¿Son los únicos verdaderos ateos realmente teólogos? Sobre el pensamiento continental y su tono perpetuamente apocalíptico. Concilium 356 (2014) - Colby Dickinson - E-Book

¿Son los únicos verdaderos ateos realmente teólogos? Sobre el pensamiento continental y su tono perpetuamente apocalíptico. Concilium 356 (2014) E-Book

Colby Dickinson

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Beschreibung

La filosofía continental contemporánea gira en torno a determinados temas apocalípticos, ofreciendo nuevas intuiciones y propuestas sugerentes para que la teología reflexione en las implicaciones de la que, con frecuencia, es la temática religiosa más difícil. En su tarea de definir lo apocalíptico mediante el retorno a las cuestiones del pensamiento antinómico, la interrupción de las imágenes religiosas normativa y la negación de nuestras representaciones teológicas más estimadas (incluidas nuestras representaciones de Dios y de la ley), nos encontramos continuamente con estos filósofos implicados en los fundamentos más esenciales de la historia religiosa de Occidente.

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Seitenzahl: 75

Veröffentlichungsjahr: 2014

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Dickinson, Colby, «¿Son los únicos verdaderos ateos realmente teólogos? Sobre el pensamiento continental y su tono perpetuamente apocalíptico»,Concilium, junio 2014, nº 356, pp. 51-62. Trad. del inglés: José Pérez Escobar

Este artículo forma parte del nº 356 de la revista Concilium

356

EL RETORNO DE LA CONCIENCIA APOCALÍPTICA

Hille Haker, Andrés Torres Queiruga y Marie-Theres Wacker (eds.)

Concilium se publica en coproducción por los siguientes editores: SCM-CANTERBURY PRESS/Londres-Inglaterra MATTHIAS-GRÜNEWALD-VERLAG/DER SCHWABENVERLAG/Ostfildern-Alemania EDITRICE QUERINIANA/Brescia-Italia EDITORA VOZES/Petrópolis-Brasil EX LIBRIS AND SYNOPSIS/Rijeka-Croacia

© INTERNATIONAL ASSOCIATION OF CONCILIAR THEOLOGY Y EDITORIAL VERBO DIVINO, 2008

ISBN (DE ESTE ARTÍCULO DIGITAL): 978-84-9073-036-2

Reservados todos los derechos. Nada de lo contenido en la presente publicación podrá ser difundido, reproducido y/o publicado mediante impresión, copia fotográfica o digital, microfilme, o en cualquier otra forma, sin el previo consentimiento por escrito de la International Association of Conciliar Theology, Madras (India) y de Editorial Verbo Divino.

ÍNDICE

Créditos

Colby Dickinson: ¿Son los únicos verdaderos ateos realmente teólogos? Sobre el pensamiento continental y su tono perpetuamente apocalíptico

Anexos

Contenido de Concilium 356

Hille Haker, Andrés Torres Queiruga y Marie-Theres Wacker: Editorial

Foro teológico

Lucia Scherzberg y August H. Leugers-Scherzberg: El comienzo de la I Guerra Mundial y la teología católica en Alemania

John Pollard: «Masacre inútil». El papa Benedicto XV y la I Guerra Mundial

Ivo Banac: Reflexiones sobre las iglesias de los Balcanes y la Gran Guerra

Suscripción

Colby Dickinson *

¿SON LOS ÚNICOS VERDADEROS ATEOS REALMENTE TEÓLOGOS?

Sobre el pensamiento continental y su tono perpetuamente apocalíptico

La filosofía continental contemporánea gira en torno a determinados temas apocalípticos, ofreciendo nuevas intuiciones y propuestas sugerentes para que la teología reflexione en las implicaciones de la que, con frecuencia, es la temática religiosa más difícil. En su tarea de definir lo apocalíptico mediante el retorno a las cuestiones del pensamiento antinómico, la interrupción de las imágenes religiosas normativa y la negación de nuestras representaciones teológicas más estimadas (incluidas nuestras representaciones de Dios y de la ley), nos encontramos continuamente con estos filósofos implicados en los fundamentos más esenciales de la historia religiosa de Occidente.

Taubes tiene razón: hoy es todo teología, con la excepción del discurso de los teólogos...

Carl Schmitt en una carta a Armin Mohler, 14 de agosto de 19581

Desde su comienzo, la apocalíptica ha sido un género literario y, más en general, un pensamiento religioso, dedicado a desvelar lo que estaba oculto previamente. Sin embargo, no siempre ha resultado tan claro qué es lo que exactamente quería revelar. Bien es verdad que el mensaje apocalíptico se nos envía a través de muchos canales religiosos sobre la manera «normal» de hacer las cosas en este lado del cielo, pero nosotros, los seres humanos, no hemos sido siempre capaces de recibir ese mensaje «plenamente». De muchos modos, el pensamiento apocalíptico nos dice que escuchemos atentamente, que algo importante se nos va a revelar —aunque no siempre estamos seguros de que la revelación es lo que está aconteciendo—. No obstante, se escenifica una conversación entre la humanidad y una Verdad más elevada (o divinidad) e intenta proporcionarnos un destello de que son posibles unas relaciones (nuevas) entre la humanidad y Dios.

Sin duda, el diálogo verdadero se producirá una vez que nos despojemos de nuestros presupuestos arrogantes sobre la relación entre la naturaleza de la humanidad y la verdad, es decir, dicho brevemente, cuando reconozcamos que nosotros no somos Dios. La humildad que se encuentra en esta consciencia es, en muchos aspectos, lo que impulsa al pensamiento apocalíptico a relativizar las numerosas verdades humanas con las que nos envolvemos para darnos seguridad, lo cual flexibiliza las fronteras normativas que dividen constantemente y que, sin embargo, configuran nuestro mundo (altamente simbólico)2.

