Virtualidad, Migración y Duelos en el Covid 19 - Jani Santamaría Linares - E-Book

Virtualidad, Migración y Duelos en el Covid 19 E-Book

Jani Santamaría Linares

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Beschreibung

Durante la pandemia del Covid 19, un grupo de colegas de la Zona Norte en América Latina fertilizamos la idea de Winnicott de que la creatividad significa celebrar el hecho de estar vivos y construimos un espacio científico abierto a todo colega. Convocamos la propuesta de Pichon Rivière (1971) que dice: "En tiempos de incertidumbre y desesperanza es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros". Este libro recoge trabajos de psicoanalistas presentados en tres Encuentros Científicos realizados vía remota en los años 2020, 2021 y 2022. "La Virtualidad", fue el tema de 2020 organizado por la Federación Colombiana de Psicoanálisis; "Duelos y Quebrantos", el tema del 2021 a cargo de la Asociación Psicoanalítica Mexicana y los colegas de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis eligieron conversar sobre el tema de "Migración" en 2022. El lector se beneficiará de propuestas originales de colegas de Argentina, Colombia, Ecuador, Madrid, México, Panamá y Venezuela desde una perspectiva psicoanalítica. Se presentan textos comprometidos con la clínica y con los cambios sociales como migración, espacio transicional, transmisión y formación psicoanalítica institucional, virtualidad, supervisión, interpretación, encuadre y análisis a distancia, duelo, creatividad y juego en la clínica con niños, adolescentes y adultos, entre otros. El poder transformacional del psicoanálisis radica, a nuestro entender, en la posibilidad de compartir experiencias con colegas de todas las regiones con respeto, apertura, asombro y libertad.    Escriben en este libro: María Elena Abdulmassih Tahán • Constanza Aranguren Rodríguez • Martina Burdet Dombald • Álvaro Carrión • Fabio Eslava Cerón • Ana Lourdes González • Margareta Hargitay • Elizabeth Jorge • Jessy Khafif • Rómulo Lander • Alicia Leisse de Lustgarten • Manuel Llorens • Esther Mateo • María Inés Nieto M. • María Victoria Niño Villamarin • Luz Marina Orejarena Ardila • Carlos Rasquin • Cecilia Teodora Rodríguez • Gabriela Salazar Canelos • Marcela Sánchez-Darvasi • Ezequiel Sarshalon Cohen • Sofía Uribe Arbeláez • Antonio M. Velásquez Convers.

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Jani Santamaría Linares (Editora)

Virtualidad, migración y duelos en el Covid 19

Perspectivas psicoanalíticas

MARÍA ELENA ABDULMASSIH TAHÁN CONSTANZA ARANGUREN RODRÍGUEZ MARTINA BURDET DOMBALD • ÁLVARO CARRIÓN • FABIO ESLAVA CERÓN • ANA LOURDES GONZÁLEZ • MARGARETA HARGITAY • ELIZABETH JORGE • JESSY KHAFIF • RÓMULO LANDER • ALICIA LEISSE DE LUSTGARTEN • MANUEL LLORENS ESTHER MATEO • MARÍA INÉS NIETO M. • MARÍA VICTORIA NIÑO VILLAMARIN • LUZ MARINA OREJARENA ARDILA • CARLOS RASQUIN • CECILIA TEODORA RODRÍGUEZ • GABRIELA SALAZAR CANELOS • MARCELA SÁNCHEZ-DARVASI • EZEQUIEL SARSHALON COHEN • SOFÍA URIBE ARBELÁEZ • ANTONIO M. VELÁSQUEZ CONVERS • JANI SANTAMARÍA LINARES (EDITORA)

Con gratitud y amor eterno a mi hijo José Luis

 

En memoria al querido Santiago Barrios, de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis (SOCOLPSI)

 

A todas las personas que perdieron seres queridos durante el Covid 19

Índice

CubiertaPortadaDedicatoriaPrefacio. Jani Santamaría LinaresLa virtualidad. 2020 • Primer Encuentro / Grupo NorteCapítulo 1. Comienzos de sesión: sus variaciones en el trabajo online. María Elena Abdulmassih de GiannoneCapítulo 2. El intercambio virtual como espacio colaborativo. Martina Burdet DombaldCapítulo 3. Análisis a distancia. Rómulo LanderCapítulo 4. Los encuentros y desencuentros, el tejido, el espacio transicional. Margareta HargitayCapítulo 5. Supervisiones y análisis didáctico remotos. María Inés Nieto MCapítulo 6. Juego, psicoanálisis y virtualidad. Elizabeth JorgeCapítulo 7. Sobre técnica psicoanalítica en el tratamiento en línea, de pacientes con énfasis en la interpretación (transferencia-contratransferencia). Ezequiel Sarshalon CohenCapítulo 8. Trabajando psicoanalíticamente via online: Recortes de un trayecto. Alicia Leisse de LustgartenCapítulo 9. Una mirada psicoanalítica a la pandemia. Alicia Leisse de Lustgarten y Manuel LlorensCapítulo 10. El Covid 19 y la virtualidad impuesta, como instrumento de análisis de la pedagogía del psicoanálisis. Sofía Uribe ArbeláezCapítulo 11. Pandemia y virtualidad: retos al psicoanálisis. Antonio M. Velásquez ConversDuelos y quebrantos en la era del Covid 19. 2021 • Segundo Encuentro / Grupo NorteCapítulo 12. Aislamiento, duelo y creatividad. Esther MateoCapítulo 13. La muerte en vida: un caso de hijo de reemplazo. Luz Marina Orejarena ArdilaCapítulo 14. Duelos y puntos de quiebre en el vórtice de la transmisión del psicoanálisis. Cecilia Teodora RodríguezMigración. 2022 • Tercer Encuentro / Grupo NorteCapítulo 15. Coro en (–K) para un migrante. Constanza Aranguren RodríguezCapítulo 16. Testimoniar el exilio, esa palabra breve donde no cabe tanto duelo. Ana Lourdes GonzálezCapítulo 17. Migración. Perspectivas psicoanalíticas desde el caso. Venezuela Carlos RasquinCapítulo 18. Freud, su época y el nacimiento de lo inconsciente en un mundo de migración, duelos y quebrantos. Álvaro CarrionLos autoresSobre este libroOtros títulos de nuestra editorialCréditos

