Teología Arminiana - Roger E. Olson - E-Book

Teología Arminiana E-Book

Roger E. Olson

0,0

Beschreibung

En este libro, Roger Olson expone la Teología Arminiana clásica y trata las numerosas equivocaciones y deturpaciones que ha sufrido el arminianismo a lo largo de los tiempos. Conciliador, pero penetrante, Olson argumenta que la Teología Arminiana clásica tiene un lugar de derecho en la iglesia evangélica, ya que posee profundas raíces dentro de la teología reformada, aunque presenta importantes diferencias del calvinismo.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 569

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Teología Arminiana: mitos y realidades

© 2022 por Roger E. Olson

Publicado por Editorial Patmos,

Miami, FL. 33169

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por InterVarsity Press, P.O. Box 1400, Downers Grove, IL 60515-1426, con el título Arminian Theology: Myths and Realities © 2006 Roger E. Olson.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se toman de la versión Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas Unidas, y se puede usar solamente bajo licencia.

Traducido por Marcos Eduino

Editado por Vanessa Valle

Diseño por Adrian Romano

Conversión a libro electrónico: Cumbuca Studio

ISBN: 978-1-64691-200-1

Categoría: Doctrina / Teología

Contenido

Prefacio

Introducción: Un manual sobre el arminianismo

MITO 1

La teología arminiana es lo opuesto a la teología reformada/calvinista

Jacobo Arminio y la mayoría de sus fieles seguidores encajan dentro de la amplia interpretación de la tradición reformada; los puntos en común entre el arminianismo y el calvinismo son significativos.

MITO 2

Es posible hacer un híbrido del calvinismo y el arminianismo

A pesar de los puntos en común, el calvinismo y el arminianismo son sistemas de teología cristiana incompatibles; no hay un término medio estable entre estos sistemas en las cuestiones determinantes para ambos.

MITO 3

El arminianismo no es una opción evangélica ortodoxa

La teología arminiana clásica afirma enfáticamente los pilares de la ortodoxia cristiana y promueve los símbolos de la fe cristiana; no es arriana ni liberal.

MITO 4

El corazón del arminianismo es creer en el libre albedrío

El verdadero corazón de la teología arminiana es el carácter amoroso y justo de Dios; el principio formal del arminianismo es la voluntad universal de Dios para la salvación.

MITO 5

La teología arminiana niega la soberanía de Dios

El arminianismo clásico interpreta la soberanía y la providencia de Dios de manera diferente al calvinismo, pero sin negarlas de ninguna manera; Dios está en el control de todo sin controlarlo todo.

MITO 6

El arminianismo es una teología centrada en el hombre

Una antropología optimista es ajena al verdadero arminianismo, el cual está plenamente centrado en Dios. La teología arminiana confiesa la depravación humana, incluyendo la esclavitud de la voluntad.

MITO 7

El arminianismo no es una teología de la gracia

El principio material del pensamiento arminiano clásico es la gracia preveniente. Toda la salvación es total y enteramente por la gracia de Dios.

MITO 8

Los arminianos no creen en la predestinación

La predestinación es un concepto bíblico que el arminianismo clásico acepta, aunque lo interpreta de modo distinto a los calvinistas. La predestinación es el decreto soberano de Dios para elegir a los creyentes en Jesucristo, e incluye la presciencia de Dios de la fe de esos creyentes.

MITO 9

La teología arminiana niega la justificación solo por gracia a través solo de la fe

La teología arminiana clásica es una teología reformada. Eso significa que abraza la imputación divina de la justicia por la gracia de Dios a través solo de la fe y mantiene la distinción entre la justificación y la santificación.

MITO 10

Todos los arminianos creen en la teoría gubernamental de la expiación

No existe una doctrina arminiana de la expiación de Cristo. Muchos arminianos aceptan con entusiasmo la teoría de la sustitución penal, mientras que otros prefieren la teoría gubernamental.

Conclusión: Reglas de compromiso para calvinistas y arminianos evangélicos

Índice de nombres

Índice de temas

Prefacio

SIEMPRE HE SIDO ARMINIANO. Yo fui criado en el hogar de un predicador pentecostal y mi familia era decidida y orgullosamente arminiana. No recuerdo cuando oí el término por primera vez pero primeramente penetró en mi conciencia cuando un líder carismático de renombre y de origen armenio alcanzó prestigio. Mis padres y algunas de mis tíos (misioneros, pastores y líderes denominacionales) hicieron la distinción entre armenio y arminiano. Con todo, es probable que yo haya escuchado el término aun antes, en algún momento cuando algunos de mis parientes, que eran miembros de las iglesias cristianas reformadas, mis padres y otros parientes, en ausencia de mis tíos, conversaban sobre el calvinismo que estos últimos profesaban, y lo contrastaban con nuestro arminianismo. Recuerdo haber estado en una clase de teología en la facultad y el profesor nos recordó que éramos arminianos, ante lo cual uno de los estudiantes objetó en voz alta: «¿Y quién quiere ser de Armenia?» En una clase leímos los libros Life in the Son [La vida en el Hijo] y Elect in the Son [Elegidos en el Hijo] del teólogo arminiano Robert Shank (ambos textos de la Editorial Bethany House, 1989). Tuve dificultad para comprenderlos y pienso que eso sucedió, parcialmente, porque la teología del autor era de la Iglesia de Cristo. Luego adquirí otros libros acerca de la teología arminiana en un intento de descubrir “nuestra” teología. Uno de ellos fue Foundations of Wesleyan Arminian Theology [Fundamentos de la teología arminiana wesleyana] de la teóloga nazarena Mildred Bangs-Wynkoop (Beacon Hill Press, 2000). Otro libro fue Introduction to Christian Doctrine [Introducción a la teología cristiana], un resumen de un volumen sobre doctrina cristiana que fue elaborado por el teólogo nazareno H. Orton Wiley (Beacon Hill Press, 1946). Finalmente, sentí que había llegado a una buena comprensión del tema y lo puse a un lado. Al fin y al cabo, todos a mi alrededor eran arminianos (ya sea que supieran o no) y no había ninguna necesidad específica para defender ese punto de vista.

Las cosas cambiaron cuando me inscribí en un seminario evangélico bautista y empecé a oír el término arminiano siendo usado de modo despectivo. En mis estudios en el seminario mi teología era equiparada al semipelagianismo. Ahora yo precisaba descubrir qué era el semipelagianismo. Uno de mis maestros era el ilustre calvinista evangélico James Montgomery Boice, quien en aquel entonces era el pastor de la Décima Iglesia Presbiteriana de Filadelfia. Debatimos un poco sobre el calvinismo y el arminianismo, pero me di cuenta de que él ya había decidido que la teología de mi iglesia era herética. Boice me animó a profundizar el estudio del tema y también a suscribirme a la revista Eternity [Eternidad], que era la principal alternativa evangélica a la revista Christianity Today [Cristianismo hoy] en la década de los setenta. Yo era un ávido lector de sus publicaciones. Descubrí una ironía fascinante en estas dos revistas evangélicas. Sus políticas editoriales extraoficiales eran claramente orientadas por la teología reformada y la mayoría de los teólogos que escribían para estas revistas eran calvinistas. Pero, por otro lado, estas revistas también incluían voces arminianas de vez en cuando e intentaban ser conciliadoras acerca de las diferencias teológicas entre los evangélicos. Yo me sentía confirmado, y de alguna manera, marginado.

