Teorías psicosomáticas - Liliana M. Barletta - E-Book

Teorías psicosomáticas E-Book

Liliana M. Barletta

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En este sólido trabajo de investigación, la autora aborda la temática de una patología compleja como es la enfermedad psicosomática. ¿Por qué enfermamos?, es la pregunta desde la cual Liliana Barletta busca respuestas, iniciando con algunas alusiones muy puntuales de Freud que involucran al cuerpo. Luego examina y compara los marcos teóricos que de estas enfermedades realizan Pierre Marty, Donald W. Winnicott y David Liberman, autores cuyas teorías son evolutivas y para quienes las enfermedades no son tratadas con el modelo de las psiconeurosis.  Comienza por las biografías de los autores estudiados, extrayendo de ellas los elementos históricos personales que influyeron en sus conceptualizaciones, a las que ubica en contextos históricos y dentro de las controversias del movimiento psicoanalítico en el que actuaron, para luego profundizar en sus producciones teóricas y sus prácticas clínicas. En el despliegue de este estudio profundo y metódico que dio lugar a una tesis de posgrado, la autora señala en la primera parte puntos de encuentro y desencuentro entre los tres autores, mientras que en la segunda parte examina los modelos de aparato psíquico que cada uno de ellos utiliza, indagando si tales modelos dan cabida a la teoría pulsional en sus desarrollos teóricos, el rol de la madre, ofreciendo, por último las conclusiones a las que llega. En palabras de la autora, "Marty ha realizado un aporte fundamental, pues todo su complejo desarrollo teórico es dedicado específicamente a la investigación en psicosomática, y creo que en ello reside su originalidad y gran aporte creativo, sin por ello desmerecer la gran contribución de Winnicott, dirigido y dedicado al profundo y reflexivo análisis del desarrollo temprano y sus patologías. Y particularmente en el medio argentino y latinoamericano, la de nuestro querido maestro David Liberman, caracterizado por su natural profundidad y minuciosidad, aunando la clínica con la investigación y el rigor metodológico observable a lo largo de todo su desarrollo teórico y con aportes específicos a la técnica de trabajo con estos pacientes". La autora agrega, además, material clínico propio, méritos que lo convierten en un libro de consulta imprescindible en todos aquellos interesados en conocer los mecanismos de las enfermedades psicosomáticas.

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Liliana M. Barletta

TEORÍAS PSICOSOMÁTICAS

Pierre Marty, Donald Winnicott, David Liberman Encuentros y desencuentros

PRIMERA EDICIÓN

Índice

CubiertaPortadaDedicatoriaPrólogo, por Dr. David RosenfeldIntroducciónPRIMERA PARTE: PIERRE MARTY, DONALD WINNICOTT Y DAVID LIBERMANContexto del surgimiento de sus teoríasCAPÍTULO 1. Pierre Marty (1918-1993)Evolución de su pensamientoSobre la noción de ‘mentalización’Paciente ManuelPaciente OlgaLas fijaciones y regresionesLa superación de las fijacionesDesorganizaciones y regresionesPaciente ElizabethLa supresiónEconomía psicosomática y pulsionesCAPÍTULO 2. Donald W. Winnicott (1896-1971)Desarrollo tempranoEl verdero self y el falso selfLa Posición Depresiva en el desarrollo emocionalObjetos y fenómenos transicionalesLa enfermedad psicosomáticaClasificaciónCAPÍTULO 3. David Liberman (1920-1983)Hipótesis teóricas sobre los pacientes psicosomáticosInteracciones familiaresCaracterísticas e interacción de la pareja parentalTipos de vínculos maternosCaso Juan, 22 mesesUna viñeta de la interacción con la “madre metebombas”. Liliana, 7 añosLa figura paternaIdeología de la crianzaAlteraciones en el proceso de simbolización; su expresión en la construcción de la representación del cuerpo, del espacio y del tiempoAspectos técnicos en el trabajo con estos pacientesTransferencia y contratransferenciaInterpretación y estilo complementarioSEGUNDA PARTEEjes conceptualesCAPÍTULO 4. Eje 1: Modelo de aparato psíquico con el que trabajan los autoresCAPÍTULO 5. Eje 2: Teoría de las pulsiones que utiliza cada autorLa agresividadCAPÍTULO 6. ConclusionesReferencias bibliográficasSobre este libroSobre la autoraOtros títulos de nuestra editorialCréditos

A mis maestros y a mi querida familia, empezando por mis padres, mis primeros maestros.