PREFACIOJani Santamaría Linares

La publicación de este libro es altamente significativa; es el resultado de varios años de diálogo entre psicoanalistas de la Zona Norte y da cuenta de textos de colegas que hicieron eco a nuestra invitación a participar en el presente proyecto. Nos construimos como grupo con el objetivo de generar una mayor proximidad entre psicoanalistas de distintas regiones y con el deseo de construir espacios de integración y de discusión científica. El material del libro está ordenado en tres secciones en base a la recopilación de tres Encuentros Científicos que realizamos en los años 2020, 2021 y 2022 en los que abordamos tres temas fundamentales desde una perspectiva psicoanalítica: Virtualidad, Duelos y Migración.

UN POCO DE HISTORIA

De acuerdo a la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL), América Latina se encuentra dividida en tres regiones: la región norte, está representada por Sociedades / Asociaciones de Colombia, México, Panamá y Venezuela, la región centro la forman países de Brasil y Perú y la región sur, la conforman colegas de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay

La gestación de este grupo de psicoanalistas llamado “Grupo Norte” tuvo como punto de partida mi elección como Representante Latinoamericana en el Board de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) durante el periodo 2019-2021 y mi re-elección durante un segundo periodo durante 2021-2023.

Una de las tareas de los siete representantes latinoamericanos del Board de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) es la de establecer un puente (link) de comunicación con un número específico de Sociedades. En mi función como representante latinoamericana, tuve el honor de ser link de las tres sociedades de Colombia: Sociedad Colombiana de Psicoanálisis (SOCOLPSI), Asociación Psicoanalítica de Colombia (APC) y la Sociedad Freudiana Colombiana de Psicoanálisis (SFCP); dos Sociedades de Venezuela: Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP) y Sociedad Psicoanalítica de Caracas (SPC), y una Asociación de la Ciudad de México: Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM).

En relación a mis funciones durante el segundo período 2021-2023, los siete representantes latinoamericanos apoyamos la propuesta del representante europeo Serge Frisch, quien sugirió que era conveniente no representar a nuestra Asociación/Sociedad de pertenencia. En consecuencia, otro colega latinoamericano representó a mi Asociación (APM) y mi función como link se realizó nuevamente con las tres Sociedades de Colombia y las dos Sociedades de Venezuela.

(www.ipa.world)

Para comenzar, nos reunimos a través de la plataforma Zoom y desde la primera reunión albergamos lazos fraternos y compartimos la idea de Anzieu (1993), quien planteó que la creación es la tercera forma de trabajo psíquico intrínseco de manera latente en todo ser humano. Igualmente, coincidimos en el deseo de construir un espacio para compartir y renovar pensamientos y como primer paso, invitamos a todas las Sociedades de la región Norte a participar en el proyecto de brindar una voz a nuestra región.

Apenas unos meses de iniciado este proyecto de intercambio, la pandemia del Covid 19 nos impactó. El coronavirus marcó un cambio paradigmático en la historia de este siglo y mostró su omnipresencia y lo ruidoso en invisibilidad al habitar cada partícula del universo. De forma intrusiva, fuimos invadidos por un virus volátil, que no portaba nacionalidad, no tenía ni color, ni sabor; no respetó clases sociales ni protegió a la naturaleza humana, no conoció fronteras ni muros de contención, pasó sobre etnias, religiones y sistemas políticos y no obstante ser obra de la naturaleza, ni Dios mismo lo pudo detener. La necesidad de comprender esta experiencia encendió la Linterna de Diógenes en nuestro quehacer como pensadores de los estados mentales, y en medio de esta catástrofe humanitaria nos preguntamos: ¿cómo transformar la violencia y desamparo del momento, en crecimiento emocional?

A manera de respuesta, nos configuramos como un grupo de trabajo; colegas, en su mayoría del grupo norte –Colombia, México y Venezuela– compartimos y cobijamos reflexiones de nuestra región que hicieron más accesible el tránsito por la incertidumbre. Convocamos la propuesta de Pichon Rivière (1971) que dice: “En tiempos de incertidumbre y desesperanza es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros”.

Siguiendo la idea de Winnicott de que la creatividad significa celebrar el hecho de estar vivos, decidimos crear un proyecto grupal abierto a todo colega de cualquier región y nos comprometimos a organizar un Encuentro anual, con fines exclusivamente científicos. Pensamos estos Encuentros como actividades rotatorias por distintas Sociedades/Asociaciones y convenimos que el formato sería en modalidad remota (online). Establecimos también que la invitación a participar estaría abierto a candidatos, psicoterapeutas, psiquiatras y psicoanalistas de todas las regiones geográficas sin costo alguno. Por último, decidimos que las tareas institucionales de IPA y de toda Federación y/o Sociedad/Asociación se realizarían en forma independiente a este proyecto.

