Un intestino feliz. Cómo la microbiota mejora tu salud mental y te ayuda a manejar las emociones - Doctora De La Puerta - E-Book

Un intestino feliz. Cómo la microbiota mejora tu salud mental y te ayuda a manejar las emociones E-Book

Doctora De La Puerta

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Beschreibung

¿Sabías que existe una estrecha relación entre la felicidad y las bacterias de nuestro intestino? ¿Que un buen tránsito intestinal ayuda a tener una buena salud mental? ¿Que la microbiota tiene un papel fundamental en tu salud, en la prevención de enfermedades y que refuerza tu sistema inmunitario? La Doctora De La Puerta, una de las mayores expertas en la materia, te ofrece la obra definitiva sobre la microbiota y demuestra, basándose en su dilatada experiencia clínica e investigación científica, la conexión que existe entre el intestino y el cerebro. En estas páginas conoceremos, de forma sencilla y llena de ejemplos prácticos, qué es realmente la microbiota, cómo podemos cuidarla y qué hábitos son necesarios para equilibrarla desde la alimentación, el ejercicio, el sueño, así como el impacto que puede tener en la digestión, el estrés o la inflamación. Un libro que mejorará tu salud y tus emociones; en definitiva, tu vida. «Un libro riguroso, didáctico e inspirador que describe la influencia de la microbiota sobre nuestra psicología y estilo de vida. Indispensable para saber cómo convertir nuestro cuerpo en aliado». NAZARETH CASTELLANOS

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

 

Un intestino feliz. Cómo la microbiota mejora tu salud mental y te ayuda a manejar las emociones

© 2023, María Dolores de la Puerta Soler

© 2023, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

Diseño de cubierta: María Pitironte

Imagen de cubierta: María Pitironte, a partir de los originales de Shutterstock

Imágenes de interiores: Claudia Martín de la Puerta

 

ISBN: 9788491398981

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Dedicatoria

Prólogo

1. El micromundo intestinal

2.Microbiota y salud: física, psíquica y afectiva

3.Microbiota, guardiana del ánimo y constructora de la personalidad

4.Sueño. La importancia de respetar los ciclos circadianos

5.Los buenos y malos caminos que conectan microbiota, emociones, sensaciones y salud

6.¿Qué puedes hacer?

Conclusiones

Bibliografía

Glosario de términos médicos

 

 

 

 

 

 

Mis padres, mi faro

Juan y Claudia, mi luz

 

 

 

 

 

Nunca me gustó conformarme con los dictámenes impuestos sin cuestionarlos y entenderlos. Mi espíritu curioso, rebelde e incansable, buscando aprender cada día y nunca dando nada por sabido, es el que me ha traído hasta este libro.

Prólogo

 

 

 

 

 

Hablar de microbiota tiene el atractivo de ser una conversación abierta en el tiempo, en la que siempre podemos aprender un poco más, investigar un poco más y todo… un poco más.

Hace años, buscando entender las situaciones clínicas que de acuerdo a los cánones clásicos de la medicina convencional «no tienen solución», encontré la microbiota y empecé a «engancharme» a su estudio. Aún mantengo la costumbre de leer a diario artículos científicos que dan solidez a lo que constato continuamente en la práctica clínica. Sigo aprendiendo y sorprendiéndome muchas veces con lo que este maravilloso mundo nos enseña. Por supuesto, desde aquel momento lo que fui descubriendo cambió por completo y para siempre mi vida profesional. En el año 2000 tomé la decisión de dedicarme en exclusiva a la microbiota con la máxima de que como médico, para poder tratar de manera correcta a un paciente, primero tenía que entender qué le pasaba y por qué, y en el intestino tenemos muchas y nuevas respuestas.

Además de mi labor asistencial, muy pronto también me animé a empezar a divulgar. Con las conferencias y mis redes sociales profesionales comparto con todos mi búsqueda constante de información en torno a la microbiota. Las bacterias de nuestra tripa contribuyen a mantener la salud de muchas formas y su alteración puede hacernos enfermar o ser la causa de múltiples desórdenes funcionales.

