Tríptico - Enrique M. Rodríguez - E-Book

Tríptico E-Book

Enrique M. Rodríguez

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Beschreibung

En su segundo libro de cuentos, el autor nos plantea tres historias entrelazadas, en las cuales varios personajes asumen diferentes protagonismos. Así, mientras que uno de los relatos narra las peripecias de una vidente y tarotista que lucha por develar la verdad de una tenebrosa intriga que la compromete, otro de los cuentos la muestra como una guía imprescindible para resolver la tragedia de una amiga. En un tercer relato, ambas mujeres se cruzan con dos valientes cirujas cuyo destino es la resolución final de la intriga en cuestión. En un estilo clásico, los tres cuentos alternan escenas de marcado realismo con momentos en los cuales se impone lo sobrenatural.

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Seitenzahl: 132

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Ähnliche


ENRIQUE M. RODRÍGUEZ

Tríptico

Rodríguez, Enrique M. Tríptico / Enrique M. Rodríguez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4717-0

1. Cuentos. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

PRÓLOGO

UNA PREDICCIÓN ACERTADA

Epílogo

LOS CUMPAS

Epílogo

LA CURA MISTERIOSA

Epílogo

Landmarks

Cover

A quiénes no temen hacer volar su imaginación

PRÓLOGO

Debo confesar que me resulta incómodo decidir si los relatos de este libro deberían simplemente catalogarse como cuentos separados, o bien como capítulos de una novela breve. Por de pronto, el título elegido refleja el intento de conseguir una definición unificadora. Creo que sirve además para orientar al lector sobre el formato que encontraría si decidiera emprender la lectura del libro.

¿Qué significa en este caso un tríptico? Que varios personajes son protagonistas en alguno de los tres cuentos y personajes secundarios en los otros. Más aún, algunas de las historias que se cuentan en ellos se entrecruzan, aportándole cohesión al conjunto. El estilo de los relatos es clásico, al igual que los temas que se desarrollan: el amor en sus distintas expresiones, el valor de la amistad, la muerte, lo sobrenatural.

Por último: como narrador he utilizado frecuentemente la primera persona en plural. Sucede que los personajes de estos cuentos no han dejado de atormentarme durante incontables días y noches, pidiéndome la resolución de sus historias, y muchas veces –no me apena decirlo– conminándome a proseguir con la escritura en una dirección que no estaba en mis planes. Así que sería más justo afirmar que el resultado final ha sido más bien una creación colectiva.

El autorCABA, diciembre de 2023

UNA PREDICCIÓN ACERTADA

La historia que aquí se narra tiene como protagonista a una mujer singular, que como se verá en las páginas que siguen, tuvo que enfrentar múltiples desafíos. Al nacer, nuestra protagonista recibió el nombre de Isis, a instancias de su madre, una tarotista de renombre. Tuvo una adolescencia algo “hipposa”; a los 16 años, la vemos vestida con una túnica colorida de inspiración hindú, calzando sandalias, y con una vincha que mantenía a raya una abundante y ensortijada cabellera azabache que caía hacia atrás hasta más allá de su cintura. Era una bella muchacha, de mediana estatura y contextura sólida. A pesar a su look, siempre cultivó un estado físico impecable; amaba andar en bicicleta y practicaba algunas técnicas de defensa personal, algo que le sería muy útil en el transcurso de esta historia, como veremos.

Al terminar el secundario, su madre la inició en el oficio de la predicción. Isis aprendió a diagnosticar las circunstancias actuales y el posible destino de los consultantes mediante el tarot, las cartas españolas y el I–Ching. La capacidad de la joven sorprendió a su madre, que al poco tiempo fue consciente de que más allá de incorporar sus enseñanzas, su hija poseía un sexto sentido –que podríamos llamar videncia– para conocer los secretos y el porvenir de la gente. En los años siguientes, Isis se convirtió en la socia laboral de su madre, repartiéndose las consultas entre ambas, hasta que finalmente se casó, a sus 35 años, y se dedicó a coadministrar la farmacia que había puesto su marido. Sin embargo, continuó atendiendo consultas de manera ocasional, en una salita anexa a la farmacia, a pedido de su madre o de amigos cercanos.