Es así que en 2020, la Federación Colombiana de Psicoanálisis hospedó el Primer Encuentro de Sociedades Psicoanalíticas del Grupo Norte.

La Federación Colombiana está constituida por tres instituciones: la Asociación Psicoanalítica de Colombiana (APC), la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis (SOCOLPSI) y la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia (SPFC). Los tres presidentes de la Federación Colombiana: Santiago Barrios (q.e.p.d) (SOCOLPSI), Fabio Eslava (APC) y Hernán Santacruz (SFPC) organizaron de forma impecable este primer Encuentro y eligieron como título “La virtualidad en psicoanálisis”.

Me gustaría seguir el desarrollo capítulo a capítulo para mostrar al lector la riqueza temática que el libro abarca pero me conformaré con señalar brevemente algunas líneas de pensamiento con la intención de estimular la curiosidad y sostener el misterio del contenido de cada capítulo.

Iniciaré diciendo que, apoyado en Foucalt, en el trabajo titulado “Pandemia y virtualidad: retos al psicoanálisis”, Antonio Velázquez definió el Covid 19 como todo un “acontecimiento” que impregnó la escucha analítica y en un asombroso diálogo, María Inés Nieto nos recordó que la práctica analítica y los análisis didácticos cambiaron a forma remota “sin una fase de preparación”. La emergencia abrió nuevos horizontes en lo que se refiere a la transmisión del psicoanálisis y ante este panorama, la autora nos invitó a pensar en el efecto en la supervisión y análisis remoto de la misma forma que Ezequiel Sarshalon reflexionó sobre el lugar de las interpretaciones en la modalidad que denominó “comunicación en línea”. Rómulo Lander, a través de una refinada presentación, abordó con gran propiedad un trabajo sobre análisis a distancia.

Margareta Hargitay reflexionó sobre los “Encuentros y desencuentros, el tejido y el espacio transicional” y acompañada del concepto de ‘espacio transicional’ de Winnicott subrayó la importancia de pensar en las vicisitudes del análisis con necesidad de encuadre(s) flexibles. Siempre de la mano de experiencia clínica, María Elena Abdulmassih articuló, a través de una rica presentación clínica, el pasaje de lo presencial a lo virtual y nos invitó a reflexionar sobre el tema del cuerpo físico y los efectos psíquicos de su ausencia. Con esta presentación, fortaleció el debate actual sobre la presencia/ausencia del cuerpo y sobre la paradoja: presencia en ausencia en la sala de análisis.

En el campo clínico con niños y adolescentes, Elizabeth Jorge eligió presentar tres aspectos del trabajo virtual en las infancias: el encuadre, la técnica del juego y la posición del analista y presentó algunas reflexiones teóricas e hipótesis personales acompañadas de dos viñetas clínicas de niños que comenzaron un proceso terapéutico de modo presencial y continuaron su tratamiento de manera remota.

En síntesis, la virtualidad, definida por una multiplicidad de variables infinitamente complejas nos planteó un desafío tanto en el consultorio como en la vida institucional. Como lo señaló Burdet en su trabajo “El intercambio virtual como espacio colaborativo”, cito: “esta nueva realidad (virtual) podría compararse con una suerte de vía láctea formada por miles y miles de conexiones que sirvieron para sujetar vínculos a distancia, aumentar las conexiones existentes entre tantas soledades que no solo así se sintieron más acompañadas, sino que a la par, sin lugar a duda, favorecieron el pensamiento en momentos de colapso, de incertidumbre”.

Sin importar tanto el tipo de dispositivo electrónico que utilicemos, concluimos que el compromiso con nuestros pacientes se convirtió en un emblema de solidaridad y se configuró como una prueba inobjetable de la inmortalidad del afecto y de la ética profesional.

En 2021, en preparación para el Segundo Encuentro bajo la dirección de Julio Casillas como Presidente de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) recibimos la dolorosa noticia del fallecimiento por Covid de nuestro querido colega y amigo Santiago Barros, Presidente en ese entonces de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis (SOCOLPSI). Dedicamos a él y a todas las personas que han perdido seres queridos por Covid 19, este Segundo Encuentro.

Es posible que esta trágica experiencia, entre otras cosas, haya sido un factor importante en el tema tan acertado que la Asociación Psicoanalítica Mexicana eligió para el Segundo Encuentro; el título fue “Duelos y Quebrantos”. Evocamos a Miguel de Cervantes Saavedra en El Quijote para acompañarnos en esta dolorosa elaboración de la pérdida de nuestro querido colega y amigo.

La alusión a la obra del Quijote nos hizo pensar en la fascinación de Freud por las obras de Cervantes. En la carta a Marta del 22 de agosto de 1883, Freud escribió: “esta misma racha de alegría me lleva a hacer un mal uso de mi tiempo, leo mucho y pierdo una gran parte del día. Por ejemplo, tengo actualmente a Don Quijote en el cual me concentro más que en la anatomía del cerebro” (Freud 1873-1939). Es decir, Freud se sentía culpable de descuidar lo que consideraba sus intereses psicoanalíticos. Para expresar este conflicto personal, el Quijote fue especialmente apto porque justamente es este libro uno de los que más vivamente plantea el conflicto entre realidad y fantasía, conflicto en que Freud se sentía inmerso en ese tiempo. Conflicto que vivimos también durante la pandemia cuando la función psicoanalítica de soñar anunció cambios catastróficos en la sofisticada espiral de cesuras y de conjeturas imaginativas.