Solo después de que Clark Pinnock, uno de mis mentores teológicos a la distancia (posteriormente llegamos a ser amigos), cambió de manera bastante pública de la teología calvinista al arminianismo, estalló una nueva ronda en la vieja batalla entre el calvinismo y el arminianismo dentro de las filas evangélicas. En aquel entonces, yo anhelaba ser un teólogo evangélico y me di cuenta de que mis opciones estaban, en cierta manera, limitadas a causa de mi arminianismo. La reacción de los calvinistas evangélicos al cambio de mentalidad de Pinnock fue rápida e incisiva y aumentó a medida que él editó dos volúmenes de ensayos defendiendo la teología del arminianismo clásico. Leí los dos volúmenes con gran interés, sin encontrar en ellos o en cualquier otro una exposición directa de la teología del arminianismo clásico en todas sus dimensiones. Durante las décadas de los ochenta y noventa, a medida que mi propia carrera evolucionaba, descubrí que mi mundo evangélico estaba siendo afectado por lo que un amigo reformado llamó «la venganza de los calvinistas». Diversos autores evangélicos y publicaciones empezaron a hacer duros ataques contra la teología arminiana, con informaciones incorrectas e interpretaciones erróneas. Oí y leí que mi propia forma de ser evangélico era llamada «humanista» y «más católica que protestante». ¡Nosotros, mi familia e iglesia, siempre nos consideramos protestantes!

La idea de este libro se formuló cuando leí la edición mayo-junio de 1992 de una interesante y nueva revista llamada Modern Reformation [Reforma Moderna]. Esta revista era totalmente dedicada a criticar el arminianismo a partir de la perspectiva reformada. En la revista encontré lo que consideré serias representaciones equivocadas y retratos poco generosos de mi herencia teológica.

Aproximadamente en esta misma época, un alumno solicitó una reunión para conversar conmigo. En mi oficina él dijo de la manera más sincera: «Profesor Olson, siento decírselo, pero usted no es cristiano.» Esto sucedió en el contexto de una facultad cristiana de artes liberales que no tenía una posición confesional con relación al calvinismo o al arminianismo. En realidad, la denominación que controlaba la facultad y el seminario siempre incluyó calvinistas y arminianos en su medio. Entonces le pregunté al estudiante respecto al porqué de su afirmación y me contestó: «Porque mi pastor dice que los arminianos no son cristianos.» El pastor de él era un calvinista muy conocido, quien después se distanció de esa afirmación. Eventos semejantes dentro de mi propio mundo evangélico dejaron claro para mí que algo estaba sucediendo; lo que mi amigo reformado sarcásticamente llamó «la venganza de los calvinistas» estaba dando lugar a una difundida impresión entre los evangélicos donde el arminianismo, en el mejor de los casos, era una clase inferior de evangélicos y, en el peor de los casos, una clara herejía. Decidí no desmayar bajo la presión, sino más bien levantar la voz en pro de una herencia evangélica tan antigua como el mismo calvinismo y tan participante del movimiento histórico evangélico como el calvinismo. Escribí un artículo para Christianity Today [Cristianismo hoy] que recibió el desafortunado título «No me odie porque soy arminiano». Sentí que el título falsamente nos retrataba al artículo y a mí como exageradamente defensivos. ¡Jamás pensé que los críticos del arminianismo nos odiaran! Pero estaba descubriendo que algunos líderes evangélicos estaban cada vez más malinterpretando el arminianismo clásico. Un líder se etiquetó a sí mismo como «arminiano en recuperación», mientras dejaba el trasfondo de Santidad [wesleyano] por la teología reformada bajo la influencia de un importante teólogo calvinista. Uno de los autores que yo había leído con gran aprecio en la revista Eternity [Eternidad] clasificó a los arminianos como «apenas cristianos» en uno de sus libros de la década de los 90. Un pastor en mi denominación bautista empezó a enseñar que el arminianismo estaba «al borde de la herejía» y «profundamente equivocado». Un colega que frecuentaba la iglesia de aquel pastor me preguntó si yo ya había, en algún momento, considerado la posibilidad de que mi arminianismo era prueba del humanismo latente en mi manera de pensar. Entonces me di cuenta de que muchos de mis amigos arminianos estaban abandonando lo que los identificaba como tales, a favor del «calminiano» o «moderadamente reformado», a fin de evitar conflictos y sospechas que pudieran ser obstáculos a sus carreras en la docencia y en el campo editorial.

Este libro nació del anhelo de limpiar el buen nombre arminiano de las falsas acusaciones y denuncias de herejía o heterodoxia. Mucho de lo que es dicho acerca del arminianismo dentro de los círculos evangélicos, incluso dentro de las congregaciones locales con fuertes voces calvinistas, es simplemente falso y vale la pena enfatizar esto. Espero que este libro no llegue a los lectores como exageradamente defensivo, pues no quiero ser defensivo, mucho menos agresivo. Quiero aclarar la confusión acerca de la teología arminiana y responder a los principales mitos y malentendidos con relación al arminianismo que están difundidos en el mundo evangélico de hoy. Creo que, aunque la mayoría de las personas que se llaman arminianas sean, de hecho, semipelagianas (lo que se explicará en la introducción) tal hecho no convierte al arminianismo en semipelagianismo. (¿A los calvinistas les gustaría que el calvinismo fuera definido y entendido a partir de las creencias mal informadas de algunos laicos reformados?). Creo que debemos volver a la historia a fin de corregir las definiciones y no permitir la utilización popular para redefinir los buenos términos teológicos. Me volveré a los principales teólogos arminianos del pasado y del presente, a fin de definir el verdadero arminianismo. Mi esperanza y oración es que los lectores se acerquen a este proyecto con mente abierta y que puedan guiar sus opiniones acerca del arminianismo por las pruebas. Anhelo que inclusive los calvinistas más conservadores oponentes de la teología arminiana estén, como mínimo, más inclinados a reconsiderar lo que creen los verdaderos arminianos a la luz de las pruebas aquí reunidas.

La naturaleza de este libro

Algunos capítulos de este libro repiten alguna información y argumentos que se encuentran en capítulos previos, pues creo que no todos lectores leerán el libro de principio a fin de forma continua. Si esta repetición ocasional molesta a aquellos que lean el libro entero, les pido las disculpas del caso con anticipación. Mi meta es que este libro sea lo más accesible y de fácil lectura, a pesar de que en ocasiones el tema es complejo. Quizás algunos críticos eruditos podrían sentirse repelidos por esto, sin embargo, mi meta es alcanzar el máximo de lectores posible, de modo que el libro no está escrito, en primer lugar, para expertos (aunque espero que estos se beneficien y les guste la lectura). Decidí intencionalmente no seguir temas paralelos que se alejen demasiado de los argumentos principales de este libro. Los lectores que esperan más discusiones sobre el conocimiento medio o el teísmo abierto (ver cap. 8), por ejemplo, de seguro quedarán decepcionados, pero este libro tiene un propósito principal explicar la teología arminiana como lo es en realidad. Y yo, de manera intencional, mantuve el tema relativamente conciso a fin de hacerlo accesible a un público más amplio.

Este proyecto fue llevado a cabo con la ayuda de numerosos amigos y conocidos. Quiero agradecer a mis muchos amigos calvinistas por sus contribuciones por medio de discusiones vía correo electrónico y conversaciones cara a cara. También agradezco a mis amigos arminianos por su ayuda. Durante la última década participé en muchas discusiones acaloradas y debates con proponentes de ambos campos dentro del movimiento teológico. Ellos me indicaron buenas fuentes y me proveyeron sus percepciones y opiniones eruditas. Agradezco de manera especial a William G. Witt, quien gentilmente compartió conmigo su investigación del PhD. en la Universidad de Notre Dame, su disertación me fue un recurso inestimable. Él es inocente de cualquier error que yo haya cometido. También agradezco a la administración y a los miembros del consejo de la Universidad Baylor, al Decano Paul Powel y al Decano adjunto David Garlang del Seminario Teológico George W. Truett (Seminario de Baylor) por proporcionarme veranos sabáticos y una licencia de investigación. Además, agradezco a Keith Johnson y a Kyle Steinhouser por crear los índices de nombre y de tema.

Este libro está dedicado a tres teólogos que fallecieron mientras yo investigaba y escribía este libro. Cada uno aportó a esta obra de manera bastante sustancial ofreciendo perspectivas y críticas, ellos son mis colegas de teología: A. J. (Chip) Conyers quien fuera mi primer profesor de teología, Ronald G. Grantz, y mi querido amigo y colaborador Stanley J. Grenz. Ellos fallecieron con algunos meses de diferencia y me dejaron empobrecido por sus ausencias, pero la presencia de ellos enriqueció mi vida y a ellos, les dedico muy agradecido este libro.

