Soy mujer, soy vital - Patricia Fragapane Federiconi - E-Book

Soy mujer, soy vital E-Book

Patricia Fragapane Federiconi

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Beschreibung

¿Cómo llevar una vida activa desafiando estereotipos para vivir con plenitud y propósito? Soy mujer. Soy vital te ayuda a explorar cómo cultivar la vitalidad en cada etapa de la vida y cómo convertirte en la mejor versión de ti misma. Es una guía práctica y emocional para mujeres que buscan mantener la energía, la pasión y la creatividad en la adultez. Este libro es un llamado a la acción para aventurarse en el proceso y alcanzar una edad adulta satisfactoria. Se trata de una iniciativa a vivir con inspiración y motivación. La autora comparte su experiencia y su sabiduría para inspirar a otras mujeres a transitar esta etapa con vitalidad y propósito. Por medio de consejos prácticos y meditaciones profundas, permitirá mostrar cómo cultivar la confianza y la autoestima, mantener la energía y la motivación, desarrollar pasiones e intereses hasta construir relaciones significativas. La vitalidad es un regalo que nos conecta con nuestra esencia más profunda. Que este libro sea un faro de revelación para aquellos que buscan vivir una vida más vibrante y llena de objetivos.

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Seitenzahl: 278

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Producción editorial Tinta Libre Ediciones

Coordinación editorial Gastón Barrionuevo

CorreciónProf. Beatriz Baudizzone

Diseño de interior Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones

Diseño de tapa Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones

Fotografía de tapa Leandro Fernández

Fragapane, Patricia Irene

Soy mujer, soy vital : libera tu potencial y brilla con tu luz / Patricia Irene Fragapane. - 1a ed - Córdoba : Tinta Libre, 2025. 218 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-631-306-539-4

1. Desarrollo Personal. 2. Autoayuda. I. Título.CDD 158.1

Prohibida su reproducción, almacenamiento y distribución por cualquier medio, total o parcial, sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor. Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidad de/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2025. Fragapane, Patricia Irene© 2025. Tinta Libre Ediciones

Mi agradecimiento a todos los que han contribuido a que mi vida sea más saludable. Su contención, sabiduría y entusiasmo han sido pilares fundamentales para compartir con el mundo la importancia de la Vitalidad. Espero que estas páginas inspiren a muchos a cultivar una vida plena y colmada de energía.

