W. R. Bion, la obra compleja - Arnaldo Chuster - E-Book

W. R. Bion, la obra compleja E-Book

Arnaldo Chuster

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En este libro profundo, novedoso y provocador, los autores abordan la obra de Bion con una visión evolutiva, señalando las aperturas de pensamiento que lo colocaron mucho más allá de su tiempo. No se hace aquí el clásico abordaje de su pensamiento en fases sino en cuestiones, que "saltan" hacia nuevas cuestiones con una lógica interna singular. Estos saltos reflejan la importancia de la obra de W. R. Bion y contemplan la diferencia teórico-clínica con otros autores. Para resaltar esta diferencia, hay que describir el sentido fundacional de la obra de Bion, un sentido que no se limita a los textos, sino que los trasciende y nos toca como pensamiento vivo. Para que este sentido fundacional sea captado, es necesario considerar el cambio en la forma de pensar provocado por Bion y las consecuencias de este cambio en el trabajo analítico. Bion tenía un sano desdén por el formalismo riguroso y una genuina informalidad en la manera de comunicar su pensamiento, combinando conceptos sutiles y abstractos con una complejidad técnica que nunca se logra dominar por completo. Bion es un pensador y un científico del psicoanálisis que desempeña con arte su función de crear nuevas cuestiones, que quedan abiertas para ser respondidas. En palabras de Roosevelt Cassorla, autor del Prólogo, hay en este libro "provocación creativa, al ampliar el pensamiento del provocador Bion, que molesta porque anuncia cambios catastróficos, que implican saltos (cesuras) entre lo conocido y lo desconocido."

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Arnaldo Chuster Gustavo Soares Renato Trachtenberg

W. R. BION, LA OBRA COMPLEJA

PRIMERA EDICIÓN

En memoria de David Epelbaum Zimerman

Espero poder darles una idea del enorme trabajo que hay que hacer para atender a los pacientes y alcanzar un estado mental compatible con el ejercicio del psicoanálisis.

 

Bion, Conferencias Brasileñas de 1974

Índice

CubiertaPortadaEpígrafePrólogoIntroducciónCapítulo I. La obra complejaPrincipio de ComplejidadPrincipio de IncertidumbrePrincipio de IncompletitudPrincipio de IndecidibilidadPrincipio de InfinitudPrincipio de NegatividadPrincipio de SingularidadCapítulo 2. Preconcepción, pasaje pre-humano/humano: un cambio de paradigma en el psicoanálisisUna historia de ciencia ficción para describir los orígenes de la preconcepciónCapítulo 3. La mente del analista en el campo complejoCapítulo 4. Consecuencias de la adopción del objeto complejoEjemplos de captación parcial o disociada del objeto psicoanalíticoCapítulo 5Material clínicoCapítulo 6. Aspectos detallados de una Tabla negativa: La maldad y la complejidad del malCapítulo 7. La complejidad en las diferencias entre ética y moral: reflejos en el trabajo analíticoCapítulo 8. El psicoanálisis como complejidad: una teoría de las transformacionesCapítulo 9. Decisión y método en el campo analítico: las elecciones de las teorías psicoanalíticasCapítulo 10. Una clínica de los límites humanos: imaginación y lenguaje de logroCapítulo 11. La transferencia como un soñarCapítulo 12. El modelo complejo de transferencia: el espectro turbulencia emocional/cesuraEl modelo espectral cesura/turbulencia emocional como condición para observar la transferenciaTurbulencia emocional/cesura e imaginación productoraIlustración clínica (material del Dr. Arnaldo Chuster)Capítulo 13. La imaginación del analista y la imaginación radicalImaginación versus imaginación radicalRealización e imaginación radicalLa imaginación analítica y las posiciones mentalesConclusiónAnexoReferenciasÍndice de títulos de la obra de BionSobre los autoresSobre este libroOtros títulos de nuestra editorialCréditos

Prólogo por Roosevelt Cassoria1

 

 

Se dice que Einstein pasaba por su laboratorio cuando un joven discípulo lo siguió, ansioso, para mostrarle una fórmula. Según el joven, esta fórmula resolvería un problema difícil. Einstein, muy ocupado, le pidió al joven que esperara un rato. Pero, inoportuno, el joven insistía en llamar su atención. En determinado momento, cansado del acoso, Einstein interrumpió sus actividades y le pidió al joven que le mostrara su descubrimiento. Mirando rápidamente la fórmula, Einstein dijo: “Está equivocada”. Decepcionado, el joven le preguntó: “¿Por qué?”. A lo que Einstein respondió: “¡Porque es una fórmula fea!”.

