¿Visibilidad lingüística para todos, todas y todes? - Louisa Reiss - E-Book

¿Visibilidad lingüística para todos, todas y todes? E-Book

Louisa Reiss

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Beschreibung

En los últimos años, el lenguaje no sexista se ha convertido en un tema de amplio interés. Los movimientos feministas demandan el abandono del masculino genérico y de términos sexistas y en la actualidad, pronombres como "elles" y "ellxs", originalmente apenas usados por activistas feministas y la comunidad LGBTIQ+, gozan de una creciente difusión. El presente libro busca ofrecer una idea del statu quo del denominado "lenguaje inclusivo" en Chile, con ejemplos de su uso en redes sociales, en anuncios de ofertas de empleos, en universidades, publicaciones de la educación vial y en las protestas nacionales. Material de importancia, según los resultados de un sondeo llevado a cabo en 2019 y 2020 que señala que, a pesar de numerosas burlas y críticas, el lenguaje inclusivo resulta ser más popular que lo que su reputación suele indicar.

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¿Visibilidad lingüística para todos, todas y todes?PERCEPCIONES Y USOS DEL LENGUAJE NO SEXISTA EN CHILE Autora: Louisa M. Reiss (Louisa REIß en alemán) Editorial Forja General Bari N° 234, Providencia, Santiago-Chile. Fonos: 56-224153230, [email protected] Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edición electrónica: Sergio Cruz Primera edición: enero, 2023. Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Registro de Propiedad Intelectual: N°2022-A-9623 ISBN: Nº 9789563386264 eISBN: Nº 9789563386271

Für Doris und Johannes

1. Introducción

El debate sobre el uso no discriminatorio del lenguaje no es nuevo. La discusión lingüística se originó en el siglo XX en muchos países occidentales en los movimientos feministas de los años 70 y 80, que exigían la equidad entre hombres y mujeres (Bußmann,2008: Linguistische Geschlechtsforschung). Los movimientos llamaron la atención sobre desequilibrios en el habla y pretendieron erradicar cualquier sesgo de carácter patriarcal o sexista del lenguaje para dar a conocer la invisibilización de las mujeres en la vida cotidiana (Valdés, 2020a).

A pesar de varios cambios lingüísticos, que ocurrieron a través de las décadas, el debate sobre el lenguaje inclusivo de género se ha intensificado nuevamente en el siglo XXI (Piatti & Tiberi 2018: 3). Durante las últimas dos décadas se han estrenado varias guías de lenguaje en España, que buscan fomentar un uso consciente y no sexista de la lengua castellana. Las guías recomiendan rechazar términos como “hombre”, cuando se quiere referir a la humanidad, y promueven el desdoblamiento. De esta manera, se debe preferir la práctica de nombrar explícitamente a las mujeres junto a los hombres (p. ej. “las profesoras y los profesores”) (Bosque 2012: 1). Entretanto, el debate alrededor de aquellas recomendaciones ha provocado comentarios acalorados. El autor y miembro de la Real Academia de la Lengua, Arturo Pérez-Reverte, ha expresado su fuerte aversión hacia el movimiento, describiéndolo como un “talibanismo radical que se basa en retorcer las palabras” por feministas que buscan imponer “una dictatura de lo políticamente correcto” (Trabucco Zerán 2018: 163).

Mientras sigue el debate sobre el sentido y las distintas posibilidades de visibilizar a las mujeres en el lenguaje, un creciente número de jóvenes pone en duda el mismo sistema binario de género. Miembros de las nuevas generaciones expresan tener una identidad de género más ambigua (Cabello 2018: 23). Algunas personas se sitúan en una escala fluida que conecta los dos polos de géneros tradicionales, sin identificarse cien por ciento con uno o el otro. Por último, existe gente que no se siente ni hombre ni mujer y hay quienes se identifican simultáneamente con los dos géneros. La creciente visibilidad y aceptación de personas no binarias también ha llevado a una búsqueda para encontrar un lenguaje que permita referirse a aquellas personas respetando su identidad de género.

