Teología Bíblica Pentecostal - Roger Stronstad - E-Book

Teología Bíblica Pentecostal E-Book

Roger Stronstad

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Beschreibung

En este volumen, el conocido erudito bíblico pentecostal, Roger Stronstad, centra su atención en la construcción de una teología bíblica dominante que recorre desde Génesis a Apocalipsis. Ha volcado su considerable narrativa y sus aptitudes teológicas en esta tarea, y nos sugiere que todo el canon, desde la creación a la nueva creación, revela un formato claro y distintivo, así como un contenido que se puede rastrear mediante una serie de siete puntos de inflexión en la historia redentora. Estos puntos se sitúan del modo siguiente: cinco en el Antiguo Testamente ―la creación, el diluvio, Babel, el desierto y el exilio―, y dos en el Nuevo Testamento: la primera venida de Jesús y la apoteosis de la historia. Esta obra es una grata aportación al campo de la Teología Bíblica Pentecostal.

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Teología bíblica pentecostal

© 2016 CPT Press

Publicado por Editorial Patmos,

Miramar, FL. 33025

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por CPT Press, 22 Greencoat Pl., Londres SW1P PR, Inglaterra con el título A Pentecostal Biblical Theology: Turning Points in the Story of Redemption

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se toman de la versión Reina-Valera ©1960, Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducido por Loida Viegas

Diseño de portada e interior por Elisangela Santos

ISBN: 978-1-64691-237-7

eISBN: 978-1-64691-238-4

Categoría: Teología

Conversión a libro electrónico: Cumbuca Studio

CONTENIDO

Introducción

Primera Parte: Teología Del Antiguo Testamento Ciclos Uno A Cinco

Capítulo 1

Ciclo Uno: Desde La Creación Hasta El Diluvio (Génesis 1.1–8.22)

Capítulo 2

Ciclo Dos:Desde Noé Hasta La Torre De Babel (Génesis 9:1–11:9)

Capítulo 3

Ciclo Tres:Desde Abraham Hasta Las Deambulaciones De Israel Por El Desierto (Génesis 12–Deuteronomio 34)

Capítulo 4

Ciclo Cuatro:Desde Josué Al Exilio (Josué 1–2 Crónicas 36)

Capítulo 5

Ciclo Cinco:Desde Josué Y Zorobabel Hasta La Revuelta Judía

Segunda Parte: Teología Del Nuevo Testamento Ciclos Seis Y Siete

Transición E Introducción

Capítulo 6

Ciclo Seis:El Nuevo Pacto

Capítulo 7

Ciclo Seis, Sigue:El Nuevo Comienzo Según Juan El Evangelista

Capítulo 8

Ciclo Seis, Sigue:El Crecimiento Y La Propagación Del Cristianismo

Capítulo 9

Ciclo Seis, Sigue:Pablo — Apóstol Y Profeta-Maestro Para El Nuevo Pueblo De Dios

Capítulo 10

Ciclo Seis, Sigue:El Juicio — El Punto Culminante De La Historia

Capítulo 11

Ciclo SieteDesde La Segunda Venida De Jesús Hasta La Vienaventuranza Eterna

Bibliografía

Índice De Autores

Primera Parte

TEOLOGÍA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

2

CICLO DOS: DESDE NOÉHASTA LA TORRE DE BABEL

(GÉNESIS 9:1–11:9)

El siguiente círculo central ilustra el lugar del ciclo de puntos de inflexión de Noé en la historia y la teología bíblicas. Como agente del nuevo comienzo de Dios, Noé es el puente histórico entre el ciclo de Adán y el de Abraham. Noé, con su familia, es el último hombre del ciclo anterior y el primero del nuevo.

El primer ciclo de puntos de inflexión acabó en juicio, la aniquilación total de la humanidad mediante ahogamiento. La única excepción a este destino es Noé y su familia, solo ocho personas. La función de esta familia es extraordinaria. Como Adán y Eva fueron los progenitores de la raza humana, ahora Noé y su familia se convertirán por segunda vez, en sus padres. Este ciclo trata los puntos siguientes:

Los agentes: Noé y su familia reciben el encargo, como antes Adán, de ser fructíferos y multiplicarse, es decir ser los progenitores de la nueva familia humana.

El nuevo comienzo: una familia rescatada, la restauración de la adoración correcta, y el pacto que Dios establece con Noé.

