Veracruz - Carmen Blázquez Domínguez - E-Book

Veracruz E-Book

Carmen Blázquez Domínguez

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Beschreibung

Obra que aborda a grandes rasgos las etapas históricas desde que el ser humano se hizo presente en la región que hoy conocemos como Veracruz hasta la primera década del siglo XX, abordando distintos acontecimientos de carácter político, económico, social y cultural. Con un estilo claro y ameno, el libro invita a reflexionar acerca de las experiencias de los ancestros para buscar un mejor legado a las futuras generaciones.

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CARMEN BLÁZQUEZ DOMÍNGUEZ. Doctora en historia por El Colegio de México, investigadora del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana e investigadora nacional nivel II. Es autora de diversos libros y artículos sobre historia regional de Veracruz en el siglo XIX

YOVANA CELAYA NÁNDEZ. Doctora en historia por El Colegio de México, ha sido galardonada con el Premio de Historia Regional Mexicana Atanasio G. Saravia, concedido por Fomento Cultural Banamex, en su décima edición. Ha publicado Alcabalas y situados. Puebla en el sistema fiscal imperial (2010), y es coordinadora de la serie de historias breves de los estados de la República Mexicana, de la que forma parte este volumen.

JOSÉ MANUEL VELASCO TORO. Doctor en historia contemporánea por la Universidad del País Vasco y doctor en educación por la Universidad La Salle de Costa Rica. Investigador en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, profesor de posgrado en la Universidad Pedagógica Veracruzana e investigador nacional nivel II. Se especializa en historia rural, educación y pensamiento religioso.

SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

Fideicomiso Historia de las Américas

Serie HISTORIAS BREVES

Dirección académica editorial: ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Coordinación editorial: YOVANA CELAYA NÁNDEZ

VERACRUZ

CARMEN BLÁZQUEZ DOMÍNGUEZ YOVANA CELAYA NÁNDEZ JOSÉ MANUEL VELASCO TORO

Veracruz

HISTORIA BREVE

EL COLEGIO DE MÉXICO FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS FONDO  DE  CULTURA  ECONÓMICA

Primera edición, 2010 Segunda edición, 2011    Primera reimpresión, 2012 Primera edición electrónica, 2016

Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar

D. R. © 2010, Fideicomiso Historia de las Américas D. R. © 2010, El Colegio de México Camino al Ajusco, 20; 10740 Ciudad de México

D. R. © 2010, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-4081-9 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

PREÁMBULO

LAS HISTORIAS BREVES de la República Mexicana representan un esfuerzo colectivo de colegas y amigos. Hace unos años nos propusimos exponer, por orden temático y cronológico, los grandes momentos de la historia de cada entidad; explicar su geografía y su historia: el mundo prehispánico, el colonial, los siglos XIX y XX y aun el primer decenio del siglo XXI. Se realizó una investigación iconográfica amplia —que acompaña cada libro— y se hizo hincapié en destacar los rasgos que identifican a los distintos territorios que componen la actual República. Pero ¿cómo explicar el hecho de que a través del tiempo se mantuviera unido lo que fue Mesoamérica, el reino de la Nueva España y el actual México como república soberana?

El elemento esencial que caracteriza a las 31 entidades federativas es el cimiento mesoamericano, una trama en la que destacan ciertos elementos, por ejemplo, una particular capacidad para ordenar los territorios y las sociedades, o el papel de las ciudades como goznes del mundo mesoamericano. Teotihuacan fue sin duda el centro gravitacional, sin que esto signifique que restemos importancia al papel y a la autonomía de ciudades tan extremas como Paquimé, al norte; Tikal y Calakmul, al sureste; Cacaxtla y Tajín, en el oriente, y el reino purépecha michoacano en el occidente: ciudades extremas que se interconectan con otras intermedias igualmente importantes. Ciencia, religión, conocimientos, bienes de intercambio fluyeron a lo largo y ancho de Mesoamérica mediante redes de ciudades.

Cuando los conquistadores españoles llegaron, la trama social y política india era vigorosa; sólo así se explica el establecimiento de alianzas entre algunos señores indios y los invasores. Estas alianzas y los derechos que esos señoríos indios obtuvieron de la Corona española dieron vida a una de las experiencias históricas más complejas: un Nuevo Mundo, ni español ni indio, sino propiamente mexicano. El matrimonio entre indios, españoles, criollos y africanos generó un México con modulaciones interétnicas regionales, que perduran hasta hoy y que se fortalecen y expanden de México a Estados Unidos y aun hasta Alaska.

Usos y costumbres indios se entreveran con tres siglos de Colonia, diferenciados según los territorios; todo ello le da características específicas a cada región mexicana. Hasta el día de hoy pervive una cultura mestiza compuesta por ritos, cultura, alimentos, santoral, música, instrumentos, vestimenta, habitación, concepciones y modos de ser que son el resultado de la mezcla de dos culturas totalmente diferentes. Las modalidades de lo mexicano, sus variantes, ocurren en buena medida por las distancias y formas sociales que se adecuan y adaptan a las condiciones y necesidades de cada región.

Las ciudades, tanto en el periodo prehispánico y colonial como en el presente mexicano, son los nodos organizadores de la vida social, y entre ellas destaca de manera primordial, por haber desempeñado siempre una centralidad particular nunca cedida, la primigenia Tenochtitlan, la noble y soberana Ciudad de México, cabeza de ciudades. Esta centralidad explica en gran parte el que fuera reconocida por todas las cabeceras regionales como la capital del naciente Estado soberano en 1821. Conocer cómo se desenvolvieron las provincias es fundamental para comprender cómo se superaron retos y desafíos y convergieron 31 entidades para conformar el Estado federal de 1824.

El éxito de mantener unidas las antiguas provincias de la Nueva España fue un logro mayor, y se obtuvo gracias a que la representación política de cada territorio aceptó y respetó la diversidad regional al unirse bajo una forma nueva de organización: la federal, que exigió ajustes y reformas hasta su triunfo durante la República Restaurada, en 1867.

La segunda mitad del siglo XIX marca la nueva relación entre la federación y los estados, que se afirma mediante la Constitución de 1857 y políticas manifiestas en una gran obra pública y social, con una especial atención a la educación y a la extensión de la justicia federal a lo largo del territorio nacional. Durante los siglos XIX y XX se da una gran interacción entre los estados y la federación; se interiorizan las experiencias vividas, la idea de nación mexicana, de defensa de su soberanía, de la universalidad de los derechos políticos y, con la Constitución de 1917, la extensión de los derechos sociales a todos los habitantes de la República.

En el curso de estos dos últimos siglos nos hemos sentido mexicanos, y hemos preservado igualmente nuestra identidad estatal; ésta nos ha permitido defendernos y moderar las arbitrariedades del excesivo poder que eventualmente pudiera ejercer el gobierno federal.

Mi agradecimiento a la Secretaría de Educación Pública, por el apoyo recibido para la realización de esta obra. A Joaquín DíezCanedo, Consuelo Sáizar, Miguel de la Madrid y a todo el equipo de esa gran editorial que es el Fondo de Cultura Económica. Quiero agradecer y reconocer también la valiosa ayuda en materia iconográfica de Rosa Casanova y, en particular, el incesante y entusiasta apoyo de Yovana Celaya, Laura Villanueva, Miriam Teodoro González y Alejandra García. Mi institución, El Colegio de México, y su presidente, Javier Garciadiego, han sido soportes fundamentales.

Sólo falta la aceptación del público lector, en quien espero infundir una mayor comprensión del México que hoy vivimos, para que pueda apreciar los logros alcanzados en más de cinco siglos de historia.

ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Presidenta y fundadora delFideicomiso Historia de las Américas

 

I. LA GEOGRAFÍA VERACRUZANA

EN EL AÑO DE 1803, EL GEOGRÁFO Y NATURALISTA prusiano Alexander von Humboldt anotaba en su Ensayo político sobre el reino de la Nueva España las siguientes palabras acerca de Veracruz:

Pocas son las regiones del nuevo continente que se pueden comparar con este extraordinario país […] en donde el viajero se encuentra más admirado de ver casi juntos los más opuestos climas; toda la parte occidental de la Intendencia ocupa la falda de las cordilleras del Anáhuac, y en un día los habitantes bajan de la zona de las nieves perpetuas a los llanos inmediatos al mar, en donde reinan unos calores que sofocan. En ninguna parte se deja ver mejor el admirable orden con que las diferentes tribus de vegetales van sucediéndose por tongadas, unas arriba de la otra, que van subiendo desde Veracruz hacia la meseta de Perote. Allí se ve cambiar a cada paso la fisonomía del país, el aspecto del cielo, la vista exterior de las plantas, las figuras de los animales, las costumbres de los habitantes y el género de cultura a que se dedican.

El espacio geográfico es al mismo tiempo un lugar en el que los individuos se desarrollan y un actor. El espacio no es sólo territorio: adquiere dimensiones económicas, políticas, sociales y culturales. Así, los individuos construyen una territorialidad delimitando un área geográfica en la que buscan influir y tener control sobre sus elementos y relaciones. De tal manera, en este primer capítulo la geografía de Veracruz se explicará a partir de las relaciones que se establecen entre el espacio físico y los individuos en un proceso diacrónico, todo con el propósito de observar las partes del conjunto, las regiones que integran la geografía veracruzana, para después percibir el todo y sus nexos externos. Es decir, se explica no sólo lo físico del territorio, sino el cómo el espacio cobra forma, se organiza y se modifica. Es importante recordar que las sociedades usan de variadas formas el territorio, puesto que cada una tiene su propia organización geográfica y concepción del espacio y el lugar. El paisaje geográfico y sus significados cambian a la par que lo hacen las sociedades, y la geografía está relacionada con todas estas interconexiones a la vez que señala la diferencia social e histórica del contexto, de la organización espacial y su significado.

La imagen del territorio veracruzano reproducida en un mapa semeja una curva alargada que es bañada continuamente por el Golfo de México. El estado de Veracruz se extiende a lo largo del litoral del Golfo entre los paralelos 17° y 22° de latitud norte y sobre el meridiano 93° de longitud oeste; tiene una superficie de 72 410 km2, que representa 3.2% del total del territorio de la República Mexicana; cuenta con 684 km de costas bajas y arenosas y una playa angosta bordeada de médanos y dunas móviles con barras, albuferas y puntas. La faja de terreno alargada tiene anchuras variables, desde 212 km en su parte más ancha hasta 36 km en la más angosta, en su límite norte. Los estados colindantes son, al norte, Tamaulipas; al sureste, Tabasco y Chiapas; al sur y suroeste, Oaxaca; al oeste, Puebla, y al noroeste, San Luis Potosí e Hidalgo. Los principales ríos, de norte a sur, son Pánuco, Tuxpan, Cazones, Tecolutla, Nautla, Misantla, Actopan, La Antigua, Jamapa-Cotaxtla, Blanco, Papaloapan (con sus afluentes San Juan y Tesechoacán), Coatzacoalcos (con su afluente Uxpanapa) y Tonalá. Las corrientes principales son complementadas en la hidrografía estatal por una gran cantidad de cuerpos de agua y pequeños cauces. Del Pánuco a la Laguna de Términos se alternan planicies deltaicas y colinas: la planicie del Pánuco, las colinas de la Huasteca y de la región totonaca, la planicie de estribaciones y terrazas del Papaloapan, las colinas del istmo y el pequeño macizo de Los Tuxtlas.

En el medio físico, el Golfo es mucho más diverso por su relieve y su vegetación. Esta pluralidad ofrece variadas oportunidades de explotación y poblamiento, al contar con tierras complejas, escalonadas (baja vertiente, colinas, planicies) y cultivos de exigencias diferentes. Tal variedad, por otra parte, proviene de una diversidad de regiones naturales donde las condiciones de inclinación y desagüe varían, mientras el clima permanece sensiblemente igual. Pero esto no sólo se refleja en el medio físico; también en el uso que los individuos hacen del espacio. Es por ello importante situar geográficamente al lector en Veracruz, primero desde las regiones que lo integran.

 

MAPA I.1. Ríos y lagunas de Veracruz

DESDE LAS REGIONES

De acuerdo con Bernardo García, las regiones están indisolublemente asociadas a un determinado paisaje cultural cuyo elemento dominante puede ser una ciudad antigua, una zona de reciente colonización, un distrito de riego o un área con características étnicas específicas. En las regiones veracruzanas, la conformación ha sido parte de un proceso histórico y su elemento articulador ha variado a lo largo del tiempo. Así, la ciudad, el centro ceremonial, la feria, el mercado, el puerto de embarque o la industria han desempeñado en distintos momentos el papel de ejes articuladores de determinada región. Interesa, por tanto, identificar en las regiones el espacio físico, el cultural y el económico que nos den la pauta para explicarnos la funcionalidad de la división regional. Es importante destacar también que la clasificación regional tiene especialmente un componente histórico. El lector podrá ubicar en otras obras divisiones regionales —por ejemplo, en el plano administrativo el estado se divide en 12 o en seis regiones económicas distribuidas entre 212 municipios—, pero aquí hemos optado por las llamadas regiones naturales con un componente histórico, con el propósito de que desde la geografía se establezca una mejor introducción al lector a la historia del estado. De norte a sur éstas son:

La Huasteca

El nombre huasteco se deriva del vocablo náhuatl cuextécatl, que tiene dos posibles acepciones: cuechtic o cuechtli (“caracol pequeño o caracolillo”) o guaxin (“guaje”), que es una pequeña leguminosa. La Huasteca es una región natural dividida políticamente entre los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Puebla y Veracruz. La parte correspondiente a este último es la más poblada de las cinco. Los ríos Tantoán, Tamesí y Pánuco la separan del estado de Tamaulipas, y por el sur, el Río Cazones forma el límite con la región totonaca. Al este, la Huasteca desaparece en el Golfo de México, donde se encuentra la extensa laguna de agua salada de Tamiahua, separada del mar por un cordón litoral. Y en la parte oeste, termina en la Sierra de Huayacocotla y en los estados de San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla. En el ámbito administrativo, la región la integran 33 municipios entre cuyas ciudades destacan Tuxpan, Tamiahua, Teayo, Temapache, Chicontepec, Pánuco, Tempoal, Tantoyuca y Cerro Azul. La Huasteca comprende tres clases de orografía; la sierra, que corresponde a las estribaciones de la Sierra Madre Oriental entre la latitud de Tuxpan y Tampico, con alturas que van de 800 a 1 200 msnm; los lomeríos intermedios, entre el pie de monte y la costa del Golfo de México, que no rebasan 200 msnm, y la franja o planicie costera (menos de 100 msnm), que se abre de sur a norte del Río Cazones al Río Pánuco.