Sin embargo, también hay quienes se oponen a aquel movimiento. En 2020 la autora J.K. Rowling provocó un escándalo mediático cuando se burló en Twitter de un artículo titulado “Creating a more equal post-COVID-19 world for people who menstruate”. Rowling tuiteó “‘People who menstruate.’ I’m sure there used to be a word for those people. […] Wumben? Wimpund? Woomud?” (Economic Times 2020). La cuestionada formulación buscaba incluir a personas no binarias y hombres trans1. Con la misma intención, CNN USA publicó, unas semanas después, un artículo que empieza con las palabras “Individuals with a cervix” (Crespo 2020), pretendiendo alejarse del sistema binario de género y de la cisnormatividad, que discrimina a personas trans (Logie et al. 2012: 2). Aunque las formulaciones parecen minuciosas y complicadas, demuestran sin duda un anhelo sin precedentes de incluir y visibilizar la diversidad de géneros en el siglo XXI. Aquel anhelo ha conllevado una multitud de neologismos en el ámbito del léxico, y hasta estimuló cambios dentro de la sintaxis y la morfología en numerosos idiomas, incluso en el español.

Aquellas innovaciones, que comúnmente están percibidas, por lo menos inicialmente, como pesadas y latosas, han causado reiteradamente polémicas en varias partes del mundo. En Chile, donde Michelle Bachelet no fue llamada presidente sino presidenta de la República, la discusión se ha intensificado en los últimos años. En 2018, una nueva y fuerte ola de manifestaciones feministas paralizó a Chile por dos meses y reanimó el tema del lenguaje inclusivo. Puesto en marcha por estar incluido entre las demandas de las estudiantes feministas, el debate pronto se convirtió en un tema permanente en los medios de comunicación (Castillo & Mayo 2019: 379). Después de décadas de cuestionar el carácter neutro del masculino genérico, se alzaron voces que demandaron el uso de un lenguaje que incluya a personas no binarias. Particularmente, formas recién surgidas con “-x” o una “-e”, que pretenden acabar con el sistema binario, causaron mucha controversia. Lo que siguió fue una discusión continua sobre la (ir)relevancia de un lenguaje que visibiliza explícitamente a las personas femeninas y no binarias.

A pesar de infinitos comentarios hostiles y una extensa ridiculización del lenguaje inclusivo, publicaciones redactadas con las innovativas formas con “-e” y “-x” empezaron a divulgarse lentamente en las redes sociales. Esta supuesta paradoja despertó mi interés y me motivó a iniciar un análisis más detallado de la actitud de los habitantes de Chile hacia las formas de lenguaje incluyente. Aparte de realizar un sondeo que investiga la familiaridad y la voluntad de uso de diferentes formas de lenguaje no sexista, analicé el lenguaje utilizado en anuncios de trabajos, en la red social de Instagram y durante las fuertes protestas en Chile a fines de 2019, que prueban que el uso del lenguaje inclusivo se ha extendido más allá de grupos específicos como activistas feministas y la comunidad LGBTIQ+2. Para obtener una impresión más extensa del statu quo del uso del lenguaje inclusivo en Chile, posturas por parte del gobierno de Chile, de la Academia Chilena de la Lengua y de activistas feministas también están incluidas.

1 Un hombre trans es una persona transgénero a quien se ha asignado el sexo femenino al nacer según sus caracteres biológicos femeninos. Sin embargo, los hombres trans se identifican más con la masculinidad que con la feminidad. Su identidad de género, entonces, no coincide con su sexo biológico. Si deciden no operarse, también pueden menstruar y tener cérvix (LGBTQIA+ Health Education Center 2018: 6).

