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Toni Zweifel, ingeniero de origen suizo, perteneció al Opus Dei desde 1962 hasta su muerte en 1989. Dejó atrás proyectos humanos legítimos -como fundar una familia, dirigir una empresa, educar a generaciones de ingenieros o disfrutar de su patrimonio-, supeditándolos a lo que él consideraba el mejor servicio a Dios y a los demás. Dirigió una fundación que impulsa proyectos de desarrollo en todo el mundo. Su vida, que siempre consideró "una historia de amor con Dios", ha dejado una huella imborrable en muchos, que acuden ya a su intercesión ante Dios en todo el mundo.
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Veröffentlichungsjahr: 2018
Toni Zweifel. Huellas de una historia de amor
Índice
Cita
Presentación
I. Tiempo de nacer
Orígenes de la familia Zweifel
Un empresario suizo: Giusto Zweifel
Una mamá italiana: Antonia di Benedetto
Educación familiar
II. Tiempo de recibir
Infancia y escuela
A la vuelta de la guerra
Último año de primaria y estudios medios
Estudios Universitarios
La vocación
Un curso de retiro en Urio
Anna Rosa Zweifel
La correspondencia con san Josemaría
Cartas al beato Álvaro del Portillo
III. Tiempo de rendir
Ingeniero de la fábrica Contraves
Una actividad extraprofesional intensa
Años de pluriempleo
Director de la residencia de estudiantes Fluntern
Un director entregado a su tarea
IV. Tiempo de plantar
CAMBIO DE RESIDENCIA
LA FUNDACIÓN LIMMAT
Los orígenes de la Fundación
La filosofía de la Fundación
Un ritmo sostenido de crecimiento
Algunos proyectos de los primeros años
La elección de colaboradores
Con responsabilidad ante el futuro
Transmisión de experiencias
UN CENTRO INTERNACIONAL DE ACTIVIDADES
Un método de trabajo
El proyecto en Schongau y los medios de comunicación
La votación
En defensa de sus derechos
VII. Tiempo de sufrir
Enfermedad
La leucemia
Una jornada en el hospital
La evolución de la enfermedad
La enfermedad, camino de santidad
VI. Tiempo de morir
La última etapa de la enfermedad
Muerte
Honras fúnebres
REACCIONES A SU MUERTE
En sus contactos profesionales
En el círculo de amigos
En su familia y allegados
En el Opus Dei
Recuerdo después de su muerte
VII. Perfil espiritual
Piedad docta
Práctica sacramental
Devociones habituales
Optimismo frente a los obstáculos
Entrega generosa y conducta sobria
Amor a Dios
Compunción y desagravio
Espíritu contemplativo
El peso de la liturgia
Altruismo
Convivencia amable
Obras de misericordia
Sentido común
Hombre de consejo
Cumplimiento de los deberes cívicos
Puesta en práctica de sus derechos
Corazón libre
Coraje ante las dificultades
Trabajador infatigable
Cuadernillo de imágenes
Créditos
«Todo tiene su momento y hay un tiempo para cada cosa bajo el cielo:
tiempo de nacer y tiempo de morir»:
Eclesiastés, 3, 1-2a.
«La vida es larga, si la sabes emplear»
(Vita, si uti scias, longa est):
L. A. Séneca, De brevitate vitae 2, 1.
«Mi vida ha sido una historia de amor»:
Toni Zweifel en su lecho de muerte.
Era un día de Nochebuena, allá por los años setenta. A lo largo de la mañana no nos dimos cuenta de que la casa se había ido quedando fría. Hacia las doce del mediodía constaté con espanto que los radiadores estaban helados y no fue difícil detectar que se había roto la veterana caldera. Comercios y talleres estaban a punto de cerrar o habían cerrado ya, y era impensable dar con alguna solución de emergencia con medios convencionales. Llamé a Toni a su oficina, le expliqué la situación y me respondió: «Eso no es problema; yo me encargo». Y efectivamente, hacia las tres de la tarde llegó con dos hombres que instalaron unos aparatos que difundían aire caliente al pie de la escalera de la casa de modo que, manteniendo las puertas de las habitaciones abiertas, resultaba habitable.
Esto es muy fácil de contar y hasta parece un cuento de hadas, pero detrás de ese resultado final, que estuvo en funcionamiento hasta pasados los primeros días de enero, hubo horas de planear soluciones, buscar quienes pudieran ponerlas en práctica y ayudarles a instalar las máquinas. Y eso no se logra solo con el know-how adquirido en la Escuela Técnica Superior (ETH) de Zürich.
Situado encima de la City, a media altura entre el lago con su prolongación natural, el río Limmat, y la montaña de Zürich, el imponente edificio central del ETH es paso casi obligado para quienes recorren la ciudad en cualquier dirección. Y, si bien es verdad que entretanto ha conocido una gran expansión, tanto en el casco urbano, como en el campus de Höngenberg, ese enorme caserón sigue siendo el corazón del Poli, como se le llama habitualmente. Ese fue el escenario en el que estudió y trabajó durante los años sesenta y setenta del siglo pasado la persona de la que se ocupa este libro.
Por eso, cada vez que recorro su fachada, no puedo por menos de pensar en Toni Zweifel, uno de sus graduados, con el que conviví durante casi veinte años, hasta que una leucemia acabó con su corta vida a finales de 1989. Si su recuerdo sigue tan vivo en mi memoria no es por sus conocimientos técnicos, ni por sus triunfos profesionales. Es porque el ejemplo de su vida puede servir de guía a tantos hombres y mujeres que buscan dar testimonio de su fe en el desempeño de su trabajo diario.
