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La autora reúne textos breves de Tania Head, Anna Ajmátova, Virginie Despentes, Rocío Jurado, Ocaña, Olympe de Gouges y otras porque se puede escribir sin una habitación materialmente propia pero no se puede escribir sin un precioso zulo interior. "Lenguaje y contenido van, por tanto, absolutamente ligados en estos textos, y personalmente no puedo evitar que el conjunto me agreda, me violente, me resulte demasiado radical en ocasiones e incluso algo disparatado en otras. Puedo compartir muchas de estas ideas pero sólo hasta cierto punto, porque esta actitud de disconformidad y provocación extremas me agota. Sería necesario renunciar a toda una vida para dedicarse a ello, y sé que yo no podría hacerlo. Nadie puede negar que la violencia, la desigualdad y la discriminación siguen existiendo a nuestro alrededor, incluso en las sociedades más avanzadas, y es por eso por lo que son necesarias las escritoras activistas como Itziar Ziga cuyas conciencias, citando sus propias palabras, no les dejan dedicarse a otra cosa". María José Barrios - 23 de enero de 2010 - Macgregoradas 2010
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Seitenzahl: 128
Veröffentlichungsjahr: 2021
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© Itziar Ziga, 2009
© Editorial Melusina, s.l.
www.melusina.com
Diseño gráfico e ilustración: O.R.G.I.A.
Organización Reversible de Géneros Intermedios y Artísticos
(Sabela Dopazo, Beatriz Higón, Carmen Muriana y Tatiana Sentamans)
FOLLARSE LA CIUDAD_El ataque de Autoerótica: La oscuridad se cierne sobre Barcelona Vol. 1 (2009)
Primera edición, 2009
Edición digital, 2021
Reservados todos los derechos
Fotocomposición: Víctor Igual, s.l.
eisbn: 978-84-18403-32-3
a mi siamesa, alfredo pestana mota... a tu vera los zulos devienen palacios,
suites de lujo, limusinas, cumbres soleadas, piscinas de gintonic,
tierras sin dueño, verbenas de aldea, playas turquesa, selvas de amor...
Retrato de la autora tomado por Jorge Boleas en el desierto de los Monegros y recreado por Lolito Power.
Contenido
Contenido
Breve introducción para un libro breve
Antología bastarda
Los hombres, esos fantasmas
A vueltas con la B(isexualidad)
Fucksia Radikal en Barcelona
Presentación de Testo Yonqui de Beatriz Preciado
La extrema feminidad como hacha de guerra
Un zulo propio
Matrimonio por Amor... y Revancha
Arqueología de una escritora sin ordenador propio
Las corrientes en Bilbao
Duelo de locas
Las mujeres y el miedo
Me siento extraña
Isabelle y la furia médi(áti)ca
Llegó la hora de las perras
Un hombre normal
¿Y somos nosotras las obscenas?
¿Qué fue de Tania Head? In memoriam
Diosas o el divorcio de Madonna
Beata Ocaña, ¡viva! Crónica de una contra-procesión
La Bella Otero: coleccionista de hombres y joyas
Por mí y por todas mis compañeras
Absuelto por su pánico homosexual
En busca de la diva suicida: Carmen Miranda y La Lupe
Como yo te amo: la Jurado me empodera desde ultratumba
Ya no somos esas... ¡Gracias Mari Trini!
He visto a Olympe de Gouges en los ojos de Laura Bugalho
¡Corre Caster, corre! o qué coño es una mujer
Agradecimientos
Contra-agradecimientos
Fuentes
Breve introducción para un libro breve
La colección de textos recogidos aquí ha sido recuperada a lo largo de los años de múltiples ordenadores ajenos, dados el nomadismo y la precariedad que tienen por costumbre amenizar mi vida. A menudo logré rescatar una copia en los instantes previos a cada naufragio, ruptura, huida o mudanza. Cual rata, soy de las que abandonan el barco incluso antes de tiempo.
En la primera recolección, Antología bastarda, hallaréis siete textos que fueron ideados para que aparecieran en revistas y libros dentro de un conjunto o para ser leídos en público, salvo los dos últimos, Un zulo propio y Matrimonio por Amor... y Revancha, cuyo destino siempre fue el presente tomo.
Salvo alguna mínima actualización visceral, he preferido no tocar mis palabras, aunque ahora me separen años y avatares de ellas.