Prólogo

Por Dr. David Rosenfeld

Este libro de la psicoanalista Liliana Barletta será el texto obligado de estudio y lectura para conocer los mecanismos de las enfermedades psicosomáticas.

Barletta nos muestra conocimientos enciclopédicos sobre este tema. Y además nos hace conocer en detalle a los investigadores del tema psicosomático, entre ellos la vida y obra de Freud, Pierre Marty, Donald Winnicott y David Liberman.

A Pierre Marty lo conocí mientras vivía y estudiaba en Paris. Marty explicaba en sus seminarios y conferencias de la Sociedad Psicoanalítica de París que el enfermo psicosomático es como el operario (obrero) de una cadena de montaje de autos. Solo hacía un pequeño movimiento en forma automática, sin emociones y sin pensar. Lo que recuerdo como muy importante. Siempre pensé en que Marty y mi maestro de filosofía Jean Paul Sartre adoraban el film de Carlitos Chaplin Tiempos modernos donde se describe en escenas filmadas lo que es ser un operario, obrero que hace todo automáticamente sin pensar.

La psicoanalista Barletta también desarrolla las teorías de Winnicott, por ejemplo, en su libro Realidad y juego. Y también las relaciones madre / bebé son bien descritas en la obra de Winnicott que recibió la influencia de Ester Bick, quien investigaba los primeros meses y años de vida.

Están muy bien descritos los conceptos de verdadero self y falso self. La genial descripción de Winnicott del espacio transicional que es la importancia del medioambiente, padre, madre y cuidadores, y medio social que facilitan el crecimiento de un bebé y un niño. Esto está muy bien descrito en la cita del doctor Alfredo Painceira. Donde está bien subrayada la famosa frase de Winnicott: que el bebé no existe solo, “the baby does not exist alone”. También están descritos los conceptos de holding, handling, madre suficientemente buena. Cómo se puede crear un falso self cuando no hay ayuda del medioambiente, madre, padre. Esto está también descrito en el libro de Winnicott, Trastornos psicosomáticos.

Luego Liliana Barletta desarrolla amplios conocimientos sobre la obra de David Liberman. El doctor Sami Arbiser describe así a Liberman: “una autoridad a la manera de Freud, por su vigor intelectual, su infatigable laboriosidad que la catapulta a un lugar y un referente insoslayable en el universo psicoanalítico contemporáneo”. Lo fundamental de Liberman es que utiliza las teorías de la comunicación creadas en Palo Alto por Bateson, Watzlavick y Ruesh con lo cual define el síntoma psicosomático como un mensaje, pero sin simbolización. Hay que llevar a la palabra y al símbolo mental lo que está oculto en el mensaje de la enfermedad psicosomática.

Solamente dos autores psicoanalíticos utilizaron la teoría de la comunicación en la clínica psicoanalítica. Son Didier Anzieu y David Liberman. Ambos autores también desarrollaron el concepto de imagen corporal, en inglés body image que tiene tanto que ver con la creación del espacio tridimensional. En esa época surgieron muchos autores que comenzaron a desarrollar las teorías de imagen corporal, body image, por ejemplo Geneviève Haag en Le Moi corporel, Julia Corominas en su libro Pensamiento arcaico en el psicoanálisis de niños. Y también René Rousillon que organizó el congreso sobre imagen corporal, Image du corps, en la ciudad de Lyon, donde yo también estuve invitado.

En la parte final la psicoanalista Barletta describe las teorías evolutivas y metapsicológicas que han utilizado todos los autores citados.

Para finalizar diré que este libro es una verdadera enciclopedia y será indispensable para estudiar todo lo relacionado a enfermedades psicosomáticas.