¿Qué podríamos decir acerca de los amores de Isis? No estuvo formalmente de novia hasta los 25 años. Por ese entonces, mantuvo un par de noviazgos que duraron apenas unos años, hasta que ella perdía el interés en la relación, al no afianzarse un vínculo afectivo intenso. Su propio mundo interior era lo suficientemente rico como para eximirla de la necesidad de recibir permanentemente apoyo o “energía” del exterior. Sin embargo, a los pocos años de haber concluido con el segundo de sus noviazgos, recibió insistentes invitaciones a salir por parte de un joven farmacéutico, a quien conoció por amigos en común. El joven del que hablamos era en extremo gentil, vivaz, y amante de la ópera. Tenía buen aspecto, aunque con algo de sobrepeso. Si bien al principio Isis denegó amablemente tales invitaciones, terminó admirando la amable perseverancia de Atilio –que así se llamaba el farmacéutico en cuestión–. Finalmente, ella lo premió con una salida; la charla fue grata y prolongada, quedando establecido un vínculo que se iría consolidando cada vez con mayor firmeza. Luego de quince años de matrimonio y dos hijos, Isis tenía que admitir que Atilio era el verdadero amor de su vida.

La historia que nos ocupa comienza algunos meses antes de la elección para renovar el puesto de intendente del pueblo en el que vivían Isis y su familia. Quien en ese momento ocupaba el cargo planeaba su reelección, y no sin fundamento: había realizado una gestión muy eficiente y exitosa, y a causa de esto se había ganado el respeto y la admiración de la gran mayoría de los habitantes del pueblo, incluyendo a muchos que tradicionalmente votaban al partido opositor, de tinte más conservador. El actual intendente era además uno de los más asiduos consultantes de Isis, sobre todo en relación con las predicciones. Debemos mencionar también que, por ese entonces, se había encaramado como presidente del partido opositor un tal Lisandro Rocamora, que tenía la declarada aspiración de reemplazar al actual intendente en su cargo. No se sabía casi nada de él, ya que se había instalado en el pueblo hacía muy poco tiempo. Por lo demás, no había otro partido político con suficiente apoyo para proponer un tercer candidato.

Una noche, justo antes de conciliar el sueño, Isis decidió averiguar a qué se debía la cara de preocupación que notó ese día en su marido. No es necesario aclarar aquí que un ser tan transparente como Atilio era incapaz de ocultar sus sentimientos, y menos aún a alguien con la capacidad perceptiva de su esposa. Abrazada a la espalda de su marido, como solía hacer todas las noches antes de dormirse, Isis decidió sondearlo.

—Hoy te veo especialmente preocupado, mi gordito hermoso. ¿Querés contarme?

—Nada, posiblemente una pavada. Pero ¿viste la reja que tenemos en la entrada al sótano, donde almacenamos las cajas grandes que nos traen los proveedores? Bueno, hoy a la mañana quise entrar para revisar unas entregas y no pude abrir la reja. Por casualidad, ¿vos o los chicos entraron en estos días al sótano para algo? Porque si cerraron con sólo media vuelta y sacaron la llave, después es un lío para abrirla…

—Para nada. Yo no entré en ningún momento, y estoy segura de que los chicos tampoco.

—Me pareció que fue forzada con algo… o capaz que agarró algo de óxido, no sé. Mañana mismo llamo al cerrajero para que la vea, no te preocupes.

—Sí, va a ser lo mejor. Que duermas bien –le dijo, antes de darle el beso de las buenas noches–.

Lamentablemente, Atilio no tuvo tiempo de llamar al cerrajero. A la mañana siguiente, bien temprano, se presentaron dos móviles policiales venidos desde la capital de la provincia.

—¿El señor Atilio Bonaventura?

—Sí, el mismo. ¿Qué se le ofrece, oficial?

—Acá tengo la orden del juez ordenando el allanamiento de su casa.

—¿Cómo dice? ¿Por qué razón?

—Tráfico de estupefacientes. Le pido que por favor se quede en la planta alta con su familia. Vamos a empezar registrando la farmacia. Ramírez, hacé pasar a los muchachos.

Atilio e Isis cumplieron obedientemente la orden recibida.

—Debe ser un error, se deben haber equivocado de lugar, ¿no te parece? –preguntó Atilio a su esposa–.

Isis no respondió, pero Atilio notó que el rostro de su esposa estaba ensombrecido por la preocupación. De hecho, la había invadido un horrible presentimiento.

—Señor, necesito que me entregue la llave de la reja que está en la entrada al sótano –urgió el oficial a cargo–.

—Si quiere se la doy, pero ayer estuve intentando abrirla, sin éxito. Me parece que está trabada.

