2,99 €
En este ensayo brillante el autor expone la realidad completa de los drones, utilizados hoy para ataques aéreos comandados a distancia. Y esa "distancia" se ha vuelto tan amplia gracias a estos dispositivos, que quienes los utilizan se convierten en ejércitos invulnerables. El sueño de los poderosos se ha cumplido: con la excusa de combatir al terrorismo se puede vigilar, detectar y aniquilar a quien sea señalado como enemigo sin sufrir una sola baja. Así, la guerra ya no es un combate, sino una cacería. Las implicancias éticas y sociales son enormes, los peligros para la vida privada de los "supuestamente defendidos" también.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Veröffentlichungsjahr: 2017
Gregoire Chamayou nos introduce en el tema mediante una conversación que tiene lugar en una cabina ubicada en la base militar Creech, Nevada, Estados Unidos, entre el piloto y el operador de un dron que se encuentra en Afganistán en una misión de vigilancia. Las imágenes llegan a la base retrasmitidas por satélites y en el lugar están encendidos una gran cantidad de indicadores luminosos.
En esta misma base, en 1950 se hacían ensayos nucleares. Ahora, un dron sobrevuela los autos de la autopista 95: “…una forma oblonga con la cabeza redondeada, una suerte de larva enorme, blanca y ciega”1.
Describe el trabajo monótono de una tripulación observando siempre la imagen de un desierto lejano donde casi nunca pasa nada y que es relevada al día siguiente por otra tripulación para poder volver a su casa.
Los habitantes de los pequeños pueblos de ese otro desierto son observados, sin saberlo y por bastante tiempo, por muchos ojos. “El piloto y el operador de capturas, pero también un coordinador de misión, un equipo de analistas de vídeo y un comandante de las fuerzas terrestres, que terminara de dar el visto bueno rara el ataque aéreo”2.
El autor termina el prefacio con extractos reales de transcripciones oficiales de registros de comunicaciones entre pilotos y operadores.
El dron es un “vehículo terrestre, naval o aeronáutico, controlado a distancia o de forma automática”3. No son solo voladores: pueden ser terrestres, marinos, submarinos o subterráneos. Son operados por humanos, por robots o en forma combinada. En la jerga de las Fuerzas Armadas se habla de “vehículo aéreo no tripulado o de vehículo aéreo de combate no tripulado, según el artefacto esté o no equipado con armas”4 .
Este libro habla fundamentalmente de los drones voladores y armados, pensados originalmente para vigilar e informar y hoy utilizados para ataque aéreos comandados a distancia. Y esa palabra, distancia, refleja una antigua ambición típica de todos los poderes imperiales: lograr agrandar dicha separación al punto de poder atacar al enemigo antes de ser atacados es el gran sueño. Hoy, mediante los drones, esta distancia se ha vuelto de miles de kilómetros. Con esto se logra una vulnerabilidad nula, ya que a la distancia arma-blanco se añade la distancia operador-arma. Así, la guerra, dice el autor, que siempre fue asimétrica, se torna unilateral.
Chamayou toma de los Estados Unidos los hechos y los ejemplos que fundamentan sus argumentos ya que ese país es el que dispone de más drones, donde se entrenan más operadores de drones que de combate tradicional, donde los recursos asignados para este fin más aumentaron. Estos hechos señalan claramente un proyecto estratégico en proceso de ejecución.
Se someterá al dron a una investigación filosófica siendo que, según el autor, al pensar este objeto se afectan nociones elementales —como por ejemplo las de virtud y valentía, guerra y conflicto— y se presentan numerosas contradicciones: “En el origen de todas está la eliminación, ya vigente, pero aquí absolutamente radicalizada, de toda relación de reciprocidad. Ésta será la primera dimensión, analítica, de la ´teoría del dron´. Pero, más allá de la frase, ¿qué significa hacer la teoría de un arma? ¿En qué puede consistir semejante proyecto? “5
Orientado por el punto de vista de la filósofa, Simone Weil, el autor, en vez de justificar o condenar moralmente, prefiere analizar las armas: desmontarlas, observarlas, estudiar sus especificidades, señalar las consecuencias de su uso y su forma de acción. Preguntarse qué impone la elección del medio en lugar de centrarse en el fin.
La teoría de un arma podría ser los efectos que produce entre los que la utilizan, en su blanco y en las relaciones sociales implicadas. “¿Cuáles son los efectos de los drones en situación de guerra? ¿Qué supone en relación con el enemigo, pero también del Estado con sus propios sujetos?”6 Sin embargo, esto no significa abdicar al análisis de la intencionalidad de los proyectos y sus elecciones técnicas, los cuales se articulan eficazmente hasta convertirse en la única elección posible.
El autor señala que, en la incertidumbre, se lanzan ofensivas intelectuales y teóricas para redefinir las ideas que permiten ejercer la violencia legítima. Entonces, el propósito de este libro es, además, polémico: proveer un discurso a quienes se oponen a la política que usa el dron como instrumento.