La propagación de la humanidad: Los descendientes de Noé vuelven a poblar la tierra, pero cometen el pecado de la adoración panteísta e idólatra, y adoran a la creación y no al creador.

El juicio: Dios “confunde las lenguas” en Babilonia, y dispersa a las naciones por toda la tierra.

2.1. El agente: Noé, un segundo Adán

La narrativa de Génesis proporciona muy poca información biográfica sobre Noé, el jugador clave en el progreso de la historia humana. La genealogía de Génesis 5:1-32 informa a sus lectores que Noé procede de Adán por medio de Lamec (5:28-32), a quien se nos presenta en 4:23, 24. Noé aliviará a la humanidad de la ardua maldición de “trabajo” que Dios había impuesto con anterioridad (cp. 3:17). Tenía quinientos años cuando se convirtió en el padre de tres hijos: Sem, Cam y Jafet. De un modo único, aunque antes del diluvio viviera entre personas perversas y violentas (6:5, 13), halló favor a los ojos del SEÑOR (6:8). De hecho, en su época Noé fue una persona justa, irreprochable (6:9). Este y varios datos de otra información le hacen comparable a Adán en diversas formas relevantes. El gráfico inferior demuestra que Noé es el alter ego de Adán.

La comparación que el esquema hace de Adán y Noé ilustra muchos paralelos significativos y explícitos entre estos dos agentes de los dos primeros ciclos de comienzo/nuevo comienzo. Ningún otro agente (Abraham, Josué, et al.) poseen estos tipos de paralelismos. En realidad, los paralelos entre Adán y Noé hacen que sean el alter ego funcional (aunque no ontológico) de Dios sobre la tierra. Para entender estas conclusiones se debe tener en mente que Jesús, el agente del sexto y séptimo ciclos de nuevos principios NO es el alter ego de Dios sobre la tierra. Él es Dios mismo en la carne (cp. Jn 1:1-18) y tiene un estatus incomparable e infinitamente más alto que el más alto de los seres humanos, como Adán y Noé.

Aspecto

Adán, agente del comienzo

Noé, Agente del nuevo comienzo

Estatus

Creado a imagen de Dios (1:27)

Nacido con la imagen de Dios (aunque manchado por la caída de Adán)

Progenitor de la humanidad

Se le ordenó ser fructíferos, multiplicarse y llenar la tierra (1:28)

Se le ordenó ser fructífero, multiplicarse y llenar la tierra (9:1)

Gobernador del reino animal

Adán gobernará sobre toda cosa viviente (1:28)

Noé gobernará sobre toda cosa viviente (9:2)

Calidad de la personalidad

Los seres humanos son la parte “buena” de la creación de Dios, irreprensible ante Él (1:31)

Noé caminó con Dios (6:9); la adoración correcta (8:20-22)

Relación con el Creador

Dios caminó con Adán y Eva (3:8)

El salvador adjunto de Dios (6:13-22; 8:13-19)

Vocación

El jardinero ayudante de Dios (2:8) para cultivarlo y cuidarlo (2:15)

2.2. El nuevo comienzo: Adoración, bendición y pacto (Génesis 8:20–9:17)

Existen dos factores del nuevo comienzo tras el diluvio: 1) Noé restaura la adoración correcta; y 2) en base a la relación restaurada entre Dios y la humanidad. Él establece un pacto con Noé. En su narrativa del diluvio, Moisés proporciona a sus lectores el

Entorno en el que Noé retomará la adoración correcta (Gn 8:13-19). Informa: el diluvio ha acabado y, una vez más, la tierra seca ha aparecido. Por tanto, Dios le ordena a Noé, que sigue encerrado en el arca, que la abandone. Tiene que liberar también a todas las aves, los animales y los reptiles que han sido salvados del diluvio. Estos se reproducirán en abundancia y llenarán la tierra.

En este entorno en el que la vida en la tierra empieza a regresar a la normalidad, lo primero que Noé hace es retomar la adoración correcta. Edifica un altar al SEÑOR y ofrece un holocausto de cada animal y cada ave puros (Gn 8:20). Moisés señala que el SEÑOR está complacido con la adoración de Noé y la acepta (8:21a). Una vez más, sirviéndose del lenguaje antropomórfico para describir a Dios, el SEÑOR decide que no volverá a destruir a toda cosa viviente, como hizo con el diluvio (8:21b-22).