Siento por Los hombres, esos fantasmas un cariño tan especial como el que una madre debe abrigar por ese hijo que parece pasar desapercibido ante los ojos del mundo. Pronunciamos esta conferencia como colectivo ex_dones en las II Jornadas de Masculinidades del Ayuntamiento de Barcelona en junio de 2005. La profusión de palabras malsonantes nos valió ser excluidas de la publicación recopilatoria de dichas jornadas. Y, desgraciadamente, el sector masculino sigue manteniéndose en un plano espectral dentro de los discursos feministas.
Sobre A vueltas con la B(isexualidad) ansío puntualizar algo: jamás he pretendido estar en contra de alguien que se autodefine bisexual ni deseo dar lecciones de coherencia. Se trataba de un debate político/semántico. Pero, si tremendas guerrilleras queer como Nines Mestre y Graham Bell me han dicho que sienten esta argumentación mía como un antagonismo hacia ellas, es que a lo mejor me equivoqué haciendo tanto hincapié en la negación de un término. A pesar de que la bisexualidad sigue pareciéndome etimológicamente desacertada, como tantas otras identidades históricamente resistentes, ya estoy harta de tanta depuración del lenguaje. ¡Adoro desdecirme! Este texto fue publicado en el libro Dels drets a les llibertas. Una historia politica de l’alliberament GLT a Catalunya. FAGC 1986-2006 de Eugeni Rodríguez y Joan Pujol en 2008.
Fucksia Radikal en Barcelonaes la versión original e íntegra del texto publicado en Femmes of power de Del Lagrace Volcano y Ulrika Dahl en 2008. La extrema feminidad como hacha de guerraes un encargo para el libro Interferencias viscerales: prácticas subversivas de lo monstruoso, la recopilación de las jornadas con el mismo nombre en las que participé y que fueron organizadas por mis divinas perras IdeaDestroyingMuros en mayo de 2009. Arranqué en agosto del mismo año este texto con la mutación punk de Gina, la rubia que se venga por la pérdida de King Kong y de su paraíso. Entonces no me había topado todavía con la giganta peluda que se dispone a engullir vaginalmente la torre Agbar, orgullo de la Barcelona inhabitable, y que ha saltado de las perversas manos de sus autoras (amadas O.R.G.I.A) a este libro.
En la segunda parte, Arqueología de una escritora sin ordenador propio, recupero una selección de textos breves. Los tres primeros nacen absortos en mis inmediatos años posteriores al fin de la etapa universitaria, ajena a cualquier medio ni posibilidad de difusión. Años más tarde y rezagada como siempre, descubro la magia endogámica e inmediata de los blogs. La cercanía, subjetividad y concisión de estos diarios impúdica e indiscriminadamente aireados se enfundan como un traje de látex en mi verbo hepático, político y lúbrico.
Antología bastarda
Los hombres, esos fantasmas
Del viejo debate «por qué los grupos feministas son clubs exclusivos para señoritas» siempre me ha molestado el tono de cuestionamiento. Las feministas nos organizamos y nos segregamos como nos sale del coño, faltaría más. Pero también recelé desde el principio de la típica respuesta «podremos trabajar en grupos mixtos cuando los hombres estén preparados». Me sonaba a la Quinta fase del Comunismo cuando el Partido soltará el poder dentro de cinco mil años. Y mis ojos nunca lo verán.
Lo cierto es que el asamblearismo de gallinero o, lo que es lo mismo, llegar al consenso de puro aburrimiento, me cansó hace mucho tanto en grupos mixtos como en grupos only for women. Y además, para mi sorpresa, la supuesta ausencia de jerarquías entre dones era una falacia difícil de desmontar por invisibilizada. El hecho de que no hubiera ningún macho cabrío en el corro no significaba que todas lográramos participar con la misma tranquilidad ni que se nos hiciera parecido caso. Una de las trampas más peligrosas de separarnos de los hombres y demonizarlos es presuponer que entre mujeres todo es fantástico.
El feminismo tiende a replegarse sobre sí mismo con demasiada facilidad y la ausencia de hombres, motivada en parte por el desinterés de ellos y por la cerrazón de nosotras, termina situando a la mitad de la población en nuestro discurso y en nuestro activismo en el plano de los fantasmas.