Introducción

Un manual sobre el arminianismo

ESTE LIBRO ES PARA DOS TIPOS DE PERSONAS: (1) Aquellas que no conocen la teología arminiana, pero les gustaría conocerla y (2) aquellas que piensan que saben sobre el arminianismo, pero que, de hecho, no lo conocen. Muchas personas están incluidas en estas dos categorías. Todo estudiante de teología, laica, pastoral y profesional debería conocer acerca de la teología arminiana, pues ella ejerce una tremenda influencia en la teología de muchas denominaciones protestantes. Algunos de ustedes que están decidiendo si leerán este libro son arminianos, pero no lo saben. El término arminiano no es tan comúnmente utilizado en el siglo XXI.

La reciente ola de interés en el calvinismo ha producido bastante confusión sobre el arminianismo; muchos mitos e ideas erróneas circundan el arminianismo, puesto que tanto sus críticos (sobre todo cristianos reformados) como muchos de sus defensores, lo entienden mal. A raíz de la ola de interés en el calvinismo y en la teología reformada, cristianos de ambos lados quieren saber más sobre la controversia entre los que abrazan la creencia en la predestinación absoluta e incondicional y los que no la abrazan. Los arminianos afirman la predestinación de otra manera, la afirman en el libre albedrío y la predestinación condicional.

Este libro pretende llenar un vacío en la literatura teológica actual. Hasta donde sé, no hay ningún libro impreso en inglés que se dedique exclusivamente a la explicación del arminianismo como un sistema de teología. Algunos de los más severos críticos del arminianismo (que son numerosos entre los calvinistas evangélicos) seguramente considerarán este vacío como algo bueno. Sin embargo, tras la aparición de mi artículo «No me odie porque soy arminiano» en la revista Christianity Today [Cristianismo hoy] en 1999, recibí numerosos mensajes pidiendo información acerca del arminianismo y de la teología arminiana.1 Muchos de los interesados querían leer un libro entero sobre el tema. Desafortunadamente no hay ninguno publicado y los que se encuentran en las bibliotecas son, por lo general, antiguos volúmenes que profundizan mucho más en el tema de lo que el estudiante promedio de teología desea. Los arminianos, o los que sospechan que podrían serlo, quieren llenar el vacío y muchos calvinistas también quieren saber más respecto al arminianismo directamente de la fuente. Por supuesto que estos han leído capítulos aislados acerca del arminianismo en libros de teología calvinista (que es la única fuente que muchos calvinistas tienen sobre el tema), pero que, queriendo ser justos e imparciales, les gustaría leer una autodescripción arminiana completa. Esto será ventajoso para todos. Todo estudiante de teología debería, preferiblemente, leer libros escritos por los mismos proponentes de las diversas teologías en vez de simplemente leer sobre tales teologías a través de los lentes de sus críticos.

Un breve resumen de este libro

Primero necesitamos aclarar un punto importante, el arminianismo no tiene nada que ver con el país de Armenia. Muchas personas pronuncian la palabra erróneamente como si estuviera de algún modo asociada a Armenia, el país de Asia central. La confusión es c- omprensible por la mera semejanza accidental entre el término teológico y la definición geográfica. Los arminianos no son los que nacieron en Armenia. El arminianismo proviene del nombre Jacob (o James) Arminius (1560-1609), Jacobo Arminio como se le conoce en español. Arminio (cuyo nombre de nacimiento era Jacob Harmensz o Jacob Harmenenszoon) fue un teólogo holandés que no tenía ascendencia armenia. Arminio es simplemente la forma latinizada de Harmensz; muchos eruditos de aquella época latinizaban sus nombres, y los miembros de la familia Harmensz, con admiración, homenajearon el líder tribal germánico que resistió a los romanos cuando estos invadieron la Europa Central.

Segundo, Jacobo Arminio es recordado en los anales de la historia de la iglesia como el controvertido pastor y teólogo holandés que escribió innúmeras obras, acumulando tres grandes volúmenes, donde defiende una forma evangélica de sinergismo (creencia en la cooperación divino-humana en la salvación) contra el monergismo (creencia en que Dios es la realidad totalmente determinante en la salvación, que excluye la participación humana). Sin duda alguna, Arminio no fue el primer sinergista de la historia del cristianismo, todos los padres de la iglesia, los griegos de los primeros siglos cristianos y muchos de los católicos eran sinérgicos de algún tipo. Por otra parte, como a Arminio y a sus primeros seguidores conocidos como los « Remonstrantes» les gustaba enfatizar, muchos protestantes antes de él fueron sinergistas en cierto sentido de la palabra. (Al igual que la mayoría de los términos teológicos, el sinergismo tiene muchas facetas de significados, y no todas son positivas, en este caso simplemente significa cualquier creencia en la responsabilidad humana y en la libertad humana de aceptar o rechazar la gracia de la salvación). Philip Melanchton (1497-1560), el representante de Martín Lutero en la Reforma Alemana era sinergista, pero Lutero no lo era. A raíz de la influencia de Melanchton en el luteranismo post-Lutero, muchos luteranos en toda Europa adoptaron una perspectiva sinergista acerca de la salvación, absteniéndose de la predestinación incondicional y afirmando que la gracia es resistible. En un principio, la teología arminiana fue suprimida en las Provincias Unidas (conocidas actualmente como Países Bajos), pero fue entendida posteriormente ahí y diseminada en Inglaterra y las colonias americanas, sobre todo a través de la influencia de John Wesley y de los metodistas. Muchos de los primeros bautistas ( bautistas generales) eran arminianos, así como muchos lo son actualmente. Muchas denominaciones están dedicadas a la teología arminiana, aun donde la terminología no es utilizada. Entre estas denominaciones están todas las pentecostales, restauracionistas (Iglesias de Cristo y otras denominaciones originadas en los avivamientos de Alexander Campbell), los metodistas (y todas las ramificaciones del metodismo, incluso el gran movimiento de Santidad) y muchos, si no todos, bautistas. La influencia de Arminio y de la teología arminiana es profunda y amplia en la teología protestante. Este libro no es esencialmente acerca de Arminio per se, sino sobre la teología que se deriva de su obra teológica en Holanda.

Finalmente, el contexto de este libro es la controversia entre el calvinismo y el arminianismo; si bien es cierto que ambas son formas de protestantismo (aunque algunos calvinistas nieguen que el arminianismo sea auténticamente protestante), estos planteamientos poseen perspectivas bien distintas con relación a las doctrinas de la salvación ( soteriología). Ambas posturas creen en la salvación por la gracia, solamente por medio de la fe ( sola gratia et fides) en oposición a la salvación por medio de la fe y buenas obras. Ambos enfoques niegan que cualquier parte de la salvación pueda estar basada en el mérito humano. Ambos abordajes afirman la única y suprema autoridad de las Escrituras ( sola scriptura) y el sacerdocio de todos los creyentes. Arminio y todos sus seguidores eran y son protestantes hasta la médula. Con todo, los arminianos siempre se han opuesto a creer en la reprobación incondicional, esto es la selección de algunas personas por parte de Dios, para pasar la eternidad en el infierno. Entones al oponerse a eso, ellos también se oponen a la elección incondicional, es decir la selección de algunas personas entre la masa de pecadores para ser salvos independientemente de cualquier cosa que Dios vea en ellos. De acuerdo con los arminianos, las dos cosas están íntimamente conectadas ya que es imposible afirmar la selección incondicional de algunos para la salvación sin que a la vez se afirme la selección incondicional de algunos para la reprobación, lo cual, según creen los arminianos, impugna el carácter de Dios.

