Terapia ocupacional y pragmatismo - Rodolfo Morrison Jara - E-Book

Terapia ocupacional y pragmatismo E-Book

Rodolfo Morrison Jara

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Beschreibung

Históricamente la terapia ocupacional ha tenido dificultades para reconocerse como una disciplina académica y científica. Esto se ha generado, en parte, por un desconocimiento de sus bases epistemológicas y teóricas centrales y por la carencia de una reflexión crítica y constante sobre su práctica clínica y profesional. Es por ello que este libro propone "rescatar" algunas de esas bases teóricas que, pese a haber sustentado el desarrollo inicial de la disciplina, no han sido ampliamente reconocidas por la comunidad de terapeutas ocupacionales, como es el caso del pragmatismo clásico. Aunque existen algunas publicaciones en artículos anglosajones que han problematizado este aspecto, ninguna elabora una propuesta conceptual y teórica particular para terapeutas ocupacionales. Así, este libro recoge a los principales exponentes del pragmatismo clásico que han sido fundamentales para la edificación de la terapia ocupacional, y realiza un análisis de sus aportes iniciales y potenciales a la profesión. De esta manera, se presentan los aportes al conocimiento de William James, Charles Peirce, John Dewey y George Mead, los cuales pueden ser de utilidad tanto para estudiantes en formación como para terapeutas ocupacionales. Finalmente, este libro propone la comprensión del pragmatismo clásico como herramienta que permite identificar elementos epistemológicos que aportan al desarrollo, la investigación, la práctica y la comprensión de la terapia ocupacional en el día de hoy.

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M878p

Morrison Jara, Rodolfo.

Terapia ocupacional y pragmatismo. Contribucionesteóricas para la práctica / Rodolfo Morrison Jara.

1a. ed. – Santiago de Chile: Universitaria, 2017.

158 p.: ils.; 15,5 x 23 cm. (Estudios)

Bibliografía : p. 147-158.

ISBN: 978-956-11-2561-2ISBN Digital: 978-956-11-2847-7

1. Terapia ocupacional.

2. Filosofía.

3. Epistemología.

4. Pragmatismo.

I. t.

© 2017. RODOLFO MORRISON JARA.

Inscripción Nº 282.676. Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

© EDITORIAL UNIVERSITARIA, S.A.

Avda. Bernardo O‘Higgins 1050, Santiago de Chile

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada,

puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por

procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos,

incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor.

Texto compuesto en tipografía Palatino 11/13

IMAGEN DE PORTADA

Pintura de Cristina Benitez Rivera.

La portada representa a los cuatro filósofos pragmatistas que fueron fundamentales para el desarrollo de la Terapia Ocupacional. De izquierda a derecha: William James, George Mead, Charles Peirce y John Dewey.

DIAGRAMACIÓN

Yenny Isla Rodríguez

DISEÑO DE PORTADA

Norma Díaz San Martín

ESTE PROYECTO CUENTA CON EL FINANCIAMIENTO DEL

FONDO JUVENAL HERNÁNDEZ JAQUE 2016

DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE.

Diagramación digital: ebooks [email protected]

FONDO RECTOR JUVENAL HERNÁNDEZ JAQUE

El Fondo Rector Juvenal Hernández Jaque fue instituido el año 2003 mediante el Decreto Universitario N° 0025.932, con el fin de “promover la edición, publicación y difusión de libros y textos de interés académico, otorgando prioridad a los desarrollados por la Universidad de Chile, que generen una contribución a las ciencias, humanidades y artes, y que signifiquen un enriquecimiento científico y cultural de la comunidad”.

Desde el año 2013 la convocatoria a postular obras se ha realizado en forma anual siguiendo estándares editoriales rigurosos estrictos. Un Comité Editorial formado por cinco Profesores Titulares de diversas áreas del conocimiento –presidido por el Prorrector de la Universidad de Chile– conduce el proceso de revisión y selección de las obras, identificando pares evaluadores que contribuyen con su opinión ilustrada y fundamentada a la decisión final sobre bases exigentes y rigurosas.

En el presente concurso el Comité Editorial del Fondo estuvo constituido por los Profesores Gonzalo Díaz Cuevas, Rafael Epstein Numhauser (Presidente), Jorge Hidalgo Lehuedé, María Loreto Rebolledo González y Ángel Spotorno Oyarzún. La convocatoria alcanzó a 37 libros, siendo seleccionados 16. Uno de ellos es el libro que usted tiene en sus manos.

Comité Editorial

FONDO RECTOR JUVENAL HERNÁNDEZ JAQUE

A José Manuel,

por cada batalla librada

y por mejorar el mundo cada día de mi vida.

A nuestros hijos,

por permitirnos soñar con un mundo mejor.

La historia de la terapia ocupacional jamás estará completamente

contada. La integridad de tu profesión está en tus manos. Te ofrezco todas las

bendiciones en tu trabajo.

ELEANOR CLARKE SLAGLE

ÍNDICE

Agradecimientos

Prólogo

Introducción

CAPÍTULO I. ¿Reflexiones epistemológicas en Terapia Ocupacional?