Como escribió Sánchez Darvasi, “podemos evocar el título de este segundo encuentro basado en el guisado que ingería Quijano el día sábado: duelos y quebrantos. Duelos o ayunos por la prohibición de los cristianos de comer carne el día previo a uno festivo, el domingo. Todo ello hacía que se quebrantara la regla agregando tocino y sesos a los proverbiales huevos revueltos. Nuestro bocado intelectual de este Encuentro, siguiendo el juego metafórico, nuestro ‘quebranto’, consiste en la posibilidad de reunirnos entre colegas de diferentes países y surge de las penurias y las privaciones derivadas de una peste como aquella llamada ‘peste atlántica’, que asoló Europa durante el tiempo en que se escribe El Quijote”.

Un aporte estimulante y creativo por parte de los organizadores del segundo y tercer Encuentro fue la invitación que realizaron a psicoanalistas de distintas regiones para comentar los trabajos presentados. Contamos con los valiosos comentarios de Fabio Eslava. Gabriela Salazar, Jessy Khaffif, Marcela Sánchez, María Inés Nieto y María Victoria Niño.

Otro de los puntos de reflexión en este segundo Encuentro fue compartido por Luz Marina Orejarena quien en el trabajo “La muerte en vida: un caso de un hijo de reemplazo”, presentó una experiencia clínica concisa, compleja y delicada con un adolescente de trece años. Se trató de un texto redactado con sensibilidad, transparencia y cuidado. La autora abordó temas como transmisión generacional y el concepto de los Baranger sobre lo muerto-vivo. El comentario realizado por María Victoria Niño apuntó a relacionar los quebrantos con lo siniestro.

Esther Mateo resaltó, en el trabajo “Aislamiento, duelos y creatividad”, duelos y vivencias compartidas por todos en los últimos años. A Esther le interesó mostrar algunos de los cambios ineludibles sufridos en la pandemia, especialmente la pérdida de nuestra manera de vivir debido a que el mundo “se despojó de su familiaridad”. Evocó a Antonio Machado y su poema Cantares porque en su opinión, este poema ayuda a comprender estos momentos de crisis e incertidumbre en el que recorremos un camino sin saber a dónde llegaremos pero, agregó: “caminemos acompañados de esperanza y de fuerza vital”.

El comentario al trabajo de Esther Mateo realizado por Jessy Khafif capturó de manera precisa que todo acto creativo tiene como antecedente una pérdida dolorosa. Jessy propuso el acceso a la virtualidad como un paso creativo y mencionó, “la pandemia desestabilizó nuestras vidas, reinventarse se ofrecía como única salida y la tecnología se prestó como una buena estrategia”.

En lo que se refiere a la formación y transmisión del psicoanálisis, la presentación de Cecilia Rodríguez, en línea con el tema de duelos, extendió de manera oportuna reflexiones sobre el efecto de las pérdidas, duelos y creatividad en el trípode de Eitingon: análisis, supervisión y seminarios. La autora consideró a la pandemia como un punto de quiebre en el transcurrir de una línea de tiempo y afirmó que bajo estas circunstancias, el movimiento psicoanalítico y su transmisión dieron un fuerte giro que abrió un nuevo capítulo en la historia del psicoanálisis. Apoyada en el artículo de S. Freud de 1919, “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica”, nos recordó que Freud habló de la importancia de adaptar nuestra técnica a las nuevas condiciones. Cecilia consideró que la pandemia abrió múltiples interrogantes en relación a sostener (adaptar) el método psicoanalítico en un mundo cambiante.

A propósito del Eje de Seminarios del Trípode de Eitingon, cabe mencionar aquí la presentación de Sofía Uribe en el Primer Encuentro, quien en el trabajo titulado “El Covid 19 y la virtualidad impuesta como instrumento de análisis de la pedagogía del psicoanálisis” consideró que la virtualidad, para el ejercicio de la docencia y de la clínica, se impuso como un nuevo “principio de realidad”.

En el comentario al trabajo de Cecilia, Gabriela Salazar señaló que el resultado del trabajo virtual es tan diverso como duplas analíticas y transferencias existan y subrayó la urgencia de repensar la curricula de los Institutos de formación.

Un año después, en 2022, tocó el turno a Venezuela. Nadie mejor que los colegas de Venezuela para conversar sobre el tema complejo de Migración. Como lo mencionó Carlos Rasquin en el trabajo “Migración. Perspectivas psicoanalíticas desde el caso Venezuela”, el tema mismo del Tercer Encuentro involucró la experiencia vital sobre el hecho de que más del treinta por ciento de colegas de Venezuela ha emigrado.

Este Tercer Encuentro, organizado por María Elena Abdulmassih, coordinadora científica de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis, se internó de la mano del afecto y de referentes teóricos en la discusión de trabajos que subrayaron matices y posibilidades diferentes de pensar sobre la experiencia de migración; experiencia que como sabemos, no involucra solamente a las personas que emigran sino a su grupo de pertenencia, a los que se quedan y a los que los reciben.