La situación anterior puede servir de modelo para los aspectos estudiados por los autores de este libro. Una de las formas de acercarse a la verdad es la belleza. El vértice estético revela pre concepciones que anticipan y buscan la belleza en la naturaleza y en la vida.

La impaciencia del discípulo revela el ataque a su capacidad para esperar a que sus experiencias emocionales se conectasen de tal manera que surja el hecho seleccionado creativo. Estos ataques también están dirigidos a Einstein. Él se deshace de ellos transformándolos en sueños y pensamientos. Otra posibilidad hubiera sido expulsar al discípulo, pero Einstein probablemente hubiera pensado que eso es feo. Einstein acoge la desesperación del discípulo y la transforma, acercándola a un hecho más verdadero: “la fórmula está equivocada”. Y ese error se manifiesta a través de la fealdad. Esta fealdad es el hecho seleccionado vivido por Einstein, fruto de su experiencia emocional, que lo acercó a otra verdad: “la fórmula está equivocada”.

Además de la verdad que Einstein no encontró en la fórmula (pero sí en la fealdad), el episodio identifica a un joven impaciente que, por ser así, tiene dificultades para discriminar el estado emocional de su maestro. Esta misma impaciencia hace que el joven no pueda tolerar que Einstein sea otra persona y no alguien sometido a él, como una extensión de sí mismo. El hecho de ser joven, cuando es más difícil contener las emociones y pensar en ellas, puede ser un factor que contribuya a las descargas. Como la forma de presentación de la fórmula manifestaba estos estados emocionales, no sería improbable que Einstein –al dar una respuesta transformadora a la invasión– haya tenido en cuenta la “fealdad” vivida en la experiencia emocional del vínculo con su discípulo.

Cuando consideramos la belleza de la fealdad nos acercamos, de alguna manera, a la complejidad, un tema que los autores abordan con gran propiedad. Su principal objetivo es estudiar el psicoanálisis como complejidad. Para ello, desarrollan sus propias ideas utilizando a Bion como brújula. Su estudio nos muestra las vicisitudes que se producen cuando buscamos acercarnos a la verdad, aunque sabemos que nunca llegaremos a ella, porque siempre estará por delante de nosotros.

Esa misma complejidad nos hará entrar en contacto con la verdad del mal. Cuando Hanna Arendt muestra que un nazi puede ser una persona no diferente de una persona común, un “pobrecito”, provoca una catástrofe psicológica considerable. Parte del establishment no tolera sus hallazgos y Hanna es denigrada y despreciada. Las verdades son siempre provisorias y pueden destruirse, modificarse, ampliarse, abandonarse. La realidad (o verdad) es que los cambios que alteran intensamente el status quo provocan aversión y rápidamente se ponen en marcha mecanismos para eliminar lo nuevo, o el pensador que lo pensó. Esto ocurre en la sociedad y también dentro de nosotros, en nuestro mundo mental.

La comprobación de que los pensamientos existen antes de que se encuentren pensadores que los piensen se ilustra en los ejemplos descritos. Los hechos existieron antes de Einstein o Hanna Arendt los pensaran. Lo mismo sucedió con el psicoanálisis antes de ser pensado por Freud. Y con el psicoanálisis pensado por Bion, antes de que Bion lo hiciera. Los pensamientos sin un pensador solo pueden pensarse cuando hay mentes que toleran la catástrofe. Y, también, cuando estas mentes logran lidiar con el status quo que quiere destruirlos. Estas ansias de destrucción serán mayores cuanto más nuevo y creativo sea el pensamiento. Puede imponerse, como sucedió con la teoría de la relatividad o con la idea de la “banalidad del mal”, concebida por Arendt, hasta que surjan nuevos pensamientos que puedan ampliarlo o reemplazarlo, y así, infinitamente.

Debe recordarse que las ideas totalitarias también tienen sentido y su coherencia se puede experimentar como estéticamente hermosa. Los sistemas políticos/religiosos/ideológicos suelen ser muy ingeniosos en su capacidad para desvitalizar ideas, eventualmente creativas, y transformarlas en creencias, dogmas y fanatismo. Un campo para la arrogancia, la violencia, el desprecio y la muerte. Las descargas de emociones, sin tener en cuenta al otro, atacan la capacidad misma de las emociones para formar vínculos humanos. Lo mismo ocurre con el psicoanálisis cuando se transforma, desde dentro, en un sistema de certezas que simula religiones fanáticas.