El clima es tropical, con una temperatura de entre 22° y 26°C en el verano y precipitaciones de 800 a 1 200 mm entre los meses de julio y octubre. En lo que se refiere a la flora, domina la selva baja y media: ceiba, chaca, ébano, palo fierro, manglares y bosques de encino. La región es habitada por diversas especies animales: conejo, coyote, mapache, tlacuache, perico, loro, pato, garza, chachalaca, cuervo, zopilote, pelícano, gaviota, iguana y lagartija, entre otras. Las lagunas costeras son una importante fuente de riqueza para la región, pues de ellas se obtiene camarón, ostión, mojarra, robalo, chucumite, jaiba, lisa, cangrejo, pargo, jurel, guachinango, sardina, sierra y tiburón. Entre las lagunas destacan por su producción y extensión los de Tamiahua y Tampamachoco, donde abunda el camarón y el ostión. Otra actividad importante en la región es la producción petrolera de Cerro Azul, que desde 1906 concentró en sus tierras empresas dedicadas a la explotación del hidrocarburo. Además de la industria y la pesca, la agricultura continúa siendo una actividad que ocupa un número considerable de hombres y tierras.

En la época prehispánica el territorio estaba poblado por diversos grupos: huastecos, tepehuas, otomíes y totonacos, ubicados en el sur y suroeste, mientras que en el norte y noroeste se hallaban los nahuas, entreverados con guachichiles, pames y diversos grupos chichimecas. La llegada de los españoles en el siglo XV alteró la forma de vida de los pueblos, y la presencia de agentes infecciosos no conocidos por los naturales produjo impactos negativos en la población originaria, principalmente el descenso de población, pero ésta tuvo una recuperación importante en el siglo XVIII. En el periodo colonial, la cría de ganado vacuno se convirtió en la principal actividad productiva, junto con la siembra de maíz, ambas basadas en la explotación de la mano de obra indígena. El siglo XIX no trajo cambios en el sistema de producción, pero para finales del mismo la presencia del ferrocarril mejoró las conexiones con el resto del país. La transformación más importante la originó el descubrimiento del petróleo a principios del siglo XX, que trajo consigo el arribo de compañías extranjeras, como la Mexican Petroleum Company. La explotación del crudo y la continuidad del sistema de haciendas produjeron una mayor presión sobre la tierra y conflictos que no terminaron con la reforma agraria; así, entre 1970 y 1980 hubo un resurgimiento de la lucha agraria, que sacudió a la Huasteca de manera especialmente virulenta y logró que más de la mitad de las tierras fueran restituidas a sus propietarios, en su mayoría indígenas. De hecho, la recuperación de las tierras ha sido uno de los motores de la dinámica social y política regional en todos los periodos históricos. En los últimos años, la Huasteca se ha singularizado por un proceso de desarrollo basado en la especialización productiva, con la ganadería de engorda de bovinos, las plantaciones tropicales de caña de azúcar y cítricos, los cultivos de cafeto y maíz, una incipiente industria de transformación y una dinámica actividad comercial.

Un elemento fundamental que distingue a la región es sin duda su gastronomía. El zacahuil es un referente obligado para quien visita la Huasteca, pero también se pueden saborear enchiladas huastecas con cecina, palmito en suero de raíz de la palma, palmito con costilla oreada, costilla de puerco y condimentos, garnachas, huatape de camarón y jaiba, camarón y ostión al natural, salpicón de pescado, pemoles y, sobre todo, el pan de Pueblo Viejo; entre las bebidas se encuentran el pulque y la huapilla.

El Totonacapan

De acuerdo con el diccionario de la lengua náhuatl, el término totonaco es el plural de totonacatl y se refiere a los habitantes de la provincia del Totonacapan. Algunos autores han señalado que totonaco significa “hombre de tierra caliente”; otros dicen que se compone de los términos tu’tu o a’ktu’tu, que se refiere al número tres, y nacu, que significa “corazón”. La región totonaca se encuentra a lo largo de la planicie costera del estado de Veracruz y en la Sierra Norte de Puebla. Limita al norte con la región de la Huasteca veracruzana, al sur con la región de las Grandes Montañas y al este con el Golfo de México. El territorio es en su mayoría plano y con pequeños lomeríos y cañadas; su clima es cálido y sus ríos principales son Cazones, Tecolutla, Nautla y Filobobos.

Los productos agrícolas más representativos son maíz, chile, frijol, café, caña de azúcar, vainilla, tabaco, plátano y una gran variedad de cítricos. Además, se cría ganado bovino, porcino, ovino y caballar, aves y abejas, y se practica la pesca. En el ámbito industrial, se da la extracción de petróleo y gas; del crudo se obtiene gasolina, parafina, asfalto, plástico y otros derivados (petroquímica). La fauna es diversa en los bosques y en los ríos. En los primeros se pueden encontrar codornices, pájaro carpintero, calandria, coralillo, mazacoate, mapache, tejón, pichones, tlaconetes y zorrillo, entre otros. En los ríos podemos hallar bobo, tortuga, camarones, acamayas, ajolotes, trucha y mazacuata.

En tiempos prehispánicos, el Totonacapan se conformó en torno de la ciudad de El Tajín, y en la época colonial alrededor de la ciudad de Papantla y las encomiendas que ahí se establecieron. Sin embargo, la población originaria descendió rápidamente a causa de las enfermedades desconocidas traídas por los europeos. Ante la baja densidad de población, los amplios pastizales fueron rápidamente ocupados por el ganado y, en consecuencia, extensas haciendas ganaderas ejercieron presión sobre las pocas comunidades de indios que sobrevivieron. Para este momento la región se orientó también en torno del incipiente puerto de Tuxpan, que buscaba un lugar en el comercio con el Atlántico. En el siglo XIX la estructura regional continuó la dinámica en torno de Gutiérrez Zamora y Papantla, determinada por los cambios en la producción y el mercado internacional. Las posibilidades de exportación que abrió la vainilla, pero también el ganado, el café y los cítricos, reforzaron el papel de esas ciudades como centros económicos rectores y cada una de ellas tuvo su propia área de influencia, las cuales se entrelazaron interconectando las diversas zonas del Totonacapan. La dinámica regional en torno a estos ejes rectores permitió ampliar las redes intrarregionales, de tal manera que vía Tuxpan se comerciaba chicle, frijol, chiltepín, pipián y ajonjolí por mar hacia Tampico y de ahí a Monterrey.

En el siglo XX, la integración regional se expresó mediante circuitos comerciales con centros rectores en la periferia de puertos y vías terrestres. Pero, al mismo tiempo, el flujo de personas por este circuito constituyó un factor en la movilidad de la región, que se reforzó con la presencia de un nuevo centro rector: Poza Rica y la industria petrolera. El petróleo produjo un nuevo efecto en la geografía del Totonacapan en vista de la gran cantidad de caminos de terracería, primero, y posteriormente asfaltados que articularon a Poza Rica con el centro del país. Poza Rica se convirtió en el nuevo centro económico de esta zona, no sólo por su creciente actividad comercial y de servicios, sino por el desarrollo de una actividad básica tanto para la economía regional como para la nacional: la explotación petrolera. De igual manera, ocasionó la presencia de un nuevo sector laboral de obreros, técnicos y profesionistas que desplazaron a la burguesía agraria otrora dominante.