Una breve aproximación a la filosofía y a la epistemología: ¿son temas relevantes para la terapia ocupacional?

Un breve concepto de filosofía y epistemología para la terapia ocupacional

Una filosofía y una epistemología de la terapia ocupacional

Reflexiones epistemológicas en terapia ocupacional: diálogos entre la teoría y la práctica

Una reflexión de segundo orden: Filosofía de la ocupación humana

Una metáfora: la terapia ocupacional como un árbol

CAPÍTULO II. Filosofía pragmatista: descripciones generales

Inicios del pragmatismo

Influencias y desarrollo

CAPÍTULO III. Un criterio pragmatista de verdad: el Pragmaticismo de Charles Peirce

Breve perfil biográfico

Pragmatismo versus Pragmaticismo

La máxima pragmática: el método científico para llegar a la verdad

La percepción

El realismo escolástico

Razonamiento científico

Peirce y reflexiones en terapia ocupacional

CAPÍTULO III. Tolerancia y pluralismo: El significado de la verdad de William James

Breve perfil biográfico

Una aproximación al Pragmatismo

Una aproximación a la verdad y al ideal de tolerancia

Ciencia, religión y la voluntad de creer

Empirismo radical

El holismo y el realismo directo

Pluralismo y verdad

Las ideas verdaderas y su dimensión práctica

Y entonces la verdad y el método pragmatista

Aportes de James a la terapia ocupacional

CAPÍTULO IV. Educación, democracia y crítica social: El instrumentalismo de John Dewey

Breve perfil biográfico

Instrumentalismo

¿Reconstrucción de la filosofía?

Ciencia y conocimiento

Pensamiento, acción y hábitos

Democracia y educación: bases para una transformación social

Aportes de Dewey para la terapia ocupacional

CAPÍTULO V. Pragmatismo, individualidad y sociedad: El conductismo social de George Mead

Breve perfil biográfico

Construcción del self: gestos y comunicación

Self: “yo”, “mí” y el “otro generalizado”

Acto y modelos de acción social

Personas y objetos

El conductismo social en los juegos libres y juegos reglados

Algunos procesos mentales y su génesis

La persona y el grupo social

Por último: la historia y la idea de futuro

Aportes de Mead a la terapia ocupacional

Capítulo VI. El desarrollo teórico de la terapia ocupacional y el pragmatismo

El holismo en la terapia ocupacional

El valor de la subjetividad

El desarrollo pragmatista del concepto de ocupación

El pragmatismo de Meyer y la terapia ocupacional

Perspectivas actuales en el uso del pragmatismo como fundamento teórico en la terapia ocupacional

Conclusiones

Bibliografía y referencias

AGRADECIMIENTOS

En este libro muchas personas importantes han contribuido de diferentes maneras, transitando entre aspectos emocionales, intelectuales y (¿por qué no?) espirituales. Por ello, quisiera agradecer, primero que todo, a José Manuel Graus por la contención emocional, motivación diaria e infinita paciencia. Sin su amor y tolerancia estas palabras (y yo) se habrían salido de control; a mi familia, por alentarme y enseñarme desde pequeño el equilibrio entre “ternura y firmeza”; a mi otra familia: Solange Balbontín, María Antonieta García, Carmen Paz Gallardo, Erika Molina y a “Chorifamilly” por su amistad y apoyo. A todas/os ustedes: ¡muchísimas gracias por soportarme!

A mis compañeras de oficina María Jesús Tapia, Carla Frías, Pamela Gutiérrez y Paola Méndez por las incontables carcajadas de autocuidado; a Laura Rueda por alentarme a publicar este libro; a las y los colegas del Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación de la Universidad de Chile; a las y los colegas del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, en especial a Marta Velazco, por la acogida y amistad mientras investigaba sobre la historia de la terapia ocupacional; a las y los colegas terapeutas ocupacionales de España, con quienes hemos compartido discusiones y encuentros, en especial a Pablo Cantero, Daniel Emeric y Mariajo García; a las y los integrantes de la Sociedad Chilena de Ciencia de la Ocupación; a Mariate Soria, de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, por la paciencia, confianza, ánimo y disposición.

A Jennifer Grau, Enrique Henny, Mónica Palacios, Elizabeth Uauy y Luz María Yaconi por la constructiva cena en el día que se gestó la metáfora del árbol en el desarrollo de la terapia ocupacional; a Estelle Breines, quien, sin conocernos personalmente, me inspiró por medio de su trabajo y amablemente me brindó información necesaria para la elaboración de este texto; a María Caamaño, quien puede que no tenga idea de lo transformadoras que fueron sus clases en mi formación académica.

A cuatro esenciales mujeres y maestras en mi formación de grado en la Universidad Austral de Chile: Daniela Olivares, Christiane Sther, Jimena Carrasco y Carmen Gloria Muñoz, sin ellas esto (que de seguro están leyendo ahora) no existiría; a Eulalia Pérez Sedeño por su apoyo, meticulosa revisión e importantísimos aportes a este texto; a Dauder, Rebeca Ibáñez-Martín y Obdulia Torres por sus valiosísimas y significativas contribuciones y críticas a este documento. A todas y todos los y las colegas que contribuyeron a nombrar este libro: ¡espero que ahora sí se entienda el título!