Índice

Prólogo P. 13

Introducción

La importancia de la vitalidad en nuestras vidas P. 15

Capítulo 1

Explorando la vitalidad P. 17

Tengo que vivir P. 17

¿Qué es la vitalidad? P. 20

¿Cuándo decidimos ser un “ser vital”? P. 25

¿Cómo podemos fortalecer nuestra vitalidad? P. 27

¿Cuál es el significado de la palabra vital? P. 33

¿Cómo despertar la vitalidad? P. 37

Prepararse para ser vital P. 42

¿Cómo relacionar la estética con la vitalidad? P. 48

Vitalidad y moda P. 52

Nuestra aura P. 54

¿Qué nos refleja ese halo energético? P. 56

¿Cómo mejorar la vitalidad a través del aura? P. 59

Capítulo 2

La vitalidad: un arma de seducción P. 61

¿Cómo ser vital en el trabajo? P. 61

¿Cómo ser vital en el amor? P. 66

Pasión y amor: ambas son esenciales para la vitalidad P. 69

¿Cómo relacionar la vitalidad con la seducción? P. 74

¿Cómo canalizar mi vitalidad en el deporte? P. 76

Compartir tu vitalidad con los demás P. 80

¿Cómo mantener la vitalidad en la adultez? P. 86

¿Cómo focalizarnos en llevar una vida saludable? P. 89

Capítulo 3

El impacto de la vitalidad P. 93

Después de los 50 años impacta con tu vitalidad P. 93

La ciencia detrás de la vitalidad en la edad madura P. 96

Alimentación saludable. Guía de alimentos P. 101

¿Como controlar el estrés? P. 105

La actividad física P. 108

Transiciones y retos en la adultez P. 114

¿Cuáles son algunas estrategias para mantenerse activo físicamente? P. 118

¿Cómo sentirse motivado? P. 119

Capítulo 4

Conociendo nuestras capacidades y limitaciones P. 123

La actitud vital positiva P. 123

La vitalidad según la filosofía oriental P. 131

La importancia de mantener una vida activa y feliz en la adultez P. 139

La vitalidad desde el punto de vista psicológico P. 147

¿En qué mejora potenciar nuestras fortalezas? P. 155

¿Para qué nos sirve compensar nuestras debilidades? P. 155

Estilo de vida saludable P. 157

Capítulo 5

Transformando la energía en acción P. 159

¿Qué es la energía vital? P. 159

¿Cómo activar la glándula timo? P. 163

Dirigir la energía vital hacia los objetivos P. 170

Dirigir la energía vital hacia las metas P. 171

Dirigir la energía vital hacia los deseos P. 172

Dirigir la energía vital hacia los sueños P. 177

Otras formas de incrementar la energía vital P. 179

Beneficios de la energía vital P. 181

¿Cómo relacionamos la energía vital con el amor y el sexo? P. 183

¿Cómo mejorar nuestra vitalidad? P. 186

Despertar la energía P. 189

Tips para tu energía vital P. 191

Capítulo 6

La vitalidad: factor clave para el éxito P. 197

Fórmulas naturales para entrenar la vitalidad P. 197

Lo vital en la tecnología y deporte P. 202

¿Cómo variar la rutina? P. 204

¿Cómo entrenar para la vida? P. 208

Siempre, fresca, joven y vital P. 210

Un viaje hacia la vitalidad plena P. 212

Bibliografía P. 215

Soy mujer, soy vital

Libera tu potencial y brilla con tu luz

Patricia Fragapane Federiconi

Prólogo

Este libro es una hermosa invitación para encontrarnos con esa energía poderosa, a descubrir que la vitalidad no es solo una cuestión de salud física, sino un equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu.

Desde mi juventud hasta la actualidad, llevo prácticamente más de la mitad de mi vida estudiando a la mujer y su integridad. Comenzando con la ginecología, profesión que ejerzo con toda pasión, hasta la profundidad de este valioso ser que nos habita a cada una de nosotras.

Ser mujer es abrazar la vida con pasión, con autenticidad y con la valentía de ser quienes realmente somos.

Al recorrer estas páginas exploraremos los pilares de una vida saludable: el amor propio, el movimiento, la conexión con un otro, la importancia del descanso, la nutrición, la estética, la pasión, siempre vinculados a la vitalidad.

Más que consejos, aquí encontrarás una guía para redescubrir la alegría de vivir con plenitud, de despertar cada día con la certeza de que tu fuerza lo es todo.

Verás cómo el cuerpo y la mente de una mujer pueden convertirse en herramientas de transformación personal, y cómo el deporte puede ser para muchas un espacio de libertad y expresión.

A ti, lectora o lector, te invito a sumergirte en este viaje, no solo para entender lo que significa ser una mujer vital, sino para comenzar a transitar este camino.

Que estas páginas sean una fuente de motivación y un recordatorio de que, tanto en el deporte como en la vida, no hay límites para quien está dispuesta a comenzar una vida plena.

La mujer es fuerza, es cambio, es luz en movimiento.

Bienvenida a este viaje hacia tu vitalidad.

Ana Oronel Médica ginecóloga y obstetraEspecialista universitaria en patologías del tracto genital inferiorDocente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo

Introducción

La importancia de la vitalidad en nuestras vidas

¿Qué es una vida activa y vital? ¿Cómo podemos conseguirla y mantenerla a lo largo de los años? Estas son algunas de las preguntas que muchas personas se hacen en la actualidad, sobre todo cuando se vive en un contexto de estrés y sedentarismo que afecta a nuestra calidad de vida. En este libro, vamos a explorar algunos de los factores que influyen para llevar un estilo de vida saludable, así como algunas recomendaciones prácticas para incorporarlos en nuestro día a día.

Con la vitalidad nacemos: está en nosotros activarla en cada etapa de la vida.

Gracias a ella podemos vivir con abundancia. Esa energía aflora siempre y cuando sepamos cultivarla. Es algo que todos deseamos y buscamos, especialmente cuando llegamos a la etapa de la adultez que suele estar marcada por cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales.

Sin embargo, la vitalidad se construye de forma positiva si sabemos cómo guiarla. Depende de muchos factores: de nuestra salud, estilo de vida, relaciones familiares, de pareja y sociales, sentido de propósito y nuestra satisfacción personal.

Es de mi interés querer compartirles mi experiencia como mujer adulta, y cómo he logrado activar mi vitalidad en cada una de las etapas de la adultez.