El Totonacapan alberga a un grupo étnico definido, con rasgos y dinámica sociales muy específicos, en el que se combina la fe con las prácticas rituales, como las danzas o el tradicional “palo volador”, mito de renovación permanente y fertilización agrícola con un gran contenido simbólico que se ha mantenido intacto. Se cree que fue durante la época de dominación mexica cuando se introdujo la combinación de elementos rituales, es decir, la música como ofrenda y la danza de cuatro participantes que vuelan cabeza abajo, con los brazos abiertos, disfrazados de las aves asociadas al sol: guacamaya, águila, quetzal y calandria, además del quinto danzante, que suele realizar su danza en la punta del palo que sirve de soporte al ritual. Los voladores emplean un palo tan alto que llegan al suelo tras 13 vueltas, número que, multiplicado por los cuatro voladores, da 52, que es el número del ciclo del calendario mesoamericano. La rotación de los aparatos simboliza el movimiento de los astros, en especial el del Sol. La fiesta más importante es la del santo patrono; importantes celebraciones también son la Semana Santa y el Día de Muertos.

Región Central

Esta región ha sido una gran comarca cultural desde la época prehispánica. Sus límites físicos son, hacia el sur, la barranca del Río de los Pescados; por el norte, la cuenca del Río Actopan; por el poniente, el Cofre de Perote, y por el suroriente, la planicie donde se localiza la ex hacienda El Encero, último escalón entre la montaña y las llanuras costeras. La región Central comprende los municipios enclavados en la sierra vecina a la ciudad de Xalapa, así como los que se encuentran al este hasta llegar a la costa del Golfo de México. Sus localidades más importantes son Xalapa, Coatepec, Xico, Perote, Altotonga, Alto Lucero, Veracruz como Jalacingo y Actopan, con Xalapa como la capital cultural y política de la región y el puerto de Veracruz la capital económica. Las actividades económicas más importantes son el comercio, la ganadería y la agricultura; esta última varía desde los bosques de pino y los cultivos de frutas de tierra fría, hasta la siembra de trigo, caña de azúcar, naranja, mango y plátano en lugares cálidos, y en tierras templadas los bosques de encino y liquidámbar, además de extensos cafetales. Su sistema hidrográfico se compone principalmente por los ríos Actopan y La Antigua, junto con otros pequeños cuerpos de agua.

La región posee una gran riqueza ecológica debido a su localización geográfica y topográfica. En el área es posible encontrar seis diferentes zonas fisiográficas: la planicie, la región de suelo rendzínico (suelo negro), la región de suelos arcillosos, las montañas conformadas por piedra caliza del Cretácico, la sierra volcánica de Chiconquiaco y el volcán extinto del Cofre de Perote. El clima en la zona es tropical y su régimen térmico cálido regular, con lluvia abundante en verano y principios de otoño, y de menor intensidad en invierno por la influencia de vientos del norte. Las características climáticas y orográficas de buena parte de la región en cuanto a temperatura, humedad, altitud y composición de los suelos permitieron la diversificación de la producción y la subespecialización. Así, café, azúcar y ganado se distribuyen en la región Central y abastecen el mercado nacional e internacional.

La configuración regional prehispánica existente al momento de la conquista proporcionaba una ruta estratégica de abastecimiento de los productos y tributos de esta región hacia el Altiplano, asiento fundamental del Imperio azteca. Y dicha posición continuó durante el periodo colonial con una doble importancia: primero, la ciudad de Xalapa fungió como centro del comercio interregional y sitio clave entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz para los nutridos flujos de mercancías de ultramar, y segundo, como centro de una región proveedora de productos agrícolas para la metrópoli, fundamentalmente azúcar y ganado. La región articulaba el dinamismo económico representado por el puerto de Veracruz, puerta principal de las comunicaciones con el Caribe y el Atlántico. Desde el puerto de Veracruz y Xalapa, como región agrícola y comercial, se estableció una estructura de centros de población asociada a transportes y comercio en dos vertientes: la primera, el comercio con España, que cobró mayor auge con el establecimiento de la feria comercial en Xalapa, y la segunda, el comercio interregional, con un gran número de asentamientos medianos y pequeños que funcionaban como una red secundaria de transporte e intercambio en la que el agente determinante era el arriero. La articulación de caminos interregionales permitió el comercio de azúcar, café, ganado, algodón y una amplia variedad de cítricos, productos que eran enviados desde la costa hasta la montaña.

Durante el siglo XIX, el comercio a gran escala era controlado por las haciendas azucareras y cafetaleras establecidas en las inmediaciones de Xalapa, cuyos propietarios tenían a ésta como centro de operaciones. Ellos formaron una oligarquía regional que buscó mantenerse a la vanguardia en la tecnología, los mercados y la producción. El ferrocarril favoreció la producción y comercialización tanto del café como del azúcar, y al mismo tiempo impulsó la industria textil, que tuvo su base de operaciones también en la ciudad de Xalapa. Las fábricas Lucas Martín, Industrial Jalapeña, San Bruno y Dique fueron las articuladoras de una nueva dinámica industrial especializada en textiles que permaneció hasta la década de los treinta del siglo XX.

No podemos olvidar que la ciudad de Xalapa es la sede de los poderes del estado y de la Universidad Veracruzana, lo que ha generado el crecimiento de la economía de servicios pero sin olvidar su vocación agrícola. Desde la década de 1950 presenta una dinámica poblacional y económica alimentada tanto por el turismo como por las actividades académicas, por lo que en el plano estatal es un fuerte polo de inmigración.

Las Grandes Montañas

Esta región se ubica en la parte centro-sur de la entidad, abarca 6 350.85 km2 y la integran 57 municipios. Destacan en ella los ríos Jamapa, Blanco y Atoyac. Está densamente poblada debido a su gran desarrollo agrícola, ganadero, forestal y minero, ya que cuentan con empresas industriales y comercio. Sus principales ciudades son Córdoba, Orizaba, Huatusco, Maltrata y Zongolica. Desde sierras, cordilleras y valles, la región de las Grandes Montañas presenta una orografía por demás interesante, en la que destaca la elevación más alta de México, el Pico de Orizaba o Citlaltépetl, que forma parte del Eje Neovolcánico Transversal y también de la Sierra Madre Oriental. La región abarca hasta la caprichosa Sierra de Zongolica, la cual presenta paisajes verdes a más de 2 000 metros sobre el nivel del mar.

Separadas por la formidable Barranca de Metlac, Orizaba y Córdoba han desempeñado papeles complementarios; mientras la primera se ha afirmado en su vocación industrial con la manufactura de papel, cemento y cerveza, la segunda ha aumentado su actividad agroindustrial y es el centro comercial de una amplia región que se extiende hasta la Cuenca del Papaloapan. Actualmente la economía de la región se ha diversificado en la agricultura e industria; en este ramo cuenta con empresas cerveceras, papeleras, cementeras, farmacéuticas, refresqueras, siderúrgicas, alimentarias, de curtiduría, zapateras y otras menores, aunque también desarrolló una importante actividad comercial.

La ciudad de Córdoba es famosa por haber sido fundada por los “Treinta Caballeros” y también por ser el lugar donde se firmaron los tratados entre Iturbide y don Juan O’Donojú que dieron paso a la independencia de México en 1821. Hoy es una ciudad próspera y hospitalaria, con su palacio municipal y su jardín central estilo británico. Por su parte, Orizaba, con su palacio de hierro traído desde Bélgica y su templo expiatorio de San Felipe Neri, hoy Museo de Arte, es reconocida históricamente por su vocación industrial; las caudalosas aguas del Río Blanco han acompañado a lo largo de muchos años innumerables industrias textiles y manufactureras de gran importancia que articulan un mercado interregional entre el Sotavento y el Altiplano.