Y finalmente al comité evaluador del Fondo Rector Juvenal Hernández Jaque de la Universidad de Chile (convocatoria 2015 y 2016), quienes realizaron aportes tremendamente relevantes que afectaron la reestructuración de la primera versión de este texto.

A todas y todos ustedes, muchísimas gracias.

PRÓLOGO

El terapeuta ocupacional (...) debe mirar el pasado y al futuro.

Del pasado adquiere la razón de ser, del futuro recibe una invitación

para aplicar su herencia a colaborar en el desarrollo de una nueva sociedad.

NEDRA GILLETTE1

Este texto inició de forma inesperada cuando cursaba el Máster en Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Salamanca. María Caamaño, profesora del curso “La tradición pragmatista en la filosofía de la ciencia”, realizó una exposición sobre el pragmatismo, comenzando con la perspectiva teórica de William James, particularmente sobre su texto La voluntad de creer. Así, describió su perspectiva respecto a la comprensión del mundo, donde daba un mayor valor a la subjetividad de las creencias individuales por sobre lo comprendido como “objetividad”. Después continuó con algunos elementos de John Dewey, relevando el rol del holismo en la comprensión del ser humano y de la trascendencia del pensamiento crítico en el proceso educativo. Por último, comentó algunos aspectos del trabajo de Charles Peirce respecto a la reflexión crítica en el contexto científico y sobre el peligro de los “hábitos-creencias” en el estancamiento del conocimiento.

Después de esa clase reflexioné si fue una coincidencia que un grupo importante de filósofos empleara conceptos como “hábitos”, “holismo”, “subjetividad”, “aparente objetividad”, y otros conceptos que, para mí, eran propios de la terapia ocupacional. La profesora Caamaño me facilitó diferentes artículos sobre estos pragmatistas, y fue así como empecé a investigar sobre quiénes eran estos personajes, integrantes del “Club de los metafísicos”. Muchas cosas me sorprendieron en este camino. Quedé asombrado cuando descubrí que fueron contemporáneos al desarrollo de la terapia ocupacional en Estados Unidos y, más aún, cuando identifiqué los vínculos entre ellos y la primera generación de terapeutas ocupacionales. Por ejemplo: John Dewey visitó constantemente la Hull House donde trabajó Eleanor Clarke Slagle (una de las primeras terapeutas ocupacionales) junto a Jane Addams (cuyo rol fue crucial en las reformas sociales); fue en la Hull House donde Slagle fundó la primera escuela de terapia ocupacional en 1915; Addams y Julia Lathrop (quien tuvo gran importancia como pionera en el uso de ocupaciones con fines terapéuticos) trabajaron junto a Adolf Meyer (considerado uno de los fundadores de la profesión) en la modificación de las políticas sanitarias de la ciudad de Chicago, lo que impulsó el desarrollo de la terapia ocupacional; y Susan Tracy (considerada la primera terapeuta ocupacional) citó a Dewey y a William James en algunos de sus textos.

Rápidamente mi motivación por conocer en profundidad la filosofía pragmatista fue creciendo. Descubrí que en el pragmatismo estaba la respuesta a muchas interrogantes personales sobre la terapia ocupacional. Siempre me pregunté, por ejemplo: ¿por qué esta disciplina, considerada principalmente como una profesión del área de la salud, es tan particular y diferente a las demás?; ¿por qué tiene una visión diferente de las personas, basándose en una relación horizontal?; ¿por qué se centra tanto en las opiniones y experiencias individuales de sus pacientes, considerándolas, muchas veces, tan importantes como el conocimiento científico?; ¿qué hace que la terapia ocupacional valore tanto la diversidad de las personas, otorgándole un valor máximo en la formación profesional?; ¿por qué es tan difícil que las demás personas comprendan qué es la terapia ocupacional?

A medida que más indagaba sobre los diferentes posicionamientos pragmatistas, más respuestas encontraba a estas preguntas, y ello me hizo considerar que la terapia ocupacional era eminentemente pragmatista.

Este hallazgo me impulsó a compartir estos aspectos en diferentes seminarios, conferencias y publicaciones. Sin embargo, esto no era suficiente para comunicar la profundidad de muchos elementos teóricos que considero muy relevantes para la profesión. Por ello me propuse publicar este libro, como una forma de contribuir al desarrollo teórico de la disciplina y favorecer las reflexiones epistemológicas y críticas dentro de la comunidad de terapeutas ocupacionales.

¿Qué tanto hemos heredado del pragmatismo en la terapia ocupacional? Esta es la pregunta que guía la construcción de este libro. En su desarrollo se proponen posibles respuestas, pero la más relevante será la que cada lector, estudiante o terapeuta ocupacional construya una vez finalizada la lectura de este texto.

