a su alrededor el mismo panorama y no deseaba ser uno más de los miles de niños abandonados a su suerte.
Con sus catorce años trataba de arreglárselas, algunas veces conseguía un empleo de poca monta como changarín que tan solo le servía como paliativo para el hambre de ese día y a la mañana siguiente la historia se repetía y la lucha por sobrevivir lo conminaba una vez más a suplicar por comida o un refugio en donde permanecer para luego pasar la noche al menos sabiendo que ese rincón despojado y mugriento le pertenecería aquella noche.
Ya con sus quince recién cumplidos y después de vagar por las calles por un largo tiempo conoció a Magrid, un hombre de veinticinco años que el parecer era un comerciante que gozaba de cierta solidez económica. -Muchacho, te estuve observando desde hace un tiempo cuando estuviste empleado en aquella tienda
—Sí señor, pero el dueño ya no me necesita
—Eso no importa. Pero vi que sabías defenderte bien para ofrecer la mercancía
Eso es lo que me gustó del asunto, veo que te gusta y tenes la habilidad para convencer a los clientes, eso sí que es bueno
—Gracias, ni yo lo sabía que era así, pero si Ud lo notó me gusta saber que tengo una cualidad que jamás habría pensado tener
—Si es cierto. Bueno vamos al grano.¿ Querés ganarte unos buenos pesos? Te ofrezco esa ganancia, casa y comida
—¿Es verdad lo que estoy oyendo?
—SI, claro sino no te lo estaría ofreciendo
—¿Cuándo puedo empezar?
—¡No tan apurado! Primero estarás a prueba a ver como resulta. Además no te será tan sencillo como lo era eso de ofertar mercadería por las calles. Este es un trabajo serio y que lo debes tomar como tal. Exijo también que sepas cerrar la boca, no es bueno andar comentando por ahí,¿ de acuerdo?
—SI, Si señor soy una tumba para eso. ¿ Pero cuándo puedo empezar?
—Vení a esta dirección, esta misma noche y te muestro lo que tendrás que hacer y también al equipo de trabajo.
—Gracias, como podré agradecer esto
—Solamente con dos cualidades de tu parte. Discreción y fidelidad Después de un mes AKI, así lo llamaban en el grupo de trabajo, ya se había habituado y se movía en ese medio cómodamente, casi disfrutando de lo que hacía y agregando aún más de su parte de lo que le era exigido. Sin darse cuenta día tras día se convertía en un profesional en la materia, y esto de fingir cada vez le salía mejor, en ello se conjugaba un don innato pero además había empezado a notar una mezcla de sentimientos negativos, venganza, resentimiento, desprecio que le proveían la energía necesaria para animarse y canalizarlos justamente en sentido opuesto, esto lo entretenía y divertía, además al cabo de unos meses recibió su primer paga. Sus ojos no alcanzaban a ver lo que realmente se le presentaba ante ellos, ni sus manos habían jamás contado tanto dinero en su vida.
Su vida comenzó a cambiar dramáticamente a su favor, al cabo de seis meses ya se había establecido en una casa digna que compartía con sus tres hermanos menores, dos varones de trece y once años y una niña de apenas cinco. Comían bien, y estaban bajo la tutela de una hermana mayor de edad que ante la favorable suerte de Aki había decidido abandonar las calles y quedarse acompañándolos. Vivían decorosamente y los pequeños concurrían a la escuela comunal con lo cual y bajo la tutela de Samara la hermana mayor conformaban una familia que de a poco gozaba de los beneficios de pertenecer a un nivel económico jamás pensado por ellos , ni siquiera antes de la muerte de sus padres.
Akpoyomere trabajaba muchas horas, cuando llegaba a su casa nada compartía con sus hermanos, poco comía y día tras día se alejaba un poco más de los suyos, alegando estar cansado por las largas horas de trabajo, ni aún a su hermana mayor comentaba sobre su nueva actividad. Lo único que Samara sabía es que su hermano era muy bueno y estaba aprendiendo mucho además de que su jefe estaba conforme y lo tenía en cuenta. Pero no sabía que era lo que realmente hacía.
Si algo no debía olvidar este empleado ejemplar eran los requisitos para pertenecer a la empresa, y uno de ellos era el de confidencialidad.