Todos somos frágiles (también los psiquiatras) - Aquilino Polaino-Lorente - E-Book

Todos somos frágiles (también los psiquiatras) E-Book

Aquilino Polaino-Lorente

0,0

Beschreibung

¿Qué bulle dentro de un psiquiatra que se jubila después de 45 años tratando miles de biografías? ¿Qué brillo queda en los ojos de quien ha escuchado tantos dramas? ¿Es posible confiar en los seres humanos después de sobrevivir a tantas heridas? ¿La felicidad es la gran utopía? ¿Las enfermedades mentales se curan? ¿Vivimos en una sociedad tóxica? ¿Estamos condenados a la oscuridad? ¿Hay luz al final del túnel? Conversar con un psiquiatra de su carrera médica justo después de colgar la bata es sanador. Más de cien preguntas sobre él y sobre cada uno de nosotros: depresión, alegría, soledad, familia, inmadurez, valores, suicidios, vidas con sentido, obsesiones, ilusiones, alcoholismo, medicina, drogas, salud, ataques de pánico, libertad para cambiar, incertidumbres, motivaciones, disforia de género, confianza, sexo sin alma, fe en las personas, emociones desbocadas, inteligencia emocional, muerte y resurrecciones. Este diálogo entre un médico-catedrático con tono muy divulgador y un periodista especializado en salud está escrito para todos aquellos en busca del sentido de la vida dispuestos a asimilar para siempre que nadie es perfecto y que todos somos frágiles, también los psiquiatras.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 116

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Aquilino Polaino-Lorente

Álvaro Sánchez León

Todos somos frágiles (también los psiquiatras)

Una conversación sobre salud mental

© El autor y Ediciones Encuentro S.A., Madrid 2024

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Colección Nuevo Ensayo, nº 124

Fotocomposición: Encuentro-Madrid

ISBN: 978-84-1339-173-1

ISBN EPUB: 978-84-1339-506-7

Depósito Legal: M-44-2024

Printed in Spain

Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa

y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a:

Redacción de Ediciones Encuentro

Conde de Aranda 20, bajo B - 28001 Madrid - Tel. 915322607

www.edicionesencuentro.com

Índice

TIMBRE

AQUILINO POLAINO-LORENTE

CONVERSACIÓN

EPÍLOGO O CARTA DE DEsPEDIDA A LOS LECTORES

TIMBRE

Madrid. Navidad 2022-2023. Cielo gris con luces palpitantes. Calle Velázquez. Hemos venido a pintar un retrato realista de un psiquiatra midiendo la luz de los ojos y las palabras. La vida que ha pasado, los horizontes que se esperan y el pensamiento verbalizado que se ensambla con sabiduría.

En este enclave sereno del barrio de Salamanca donde el pintor barroco expande su apellido, se ubica la consulta del doctor Aquilino Polaino-Lorente. La última. Aquí acaba de colgar su bata después de cuarenta y cinco años de medicina y salud mental. Centenares de pacientes, historias clínicas, historias duras, historias felices, historias incompletas, historias con histeria, historias sin alma, historias con alas, historias de su historia personal y profesional e historia de la psiquiatría contemporánea.

Timbre mañanero. Cuatro días de conversación a pinceladas, buscando un esbozo interior, un paisaje exterior, un balance sin academias y un revulsivo. Aquí, una luz. Aquí, unas sombras. El claroscuro de la vida.

Velázquez. Hemos venido a pintar con letras hondas una tabla sin prejuicios. ¿Qué bulle dentro de un psiquiatra que se jubila después de nueve lustros dando lustre a miles de biografías? ¿Qué ha cuajado en el ambiente de esta consulta sin diván? ¿Qué brillo queda en los ojos de quien ha escuchado tantos dramas sincopados? ¿Es posible confiar en los seres humanos después de sobrevivir a tantas heridas, de tropezar con la misma piedra, de huir hacia adelante, de oscurecer el paraíso? ¿La felicidad es la gran utopía? ¿Nos curamos de las inmundicias? ¿Hay luz al final del hoyo? Porque todos somos frágiles, también los psiquiatras.