DR. RODOLFO MORRISON JARA

18 de junio de 2016

Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación

Facultad de Medicina, Universidad de Chile

Santiago, Chile

1 Nedra Gillette (1973, p. 51) fue una destacada terapeuta ocupacional estadounidense que hizo hincapié en repensar la disciplina desde sus orígenes.

INTRODUCCIÓN

En el presente libro se proponen algunos elementos teóricos que podrían aportar al desarrollo, práctica y comprensión de la terapia ocupacional. Históricamente, la profesión ha tenido dificultades para reconocerse como una disciplina científica con fundamentos epistemológicos propios, considerándose más bien una técnica terapéutica (Da Rocha Medeiros, 2008). Esto se ha producido, en parte, por la necesidad de validarse en un contexto más técnico que teórico. Por ello este texto expresa algunas propuesta teóricas que podrían ser útiles para la disciplina, tanto en su comprensión como en el desarrollo de sus fundamentos disciplinares.

Con este propósito, es importante plantear que la terapia ocupacional se define como una disciplina del área de la salud y del área social, que tiene por objetivo facilitar que las personas, grupos o comunidades puedan realizar actividades con propósito y significado, las que favorecen la inclusión social (Christiansen, 2005; Kielhofner, 2009). Se ha formado en esta doble pertenencia desde sus orígenes: por un lado médica, por validarse dentro del contexto sanitario de la rehabilitación, ya que los principales exponentes varones fueron médicos y las fundadoras de la disciplina enfermeras (o con formación en enfermería); y por otro lado social, por desarrollarse en ámbitos de pobreza, alta inmigración y situaciones precarias dentro de centros que tenían como fin la justicia social como la Hull House de Jane Addams2 (Morrison, 2014).

Además, su visión del ser humano es holística, centrada en la subjetividad y contextualizada, por lo que aboga por la diversidad cultural, social, étnica, sexual y funcional de las personas, considerando aspectos biológicos, psicológicos, sociales y ocupacionales (entre otros, como políticos, relacionales, etcétera).

Históricamente se vinculó al trabajo con personas con (o en situación de) discapacidad, principalmente: (a) en el área de disfunción física (personas que han sufrido amputaciones de extremidades, quemaduras, patologías como la parálisis cerebral o que presentan trastornos motores como secuelas de accidentes cerebrovasculares, entre otros, ya que la disciplina ayuda, por ejemplo, al desarrollo de habilidades físicas favoreciendo la integración laboral o escolar) (Turner, Foster y Johnson, 2003); (b) en salud mental (personas con sintomatología psiquiátrica, diagnósticos como esquizofrenia, depresión, trastornos de personalidad, etc., donde se ayuda a su integración social) (Paterson, 2002); (c) dentro del área pediátrica (niños con problemas conductuales, con trastorno de déficit atencional e hiperactividad, espectro autista, Síndrome de Asperger, etc., colaborando en su estado de bienestar en la escuela o en su hogar, entre muchos otros aspectos); y (d) en el trabajo con personas mayores (en residencias donde se estructura su rutina diaria para mantener o mejorar funciones cognitivas y físicas, o en hospitales, donde se confeccionan férulas que ayudan a mantener las funciones corporales, o en el domicilio, donde se realizan adaptaciones en el hogar, etc.) (Crepeau et al., 2008), entre muchos otros ámbitos.

Hoy el campo de la profesión es mucho más amplio, ya que abarca diferentes áreas como: represión política y trabajo con personas desplazadas por conflictos bélicos, realizando intervenciones orientadas a la resignificación de experiencias, exploración de intereses, integración cultural, entre otros (Guajardo y Simó, 2010; Navarrete, Cantero, Guajardo, Sepúlveda y Moruno, 2015); drogodependencias, ayudando a las personas a buscar nuevas maneras de estructurar su rutina diaria, realizando apresto laboral, o desarrollando sus habilidades sociales, etc. (Schliebener, 2012); trabajo en la comunidad, realizando intervenciones sociales y talleres con objetivos de prevención y promoción en salud, o bien rehabilitación de base comunitaria (Oyarzún, Zolezzi, Núñez y Palacios, 2009), entre otros.

Así, la terapia ocupacional comprende diversos campos, por lo que muchas veces ha tendido a confundirse con otras disciplinas3. Sin embargo, las y los terapeutas ocupacionales poseen un rol claro: deben abogar por el bienestar de las personas, grupos y poblaciones con el compromiso de la inclusión y no discriminación, valorando los beneficios de la ocupación, lo que contribuye a organizar la vida, mejorar la salud y favorecer el bienestar individual y de las comunidades (Ávila et al., 2010).

En suma, la terapia ocupacional orienta sus esfuerzos hacia el apoyo de personas con problemáticas específicas para que logren desempeñar sus ocupaciones significativas de manera satisfactoria, promoviendo su participación social. Así, se orienta a mejorar el desempeño en diferentes actividades, prevenir enfermedades y discapacidades, promover la adaptación a los cambios de la vida, recuperar funciones y habilidades y fortalecer o mantener la calidad de vida de las personas, grupos y comunidades.