La controversia que estalló sobre Arminio en su época sigue hasta el siglo XXI, mayormente entre cristianos protestantes evangélicos en todo el mundo. La tesis de este libro es que el arminianismo está en desventaja en esta polémica porque es poco entendido y a menudo mal representado, tanto por sus críticos como por sus supuestos defensores.

Las muy difundidas malas representaciones del arminianismo, que tenemos en el contexto del continuo debate evangélico sobre la predestinación y el libre albedrío, son una caricatura. Las personas de bien que están implicadas en el debate deben buscar entender de forma correcta ambos lados de la moneda. De manera usual, se dan muchas malas representaciones en los debates intensos y, a veces enérgicos acerca del arminianismo, que tienen lugar en el internet, en pequeños grupos y en publicaciones evangélicas. El arminianismo es tratado como un argumento débil y defectuoso que es fácilmente refutado y destruido por el hecho de no ser descrito de manera justa. Este libro se concentra en los mitos más comunes que lo circundan y en las verdades correspondientes de la teología arminiana. Los amantes de la verdad desearán estar informados de manera adecuada sobre el arminianismo antes de involucrarse o ser persuadidos por argumentos polémicos en contra o a favor de este.

Algunas palabras importantes sobre las palabras

La causa más común de confusión en la teología es el entendimiento equivocado de los términos. El discurso teológico está lleno de dicha confusión, y es por esto que para evitar añadir aún más confusión, se necesitan algunas aclaraciones de terminología. Debido a que algunas discusiones sobre los puntos de vista y los movimientos teológicos distintos al arminianismo son inevitables, y como por lo general se prefiere la autodescripción en relación con las descripciones de adeptos de otras teologías, yo dejaré claro cómo serán utilizados los términos teológicos al describir tanto la teología arminiana como a la no arminiana. Espero que los partidarios de estas teologías encuentren sus puntos de vista representados de manera justa.

El calvinismo es utilizado para indicar las creencias soteriológicas compartidas por personas que consideran a Juan Calvino (1509-1564), de Ginebra, como el mayor organizador y proveedor de verdades bíblicas durante la Reforma Protestante. El calvinismo es la teología que enfatiza la soberanía absoluta de Dios como la realidad totalmente determinante, sobre todo en lo referente a la salvación. La mayoría de los calvinistas clásicos o calvinistas rígidos está de acuerdo en que los seres humanos son totalmente depravados (incapaces de hacer alguna cosa espiritualmente buena, incluso el ejercicio de la buena voluntad para con Dios), que son elegidos (predestinados) de forma incondicional tanto para la salvación como para la condenación (aunque muchos calvinistas rechacen el «horrible decreto» de Calvino de la reprobación), que la muerte expiatoria de Cristo en la cruz se destinó solo a los elegidos (algunos calvinistas se oponen), que la gracia salvadora de Dios es irresistible (muchos calvinistas prefieren el término eficaz) y que las personas salvas perseverarán hasta la salvación final (seguridad eterna). El calvinismo es el sistema soteriológico que surge de Calvino, que es generalmente conocido por el acróstico TULIP:

Total depravity [Depravación total]

Unconditional election [Elección incondicional]

Limited atonement [Expiación limitada]

Irresistible grace [Gracia irresistible]

Perseverance of the saints [Perseverancia de los santos].2

El término teología reformada será usado para designar algo más amplio que el calvinismo, aunque los dos sean intercambiables. La teología reformada se origina no solo de Calvino, sino que también surge de innumerables contemporáneos suyos, incluso Ulrico Zwinglio y Martin Bucer. Esta teología reformada fue ampliada para incorporar muchos pensadores y denominaciones representadas por la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, siendo que no todas estas denominaciones son calvinistas en el sentido estricto o clásico.3

A lo largo de todo este libro el arminianismo será utilizado como sinónimo de la teología arminiana. Esta teología define no tanto un movimiento, sino una perspectiva acerca de la salvación (y otros temas teológicos) que es compartida por personas que difieren entre sí en otros temas. El arminianismo no tiene sede y no está, sobre todo, asociado a alguna organización. En este sentido es muy parecido al calvinismo. Ambos son puntos de vista teológicos o aún sistemas originarios de escritos de un pensador seminal. No se trata de un movimiento u organización.

Cuando el término arminianismo fuere utilizado, remitirá a aquella forma de teología protestante que rechaza la elección incondicional (y, sobre todo, la reprobación incondicional), expiación limitada y gracia irresistible, puesto que el arminianismo afirma que el carácter de Dios es compasivo, tiene amor universal por todo el mundo y por todos en el mundo, y concede el libre albedrío restaurado por la gracia para aceptar o rechazar la gracia de Dios, lo que conduce a la vida eterna o destrucción espiritual. El arminianismo bajo consideración, es el arminianismo de corazón en oposición al arminianismo de cabeza, una diferencia introducida por el teólogo reformado Alan Sell en el libro The Great debate: Calvinism, Arminianism and Salvation [El gran debate: calvinismo, arminianismo y la salvación].4El arminianismo de la cabeza posee un énfasis en el libre albedrío que está basado en el iluminismo y es más comúnmente encontrado en los círculos protestantes liberales (inclusive entre personas reformadas liberalizadas).5 Su marca característica es una antropología optimista que niega la depravación total y la absoluta necesidad de gracia sobrenatural para la salvación. Es optimista con relación a la habilidad de los seres humanos en ejercer una buena voluntad para con Dios y sus semejantes sin la gracia preveniente (capacitadora, auxiliadora) sobrenatural, es decir, es pelagiano o, como mínimo, semipelagiano.

El arminianismo de corazón es el objeto de estudio de este libro y es el arminianismo original de Arminio, Wesley y sus herederos evangélicos. Los arminianos de corazón no niegan la depravación total (aunque prefieren otro término para designar la incapacidad espiritual humana), o la absoluta necesidad de la gracia sobrenatural para aun el primer ejercicio de una buena voluntad para con Dios. Los arminianos de corazón son los verdaderos arminianos, puesto que son fieles a los impulsos originales de Arminio y sus primeros seguidores, en oposición a los remonstrantes posteriores (que se distanciaron de las enseñanzas de Arminio y entraron en la teología liberal) y a los arminianos modernos de la cabeza, que glorifican la razón y la libertad sobre la revelación divina y la gracia sobrenatural.

El sinergismo y el monergismo son términos con muchos matices en el significado. Ambos son conceptos esenciales en esta discusión, pero ambos se aplican a esferas más amplias que el calvinismo y el arminianismo. El sinergismo es cualquier creencia teológica en la libre participación humana en la salvación. Sus formas heréticas en la teología cristiana son el pelagianismo y el semipelagianismo. El primero niega el pecado original y eleva las habilidades humanas morales y naturales para vivir vidas espirituales completas. El segundo abraza una versión modificada del pecado original, pero cree que los seres humanos tienen habilidades, aun en su estado caído, para iniciar la salvación al ejercer una buena voluntad para con Dios.6 Cuando los teólogos conservadores declaran que el sinergismo es una herejía, a menudo se están refiriendo a estas dos formas pelagianas de sinergismo. ¡Contrario a los críticos confusos, el arminianismo clásico no es pelagiano ni semipelagiano! pero es sinérgico. El arminianismo es el sinergismo evangélico en oposición al sinergismo herético y humanista. El término sinergismo será utilizado a lo largo de todo este libro y el contexto aclarará a que tipo de sinergismo se refiere. Cuando me refiera al sinergismo arminiano estaré apuntando al sinergismo evangélico que afirma la anticipación de la gracia para que todo ser humano ejerza una buena voluntad para con Dios, incluso la simple no resistencia a la obra salvadora de Cristo.