Conocer la microbiota y aprender a jugar con ella nos está permitiendo enfocar la medicina hacia el tratamiento del origen o causa de las patologías, dejando poco a poco atrás una práctica clínica en la que se aborda al paciente tratando o aliviando únicamente sus síntomas.

En este libro voy a acompañarte y a ayudarte a encontrar una explicación, que más allá de las cuestiones médicas, te permitirá entender la maravillosa conexión que aporta la microbiota al mundo de las emociones, entendiendo al intestino también como «un órgano de la mente».

¿De qué depende nuestro estado de ánimo? ¿Qué implica y dónde está exactamente nuestra salud mental? Hablaremos de cognición y de emoción.

¿Qué significa cognición? Es un concepto que abarca muchas cosas, la percepción, la memoria, la atención, las habilidades de razonamiento y la capacidad de procesar información o de resolver problemas.

¿A qué me refiero con la palabra emoción? Al impulso que estimula una acción. Abarca tanto las experiencias subjetivas o sentimientos como reacciones que pueden ser autónomas como la sudoración, el temblor o la palidez, o reacciones motoras como los gestos o las posturas.

Hablaré de salud, física y psíquica. De cómo la microbiota contribuye a la felicidad y por qué es responsable de muchas de nuestras sensaciones, hablaré de qué y cómo podemos hacer, fácilmente y en la vida cotidiana, para mantener un intestino sano.

La investigación científica del papel activo que desempeña el eje microbiota-intestino-cerebro sobre el estado de ánimo, la personalidad o el comportamiento demuestra que la salud mental, psíquica y afectiva no depende solo del estado del cerebro o del sistema nervioso.

He buscado usar un lenguaje sencillo y he evitado profundizar en la descripción y el detalle de rutas bioquímicas complejas que como médico creo imprescindibles conocer, pero aquí solo dificultará la lectura. Por ello, en cada capítulo y como siempre hago, iré apoyando este diálogo con la microbiota con diferentes artículos y publicaciones que más allá de mi opinión, aportan una evidencia científica que puedes consultar y con la que puedes ampliar información.

A lo largo del libro te voy a hablar de algunos pacientes. Para mantener la privacidad de los mismos, por supuesto los nombres son inventados. Todo lo que te cuento me ha ocurrido en consulta, pero para poder ponerte ejemplos prácticos y preservar el secreto profesional, he cruzado datos personales y síntomas clínicos de unos y otros.

Los contenidos de este libro no suponen ni son en forma alguna un consejo médico. Las cuestiones de salud intestinal y general han de valorarse siempre individualmente y en consulta, en manos de un profesional.

1 El micromundo intestinal

 

 

 

Estamos equivocados creyendo vivir en la era del hombre, hoy y siempre hemos vivido en la era de las bacterias. Es absolutamente relevante ser conscientes de que no estamos solos, de que no vivimos solos o tal vez podemos decir… que no somos solo humanos.

 

 

 

 

 

La salud no lo es todo; pero sin ella todo lo demás no es nada.

ARTHUR SCHOPENHAUER

 

 

Avanzar en el conocimiento de la microbiota ha desestabilizado la idea clásica de lo que es el cuerpo humano. Ahora sabemos que hay que mirarlo y tratar de comprenderlo como la inexorable unión de cada uno de nuestros órganos y tejidos, con todos los microorganismos que viven dentro de nosotros. Hoy, sin duda, podemos asegurar que la microbiota es un órgano más del cuerpo.

 

 

¿QUÉ ES LA MICROBIOTA?

 

Empecemos por el principio, ¿qué es la microbiota?