En el periodo colonial, la producción azucarera se ubicó en las haciendas de las inmediaciones de Córdoba y Huatusco. La economía azucarera disfrutó de varios periodos de auge en los siglos XVII y XVIII. A principios de esa última centuria, todavía las haciendas azucareras contaban con una parte menor destinada al cultivo del maíz, chile y frijol para el consumo propio, además de tierras destinadas al ganado. En el siglo XVIII, con el establecimiento de la renta del tabaco, Córdoba fue designada como uno de los lugares en que se permitía la producción de la hoja. De esa forma se convirtió en uno de los centros productores de tabaco más importantes de la Nueva España. Así, la caña y el tabaco fueron los ejes de su vida económica en tiempos coloniales, y junto con Orizaba, Xalapa y el puerto de Veracruz, se convirtió en uno de los centros agrícolas, comerciales y administrativos más importantes de la zona del Golfo. La coexistencia de tabaco y azúcar en Córdoba imprimió sus particularidades económicas y agrarias a la región, entre otras cosas por ser productos agrícolas altamente comercializables.

Una vez lograda la independencia, la agricultura cordobesa continuó dedicándose a cultivos tropicales de gran valor, lo cual le reforzó sus características agrarias, entre las que destacaban la combinación de diversos sistemas de explotación y de extensión de los fundos. Para mediados del siglo XIX los cultivos de caña y tabaco seguían predominando, aunque ya no con el esplendor de finales del XVIII. Una salvación se presentó al estancamiento: las condiciones geográficas de la región favorecieron la sustitución paulatina del azúcar por el café en las haciendas de Córdoba y Huatusco. Para 1860, la situación económica del lugar comenzó a cambiar con el café como opción productiva, y con ella los pequeños y grandes agricultores experimentaron una mejoría gradual. El boom cafetalero entre 1880 y 1890 movilizó a una población trabajadora de hombres, mujeres y niños en la recolección de la frutilla y su limpieza en los cafetales. La economía cafetalera de la región se integró al mercado nacional y extranjero en el Porfiriato gracias a la movilidad que permitió el ferrocarril y al mejoramiento y extensión de los caminos, así como por el servicio de telégrafos, que proporcionaron a la región comunicaciones baratas con la ciudad de Veracruz y con el resto de la República. La expansión de la economía cafetalera se insertó en el mercado internacional, que ofreció al café mejores condiciones comerciales que al tabaco. Esto se tradujo en la paulatina sustitución de tabaco y azúcar por café hacia 1910, al mismo tiempo que la industrialización del cultivo aumentó. Otro fenómeno importante fue sin duda el papel de polo de atracción migratoria que tuvo la ciudad de Córdoba durante el Porfiriato, al igual que la vecina Orizaba.

Desde mediados del siglo XIX, el ramo textil gozó de un auge mediante la formación de sociedades anónimas que combinaban capital nacional y extranjero. El impulso inicial lo proporcionó la fábrica de Cocolapan, y más tarde destacaron por su importancia económica y producción las fábricas de Río Blanco y Santa Rosa, de inversionistas franceses. La elección de Orizaba para instalar grandes y modernas fábricas fue por las condiciones favorables del medio ambiente. El valle no sólo sacaba provecho de la presencia cercana del Citlaltépetl, que desempeñaba el papel de distribuidor de abundante agua, sino de la humedad de su clima, que permitía la confección de telas de textura más fina que las de las elaboradas en el medio relativamente seco de la Mesa Central. En la actualidad, la fiebre textil ha ido desapareciendo frente a otras industrias. El desarrollo histórico en la región de las Montañas evidencia que las condiciones geográficas han permitido combinar el uso de suelo agrícola (caña, tabaco, café) con la actividad industrial, en correspondencia con el mercado nacional y mundial.

El Sotavento

Esta región comprende el espacio localizado entre las cuencas de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos, que ocupa 23 000 km2, donde hoy habitan poco más de millón y medio de personas. Es una región dominada por extensas llanuras costeras conocidas como el Sotavento, sobre las que únicamente sobresalen la elevación de Los Tuxtlas-Sierra de Santa Marta.

La región fue colonizada tardíamente y tuvo baja densidad de población hasta la primera década del siglo XX. El ferrocarril y principalmente el petróleo aportaron una dinámica de población inusitada que la región no había experimentado desde tiempos prehispánicos. El particular proceso de poblamiento, junto con una particular estructura económica y política, dio como resultado una amplia región que históricamente ha configurado y alberga en su interior otras regiones con identidad económica y geográfica propias pero que no dejan de pertenecer al Sotavento.

Actualmente podemos distinguir, bajo criterios culturales, sociales y económicos, varias regiones en el sur de Veracruz, tales como Los Tuxtlas, la Sierra de Santa Marta o Soteapan, la Cuenca del Papaloapan, la Cuenca del Coatzacoalcos, el corredor industrial, el Valle del Uxpanapa y Playa Vicente-San Juan. Sin embargo, estas regiones no han existido siempre, sino que se han configurado al amparo de la actuación de grupos sociales a lo largo de procesos históricos particulares. La regionalidad sotaventina se sobrepone y es vivida de otra manera por sus habitantes; los pobladores de amplias porciones del norte de Oaxaca y sur de Veracruz se consideran sotaventinos, y en las regiones de Tuxtepec, Acayucan, Los Tuxtlas y Coatzacoalcos el término Sotavento sirve para designar radiodifusoras, líneas de autotransporte, locales comerciales, periódicos y asociaciones civiles.

En la geografía del territorio sotaventino se distinguen tres ámbitos: el bajo Papaloapan, Los Tuxtlas y la Cuenca del Coatzacoalcos. El primero debe su nombre a la imponente cuenca hidrológica del “Río de las Mariposas”, que desemboca en el Golfo de México. El bajo Papaloapan abarca una superficie de 28 900 km2 correspondiente a 24 municipios del estado. Su territorio es plano y sus alturas máximas en los pies de monte serranos no excede de 100 msnm. El clima es cálido y húmedo con lluvias en verano. La precipitación asciende a 1925 mm de promedio anual, aunque existen zonas de índices muy inferiores. Los centros urbanos en la cuenca baja que históricamente han cumplido funciones específicas son Alvarado, Tlacotalpan y Cosamaloapan. El interior de la cuenca se presenta más bien como un espacio aparentemente vacío, dominado por potreros y pastizales, así como por una población rural altamente dispersa en rancherías aisladas.

El segundo ámbito es representado por Los Tuxtlas, con un importante ecosistema y rodeado de una cadena montañosa. La selva tropical es un símbolo de este territorio, pues cuenta con una biosfera declarada patrimonio natural por la UNESCO. La sierra es una cordillera de origen volcánico con orientación noroeste-sureste; no obstante ser parte del Eje Neovolcánico, se encuentra totalmente aislada de otros sistemas montañosos y localizada a 300 km al suroeste del Volcán Citlaltépetl, en medio de la planicie costera del Golfo de México. En el área de Los Tuxtlas se destacan tres núcleos urbanos: Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla y Catemaco, que forman parte de una de las historias naturales más complejas del mundo. Muestra de ello es su gran diversidad de especies: en términos generales, más de 2 500 especies de plantas vasculares registradas, 128 de mamíferos, 45 de anfibios, 117 de reptiles, 109 de peces de agua dulce y estuarinos, 437 de peces marinos y 1 117 de insectos.