Por otro lado, y para lograr la inclusión de personas con diversas problemáticas, la terapia ocupacional emplea las ocupaciones desde dos perspectivas: (a) comprendiendo la ocupación como un agente de cambio, un medio terapéutico, o como una forma de intervención social, es decir, utilizando a la ocupación como un instrumento para mejorar el bienestar en las personas; y (b) como un fin en sí mismo, es decir, contribuyendo a que las personas realicen sus ocupaciones significativas dentro de su propia vida cotidiana.

Esta ocupación ha sido entendida como aquellas actividades que ayudan a prevenir la enfermedad y mantener o recuperar el estado de bienestar y salud (Slagle, 1922); se realizan de manera voluntaria, produciendo disfrute personal (Kielhofner, 2004), y suponen un medio de expresión de la propia humanidad (Breines, 1986a). Estas actividades, guiadas profesionalmente, facilitan que las personas puedan mejorar o mantener su estado de salud y bienestar, e integrarse y participar en la comunidad, al mismo tiempo que prevenir estados de enfermedad (Breines, 1986b; Carrasco y Olivares, 2008; Kronenberg, Simó y Pollard, 2006).

También puede comprenderse como aquellas “actividades diarias que reflejan valores culturales, proveen estructura de vida y significado a los individuos; (…) [y que] se relacionan con las necesidades humanas de autocuidado, disfrute, y participación en la sociedad” (Crepeau, Cohn, y Schell en Ávila et al., 2010, p. 6). Así, la ocupación es fundamental para el desarrollo de habilidades en las personas, ya que les permite participar en las tareas que se propongan, dentro de los roles fundamentales en su vida diaria y estructurando su rutina y hábitos, pues contribuye a mejorar su estado de salud y bienestar.

Este concepto de ocupación, que da origen a la profesión, ha transitado por innumerables perspectivas teóricas. Desde las más clásicas, centradas en mejorar la salud y el bienestar (Barton, 1915; Slagle, 1922; Tracy, 1910), pasando por las orientadas a la restauración de funciones físicas (Rood, 1956) y ser apoyo para el diagnóstico clínico (Fidler y Fidler, 1954), hasta las orientadas desde una visión política-comunitaria (Kronenberg y Pollard, 2006) y consideradas como factores de riesgo para la salud (Wilcock, 2006).

Si bien el objetivo de este escrito no pretende definir lo que es la ocupación para la terapia ocupacional, es menester realizar esta aproximación para comprender las necesidades de diferentes terapeutas ocupacionales de dar nombre a lo que realizan día a día4. Tal ha sido esta necesidad, que se han intentado ordenar y comprender las prácticas a través de la historia, nombrando y renombrando una y otra vez este eje disciplinar, la ocupación. Y si bien no hay acuerdos explícitos sobre la definición de este concepto, sí existe un acuerdo en considerarlo como centro de la disciplina (Kielhofner, 2009), lugar que aparentemente perdió y que causó una profunda crisis de identidad años atrás (Mattingly y Fleming, 1994).

En mi opinión, esta crisis de identidad se debió a una redirección del concepto inicial más que a la pérdida del mismo (Morrison y Vidal, 2012). Cuando las y los terapeutas ocupacionales, a mediados del siglo XX, dicen experimentar un problema con su identidad profesional, aparecen interesantes intentos por volver a los orígenes de la profesión. Efectivamente lo logran, se establecen nuevas teorías sobre el comportamiento ocupacional del ser humano (Reilly, 1962); la ocupación humana (Kielhofner y Burke, 1980); la forma, función y significado de las ocupaciones (Nelson, 1988); y el actual –y a veces cuestionado– emblema, la Ciencia de la ocupación5 (Zemke y Clark, 1996). Lo que podría esperarse entonces es que, desde finales del siglo XX, este problema de identidad estuviese zanjado, resuelto, superado, y que figurase como un recuerdo. Pero la realidad dista bastante de ello.

A lo anterior habría que sumar la complejidad en la formación como terapeuta ocupacional, la cual implica que el o la estudiante desarrolle la capacidad de asimilar una diversidad de contenidos impartidos (los que oscilan entre neuropatología y talleres de manualidades, pasando por anatomía, fisiología, psicología, antropología, técnicas de relajación, entre otras), y posteriormente ponerlos en práctica en la clínica. La relación entre teoría y práctica ha sustentado a la disciplina desde sus orígenes, y se ha establecido esa reciprocidad en la formación profesional, pero aquellos fundamentos filosóficos de otrora que dieron pie a este enfoque son escasamente considerados.

Por todo lo anterior, esta disciplina puede ser comprendida de una forma más profunda, analizando sus elementos constituyentes como la epistemología pragmatista. Esto permitirá transitar desde una conceptualización centrada en aspectos técnicos, hacia una comprensión profesional, más compleja y epistemológica.