Llamamos microbiota a los millones de microorganismos —ecosistema— que viven en nuestro cuerpo, en perfecto equilibrio entre ellos y con nosotros. Los que viven en el aparato digestivo, la MICROBIOTA INTESTINAL, es el grupo más importante por ser el más numeroso y funcionalmente el más relevante para la salud. Está formada por cientos de especies diferentes, la mayoría de ellas son bacterias, aunque también conviven con nosotros y con toda normalidad otros microbios como virus y fagos, hongos, levaduras, protozoos y arqueas.

A partir de ahora te propongo empezar a pensar en ti como un cuerpo lleno de microorganismos con los que tienes establecida una relación muy amigable, para bien de ambos. En número, los microorganismos de la tripa superan la cantidad de nuestras células, así que debes imaginarte a ti mismo como un «superorganismo» en el que se mezclan características por supuesto humanas, pero también microbianas.

Conocemos la microbiota que vive en cada uno de nosotros como MICROBIOTA COMENSAL y es tan personal e individual de unas personas a otras como una huella dactilar. En su mayor parte está formada por «microbios amigos» capaces de promover efectos beneficiosos para la salud. También tenemos otros que, aun viviendo normalmente con nosotros, si crecen por encima de su rango de normalidad, pueden «invadirnos» e infectarnos, y por su capacidad de producir sustancias o metabolitos tóxicos son capaces de inflamar y hacernos enfermar.

Hoy sabemos que no existe un solo patrón de microbiota normal o sano, hay múltiples patrones de microbiota normales, conocidos como patrones eubióticos.

 

Eubiosis significa microbiota NORMAL.

Disbiosis significa microbiota DESORDENADA.

 

Para comprender el porqué de la variabilidad y heterogeneidad entre unas personas y otras es esencial reseñar el gran impacto que tienen sobre nuestras bacterias la dieta, el estilo de vida, la actividad física, el control de estrés, la higiene del sueño y multitud de fármacos.

Todos estos microorganismos no son simples pasajeros dentro o sobre nuestro cuerpo, son imprescindibles compañeros en el viaje de la salud, ya que desempeñan funciones clave tanto para el normal funcionamiento del cuerpo, como si algo va mal, favoreciendo el desarrollo de cantidad de enfermedades.

Es importante aclarar que, a pesar de la variabilidad en la composición microbiana entre las personas, sí hay una uniformidad en su actividad.

 

¿Tenemos todos la misma microbiota? NO.

¿Su actividad y función son las mismas en todos nosotros? SÍ.

 

Las características y propiedades de la microbiota son iguales en todos y cada uno de nosotros y se comportan como indicadores de buena salud.

Las características funcionales más relevantes son:

 

— Enorme riqueza y diversidad de especies.

— Resiliencia, resistencia y estabilidad en el tiempo.

— Gran riqueza de genes microbianos en continua interacción bidireccional con nuestros propios genes humanos.

 

En el gran mundo microbiano que vive en nuestra tripa, unos microorganismos son estables y otros van y vienen a lo largo de la vida.

A la vista de esto y más allá de hablar de las bacterias individuales y de los diferentes grupos de trabajo o grupos funcionales específicos, podemos decir que en el intestino tenemos dos grandes grupos de microorganismos autóctonos y alóctonos, ¿qué significa eso?:

 

AUTÓCTONOS, LOS QUE SON Y ESTÁN

ALÓCTONOS, LOS QUE VAN Y VIENEN

• Estos microorganismos son muy importantes y no se deberían alterar porque su actividad asegura las funciones más básicas e imprescindibles.

• Estos llegan después de establecido el grupo de autóctonos, siendo en muchas ocasiones microorganismos de paso, que no siempre se quedan.

• Si fallan, contribuyen a que todo se desordene.

• Este grupo se adquiere continuamente gracias a la dieta y con nuestra interacción con el medioambiente.

• Este grupo se adquiere durante el primer año de vida.

 

¿Quieres saber datos y curiosidades generales de la microbiota?

 

— La microbiota de una persona de setenta kilos pesa unos doscientos gramos; lo mismo que una manzana grande.

— Tenemos en el intestino más de cien billones de microorganismos.