El psicoanalista se enfrenta a variables rebeldes. Rebeldes como la vida misma. Si el psicoanalista intenta encajarlas en marcos simples, como las relaciones causales, pierden su potencialidad y vitalidad. El psicoanálisis pierde su capacidad subversiva. La subversión, la turbulencia, la rebelión y las catástrofes son propiedades de la mente que se activan en el encuentro con el analista. Estas características forman parte del psicoanálisis. Los autores mostrarán cómo estos hechos se vuelven potentes cuando el analista aprende a convivir con la incertidumbre, lo incompleto, la inefabilidad, la infinitud, la inaccesibilidad de los fenómenos mentales, características que forman parte del pensamiento complejo. El analista, en su práctica, tendrá que hacer frente a esta complejidad (y se dará cuenta de que es parte de ella) cuando mantenga un estado mental que le permita contener y transformar lo desconocido en pequeños saltos que tengan algún sentido. Este sentido deberá incluir la capacidad de ser abandonado, ampliado o alterado ante nuevas experiencias emocionales. El analista solo puede darse cuenta de lo que está sucediendo en el aquí y ahora de la experiencia emocional.

La complejidad, estudiada por los autores, les hace darse cuenta, con Bion, de que, menos que el contenido mental, importan los vínculos que permiten la experiencia emocional. El pasado, que ya pasó, es reemplazado por el presente del vínculo emocional. Y el futuro se ve, también en el presente, como una sombra que lo alcanza. Por lo tanto, la recomendación técnica para que el analista trabaje es: “sin memoria, sin deseo, sin intención de comprender”, para que pueda vivir lo que está sucediendo de la manera más pura posible.

La complejidad de la obra de Bion, y su discusión y expansión llevada a cabo por los autores de este libro, puede transformarse en un pensamiento-sueño si el lector la penetra (y se deja penetrar) como si estuviera viviendo un sueño, del mismo modo que el psicoanalista clínico trabaja en el vínculo con su paciente. Sin embargo, esta posibilidad solo se dará si el lector es un psicoanalista en ejercicio. Esta identificación con la obra no es posible para quien no sueña la práctica del psicoanálisis. En estos casos, el posible lector erudito podrá conocer aspectos del pensamiento de Bion, pero este pensamiento difícilmente será parte intrínseca de su ser.

El presentador se da cuenta, en este momento, de que su tarea es imposible. Con Bion y los autores de este libro, él sabe que las palabras –las habladas y, aun más, las escritas–, son demasiado pobres para manifestar sueños y pensamientos. Además de la pobreza, las palabras también tergiversan, engañan y sirven para mentir. Para escapar de estas limitaciones, el presentador corre el mismo riesgo que el cartógrafo, personaje del cuento de Jorge Luis Borges. Como quería hacer un trabajo confiable, decidió mapear los detalles más pequeños de una ciudad. El resultado fue un mapa del mismo tamaño que la ciudad, que se superponía exactamente sobre ella. En otras palabras, el lector solo conocerá el libro cuando lo haya leído.

El presentador y el lector corren el mismo riesgo que el analista cuando se encuentra con un paciente. Si el profesional no puede dejar “entre paréntesis” su posible intención de saber de él, el paciente se le escapará y será reemplazado por una creación suya (del analista), saturada de sus propias fantasías. No será posible una relación íntima y verdadera que permita el contacto con lo desconocido. Sin embargo, el presentador quiere recomendar la lectura del libro. Este deseo nace de su admiración por el texto y los autores. El lector podrá tener cuidado con las transformaciones que el presentador deseoso está haciendo, poniéndolas “entre paréntesis”. De esa manera, puede experimentar el libro por sí mismo.

En los últimos párrafos espero haber presentado pistas sobre los hechos que abordan los autores. Es decir, la capacidad de pensar en vértices que consideren la complejidad de las transformaciones de un conjunto infinito que se ha denominado psicoanálisis. Los autores piensan no solo el psicoanálisis, sino cómo el pensar sobre el psicoanálisis puede ser pensado.

Los términos presentar y abordar indican dos movimientos: hacer presente y luego tomar para uno mismo. Los autores –Chuster, Soares y Trachtenberg– hacen presente el pensamiento de Bion y, al tomarlo para sí mismos, lo desarrollan. El psicoanálisis ocurre cuando los pensamientos sin pensador son pensados por psicoanalistas y pacientes que han desarrollado esta capacidad. El lector tomará para sí los pensamientos de los autores y podrá repensarlos si puede presentarse al texto con la mente lo suficientemente vacía para poder contener lo desconocido. En este proceso, es muy posible que el lector aborde o sea abordado por otros pensamientos sin pensador y se sienta estimulado a pensar en ellos.