El último ámbito del Sotavento es la estructura del eje Coatzacoalcos-Minatitlán. Con una extensión de 17 683.27 km2, ésta colinda al noroeste con Los Tuxtlas y el Papaloapan; al sur con los estados de Oaxaca y Chiapas, al oeste con Tabasco y al norte con el Golfo de México. La región está integrada por 25 municipios, y sus ciudades más importantes son Coatzacoalcos, Minatitlán y Las Choapas. El puerto de Coatzacoalcos tiene vital importancia porque ahí se realiza el movimiento de petróleo, azufre y fertilizantes. El clima tropical cálido permite encontrar un paisaje selvático con gran variedad de fauna y flora. Las actividades productivas regionales son la agricultura, la ganadería, la explotación forestal y pesquera, actividades de carácter rural y tradicional que contrastan con la modernidad representada por los amplios campos petroleros y las refinerías petroquímicas de Coatzacoalcos y Minatitlán.

Cronológicamente, el sur de Veracruz se empezó a diferenciar en lo social y cultural alrededor de 1800 a.C. con el inicio de la cultura olmeca, la primera llamada civilización madre de Mesoamérica. El concepto de Olmecapan, o área metropolitana olmeca, viene de la arqueología y designa particularmente el área donde se desarrollaron los olmecas arqueológicos, aquellos que construyeron las cabezas colosales, área que se ubica en lo que ahora conocemos como sur de Veracruz y noroeste de Tabasco. Los tres sitios arqueológicos más importantes o centros rectores del área fueron San Lorenzo Tenochtitlan, La Venta y Tres Zapotes.

El segundo momento de reconfiguración del espacio regional fue el periodo colonial. En esta época Sotavento fue un término marinero, administrativo y militar que definió el espacio situado inmediatamente al sur del puerto de Veracruz, en contraposición al Barlovento, ubicado al norte. Así, la región del Sotavento englobaba varias jurisdicciones que también correspondían a antiguas provincias prehispánicas. La información más rica que tenemos del periodo colonial es sin duda, la llamada Relación de Corral de1777, del coronel Miguel del Corral y el capitán Joaquín de Aranda, documento de sumo interés para entender la geografía de las tierras bajas costeras desde el norte de la ciudad de Veracruz hasta el Río Coatzacoalcos, y punto de partida para apreciar la transformación de una tierra tropical y de lagunas en una de cultivo.

Durante el periodo colonial hubo una constante en el Sotavento: la baja densidad de población y, en consecuencia, la concentraron de tierra en unas cuantas haciendas. El ganado vacuno se apropió de los espacios y disfrutó de amplias llanuras. Las haciendas ganaderas se expandieron en la región y las tres alcaldías concentraban una producción cuyo mercado se extendía al puerto de Veracruz y de ahí a La Habana y a la región del Altiplano Central, principalmente en las poblaciones de Orizaba, Córdoba, Puebla y la Ciudad de México. El fenómeno perduró hasta el siglo XVIII, cuando el aumento de población y la presencia de nuevas actividades económicas reconfiguraron el espacio. Con esto se inició un proceso de subespecialización en el interior del Sotavento que se afianzó en el siglo XIX y tuvo su máxima expresión en el XX.

La explotación de nuevos recursos agrícolas fue característica del siglo XIX. Así, si bien la producción ganadera no abandonó la región, tuvo que convivir, por ejemplo, con la explotación maderera en los cantones de Acayucan, Minatitlán y Cosamaloapan. El auge de la explotación de maderas preciosas (caoba, cedro, palo de tinte, índigo y ceiba) encontró en Minatitlán y Coatzacoalcos las condiciones geográficas adecuadas para la instalación de grandes aserraderos y el funcionamiento del segundo como un puerto de exportación maderera a Estados Unidos y Europa. En esta época empezó a delinearse un nuevo espacio regional en torno de esta zona, y las poblaciones fungieron como polos de atracción de mano de obra de otras regiones que llegó a emplearse en los aserraderos y posteriormente en la construcción del ferrocarril interoceánico.

A fines del siglo XIX la producción en el Sotavento había tomado los rumbos del algodón, el tabaco y la panela. El cantón de Cosamaloapan, de ser eminentemente ganadero, complementó su producción orientándola a monocultivos comerciales como el algodón. Esta fibra también se extendió a Acayucan y Los Tuxtlas. En esta última región al mismo tiempo se expandió el cultivo de tabaco, que también se practicó en menor medida en Acayucan, Cosamaloapan y Minatitlán, hasta alcanzar entre las cuatro áreas 40% de la producción estatal. Otro actor que favoreció la dinámica comercial en la región fue el ferrocarril, cuya obra culminante fue establecer una red entre Coatzacoalcos y el puerto de Salina Cruz, en Oaxaca, por el que se exportaba café, caucho y azúcar.

El Sotavento inauguraba el siglo XX con la continuidad de los centros neurálgicos que históricamente dinamizaron la región, y los cambios en la producción no alteraron la geografía cultural. Pero, sin duda, el descubrimiento del petróleo reforzó el polo más al sur del Sotavento, donde se configuró un centro petroquímico de enorme importancia para el estado y para el país por su aportación a la economía. El eje petrolero en el sureste veracruzano articuló explotación, refinación y petroquímica con un dinamismo urbano sin precedente. Esta región petrolera está comunicada con el centro del país y con Estados Unidos, así como con el Pacífico, donde el viejo puerto de Salina Cruz fue desarrollado con su refinería en la década de 1970. La región también se encuentra al término del sistema carretero transístmico, de los oleoductos y gasoductos, y del ferrocarril en vías de modernización para el transporte de los contenedores.

Actualmente, la economía del Sotavento se halla en estrecha relación con los mercados internacionales. La petroquímica se concentra en el corredor industrial de la Cuenca del Coatzacoalcos. La agricultura comercial mecanizada de piña, caña y tabaco se ha difundido en Los Tuxtlas y en los llanos, y es controlada por grandes empresas; las plantaciones de monocultivo (hule y plátano) crecen en el Uxpanapan y en la región de Tuxtepec-Playa Vicente, y la ganadería se extiende, aunque en diferentes grados, por prácticamente toda la región. La reseña histórica de los procesos productivos en el Sotavento evidencia la existencia de tres grandes polos pero sin que la región pierda su concepción originaria. Así, la cultura sotaventina ha sobrevivido a las divisiones administrativas y a las configuraciones económicas.

Una rica y variada expresión de rasgos culturales conforma actualmente una identidad sotaventina que trasciende los límites estatales: el son jarocho, con sus fandangos, afinaciones, técnicas, instrumentos musicales, ritmos y sones, se toca desde el puerto de Veracruz hasta Huimanguillo, en Tabasco. En el Sotavento confluyen también tradiciones como la quema del año viejo, los portalitos, el carnaval, las peregrinaciones a los santuarios de Otatitlán y Catemaco, y las danzas de la Malinche, las Mojigangas, los Negros y los Arrieros, por mencionar algunas. El Sotavento veracruzano es un área cuya identidad regional se ha ido formando y distinguiendo a lo largo de los siglos mediante un entramado de relaciones políticas, económicas, sociales y culturales propias desde la época prehispánica y una diferenciación iniciada con la cultura olmeca, y debido a su localización estratégica para el tránsito de flujos comerciales, su vocación de productor y exportador de materias primas ha perdurado desde la Colonia hasta nuestros días.

DESDE EL CONJUNTO

Veracruz goza de climas muy variados, que van desde el tropical y subtropical (en las extensas zonas costeras) hasta el frío (en las zonas serranas y de montaña, como en Huayacocotla y Zongolica), pasando por el templado (en la zona montañosa central). Sobresale también por su vocación agrícola, forestal y pesquera; el sector primario es el principal generador de empleos, pues absorbe 33% de la población ocupada y cuenta con una importante estructura productiva industrial, especialmente de petroquímica básica y generación de energía eléctrica. Sin embargo, los contrastes no dejan de presentarse, y los registros del Consejo Nacional de Población (Conapo) revelan que para 2005, en el contexto nacional, Veracruz era el cuarto estado con grado de marginación muy alta, que sólo 44% de las viviendas contaban con el servicio de agua entubada y que 13 de cada 100 habitantes eran analfabetos. Siguiendo con los datos, Veracruz también se caracteriza por ser uno de los 10 estados de la República con mayor población indígena, lo que conlleva una alta incidencia de marginación dado que los municipios donde vive esta población cuenta con una precaria estructura de oportunidades para el desarrollo.