— Hay más bacterias en nuestra tripa que células en el cuerpo, y son entre veinte y cincuenta veces más pequeñas que estas.

— Si pusiéramos en fila a todos los «bichillos» que tenemos en la tripa, darían la vuelta al mundo dos veces y media.

— La carga genética de la microbiota es superior a tres millones de genes. Si la comparamos con los veinte mil genes que tienen las células humanas, podemos decir que genéticamente «somos microbianos» en más del 99%. Imagina el tremendo potencial de influencia que eso supone para el funcionamiento del cuerpo.

— La microbiota comienza a colonizar el intestino antes de nacer. Durante el embarazo, la microbiota intestinal, oral y vaginal de la madre empiezan a compartir microorganismos con el bebé.

— El 90% de la serotonina (hormona de la felicidad) circulante por el organismo se sintetiza en el intestino por unas células de la pared intestinal, llamadas enterocromafines, y por muchas de nuestras bacterias.

— En el intestino hay más de veinte tipos de células con capacidad de producir hormonas; son las células enteroendocrinas, cuya gran actividad lo convierte en el órgano endocrino más grande del cuerpo humano.

— El 90% de las reacciones inmunitarias se inician y producen en el intestino con la intermediación de la microbiota, eso lo convierte en el órgano con mayor potencial inmunitario del cuerpo humano.

— La microbiota vive en una confortable y nutritiva capa de moco que está pegada o adherida por dentro a la pared del intestino. Este tiene una longitud de siete a diez metros y por la forma de la superficie con vellosidades y microvellosidades, como los dedos de una mano, alcanza una superficie de unos quinientos metros cuadrados, superior a dos pistas de tenis.

— De todo el aparato digestivo, la cantidad más grande y la mayor diversidad microbiana la tenemos en el intestino grueso.

— La diversidad de microorganismos que forman la microbiota intestinal la convierte en el ecosistema más rico y diverso de la Tierra.

 

A la vista de todo ello, sin duda podemos afirmar que ¡somos tan bacterianos como humanos, o más! Y es fácil contestar a la pregunta, ¿quién transporta a quién? Incluso, ¿quién manda sobre quién? Esto supone todo un varapalo al pensamiento que aboga por la «supremacía humana» frente a otras especies.

 

 

¿PARA QUÉ SIRVE TENER MILLONES DE BACTERIAS EN LA TRIPA?

 

La microbiota contribuye de muchas formas a mantener la salud y el bienestar. ¿Qué beneficio nos aportan?, ¿cuáles son sus principales funciones?

 

DEFENSA

La resistencia a la colonización impide que microorganismos patógenos infecten las mucosas, siendo una eficaz barrera protectora.

DIGESTIÓN

Las bacterias intestinales son capaces de fermentar elementos de la dieta que los enzimas digestivos no pueden digerir hablamos principalmente de la fibra alimentaria. Otro ejemplo serían los glucosaminoglicanos de la carne. Contribuye, además, a la digestión del resto de nutrientes.

INMUNIDAD

El contacto de la microbiota con la pared del intestino es fundamental para el desarrollo y la maduración del sistema inmune. El contacto continuo entre las bacterias y nuestro sistema inmunitario supone un entrenamiento que lo mantiene «en buena forma» para poder luchar con eficacia frente a las posibles infecciones.

METABOLISMO

Las bacterias son las únicas capaces de degradar la fibra alimentaria. De esa digestión obtenemos energía y sustancias imprescindibles para la estabilidad funcional del intestino y para la salud general del organismo; hablamos principalmente de los ácidos grasos de cadena corta. La microbiota tiene también capacidad de producir aminoácidos esenciales y algunas vitaminas.

Gracias a la microbiota podemos absorber de modo adecuado micronutrientes como el calcio, hierro, magnesio, sodio, etc. Mejora la tolerancia a la lactosa y la fructosa.