 

Buenos Aires, Argentina

Introducción

La mente que se abre a una nueva idea,

jamás vuelve a su tamaño original.

Albert Einstein

 

¿Por qué enfermamos? ¿Qué nos lleva a enfermar? Hemos aprendido que las enfermedades somáticas forman parte de los inevitables sufrimientos del ser humano, también hemos aprendido que su aparición se da producto de una compleja multideterminación en la que intervienen diversos factores. De similar modo Freud lo planteó en sus series complementarias al hablar de los padecimientos psíquicos.

Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, consideró que el método psicoanalítico sólo era aplicable a los pacientes neuróticos; sin embargo, no podemos dejar de advertir que este método, en los desarrollos de muchos otros autores tanto contemporáneos como posteriores a él se ha ido extendiendo, con sus adecuaciones, hacia otras patologías, y también en su evolución ha ido tomando a otros sujetos para su tratamiento como son los psicoanálisis con niños, parejas, familias, grupos.

Es mi propósito aquí considerar una patología compleja como es la patología psicosomática, partiendo de alusiones muy puntuales de Freud en algunas de sus reflexiones teóricas en las cuales involucra al cuerpo, como las observables en su teoría del aparato psíquico, para luego dirigirme y adentrarme en el análisis y revisión de las teorías de tres autores que despertaron especial atención en mí, pues se dedicaron específicamente a la investigación y tratamiento de las enfermedades psicosomáticas como son Pierre Marty (1918-1993), Donald W. Winnicott (1896-1971) y David Liberman (1920-1983), de modo de poder ir señalando sus puntos de encuentro y desencuentro en el desarrollo y elaboración de sus teorías.

En el recorrido freudiano distinguimos dos modelos, el modelo de las Neurosis actuales y el modelo de las Psiconeurosis; de estas últimas no me ocuparé.

En relación al modelo de las psiconeurosis, solo diré que tenemos conocimiento de autores que se dedicaron al estudio de las enfermedades psicosomáticas, a los que no abordaré, comenzando por Groddeck en su momento, así como de similar modo en nuestro medio, Garma y Chiozza entre otros autores que tratan a estas enfermedades, acorde al modelo de la histeria de conversión, esto es, como un síntoma neurótico y por tanto, a ser develado su sentido inconsciente, tras el levantamiento de la represión.

En la obra de Freud son observables innumerables reflexiones acerca del cuerpo. Su obra entera está plagada de ellas; tratar de mencionarlas todas es tarea harto imposible y tampoco constituye el objeto del presente trabajo; solo lo haré a manera de introducción y como predecesor de concepciones, tomadas luego por los autores que estudio en el presente libro.

Pretendo resaltar así, entonces, las mencionadas en “El yo y el ello” (1923) y “Dostoievski y el parricidio” (1928) a manera de inicio, y luego integrar otras dentro de las consideradas en las conceptualizaciones de los autores que abordaré.

En “El yo y el ello” (1923), en su concepción del aparato psíquico a partir de la segunda tópica, nos dice que el propio cuerpo y particularmente toda su superficie es receptor y efector de sensaciones internas y externas, cobrando su propio perfil a partir del mundo perceptivo; el yo es ante todo una “esencia-cuerpo”, en tanto deriva de sensaciones corporales, especialmente las que emergen de la superficie corporal. “Cabe considerarlo, entonces, como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo, además de representar, como se ha visto antes, la superficie del aparato psíquico” (pp.27-28) y llegando a alcanzar, más aun, a la parte inconsciente del yo.

Más adelante, en el capítulo IV, nos trae una hipótesis acerca de la epilepsia según la cual el ataque epiléptico sería producto de la desmezcla pulsional, para luego retomarlo y ampliarlo en “Dostoievski y el parricidio” (1928); allí nos dice, al referirse a las personas que padecen de epilepsia:

“Lo que sale a la luz en la homogeneidad de los síntomas exteriorizados, parece requerir una concepción funcional, como si la descarga pulsional anormal tuviese un mecanismo orgánicamente preformado, puesto en acción por las más diversas constelaciones: tanto perturbaciones de la actividad encefálica, producidas por graves enfermedades tisulares y tóxicas, como un insuficiente gobierno sobre la economía anímica, un tráfico sujeto a crisis de la energía actuante en el interior del alma. Tras esta bipartición uno vislumbra la identidad del mecanismo de la descarga pulsional que estaría en su base” (p. 178).