Decenas de preguntas al óleo. Yo quiero pintar la estampa de Inocencio X —pinceladas sueltas, rojo-sangre, rojo-pasión, rojo-ira, rojo-fuego, rojo-prohibido, rojo-vida— sin perder de vista El aguador de Sevilla. Velázquez. Pero quizá hayamos terminado en el epicentro de La fragua de Vulcano. Mitos, dioses, humanos, verdades, mentiras, cuerpos, almas, miradas, interrogaciones, paños sagrados, paños menores, metales fríos, hierros incandescentes, golpes, dudas, sorpresas, resplandores, fuego, Apolo, mujeres de Venus y hombres de Marte.

Hace calor de hogar en esta conversación de lo general, lo particular, lo pedestre y lo divino. Crepita la fragua entre preguntas buscando aquilatar la esencia sin barroco de estos años de psiquiatría.

Todas las veces que habrá sonado este timbre por primera vez. Un dolor. Un bajón. Una depresión. Un suicida superviviente. Una luz apagada. Una toalla arrojada y sucia. Una despensa vacía. Unos tacones planos. Una mirada muerta. Una arteria mustia. Un reloj parado. Una ventana sin vistas. Un pájaro enjaulado. Una flor seca. Un cielo sin azules. Unas lágrimas en catarata. Una respiración entrecortada. Un ramo de espinas. Una taquicardia sistémica. Un cuadro sin aire. Una desgana de vivir. Un sinsabor ambiental.

Y todas las veces que se habrá cerrado la puerta por fuera. Un reset. Una ilusión tintineante. Un volver a empezar. Una resurrección casera. Un miedo a volver a caer. Un rostro que resurge tras el llanto. Una esperanza. Un Pantone de posibilidades. Una orquesta de intenciones. Un barco que se aleja del muelle. Un muelle en el corazón. Una sonrisa revolucionaria después del Guernica. Un partido a partido. Una brisa de paz. Un gol. Una portada de campeones.

En este medio siglo, por la consulta del Dr. Polaino-Lorente han pasado mujeres y hombres de todas las clases sociales con casi todos los diagnósticos posibles. Primero en Argüelles. Después, en Cuatro Caminos. Y ahora, en esta fragua de Velázquez. Los ricos, que también lloran. Los pobres, que también ríen. No hay fronteras de códigos postales. Depresiones y esquizofrenias. Disforias y ansiedades. Ingresos y lexatines. Angustias y desorientación. Obsesiones compulsivas y fanatismos caseros. Psicoanálisis y terapias con cintura. La compleja madeja y la absoluta grandeza de los seres humanos tejen las entretelas de esta conversación paliativa.

El doctor y todos sus achaques. Aquilino y todas sus lecciones aprendidas. Una cocacola. Un cigarro humeante. Una columna vertebral al borde del desahucio. Luz tenue. Dos sillones orejeros. Más de cien preguntas que podría haber hecho usted, pero que he tenido la suerte de hacer yo.

Silencio. Se escucha.

AQUILINO POLAINO-LORENTE

Siempre ha hecho lo que le da la gana y, normalmente, mirando al sol a la cara.

Breve apunte sobre el entrevistado. Al otro lado de esta conversación está Aquilino Polaino-Lorente, nacido en la sierra de Cazorla en 1945. Donde nace el Guadalquivir. Hijo del médico Pedro Polaino (1910-1982) y de María Lorente (1913-1997). El cuarto de siete hermanos de una familia cristiana, educados todos «en la libertad y la autoexigencia»1.

Serrano. Andaluz medio suizo. Su enseñanza básica discurrió entre un colegio que dirigía un ex guardia civil y los maristas de Jaén. Sobresalientes habituales en su hoja académica. Cursó el preuniversitario en Madrid para poder hacer allí la carrera. La capital española fue su pérdida y su búsqueda. Antes de empezar Medicina se enganchó a la lectura de los clásicos españoles, franceses y alemanes. Después se pegó a las letras de Freud, al psicoanálisis y a la poesía simbólica francesa.