2 La comunidad LGBTIQ+ reúne entre otras a personas lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersex y queer.

2. Desde un lenguaje sexista hacia un lenguaje inclusivo

2.1. Las críticas generales sobre el uso del lenguaje sexista

En el año 1989 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicó su primera guía para un lenguaje no sexista para el inglés. Posteriormente, en la década de los 90, se crearon guías para el francés y el español. Estimaron que aquellos estrenos eran necesarios por la gran potencia que tiene el lenguaje para “condiciona[r] nuestro pensamiento y determina[r] nuestra visión del mundo” (UNESCO 1999: 2). Los editores veían evidente que jerarquías y prejuicios sobre roles tradicionales de género pueden estar reflejados en el uso del lenguaje. Para no reforzar la discriminación de género en el discurso lingüístico, ciertas costumbres idiomáticas deberían ser evitadas para “influir positivamente en el comportamiento humano y en nuestra percepción de la realidad” (2). Se supone que los fenómenos de un lenguaje sexista se originaron en el sexismo social y, a su vez, el lenguaje conforma y refuerza la discriminación dentro de la sociedad (Márquez 2013: 55).

Se considera que el comportamiento verbal sirve como medio fundamental de socialización (Wagner 2018: 220). Evidentemente se pueden describir condiciones discriminatorias a través del lenguaje, pero cabe recordar que eso no hace automáticamente que el sistema lingüístico de un idioma se vuelva sexista (González 2020). Por esto, es esencial no confundir los conceptos de sexismo social y sexismo lingüístico (González 2020). La frase “Los hombres suelen ganar más dinero que las mujeres por el mismo trabajo” describe un sexismo social a través del lenguaje, pero no es sexismo lingüístico.

Es necesario diferenciar entre un discurso sexista y un lenguaje sexista. En 2018, el sitio web chileno Emol designó a la jugadora de futbol María José Rojas como “la ‘Alexis Sánchez’ que dejó a Chile con un pie en la ronda final de la Copa América femenina” (Ortega 2018). La descripción de la jugadora como una “versión femenina” del famoso Sánchez indica una visión machista del mundo, que elige destacar a un hombre en vez de nombrar a la extraordinaria atleta en cuestión (González 2020). Este caso ejemplifica una decisión de estilo androcéntrica que resulta en un discurso discriminatorio en el uso del lenguaje.

Décadas de investigación empírica han probado el vínculo intenso entre el lenguaje y los pensamientos. Cada discurso pronunciado está, por lo tanto, marcado consciente o inconscientemente por asuntos culturales dentro de las respectivas comunidades lingüísticas (Meneses 2020). Se presume entonces que, en culturas machistas, el lenguaje refleja la perspectiva masculina y contribuye al sexismo social (Criado Perez 2019: 12). Edward Sapir reclamó en 1929 el fuerte efecto de la lengua materna en la percepción del mundo:

Human beings […] are very much at the mercy of the particular language which has become the medium of expression for their society. […] [T]he ‘real world’ is to a large extent unconsciously built up on the language habits of the group. […] We see and hear and otherwise experience very largely as we do because the language habits of our community predispose certain choices of interpretation (1929: 162).

Aunque sus teorías hasta el día de hoy son discutidas, lingüísticos sí han encontrado varios indicios que apuntan, entre otros, el efecto que tiene el género gramatical en la construcción de ideas en la mente de los hablantes (Castillo & Mayo 2019: 384).

Especialmente, el uso del masculino genérico es considerado altamente problemático. El término describe la tendencia de usar pronombres y denominaciones de personas masculinas para hacer referencia a personas de otros géneros (Bußmann 2008: 225). Aunque se destaca reiteradamente su carácter neutral, estudios realizados en distintos idiomas desde la década de los ochenta han revelado el problema con su uso: en su gran mayoría, no es percibido genérico, sino masculino (Criado Perez 2019: 5). En 1999, Petra Braselmann destacó que denominaciones de personas y títulos profesionales formulados en el masculino genérico son mucho más frecuentemente relacionados con hombres que con mujeres. En relación a esto, es irrelevante si las referencias están usadas en singular (p.ej. abogado) o plural (abogados) (Braselmann 1999: 104). Otros estudios en los espacios germanófonos y anglófonos han evidenciado que el uso del masculino genérico en ofertas de empleo resulta en una reducción de una presencia mental de mujeres (Demarmels & Schaffner 2011: 103ss.). Como consecuencia, candidatos masculinos son más frecuentemente recomendados para aquellas posiciones que las mujeres (Criado Perez 2019: 5). Formulaciones excluyentes no solo exponen un efecto discriminatorio en el proceso de colocación, ya que las mujeres, en general, suelen presentarse con menos frecuencia a posiciones que fueron descritas con el masculino genérico, por considerar los anuncios –y el cargo respectivo– menos atractivos (cf. Demarmels & Schaffner 2011: 105).