Por último, casi al final nos dice, concluyendo sobre el tema de la epilepsia de Dostoievsky, que cabe destacar que de todos modos no existen datos concretos y a la vez, no olvidemos que se trata de psicoanálisis aplicado. Sí me interesa destacar su concepción teórica de ese momento acerca de esta enfermedad, y esto es, que la reacción epiléptica queda a disposición de la neurosis, en la cual la característica principal reside en tramitar por vía somática cantidades de excitación que resulta imposible darle curso en la vía psíquica.

Aquí distingue una epilepsia orgánica de una afectiva, siendo esta última caracterizada como histérica, dando lugar de este modo a las dos vertientes, por un lado la orgánica, y por otro, la que sí admite una tramitación vía psíquica posibilitando así convertirse en síntoma neurótico, una histeria de conversión o histeroepilepsia, atribuyéndole a Dostoievsky esta última, para lo cual despliega toda la dinámica psíquica, expresada en ese síntoma.

En esto último, Freud parece realizar una división taxativa entre lo orgánico y lo psíquico, habiendo partido de una concepción somatopsíquica.

No me ocuparé, como dije, del modelo de las psiconeurosis, pues mi interés gira en torno al modelo traumático, y dentro de este el de las neurosis actuales, esto es, de la clínica de los excesos; me ocuparé de investigar cómo cada uno de los autores que abordaré, ha situado y explicado la somatización.

Para ello visitaré las teorías de cada uno de estos autores dentro del contexto de su surgimiento, para en un segundo momento analizar sus concordancias y discordancias.

PRIMERA PARTEPierre Marty, Donald Winnicott y David Liberman

Contexto del surgimiento de sus teorías

Los autores a los que a continuación dedicaré mi atención son prácticamente contemporáneos entre sí, aunque sus producciones fueron desarrolladas en diferentes latitudes del mundo, Marty y Winnicott en Europa, Francia e Inglaterra respectivamente, mientras que Liberman en Sudamérica, Argentina.

Elegí estos autores por la gran atracción que generaron en mí sus concepciones teóricas en general, y especialmente, tras haber observado que los tres se aúnan en poner el foco en la comprensión y minucioso estudio de los primeros años de vida, período en el que como sabemos transita la formación del aparato psíquico, lo cual suscitó aún mayor interés en mí.

Debo decir, además, que durante el recorrido de sus textos me fueron surgiendo puntos de encuentro aun en sus diferencias, lo que me ha ido motivando a la realización de este trabajo.

CAPÍTULO 1 Pierre Marty (1918-1993)

Podemos realizar una breve semblanza de la persona de Pierre Marty, de quien debemos decir, en primer lugar, que nació el 11 de marzo de 1918, en un pueblo muy pequeño del sudoeste de Francia llamado Pinsac, en el cual llegó a ser alcalde y falleció en París el 14 de junio de 1993.

Rosine Debray (1998) nos cuenta que su padre era maestro en las afueras de París, es allí donde Pierre desarrolló su escolarización sin dificultades, marcada por períodos de vacaciones en Pinsac, su pueblo natal, lugar en que se encuentran sus verdaderas raíces y donde vacacionaba regularmente.

Encontraba allí, en cada estancia, esa intensa proximidad que lo unía a sus habitantes, a su forma de vida, a la flora y a la fauna de su tierra natal.

P. Marty se sentía profundamente arraigado a esa tierra que amaba, y es tal vez esta sensibilidad que lo llevó a interesarse particularmente en la historia singular de sus pacientes.

Desde niño y siendo adolescente, se preocupaba mucho cuando sus seres queridos se enfermaban. Él mismo dijo situar allí el origen de su interés por la psicosomática, constituyendo los cimientos de su pasión y su entrega a la investigación que lo llevaron a elaborar su teorización psicosomática.