El pensamiento comienza con la imaginación. Aquello que no tiene significado (elementos beta), trabajado por la función alfa, se transforma en elementos psíquicos, inicialmente imágenes, como las de un sueño. El primer nombre que utilizó Bion para esta conjetura fue función trabajo de sueño alfa. El analista, ante hechos sin significado, los sueña y este sueño ocurre todo el tiempo, similar a la respiración y los latidos del corazón. Bion aprovecha una intuición de Freud, quien nos recuerda que “las estrellas que vemos de noche están ahí durante el día”. Observemos que el término rêverie, que describe el estado mental de la madre en relación con su bebé (y se expande a la función del analista), se refiere a rêve, sueño en francés moderno. El analista sueña lo que el paciente no puede soñar.

La compleja relación entre las imágenes y sus transformaciones en pensamientos más complejos (especificados, por ejemplo, en la Tabla), se puede vislumbrar en el conocido cuadro de Magritte de la serie La trahison des images.

La imagen de una pipa va acompañada de la frase “Ceci n’est pas une pipe” (Esto no es una pipa). La pintura sorprende al observador, que se siente confundido y perplejo. Este impacto solo cesa cuando se da cuenta de que está mirando una pintura y no la pipa como objeto.

Un pintor puede representar sus sentimientos de odio en un lienzo, por ejemplo, pintando la escena de un crimen. Por el momento, trabaja en un área simbólica, no psicótica. Pero, si no puede vender la pintura porque asume que el comprador podría matarlo, es su área psicótica la que se ha activado.

Propongo que el lector, que imagina que está leyendo un libro, no está leyendo un libro. “Esto no es un libro” sería el enunciado correspondiente. Ciertamente, el lector, menos confundido y perplejo que el apreciador del cuadro de Magritte, puede sospechar que el autor de esta presentación padece serios problemas en su capacidad para percibir y juzgar la realidad. Es decir, que su área psicótica es la dominante. Una segunda posibilidad es que el presentador esté usando vértices de observación ignorados. Una posibilidad más: que el presentador desee ser un provocador.

El lector tiene razón sobre la última posibilidad y podría tener razón sobre las dos primeras. Pero tendrá que conformarse con no tener las respuestas. Incluso el presentador, que asume que tiene algún contacto con las motivaciones que lo llevaron a escribir las frases anteriores, no tiene la claridad suficiente sobre los factores que lo llevaron a hacerlo. Solo podemos observar o intuir transformaciones de esta verdad. La pipa pintada por Magritte es una transformación, realizada sobre el lienzo, del objeto que, por convención, se llama pipa. La palabra “pipa” (o pipe) se refiere al objeto, pero no es el objeto. Es una transformación, en el ámbito de la denominación simbólica, del objeto.

Uno puede soñar con una pipa. Un supuesto psicoanalista que utiliza un “diccionario de sueños” puede decir que el paciente está soñando con un falo o un pene, y asocia la forma del objeto también a alguna fantasía propia sobre las funciones de la boca, lo que da como resultado una imagen relacionada con fellatio. Sin embargo, el soñador puede responder con una sonrisa irónica, si viene de un lugar donde la palabra pipa designa los genitales femeninos... como la Región Nordeste de Brasil, por ejemplo.

La afirmación anterior menosprecia al supuesto colega psicoanalista y lo ataca con ironías. La palabra latina hace que la agresión, llena de rivalidad y envidia, sea algo hipócrita. Calificar al competidor del psicoanalista –autor de estas líneas– como un pervertido sonaría bastante grosero. Ahora bien, el lector podría confirmar la hipótesis de que el presentador, arrogante y estúpido, presentaría su parte psicótica.

Para el presentador, es más interesante que sea considerado un provocador. Este aspecto fue estimulado por el aspecto provocador de los autores del libro. Provocación creativa, al ampliar el pensamiento del provocador Bion, que molesta porque que anuncia cambios catastróficos que implican saltos (cesuras) entre lo conocido y lo desconocido. El mismo Bion que dice: “las dos personas que están en el consultorio pueden estar mejor analizadas o ser más eficientes, pero no necesariamente serán mejores personas”. O los autores de este libro, que citan a Baer, quien a su vez cita una frase de un sobreviviente del holocausto: “La única enseñanza es que no hay nada que un ser humano no pueda hacerle a otro y nada que un ser humano no pueda hacer por otro”. Estas frases tienen el mismo contenido que Ceci n’est pas une pipe, lo que demuestra que el psicoanálisis no está relacionado con el deseo de hacer moralmente “mejor” a una persona y que un ser humano puede ser totalmente inhumano. Si la desgracia de la pregunta es la respuesta (“La réponse est le malheur de la question”), este libro es feliz, porque indaga, problematiza, duda, cuestiona y, al provocar, estimula el pensar.