—Ajá… ¿así que no puede abrirla?... Le aviso que vamos a tener con forzarla con una barreta.

—Y bueno… si no hay más remedio. La luz está a la derecha, al comienzo de la escalera.

Al cabo de unos pocos minutos, que a Isis y Atilio les parecieron interminables, el oficial les pidió que descendieran a la planta baja. Mientras ellos bajaban, varios policías subieron para registrar la planta alta.

—Bueno señor, como responsable legal del local, vamos a tener que llevarlo detenido, hasta que el juez lo convoqué a una audiencia. Por ahora, su esposa y sus hijos quedan aquí, pero por ningún motivo pueden abandonar el pueblo, hasta que el juez dictamine otra cosa. Ramírez, ponele las esposas y llevalo al patrullero.

—Pero debe haber algún error… –se quejó Atilio, balbuceando– yo no tengo nada que ver con estupefacientes.

—Eso va a tener que explicárselo al juez. Yo sólo cumplo órdenes.

En ese momento, Isis tomó coraje y preguntó:

—Discúlpeme oficial, ¿pero al menos podría decirnos que fue lo que encontraron?

—Cocaína de alta pureza, señora. Unos 50 kilos, calculo. Vamos a encintar el acceso al sótano; nadie puede entrar ahí por ningún motivo, hasta que el juez ordene el decomiso de la droga. La farmacia va a quedar asimismo clausurada hasta nuevo aviso, con una guardia permanente en el patio trasero, para evitar cualquier intrusión.

En ese momento, uno de los policías que estaba registrando la planta alta, se acercó al oficial a cargo, le entregó algo y le hizo un comentario en voz baja.

—Además, les comento que en la alacena de su baño encontramos esto –dijo el oficial mientras sostenía, a la vista de todos, una pequeña bolsita que contenía unos gramos de marihuana–.

Isis palideció levemente.

—Eso no tiene nada que ver con mi marido. Es de mi propiedad, y tiene un uso estrictamente terapéutico.

—Ya le dije antes a su marido que no me corresponde a mí juzgar, pero sí le aviso que me llevo lo que le mostré recién como parte de la evidencia. Buenos días.

Dicho esto, el oficial y los demás policías se retiraron en sus móviles, llevándose a Atilio con ellos y dejando a un agente jovencito de guardia.

Es necesario aclarar aquí que el “uso terapéutico” declarado por Isis no tenía que ver con una dolencia física, sino con el drenaje que necesitaba luego de una sobrecarga de energía negativa que algunas veces recibía de sus eventuales consultantes. En esas ocasiones, Isis se sumergía en su bañera con agua tibia, disolvía allí unas sales y fumaba un módico cigarrillo de marihuana que la ayudaba mucho a descargar la tensión acumulada. Es posible que esta costumbre fuera un relicto de su pasado hippie, aunque ella nunca estuvo dispuesta a admitirlo.

Volviendo al tema del allanamiento, a Isis le tomó un largo rato recuperarse medianamente del shock. Luego, más calmada, despertó a sus hijos y mientras les preparaba el desayuno trató de explicarles lo que había pasado, insistiendo en que todo era un malentendido que se aclararía pronto. Sin embargo, no la abandonaba el oscuro presentimiento que había tenido desde el principio, aunque aún no conseguía ver con qué estaba relacionado. Muy pronto, sin embargo, lo sabría.

A los pocos días de producido el allanamiento de la farmacia, se presentó en el domicilio familiar un joven de aspecto muy formal, para solicitarle a Isis una consulta privada para su empleador.

—Se trata de un empresario muy importante, que recibió muy buenas referencias suyas. Él quisiera que usted le dedique parte de su valioso tiempo, a la mayor brevedad posible. Por supuesto, retribuirá sus servicios con mucha generosidad.

Isis dudó un instante antes de responderle. Normalmente sólo aceptaba pedidos de gente que viniera recomendada por sus allegados más íntimos. Pero con la farmacia clausurada, y los costosos honorarios que en breve le pasarían los abogados que necesitaba contratar para salvar a Atilio del embrollo legal en el que se encontraba, era imperativo aumentar los ingresos de alguna manera. Las ganancias que generaba la farmacia pueblerina les permitían vivir dignamente, pero no mucho más. Los ahorros familiares eran decididamente modestos.