Los poetas malditos le agujerearon el alma. Crisis de fe a los catorce. «La lectura sistemática de las obras completas de Freud suscitó en mí ese estado de conciencia tenebroso y crepuscular entre la duda y la ingenua credulidad, la negación de la vida real y la desesperanza, la abolición de toda certeza y el contumaz enraizamiento de la sospecha». (…) «Mi fe religiosa enflaqueció, se debilitó y casi estuvo a punto de fenecer. Me estaba volviendo raro sin saber por qué»2.

En el Madrid de entonces (1962) conoció también a Josemaría Escrivá de Balaguer y volvió a sus orígenes interiores al conocer el Opus Dei. Camino. Paso a paso. Compromiso. Dios, trabajo, prestigio profesional, apertura a los demás, visión social.

«Madrid acoge a todo el mundo, sin preguntar de dónde vienes ni a dónde vas»3. A los quince años empezó Medicina en la Universidad Complutense como quien arranca la subida del Everest. Tentaciones de abandonar. Esfuerzo. Superación. Buenos profesores. Talento. Prácticas en el Hospital Clínico de San Carlos. Pacientes. Ilusión por la ginecología.

En 1965 se fue a vivir a Granada y allí terminó la carrera con veintiún años. «Mis años granadinos fueron un sueño maravilloso». Licenciado.

Próxima parada: Sevilla. Adiós a la ginecología. Años de especialidad en Neuropsiquiatría. Residencia. Psiquiatra. Pinitos docentes. Profesor ayudante y profesor adjunto en la Universidad Hispalense. Doctor.

En el curso 1972-1973 obtiene una plaza de profesor adjunto de Psicología Médica en la Facultad de Medicina de Córdoba. Después, se forma en Psicología (Complutense) y Filosofía (Universidad de Navarra).

Psiquiatra, psicólogo y filósofo. Humanista. En sus primeros pasos profesionales conoce a Erich Fromm y a Viktor Frankl. Estancias en Múnich y Viena. Formación en terapia familiar en Filadelfia.

Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid en 1978. Más de setenta libros editados. Cerca de doscientos capítulos en publicaciones de otros autores. Y centenares de artículos en revistas especializadas. Pionero. Impulsor de los conocimientos relacionados con la Psiquiatría Infantil.

Académico correspondiente en las Reales Academias de Medicina de Cádiz, Valencia y Sevilla.

En 1994 sufrió un grave accidente de tráfico, cuya historia relata en primera persona en Una vida robada a la muerte. Cincuenta y cuatro años de la mano de la diabetes.

Hasta 2022 ha ejercido la psiquiatría en su consulta privada en Madrid.

La mejor manera de conocer su historia y su legado, su pensamiento y su obra, es leer las 370 páginas de Sobre Aquilino Polaino-Lorente. Persona y obra, publicado en julio de 2023 por la Asociación para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia (AEDOS).

CONVERSACIÓN

¿Cómo afronta un veterano de la psiquiatría este tsunami de patología mental que nos acecha después de la pandemia?

La pandemia ha sido un terremoto para toda la sociedad que ha afectado masivamente a la población. Toda la incertidumbre que se tejió desde el principio en torno al virus y la tensión que ha vivido el Sistema Nacional de Salud han hecho que el sufrimiento humano de muchas personas se haya potenciado de forma tremenda. Hoy estamos pagando esos platos rotos, que ya venían desportillados de antes.

Además del ingente número de muertos de esos días, una cifra difícil de digerir en cualquier sociedad, las consecuencias patológicas de la pandemia han sido numerosas y variadas. Todavía hoy nos estamos haciendo cargo de sus dimensiones.

Ha crecido el índice de preocupación general entre los ciudadanos, y eso se observa claramente en la consulta. La ansiedad, la depresión y el miedo, que venían ascendiendo significativamente antes de la llegada del virus, han explotado en aspersor. Además, nos hemos distanciado físicamente demasiado entre nosotros por culpa de la pandemia. Como se ve, hemos sido protagonistas de la tormenta perfecta: muchas circunstancias han coincidido para comprometer la debilidad y la fragilidad humana.

Para muchas personas con antecedentes psiquiátricos, la pandemia ha sido un volver a empezar. Para muchas personas sin episodios previos relacionados con la salud mental, el virus ha sido un factor desencadenante de trastornos que todavía estamos intentando saber gestionar.