Participó en el final de la segunda guerra mundial, formando parte de un equipo médico del ejército, específicamente de neurocirujanos.

Fue poco después que conoció el psicoanálisis: en 1947 se embarcó en un análisis personal, con Marc Schulemberger impulsado por su gran amigo Julián de Ajuriaguerra. Rápidamente escalará todos los rangos de la Sociedad Psicoanalítica de Paris (SPP). En 1954 fue miembro titular y secretario del entonces presidente de dicha sociedad: Jacques Lacan. Es decir que vivirá en directo los hechos que desembocarán en la escisión de la SPP con la salida de J. Lacan y varios de sus compañeros.

La creación de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis seguirá a la escisión a partir de la cual, como sabemos, algunos de sus miembros fundarán más tarde, en 1964, sin J. Lacan, la Asociación Psicoanalítica de Francia. P. Marty vivirá con intensidad los conflictos que agitaron a la SPP en este período turbulento de su historia, pero su elección de permanecer en esta Sociedad no variaría. Llegó a presidir la SPP en 1969. Allí estableció vínculos con Sacha Nacht, Francis Pasche, Maurice Bouvet y muchos otros, pero sus intereses ya estaban del lado de la psicosomática.

Desde la adolescencia P. Marty desarrolló su curiosidad por el toreo. Su padre, a petición suya, le comentaba sobre las corridas. En 1951 asistió a su primera corrida de toros, actividad que continuó sin interrupción a lo largo de su vida. Ingresó en el Club Taurino de París, presidido en ese momento por su maestro en Psiquiatría, Henri Ey, a la sazón también amante de la tauromaquia.

Amigo de Maurice Bouvet, a quien admiraba, le pasó a comentar, durante una corrida de toros a la que asistieron juntos, los movimientos del toro en el ruedo en cuanto a variaciones en la relación de objeto.

M. Bouvet en ese momento sufría problemas de visión relacionados con la enfermedad que se lo llevó en 1960. De paso señalemos que P. Marty fue el impulsor del Premio Maurice Bouvet, presidiendo el jurado durante más de 25 años.

Más tarde, P. Marty evocaba a menudo las particularidades de la relación objetal del toro en el ruedo frente al espacio topográfico investido por él y el frente a frente del torero y el toro, tanto el lugar que ocupa en ese espacio como sus variantes, dependiendo de si el toro estaba “alegre” o poco entonado o cansado por debilitado. La característica “alegre” se acerca a la noción de vitalidad tan importante en su obra, así como a la necesidad de los terapeutas de estar “alegres”, esto es, animados y reanimados ante un paciente que no está muy vivaz, pues se halla atravesando una depresión esencial.

Sin embargo, la comparación entre la corrida de toros y la consulta psicosomática o la sesión de psicoterapia, solo puede sostenerse en una perspectiva puramente metafórica, aunque estimulante ¡y vaya creatividad de pensamiento! El resultado en particular, lejos de apuntar a matar, debe, por el contrario, favorecer todo lo opuesto, debe dirigirse a la recuperación evolutiva a través de la reanimación psíquica.

Esta característica “alegre” nos remite a cuando P. Marty nos dice que una madre debe estar particularmente activa, vivaz, frente a un bebé perezoso o pasivo mientras que, por el contrario, debe mostrarse serena y tranquila frente a un bebé hiperactivo.

Estuvo casado con Simone, hermana de Michel Fain hasta su fallecimiento a causa de un cáncer de mama. Tuvieron juntos una hija, a quien se dedicó luego de la muerte de su esposa, al igual que a su nieto.

Mucho más adelante en su vida, en agosto de 1991, durante una estadía en Buenos Aires para el Congreso Internacional de la IPA, y con motivo del Primer Congreso Franco-Argentino de Psicosomática, a pedido suyo, los colegas argentinos lo llevaron a visitar la Exposición Anual Agropecuaria, mostrando allí el alcance de su conocimiento acerca de la ganadería. Está claro que era una pasión.