No pretendo darle recetas mágicas ni soluciones universales, sino mostrar que se puede afrontar los desatinos y las oportunidades que se nos presentan en el largo camino de la vida. Lo esencial es aprender a cuidarse y a disfrutar de lo que realmente se tiene y nos hace feliz. Dar consejos prácticos basados en la evidencia científica de reconocidos autores que han estudiado la vitalidad en todos sus aspectos, para mejorar la actividad física, alimentación, sueño, mente, relaciones sociales y el sentido de propósito, es otro de mis objetivos. Estos aspectos son fundamentales para la placidez y en especial para el bienestar. Este libro es el resultado de mi propia vivencia como mujer vital, pero también de mi formación y de mi experiencia en el deporte. He recopilado información de diversas fuentes, como libros, artículos científicos, páginas web y testimonios e historias de vida. He tratado de ser rigurosa y objetiva, tanto en la selección como en el análisis de datos, aunque he incorporado mi visión personal y subjetiva.

Mi objetivo con este libro es inspirar a vivir con calidad, a celebrar la adultez, a vivir alegres sin importar la edad y a aprovechar al máximo las fortalezas que nos da esta etapa tan rica y diversa. Quiero que se sientan identificados con mis experiencias, que se cuestionen sus creencias, que se motiven a tomar acciones y que se entretengan con mis anécdotas. Los invito a descubrir, a disfrutar de la vida con vitalidad, con energía y entusiasmo: es un libro para leer, para pensar y para actuar. Es un libro para vivir mejor.

Capítulo 1

Explorando la vitalidad

Tengo que vivir

<…el diagnóstico del estudio dio positivo: melanoma de piel…>

Me dije a mí misma: “Este no puede ser el resultado, o quizás no sea tan grave”.

En Mendoza, la provincia donde vivo, la primavera del año 2004, asomaba con todo su esplendor y merecía ser recibida en la costa del Pacífico, a 380 kilómetros de mi ciudad, más precisamente, en la emblemática playa de Reñaca, prestigioso balneario de Viña del Mar, Chile.

Así fue que partimos con amigos por el fin de semana a tomar unos días de descanso. Todo prometía pasar unos días de relax y, sobre todo, de disfrutar del clima tan propicio en la Quinta Región. Nada más placentero que estar recostada sobre la tibia arena, viendo volar las gaviotas sobre el mar, a su vez sintiendo los primeros calores sobre la piel. El día se presentaba lleno de posibilidades y aventuras. Creo que es el regocijo de todo ser humano.

Eran esos tiempos en los que primaba recibir la llegada del verano con la piel dorada y así lucir más radiante durante toda la temporada, sin darnos cuenta del daño que nos estábamos causando. Es así, como ocurrió lo inesperado. Durante tres días, mi piel estuvo expuesta al sol en diferentes horas del día. Pero este órgano, el más grande del cuerpo, al que yo estaba alterando su función, la de proteger al cuerpo de lesiones y enfermedades, reaccionó de manera lógica. Al rozar con mi remera la parte superior de mi brazo, por debajo del hombro, sentí una pequeña molestia, una mezcla de ardor e irritación.

Como no podía mirarme, palpé una especie de lunar inflamado. Confieso que no sabía que en esa zona de mi cuerpo tuviera un lunar. Efectivamente, lo era. Pensé que podía ser un granito en su mejor estado de maduración. Al regresar al departamento, me miré en el espejo y noté algo extraño. Cuando entré a ducharme, volví a mirarlo y vi un pequeño lunar con el contorno inflamado, de color muy rojo.

Nada me hacía pensar otra cosa que un granito dentro del lunar. Debía esperar a que madurara. Lo apreté para acelerar el proceso, pero no hubo reacción alguna.

Al darme un baño, noté que el agua tibia sobre mi hombro aumentó la molestia. Al intentar secarme con la toalla, el dolor se intensificó de manera insoportable. Esto ya no me parecía normal, así que decidí no ignorarlo más. Esperé hasta el día siguiente para ver si mejoraba.

Ese día me encontraba sola. El ardor se hacía notar cada vez más y se manifestaba como una aflicción, algo intolerable. Me intrigaba saber qué me lo ocasionaba. Cada vez más persistente y su aspecto muy inflamado. Al comentarlo con mi gente, todos coincidieron en lo mismo: hacer una consulta lo antes posible.

Al día siguiente decidí no exponerme al sol. Me encontraba inquieta y preocupada. Mirarme con un espejito era una constante. Al tercer día, al ver que nada cambiaba, sino que se complicaba más el panorama, decidí regresar a mi casa en Mendoza. Al llegar, llamé a mi dermatólogo, un genio en su especialidad. De inmediato me recibió en su consultorio. Me extrajo el lunar para llevarlo a analizar. Si bien estaba más tranquila, no dejaba de ser angustioso esperar los resultados. La espera se hizo fastidiosa.