Conocí a Toni Zweifel precisamente en Zürich en el verano de 1968, cuando me desplazaba a la ciudad del río Limmat los fines de semana para recibir asistencia espiritual. Él era ya entonces director de la residencia de estudiantes Fluntern, donde me alojaba durante esas visitas. Después le encontré brevemente en Madrid, en el verano de 1971.
Finalmente llegué de nuevo a Zürich el 16 de septiembre de 1973, para vivir establemente en el centro del Opus Dei, donde también habitaba Toni. Desde entonces mi contacto con él duró hasta el momento de su muerte. En el ámbito privado, ambos vivíamos en el mismo centro de la Obra, del que fue director a partir del otoño de ese mismo año de 1973. Y en el profesional, como Vicario del Prelado en Suiza, tuve que contar con él de continuo para sacar adelante la labor de evangelización, porque era muy competente para solucionar cuestiones de todo tipo en el ámbito civil, como la que he descrito.
Hablaré de un hombre fuera de lo común, pero que a primera vista no llamaba especialmente la atención. Nacido en el norte de Italia de una familia cristiana, su corta vida se desarrolló en pocas y cortas etapas que le obligaron a saltar de un pueblecito de la Lombardía, pasando por Verona, a la ciudad de Zürich, otro país y otra cultura, que llevaba en los genes, y no exigió de él especiales esfuerzos de adaptación.
Fue el primogénito de una familia suiza por la rama paterna; tras la escuela primaria en su pueblo de origen, estudió en el liceo veronés. Al acabarlo, en 1957, no fue ninguna sorpresa que se trasladara al norte de los Alpes para formarse como ingeniero en el Politécnico de Zürich, con la intención de estar en condiciones de asumir cuanto antes la dirección de la fábrica de bordados, propiedad de su familia, en S. Giovanni Lupatoto, muy cerca de Verona.
Lo que exigió de él un cambio radical de esos planes fue la vocación al Opus Dei, que descubrió a los veinticuatro años, y a la que respondió con una decisión que nunca puso en duda y un deseo de fidelidad que le hizo madurar en poco tiempo.
Fue miembro de la Obra desde el 19 de marzo de 1962 hasta el día de su muerte el 24 de noviembre de 1989, es decir durante 27 años, algo más de la mitad de su vida. A partir de ese momento hizo compatibles los compromisos de su entrega —la propia formación y la dedicación a tareas de apostolado— con sus obligaciones profesionales.
La entrega trajo consigo también una intensa dedicación a los estudios equivalentes a los exigidos a los candidatos al sacerdocio, junto al desempeño de funciones de dirección en diversos centros de la Prelatura. Fue director de la residencia de estudiantes Fluntern desde 1966 hasta 1972, y del centro situado en la Restelbergstrasse 10, sede del gobierno regional en Suiza, desde esa fecha hasta su muerte.
No menos empeñativos fueron sus compromisos profesionales, primero en la empresa aeronáutica Contraves (1963-64) y sucesivamente en el Instituto de Termodinámica del Politécnico de Zürich (1964-72) y la dirección de la Fundación Limmat (1972-1989).
El 19 de febrero de 1986 se presentó una enfermedad incurable, que le provocó la muerte tres años y medio después, el 24 de noviembre de 1989.
A la hora de buscar un hilo conductor para estas páginas, vi que la biografía de Toni había sido tan rectilínea que apenas se podían distinguir capítulos en ella. Sin embargo, como dice el libro de los Proverbios, en la vida de cada hombre hay etapas y, por más instantáneo que nos parezca, siempre hay un tiempo para nacer y otro para morir, uno para plantar y otro para recoger lo sembrado, uno para recibir y otro para dar.
La Providencia dispuso que Toni pasara por todas esas etapas a un ritmo vertiginoso, con la velocidad de un apasionado experto en motores. Por eso, al acabar su carrera en este mundo había dejado atrás proyectos humanos y legítimos, como fundar una familia, dirigir una empresa, educar a generaciones de ingenieros o simplemente disfrutar de su patrimonio. Había cambiado todo eso por una vida de trabajo desprendido y desinteresado, cuyos frutos apenas habían comenzado a despuntar. Pero si hoy contemplamos su alcance, asombra la cosecha ya lograda y más aún la esperanza de fruto futuro para la semilla que él plantó.
Desde nuestra perspectiva, la vida brindó a Toni pocas posibilidades de recoger lo sembrado. Pero, a medida que pasa el tiempo, se aprecian en toda su hondura y amplitud las huellas que su tarea ha dejado en una buena parte del mundo.
Agradezco su colaboración a las personas que han contribuido a que hayan podido redactarse estas páginas. En primer lugar al Postulador de la causa de beatificación de Toni, D. Andreas Wildhaber, que me ha proporcionado buena parte de la documentación.
Luego, a sus más estrechos colaboradores en el trabajo de la Fundación Limmat, François Geinoz, Franz Benito, Juan José Alarcón y Anne Marie Schneider. Las conversaciones con ellos han completado los amplios testimonios escritos de sus recuerdos. Finalmente a los funcionarios del Instituto Politécnico, al Laboratorio de Termodinámica en la misma institución, al Hospital cantonal y al gran número de personas que descubrieron a través de Toni el camino hacia la fe y la entrega a Dios, y cuyos nombres aparecen a lo largo del relato.