Uno de los mayores desafíos para los seres humanos es pensar en el mal. Incluido el mal que ataca la capacidad de pensarlo. Los autores se lanzan audazmente al estudio de esta área. Al conjeturar sobre la Tabla negativa, abordan la mentira, el simulacro, la mistificación, la dispersión, la parálisis de Hamlet, en el eje sintagmático horizontal. En el eje vertical, la reversión de la función alfa, el vínculo parasitario, el estado de confusión, el prejuicio, la degeneración y el empobrecimiento emocional, la autodestrucción y la muerte. Y luego, el complejo abordaje de la ética y la moral se amplía para el trabajo analítico. Es imposible no reconocer el hecho (y sonreír con tristeza) cuando los autores se refieren a Nietzsche y la “moralina”, hipocresía en la que la simplificación y la rigidez ética conducen al maniqueísmo. Una “ética” que destruye la ética. Recordemos que el psicoanálisis, aunque siempre se ha centrado en estos aspectos, ha tenido limitaciones importantes para pensar en esta área.

Los autores también abordan, en forma atrevida y original, la imaginación radical. Expanden a la mente primordial, la incapaz de simbolizar, la potencialidad imaginativa que involucra sentimientos subtalámicos. Las conjeturas racionales y las imaginativas son parte de un conjunto que tiene como objetivo ampliar la potencia del trabajo clínico.

El lector puede, con los autores, identificarse con la osadía de los saqueadores del cementerio de Ur, con los temerarios senderos de Edipo en busca de sí mismo, con el sueño mortal de Palinuro, con la desobediencia de comer el fruto prohibido en el Edén, con los estados de confusión resultantes de la construcción de la Torre de Babel, con las indecisiones cobardes o prudentes de Hamlet. Todos los seres humanos. Las catastróficas consecuencias, que se presentan de manera provocativa, despertarán ciertamente una sana curiosidad y el consiguiente desarrollo. Con los peligros que conlleva este desarrollo...

1 Miembro titular y Analista didacta de la Sociedad Brasileña de Psicoanálisis de San Pablo (SBPSP) y del Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Campinas. Profesor titular de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNICAMP.

Introducción

El tema de este libro es el modelo psicoanalítico propuesto por W. R. Bion.

Es el modelo que los autores hemos estado estudiando juntos en los últimos 25 años. Entonces, uno de nuestros objetivos será compartir con los lectores esta experiencia y la visión particular que surgió de ella.

Por otro lado, consideramos relevante dejar en claro que no es nuestra intención afirmar, con tal elección, que asumimos la existencia de un modelo o teoría mejor que otra. Sin embargo, lamentablemente, sabemos que muchos analistas creen que lo han logrado. Siempre existirán discusiones sobre los objetivos y propósitos del análisis, implícitos en estos modelos y teorías, así como problemas y discusiones institucionales sobre estos objetivos y propósitos. Tales discusiones son parte de la elaboración y del contenido de este libro.

En las páginas que siguen intentaremos exponer una nueva visión evolutiva de la obra de Bion, y señalaremos las aperturas de pensamiento que justificaron nuestra elección. Esta visión, desde el principio, pretende abolir la muy utilizada división didáctica que es la de la obra en fases. Reemplacemos esta forma clásica y recorramos el camino del autor a través de saltos de pensamiento, que lo colocaron mucho más allá de su tiempo. Es decir, pensamos que Bion no se desarrolla en fases, sino en cuestiones que lo llevaron a saltos hacia nuevas cuestiones. Estas, a su vez, están representadas por los textos que produjo y que tienen una lógica interna muy singular. Pero nada que ver con las fases, que sugieren que algo termina y comienza una nueva fase, como lo hace un artista. Bion no es un artista del psicoanálisis, sino un pensador y científico del psicoanálisis que desempeña con arte su función de crear nuevas cuestiones que permanecen abiertas para que el futuro las responda.

También pensamos que estos saltos reflejan la importancia de la obra de W. R. Bion y contemplan la diferencia teórico-clínica con otros autores. Para resaltar esta diferencia, primero necesitamos describir lo que podemos llamar el sentido fundacional (Chuster, A., 1989) de la obra de Bion, un sentido que no se limita a los textos, sino que los trasciende y nos toca como pensamiento vivo.

En Bion, se trata de la riqueza de proponer el renacimiento del psicoanálisis en cada momento de la experiencia clínica, lo que implica, plenamente en este proceso, nuestras singularidades como analistas. Como todo renacimiento, siempre nos lanzará al futuro y, con ello, se requiere imaginación y creación. Implica, de manera única, la responsabilidad de la mente del analista, lo que nos llevará en varios capítulos a abordarla como tema fundamental de este libro. Como han dicho a menudo diversos autores, Bion ha hecho que el psicoanálisis sea más difícil de practicar, pero mucho más interesante.