Ellos, los eternos desconocidos, los irresponsables cómplices o ejecutores del mal. Y nosotras, las únicas que estamos haciendo algo por salvar el planeta. Y cuando alguna mujer, quizás también negra y lesbiana como nuestra evocada Condolezza Rice, parece no hacer demasiado bueno por sus semejantas, entonces resulta que se ha pasado al bando de «los otros». Y con esta dicotómica explicación nos quedamos tan anchas, tan autocomplacidas.
El nombrecito ex_dones se nos ocurrió a varias amigas en una noche de fiesta interminable. Queríamos regresar al activismo feminista pero desde un discurso cuestionador del género y no atrincherado en él. Y, sobre todo, deseábamos no volver a embarcarnos en una dinámica de reuniones y deberes que complicara más aún nuestras azarosas vidas de precarias en eterna búsqueda de trabajo, piso, estabilidad emocional, sexo y drogas. Es decir: no comprometernos a casi nada. Esto lo hemos logrado.
Ex_dones es una autoprovocación, un simulacro, un despropósito. No somos tan chulas como para anunciar a los cuatro vientos que nos hemos librado de ser mujeres, con una pócima mágica des-generadora que podréis comprar a un módico precio al final del debate. Tampoco es que ansiemos dejar de serlo.
Pero nos apetece renunciar simbólicamente a esa categoría con la que el patriarcado quiso recluirnos y minimizarnos. Y jugar al despiste con el enemigo.
Ahora que lo de ser mujer es como el líquido azul de los anuncios de compresas y te regalan la esencia de la feminidad con el Cosmopolitan, igual nos sale del coño ser otra cosa.
Si el feminismo trata continuamente de escapar de la reducción «mujer» para hablar de «las mujeres», sujeto que recoge nuestra diversidad y debería no asimilarnos a todas como blancas, con carrera, dinero, vacaciones, casa, churumbeles o no, marida o esposo pero estable, asistenta en casa, etc., ahora nos toca actualizar a ese fantasma de «el macho» para empezar a pensar y a convivir con «los hombres». Despojarnos de esa seguridad sorda de la que tanto nos costó dotarnos y que a menudo se acerca demasiado a la prepotencia, descargarnos de razón y de cierto victimismo. Sacar a los hombres de esa sábana fantasmagórica en la que nosotras hemos terminado proyectando tantas cosas nuestras incómodas. Y mirar qué hay debajo.
Desde luego, en nuestras luchas y deseos estamos más cerca de muchos hombres que conocemos, pobres, precarios, maricas transexuales o heteros, libertinos... que de muchas mujeres. Incluso de muchas feministas. O quizás el compromiso político no es un contrato de exclusividad con un bando y las alianzas son diversas y cambiantes. El género no es un corte limpio que divide el mundo en dos, ni es el único corte.
De paso, también va siendo hora de no sentirnos tanto vanguardia de las mujeres, esas ingratas a las que defendemos y que, al final, se enchufan al programa de la Campos y se acuestan con el enemigo. Chicas, por favor: ¡matemos a la santa feminista que llevamos dentro!
Lo de ex_dones también nos sonaba un poco a separadas; refleja esa precariedad amorosa y esas noches de despecho y tequila que vuelven y vuelven. Nos calzamos la peineta para reírnos de nuestro patetismo amoroso de copla y en este corro nos encontramos con nuestros amigos, maricas o no, chicos que ya no son fantasmas sino pantojas desesperadas como nosotras muchas veces. O trabajamos nuestra capacidad de defendernos también con ellos, y no sólo de ellos. Esas alianzas multiformes y promiscuas están en nuestras vidas antes que en nuestro discurso.
Por ejemplo, respecto a la violencia machista, desintegrar y desmitificar ese fantasma hombre es también un primer paso para sentirnos más fuertes. Distinguir a un capullo de un sicópata de un buen tipo. Hacernos fuertes, aprender a sacar la lanza cuando la necesitamos y a clavarla cuando no queda otra. Esta mierda de mundo cada día más violento es más habitable también si dejas de desconfiar de cada tipo con el que te cruzas y le miras a los ojos para conocer sus intenciones. Fiarte de un pálpito interior que te dice «sal corriendo» y saberte menos indefensa.
Y dejar de creer que los palos pueden venirte sólo de un ser con rabo. Reconocer que entre nosotras también hay violencia, que una mujer puede ser una exquisita maltratadora o una chantajista profesional o una persona indeseable. Aunque sea feminista, o lesbiana, o tu mejor amiga.