NUTRICIÓN

La microbiota aporta nutrientes fundamentales para mantener la estructura, la integridad y el normal funcionamiento de la mucosa de la pared del intestino.

SISTEMA NERVIOSO

Los millones de neuronas que tenemos en el intestino están en constante comunicación con las del cerebro gracias a la actividad de la microbiota. Forman el conocido eje microbiota-intestino-cerebro, cuya actividad y comunicación es continua y se establece en ambas direcciones, regulando las emociones, sueño, comportamiento, cognición, tolerancia al estrés, socialización, etc.

DETOXIFICACIÓN

Las bacterias tienen la capacidad de degradar algunos tóxicos, impidiendo su absorción y evitando que se depositen en el organismo.

 

 

CURIOSIDADES HISTÓRICAS

 

Me encanta investigar cómo se practicaba la medicina en la antigüedad, así que en este punto no podían faltar algunas referencias históricas en relación con la microbiota.

En la historia del hombre como especie, si queremos tener una visión integral de la evolución como individuos, no debemos ignorar cuáles son las características ancestrales de la microbiota intestinal.

Buscando dar respuesta a esta cuestión, en un yacimiento arqueológico del Paleolítico Medio localizado en El Salt, cerca de Alicante, se encontró una ocupación neandertal bien conservada con depósitos de alrededor de cincuenta mil años de antigüedad.

En las excavaciones, estudiando el ADN de los coprolitos, encontraron que antes de la separación entre el Homo sapiens y los neandertales las bacterias intestinales que tenían hace más de setecientos mil años, sorprendentemente eran muy parecidas a las de nuestra microbiota actual. ¿No te parece increíble?

 

Tenemos una microbiota muy similar a la de nuestros ancestros que vivieron hace más de setecientos mil años.

 

Conociendo este dato, se plantea una reflexión incuestionable. Esencialmente la microbiota apenas ha cambiado en miles y miles de años, sin embargo ¡¡cómo ha cambiado nuestra forma de vida y de alimentarnos desde entonces!!

Es por ello razonable pensar en el tándem dieta/microbiota como una posible razón y origen de multitud de enfermedades.

 

 

¿CUÁNDO COMIENZA LA CIENCIA A DAR IMPORTANCIA AL INTESTINO Y A CONOCER LA TRASCENDENCIA DE LA MICROBIOTA?

 

El inicio de los tiempos de estudio del ser humano y sus múltiples maneras de enfermar es sin duda la Grecia clásica. Tiempo en el que se empieza a conectar la salud física de los pacientes con su salud psíquica.

En aquella época los médicos eran filósofos y muchos filósofos, médicos. Hablamos de Hipócrates (460-370 a. C.), considerado por la historia como el padre de la medicina —«Todas las enfermedades empiezan en el intestino»—; Platón (427-347 a. C.), —«El médico debería conocer el alma del paciente para comprender su verdadero ser y la raíz de sus quejas»—; Aristóteles (384-322 a. C.), etc.

Un salto en el tiempo nos lleva a la cultura persa, en la que destaca la figura de Avicena —Abu Ali Ibn Sina (980-1037 d. C.)—, médico, filósofo, astrónomo y científico que contribuye al esplendor de la Edad de Oro del islam, dejando como legado tratados y escritos, algunos de carácter enciclopédico. En ellos detalla multitud de descubrimientos y aportaciones al mundo de la medicina. Fue el primero en preconizar las lavativas rectales como apoyo del tratamiento de casi todos los males. Fue, sin duda, un hombre de importancia capital en su época.

Ya en la medicina moderna, el despertar del interés de los investigadores por la microbiota intestinal llega de la mano del microbiólogo ruso Iliá Méchnkov (1845-1916), quien habló por primera vez, a finales del siglo XIX, de la existencia de un complejo ecosistema intestinal cuyo equilibrio tenía relación con el sistema inmunitario y con nuestra capacidad de defendernos frente a las infecciones.