Sin embargo, para que este sentido fundacional sea captado, pensamos que es necesario considerar un punto importante: el cambio en la forma de pensar provocado por Bion y, luego, considerar las consecuencias de este cambio en el trabajo analítico.

Este cambio ciertamente trajo la marca del genio, que los filósofos de la ciencia definen como aquellos individuos cuyas habilidades –y sobre todo, cuya imaginación– obligan a la comunidad científica a abandonar viejos hábitos de pensamiento y a adoptar nuevos conceptos.

Se presta menos atención a lo que podría llamarse estilo. Sin embargo, en el progreso científico, los cambios en el estilo de trabajo pueden tener un impacto tan grande como el genio convencional. Bion fue un analista que trajo estos dos aspectos al psicoanálisis. Su estilo puede describirse como una mezcla de respeto y crítica por los conocimientos adquiridos. Tenía un talento especial para abordar de forma idiosincrásica temas esencialmente tradicionales: atención fluctuante, sueños, lenguaje de la interpretación, asociación de ideas, transferencia. Esto significaba no solo un sano desdén por el formalismo riguroso, sino también una genuina informalidad en la forma de pensar y de comunicar el pensamiento. Es difícil describir la profundidad del genio capaz de trabajar con este estilo. Pero, ciertamente, esta profundidad mostró cómo el psicoanálisis es una de las actividades humanas más difíciles. Combina conceptos sutiles y abstractos, que a menudo desafían las visualizaciones, con una complejidad técnica que nunca se logra dominar por completo.

Para acompañar esta complejidad, vamos a pedirle a nuestro lector que “piense de manera diferente sobre aspectos fundamentales del psicoanálisis, aunque solo sea por unos breves momentos”. Si de alguna manera tenemos éxito con esta provocación, habremos logrado el propósito de este libro.

El cambio en la forma de pensar, diciéndolo de manera breve y general, implica el paso del objeto simple –herencia científica del siglo XIX y de principios del XX–, al objeto complejo, que aborda las relaciones desde el Principio de Incertidumbre que, a su vez, está contenido en la teoría de la complejidad.

Sin embargo, nuestro camino no es solo mostrar el paso de un objeto simple a un objeto complejo, sino “pasar de la complejidad a una complejidad cada vez mayor”. Y vale la pena repetirlo siempre: el objeto simple no es desechable porque el objeto complejo fue creado, sino que es uno entre varios aspectos de la complejidad del psicoanálisis. Mientras no se reconozca y respete esta característica, siempre habrá comentarios que afirmen que “esto no es psicoanálisis”.

El sentido fundacional es, por lo tanto, una expresión de este “cambio en la forma de pensar”, y podemos inferirlo a través de las diversas expresiones del lenguaje que utiliza Bion. Sin embargo, tenemos una expresión que condensa a las demás. Nos centraremos en ella de varias formas en este libro: “el concepto de pre concepción”.

El camino en el que se desarrolló el concepto se puede llamar el pons asinorum de la obra de Bion. Es un camino que comienza con Una teoría del pensamiento (1962) y va hasta el texto Notas sobre la memoria y el deseo (1967).

La expresión pons asinorum, traducida literalmente, significa “puente de los burros” o “mata burros”, un pequeño puente sobre un arroyo hecho de finos troncos de madera que los humanos pueden cruzar, pero que se convierte en un obstáculo insuperable para los animales. La expresión fue utilizada con fines didácticos por Euclides, el matemático de la Antigua Grecia, cuando les pidió a sus alumnos que demostraran su quinto postulado como condición sine qua non para continuar sus estudios. En la Edad Media, el término se usó en filosofía siempre con la misma connotación, la de un obstáculo esencial que hay que superar para poder continuar con los estudios. En este punto, utilizamos esta expresión para caracterizar, con humor y en forma didáctica, una dificultad que aparece en todos los lugares y grupos en donde se estudia a Bion.

En la obra de Bion tenemos un pons asinorum con dos pilares. Un pilar teórico, que es Una teoría del pensamiento (1962a) y un pilar técnico, que es el artículo Notas sobre la memoria y el deseo (1967). Entre los dos pilares emergen los textos Aprendiendo de la experiencia (1962b), Elementos de psicoanálisis (1963) y Transformaciones (1965). El grado de oscilación e inestabilidad del puente (producción de turbulencia emocional) aumenta de un texto a otro, y produce un número cada vez mayor de abandonos.

Muchos intentan saltarse la parte del puente que corresponde al texto Transformaciones, pero cuando lo hacen y llegan al texto Atención e interpretación (1970), solo logran comprender algunos fragmentos y dejan de lado la profundidad de cuestiones del objeto complejo como, por ejemplo, la cuestión del “acto de fe”.