Las conclusiones de numerosos estudios revelan su efecto discriminatorio, y la política oficial de muchos idiomas sigue promulgando que el uso del masculino genérico no es más que mera formalidad (Criado Perez 2019: 5). Judith Butler interpreta aquella argumentación como una fusión del género masculino con “la persona universal” que glorificaba a los hombres como “bearers of a body-transcendent universal personhood” (Butler 2006: 13). Su uso atribuye entonces a la predisposición universal de “male-unless-otherwise-indicated” (Criado Perez 2019: 3), una visión del mundo en que todos son masculinos hasta que se demuestre lo contrario. El uso del masculino genérico, por ende, invisibiliza a las mujeres: “within a language pervasively masculinist, […] women constitute the unrepresentable, […] the sex that cannot be thought, a linguistic absence and opacity” (Butler 2006: 13).

Instituciones como la Académie Française proclaman que solo existe una forma marcada por género en francés –la forma femenina (Académie Française 2014: 1). Simone de Beauvoir conecta aquella afirmación con otros rasgos androcéntricos que observó dentro de la cultura occidental. Ella identificó una ideología que tiene al hombre como estándar, como “the Absolute”, y en cambio a la mujer meramente como “the Other” (De Beauvoir 2015: 7). Solo cuando se expresa de forma explícita el carácter femenino de un concepto deja de ser masculino. De Beauvoir criticó en 1949 la costumbre de usar el término hommes en francés como sinónimo de humano (6).

Además advirtió que “humanity is male, and man defines woman, not in herself, but in relationship to himself; she is not considered an autonomous being” (7). Aquella declaración hace referencia a la distinción que muchas lenguas hacen en el tratamiento de mujeres: Mademoiselle y Madame, Miss y Mrs, Fräulein y Frau. La tradición de diferenciar entre mujeres solteras y mujeres casadas en un nivel lingüístico implica una necesidad de identificar el estado civil de una mujer en todos los ámbitos de su vida diaria. La ausencia de una práctica equivalente en los tratamientos de hombres confirma la observación que hace de Beauvoir: el hombre es un “absoluto” cuya identidad no está condicionada por su situación sentimental. Su tratamiento y, en la mayoría de los casos, su apellido, sigue inalterado después de contraer matrimonio.

El inglés moderno ya no tiene fuertes rasgos de flexión en cuanto al género. Sin embargo, también existe la tendencia de hacer uso del “generic he” (Bußmann 2008: 225). Se manifiesta en frases como “a manager needs to take care of his employees”. Aunque el sustantivo en sí no está marcado por ningún género, el pronombre masculino his marca aquel manager como masculino (225). La costumbre del generic he es otro ejemplo que confirma la idea del hombre como estándar, y el supuesto de que todo es masculino “hasta que se demuestre lo contrario”. Dichos antiguos, como “let him who is without sin cast the first stone” o “he who is brave is free”, también utilizan pronombres masculinos de una manera supuestamente genérica.

Al contrario del inglés, lenguas como el alemán, el francés y el español son altamente declinados y muestran su inflexión de género a través de morfemas distintivos. Esta diferencia pone a prueba la traducción automática neuronal ofrecida por traductores electrónicos como Google Translate (Bond 2020). Al traducir palabras de idiomas no declinados en cuanto a género (o palabras del género común) hacia idiomas con género gramatical, el resultado sugerido suele ser la forma masculina (Criado Perez 2019: 6). Hasta hace pocos años, la palabra lawyer en inglés era traducida por su equivalente del género masculino en alemán: Anwalt (6). En 2018, Google se comprometió por primera vez a cambiar el diseño de su traductor para sugerir la forma masculina y femenina en traducciones hacia idiomas con género gramatical (Johnson 2020). El resultado en 2020 menciona Anwalt (masculino) y Anwältin (femenino) como posible traducción de laywer. No obstante, esta reforma está recién siendo implementada y aún no es perfecta. Cuando se ingresa el sustantivo junto al artículo indefinido (a lawyer), todavía arroja únicamente la sugerencia de las formas masculinas en lenguas como el alemán y el francés. Google aseguró, desde entonces, que está consciente del asunto y que sigue trabajando para erradicar la predisposición de género dentro de traducciones de frases completas (Johnson 2020). Según Caroline Criado Perez, la preferencia de los traductores electrónicos por el masculino refuerza una jerarquía lingüística y, en última instancia, una jerarquía social.