Como bien nos recordó Fabio Eslava en el comentario al trabajo de Carlos Rasquin, “el psicoanálisis ha tenido su cuota de migraciones, unas forzadas y otras voluntarias. La del mismo Freud en junio de 1938, a la edad de ochenta y dos años (con un cáncer de la mandíbula que requirió treinta y tres cirugías y el uso de dolorosas prótesis) es una muestra apenas del exilio de nuestros colegas ante el inminente peligro que amenazaba, debido al nazismo, a todos los judíos en Europa”.

Ana Lourdes González señaló también en su trabajo “Testimoniar el exilio, esa palabra breve donde no cabe tanto duelo” que “desde lo externo, la migración es un fenómeno mundial que ha existido desde siempre, que proviene de guerras, de desplazamientos, de sufrimiento, de condiciones adversas para la vida, de intereses económicos, cambios climáticos y problemáticas raciales que van más allá de nuestra comprensión”.

Quisiera ahora darle una mirada a la contribución de Alice Leisse y Manuel Llorens en el primer Encuentro. En los trabajos “Una mirada psicoanalítica a la Pandemia 2020” y “Trabajando psicoanalíticamente vía online: recortes de un trayecto” los autores se detuvieron a reconsiderar nuestra práctica a la luz de una clínica impregnada al mundo que nos habita y sumaron voz a la validación de una práctica analítica que nos convoque desde el escenario de los cambios sociales que hacen centro en la vida del sujeto contemporáneo. Los autores escribieron: “el inconsciente no se refiere a una dimensión interna con una localización específica que habita al sujeto, asoma desde los escenarios diversos que le competen, también el social”. En este sentido, a través de un puntual recorrido sobre la historia del psicoanálisis y sobre las cuestiones que hacen a la época de Freud una época “aluvional”, Alvaro Carrión nos recordó que las migraciones, los duelos como consecuencia de aquellas, la dolorosa incertidumbre de múltiples y diversos grupos humanos en constante movimiento y búsqueda de un espacio seguro, pueden no solo generar dolor y sufrimiento, sino producir logros del espíritu, de la talla del psicoanálisis.

Migrar, entonces, no es solamente el acto de cruzar fronteras demarcadas geográficamente, en opinión de Constanza Aranguren; migrar es parte esencial del destino humano. Es desde este vértice que concluimos que la experiencia de migración no trata de una sola situación traumática que pueda reducirse al momento de la partida del lugar de origen o al de llegada al lugar de destino.

Un trabajo de profunda humanización sobre el proceso de migración fue presentado por Ana Lourdes González quien inició diciendo “más que un trabajo, este escrito es un testimonio de mi proceso de migración”. La característica principal de esta presentación radicó en la experiencia emocional que la autora generó en la audiencia. María Inés Nieto inició su comentario agradeciendo la honestidad en la narrativa y destacó que la presentación de Ana Lourdes fue evidencia de fortaleza y de valentía.

En el trabajo original de Constanza Aranguren titulado “Coro en (-K) para un migrante” la autora utilizó la noción de ‘coro’ para definir una “voz colectiva” cuya función de ensamble continúa siendo vital para generar emociones en el espectador. Al acercarnos a esta propuesta, podemos imaginar la música de todos los textos como un coro en que los autores ejecutan una voz y un ritmo individual que enriqueció de forma simultánea la experiencia de subjetividad compartida.

Se trata de textos comprometidos con la clínica y con los cambios sociales que generan una comunicación fértil con la amplitud de disciplinas, problemáticas y discursos que nos atraviesan y enriquecen. Al mismo tiempo, el tono del libro es marcadamente original de principio a fin y quien recorra estas páginas recibirá el sostenido efecto de estar participando de una conversación con los autores.

Las preguntas sobre los temas de Virtualidad, Duelos y Migración se tornaron más urgentes que en otros tiempos; intentamos pensar estos temas sin ofrecer conclusiones dado que consideramos que el poder transformacional del psicoanálisis radica en la posibilidad de compartir experiencias con colegas de todas las regiones con respeto, apertura, asombro y libertad.

Hoy, a más de tres años de iniciada la pandemia, seguimos estudiando las dimensiones emocionales de esta experiencia del Covid 19 en el psiquismo y sabemos que todas estas dimensiones operan en la temporalidad subjetiva en el aprés-coup de un análisis que eventualmente dará sentido a todo lo vivido. Resignificar acontecimientos a posteriori sobre este enigma de la pandemia, sin duda alguna, tendrá sus turbulencias.

Agrego a este breve recorrido un profundo reconocimiento y agradecimiento para Álvaro Carrión, Ana Herrera, Carlos Rasquin, Cecilia Rodríguez, Esther Mateos, Fabio Eslava, Hernán Santacruz, Julio Casillas, Luz Marina Orejarena, Margareta Hargitay, María Elena Abdulmassih, María Inés Nieto, María Victoria Niño, Rómulo Lander y Rosa Corzo por la confianza y por una verdadera experiencia de crecimiento. Tampoco es menor mi gratitud a todos los colegas que han participado en este proyecto.

No quiero detener más al lector en el placer del encuentro con capítulos pensados desde múltiples dimensiones psicoanalíticas, les sugiero que se dejen transportar por la vena creativa privilegiada de colegas comprometidos y sean ustedes bienvenidos.