Admitir este horizonte escatológico con respecto a la identidad cristiana conlleva, quizá, a la asunción de la visión que tiene Jürgen Moltmann de la literatura apocalíptica como una forma radical de apertura, la «teología de la esperanza» que nos obliga a dar testimonio de su centralidad en la proclamación del mensaje cristiano. En muchos aspectos, esta idea también nos incita a pensar en el radical carácter incompleto de la identidad cristiana y a reformularla de nuevo cada vez que nos detenemos a analizarla. En este sentido, podríamos decir que las imágenes apocalípticas y las interrupciones que nos causan nos llevan de hecho a afrontar las paradojas inmanentes a la existencia humana, paradojas que se revelan mediante el rico terreno de los escritos apocalípticos3. Desde hace ya tiempo se ha incrementado la atención en este sentido —y las implicaciones que tienen para el pensamiento religioso y «laico»— en el ámbito del pensamiento filosófico y teológico continental; a continuación haremos una reflexión más detallada del tema.

En este contexto, podríamos sugerir que el pensamiento apocalíptico es especialmente descriptivo de nuestra época, puesto que está caracterizado por una «indecibilidad epistémica» que integra las contradicciones del progreso hacia el que nos hemos estado dirigiendo4. Más bien que catalogar este codiciado horizonte como «utópico», Malcolm Bull, entre otros, considera que el progreso es claramente «apocalíptico», puesto que en él se reconoce la coexistencia simultánea de la contradicción y de la paradoja, en lugar de la suavización de estas realidades a favor de una existencia utópica más uniforme, pero quizá también, por esa razón, más totalitaria­.

Ciertamente, los autores actuales parecen entusiasmados con los conceptos de «indecibilidad», «hibridez», «poshumanidad» y «pertenencia múltiple», por mencionar solo unos cuantos términos sugerentes que aún tienen que encontrar su lugar adecuado en el discurso teológico, pero que resuenan profundamente con la esencia del pensamiento apocalíptico. Aquello que sostienen estos conceptos teóricos tan impregnados de lo paradójico es lo que podríamos considerar como característico del pensamiento apocalíptico, en cuanto que intentan determinar aquellas identidades múltiples y reclasificaciones del yo que pueden poner fin a ciertas opresiones políticas persistentes. Como podemos constatar reiteradamente en los textos bíblicos, el pensamiento apocalíptico deshace nuestros códigos binarios de representación ofreciéndonos nuevos modelos de relacionarnos unos con otros y con la esperanza de que desarrollemos formas más justas de convivencia.

Como intentaremos mostrar en este artículo, no debe sorprendernos, por tanto, que una gran parte de la filosofía continental contemporánea gire en torno a estos temas apocalípticos, ofreciendo nuevas intuiciones y propuestas sugerentes para que la teología reflexione en las implicaciones de la que, con frecuencia, es la temática religiosa más difícil. De forma asombrosamente directa, la filosofía continental actual aborda el tema de la apocalíptica de un modo que es a la vez altamente interesante y relevante para la teología contemporánea. En su tarea de definir lo apocalíptico mediante el retorno a las cuestiones del pensamiento antinómico, la interrupción de las imágenes religiosas y la negación de nuestras representaciones teológicas más apreciadas (incluidas nuestras representaciones de Dios y de la ley), nos encontramos continuamente con estos filósofos implicados en los fundamentos más esenciales de la historia religiosa de Occidente.

Un punto de partida importante para esta conversación entre teología y filosofía sobre el tema de la apocalíptica se encuentra en la obra del filósofo judío Jacob Taubes, que no solo quería clarificar las tendencias más significativas del pensamiento apocalíptico en el siglo xx —incluyendo las numerosas paradojas de pensamiento antinómico en la tradición religiosa—, sino que también se preguntaba habitualmente por la frontera entre judaísmo y cristianismo en cuanto ejemplo de otra frontera representativa que tenía que analizarse y desafiarse desde su punto de vista. La apocalíptica era para Taubes meramente otro modo de intentar describir las fuerzas revolucionarias de la historia, aquellas que operan en la historia, y el modo en que estas fuerzas pueden a veces saltar a lo largo de los siglos para presentarse a sí mismas como un medio encaminado a deslegitimar ciertos poderes políticos, ofreciendo a un grupo oprimido de la humanidad una cierta fuerza sagrada de oposición que levantara a aquellos sometidos por la historia5.

Taubes analiza el corpus paulino como una forma de teología política imbuida de tonalidad apocalíptica, que ha sido asumida por varios filósofos occidentales, como, por ejemplo, Giorgio Agamben, Alain Badiou and Slavoj Žižek. Concluye que el cristianismo es un impulso interno de renovación dentro del judaísmo que intenta mantener su apariencia de antinomia pero que en última instancia no lo consigue6. Es decir, el cristianismo intenta liberar de la Ley, de toda ley de hecho, y vivir en esta suspensión de la ley como una forma de amor «puro», un tema que destaca prominentemente en su últimas conferencias recogidas en The Political Theology of Paul, uno de los estudios más lúcidos en los últimos cincuenta años sobre la relación del pensamiento paulino con las teorías filosóficas y psicológicas7. La obra de Taubes nos explicita claramente, por tanto, que existe un nexo entre la apocalíptica y lo que nos parece «antinómico» que debe estudiarse más detalladamente para poner al descubierto la fuente (normativa) real que se encuentra tras lo que nos resulta simplemente una transgresión de la norma mediante sus imágenes apocalípticas (es decir, lo que para Taubes es la Ley como «fuente» dada por Dios a Moisés en el monte Sinaí).