El monergismo también es un término amplio y, a veces, confuso. Su sentido más amplio señala a Dios como la realidad que todo lo determina, lo cual significa que todas las cosas en la naturaleza y en la historia están bajo el control directo de Dios. No necesariamente implica que Dios sea la causa directa de todas las cosas, pero necesariamente implica que nada puede suceder contra la voluntad de Dios y que Dios está íntimamente involucrado (aunque trabajando por medio de causas secundarias) en todo, por tanto en la naturaleza e historia se refleja la voluntad primaria de Dios. Por consiguiente muchas veces se toma el monergismo para decir que inclusive la Caída de la humanidad en el huerto del Edén fue planeada y dirigida por Dios.7 (Por lo general, el sinergismo de todas las variantes rechaza tal visión y vincula la Caída con un riesgo que Dios tomó en la creación y que resultó en el mal uso del libre albedrío por parte de la humanidad). En esencia el monergismo significa que Dios es la única agencia determinante en la salvación. Por ejemplo, no hay cooperación entre Dios y la persona que está siendo salva que no esté determinada por Dios, al actuar en la persona por medio de la gracia regeneradora. El monergismo es mayor que el calvinismo, lo vemos con Martín Lutero quien fue un monergista (aunque de modo inconsistente), y con Agustín quien lo fue también en sus escritos posteriores. Algunos pensadores católicos fueron monergistas, aunque la teología católica tiende a favorecer una forma de sinergismo. En este libro utilizo el término monergismo para describir la voluntad y el poder de Dios totalmente determinantes excluyendo la libre cooperación o resistencia humana.

A menudo se dice que el debate entre el calvinismo y el arminianismo está basado en la discordia acerca de la predestinación y el libre albedrío, este es el mito común y casi folclórico con relación a todo este tema. En un nivel más polémico, algunos afirman que el desacuerdo está más relacionado a la gracia (calvinismo) y las buenas obras (arminianismo). ¡Los arminianos se ofenden con esto! Ellos afirman la gracia tan incisivamente como cualquier otra rama del cristianismo, y mucho más que algunas. Pero los arminianos también afirman la predestinación, tanto como muchos calvinistas afirman el libre albedrío en algún sentido. A lo largo de este libro se hace un intento por aclarar algunos de los usos inadecuados de conceptos y términos que afectan los diálogos entre calvinistas y arminianos. Las personas que dicen que el calvinismo enseña la predestinación y niega el libre albedrío y que los arminianos niegan la predestinación y enseñan el libre albedrío están totalmente equivocadas. ¡Ambos enseñan ambas cosas! Ambos las interpretan de modo distinto. Los arminianos creen en la elección y la predestinación, porque la Biblia lo enseña. Estas son buenas verdades bíblicas que no pueden ser desechadas, así como los calvinistas generalmente también enseñan sobre el libre albedrío (aunque algunos se sientan menos cómodos con el término que otros).

Lo que los arminianos niegan no es la predestinación, sino la predestinación incondicional; ellos abrazan la predestinación condicional basada en la presciencia de Dios de aquellos que libremente responderán de manera positiva a la misericordiosa oferta de Dios y a la habilitación preveniente para aceptarla. Los calvinistas niegan que el libre albedrío implique la habilidad de una persona de hacer más allá de lo que él o ella, de hecho, hacen. Cuando los calvinistas utilizan el término libre albedrío de manera positiva, quieren decir lo que los filósofos llaman el libre albedrío compatibilista, en otras palabras el libre albedrío que es compatible con el determinismo. El libre albedrío es simplemente hacer lo que se quiere hacer, aun si ello está determinado por alguna fuerza interna o externa a la voluntad de la persona. Los calvinistas, por supuesto, no encuentran adecuada la explicación arminiana de la predestinación y los arminianos no creen que la explicación calvinista del libre albedrío sea adecuada. ¡Pero es simplemente un error afirmar que cualquiera de los grupos niega alguno de los dos conceptos! Por tanto, cuando se utilice el término libre albedrío en este libro, será modificado por compatibilista o no compatibilista (o incompatibilista), dependiendo del contexto. (El libre albedrío no compatibilista es la libre agencia que permite que las personas hagan lo contrario de lo que hacen; también puede ser llamado de libre albedrío libertario. Por ejemplo, una persona puede elegir libremente entre pizza o espagueti para la cena (presumiendo que ambos estén disponibles). Si alguien decide el espagueti, la elección es libre en el sentido no compatibilista de que la pizza también podría haber sido escogida. Nada determinó la elección del espagueti, excepto la decisión de la persona. Los arminianos creen que tal libre albedrío libertario en asuntos espirituales es un don de Dios por medio de la gracia preveniente, o sea la gracia que precede y capacita los primeros indicios de una buena voluntad para con Dios). Cuando el término predestinación fuere utilizado, será modificado ya sea por condicional (forma arminiana) o incondicional (forma calvinista), dependiendo del contexto.

Crónica de la teología arminiana

Empezaré el relato de la teología arminiana con Arminio, y sus primeros seguidores, conocidos como los remonstrantes, seguiré con John Wesley y los principales teólogos evangélicos metodistas del siglo XIX, y luego examinaré una variedad de protestantes arminianos clásicos conservadores de los siglos XX y XXI.

Primero, un recordatorio y una aclaración, debido a que el arminianismo se ha vuelto un término de reprobación en los círculos teológicos evangélicos, muchos arminianos no utilizan esa distinción. En una ocasión le informé a un prominente teólogo evangélico que su reciente publicación de teología sistemática era arminiana, aunque que él no hubiese mencionado el término y su respuesta fue: «¡Sí, pero no se lo diga a nadie!» Varios (probablemente muchos) libros teológicos de los siglos XX y XXI son completamente compatibles con el arminianismo clásico y algunos incluso son instruidos por la misma teología de Arminio sin jamás mencionar el arminianismo. ¡Dos teólogos evangélicos metodistas muy influyentes niegan de modo bastante contundente que son arminianos, aunque históricamente es ampliamente conocido que todos los metodistas son arminianos! ¿Por qué pasa esto? Porque ellos no quieren ser considerados, de alguna manera, menos que totalmente bíblicos y evangélicos. Algunos críticos lograron convencer a algunos arminianos de que el arminianismo es heterodoxo, es decir menos que totalmente ortodoxo o bíblico. Además, estos críticos equiparan con éxito, al arminianismo con el semipelagianismo (si no totalmente pelagianismo), de manera que aun a muchos metodistas, pentecostales y miembros de los movimientos de santidad no les gusta ser llamados arminianos.

La cuestión es que, principalmente a mediados del siglo pasado, desde la ascendencia del evangelicalismo post fundamentalista (cuya teología es ampliamente dominada por calvinistas), los arminianos se han esforzado para alcanzar respeto en el círculo teológico y académico evangélico más amplio; algunos simplemente abandonaron el llamarse de esa manera. No es inusual oír a los arminianos describirse a sí mismos como «moderadamente reformados» a fin de agradar a los poderosos e influyentes del movimiento evangélico. Declararse arminiano es atraer para sí una lluvia de preguntas (o simplemente una sospecha disimulada) con relación a la herejía. Muchos líderes evangélicos desinformados simplemente presumen que los arminianos no creen en la absoluta necesidad de la gracia sobrenatural para la salvación. Algunos evangélicos declaran de manera abierta que, si los arminianos evangélicos ya no están en herejía, van caminando hacia ella. Un apologista evangélico prominente declaró de forma pública que los arminianos son cristianos, pero «apenas cristianos». Otro teólogo evangélico influyente sugirió que el engaño satánico puede que sea la causa del arminianismo. Por tanto, aunque algunas de mis fuentes no se autodenominen explícitamente arminianas, todas ellas son, de hecho, arminianas.