El dron es actualmente la máxima expresión de los modos de la guerra a distancia y eventualmente suprime el combate. Entonces, la misma noción de guerra está en el eje de la discusión. Al ser la unilateral el daño que produce este tipo de violencia armada —al suprimir la reciprocidad en la exposición a dicha violencia— no solo las tácticas, técnicas y físicas toman otras formas, sino también el ser militar basado en el valor y en el sacrificio. “De acuerdo con las categorías clásicas, el dron surge como el arma del cobarde”7.
Sin embargo, sus partidarios ven en este instrumento, el arma más ética desarrollada hasta el momento. Para los filósofos del campo de la filosofía militar, es un arma humanitaria. Este trabajo sobre el discurso es fundamental para legitimar el uso del dron frente a la sociedad y la política. Chamayou considera imprescindible hacer una crítica a este nuevo género de filosofía ética, a la que irónicamente llama necroética. Pero el tema también provoca un serio debate en la teoría del derecho. Esta nueva “guerra sin riesgo”8 pone el jaque al derecho de matar en la guerra. Sobre ello, se redefine el derecho de vida y de muerte. “Se trata de introducir un derecho al ´asesinato selectivo´, a riesgo de dinamitar en la operación al derecho en los conflictos armados”9.
Según Chamayou, la generalización del dron de combate tenderá a producir un cambio profundo en el ejercicio del conflicto armado y en la relación del Estado con sus habitantes, ya que reducir el conflicto solo a la violencia exterior es una equivocación.
Por eso, el autor se hace una pregunta inquietante: “¿Qué implicaría, para una población, transformarse en el sujeto de un Estado-dron?10
Técnicas y tácticas
1. Metodología del medioambiente hostil
Para tratar esta cuestión, el autor cita al ingeniero John W. Clarke, quien, en 1964 elaboró un estado de la cuestión sobre el tema. Las operaciones a distancia son particularmente efectivas cuando la cuestión es el trabajo en un entorno hostil, inhóspito: zonas con radiación, lechos oceánicos, altas temperaturas, el espacio exterior.
Como solución a este problema, la propuesta de Clark consistía en utilizar máquinas invulnerables controladas a distancia por hombres (telechirique). Eso permitiría que el cuerpo frágil no entrara en contacto con el medioambiente hostil
Basado en testimonios de la época, este espacio dividido en dos, uno hostil y el otro seguro, aparecía, según Chamayou, como la solución perfecta para la seguridad de los trabajadores. Dado que el telecomando filantrópico liberaría al hombre de todas las tareas peligrosas, solo las máquinas serían afectadas y las personas no se expondrían al peligro físico.
El autor del libro señala que Clark olvidó una importante forma de uso del artefacto: evitar el peligro en la guerra. Con el uso de ejércitos telecomandados, no habría víctimas.
Pero, a la luz de la historia de las conquistas imperiales, a ese escenario no lo considera verosímil. Las conquistas pudieron realizarse en un marco asimétrico de fuerzas. Cuando estas devienen en unilaterales, “todavía hay muertes, pero de un solo lado”11.
2. Genealogía del Predator
En un principio, la palabra dron, en inglés, significaba zángano. Se le empieza a dar otro sentido cuando, a principios de la Segunda Guerra Mundial, se llamaron drones-blanco a los objetivos voladores utilizados para entrenamiento de artilleros. Aún faltaba tiempo para que aparecieran en los campos de batalla pero la idea era antigua, databa de los finales de la Primera Guerra. Los V-1 y V-2 que los nazis lanzaron sobre Londres pueden considerarse los antecesores del misil y del dron, con la diferencia de que éste último puede volver a utilizarse.
Durante la guerra de Vietnam se desarrolló un programa de drones de reconocimiento, pero a finales de los años 70 fue abandonado. Israel continuó con el tema ya que había reconocido su potencial. Posteriormente, tanto en 1973 durante la guerra del Yom Kippur como contra los sirios en 1982, los israelíes evitaron pérdidas de aviones de combate enviando drones como señuelos para localizar la ubicación de las armas enemigas antes de enviar sus propios aparatos.
El programa se relanzó en estados Unidos en 1980 con el fin de llevar a cabo tareas de reconocimiento y vigilancia y de recolección de información. En 1995, se diseñó un nuevo modelo de avión–espía telecomandado: el Predator. Aún no portaba armas y fue utilizado en Kosovo, en 1999, para marcar los blancos con láser.
Fue a partir de un nuevo tipo de guerra que el Predator devino en un verdadero predador. El 16 de febrero del 2001, un dron Predator alcanzó su objetivo con un misil durante una prueba. Y como era de esperar, luego fueron utilizados antes del fin de ese año durante la guerra en Afganistán.