Una vez retomada la adoración correcta (Gn 8:13-19), el SEÑOR establece varias directrices para la vida en el nuevo orden mundial (9:1-7). Estas indicaciones o principios han de ser bendiciones para la humanidad irreprensible/justa (9:1a). Primero, Noé y sus hijos serán los progenitores de la nueva tierra repoblada (9:1b). Como tales, y al igual que Adán con anterioridad, Noé gobernará/subyugará el reino animal (9:2). Este reino animal se le da, por tanto, a la humanidad como algo bueno (9:3). El solo impone una restricción: la sangre ha de ser drenada por completo del cadáver del animal degollado (9:4). Y, finalmente, el SEÑOR cambia el procedimiento para ocuparse del asesinato. En un principio, los asesinos como Caín eran desterrados o exiliados de la sociedad humana. Sin embargo, un castigo así no frenó la violencia humana (6:13), de modo que tras el diluvio, los asesinos tenían que ser ejecutados en lugar de exiliarlos (9:5-7).

La principal bendición que Dios le da a Noé tras el diluvio es establecer un pacto con él (Gn 9:8-17). Este pacto no es personal, como el que Dios hará después con Abraham, pero es para Noé, sus hijos y sus descendientes (9.8, 9). Merece la pena mencionar que es el primer pacto registrado entre Dios y la humanidad. Este pacto es unilateral, es decir, Dios no solo toma la iniciativa, sino también la responsabilidad de hacer que funcione (9:8, 9). El pacto es tan amplio o tan global como para extenderse al reino animal (9:10). En el pacto, Dios estipula que no volverá a destruir la tierra (en general) con las aguas de un diluvio (9:11). Dios garantiza el pacto con una señal, el arcoíris (9:12-15) que es un eco terrenal de la presencia soberana y eterna de Dios (Ap 4:1-3). De hecho, este pacto no solo es unilateral, sino también eterno (Gn 9:16). Para enfatizar esta dimensión, Dios estipula de nuevo que el arcoíris será Su señal, que garantiza el carácter eterno del pacto.

2.3. La proliferación del pecado: La familia de Noé vuelve a poblar la tierra (Génesis 9:18–10:32)

La población humana que sobrevivió al diluvio consta de ocho personas. Conforme se desarrolla la narrativa, Moisés informa: “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: ‘Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra’” (9:7). Por tanto, Noé y sus hijos funcionan como subcreadores de Dios. Sus hijos son Sem, Cam y Jafet; y, como ilustrará Moisés en los detalles que siguen (10:1-32), “de ellos fue llena toda la tierra” (9:19).

El registro genealógico identifica a las naciones que se formaron tras el diluvio (Gn 10:1): las generaciones de Jafet (10:2-5), de Cam (10:6-20) y de Sem (10:21-31). Así, la tierra se repobló, “cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones” (10:5, cp. 10:20, 31). Moisés concluye su genealogía en 10:32 elaborando una inclusio con 9:19, y escribe: “Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias; y de estos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio” (10:32). Llegados a este punto de la narrativa queda sin responder la pregunta, “¿cómo surgieron estas lenguas y naciones distintas, después del diluvio?”.

Moisés responde la pregunta insinuada sobre el origen de las distintas lenguas y la dispersión de las naciones relatando un acontecimiento histórico en retrospectiva (Gn 11:1-9). El escenario para este suceso es que la totalidad de la tierra (= todos) hablaban el mismo idioma tras el diluvio (11:1) y se establecieron en la tierra de Sinar (11:2). Es el nombre en hebreo de la tierra de Sumer. La civilización sumeria es la primera de importancia en ser alfabetizada del territorio conocido más familiarmente por los lectores de la Biblia como Babilonia. Ese terreno es la llanura aluvial fértil entre los ríos Tigris y Éufrates, y es la ubicación original del jardín del Edén (2:14). Los griegos llamaron esta tierra Mesopotamia. Allí se asentaron los descendientes de los hijos de Noé, y desde allí el SEÑOR los dispersó.