Arminio. La fuente primaria de toda la teología arminiana es el mismo Jacobo Arminio. Los tres volúmenes de su colección, en inglés, han sido editados casi ininterrumpidamente por más de un siglo.8 Estos textos contienen discursos ocasionales, comentarios y cartas. Los escritos no son una teología sistemática, aunque algunos de los tratados más largos de Arminio abarquen una gran porción de temas teológicos. Casi todos sus escritos fueron concebidos en el calor de la controversia; él a menudo estaba bajo ataque de los críticos y líderes del estado además de la Iglesia de Holanda, quienes exigían que se explicara. Su célebre debate con un colega calvinista Francisco Gomar, en la Universidad de Leiden, fue la causa de mucha de esa controversia. Arminio fue acusado de todos los tipos de herejía, pero tales acusaciones nunca se sustentaron en ninguna investigación oficial. Pesaban sobre él acusaciones ridículas de que era un agente secreto del papa y de los jesuitas españoles e incluso del gobierno español (las Provincias Unidas se habían liberado recientemente de la dominación católica española), ninguna de las acusaciones era verdadera. Arminio falleció en la cumbre de la controversia de 1609 y sus seguidores, los remonstrantes, asumieron la causa desde donde él la dejó, intentando ampliar las normas teológicas de la iglesia-estado de las Provincias Unidas para permitir el sinergismo evangélico.9

Arminio no creía que estuviese añadiendo nada nuevo a la teología cristiana y en realidad si de hecho lo hizo es discutible. Él explícitamente apeló a los padres de la iglesia, echó mano de métodos y conclusiones teológicas medievales y apuntó a los sinergistas protestantes que lo antecedieron. Sus seguidores dejaron claro que Melanchthon, un líder luterano ortodoxo, y otros luteranos, mantenían visiones similares, si no idénticas. Aunque no haya mencionado por nombre al reformador católico Erasmus, queda claro que la teología de Arminio era semejante a la de él. Balthasar Hubmaier y Menno Simons, líderes anabaptistas del siglo XVI, también presentaron teologías sinergistas que precedieron la de Arminio. Las obras teológicas más importantes de Arminio incluyen la Declaration of Sentiments [Declaración de sentimientos], Modest Examination of Dr. Perkins’s Pamphlet [ Un análisis modesto del folleto del doctor Perkins], Examination of the Theses of Dr. F. Gomarus Respecting Predestination [Análisis de las tesis del doctor F. Gomar respecto a la predestinación], A Letter to Hippolytus A Collibus [Una carta dirigida a Hipólito A. Collibus] y Certain Articles to Be Diligently Examined and Weighed [Artículos que deben ser diligentemente examinados y ponderados].

La relación de Arminio con el arminianismo debe ser tratada con la misma intensidad que la relación de Calvino con el calvinismo. No todo calvinista concuerda totalmente con todo lo encontrado en Calvino y los calvinistas a menudo debaten el significado de Calvino. Tras la muerte de Calvino, el calvinismo se hizo más amplio y ahora incluye, verdaderamente, una diversidad. Entre los seguidores de Calvino encontramos supralapsarianos e infralapsarianos (debatiendo el orden de los decretos divinos con relación a la predestinación) y divergencias acerca de la expiación y de otros temas importantes relacionados a la salvación. A pesar de esto, todos lo tienen como su origen común y se esfuerzan para serle fieles en el espíritu y en cada detalle. Lo mismo sucede con Arminio y los arminianos, él es la raíz y ellos son las ramas.

Los remonstrantes. Tras la muerte precoz de Arminio en 1609, cuando tenía 49 años y estaba en el apogeo de su carrera, aproximadamente 45 ministros y teólogos de las Provincias Unidas formaron un frente que vino a ser conocido como «los Remonstrantes». Ellos recibieron este nombre a causa del título de la exposición teológica presentada por ellos, conocida como la Remonstrancia, que resumió en algunos puntos esenciales lo que Arminio y ellos creían acerca de la salvación, incluso la elección y la predestinación. Entre los líderes de este movimiento estaba Simon Episcopius (1583-1643), Simón Episcopio como se le conoce en español, que llegó a ser el conocido líder de los arminianos antes y después del exilio de ellos de las Provincias Unidas, de 1619 a 1625. Episcopio es, probablemente, autor de los principales documentos de los remonstrantes y eventualmente llegó a ser el primer profesor de teología del seminario Remonstrante fundado después de que recibieron el permiso de regreso del exilio (este seminario, conocido como Seminario Remonstrante, existe aún hoy día en Holanda). Otro líder remonstrante importante fue Hugo Grocio, el estadista y científico político más influyente de Europa (1583-1645), que fue preso por el gobierno holandés tras el Sínodo de Dort, que condenó el arminianismo; sin embargo Hugo logró escapar. Un remonstrante posterior llamado Philip Limborch (1633-1712) llevó el arminianismo más cerca del liberalismo, con el subsiguiente «arminianismo de la cabeza.» Desafortunadamente, muchos críticos del arminianismo del siglo XVIII conocían sólo el arminianismo de Limborch, que estaba más cerca del semipelagianismo que de las enseñanzas del mismo Arminio.

El siglo XVIII. A partir de la época de Limborch, muchos arminianos, especialmente los de la iglesia de Inglaterra y en las iglesias congregacionales, mezclaron el arminianismo con la nueva religión natural de la Ilustración; ellos se convirtieron en los primeros liberales dentro del protestantismo. En Nueva Inglaterra, John Taylor (1694-1761) y Charles Chauncy (1705-1787), de Boston, representaban el arminianismo de cabeza que, a menudo y peligrosamente, se inclinaba bien cerca del pelagianismo, universalismo y aun el arrianismo (negación de la plena deidad de Cristo). El gran predicador puritano y teólogo calvinista Jonathan Edwards (1703-1758) se opuso de manera vehemente a estos hombres y contribuyó para la costumbre de los calvinistas estadounidenses de equiparar el arminianismo a este tipo de teología liberalizante. De manera indudable muchos arminianos estadounidenses e ingleses (sobre todo congregacionalistas y bautistas) se convirtieron a la teología liberal y aun al unitarismo. Si el arminianismo clásico fue el responsable de eso, está en tela de duda. Estas personas abandonaron radicalmente a Arminio y a los primeros remonstrantes, así como Friedrich Schleiermacher, el padre de la teología liberal alemana, abandonó a Calvino sin jamás haber estado bajo la influencia del arminianismo. Schleiermacher, a quien se le acredita por liberalizar la teología protestante en el continente europeo, permaneció como un calvinista de una orden diferente hasta el día de su muerte. Es tan injusto acusar a Arminio o al arminianismo por la deserción de los remonstrantes posteriores como acusar a Calvino o al calvinismo por la deserción de Schleiermacher de la ortodoxia.

Una prueba evidente de que no todos los arminianos se convirtieron en liberales es John Wesley (1703-1791), que se declaraba arminiano y combatió las acusaciones de que el arminianismo llevaba a la heterodoxia y si no, a la total herejía. Fue víctima del tratamiento de los calvinistas con relación al arminianismo y su respuesta al calvinismo fue generalmente muy incisiva. Debido a que él sentía que la mayoría de los críticos del arminianismo poseía poco conocimiento del tema, escribió en 1778: «Que nadie levante la voz en contra el arminianismo, a menos que sepa lo esta palabra significa».10 En «La pregunta: “¿Qué es un arminiano?” contestada por un amante de la gracia,» Wesley escribió que: «Decir “este hombre es un arminiano” tiene el mismo efecto, en muchos oyentes, que decir “este hombre es un perro rabioso”».11 Él continuó exponiendo los principios básicos del arminianismo y desmintió la noción popular de que el arminianismo equivale al arrianismo u otras herejías. En este y en otros escritos, Wesley defendió el sinergismo evangélico al enfatizar que la gracia preveniente de Dios es absolutamente necesaria para la salvación. Wesley es la mayor fuente del arminianismo de corazón; él jamás se apartó de la creencia protestante clásica ortodoxa; pese a su rechazo al calvinismo, él afirmaba de forma apasionada y seria la justificación por la gracia solo a través de la fe, solo por causa de lo que Cristo realizó en la cruz. Los calvinistas a menudo acusan a Wesley de haber desertado del verdadero protestantismo por el hecho de hacer énfasis en la santificación, pero aun eso, según Wesley, es una obra de Dios dentro de una persona, obra que es recibida únicamente por la fe.12

Después de la muerte de Wesley, la mayoría de los teólogos arminianos prominentes se convirtieron en sus seguidores. Todo el movimiento metodista y sus ramificaciones (por ejemplo, el multifacético movimiento de Santidad) adoptaron la versión de Wesley de la doctrina arminiana, que apenas se diferenciaba del mismo Arminio.13 El primer teólogo sistemático del metodismo fue John Fletcher (1729-1785), un contemporáneo más joven de Wesley, cuyas obras escritas llenan nueve tomos. John produjo polémicas cuidadosamente elaboradas contra el calvinismo y a favor del arminianismo. Uno de los teólogos más influyentes del siglo XIX fue el metodista británico Richard Watson (1781-1833), cuyos Christian Institutes [Institutos Cristianos] (1823) proveyeron al metodismo su primer texto autoritativo de teología sistemática. Watson citó a Arminio libre y claramente, además se consideraba a sí mismo y a todos los metodistas wesleyanos como arminianos. Él demostró de manera cuidadosa la deserción de los remonstrantes posteriores, tal como la de Limborch, de la verdadera herencia arminiana. El arminianismo de Watson provee una especie de modelo de excelencia para los arminianos evangélicos, aunque en gran parte no está disponible hoy.