En cuanto a indicadores demográficos básicos, el Conapo informa que el estado de Veracruz ha registrado una disminución en el crecimiento de su población (respecto al nacional) debido a factores como el descenso de la fecundidad —resultado del aumento en el nivel educativo—, la creciente urbanización y la emigración de la población (principalmente masculina). Incluso así, después del Distrito Federal y el Estado de México, Veracruz es el tercer estado más poblado del país, con casi siete millones de habitantes que representan 7.1% del total nacional. Su distribución territorial sigue teniendo una creciente concentración en las ciudades y una gran dispersión de la población rural en localidades pequeñas y aisladas. Los centros urbanos que cuentan con una población mayor a 100 000 habitantes, que en conjunto reúnen 24% del total del estado, son Poza Rica, Martínez de la Torre, Xalapa, Veracruz, Boca del Río, Córdoba, Orizaba, Minatitlán y Coatzacoalcos. En cuanto a la población rural, de cada 10 veracruzanos cuatro forman parte de ella y habitan en localidades con menos de 2 500 habitantes. La dispersión de esta población continúa siendo una característica que impide, de manera especial en el caso de los asentamientos de difícil acceso, la dotación de infraestructura, servicios y equipamiento básico.

En la cuestión económica, en el estado se distinguen seis regiones, con núcleo en Coatzacoalcos, Veracruz, Xalapa, Poza Rica, Orizaba y Córdoba, todas con sus zonas metropolitanas, con un crecimiento de la población que se caracteriza por un dinamismo diferente. En 2000 las regiones huasteca, totonaca y del centro-norte tenían un crecimiento inferior al promedio estatal (sobre todo las dos últimas), mientras que las regiones Central, del Sotavento y de las Grandes Montañas mostraban un aumento superior a ese promedio. Así, una de las características de la distribución demográfica regional es que las regiones (aun cuando la Huasteca tiene un nivel de población apreciable) con mayor población se ubican hacia el sur de la entidad: el Sotavento y las Grandes Montañas. Las regiones del norte son las que presentan ingresos más bajos, mientras que las del centro y del sur tienen los más elevados. En este caso, el área con ingreso per cápita más elevado es la ciudad de Veracruz, el centro económico más relevante del estado. Le sigue en importancia Coatzacoalcos, que ha tenido una expansión significativa de la industria petroquímica en los últimos decenios. Sorprende, por otra parte, el bajo nivel de ingreso de la región de las Grandes Montañas. Sin embargo, es necesario señalar que un buen número de municipios marginados de la zona de Zongolica se encuentran en esta región.

El comercio es una de las actividades económicas más importantes por la derrama de recursos y por el número de empleos que genera. Actualmente, la entidad cuenta con 87 800 establecimientos comerciales, que representan 6.1% del total de comercios del país. El comercio es fuente de actividad laboral para más de 300 000 personas, con un promedio de 3.4 empleados por establecimiento. La balanza internacional muestra un superávit en los últimos años, lo que coloca a Veracruz entre los 10 estados que en conjunto aportan las divisas necesarias para moderar el déficit comercial de la economía nacional. Las principales exportaciones del estado son manufacturas de hierro y aluminio, café, pimienta, limón persa, jugos congelados de limón persa, naranja, toronja, alimentos preparados, productos químicos orgánicos, productos plásticos, combustibles minerales, prendas de vestir y otras confecciones textiles. Los distintos niveles de industrialización se concentran en las regiones del centro y sur del estado; sin embargo, la región de las Grandes Montañas (específicamente por Orizaba y Córdoba) se ha convertido en el principal centro industrial de la entidad, seguida en importancia por el Sotavento. Por otro lado, la región menos industrializada es la totonaca.

Veracruz posee una gran riqueza hidrológica: 35% de las aguas superficiales mexicanas atraviesan su territorio y cuenta con más de 40 ríos integrados en 10 cuencas hidrológicas, entre las que destacan las de los ríos Pánuco, Tuxpan, Cazones, Nautla, Jamapa, Papaloapan y Coatzacoalcos. A pesar del enorme potencial hídrico que tiene el estado, no es ajeno a la problemática del agua a escala mundial y nacional. El incremento de su población, dispersa en alrededor de 22 000 localidades distribuidas en sus 212 municipios; el deterioro de la calidad de agua de sus fuentes de abastecimiento, y la falta de tratamiento de las aguas residuales provenientes de las zonas urbanas y de las aguas de desalojo de las actividades productivas, han originado una creciente escasez y contaminación del recurso, así como una mayor vulnerabilidad de las poblaciones a fenómenos naturales por ausencia o exceso de agua. En la generación de energía, el estado cuenta con la única central nuclear de México, Laguna Verde, ubicada sobre la carretera federal Cardel-Nautla, en la localidad denominada Punta Limón, municipio de Alto Lucero.

La emigración veracruzana se ha vuelto tema de creciente interés porque, siendo un estado tradicionalmente receptor, está transitando en forma acelerada hacia el polo opuesto, y aporta cada vez más emigrantes a las corrientes interna e internacional. Hasta 1980, Veracruz fue una entidad de equilibrio migratorio, en donde la generación de empleo en sus prósperas regiones petroleras, industriales, agropecuarias, portuarias y turísticas fue, sin duda, un importante factor de atracción poblacional. Sin embargo, desde 1990 empezó a mostrar un notorio incremento de emigrantes, especialmente con destino a la frontera norte mexicana y a Estados Unidos, y desde 2000 adquirió la categoría de entidad de expulsión migratoria. En ese mismo año el Conapo registró una población veracruzana en Estados Unidos de 78 347 personas. La movilidad de veracruzanos a otros estados se muestra en la gráfica I.1, que da cuenta de un fenómeno expulsor que alcanzó su punto máximo en 1997, para disminuir paulatinamente en los años subsecuentes.

En materia electoral, Veracruz también ha registrado cambios. La tendencia desde 1988 a la diversificación de la clase política y a la generación de una nueva geografía electoral en el país también tuvo efectos en Veracruz, y en 1997 se presentaron las primeras alternancias: de los 207 municipios, el Partido Acción Nacional (PAN) obtuvo 37, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) 103 y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) 58. Fue en esta elección cuando se perfilaron las tres grandes fuerzas políticas. Para el año 2000, el PAN ganaba terreno en 45 municipios, el PRI se mantenía como la primera fuerza política con 113, mientras que el PRD perdía terreno al obtener sólo 31 ayuntamientos. En cuanto a la distribución de cargos de elección entre hombres y mujeres, Veracruz se caracteriza por ser una de las entidades con mayor acceso de mujeres, especialmente en la esfera municipal, aunque todavía está lejos de lo equitativo: en 2008, de las 212 municipalidades, 17 contaban con mujeres en el desempeño de la alcaldía.

GRÁFICA I.1. Migración interestatal en Veracruz (1990-2005)

FUENTE: INEGI, 2005.