Mucho hemos aprendido desde entonces, y a pesar de todo lo que sabemos que no sabemos, somos plenamente conscientes de la absoluta importancia del equilibrio de nuestras bacterias intestinales para mantener la salud y de todos los caminos por los que su desorden conduce a la enfermedad.

 

 

TRES MARAVILLOSAS LECCIONES QUE TE ENSEÑA LA MICROBIOTA

 

En la naturaleza, la evolución de los seres vivos como especie y la supervivencia individual a lo largo de la historia se ha basado en la teoría evolutiva o teoría del más fuerte. Esta es una estructura de desarrollo muy competitiva en la que los débiles se van perdiendo y los fuertes sobreviven. Es una eficaz forma de mejorar la raza.

En principio se pensó que la microbiota era un ecosistema competitivo en el que los microbios más fuertes egoístamente consumían los recursos nutricionales, limitando la posibilidad de hacerlo al resto de los microorganismos. Bueno, pues hoy sabemos que no es así. Hoy sabemos que la microbiota en este aspecto nos da la primera gran lección de solidaridad. Te explico: la supervivencia de la microbiota como ecosistema se basa en la cooperación y, como en otros grupos sociales, los fuertes apoyan a los débiles, porque en la comunidad microbiana se considera que todos son importantes para la supervivencia global.

 

¿Cómo lo hacen?

Compartiendo sus genes.

 

A diferencia de las células humanas, en las que las cadenas de ADN con toda la información genética está bien guardada en el núcleo celular —células eucariotas—, en las bacterias, como no tienen núcleo —célula procariota—, su ADN está libre dentro de la célula. De esta forma es muy fácil la transferencia de genes entre ellas. Este es el camino, las más fuertes o con una carga genética más grande transfieren genes a las que menos tienen para que estas puedan completar su actividad y función. Podemos decir que las bacterias tienen establecido un sistema de cooperación desinteresada por el bien mayor de la totalidad del grupo.

 

 

La célula eucariota tiene el ADN en un núcleo bien definido, rodeado de una membrana nuclear. Las bacterias son células procariotas cuyo ADN está disperso en el citoplasma, no tienen núcleo.

 

Entre todos, el mantenimiento del equilibrio permite a los microorganismos estabilizadores más beneficiosos impedir el sobrecrecimiento de los potencialmente dañinos o patógenos facultativos, siendo imprescindible su trabajo y actividad como «batallón de ayudantes», cuya generosa actividad siempre beneficia al resto.

 

 

1.ª LECCIÓN: LA SOLIDARIDAD

 

Las bacterias cooperan e interactúan de muchas maneras, tanto para adaptarse al entorno como para optimizar su supervivencia. Ya hemos hecho referencia a la capacidad que tienen de compartir información genética; pues, además, son capaces de sintetizar unas moléculas o sustancias que sirven como nutrientes o factores de crecimiento, poniéndolas a disposición del resto del grupo. También producen otras como los enzimas, que son capaces de destruir o degradar elementos tóxicos o dañinos, protegiendo así a toda la colonia.

El gran mundo microbiano de la tripa no solo está formado por cientos de especies microbianas, también tenemos allí los cientos de metabolitos que se producen y consumen, a través de los cuales los microbios intestinales interactúan entre ellos y con nosotros. En su globalidad, la microbiota como ecosistema realiza actividades esencialmente diferentes y superiores que van más allá de las que realizan sus miembros de modo individual.

Podemos pensar en los miembros de la microbiota intestinal como trabajadores de una «cadena de suministros» en la que los microorganismos «inferiores» se benefician de las sustancias o productos metabólicos sintetizados por los más «fuertes y superiores». Técnicamente, este sistema de interacción y apoyo funcional se llama cross-feeding. Podemos decir que los mecanismos de cross-feeding o alimentación cruzada que se establecen entre las bacterias cumplen una máxima solidaria: ¡¡COMPARTIR ES VIVIR!!