El siglo XIX. Otros metodistas importantes y teólogos arminianos del siglo XIX incluyen a Thomas Summers (1812-1882) y William Burton Pope (1822-1903). Summers produjo Systematic Theology: A Complete Body of Wesleyan Arminian Divinity [Teología Sistemática: Una guía completa de la teología arminiana wesleyana], que se convirtió en una obra de referencia para los arminianos en la última mitad del siglo XIX. Summers representó en esa época lo que Watson representó en la primera mitad del siglo, y al igual que Watson demuestra la deserción de Limborch y otros remonstrantes posteriores de Arminio (y de los primeros remonstrantes) hacia el semipelagianismo y a la teología liberal. Summers se sentía indignado con los teólogos calvinistas evangélicos de su época, que distorsionaban el arminianismo como si fuera herético: «Que ignorancia o descaro tienen esos hombres que acusan a Arminio de pelagianismo o de cualquier inclinación de ese tipo.»14 Por otro lado, Pope contribuyó con un sistema de teología de tres volúmenes, A Compendium of Christian Theology [Un compendio de teología cristiana] (1874), donde presenta una descripción detalladamente protestante de la teología arminiana que no deja duda alguna con respecto a su compromiso con la teología reformada, incluso sobre la salvación por gracia solo por medio de la fe. Él explora la naturaleza de la gracia preveniente de manera más plena y profunda que cualquier otro teólogo arminiano antes de él o durante el periodo de su vida.

Uno de los teólogos arminianos más polémicos del siglo XIX fue el sistemático metodista John Miley (1813-1895), cuya Systematic Theology [Teología Sistemática] llevó a B. B. Warfield, teólogo calvinista de Princeton, a publicar un extenso ataque. Miley presentó una tendencia ligeramente liberalizante en la teología arminiana wesleyana, aunque sea bastante blanda si se le compara con los arminianos de cabeza que, a menudo, cayeron de manera impetuosa en el deísmo, el unitarismo y de forma completa en la teología liberal. Aunque haya alterado algunas posiciones arminianas tradicionales hacia una dirección más moderna, Miley mantuvo un arminiano evangélico. De alguna forma él presenta un puente entre el arminianismo evangélico y conservador (Arminio, Wesley, Watson, Pope, Summers) y la subsiguiente teología metodista liberalizada convencional en el siglo XX (L. Harold DeWolf). Sin embargo, Miley se aferró de manera firme a la supremacía de las Escrituras y siempre argumentó, a partir de la Biblia, al replantear las posiciones teológicas personales. Él afirmaba el pecado original, incluso la «depravación natural» (la incapacidad en temas espirituales) mientras que rechazaba el «demérito innato» (la culpa heredada). Él defendía la teoría gubernamental de la expiación, retornando a Hugo Grocio (no todos los arminianos adoptaron esta visión). Y Miley definía la justificación simplemente como perdón, en vez de una imputación de la obediencia (justicia) pasiva y activa de Dios. Algunas de las críticas de Warfield a Miley fueron válidas, pero fueron afirmadas de manera extrema, a fin de levantar dudas acerca de la propia generosidad de interpretación y trato de sus semejantes cristianos. Muchos calvinistas del siglo XX conocen poco acerca del arminianismo, excepto lo que leyeron de Charles Hodge y de B. B. Warfield, teólogos calvinistas del siglo XIX, quienes fueron críticos mordaces, y no se permitían ver alguna cosa buena en el arminianismo, por lo que le atribuían toda consecuencia maligna posible que pudieran ver que tuviese.

Antes de dejar el siglo XIX atrás en el relato de la historia del arminianismo, es importante detenerse y discutir brevemente la teología del promotor de avivamiento, teólogo y presidente universitario Charles Finney (1792-1875). La carrera de Finney es una de las más fascinantes en la historia de la iglesia moderna. Él fue un abogado que se convirtió al cristianismo evangélico únicamente para volverse el avivador más destacado del entonces llamado el Segundo Gran Despertar.15 Finney llegó a ser presidente del Oberlin College [Universidad de Oberlin] en Ohio, en 1835, y publicó una serie de conferencias influyentes sobre avivamiento y teología sistemática. Sus Lectures on Systematic Theology [Conferencias sobre teología sistemática] primero fueron publicadas en 1846, y tuvieron ediciones ampliadas posteriormente. Finney rechazaba el calvinismo rígido y estaba a favor de una versión vulgarizada del arminianismo estando más cerca del semipelagianismo. Su legado en la religión popular estadounidense es profundo. Él negaba el pecado original, excepto como una pena que vino sobre la mayoría de los seres humanos y que se traspasa por medio de malos ejemplos («tentación agravada»). Finney creía que toda persona posee la habilidad y responsabilidad, más allá de cualquier ayuda o gracia divina ( gracia preveniente), a no ser la iluminación y persuasión, para de manera libre aceptar la gracia perdonadora de Dios a través del arrepentimiento y obediencia al gobierno moral revelado de Dios. Él escribió: «No hay ningún grado de logro espiritual requerido de nuestra parte, que no pueda ser alcanzado directa o indirectamente por la voluntad correcta» y «El gobierno moral de Dios en todos los lugares presume e implica la libertad de la voluntad humana, y la capacidad natural de los hombres de obedecer a Dios.»16

Finney vulgarizó la teología arminiana al negar algo que Arminio, Wesley y todos los arminianos fieles antes de él habían afirmado y protegido tanto como al mismo evangelio, esto es la inhabilidad moral en asuntos espirituales y la absoluta necesidad de la gracia preveniente sobrenatural para cualquier respuesta correcta a Dios incluso las primeras inclinaciones de una buena voluntad para con Dios. Según Finney, a diferencia del arminianismo clásico (más cerca al remonstrantismo posterior de Limborch), la única obra de Dios necesaria para el ejercicio de una buena voluntad para con Dios y la obediencia a la voluntad de Dios, es la acción del Espíritu Santo de iluminar la razón humana que está nublada por intereses propios y en un estado de miseria debido al egoísmo común de la humanidad: «El Espíritu toma las cosas de Cristo y las revela a la mente. La verdad es utilizada o es la verdad la que debe ser usada como un instrumento para inducir el cambio de elección.»17 Arminio, Wesley y el arminianismo clásico, en general, afirmaron la depravación total heredada como una absoluta impotencia aparte del despertar sobrenatural llamado gracia preveniente. Pero Finney negaba la necesidad de la gracia preveniente, para él, la razón, impulsada por el Espíritu Santo, hace que el corazón se vuelva hacia Dios. Él llamó a la doctrina arminiana clásica de la habilidad misericordiosa (la capacidad de ejercer una buena voluntad para con Dios otorgada por el Espíritu santo a través de la gracia preveniente) como un «absurdo».18