La disciplina que propongo para el analista, es decir, evitar la memoria y el deseo en el sentido en que usé estos términos, aumenta su capacidad para ejercer “actos de fe”. Un “acto de fe” es característico del procedimiento científico y distinto del significado religioso del que está investido en el lenguaje común; se vuelve aprehensible cuando se representa a sí mismo en y a través del pensamiento. Debe “evolucionar” antes de que pueda ser aprehendido y es aprehendido al constituirse como pensamiento, como cuando la O del artista es aprehendida una vez transformada en una obra de arte (Bion, 1970).

La complejidad, que aparece en el extracto anterior, destaca en primer lugar la singularidad de cada analista transcripta como una evolución del dominio “O”.

En segundo lugar, el “acto de fe” es una forma de desacreditar el ideal de ciencia regido por la lógica determinista. La propia elección de palabras ya realiza esta tarea en el nivel léxico:

para el lector desprevenido, y para los deterministas, nada parecerá tan poco “científico” como la palabra fe en el actuar de un psicoanalista.

En tercer lugar, al equiparar el acto de fe con el acto científico, Bion revierte esta rendición de cuentas a la ciencia hecha por tantos opositores al psicoanálisis cuando deciden criticarlo manipulando criterios científicos. El psicoanálisis es una práctica de orden única en la historia de la humanidad y, por lo tanto, no encuentra ninguna ciencia que pueda abarcarla; a lo sumo encuentra en común con las ciencias el interés por buscar la verdad.

Ciertamente, Bion no tenía las herramientas de la teoría de la complejidad en la época en que vivió. Aparece mucho después de su muerte en 1979. Aun así, la intuyó y aplicó esta intuición en el desarrollo de sus conceptos. Por ello, afirmaremos en este libro, varias veces, que, cuando se utiliza el vértice de la complejidad, la obra de Bion es clara, muy alejada de las innumerables etiquetas de autor difícil y hermético que tantas veces recibió. Por cierto, quienes tuvieron contacto personal con Bion pudieron ver que su estilo era alegre y bastante rápido como su pensamiento, que fluye con ritmo como si estuviera acompañado de una música interior. Hablaba en un lenguaje vivo, claro, rico en imágenes que se conectan en muchos momentos sin un texto explícito. Esto obliga al lector y al interlocutor a crear este texto, lo que marca la diferencia con otros autores que no dejan de imprimir allí su huella.

En otras ocasiones, Bion parece sobreestimar al lector, ya que espera que sea tan erudito y experimentado como él. Sin embargo, si podemos tomar esto como un desafío, siempre habrá mucho que aprender. Pero la dificultad central es situarse en la multiplicidad de conceptos que, en cierto modo, abordan una cuestión que podemos llamar el fin de la verdad. Fin en ambos sentidos: el final y la ausencia de la verdad y también de los objetivos. Esta cuestión orienta la obra y su proyecto global en toda su extensión. De hecho, impregna todas las relaciones con la filosofía y también con la religión y la ciencia.

En cierto modo, al leer Bion, siempre nos enfrentaremos a la pregunta: ¿qué hay detrás de la verdad en su relación con la ciencia, el arte y la religión? ¿Cómo surgió la convicción de que existían ideas verdaderas y de que debíamos hacer todo lo posible por descubrirlas? ¿A qué corresponde tal convicción? ¿Es un prejuicio o un saber? ¿La verdad sirve a algún interés institucional? ¿Cuál es la conclusión a sacar, al verla cambiar de una época a otra? ¿Que no existe en forma duradera? ¿Que deberíamos integrar todos estos elementos parciales en un movimiento conjunto?

Estas son preguntas que atraviesan las generaciones modernas, y Bion no escapa de ninguna de ellas. Incluso podemos ver el transcurso de la filosofía en el transcurso de su obra. En primer lugar, tenemos la presencia de Kant en los textos en los que desarrolla la Teoría del pensar, con todas las ideas que demarcan la revolución del pensamiento que inaugura la modernidad. Bion, fijando marcas para la validación de los saberes, como Kant, decide el campo de los conocimientos relacionados con el psicoanálisis, hace explícito aquellos en los que no se puede discernir lo verdadero de lo falso, alerta sobre la invasión de las creencias en el espacio psíquico y, cuando propone que se prescinda de todas estas interferencias, las resume como provenientes de la memoria, el deseo y la necesidad de comprensión.

En Atención e interpretación (1970), aparece un cambio en Bion con la lectura de Nietzsche. Las interferencias son eliminadas por lo que se enuncia como un acto de fe, y al mismo tiempo alerta para la forma como las propuestas religiosas se basan en las justificaciones más falsas para controlar el saber.