Por otra parte, es de señalar, además, su interés por culturas diferentes, y en particular por la cultura de África Occidental, donde estuvo en diferentes momentos de su vida; es este un aspecto poco conocido del pensamiento de Marty. Se interesó por la evolución de la sintomatología psicosomática habitual en sujetos sometidos a importantes cambios culturales debido a la transición de la vida tradicional a la occidental, como es el caso de los inmigrantes provenientes de África.

Allí había establecido vínculos importantes con ciertos interlocutores que lo visitaban en IPSO. Estos intercambios y las reflexiones que extrajo de ellos, lo llevaron a advertir contra cualquier abordaje simplista del punto de vista occidental, parisino, incluso, sobre individuos cuyo origen, étnico, cultural, social es diferente al suyo y de sus colegas.

Su capacidad de escucha y su deseo de comprender sin dejarse perturbar por ideas a priori se revelaron a través de comentarios directos que le eran típicos: “Eres tú quien sabe”, explícamelo, “pero claro, si sabes” y así surgen las explicaciones reclamadas, despertando muchas veces el asombro de quien las pronuncia casi sin su conocimiento. Su temperamento de hombre del sur lo llevó a los países mediterráneos, su gusto por la tauromaquia lo llevó regularmente a España, donde dominó el idioma.

P. Marty era una persona muy especial por su forma de ser, inquieto, con una capacidad de captar las cosas y la realidad asombrosa, sin necesidad de estudiarlas y una capacidad intuitiva sumamente desarrollada.

Era muy expresivo y reacio a la especulación, con una visión de profundidad y una capacidad de síntesis muy aguda y muy valorada en el pensamiento francés.

Durante mucho tiempo trabajó con Henri Ey en el Hospital Saint Anne, del cual Ey era el director, mientras que Marty era el jefe de Clínica, con él comenzó a ver primero enfermos gastrointestinales y luego de todo tipo.

Cuando comenzó a escribir, tenía una casuística de 450 pacientes y desde allí comenzó a desarrollar la idea de que la somatización tenía que ver con el funcionamiento mental. (C. Calatroni, Comunicación personal, 2021).

Junto a su entrega a la vocación médica desarrolló otros intereses como pintor, llegando a hacer su autorretrato. Era además un estudioso de la literatura, especialmente la de Víctor Hugo. No obstante, nada superó su destacable cualidad de investigador, que lo llevó a ser el precursor de novedosos y singulares aportes al psicoanálisis, como su teoría psicosomática.

Evolución de su pensamiento

Agudo estudioso y conocedor del psicoanálisis, fue profundizándolo hasta encontrar una nueva rama, la psicosomática, labor que llevó con rigurosidad y originalidad, siendo a la vez un maestro capaz de transmitir su sapiencia en la formación de profesionales interesados en sus ideas.

Estaba interesado en las relaciones entre los instintos de vida y muerte en los humanos, echando luz sobre los “mecanismos de desorganización funcional” basado en las enseñanzas del psicoanálisis, principalmente Freud y su gran capacidad de observación médica hospitalaria.

Su obra la fue construyendo sólidamente, desde sus primeros trabajos en la década de 1950 y más tarde a través de la creación del Instituto de Psicosomática de París en 1972 (IPSO-París) institución que contó con el apoyo de la Seguridad Social Francesa, a partir del fuerte trato que desarrolló con Michel Alliot, político que estudiaba a su vez la Antropología del Derecho en África y luego, siendo ministro en Francia, se encargó de financiar el costo de los tratamientos de los pacientes, pues tomó registro que la atención psicoterapéutica de cada paciente somático adulto le ahorraba diez mil dólares al año al Estado (deambular de los pacientes, menor cantidad de análisis complementarios, consultas médicas reiteradas, cirugías innecesarias, etcétera). Es de destacar que este Instituto, que continúa su desarrollo hasta hoy, es el único hospital que trata exclusivamente con psicoterapia a todo tipo de pacientes con patología somática, claro que, en contacto con el médico tratante, aunque externo al Instituto.