LA VIRTUALIDAD2020 • PRIMER ENCUENTRO / GRUPO NORTE

Capítulo 1 COMIENZOS DE SESIÓN: SUS VARIACIONES EN EL TRABAJO ONLINE María Elena Abdulmassih de Giannone

En el contenido manifiesto de los comienzos de la sesión psicoanalítica, escucho referencias al dispositivo online que reproducen la experiencia emocional de la díada, a través de estos nuevos modelos de comunicación favorecidos y accesibles, precisamente por el mismo dispositivo online. Veamos algunos ejemplos:

No consigo mis audífonos.

Se me cayó la conexión.

Ya estoy listo.

Tengo que entrar a mi apartamento porque no tengo señal aquí.

Dame tres minuticos que debo estar allá.

Un segundo que me estaba comiendo una manzana.

¿Está usted viendo la diferencia de lo que le hablaba ayer?,

Mire acá está super claro y acá super oscuro.

Bueno hoy estoy sola.

Hoy estoy mal.

Hoy estoy bien.

Ayer, mamá me comentó que no tenía luz en la casa y luego yo la escuché calmada y ella también se calmó.

Una adolescente empezando sesión dice: Adivina qué estoy haciendo, mira acá, estoy cociendo a mi oso que tiene un agujero en su pierna.

 

Volvamos a mis ideas en torno a estos ejemplos.

En mi opinión, estos inicios de sesión corresponden a referencias o indicadores sobre la sensorialidad: ¿qué o quién son los audífonos?, ¿qué es la caída de la conexión?, ¿qué es estar listo o no estarlo?, ¿qué es eso de estoy solo y no solo?, ¿qué es no tener señal en el allá?, ¿qué es tener señal en el acá?, ¿cómo es eso de no tener señal?, ¿qué manzana me como, cuando digo que como una manzana? ¿qué es lo super oscuro y qué lo super claro? ¿quién o qué da o facilita los tres minuticos? ¿Cómo es eso de estar bien? Cuando estás calmada, ¿qué se calmó? ¿Qué es mirar acá? ¿Qué o quién eres cuando coses al oso? ¿Quién le hizo un agujero en la pierna? ¿Qué es la pierna? ¿Quién es el oso?

Juego de Interacciones o interacciones en juego que empiezan así: (leeré una pequeña viñeta).

 

La Paciente me dice: –Me voy a encerrar en el baño, siento que en esta casa todo se escucha.

Yo le contesto: –Al parecer quieres escucharte más a ti misma.

 

El dispositivo online nos permite accesar a un espacio y tiempo de imprevistos que son a veces tan inevitables como el propio dispositivo y como infinita es la realidad que nos sobrepasa.

Sin pretender abarcar todos esos posibles escenarios, infinitos en sí, solo me propongo visibilizar algunas de sus implicancias.

El registro de la experiencia emocional en “el aquí y ahora” de las sesiones en general, está muy ligado a la intuición y al reverie que ponemos en juego a la hora de decodificar la comunicación verbal y preverbal de nuestros pacientes. A través de esta vía, sus pensamientos, emociones y actos adquieren progresivamente una espacialidad y un tiempo de lo digerido y simbolizado entre dos. Esto puede ocurrir o no, independientemente de que la sesión sea online o en el mismo espacio físico del consultorio. Y de hecho continúa interactuando en el paciente como función, como proceso y objeto interno, aunque ya no estemos en su hora analítica.

 

Ahora bien, cuando trabajamos online, se establecen interacciones más complejas asociadas al dispositivo y referidas a sesiones previas como la siguiente:

 

Se trata de una paciente que me escribió escuetamente informando que iba a faltar a la sesión anterior y que empieza su siguiente sesión diciéndome:

– Hola, espera un segundo, esto no se me conectó. Acá lista. ¿Cómo amaneces?

Yo le respondo –Bien.

La Paciente me dice –Estoy viendo dónde te pongo para que estés más cómoda. Más manos libres.

Yo le respondo –¿Será que hoy crees que me ataste en la última sesión al anunciarme que ibas a faltar y eso te hace sentir incómoda y ahora aparentemente quieres liberarme, o qué?

 

Estas intervenciones, que emergen en conexión con el modelo digital, abren con su propio humor una perspectiva al encuentro de lo que quedó suspendido, de lo no dicho.

Entonces, es válido preguntarnos: ¿Habrá diferencias o no, entre un análisis en el mismo campo presencial físico más estable y uno en el campo online de más “imprevistos”?

Prefiero no usar el término “virtual” para evitar penumbras asociativas innecesarias y adicionales a las que el tema ya tiene en sí mismo. Considero más exacto, al menos para lo que deseo referirme en este trabajo, el término online o digital. Me estaré refiriendo entonces al dispositivo online o digital.

Ahora bien, la relación analítica, independientemente del dispositivo que usemos, presencial física u presencial digital, es en sí misma virtual, precisamente por la naturaleza intangible de los contenidos que trata. Y sin embargo, no por ser virtual la relación analítica que establecemos con nuestros pacientes es irreal, falsa, o inefectiva.

Examinemos brevemente algunos conceptos para precisar más a qué nos referimos, cuando hablamos de digital, presencial y físico:

 

Lo digital se refiere a lo que “crea, presenta, transporta o almacena información mediante la combinación de bits” es decir, lo que se transmite por medio de internet.

Lo presencial es un adjetivo que califica la presencia de algo (un hecho) o alguien (una persona) que presencia determinado acontecimiento como testigo. Podemos hacer presencia física o a distancia.