Han pasado 30 años desde el estreno de la primera guía para un lenguaje no sexista. A pesar del largo período y extensa resistencia por parte de academias y la sociedad, la Unesco (2019) reitera que aquellas recomendaciones siguen válidas hoy en día. Entretanto, numerosos estudios han demostrado el efecto discriminatorio de un lenguaje sexista y sus consecuencias para la sociedad. Basándose en estos resultados, Hadumod Bußmann afirma que la crítica del uso del masculino genérico es más que un mero “desvarío feminista” (“feministische Schimäre”; Bußmann 1995: 140). Las investigaciones presentan una realidad psicolingüística con repercusiones que contribuyen destacablemente a una sociedad discriminatoria (Lobin 2017: 63).

2.2. Movimientos mundiales hacia un lenguaje no sexista

Los efectos y la problemática del lenguaje sexista no solo están siendo discutidos con un enfoque en la lengua española. Aunque para algunos parece un debate que ocurre únicamente en sus respetivas lenguas maternas, en realidad es un proceso a nivel mundial. Numerosas demandas y aspiraciones en diferentes comunidades de hablantes revelan una nueva y amplia conciencia del efecto que puede tener el sexismo en los idiomas.

Hablantes de inglés han demandado cambios hacia un lenguaje incluyente con gran efecto mediático en los últimos años. Con un creciente número de personas que se identifican como no binarias, comenzó la búsqueda de una opción más allá de los pronombres personales binarios del inglés he and she. Una multitud de gente famosa del mundo de la música y la televisión se declaró públicamente como no binaria, entre ellos Sam Smith (Reino Unido), Ezra Miller (Estados Unidos) o Tash Sultana (Australia). Entretanto, han comunicado que prefieren el uso del pronombre they en vez de he o she (Ahlgrim 2019). Aunque usar aquel pronombre supuestamente plural en forma singular parece un jugueteo lingüístico del siglo XXI, Oxford Dictionary advierte que no es para nada una idea moderna. Se encuentran ejemplos de they con un significado singular y de género neutro en textos tan antiguos como William and the Werewolf, escrito en 1375 (Baron 2018). En el habla contemporáneo, existen otros rastros de they/them/their con significado singular, por ejemplo, en dichos tan implantados como “to each their own”. El uso de they se divulga crecientemente para remplazar el generic he: “a manager needs to take care of their employees”.

El anhelo de visibilizar la diversidad de géneros a través de un uso adecuado del lenguaje marcó tan fuertemente la década de 2010 que TheAmerican Dialect Society coronó el pronombre personal they como“word of the decade” en 2020 (Barr 2020). Un año antes, Merriam-Webster ya lo había destacado como “word of the year” (BBC 2019b). El pronombre ha ganado mucha importancia. Tanto, que la destacada Universidad de Harvard decidió en 2015 facilitar la opción de pronombres como they y otros neologismos no binarios como “ze” y “xe” en sus formularios de inscripción, reaccionando a la creciente diversidad de identidades de género (Poon 2015).