Si tenemos que ubicar en primer lugar el término ‘psicosomática’, Marty (1990) nos dice que la palabra psicosomática, como sustantivo, apareció en 1946, pero como adjetivo había sido empleado por un psiquiatra alemán de la escuela vitalista, Heinroth, a comienzos del siglo XIX, para caracterizar una forma de insomnio. Un siglo después el concepto de psicosomática va a retomarse para designar una concepción nueva de la medicina, concepción que incluye factores psíquicos en la determinación de las afecciones orgánicas, cuestionando de este modo el positivismo reduccionista que signó la medicina clásica desde fines del siglo XIX.

Claude Smadja (2017) nos dice que cuando Marty escribe su principal libro Los movimientos individuales de vida y de muerte (1976) juzga necesario dirigir a sus lectores esta advertencia: “Sin la obra de Freud la tarea habría sido imposible”. Esta advertencia es a la vez un testimonio de su reconocimiento con relación al fundador del psicoanálisis, y al mismo tiempo la prueba irrefutable de que la psicosomática está edificada a partir de los fundamentos psicoanalíticos freudianos. Es necesario recordar que Freud no era un psicosomatólogo pero que, a lo largo de toda su obra psicoanalítica, fue conducido a encontrar el terreno de los síntomas corporales y de las afecciones somáticas. Sus numerosas observaciones y sus intentos de interpretación teórica, tienen siempre como objetivo integrar los fenómenos somáticos en la economía pulsional.

No olvidemos que Freud, en el “Proyecto…”, imagina una psicología sustentada en el modelo neurológico, mas luego el desarrollo del psicoanálisis lo aleja de esa concepción original. A pesar de ello, no abandonó hasta sus últimos escritos su idea de buscar nexos científicos entre los procesos psíquicos y los orgánicos, expuestos a lo largo de su obra. La psicosomática viene a plasmar, a través de sus investigaciones y su extensa práctica, la concreción de ese proyecto.

Pierre Marty supo aprovechar el modelo teórico del psicoanálisis para tratar psicoterapéuticamente a los enfermos somáticos, sin por ello dejar de lado en ningún momento los tratamientos médicos habituales. Es así que un constante y perseverante trabajo a lo largo de unos cincuenta años con enfermos orgánicos, lesionados y funcionales lo llevan a postular una organización mental diferenciada de las psicosis y de las neurosis. Su atención puesta en la economía psicosomática lo llevó a concebir un nuevo espacio teórico y clínico con su nosografía específica.

Es de notar que el interés creciente por las teorías psicosomáticas data de la posguerra. El campo de las neurosis actuales es un lugar privilegiado para las observaciones psicosomáticas. Freud ha estudiado cuidadosamente una de ellas, “la neurosis de angustia”, y su cortejo de síntomas corporales, calificados de síntomas funcionales en oposición a los síntomas de conversión histérica. La teoría de la neurosis actual, desarrollada por Freud en 1895, constituye el fundamento más representativo de las concepciones psicosomáticas de la Escuela Psicosomática de París elaboradas desde 1950 por Pierre Marty y sus seguidores.

Esta teoría reposa sobre una interrupción del trayecto pulsional, desde las fuentes somáticas hacia su desembocadura en lo psíquico. De ello resulta un estado de desmentalización y una estasis de la tensión de excitación sexual concomitante, en lo somático.

Así, los síntomas funcionales de la neurosis actual son el resultado de un fallo fundamental del trabajo psíquico y han perdido, por ello, toda cualificación de sentido simbólico. Se puede afirmar hoy que el modelo de la neurosis actual hace de Freud el padre de la psicosomática por su parentesco metapsicológico con el modelo de la desmentalización que está en los fundamentos de concepciones de la Escuela Psicosomática de París.

Haciendo una breve reseña considerando etapas de su obra, Claude Smadja (1994) nos dice, como señalé más arriba, que sus primeras producciones datan de la década de 1950, época en que junto a Michel de M’Uzan, Michel Fain y Christian David funda la Escuela de Psicosomática de París. El modelo utilizado en ese momento para el análisis de la organización psicosomática era el de las neurosis actuales. Este modelo es utilizado como punto de partida y comparación, y de él se desprenden las tres nociones que persisten a lo largo de su obra. Ellas son:

1) La insuficiencia de los mecanismos neuróticos por falla en la mentalización y acompañada de desórdenes somáticos. En esta idea reposa la novedad de su concepción psicosomática.