Lo físico alude a aquello que pertenece a la constitución y naturaleza corpórea. Es el exterior de una persona, lo que conforma su constitución y naturaleza. Y es la ciencia que estudia las propiedades de la materia y las relaciones entre ambas.

En ese sentido el término ‘análisis digital’ indica que es el medio o dispositivo de internet a través del cual nos comunicamos para hacer análisis. No excluye que siga siendo la materia virtual con la que trabajamos, pero sí indica que la presencia que ofrecemos no es física sino a la distancia.

En el dispositivo digital, entonces, lo presencial está recortado. Casi toda el área de lo físico, el tono, el olor, el tacto, la anchura, la altura, la gestualidad corporal, es lo que va a quedar reducido a través de la internet.

Me cuestiono si la reducción de lo físico es lo que produce el cansancio y la fatiga ante la pantalla del computador; como síntoma de lo corporal escotomizado, como si lo corporal hablara, recogiera, registrara y protestara lo que falta en la interacción online. El cuerpo como testigo mudo o aplastado por el peso de lo digital.

En el análisis online no tenemos registro del talle, de la figura y tampoco de la disposición del cuerpo. La representación de la profundidad del medio físico nos falta o se reduce a lo aplanado de la camarita. Pero sí percibimos, a través de la red, otras imágenes que se nos van presentando con una cualidad inusitada de lo real.

Por ejemplo:

 

Una joven paciente que estuvo deprimida con ideaciones suicidas, se toma varias tabletas con un vaso de agua, en el transcurso de su sesión analítica ante la pantalla.

 

En este caso, estas imágenes junto a un sueño relatado y varias asociaciones de la paciente, me sirvieron para registrar su experiencia emocional reparatoria contenida también en dicha imagen, al descubrir que se estaba tomando en este acto, frente a mí, las vitaminas que consumía en el día.

Son imágenes que impactan por su inmediatez, que nos llegan para explorar la diversidad de mensajes generados por las experiencias emocionales tras cámara o tras bastidores.

Así también nos topamos con otras imágenes de la intimidad del paciente que antes no representábamos: pijamas desprolijos, vestimentas hogareñas, baños, cuartos desordenados o no, salones inusitadamente rococós de personas sencillas, interiores de carros, calles transitadas o solas, fotos y a veces también familiares.

Me pregunto si el hecho de percibir esas otras áreas del paciente, nos expone a su historia de una forma diferente. Es decir, nos expone sin remedio a sus vínculos y a su realidad externa de tal manera que tenemos que hacer un esfuerzo mayor para discriminar y priorizar lo Intrapsíquico. Nos toca esforzarnos más para subirnos al lugar mental de un tren de escenarios en marcha y repensar ese lugar ampliado de observación. Y me pregunto si esto hará parte también de ese exceso que nos cansa.

Hay efectos de lo digital aún desconocidos en nuestro cuerpo físico. Por ejemplo, pienso en el reflejo de acomodación que es un acto reflejo del ojo humano, que es el responsable del enfoque de objetos cercanos luego de observar objetos distantes y viceversa, a través de cambios coordinados en la convergencia de la forma del cristalino y el tamaño de la pupila. Incluso hay lentes bloqueadores de la luz azul de la pantalla para evitar la fatiga visual que la misma ocasiona. Si se fatiga la vista a través de la pantalla, ¿también es posible que llegue esta fatiga al resto del cuerpo? ¿O a la mente del analista? ¿Qué lentes mentales nuevos tendremos que incorporar?

Si bien enfocamos nuestro quehacer en lo que trae el paciente, también estamos más exigidos a prestar atención y abstraernos con un campo observacional que ahora está más en movimiento y que involucra elementos distintos y sorpresivos en nuestro campo visual online. Acomodarnos a distancia, de cerca, a las nuevas experiencias, a las interferencias constantes que nos exigen una elaboración más activa frente a la frustración de lo inesperado.

¿Qué es lo que define al análisis como tal? Sabemos que como analistas podemos estar presentes aun estando ausentes y viceversa. Si la presencia física de paciente y analista no define el análisis como análisis, ¿qué será lo que lo hace? Es quizás la función del analista quien, con su presencia psíquica a través de su capacidad de pensar la realidad del paciente, lo que permite representar ese encuentro especial entre dos mentes. Sea en el consultorio físico o en este consultorio portátil online.

En mi caso personal, debo tener aproximadamente unos 12 años haciendo sesiones online, forzada por la migración creciente de venezolanos al exterior. Es importante pensar y profundizar sobre lo que ha sido nuestra experiencia al transitar por un ambiente menos regulado y un espacio y tiempo menos precisos a los que estábamos acostumbrados con el dispositivo tradicional.

Me parece oportuno preguntarnos:

 

¿Cuánto de lo verdaderamente imprescindible trasladamos desde nuestro consultorio físico al ambiente de la sesión online?¿Cómo pensamos y elaboramos los continuos imprevistos?¿Qué consecuencias tienen para nosotros?¿Habrá más riesgo de atomizarnos con los contenidos psíquicos de nuestros pacientes por la falta de distancia y presión física corporal que solían ejercer las estructuras estables físicas del consultorio ahora ausentes?