 

 

2.ª LECCIÓN: EL DIÁLOGO CONSTRUCTIVO

 

Además del cross-feeding, hay otro concepto que necesitamos explicar ahora para entender el funcionamiento y equilibrio del ecosistema intestinal: el quorum sensing.

¿Qué es el quorum sensing? Los microbios hablan entre ellos continuamente. Se comunican produciendo sustancias o moléculas de señalización, llamadas autoinductores, que, a modo de palabras, les permite dialogar y compartir una valiosa información necesaria para conocer su distribución y actividad, determinar cuántas son y reconocer qué está pasando en su entorno. Podemos decir que de esta forma las bacterias establecen sus propias redes sociales de conexión y comunicación. Gracias a esta capacidad de detectar el quorum sensing la microbiota puede identificarse como grupo y reconocer el medio en el que vive, compartiendo en tiempo real la información de si todo va bien o de si hay alguna circunstancia frente a la que haya que reaccionar o defenderse.

Al igual que el idioma de los seres humanos, estas señales o «palabras» varían dependiendo de las especies microbianas. Algunas especies bacterianas pueden interpretar muchas señales diferentes, mientras que otras responden a unas pocas seleccionadas.

La capacidad de detección del quorum sensing permite aunar fuerzas, por ejemplo, para defenderse frente a una agresión. Una de las formas más eficaces de hacerlo es coordinar el ataque frente a lo que pueda hacernos daño, iniciando todos al mismo tiempo la producción de sustancias o metabolitos defensivos. Otra manera de protección y defensa que facilita esta comunicación microbiana es la de agruparse formando una estructura que resiste eficazmente las agresiones o efectos adversos del entorno; es lo que se conoce como biofilms.

Este rápido sistema de comunicación posibilita cambiar el comportamiento de la microbiota como grupo, adaptándose a las circunstancias favorables o desfavorables de su entorno, con mayor eficacia al hacerlo conjuntamente que si cada microorganismo lo hiciera de manera individual. Comprender el impacto de las redes sociales bacterianas nos permitirá desarrollar nuevas estrategias terapéuticas para controlar muchos trastornos intestinales.

 

 

3.ª LECCIÓN: EL EQUILIBRIO

 

Comprender cómo y por qué cooperan las especies microbianas es crucial para ayudar a mantener una gestión exitosa de su actividad y asegurar la supervivencia global de la comunidad. Las bacterias están en equilibrio entre ellas y han de estarlo con nosotros.

Como médico, para poder tratar correctamente a un paciente primero tengo que entender qué le pasa y por qué, eso me permite hacer el diagnóstico. Con el paso de los años he ido evolucionando el planteamiento de esta obviedad profesional, al tiempo que he ido comprendiendo que la estabilidad y el buen funcionamiento de la microbiota dependen de muchos más factores que la estabilidad de los propios «bichillos» que viven en nuestra tripa. Es en este punto donde finalizar este primer capítulo hablando de la homeostasis intestinal se hace imprescindible.

 

 

¿QUÉ ES LA HOMEOSTASIS INTESTINAL?

 

Es esencial entender la importancia de la homeostasis e incorporar este concepto a nuestro conocimiento de la actividad de la microbiota. Homeostasis es un término que hace referencia a equilibrio. Es el conjunto de fenómenos que contribuyen a la autorregulación y mantienen estable la composición, actividad y propiedades del mundo intestinal.

Lo que actualmente conocemos de la microbiota ha desbancado la teoría clásica que asocia un microorganismo a una enfermedad. Hoy sabemos que el origen de los desórdenes de la microbiota está asociado a una cascada de múltiples circunstancias relacionadas con la pérdida de estabilidad o desorganización del conjunto en su globalidad, no de un solo microorganismo, de ahí el interés del equilibrio u homeostasis.

La continua interacción de las bacterias/virus/fagos/parásitos/etc., entre sí y su conexión con nuestras células asegura un sólido estado de salud o favorece desórdenes que pueden ser de todo tipo: inmunológicos, endocrinos, neurológicos, metabólicos, etc.