Desafortunadamente, los calvinistas tienden a mirar hacia Finney ya sea como un modelo de verdadero arminiano o como la estación final del trayecto teológico arminiano. Ambas visiones están equivocadas. Los arminianos clásicos admiran a Finney por su pasión de avivamiento, no obstante, de igual manera lo deploran por su mala teología. El mismo Finney dijo respecto a Jonathan Edwards: «A Edwards yo lo reverencio, pero condeno sus errores.»19 Un arminiano clásico puede decir: «A Finney yo lo reverencio, pero condeno sus errores.»20

El siglo XX. El siglo XX fue testigo del fin del sinergismo evangélico entre las principales denominaciones, incluyendo el metodismo, en la medida en que cayeron en la teología liberal. El arminianismo implacablemente no conduce al liberalismo, y ello está comprobado por el crecimiento de las formas conservadoras del arminianismo, entre ellas los nazarenos (una ramificación evangélica del metodismo), los pentecostales, los bautistas, las iglesias de Cristo y otros grupos evangélicos. No obstante, muchos de estos arminianos del siglo XX descuidan o incluso rechazan la etiqueta de arminiano por una variedad de razones, no siendo una de las menos importantes el éxito de los calvinistas en pintar al arminianismo con los colores de Finney y de los arminianos de cabeza, tal como los remonstrantes posteriores. Un teólogo del siglo XX que se mantuvo identificado como arminiano fue H. Orton Wiley (1877-1961), líder de la Iglesia del Nazareno, que produjo la obra de tres volúmenes Christian Theology [Teología Cristiana] y además un volumen que resume la doctrina cristiana. El arminianismo de Wiley es una forma particularmente pura del arminianismo clásico con la añadidura del perfeccionismo wesleyano (que no todos los arminianos aceptan). Toda la bondad, incluso las primeras inclinaciones del corazón para con Dios, es atribuida únicamente a la gracia de Dios. Al igual que Watson, Summers, Pope y Miley, Wiley insiste en una diferencia entre el semipelagianismo y el verdadero arminianismo, y demuestra la diferencia en sus propias afirmaciones doctrinales. La teología de Wiley se convirtió en modelo de excelencia para la educación teológica en la Iglesia del Nazareno y en otras denominaciones del movimiento de Santidad durante el siglo XX.

Otro teólogo arminiano del siglo XX cuya obra demuestra poderosamente la ortodoxia del arminianismo clásico es el metodista evangélico Thomas Oden. Oden no acepta la etiqueta de arminiano para sí ni para su teología, pues prefiere su propio término, paleo-ortodoxia. Él apela al consenso de los primeros padres de la iglesia. ¡Pero igualmente lo hicieron Arminio y Wesley! La obra The Transforming Power of Grace [El poder transformador de la gracia] de 1993, es una piedra preciosa de la soteriología arminiana; es el primer libro que recomiendo a los que buscan un relato sistemático de la verdadera teología arminiana. ¡Desafortunadamente, Oden no la considera como tal! Sin embargo, el arminianismo clásico de Oden se manifiesta en su entusiasta respaldo a la teología de Arminio como una restauración del consenso de los primeros cristianos acerca de la salvación y en declaraciones como esta:

Si Dios, de manera absoluta y pretemporal, decreta que ciertas personas sean salvas y otras condenadas, independientemente de cualquier cooperación de la libertad humana, entonces Dios no puede, en ningún sentido, querer que todos sean salvos, conforme 2 Timoteo 4:10. La promesa de gloria tiene por condición la gracia que se recibe por la fe activa en amor.21

Oden también produjo la sólida Teología Sistemática, de tres volúmenes, que reconstruye el consenso doctrinal cristiano primitivo y es completamente consistente con la propia teología de Arminio. La deuda de Oden a Arminio y a Wesley es incuestionable.

Otros teólogos arminianos del siglo XX (algunos de los cuales no quieren ser llamados de arminianos) son los bautistas Dale Moody, Stanley Grenz, Clark Pinnock y H. Leroy Forlines; el teólogo de la Iglesia de Cristo Jack Cotrell y los metodistas I. Howard Marshal y Jerry Walls. Considero una gran tragedia y una farsa, que una herencia histórica como la del arminianismo sea una y otra vez negada por sus adeptos debido a una necesidad política. No tengo duda de que algunos administradores de organizaciones evangélicas no específicamente comprometidos con el calvinismo tienden a menospreciar el arminianismo y a ver a los arminianos como «teológicamente insustanciales» y en una trayectoria de herejía. ¡Bajo la influencia de un prominente estadista calvinista evangélico, el presidente de una facultad evangélica de herencia del movimiento de Santidad se declaró un «arminiano en recuperación!» Una importante publicación calvinista evangélica negó la existencia de arminianos «evangélicos» y lo denominó una contradicción. Bajo este tipo de calumnias severas e ignorantes, no sorprende que el término arminianismo no sea utilizado ni aun por sus proponentes más apasionados. Aun así, el arminianismo permanece y la teología arminiana continúa practicándose en una variedad de círculos denominacionales.

Una sinopsis de la teología arminiana

Uno de los mitos más predominantemente diseminados por los calvinistas dice que el arminianismo es el tipo de teología más popular en los púlpitos y entre los creyentes evangélicos. Mi experiencia contradice esta opinión, mucho de eso depende de cómo entendemos la teología arminiana. Los críticos calvinistas estarían en lo correcto si el arminianismo fuese semipelagianismo, pero no lo es, según espero demostrar. El evangelio predicado y la soteriología enseñada detrás de muchos púlpitos y tribunas evangélicas, y que se creen en la mayoría de los ambientes evangélicos, no corresponden al arminianismo clásico, sino más bien al semipelagianismo, o a un completo pelagianismo. ¿Cuál es la diferencia? Wiley, teólogo de la iglesia del Nazareno, define de manera correcta el semipelagianismo al decir: «Sostenía que quedaba suficiente poder en la voluntad depravada para iniciar o poner en movimiento los comienzos de la salvación, pero no tenía lo suficiente para llevarla a término. Esto debe ser hecho por la gracia divina.»22 Esta antigua herejía proviene de los entonces llamados masilianos, liderados principalmente por Juan Casiano (433 d.C.), quien intentó construir un puente entre el pelagianismo que negaba el pecado original, y Agustín, quien defendía la elección incondicional basado en el hecho de que todos los descendientes de Adán nacen espiritualmente muertos y culpables del pecado de Adán. Casiano creía que las personas eran capaces de ejercer una buena voluntad para con Dios aun independientemente de cualquier infusión de gracia sobrenatural. Tal creencia fue condenada por el Segundo Concilio de Orange en 529 (sin la acreditación de la fuerte doctrina de la predestinación de Agustín).

El semipelagianismo se convirtió en la teología popular de la Iglesia Católica Romana en los siglos que precedieron la Reforma Protestante, pero fue completamente rechazado por todos los reformadores, excepto los entonces llamados racionalistas o antitrinitarios, tal como Fausto Socino. Algunos calvinistas adoptaron la práctica de llamar semipelagiana a toda teología que no atendiese las exigencias de calvinismo rígido (TULIP). Tal noción, con todo, es incorrecta. Actualmente el semipelagianismo es la teología estándar de la mayoría de los cristianos evangélicos estadounidenses.23

Esta percepción se revela en la popularidad de los clichés, tales como: «Da un paso hacia Dios y él dará dos hacia ti» y «Dios vota por ti, Satanás vota contra ti y tú tienes el voto decisivo», clichés que están aliados con el casi total descuido de la depravación humana e incapacidades en cuestiones espirituales.

En el cristianismo evangélico popular el arminianismo es casi totalmente desconocido y mucho menos creído. Una de las finalidades de este libro es la de vencer este déficit. Un mito predominante sobre el arminianismo es que la teología arminiana equivale al semipelagianismo. Esto será contradicho en el proceso de refutación de varios otros mitos que tratan de la condición humana y de la salvación. Aquí solo se proporcionará una breve descripción general del punto de vista arminiano como un anticipo de lo que será presentado más adelante.