Mi vida continuó como siempre: la rutina del trabajo, la actividad física, mis quehaceres domésticos; con la variante de que mi estómago estaba anudado. No me atrevía a pensar en algo malo. Mi actitud era muy positiva...

<No me rendiré ante nada, soy una mujer vital, tengo vitalidad, me repetía, me queda mucho por vivir>. Ese pensamiento es el que me inyecta vida cada día. Sobre todo, porque no sentía ninguna señal de alarma que me indicara que algo andaba mal. Mi vitalidad era imparable.

Hasta que llegó el día de hacerle frete a los análisis, como una atleta en la línea de largada: lista para correr y superar obstáculos.

La secretaria del laboratorio me soltó la bomba con una sonrisa forzada…<sus estudios, señora, fueron enviados a Buenos Aires para ser revisados por expertos. Hay una patología que demanda un análisis más detallado…Estábamos a punto de llamar a su médico para informarle>.

Todo en mí se desplomó. Me quedé muda, sin reacción. El dorado de mi piel se tornó gris. Estaba sola. Mi mirada se perdió en el vacío. Con un simple “está bien”, salí de allí sin decir más y sin saber a dónde ir. Estaba en shock.

Cuando reaccioné, llamé a mi doctor. Él se encargó de contactar con el laboratorio.

Tenía que seguir esperando una semana más. Fueron los siete días más extraños y confusos de mi vida. Sin saber qué pasaba, me aferré al deporte, a seguir con una actividad física más intensa, donde sin saber nada aún, protegía mi brazo de los rayos del sol quizás demasiado tarde. A los pocos días, me confirmaron el resultado: “melanoma positivo”, uno de los cánceres más agresivos, con un pronóstico de seis meses de vida.

Sin embargo, me repetía una y otra vez...la primera regla para ser vital es querer vivir.

¿Qué es la vitalidad?

Ante la inminente operación que determinaría la gravedad de mi caso, decidí refugiarme en la investigación. Quería saber más sobre esta afección que me paralizaba. Sin embargo, no descuidé mi interés por el deporte, pretendía mantenerme en estado ante cualquier atentado contra mi salud. Continuar con mi rutina me alivió el proceso. Estaba convencida de que mi actitud positiva con un buen estado físico serían mis grandes aliados contra este intruso melanoma.

Recuerdo que, en una conversación con mi oncólogo, me aseguró, que en el comité médico se habían sorprendido de cómo había llegado al límite sin tener mayores riesgos sobre el estado del melanoma. El resultado del estudio dio 4,99. El grado histológico, el grado de Nottingham o el grado de Elton, son los números que, al sumar un total de 3 a 5, indican que el cáncer es de grado 1 (bien diferenciado). Si suman en total 6 o 7, el cáncer es de grado 2 (moderadamente diferenciado). Si suman en total 8 o 9, el cáncer es de grado 3 (pobremente diferenciado).

Fue en esa misma cita con mi médico cuando me planteó dos opciones de tratamiento. Una era tomar una medicación que, por sus efectos secundarios similares a los de la gripe, podría dejarme postrada en una cama durante un año, hasta completar el tratamiento. La otra era someterme a estudios exhaustivos de la mayoría de los órganos, además de análisis de sangre y orina, cada tres meses, durante cinco años. Mientras escuchaba, pensaba en mi entrenamiento físico. Si elegía la primera opción, lo perdería o me debilitaría tanto que me costaría recuperarme. Por supuesto, opté por la segunda, o sea cinco años con estudios periódicos. Una vez tomada la decisión, mi pregunta fue: ¿cuándo puedo volver a correr?

A los veinte días ya estaba trotando por los senderos de nuestro parque General San Martín ubicado a dos kilómetros del km0 de la ciudad de Mendoza. Eso sí, muy cuidadosa de mi piel y extremadamente protegida del sol. Cuando mis compañeros y gran parte de los atletas se enteraron de mi condición, tomaron conciencia sobre el cuidado intensivo que hay que tener frente a los dañinos rayos solares.

Fue y es tanta la información que tengo en mi cabeza que me cuesta ordenar las ideas para empezar a contar cómo llegué a ser una mujer vital, a pesar de todo.