En esa línea se sitúa este trabajo, como un intento de rescatar aquellos fundamentos epistemológicos que han sido olvidados en la formación profesional, pero que son esenciales para comprender qué es la disciplina. Se establece entonces que estos fundamentos teóricos iniciales, a saber, derivados de la filosofía pragmatista, no tienen la relevancia que deberían tener en la formación de pregrado ni en el número de publicaciones disciplinares, lo que por consiguiente genera diferentes complicaciones para comprender y estudiar qué es la disciplina. Junto con esto, el mayor entendimiento de la profesión desde el pragmatismo podría permitir un aumento en el número y complejidad de los elementos teóricos de la terapia ocupacional, potenciando sus bases epistemológicas y desarrollos actuales.

De esta manera, al realizar una aproximación general de la filosofía pragmatista, este texto se dirige principalmente a estudiantes, académicos y profesionales de la terapia ocupacional. Probablemente para otras disciplinas, como la filosofía, este texto no resulte del todo útil, ya que me he centrado en dar un tratamiento instrumental a cada pragmatista, acorde con los objetivos del escrito, es decir, recuperar los elementos del pragmatismo clásico que resultan coherentes con el desarrollo teórico y práctico de la terapia ocupacional y que, por ende, son esenciales para profundizar el conocimiento de la terapia ocupacional y fomentar su desarrollo.

Por lo anterior, no todos los elementos ni (probablemente) los más destacados de los cuatro pragmatistas que se revisarán: Charles Peirce, William James, John Dewey y George Mead, serán analizados con la profundidad que un enfoque filosófico precisa. Pero sí, pertinentes a la terapia ocupacional.

Asimismo, al poseer una baja representación en el campo de la terapia ocupacional, en este libro se señalarán con mayor énfasis los elementos del pragmatismo clásico (respondiendo a esa carencia) y no tanto aspectos “completamente disciplinares”, “ocupacionales” o propios de la terapia ocupacional actual (los que, sin embargo, tienen gran coherencia con los aspectos que se señalarán, ya que son la base de muchas de las conceptualizaciones que se utilizan actualmente en la disciplina). De todos modos, hacia el final de cada capítulo se indican algunos puntos que permitirán vincular, de forma más estrecha, a esta epistemología con la profesión.

Así, la composición del texto es la siguiente. En primer lugar se realiza una reflexión respecto a la necesidad de cuestionar los fundamentos epistemológicos de la terapia ocupacional, planteando algunos elementos básicos que permitirán a estudiantes y terapeutas ocupacionales facilitar la comprensión de los elementos que aparecerán a continuación. Posteriormente se aborda la filosofía pragmatista en general, señalando sus orígenes, para proseguir en los capítulos siguientes con una descripción de los pragmatistas que influyeron en el desarrollo de la terapia ocupacional. Con cada uno se realiza un breve perfil biográfico, continuando con algunos de sus principales elementos teóricos e indicando sus contribuciones a la disciplina.

El escrito finaliza integrando los principales aportes del pragmatismo a la profesión, destacando el holismo, el valor por la subjetividad y el concepto de ocupación; señalando parte del desarrollo teórico de Adolf Meyer (uno de los pioneros en su desarrollo), y mencionando algunas propuestas actuales que rescatan al pragmatismo como perspectiva teórica pertinente en la disciplina.

Espero que este texto sea una contribución al conocimiento, en especial para estudiantes y profesionales del área de la terapia ocupacional, como he mencionado anteriormente, ya que aquí podrán encontrar muchos de los fundamentos previos a la configuración de la disciplina y que han permanecido escondidos por varios años, pero presentes de forma invisible.

RODOLFO MORRISON JARA

2 Jane Addams ha sido reconocida como una gran figura en diversos campos disciplinares, como el trabajo social, y más recientemente en la terapia ocupacional, siendo la primera mujer del continente americano en ganar el Premio Nobel de la Paz en 1931 (compartiéndolo con Nicholas Murray Butler), y es reconocida como una de las 100 mujeres más influyentes de todos los tiempos desarrollando una política social fundamentada en el pragmatismo y en la igualdad de género. Fue una de las mujeres que apoyó el desarrollo de la terapia ocupacional; de hecho, en la Hull House fue donde se fundó la primera escuela de terapia ocupacional en 1915 (Kuiper, 2010; Knight, 2005; Schneiderhan, 2001; Danisch, 2010; Deegan, 2010; Hamington, 2010; Morrison, 2011). La Hull House fue el asentamiento social considerado “el corazón de la reforma de mujeres en Chicago”, ya que contribuyó a la formación política, profesional y laboral de muchas mujeres, además de brindar apoyo a cientos de familias, principalmente inmigrantes, en el contexto de la era industrial (Quiroga, 1995).

3 Las confusiones más frecuentes son con la fisioterapia o kinesiología, con la psicología o con el trabajo social, debido a que, desde la observación externa, puede entenderse que estas disciplinas emplean métodos similares a la terapia ocupacional. Sin embargo, los roles de cada profesión están claramente delimitados, por lo que esta confusión se basa en un desconocimiento general de la disciplina, debido, en parte, a su base teórica holística. Esto se abordará más adelante, pero señalaré que la mirada holística que busca resolver una problemática comprendiendo al ser humano como un todo causa una serie de confusiones, ya que en general nuestra sociedad forma a profesionales “hiperespecializados” y bajo un dualismo cartesiano (mente-cuerpo). Es decir, es difícil que se entienda que una profesión trabaje ámbitos “sociales” al mismo tiempo que “psicológicos” y a la vez que “físicos”. Un texto interesante que aborda las dificultades en la comprensión de la disciplina es el de Olivares, Morrison, Yáñez y Carrasco (2015).