De los hombres envidio muchas cosas, y no precisamente el pene. Yo puedo elegir el color, material, diseño, tamaño y velocidades del mío, tener varios, me lo quito y me lo pongo... Hay que ver que escaso de recursos era el pobre Freud, y luego iba de perverso. Deseo contagiarme de la calma emocional de muchos hombres, que cuando saco las uñas la llamo inactividad o sequía. De su seguridad o ausencia de autocrítica. De su estilo directo o la sinceridad a toda costa. De su iniciativa o arrogancia.
Claro que también conozco mujeres seguras, francas y con la autoestima a prueba de bombas y a hombres tímidos, diplomáticos y neuróticos. De todas formas, el feminismo me ha abierto puertas para conocerme más y juzgarme menos, para aliarme con otras mujeres y no competir con ellas. Pero también me ha ayudado a entenderme mejor con los hombres, porque cuando tú sabes quién eres y dónde estás, pierdes el miedo al otro.
A vueltas con la B(isexualidad)
Eugeni Rodríguez me contó una noche que, en la siguiente reunión de la Comisión Unitaria del 28 de Junio, iba a plantearse la inclusión de la letra b de bisexual en las siglas que aglutinan los actos en torno a este día. Es decir, pasar de glt a glbt. Aunque como ex_dones estamos en la lista de colectivos que conforman dicha comisión, voy a ser honesta: sólo había acudido antes a una de estas reuniones. Pero no podía faltar el día en que iba a debatirse la dichosa bisexualidad desde la que se han empeñado tantas veces en comprenderme y con la que jamás me he identificado.
Por esa época, unas redactoras del programa de la televisión catalana, Entre líneas, me habían localizado para que participara en un reportaje sobre personas bisexuales. Pensé: «Coño, sí que se ha puesto de moda el tema». Cual fue mi sorpresa cuando ellas me dijeron que habían solicitado a la comisión el permiso para acudir a la siguiente reunión, porque uno de los otros dos entrevistados iba a defender allí la inclusión de la b en el nombre del colectivo universitario Sin Vergüenza.
Me puso bastante nerviosa la idea de que un debate interno, asambleario y político, fuera pasto de la telerrealidad. Pero la comisión decidió finalmente acceder a la entrada de las cámaras. No me esperaba el espectáculo a lo campaña electoralista de Hillary Clinton que íbamos a encontrarnos al llegar al Col.lectiu —sede de aquella reunión— Maro, Eugeni y yo aquel sábado 24 de febrero de 2007. Había unas doce personas ataviadas con camisetas azules que rezaban «bi happens» rodeando la mesa en la que se debatiría b sí, b no. ¡Qué emoción!
Las chicas de la tele fueron respetuosas, sin duda, y el reportaje quedó bien a mi parecer. Sentí que habían entendido lo que deseaba trasmitirles y que habían sabido reflejarlo. Y no es tan fácil explicar ni comprender una vida sin la bipolaridad de género omnipresente.
Mi madre, por su parte, me comentó irónica: «¿Para eso te he pagado la carrera de periodismo? ¿Para que salgas contando en la televisión catalana con todo el mundo que follas?».
Ahora paso a detallar por qué no queríamos ni oír hablar de la b.
En primer lugar, me ponen bastante nerviosa las palabras que empiezan por bi. Dos sexos, dos géneros: el determinismo dicotómico que nos ha hecho a todas, a todos, tanto daño, seamos maricas, bolleras, hetero-insumisas; trans o bio-mutaciones del mismo cuento tan limitado. En lo que se refiere estrictamente a definir la trayectoria del deseo, yo no me siento atraída por mujeres y por hombres solamente. En los últimos diez años de mi vida he follado y me he enamorado de infinitas mutaciones de género más.
Pero el problema que le encuentro a la b no radica únicamente en que denote «me gustan los hombres y las mujeres», sino en que al aceptarla nos reduce a «somos hombres o mujeres». Y creo que estamos a una altura de la jugada en que, gracias al activismo transgénero, feminista, lésbico y gay de los últimos cuarenta años, hoy podemos soltar el ancla del género, aunque sea simbólicamente.
Enunciarnos como ex_dones es una autoprovocación, un simulacro, un paso titubeante pero decisivo desde el feminismo, que lleva tantos años comprendiendo y denunciando qué coño significa que nos nombraran como mujeres al nacer, precisamente por el hecho de tener entre las piernas algo que el médico identificó como un coño.