Se habla todo el tiempo de vitalidad en los medios masivos y digitales, plataformas, magazines, emplean este término infinidad de veces en todo sentido. Un término que tiene su trayectoria, pero hoy ha tomado tal relevancia para emparejarse con lo que está en boga: la salud vital.

“La vitalidad: una llave hacia el bienestar pleno”.

Ser y estar vital es un aspecto fundamental en la vida de cada individuo. No se trata solo de la energía física que se posee, sino de ese estado de equilibrio y bienestar general que nos permite disfrutar plenamente de cada día. Es mi intención explorar la importancia de la vitalidad en nuestra vida cotidiana, sus beneficios y cómo podemos fortalecerla. Tal vitalidad es una fuerza que nos impulsa a vivir, a sentir, a crear. Es la chispa que enciende nuestra pasión, nuestra motivación, nuestra alegría. Es la energía que fluye por nuestro cuerpo, mente y espíritu. Es la capacidad de adaptarnos, de superarnos, de trascender. Es algo innato y que se cultiva, se desarrolla, se expresa. La vitalidad depende del estado de nuestra salud física y mental, nuestro entorno social y natural, nuestro propósito y sentido de la vida. Se nutre de hábitos saludables, de relaciones positivas, de aprendizajes constantes, de desafíos estimulantes. Tampoco, es una característica estática, sino que cambia a lo largo de nuestro ciclo vital. Ella se manifiesta de diferentes formas según nuestra edad, nuestras circunstancias, nuestras necesidades. Se renueva, se transforma, se reinventa. Se la considera una cualidad humana que nos permite disfrutar plenamente de nuestra existencia, enfrentar los obstáculos con resiliencia y contribuir al bienestar colectivo. Con ella tomamos una actitud ante la vida que nos hace sentir vivos. A menudo, cuando me ven trotar por los senderos del parque, el frondoso pulmón verde de nuestra pintoresca ciudad, me preguntan de dónde saco fuerzas para seguir corriendo o si me duelen las rodillas. Con una sonrisa, respondo que trato mis dolores en cuanto aparecen, no me dejo estar. Todo dolor debe ser atendido de inmediato para evaluar su gravedad. En mis rodillas, solo siento molestias, nada grave por suerte. Es el resultado del esfuerzo físico al que me someto. Al finalizar la actividad, siento que rejuvenezco. Mi estado físico se fortalece, mi mente se despeja de pensamientos nocivos y mi alma brilla. Me siento sumamente vital, ya que mis fuerzas se renuevan. Literalmente hablando, me endorfino, o sea, siento mis endorfinas florecer.

Hoy no lo hago con tanta exigencia. Me exigí cuando entrenaba para correr maratones. Ahora no me interesa competir, sí conservar mi estado. Es el mismo cuerpo el que me pide hacerlo. Dos días sin practicar la actividad, mi vida pierde sentido. El dolor muscular es el mismo de siempre. Mientras más adulta, trato de ser más moderada en mi ritmo y frecuencia para realizar los entrenamientos.

Sin vueltas, en primer lugar, una buena calidad de vida es la que nos permite disfrutar de nuestro entorno sanamente y con vigor. Cuando tenemos energía y vitalidad, nos sentimos más motivados y capaces de enfrentar los retos cotidianos. Permanecemos activos, tanto física como mentalmente, contempla a nuestro ser un estado íntegro. Nuestro espíritu se regocija ante tanta salud, lo que contribuye a cumplir años en forma saludable. Es la misma vitalidad, la que nos impulsa a buscar nuevas experiencias y aprovechar al máximo cada momento, otorgando una sensación de satisfacción y de saber que puedo dar más. No abundar en la cantidad, sino en calidad de vida.

Ese estado vital está estrechamente vinculado con la salud. Un cuerpo fortalecido es menos propenso a sufrir enfermedades y tiene una capacidad de recuperación más rápida. Es así, que cuando suspendo el ejercicio por un tiempo, en este caso correr, por un tiempo, mis defensas caen hasta llegar a enfermarme: un resfrío, dolor de garganta, problemas digestivos u otra dolencia. Mi físico está acostumbrado al trote constante, se expresa con este tipo de afecciones cuando no lo hago, me insinúa que debo volver al ruedo.

Cuando estamos enérgicos, nuestra mente se encuentra más clara y alerta, lo que nos permite tomar decisiones de manera más eficiente. Por otro lado, podemos disfrutar de una mejor calidad del sueño, lo que nos ayuda a sentirnos descansados y revitalizados al despertar. En lo que llevo de vida no he necesitado de medicación alguna para conciliar el sueño. Si me encuentro alterada en algún momento de la noche, solo atino a efectuar tres respiraciones profundas, mientras escucho alguna melodía suave que me ayude a concordar el sueño. Soy consciente de que tengo una hora determinada para dormir profundamente, como todos. Si me paso de ese horario, me cuesta armonizar el proceso.