—Está bien, puedo atenderlo. Dígale por favor que venga mañana a esta misma hora. ¿Cuál es el nombre del interesado?

—Lisandro Rocamora.

—Muy bien, muchas gracias. Adiós.

Al día siguiente, y a la hora convenida previamente, sonó el portero eléctrico en el departamento de la planta alta. Isis había escogido el comienzo de la tarde para la reunión, porque sus hijos regresaban del colegio un par de horas después, de modo que contaba con tiempo suficiente para atender al interesado en la comodidad de su living, sin que hubiese interrupciones. Al abrir la puerta de calle, se encontró con un sujeto de elegante traje y corbata, que tendría entre 50 y 60 años. Llevaba un pequeño maletín. Una vez que ambos se instalaron en la planta alta, preguntó Isis:

—Discúlpeme, pero con la situación que estoy pasando con mi marido y la farmacia –habrá visto el cartel de clausura– no recuerdo bien su nombre, a pesar de que ayer mismo lo mencionó su asistente. ¿Rucalcaba, puede ser?

—Rocamora, en realidad, y debo decirle que estoy al tanto de su problema. Pero quisiera que comencemos con la consulta, si le parece bien.

—Sí, por supuesto.

Isis dedicó a su interlocutor una rápida mirada inquisitoria. Había algo en ese hombre que no le agradaba para nada. Lo mejor era ver qué cuestiones salían a la luz durante la consulta.

—Podemos comenzar con alguna variante de cartomancia, con cartas de tarot o españolas, y luego podemos ir sumando otros análisis. ¿Tiene alguna preferencia en cuanto al tipo de cartas?

—Ninguna, es la primera vez en mi vida que hago este tipo de consulta.

—En ese caso recomiendo empezar con las cartas españolas, que proveen una aproximación más directa y fácil de interpretar.

—Como diga, usted es la experta.

—Corte por favor la baraja con la mano izquierda.

A continuación, Isis dio vuelta quince cartas en grupos de tres. Siguiendo el sistema tradicional, ubicó el primer grupo en el centro, luego ordenó otros dos grupos arriba del primero, a izquierda y derecha, y finalmente otros dos grupos quedaron dispuestos de igual modo, debajo de los demás. Nuestra oficiante sintetizó el resultado de la siguiente manera:

—Bien, las cartas del grupo central representan a la persona. Justo aquí, en el centro del grupo vemos al rey de bastos, que lo representa directamente a usted. Es una carta que indica una personalidad enérgica, con capacidad de mano, y dispuesta a llevar a cabo importantes empresas.

—No esperaba menos.

—Las cartas de los grupos superiores revelan el futuro posible. Las de la derecha predicen lo que es dable esperar si la persona persiste en continuar por el mismo camino que viene transitando. Debo decirle que aquí hay algunas espadas invertidas que requerirían mirar bien por donde uno está pisando, para decirlo de algún modo.

—Ajá, interesante.

—Las del grupo superior izquierdo, en cambio, predicen lo que podría ocurrir si la persona decide cambiar el rumbo de sus acciones. Puedo ver que en este grupo todas las cartas son favorables.

—Uhm, no tengo de momento planificado ningún cambio. Prefiero seguir con mis planes tomando los recaudos del caso, como me aconsejó recién.

—Yo sólo interpreto el significado de las cartas en contexto, pero no doy consejos personales. Con la información recibida, la persona debe ser libre de decidir sus propias acciones, sin influencias adicionales. Es importante entender esto.

—Sí, claro. Continúe, por favor.

—El grupo ubicado abajo a la izquierda se relaciona con las circunstancias que lo llevaron a su situación actual. Las que veo aquí indican importantes asociaciones comerciales, aunque este rey de oros invertido parece señalar que algunas de esas asociaciones podrían no haber sido del todo… como decirlo... transparentes.

Isis siguió relatándole algunos otros detalles que podían extraerse de los distintos grupos de cartas. Sin embargo, omitió a propósito referirle lo que predecía el grupo de cartas ubicado abajo a la derecha, que de acuerdo con las enseñanzas de su madre, indicaba “las posibles influencias que están fuera del control del consultante”. Las cartas que aparecían en este grupo, en especial el as de espadas invertido, presagiaban peligros inminentes. Siguiendo su intuición, Isis decidió ocultarle este dato a su interlocutor.

—Me ha dejado usted impresionado con sus predicciones, señora mía. Ahora es el momento de que hablemos de otro tema.

—Sí, dígame…