En suma, visto en conjunto, el estado muestra la riqueza de su geografía, la dinámica de su población, los polos de desarrollo y la geografía electoral. Se presenta asimismo la diversidad en todos sus ámbitos, y es sin duda un reto que dicha diversidad sea un factor benéfico para la sociedad, y no al contrario. La geografía no es sólo espacio físico; es también sociedad, historia, cultura y gastronomía. Desde esta geografía, desde su presente iniciemos el recorrido de la historia de Veracruz.

II. LAS RAÍCES ANCESTRALES

APESAR DE LOS DIVERSOS AVANCES en las investigaciones arqueológicas, aún existe un gran desconocimiento acerca de los primeros pobladores de Veracruz. Hay vestigios de asentamientos humanos con una antigüedad de 7 000 a 8 000 años a lo largo del corredor tropical que forman las tierras costeras de las regiones veracruzanas. Entre ellos están los sitios localizados en Pánuco, Papantla, Martínez de la Torre, Tlapacoyan, Soledad de Doblado y Alvarado. Los restos materiales en ellos localizados indican la existencia de campamentos o estaciones que reflejan el desarrollo de una organización social basada en la colaboración de grupos. Los vestigios señalan que, gracias a la observación y al contacto directo con la naturaleza, habían generado la base de un creciente conocimiento de los vegetales comestibles y de aquellos que podían utilizar para fabricar viviendas o utensilios. De igual forma, conocían la relación de los ciclos estacionales con la reproducción de plantas y animales, conocimiento de gran utilidad para sobrevivir en su vida nómada. A la recolección de alimentos vegetales se sumó la caza de animales, tanto de especies mayores como menores, cuya carne proveyó de proteínas a su alimentación, lo mismo que la pesca.

Tanto la recolección como la caza y la pesca fueron actividades que incentivaron el desarrollo de tecnologías que pronto se generalizaron y fueron adquiriendo, también, formas estéticas. Así, se fabricaron punzones y anzuelos de hueso; hachas, cuchillos, buriles, navajas, metates, mazas, raspadores y puntas de flecha y lanza de piedra; redes, canastos y esteras de fibras vegetales como el bejuco. Fragmentos de cerámica rudimentaria son testimonio del amanecer de la alfarería, producción que cubría la necesidad de contar con recipientes para guardar granos, vegetales y agua, sumados a los utensilios elaborados con vegetales como calabazas, chilacayotes y morchos.

Pronto la actividad nómada evolucionó hacia el desarrollo de la agricultura y condujo a la vida sedentaria, que se organizó en torno a sociedades aldeanas. La seguridad en la producción de alimentos repercutió en el aumento de la población y en cambios culturales importantes que desembocaron en la evolución de las grandes culturas del Golfo. La agricultura fue resultado de la domesticación del cultivo de plantas silvestres como el maíz (base de la alimentación mesoamericana), la calabaza, el frijol y el chile; además, se domesticaron animales silvestres como el guajolote.

Otro cambio fundamental fue la reorganización del trabajo y de las actividades cotidianas de los aldeanos, sin que se dejara de involucrar a todos los miembros de la sociedad en la atención de las labores agrícolas, la caza y la pesca, y el cuidado de las crías, lo mismo que en la fabricación de herramientas de piedra y utensilios de arcilla, objetos de hueso y piel, armas e instrumentos de obsidiana, adornos suntuarios de jade, cuarzo, serpentina y turquesa, lo que significó el inicio de una especialización artesanal que adquirió un sentido estético y una creatividad artística sin igual. Lo mismo ocurrió con la elaboración de tejidos hechos con fibras naturales como ixtle y algodón, que también condujo a la invención del malacate para hilar y del telar de cintura para tejer, actividades que se reservaron a la mujer.

Esta etapa de sociedades aldeanas se registra entre los años 2500 y 1200 a.C. y se le conoce como periodo Preclásico Temprano. En lo social, la mujer tuvo un papel fundamental en la organización familiar y en la descendencia. Al ser sociedades íntimamente ligadas con los ritmos de la naturaleza, la construcción cultural y simbólica se cimentó en la observación del cosmos y de los cambios cíclicos que ocurrían en la sucesión de las estaciones y de la vida. La reproducción, nacimiento, crecimiento y muerte se explicaron por razones que estaban más allá de la voluntad humana, dando origen al desarrollo del pensamiento mágico y religioso.

El cambio estacional ligado a la dinámica reproductiva, el movimiento de los astros y las fases lunar y solar, los fenómenos naturales (como la lluvia, el viento, el rayo), la conducta animal, la diversidad vegetal, los opuestos complementarios de la naturaleza en los que la muerte genera vida, fueron observados, analizados y explicados en relación con la propia inquietud y necesidad humana de vivir, de trascender. Así, fue creado todo un andamiaje para explicar el mundo y la vida, cuyo núcleo fue el mito generador de un complejo cultural en el que hombre-divinidad-naturaleza-sociedad se percibió como una dualidad en la que los fenómenos naturales se veían como expresión de la divinidad amalgamada con el destino humano.

De la lectura de los restos materiales resulta claro cómo, a raíz del aseguramiento de una mejor y abundante alimentación mediante la agricultura, los diversos grupos humanos se abrieron paso hacia el desarrollo de civilizaciones que construyeron impresionantes metrópolis e imponentes centros ceremoniales. También desarrollaron el intercambio mercantil, que adquirió una dinámica regional importante y permitió el desarrollo cultural que se expandió por Mesoamérica desde aproximadamente el sistema Lerma-Santiago hasta Honduras, una amplia región geográfico-cultural que comprende a Veracruz y en la que se desarrollaron, en diversos momentos históricos, la culturas olmeca, la de la Mixtequilla, la de El Tajín, la totonaca y la huasteca, que en conjunto han sido llamadas culturas del Golfo.

LOS HABITANTES DEL PAÍS DEL HULE Y LA CULTURA DEL JAGUAR

A la civilización olmeca se le ha llamado “cultura madre” por el desarrollo que alcanzó durante un periodo temprano, en el Preclásico Medio, etapa cronológica que comprende, aproximadamente, siete siglos y medio (1150-400 a.C.) y se denomina periodo Arqueológico. Siglos después se identifica otro periodo, conocido como Histórico, que refiere a los llamados olmecas de Cholula y Tlaxcala, contemporáneos de la destrucción de Tula hacia el siglo XII d.C. La región donde habitaron es llamada Olmecapan por arqueólogos e historiadores. Ésta comprendía parte de la costa del Golfo de México, desde la margen derecha del Papaloapan, en Veracruz, hasta Tabasco, y abarcaba la Chontalpa. Hacia el interior de las tierras costeras, su presencia se registró más allá del Río de las Mariposas, junto con la zona de Cosamaloapan, siguiendo las estribaciones de la Sierra Madre Oriental con prolongaciones hacia Chiapas. El centro de este territorio fue el Río Coatzacoalcos, antes denominado Cuetlachcoapan, y parte de la Sierra y Volcán de San Martín.

El Olmecapan se caracterizaba por su bosque tropical húmedo, con extensas áreas de humedales y pantanos, en donde los olmecas desarrollaron su cultura, la que, en conjunción con ese ambiente dominado por el agua y la selva, mostró la enorme capacidad humana para convivir en equilibrio con la naturaleza. Desafortunadamente, no dejaron testimonios escritos sobre sus orígenes y desarrollo. Sin embargo, sabemos que para los grupos nahuas que vivían en el Valle de México el término olmecas significaba “habitantes del país de hule”. También los llamaron popolocas, es decir, “bárbaros”, concepto que tuvo una acepción de “extranjeros”: habitantes de otra nación y de lengua distinta.