 

Cuando trabajamos en el consultorio físico, tenemos a dos trabajando contenidos psíquicos que ejercen su propia presión hegemónica según la dimensión, naturaleza y madurez de los contenidos mentales y experiencias emocionales de que se trate, elementos beta, alfa, sueños, creencias, etcétera. Sin embargo, cuando trabajamos online al estar dos trabajando en lugares físicos distintos, dichos contenidos psíquicos nos llegan, transferencia e identificación proyectiva mediante, con una inmediatez distinta y requieren también un esfuerzo distinto de diferenciación.

¿Serán las dimensiones que nos faltan, del cuerpo presente en el consultorio, lo que nos hacen sentir tan agotados? Alto, ancho, bajo, profundidad, apariencia, peso, talla, las respuestas corporales, los reflejos de búsqueda de la mirada, la sonrisa, la presión de los puños, la gestualidad de las manos, etcétera.

¿Cómo actúan estas dimensiones que nos faltan en nuestra mente?

¿Es sólo el lugar del sensorio? ¿La contención psíquica que brinda el espacio físico, a ambos, como estructuras estables y que no nos brinda el artefacto digital? ¿El ritmo inherente al Fort Da con su espacialidad, significada de diferenciación yo-no yo, generada en la entrada y salida del consultorio?

Como verán, son nuevas interrogantes que dejo abiertas con la idea que podamos ir respondiéndolas en el fututo cercano.

La presencia física entre analista y paciente tiene particularidades que subyacen al clima de la sesión recreado en el consultorio, nuestras emociones adquieren una fuerza vivencial en la presencia, son altibajos que irrumpen y que retumban escuchados en el espacio físico compartido y en la atmósfera mental que dejan. Las paredes del consultorio se imantan, el diván, la mesa de juegos, la butaca, son los espacios analógicos uterinos que amortiguan la experiencia y asisten al encuentro.

La pequeña pantalla del celular o la computadora: ¿amplía nuestro rango observacional, lo entorpece, lo profundiza? ¿Podrá el analista captar contenidos de inmediatez que antes no aparecían, privilegiados sobre otros rituales de la performance del consultorio físico? ¿Habrá espacios distintos que ampliar para tales performances en la mente del analista?

¿Influye la personalidad del analista en la elección del tipo de medio digital que va a privilegiar? Hay analistas que prefieren la llamada telefónica, otros, como es mi caso, prefieren la cámara y solo mirarla de tanto en tanto. Cuando no miramos la pantalla, a pesar de ser una videollamada ¿estamos intentando recuperar el uso simbólico de la escucha desde el diván?

También me he encontrado colocando la pantalla del celular un poco más a distancia, como para intentar, inconscientemente, mejorar la perspectiva corporal propia y del paciente, que no ofrece la pantalla. Igualmente he observado que hay pacientes que se acercan más a la pantalla y otros que la ponen en un lugar más alejados de sí mismos.

Me cuestiono si será posible que, en esta modalidad digital, el ejercicio de la escucha esté más exigida precisamente debido al hecho de no estar contenidos físicamente en el mismo lugar analista y paciente.

¿Deberá el analista de estos tiempos desarrollar cada vez más y mejor su capacidad de escucha analítica para poder captar lo inconsciente en medio de todas las irregularidades y frustraciones de la inestabilidad propia del dispositivo online?

En mi caso particular, he restringido el rango de atención en la red a tres horas de sesión máximas, con tres pacientes, separados de 10 minutos entre ellos. Luego descanso una hora completa y vuelvo a consulta durante tres horas más. Suspendo nuevamente para descansar y retomo dos horas más. Con ello he logrado contrarrestar el cansancio y el agotamiento intenso que al principio de la pandemia me predisponía al desinterés en la comunicación.

Para finalizar, quisiera reiterar que este congreso online muestra que, tal como ocurre con la pantalla del celular en la relación analítica, es el uso y la significación que le demos a estos eventos, a estas dimensiones nuevas, lo que va a marcar la diferencia en términos de ampliar nuestro rango observacional o reducirlo. Y que, entre todos, como con estos cambios en los inicios de sesión que hoy les traje, debemos poner a prueba nuevos recursos y dispositivos técnicos para ampliar nuestras posibilidades y permitir nuevos desarrollos en esta época contemporánea donde las transformaciones tecnológicas son tan profundas y avanzan aceleradamente. Solo así, como analistas, estaremos más capacitados para apreciar las vicisitudes mentales propias de los cambios en lo físico y lo temporal.

Capítulo 2 EL INTERCAMBIO VIRTUAL COMO ESPACIO COLABORATIVOMartina Burdet Dombald

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

Retomo hoy este texto presentado para un muy rico encuentro online organizado desde Colombia en plena crisis del Covid en 2020 en un inevitable après-coup. Han pasado unos tres años y la idea que desarrollo en el texto que sigue ha sido desarrollada y publicada por la revista de la Asociación Psicoanalítica de Madrid, aunque con ciertas diferencias bajo el título La angustia del analista en situación de emergencia. El testimonio de nueve analistas en busca de sentido. (Burdet et al, 2022). Los dos textos versan sobre la misma problemática, pero en momentos diferentes. Vuelvo entonces ahora al texto que en su día elaboré para el primer encuentro psicoanalítico de la Sociedades de la Región Norte en torno a “La virtualidad en psicoanálisis”.

Había titulado mi intervención “El intercambio virtual como espacio colaborativo” cuando mi intención –el lapsus haya sido mío o de un corrector–, era de hablar de espacio “elaborativo” y no colaborativo. Pero pensándolo mejor, me pareció que en realidad los dos adjetivos eran muy adecuados para las ideas que paso a desarrollar.