En cierto modo, como en el caso del filósofo, existe la defensa de una especie de verdad artística. La idea de la verdad no está inscripta en el registro de la lógica y de la demostración racional; se expresa en términos de pasiones, mitos y sentidos, áreas de aplicación del objeto psicoanalítico. Así, una ampliación del concepto de la columna ψ, que apareció en la Tabla, sigue demostrando que las categorías de verdadero y falso terminan siendo descalificadas cuando coinciden con el miedo y la resistencia a lo desconocido.

No se puede decir que un pintor o músico sea más verdadero o falso que otro. Como Nietzsche, Bion expresa que necesitamos concebir la diversidad cuando se trata de sistemas filosóficos para los que el psicoanálisis se constituye como la respuesta práctica. La complejidad con la que se construye el mundo se devuelve al psicoanálisis a través de Bion, así como la dificultad para su ejercicio. Ese es nuestro principal mensaje en este libro.

CAPÍTULO I La obra compleja

Bion (1962a, 1970) nos habló de pensamientos sin un pensador, expresión que sorprendió a muchos, que reaccionaron indignados contra tal idea afirmando que ¡no puede haber pensamientos sin un pensador! Para muchos fue una herejía o una burla de Bion. La respuesta a tal reacción es simple: no puede haber pensamientos sin un pensador en la lógica del determinismo psíquico, pero, cuando se trabaja con la complejidad del pensar, los pensamientos sin un pensador constituyen solo una de las posibilidades.

Lo mismo ocurre cuando se habla de la expresión “memoria del futuro”, que dio título a la trilogía (Bion, 1975, 1977 b, c); desde el punto de vista del determinismo, no es posible recordar algo que no sucedió, pero, desde el vértice de la complejidad, es plenamente posible hablar de una sombra que viene del futuro a través de la cual tales pensamientos nos llegan. Del mismo modo, es probable que seamos alcanzados simultáneamente por pensamientos extraviados, pensamientos salvajes y pensamientos con dueño. Necesitamos una red psicoanalítica para captarlos.

Los pensamientos sin un pensador, una vez pensados, generan una extensa novedad que podemos llamar creación histórica, es decir, un hito, un antes y un después y, más específicamente, una cesura. Una de sus facetas es la producción de turbulencia emocional que suscita intentos de apaciguamiento por parte del establishment y sus asociados. Estos intentos tienden a bloquear la originalidad del pensamiento mediante acciones de denigración moral, negación de su valor dentro del sistema o, más comúnmente, mediante afirmaciones de que no es legítimo. En el caso del psicoanálisis, se dice a la ligera que no son ideas psicoanalíticas. En ninguna otra actividad se practica tan descaradamente este tipo de descalificación simplista y autoritaria.

Pensamos que, si no adoptamos la complejidad del pensar psicoanalítico, estos dichos absurdos seguirán siendo proferidos con la consecuente decadencia del sistema institucional que los sustenta. Por esta razón, procedamos en este punto mostrando que, incluso en el camino más “familiar”, o uno que los lectores del establishment puedan soportar al identificar lo que un colega inglés llamó en la Conferencia de Boston (julio de 2009) como “el bueno y viejo Bion” (es decir, la parte de la obra que tiene elementos reconocibles del lenguaje kleiniano), algunos puntos fundamentales y originales parecen negarse por escapar de esta comprensión común o tradicional.

De los extractos de la obra de W. R. Bion más conocidos en el campo psicoanalítico, destacamos tres momentos principales: la teoría de los grupos, desarrollada a finales de la década de 1940; “La teoría de la diferencia entre las partes psicóticas y no psicóticas de la personalidad”, desarrollada durante la década de 1950; y algo de la Teoría del Pensar, que aparece a principios de los años 60; a partir de este punto, la dificultad aumenta exponencialmente. Pero, en este mismo camino más reconocido, algunos puntos originales parecen pasar desapercibidos. Intentaremos resaltarlos, ya que son parte de la complejidad que Bion insertó en el psicoanálisis, y ahí es donde se encuentra la principal dificultad para leer a Bion. Sin embargo, si la complejidad es el vértice adoptado, Bion se convierte en un autor absolutamente claro en sus proposiciones.

En la teoría de los grupos, una notable intuición le permitió a Bion anticipar, mucho más allá de su tiempo, descubrimientos arqueológicos que describen en el funcionamiento grupal la presencia de “rastros psíquicos del grupo pre-humano”, grupos nómadas de las sabanas africanas, que se organizaban de acuerdo con los patrones descritos por los supuestos básicos