Hoy tenemos más diagnósticos físicos que nos hablan de problemas psíquicos: náuseas, taquicardias, hiperhidrosis, ataques de frío o de calor… Se acrecienta el número de personas con ansiedad fóbica a salir a la calle y, a la vez, con ansiedad y disgusto porque en sus casas se sienten privados de libertad. Todo esto es mucho más general de lo que nos parece cuando andamos en modo casual por la vida real. La pandemia se nos ha atragantado más de la cuenta, aunque perviva un cierto silencio y la sociedad que refleja la opinión pública pretenda pasar página a toda costa.

Supongo que también han crecido las patologías mentales graves.

Por supuesto. En estos años han crecido las conductas extremas, y eso se refleja en los diagnósticos psiquiátricos. Muchas personas han derivado hacia la paranoia y hacia una desconfianza masiva que refuerzan las teorías de la conspiración. Todo eso se proyecta en la familia y en el trabajo, y es muy difícil de gestionar. La desconfianza radical es muy aisladora y muy patológica. Entre los encubrimientos y las incertidumbres, muchas personas no saben a quién deben creer, y el descreimiento generalizado provoca un vacío muy potente.

¿La impresión de que las patologías mentales aumentan en los últimos años, más allá de la pandemia, se palpa en la consulta?

El incremento de patologías mentales en los últimos tiempos no es una opinión. Se demuestra empíricamente, y no solo por culpa de la pandemia. Para ser honestos, deberíamos sumergirnos en muchas otras variables que están latentes sobre el terreno de las sociedades contemporáneas.

De todas formas, la pandemia también ha traído algunos efectos colaterales positivos. Por ejemplo, la cultura del pelotazo, de hacerse con el dinero rápido y salir corriendo, se ha puesto en entredicho. Los profesionales sanitarios, que han sabido poner toda la carne y la vida en el asador, se han convertido en referentes profundos. Frente al prototipo de caradura y al universal del interesado, han ganado prestigio social quienes lo han dado todo para ayudar a los demás. Es importante que las administraciones sanitarias no miren ahora para otro lado y sean justas con el esfuerzo de muchos de estos profesionales. La sanidad es un pilar del bienestar muy serio y conviene resguardarlo, valorarlo y mimarlo como oro en paño, entre otras cosas, porque nuestra salud pivota sobre ese logro cuya herencia no podemos malgastar. Invertir y respetar los recursos humanos y materiales de la sanidad, de la atención primaria y de la atención especializada, exige un compromiso político social de primer orden.

Entonces, las patologías mentales crecen…

Sí. Un indicador objetivo que lo avala es que ahora hay más personas que demandan asistencia psiquiátrica, y no solo en España. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 50% de los europeos van o irán al psiquiatra, y esa es la tendencia universal. Desatender la salud mental rompe muchas historias personales, y también es un problema de salud pública y económica, porque las enfermedades que provoca suponen un coste enorme para el erario público.

El precio de las bajas, los medicamentos y las cifras de paro que suponen, por ejemplo, estos índices de depresión que constatamos en la sociedad actual son brutales. Las patologías mentales también crecen porque también ahora afinamos más en su diagnóstico. Por ejemplo: hoy, la patología emocional psiquiátrica se diagnostica mucho más, porque hemos avanzando, también, en el conocimiento de la psique y del hombre en relación con un entorno social a veces más deshumanizado y más inconsistente.

¿Hay mucha diferencia entre un paciente de 2023 y uno de hace treinta años?

Hace tres décadas, los cuadros depresivos eran, también, populares. Entonces, se ponía un tratamiento, se hacía un poco de psicoterapia y se trataba de buscar soluciones a los orígenes de esa enfermedad. A pesar de que los fármacos de antes eran mucho menos potentes que los de hoy, esa persona podía, fácilmente, salir adelante.

En nuestra sociedad contemporánea, a pesar del avance farmacológico y del arsenal terapéutico, nos encontramos con historias clínicas mucho más complejas, generalmente por cuestiones endógenas que condicionan la curación y que no tienen fácil arreglo.