4 En el capítulo final de este libro se retomará el constructo ocupación a la luz de los diferentes elementos pragmatistas.

5 Además de su función como profesionales del área sociosanitaria, las y los terapeutas ocupacionales han desarrollado ámbitos de investigación sobre la ocupación, conformando una disciplina académica denominada Ciencia de la Ocupación (Zemke y Clark, 1996). La ciencia de la ocupación otorga un sustento teórico y científico a la práctica de la terapia ocupacional, estudiando la ocupación –no solo entendida como trabajo, sino como hacer– como un fenómeno inherente al ser humano. De este modo, al centrarse en el comportamiento humano se considera una ciencia social, como la antropología, la psicología o la sociología (Yerxa, 1998).

CAPÍTULO I¿REFLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS EN TERAPIA OCUPACIONAL?

En este primer capítulo se exponen tres aspectos relevantes para la comprensión del espíritu del texto. Primero, se explicita qué sentido podrían tener la filosofía y la epistemología en la terapia ocupacional, con el objeto de dar un contexto general y una conceptualización atingente para la profesión. Segundo, se plantea un argumento respecto a la necesidad de reflexionar en torno a los fundamentos epistemológicos y filosóficos iniciales de la profesión, principalmente basado en los argumentos de Estelle Breines, y sobre cómo este ejercicio podría enriquecer el desarrollo y práctica de la disciplina. Y tercero, se rescata una propuesta de análisis, denominada filosofía de la ocupación humana, que podría operar como un marco delimitador respecto a las reflexiones epistemológicas de la terapia ocupacional1.

Una breve aproximación a la filosofía y a la epistemología: ¿son temas relevantes para la terapia ocupacional?

La terapia ocupacional tiene la gran tarea de aprender de su historia

ELIZABETH YERXA2

Dos de las más prestigiosas terapeutas ocupacionales de Estados Unidos han postulado la necesidad de revisar la historia disciplinar. Primero, Nedra Gillette (1973) realiza una invitación a “mirar al pasado” para reconocer la razón de la existencia de la terapia ocupacional. Y, dos décadas después, Elizabeth Yerxa (1992) propone algo similar, al referir que el y la terapeuta ocupacional deben aprender de la historia de la profesión para no perder el sentido de su práctica. ¿Por qué harían hincapié en esto? Ambas referencias implican remirar la historia para comprender los fundamentos disciplinares, ¿pero por qué esto sería necesario?, ¿es que la terapia ocupacional no posee claridad respecto a sus bases fundacionales?, ¿se vería afectado el desempeño profesional si se practica la disciplina sin tener claridad respecto a las teorías básicas que dieron cuerpo a la profesión? Al parecer, sí.

Es por lo anterior que el rescate de la filosofía y la epistemología básica original de la terapia ocupacional podrá proveer de una base sólida de conocimientos que permitan ejercer la práctica profesional, teniendo claro conocimiento sobre los elementos constitutivos y, por ende, de los fines, de la disciplina.

Pero, antes de profundizar en este argumento, es necesario realizar una breve propuesta de conceptualización sobre qué podemos entender con filosofía y epistemología, de manera que estudiantes de pregrado o sin formación en el tema comprendan a qué se hace referencia con estos conceptos. Lo anterior, ya que existen tantas definiciones de filosofía y epistemología como campos en los que se aplican, por lo que intentaré desarrollar un concepto pertinente y oportuno para la terapia ocupacional.

Así, una vez delimitada esta posición se dará paso a un reflexionar sobre la pertinencia de estos elementos en la terapia ocupacional. Posteriormente, se plantea que una de las grandes problemáticas de la disciplina ha sido la carencia de reflexión sobre estas temáticas, lo que ha impactado en la manera de comprender la teoría y la práctica, considerándose aspectos separados del ejercicio profesional, pero que en realidad nunca lo han estado.

Un breve concepto de filosofía y epistemología para la terapia ocupacional

Puede comprenderse a la filosofía como el estudio y la reflexión de diferentes materias relacionadas con los seres humanos: desde la existencia propia, la mente, pasando por la verdad, el conocimiento, llegando a la belleza o la justicia, entre otras muchas posibilidades. Según señalaba Sócrates, correspondería a la búsqueda de respuestas que distinguen el universo del ser humano (Giannini, 2005).