Pero, ese estado exultante que se vive no es gratuito. Esa transformación tiene un principio. Ese principio está dado cuando uno decide ser un “ser vital”, el de llevar una vida sana, en privarse hasta de los grandes placeres de la vida. Todo nace en uno y es uno mismo el que tiene que dar el pie inicial. Soy una comprometida con esta decisión, porque sé que, al salirme del camino, voy a sufrir consecuencias que no me hacen bien. Cada uno sabe cómo se siente y como se sentirá después. Son elecciones que hay que ir tomando hasta encontrar la estabilidad, y adoptarla de por vida.

¿Cuándo decidimos ser un “ser vital”?

Una persona elige ser vital cuando reconoce que la vida merece ser vivida con salud. Es fundamental valorar lo que somos y tenemos hoy, protegerlo e ir mejorando para un futuro inmediato. Al estar agradecidos evitamos caer en el pesimismo o la resignación. Al proponernos metas que nos motivan y desafían, no nos rendimos ante los obstáculos o las críticas. Nos cuidamos a nosotros mismos. Nos expresamos con autenticidad y confianza, sin callarnos ni conformarnos. Disfrutamos del presente y nos divertimos, sin aburrirnos ni angustiarnos. Al decidir ser vital, una persona opta por vivir con alegría, pasión y optimismo, contagiando su energía positiva a quienes la rodean. Ser vital es una decisión que implica una actitud, una forma de ver y vivir la vida.

Cuando estoy convencida que quiero darle un vuelco a mi existir en todo sentido, desde lo más íntimo hasta lo más superfluo, es ahí donde nace esa inquietud de querer transformar mi estado vital en algo inigualable y puramente auténtico.

Creo que lograr lo vital no significa perder la esencia, sino potenciarla y enriquecerla. No implica cambiar la personalidad, gustos o valores, sino expresarlos con más fuerza y claridad. Además, nos permite seguir siendo uno mismo, pero priorizando la salud siendo cada día un nuevo despertar.

Está en mí compartir estos pensamientos, los que me llevaron a creer que mis grandes logros en la vida han sido fruto de gozar de una buena salud en su totalidad. Ha sido un largo camino en el que experimenté infinidad de situaciones que me encausaron hacia un recorrido de paz y armonía.

Porque activar diariamente la vitalidad es ser fiel a uno mismo, es mostrar al mundo nuestra luz y belleza, es no dejar que nadie apague esa llama que nos ilumina a diario, es vivir con pasión, con amor y con nobleza. La vitalidad permite cuidar del cuerpo y de la mente, es alimentarse bien, hacer ejercicio y descansar, es mantener el cerebro activo y el espíritu presente, es estar en armonía para saber convivir con lo demás. Y aunque parezca banal, es tomarse la vida con una cierta liviandad, de no perder la sonrisa, de saber que siempre hay buenos momentos que debemos reclamar porque son nuestros. Porque ser vital es arriesgarse a vivir cada día algo nuevo, innovar en las experiencias como en los sentires, pero siempre conservando lo que nos une a nuestros más fieles afectos. Este estado de gozo por el que transitamos a diario nos facilita expresar emociones con sinceridad, es comunicar con asertividad y respeto, es resolver los problemas sabiamente, es aceptar los errores con humildad y sin complejo alguno. Gozando de vitalidad nos da permiso a disfrutar de los momentos con intensidad, es agradecer lo que se tiene y lo que se es, es celebrar logros y los de la gente, es buscar lo que anhelamos y lo que interesa. Es ser uno mismo, pero mejorado, es potenciar nuestra esencia y personalidad, es no perder la identidad, sino reforzarla, es vivir sano, con plenitud y con calidad.

¡Vive con vitalidad, porque cada día es una nueva oportunidad!

¿Cómo podemos fortalecer nuestra vitalidad?

Me gustaría dirigirme especialmente a aquellos adultos que han recorrido un largo camino en la vida y acumulado una rica experiencia. En particular, quiero hablarles a las mujeres que sienten haber llegado a un punto crítico, donde creen que ya no tienen oportunidades para transformarse, crecer o alcanzar sus aspiraciones.

