Tentaciones Francesas - Camille Bech - E-Book

Tentaciones Francesas E-Book

Camille Bech

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

"Encajaban muy bien los dos, ella era casi tan alta como él, su cabello largo rojizo era liso y su piel clara creaban un contraste agradable con sus ojos verdes y sus labios suculentos". Anais y Pierre son una pareja de recién casados que despierta la envidia de quienes los miran. Se aman y disfrutan de su vida en común. Cuando Pierre conoce casualmente a Zoe, la atracción que le despierta le hará ver de un modo distinto su vida idílica. ¿Sucederá algo entre Pierre y Zoe?-

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Seitenzahl: 37

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Camille Bech

Tentaciones Francesas

LUST

Tentaciones Francesas

Original title:

FRISTELSER - Franske fristelser

 

Translated by Cymbeline Núñez

Copyright © 2017 Camille Bech, 2020 LUST

All rights reserved ISBN 9788726498189

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

LUST

Tentaciones Francesas

 

Anais y Pierre vivían en las afueras de Cannes. Estaban recién casados y mientras él iba todos los días a la ciudad cada mañana para comprar casas viejas para ser restauradas, ella se quedaba en casa disfrutando de su entorno de lujo, una casa que sus padres le habían regalado como regalo de bodas. Anais era hija única de un joyero acaudalado y no iba a tener problemas económicos durante el resto de su vida, ni siquiera si su marido faltaba. Pierre era todo lo que ella podía haber soñado: era guapo, inteligente y rico.

Él se había criado en un hogar que no tenía nada que ver con el de ella, pero tenía buenos modales, lo cual era importante, no solo para Anais, sino para sus padres. Era alto y masculino sin ser musculado, tenía el cabello negro revuelto que transmitía sensualidad y cuando se ponía gafas de sol Anais pensaba que parecía una estrella de cine. Encajaban muy bien los dos, ella era casi tan alta como él, su cabello largo rojizo era liso y su piel clara creaban un contraste agradable con sus ojos verdes y sus labios suculentos.

Cuando salían juntos, la gente les miraba y hablaba de ellos con algo de envidia, pero Anais había aprendido a apreciar la atención a raíz de su infancia y adolescencia, donde había experimentado más espectáculo que juegos. Pierre era un hombre bueno. Era cálido, algo que ella había necesitado toda la vida, pero que nunca había echado en falta porque nunca lo había experimentado, sin embargo, sabía que le faltaba algo hasta que le conoció a él. Anais estiró su cuerpo esbelto en las sábanas delicadas de seda. Pierre ya se había ido cuando ella despertó y vagamente recordó que él la había besado al despedirse, como siempre.

Ella suspiró con deseo y pensó que la luna de miel había pasado demasiado deprisa. Habían estado en el Caribe, donde se alojaron en un hotel de lujo y disfrutaron del sol cuando no estaban en la suite haciendo el amor la mayor parte del día y de la noche. Ella no se había entregado de esa manera a ningún otro hombre que hubiera conocido, con Pierre era diferente. Él podía persuadirla a hacer cualquier cosa porque su corazón estaba en todo lo que pedía. Ella había hecho cosas con él que nunca había hecho con nadie más, y él la apreciaba y, lo que es más importante todavía, la satisfacía.

Su deseo casi insaciable de sexo había contagiado a Anais, y se le ocurrió tomar la iniciativa, algo que de otra manera hubiera considerado un rasgo de una clase de mujer en particular. Pierre no podía evitar bromear con ella, y podía hacerla ruborizarse cuando le preguntaba con voz ronca qué pensaba ella que podrían decir el joyero y su mujer si supieran que su única hija era tan perversa.

 

Pierre miró su reloj, pronto sería la hora de comer, y quería encontrar un café pequeño donde comer y disfrutar del tiempo tan agradable antes de tener que ir a visitar un viejo castillo con viñedo que estaba en venta. Se dobló la chaqueta por encima del brazo y le dijo a su secretaria que se marcharía a casa después de visitar el viñedo. Eligió el primer café que encontró y se sentó con el periódico después de pedir una comida ligera. El tiempo era increíble y le encantaba estar sentado solo, viendo pasar la gente y los coches. Leyó el documento describiendo el viejo castillo con viñedo una última vez.

Si cumplía con las descripciones, sería una inversión excelente que podría generarle mucho dinero. Si Anais hubiera estado interesada en algo semejante, él habría considerado comprar la propiedad para ellos dos, pero podía imaginarse muy claramente lo que ella diría ante la idea de vivir tan aislados en el campo.

—¿Disculpe, hay alguien en esta silla?