La narrativa de Moisés consta de dos focos: 1) la construcción de la ciudad y 2) la falsa adoración (Gn 11:1-6). Edificar la ciudad es el pecado de la autonomía humana. Caín fue el primero en actuar así (4:17) y es probable que fuera el marco del desarrollo de los instrumentos musicales y de la metalurgia (4:21, 22). El problema de construir/habitar una ciudad es que deja de ser teocrática. Los moradores de la ciudad empiezan a regular sus asuntos según el gobierno humano. En Sinar, cada ciudad-estado tiene su propio rey. No solo se institucionaliza la monarquía, sino que también busca la sanción religiosa. Y en Sumer, cada ciudad-estado desarrolló su propio sistema religioso. De este modo, el trono y el templo, el rey y el sacerdote, son aspectos de la evolución de la autonomía humana.

El desarrollo de la falsa religión como aspecto complementario de la edificación de una ciudad está implícito en el deseo del cual se informa: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (11:4). La torre es un zigurat, una montaña artificial en forma de pirámide escalonada. Cada ciudad-estado poseía una, y aunque estaban fabricadas con ladrillos de barro, las ruinas de muchas de ellas han perdurado. El zigurat de Ur, ciudad natal de Abraham, es el más conocido de los que han sobrevivido y se ha restaurado de forma parcial. La parte inferior (del zigurat de Babilonia) fue llamado “la plataforma fundamento del cielo y de la tierra”. A unos noventa y dos metros sobre el nivel del suelo, el templo se construía como la casa del dios, y los sacerdotes escalaban mañana y tarde hasta el templo para realizar sus deberes, cuidando y alimentando a los dioses. De modo que esas torres siempre estaban asociadas a la falsa adoración. Esta solía incluir aspectos de astropanteísmo, es decir, la adoración al sol, la luna y/o “estrellas” como Marte y Venus, el politeísmo, que es la adoración a muchos dioses, y la idolatría (imágenes de las deidades fabricadas en madera, piedra y/o metal). Así, tras el diluvio, las criaturas (los descendientes de Noé) empezaron a adorar a dioses hechos a su propia semejanza. La construcción de ciudades y la falsa adoración provocó que Dios maldijera aquellas ciudades-estados mesopotámicas por los pecados complementarios de la autonomía humana y la falsa adoración.

2.4. El juicio

El juicio que llevó el primer ciclo de puntos de inflexión a un final abrupto y universal fue la violencia desenfrenada (Gn 6:13). Este derramamiento de sangre había contaminado la tierra desde el momento del asesinado de Abel (4:10; 6:11). Las aguas del diluvio no solo acarrearon juicio sobre la humanidad por su maldad, sino que también purificó la tierra de su condición profanada. En el caso del juicio del segundo ciclo de comienzos/nuevos comienzos en la historia bíblica es una situación distinta. Los pecados que provocaron a Dios para juicio son los de la autonomía humana y la idolatría. Por consiguiente, el juicio que cierra este ciclo es de naturaleza diferente al diluvio. Su propósito no consiste en purificar la tierra contaminada, sino frustrar el afianzamiento de la falsa adoración.

La narrativa bíblica no informe de los orígenes de la falsa adoración tras el diluvio. En la época del episodio de la “torre de Babel” ya se había hecho fuerte en la civilización de Sinar (=Sumer y Acad). Esta falsa adoración se agrava con la autonomía humana, endémica a esta civilización. Estos pecados gemelos contemplan la adoración de la criatura (la humanidad) a su creación (ídolos), en lugar de adorar a su creador (Gn 1:27). En el momento del suceso de la “torre de Babel”, Moisés informa: “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras” (11.1). Esta condición se enfatiza en el v. 6: “He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje”. Esta condición facilita la autonomía humana. Por tanto, “nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (11b). Y así, 1) Dios confundió su lengua (11:7), y 2) los dispersó sobre la faz de toda la tierra (11:9). Este juicio fue eficaz, porque la humanidad se vio incapaz de entender lo que hablaba su vecino, y dejaron de edificar la ciudad (11:8).

Esta es la condición universal y perdurable que resume la “mesa de las naciones” que sigue cronológicamente al episodio de la “torre de Babel”. El acta incluye la fórmula que se repite a menudo: “... cada cual según su lengua... en sus naciones (10:5; cp. 10:20, 25, 31). La tabla de naciones concluye con esta nota definitiva: “Estas son las familias de los hijos de Noé... en sus naciones; y de estos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio” (10:32).

2.5 Conclusión