Lo anteriormente hablado ha sido una introducción a lo que ese estado vital nos proporciona como seres humanos. Eso no es propiedad absoluta de la juventud. Está en cada una de nosotras descubrir ese deseo de renovarnos. Es una cualidad, algo que nació con nosotros y lo tenemos que activar. Porque, así damos comienzo a una etapa maravillosa de nuestra vida en la que vamos a poder canalizar toda experiencia vivida.

No obstante, debemos ser creativos y fortalecernos, más aún cuando se está llegando a la mitad de la vida o más, lo que resulta beneficioso para nuestra salud física, mental y emocional. Cuando, también, tiene lugar jugar con la creatividad, siendo esta, una habilidad que se puede entrenar y mejorar con la práctica, el estímulo y la motivación.

Dedicar tiempo a pensar e imaginar. Dejarse llevar por los instintos, volar, soñar abordando temas que interesen o preocupen, no limitarse por la lógica o la rigidez.

Buscar inspiración en otras fuentes. Leer y concentrarse en lo que se lee y hacerlo extensivo a la propia vida, al igual que la música, escucharla hasta emocionarse y que esa misma emoción nos llene de pasión. Mirar una película, sentirse protagonista de la misma historia, historias que reflejen nuestra esencia. Caminar, visitar lugares que ilustren e instruyan, explorar otras culturas. Viajar y descubrir en cada país su idiosincrasia, cultura y costumbres. Formar nuevas relaciones e incorporar nuevas amistades a la vida. Si no se puede viajar, entonces a explorar lugares dentro de nuestro ámbito. No negarse a dar el paso inicial. Hacer todo lo que se desea, tener el poder de decidir sin condicionantes. Es hora de no limitarse, es el momento de sentirnos libres y no renunciar a desbordar nuestra vitalidad, tanto tiempo adormecida.

Aprender algo nuevo que nos deslumbre. Capacitarse en lo que nos apasione, música, pintura, baile, teatro. Estudiar idiomas para revitalizar la memoria: el saber no ocupa lugar. Estar convencidos que aún tenemos vida útil, capaces de seguir aportando de nuestros conocimientos. Seamos el vital ejemplo para nuevas generaciones. Siempre recuerdo a mi abuelo Antonio, quien, a sus más de setenta años, continuaba trabajando en sus viñedos. Siento una profunda admiración por su actitud ante la vida, tan diferente a la que llevamos hoy. Su fortaleza, impregnada de una vitalidad increíble, resuena en mí de manera entrañable. Practicar ejercicios creativos como usar técnicas de yoga, mindfulness o realizar actividades como escribir un cuento, componer una canción, resolver un crucigrama, nos incita al cambio.

Rodearse de personas creativas y divertidas. Compartir ideas con amigos, familiares o colegas que tengan un perfil innovador. Interactuar con otros, intercambia opiniones, estar presente en todo sentido, con solo participar. Decidirse a emprender algún proyecto olvidado en el cajón del escritorio.

“Salir de nuestra zona de confort” es tan cierto: cuando encontramos un lugar en el que nos sentimos cómodos, pensamos <para que moverse si aquí se está cómodo>. El pensar así, nos imposibilita de arriesgar o aventurarnos a nuevos desafíos; hacer cosas diferentes, a jugársela por lo desconocido, o a equivocarse, quizás: de los errores también se aprende. No tener miedo al fracaso ni al qué dirán. La curiosidad y flexibilidad deben ser una constante en cada momento, como un ancla que sostiene firme el barco en medio de la tormenta.

Celebrar la edad que se tiene es una bendición. Tener cincuenta años o más no es un impedimento para ser creativo, sino una oportunidad para generar vitalidad. Exprimir lo que hemos vivido, encarar con sabiduría y madurez lo que se emprenda, hará que el éxito esté asegurado. Se ha transitado un largo camino, nuestro autoconocimiento nos permite manifestar sentires de manera más auténtica, más correcta y con un alto grado de certeza.

No olvidar que la vitalidad es también una actitud que se puede cultivar con hábitos saludables y una mentalidad positiva.

Si bien estas recomendaciones para iniciarte en ser vital, y no solo me dirijo a las mujeres, a los hombres también, que tanto aporte hacen para conservar nuestro espíritu saludable.

En lo personal, lo que me mantuvo siempre vital, fue la actividad física. Llueva, truene, con nieve o con 40º de calor, no dejo de ejercitar. Me hace gracia: cuando viajo mi equipaje es tremendo, recibo comentarios de mi hija Micaela, al ver la cantidad de ropa que llevo. Pero, la mitad de ella es deportiva. No solo prendas y accesorios, sino zapatillas que ocupan mucho lugar. Donde me encuentre no dejo mi rutina del deporte.