No obstante, las demandas por un lenguaje inclusivo no se limitan al uso adecuado de pronombres. Algunas activistas promueven el uso de la grafía “womxen” en vez de “women” para explícitamente incluir a mujeres trans y generalmente a toda persona afectada por la misoginia (Kerr 2019). Con el fin de acabar con la invisibilización lingüística de las mujeres hispanas en Estados Unidos, el término “Latinx” se ha establecido desde 2007 en el habla inglesa como alternativa al término genérico Latino. El neologismo puede ser usado en plural o singular y como adjetivo y sustantivo. Como el sufijo “-x” reemplaza las vocales “-a” y “-o” en latino o latina, que marcarían el género gramatical de la palabra, mujeres, hombres y personas no binarias se consideran incluidos en el término. Merriam-Webster añadió aquella palabra en ٢٠١٨ después de la amplia extensión de su uso (Merriam-Webster Online 2018). La tienda en línea de la popular librería Barnes & Noble tiene actualmente 192 publicaciones (situación agosto 2022) a la venta que llevan latinx en sus títulos, como por ejemplo An African American and Latinx History of the United States (Barnes & Noble Booksellers).

Aunque los diccionarios de habla inglesa se han revelado varias veces ser aliados en el camino hacia un lenguaje no sexista, también han recibido críticas. Una petición lanzada en 2019 demanda tachar varios sinónimos de la entrada woman de ciertas versiones de Oxford’s English Dictionary (Flood 2020). Al ingresar la palabra en buscadores como Google, Bing o Yahoo, palabras misóginas como bitch, piece, baggage, maid y petticoat se encuentran entre los sinónimos sugeridos. Las entradas están basadas en la información del Oxford Dictionary, que está llamado a borrar todo tipo de sexismo lingüístico de sus diccionarios. Además, se demanda la ampliación de entradas para incluir minorías como lesbianwoman o transgenderwoman (Giovanardi 2019). La petición, que todavía se encuentra abierta, ha sido firmada por más de 33.000 personas (Change.org 2020).

Mientras tanto en Norteamérica, varios himnos que homenajean a “hombres valientes” han sido criticados. Mujeres canadienses lucharon por décadas para cambiar el himno nacional por una versión de género neutral (BBC News 2018a). El himno, originalmente, comenzaba con la estrofa “O Canada! Our home and native land! True patriot love in all thy sons command”, que solo hace referencia a sus ciudadanos masculinos. En 2018 lograron el cambio oficial del verso por “True patriot love in all of us command”, incluyendo a personas de cualquier identidad de género.

Asimismo, el himno de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos ha sido acusado de excluir a sus miembros femeninos. La institución, que incluye a mujeres desde 1947, aceptó en 2020 la alteración de su himno (Washington Times 2020). El verso “to a friend we send a message of his brother men who fly” fue reemplazado por “to a friend we send a message of the brave who serve on high”.

La ciudad californiana de Berkeley también se ha comprometido a borrar cualquier rastro de lenguaje excluyente de su “City Council Code”. Palabras sexistas como manpower o manhole fueron reemplazadas por humaneffort y maintenance hole (BBC News 2019a). En vez de usar he y she se optará en el futuro por el uso de they.

Municipalidades alemanas, en tanto, están preparando pasos similares para erradicar el lenguaje sexista de sus textos oficiales (BBC News 2019a). Para ampliar la inclusión lingüística, el gobierno alemán ha lanzado guías para la redacción de anuncios de empleo. Desde 2008, la Unión Europea recomienda agregar las abreviaciones para masculino y femenino a los mencionados nombres de puesto, si se usa una forma del masculino genérico (Criado Perez 2019: 7). Según la Ley de Igualdad de Trato, la discriminación sobre la base de la identidad de género dentro de un ambiente laboral es ilegal en Alemania (Bundesamt für Justiz s.f.). En consecuencia, se ha normalizado una redacción de ofertas de empleos que explícitamente mencionan a los diferentes géneros. Revisando los anuncios, se nota una gran variedad de formas inclusivas. Cargos disponibles están anunciados usando el desdoblamiento (p. ej. Lehrer/Lehrerin), utilizando una palabra del género común (Lehrkraft) o también a través del uso de paréntesis, barras o asteriscos que añaden el sufijo femenino a la forma masculina: Lehrer*in, Lehrer/in o Lehrer(in). Aunque investigadores han concluido que la agregación de las abreviaturas de géneros al masculino genérico no causa ninguna diferencia psicológica, la práctica también se ha establecido en las ofertas de trabajo en Alemania (Criado Perez 2019: 7).