A pesar de que en sus inicios la filosofía involucraba de manera inexorable reflexiones vinculadas a la mitología y a la religión, logró distinguirse de estos campos por criticar el conocimiento en sí, no dando nada por supuesto o predefinido, cuestionando los fenómenos que daban cuenta de los mitos, ampliando, a la vez que diversificando, su campo de reflexión (Giannini, 2005). También se diferencia de la ciencia, a la que se la considera como una de sus ramificaciones (aunque por muchos años se entendían como parte de una misma disciplina), debido a sus métodos (De Azcárraga, 2003). La ciencia, entonces, difiere de la filosofía debido a que busca probar empíricamente una serie de postulados o tesis, o bien acercarse a “verdades” desconocidas pero bajo ciertos preceptos metodológicos, a saber cualitativos, cuantitativos o mixtos (Hernández, Fernández y Baptista, 2006).

Por otro lado, la filosofía, al ser la madre de todas las disciplinas, presenta una dificultad para ser considerada de manera aislada. De hecho, se entiende que al ser parte de variadas actividades humanas, como la política, la ética y la misma ciencia, no es casualidad que grandes personas en dichos ámbitos sean destacadas en filosofía (Edelsztein, 2012; Rullmann y Schlegel, 2004). De este modo, debido a la diversidad de temas que trata, existen ramificaciones que buscan reflexionar sobre diferentes temáticas específicas. Por ejemplo, la metafísica se ocupa de estudiar las nociones que se tienen sobre el mundo, el ser, los objetos, el tiempo, etcétera. Es decir, se entiende como la Filosofía primera, al encargarse del análisis de conceptos abstractos, una filosofía que estudia lo que está más allá de lo físico (Najmanovich, 2010). Otro ejemplo es el de la ontología, que se distingue como una derivación más particular que busca comprender o analizar lo existente o lo que está entre nosotros, el ente y sus distintas manifestaciones (Lavelle, 1966); o la gnoseología, que estudia el origen y los límites del conocimiento humano. Así también, otra subcategoría muy relevante es la epistemología.

Pero, antes de referirnos a ella, es importante señalar que no solo se denomina filosofía al estudio de algún problema relevante de la humanidad, sino también a sus respectivas respuestas y postulados (Najmanovich, 2010). Es así como podemos hablar de la filosofía de Platón o la filosofía de Hypatia; o bien de la filosofía pragmatista o de la filosofía de Jane Addams. Desde esta mirada, la filosofía reuniría una serie de postulados y principios que caracterizan de una manera particular una forma de pensar o de referir al mundo.

Ahora bien, volviendo a la epistemología, es preciso señalar que surge de una distinción particular del conocimiento. Al existir diferentes tipos de conocimiento desde el sentido común, lo religioso, lo místico, hasta lo filosófico o científico, en la antigua Grecia se distinguió el conocimiento basado solo en la opinión –doxa–, de aquel reflexivo y focalizado en lo racional –episteme–(Najmanovich, 2010; Ortega, 2002). De este último deriva el concepto epistemología.

La epistemología es una disciplina que estudia el conocimiento: ¿qué significa conocer?, ¿cuáles son sus límites? o ¿cuáles son las fuentes del conocimiento?, son preguntas que guían la reflexión en este campo (Bunge, 2004, 2005; Leff, 2004). Respecto a su etimología, proviene del vocablo griego episteme, que significa inteligencia, conocimiento, saber, y del vocablo logos, que significa estudio o ciencia; y, como se ha señalado, difiere del término doxa, que significa opinión, o un saber desde el sentido común, sin una reflexión crítica al respecto (Marcos, 2010).

De esta manera, la epistemología surge de la necesidad de explicar el mundo, y se considera su punto de partida en la conformación de la polis en Grecia (entre los siglos VII y VI a. C.). Por ello, fue necesario desarrollar el arte de la oratoria en la conversación, perfeccionando las estrategias para argumentar dentro de la democracia3. Argumentar y discutir pasan a formar parte de las ocupaciones más relevantes de los ciudadanos griegos. De esta forma se desarrolló el logos, que corresponde a la razón, al discurso y, por ende, se estrechan las relaciones entre argumentos sólidos y la política (Ortega, 2002).

Sin embargo, sucede que ni la razón ni los argumentos explicados de manera sencilla dan abasto en las arduas discusiones. Se hace necesario entonces desarrollar nuevas estrategias para convencer a los adversarios. De ahí que la retórica irrumpiese como el arte de emplear el discurso para convencer sobre algún argumento y fuese utilizada principalmente por los sofistas4 (Najmanovich, 2010).

No obstante, los sofistas comienzan a ser denostados por filósofos como Sócrates y Platón, nombrándolos como “intelectuales que saben hablar”, pero que adolecen de contenido en su argumento, resaltando solamente la forma de expresarlo (Giannini, 2005). Así es como la episteme realza su relevancia, por centrarse en argumentos sólidos y reflexiones sistemáticas que permitirían alcanzar, de manera certera, al conocimiento sin caer en la “mera retórica”5.

Por consiguiente, la epistemología reflexiona respecto a lo que se conoce, al conocimiento en sí y a las circunstancias en las que se valida y alimenta (Leyva, 2009). Se ocupa de los enunciados de la ciencia y de sus relaciones lógicas que funcionarían como justificación y validez