Por esto, lo recomiendo, es fundamental cuidar de nuestro cuerpo. Realizar actividad física regularmente, llevar una alimentación equilibrada y asegurarnos de descansar lo suficiente son aspectos clave para mantenernos en forma. El ejercicio físico, por ejemplo, no solo fortalece nuestros músculos, sino que también mejora la circulación y estimula la producción de endorfinas, lo que nos brinda una sensación de bienestar general.

Además, es importante dedicar tiempo a tareas que nos apasionen y nos hagan sentir vivos. La pasión es un motor que impulsa nuestra vitalidad y nos llena de energía. Ya sea practicando un deporte, pintando, leyendo o cualquier quehacer que nos inspire, debemos buscar instancias para conectarnos con nuestras pasiones y nutrir nuestro ser vital.

Asimismo, no podemos olvidar la importancia de mantener relaciones sociales saludables, como afectivas también. El contacto humano y la interacción con personas que nos brindan apoyo y compañía son fundamentales para ser vitales. Sentirnos conectados con nuestros seres queridos, amigos y tener una red de apoyo nos fortalece emocionalmente brindando un sentido de pertenencia y bienestar. Pertenecer a un grupo, ya sea deportivo, laboral, profesional u otro: la importancia de esto es saber que tenemos una obligación que respetar y cumplir. Aquí no importan los años, no sentir vergüenza o miedo, demostrar que se tiene actitud y capacidad para desarrollar tal o cual cosa.

Vivo mi vida al máximo, conectándome con personas de todas las edades, especialmente con jóvenes que me inspiran a seguir adelante. No me dejo limitar por la edad, sino que me empuja a mantenerme activa en el deporte y en el trabajo. Sentirme viva y energética me permite estar a la par con este mundo en constante evolución. La actividad y la conexión con otros son mi fuente de vitalidad y motivación para seguir creciendo y contribuyendo. En conclusión, la vitalidad es el ingrediente clave que impregna nuestra existencia de energía y propósito. Es el motor que nos permite vivir cada día con intensidad, disfrutar de la belleza que nos rodea y superar obstáculos con determinación y entusiasmo. Para cultivar esta vitalidad, es fundamental invertir en nuestro bienestar, nutrir nuestras pasiones y rodearnos de relaciones enriquecedoras que nos inspiren y apoyen. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestra salud física y mental, sino que también ampliamos nuestras posibilidades para transitar una vida plena, auténtica y llena de significado.

¡Que nunca falte esa chispa de vitalidad que nos impulsa a vivir intensamente!

Ser “vital”, es mucho lo que se puede decir de esta palabra que está cambiando el mundo. Tal es así, que los invito a ver el documental del Dr. Dan Buettner sobre “Vive más de 100años: los secretos de las zonas azules”. La vi por Netflix.

El Doctor Dan Buettner es un explorador, investigador y escritor reconocido internacionalmente. Es miembro de la Sociedad National Gegraphic y fundador de Blue Zones, una empresa que aplica las mejores prácticas de longevidad y bienestar en la vida de las personas. Ha escrito varios libros sobre los secretos de vivir más y mejor, basados en sus viajes por el mundo en busca de las zonas azules, lugares donde la gente vive más de 100 años. También ha ganado un premio Emmy por su producción televisiva y tiene tres récords mundiales en ciclismo de distancia. Algunos de los factores que ha identificado como claves para la longevidad son la importancia de la comunidad, la dieta basada en alimentos vegetales, el propósito de vida y el movimiento natural, o sea, la actividad física realizando quehaceres diarios. Actualmente, está trabajando con varias ciudades para implementar el programa Blue Zones y mejorar tanto la salud como la felicidad de sus habitantes. Es muy interesante todo su proyecto y cómo lo está implementando en Estados Unidos con óptimos resultados. Para conocer más sobre Dan Buettner pueden visitar su web.

El documental debutó en la plataforma Cont.ar y en la Televisión Pública de Argentina, y analiza los secretos para vivir más tiempo y de manera más saludable en las llamadas zonas azules.

Estas son cinco regiones del mundo donde las personas tienen una alta expectativa de vida, una baja incidencia de enfermedades y una buena calidad, que no es el material, sino la salud integral. Las zonas azules son: Okinawa (Japón), Cerdeña (Italia), Icaria (Grecia), Nicoya (Costa Rica) y Loma Linda (California). Buettner