2) La defensa somática, que luego en el modelo más actual se integra a uno de los movimientos fundamentales del proceso de somatización, esto es, el movimiento regresivo; por tanto, la enfermedad como modo de defensa viene a reemplazar o compensar la debilidad de los mecanismos de defensa. Aquí debemos decir que estamos tratando con un aparato psíquico pobremente estructurado, cuya posibilidad defensiva se desborda y pasa a investir las funciones somáticas, constituyendo esto el fundamento de la nueva formulación de P. Marty.

La investidura de una función somática está ligada simultáneamente a fenómenos regresivos de defensa que desbordan el aparato psíquico del sujeto, por tanto, esto ocurre como resultado de su insuficiente organización neurótica, tanto como sus defensas, particularmente en lo que hace a la angustia señal.

3) Por último, en la tercera noción, la centralidad la tendrá el sistema de fijaciones-regresiones propias de la evolución de cada sujeto.

Pierre Marty concibe la investidura libidinal como la energía que inviste las funciones somáticas, de igual modo que las defensas neuróticas.

En una segunda etapa que abarca los años 60, sus trabajos giran en torno a su obra fundamental que es La investigación psicosomática (1963), obra realizada en conjunto con Michel de M´Uzan y Christian David.

En ella el objetivo está centrado en la sistematización teórico-clínica de la observación psicosomática y el acento está puesto en el estudio del conjunto del funcionamiento mental y de sus conexiones con los desórdenes de las funciones somáticas de los pacientes que somatizan, al tiempo que tratan de plantear una novedosa y original nosografía acorde a las diferentes regulaciones que tomen en cuenta el comportamiento y la somatización.

A través de varios casos, muestran los principios teóricos-técnicos por los que se rige el examen clínico de estos pacientes, haciendo hincapié en el estudio de la relación médico-paciente que se evidencia en el transcurso de la entrevista. De este modo, la exploración de la dinámica transferencia-contratransferencia, permite visualizar la relación de objeto del paciente y explicar los recursos utilizados frente a los conflictos relacionales

En esta trascendente obra, nos brindan la primera descripción de un paciente que presenta un estado operatorio en sus características principales, esto es, falta de expresión afectiva, ausencia de capacidad de fantasía. Estos pacientes muestran una seria dificultad para expresar fantasías mediante la palabra, de modo de vehiculizar el material psíquico simbólico que da cuenta de un adecuado intercambio entre las diferentes tópicas. De este modo se describe el pensamiento operatorio por su falta de ligaduras estructuradas con sus fuentes inconscientes, a lo que se agrega una cualidad fundamental que consistente en la duplicación de la acción.

Este tipo de pensamiento conlleva un modo de relación a través de un mecanismo que los autores denominan reduplicación proyectiva, mecanismo que consiste en el desconocimiento tanto de la propia singularidad como la del otro, atribuyéndole su propio sistema de valores operatorios. En el diálogo, el sujeto quiere moldearse al otro y adecuarse a él, evidenciando de este modo su carencia de investiduras propias. En su vivencia, emerge la amenaza de pérdida de objeto, de la que intenta liberarse, borrando la diferencia con el otro.

Otro aspecto a destacar, tiene que ver con la importancia económica de dos vías de descarga de las excitaciones no psíquicas, el comportamiento y obviamente la vía somática.

El pensamiento operatorio es un pensamiento eminentemente consciente, sin ligadura con los movimientos fantasmáticos, esto es, representativos apreciables. Duplica e ilustra la acción, precediéndola y o continuándola dentro de un campo temporal, aunque limitado. Sus relaciones con otros, se traduce en una relación “blanca”, que nos remite a André Green en su concepción de lo negativo. No utiliza mecanismos neuróticos ni psicóticos, su característico aislamiento del Inconsciente, no es a la manera del obsesivo, pues no deviene de una distancia por manipulación mental o verbal del material psíquico.