Desde el fallo del senado alemán en 2017, la legalidad de un tercer género para personas intersex/no binarias está garantizada (Bundesverfassungsgericht 2017). Como consecuencia, cada vez más anuncios no solo incluyen las abreviaturas “(m/w)” para masculino y femenino, sino también un tercer signo, muchas veces una “x” o una “d” (diverso) para explícitamente incluir a aquellas personas no binarias. Para concientizar sobre la “tercera opción” (“Dritte Option”) en el registro del género, el Ministerio para Familias y Mujeres del estado de Renania Palatinado publicó en 2020 una guía lingüística para el tratamiento respetuoso de personas no binarias (Antidiskriminierungsstelle des Bundes 2019). Además de informar sobre la diversidad de los géneros y dar consejos generales para evitar un lenguaje androcéntrico, los autores proponen el neologismo “sier”. Compuesto del pronombre femenino y masculino en alemán, sier consta como una alternativa para personas no binarias para no tener que elegir entre los pronombres binarios sie y er (Ministerium für Familie 2020). Advierten, asimismo, que el uso del pronombre inglés they también está ganando popularidad entre hablantes nativos del alemán. Generalmente llaman a aceptar y usar los pronombres que cada persona prefiere.

En Suecia, en los inicios del siglo XXI, la comunidad LGBTIQ+ también creó un nuevo pronombre y empezó a usar el neologismo “hen” en lo sucesivo para referirse a personas fuera del sistema binario (Gustafsson et al. 2015: 1). El gobierno sueco aceptó oficialmente aquel pronombre compuesto de han (ella) y hon (él) como tercer pronombre en ٢٠١٢. Aunque al principio fue rechazado por gran parte de la población, después de dos años, la aceptación creció (1). Se puede encontrar el neologismo frecuentemente en las puertas de baños mixtos o baños no binarios. Ahí sirve como recordatorio para otro aspecto detrás de la creación de hen: la idea de disminuir la importancia del género (1).

A pesar de que la Académie Française considera las demandas para un lenguaje no sexista como un peligro mortal para el lenguaje, no ha podido detener su evolución en Francia (Criado Perez 2019: 5ss.). Históricamente, la discusión giró alrededor de denominaciones de las profesiones, que supuestamente perdían prestigio al ser feminizadas. Especialmente, mujeres en posiciones de alto nivel preferían seguir usando títulos masculinos (Burr 2003: 120). En 2019 la Académie Française cambió su actitud oficial y publicó la guía La féminisation des noms de métiers et de fonctions para asistir en la conversión de los títulos profesionales (Académie Française 2019).

Para acabar con la idea de que una mujer esté definida por la relación que tiene o no con un hombre, el gobierno francés tachó la palabra mademoiselle en 2012 de todos sus documentos oficiales (Sayare 2012). El entonces primer ministro François Fillon concluyó que no había ninguna necesidad ni justificación para definir el estado civil de una mujer a través de su tratamiento en formulares legales.

Aunque las academias de lenguaje suelen tener una actitud conversadora, no han podido represar las exigencias por parte de la sociedad que demanda un lenguaje libre de discriminación. Hablantes de diferentes idiomas han reclamado que las diferentes identidades de género sean representadas de manera igualitaria. Personas femeninas y no binarias han iniciado una tendencia global de cambios lingüísticos hacia un lenguaje más inclusivo que, durante la última década, ha recibido frecuente apoyo por parte de gobiernos y, en algunos casos, también por diccionarios establecidos. Después de contextualizar el desarrollo en varios países e idiomas del mundo, en los siguientes capítulos se explicarán las demandas de hispanoparlantes para conseguir un lenguaje inclusivo.

2.3. Asuntos considerados sexistas en la lengua española

Tal como se han analizado otros idiomas en cuanto a características sexistas, desde los años 70 se empezó a examinar el sistema lingüístico del español. Álvaro García Meseguer es el primer lingüista en España que criticó el uso sexista de la lengua. En sus publicaciones Lenguaje y discriminación sexual (1977) y ¿Es sexista la lengua española?