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Veröffentlichungsjahr: 1846
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Washington
François Guizot
Índice
Cubierta
Portada
Preliminares
Washington
INTRODUCCION
GUIZOT
WASHINGTON
NOTAS
Acerca de esta edición
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LA vida de Washington por Guizot inaugura dignamente la série de obras históricas que han de formar una parte tan principal de nuestra coleccion. El escritor, el personage sobre que versa este estudio, el pueblo en que figuró este personage, todos tres merecen fijar muy predilectamentente la consideracion de los hombres aficionados á la historia y á la política.
El nombre de Washington es uno de los nombres más famosos que han resonado en el mundo desde que en el mundo existen revoluciones. Washington sin embargo, es un personage mas celebrado que conocido. Colocado en la fuente, por decirlo asi, de donde han emanado las olas tan encrespadas, tan tempestuosas á veces de la democrácia moderna, los tribunos de las cien revoluciones que se han sucedido en Europa en el medio siglo que ya se cuenta desde la independencia y constitucion de los Estados-Unidos de América, le han levantado á los cielos como el símbolo completo, como la personificacion vencedora de una revolucion democrática. En buen hora: Washington es eso, y en eso se funda una gran parte de su gloria; pero es algo mas que eso, y este es su mayor y mas indisputable titulo á la admiracion de la posteridad. Washington, el patriarca de la democrácia y de la libertad, ese gran contraste de Napoleon que es el héroe de esa libertad y de esa democrácia, es tambien, antes que todo, un hombre de gobierno: sino lo hubiera sido, la revolucion que él rigió con su mano, habria tenido que pasar por mas duras pruebas, habria tenido que sufrir mayores catástrofes que sufrio: aquella revolucion habria triunfado al cabo, porque el destino de las sociedades no pende jamás del carácter de un hombre; pero habria tardado largo tiempo en llegar al punto de vigor y madurez necesario para que se formen las constituciones duraderas y los gobiernos definitivos. Tal es el aspecto bajo el cual es poco conocido Washingion, y nos lo hace conocer M. Guizot.
Otra recomendacion tiene para nosotros este opúsculo; la de poder servir de introduccion á la historia de ese mismo pueblo de los Estados-Unidos, historia que por tantos títulos nos importa conocer á los antiguos poseedores y dominadores de la otra parte de aquel continente, y que nos proponemos publicar muy en breve. Incalculable es la influencia que esa nacion, la mas jóven de todas, ha ejercido ya en los destinos de la antigua Europa, y mas incalculable todavía la que se prepara á ejercer en el porvenir de aquella otra América, hija de Hernan Cortés y de España. Ahora mismo, en los momentos en que escribimos estas líneas, los buques, no ya españoles, que arriban de aquellas regiones, anuncian un rompimiento de hostilidades entre los Estados-Unidos y Méjico. Cualesquiera que sean el curso y resultado de esta guerra, y de las que sobrevengan en adelante entre aquellas dos repúblicas, que son al propio tiempo dos razas diferentes, cualesquiera que sean las revoluciones de estados y la vicisitud de las nacionalidades que la fuerza de las cosas y el curso de los acontecimientos haya de acarrear entre aquellos dos grandes empórios del Nuevo-mundo, ¿no ofrecerá siempre para nosotros un poderoso interés el espectáculo del orígen, de la formacion, del desenvolvimiento, de la fabulosa prosperidad y de la insaciable ambicion de ese pueblo anglo-americano, grande acaso á pesar nuestro, mas no por eso menos grande, que intenta acabar con lo que de España queda en América?
El trabajo de Mr. Guizont no es una vida, no una biografía de su personage; los grandes rasgos y las consideraciones generales ocupan en él el lugar de las particularidades y de los datos; es por decirlo así, un retrato de medio cuerpo, es, propriamente hablando, un estudio político, en el cual resaltan la solidez de juicio, la profundidad de crítica, la elevacion de miras, la inteligencia profunda de las condiciones esenciales de todo poder y de toda sociedad que caracterizan al grande historiador de la civilizacion europea; lo cual junto con la natural concision de su frase, con la severidad y robustez de su estilo, con la manera demasiado sentenciosa y dogmática, pero en alto grado comprensiva y filosófica que le distinguen entre todos los escritores modernos, hacen de estas brevísimas páginas una obra bien digna de ser meditada por los hombres que piensan en la materia. Hay mas: la historia contada por los hombres de Estado ofrece un doble aliciente; y la circunstancia de ser este historiador el mismo hombre que muchos colocan al frente de cuantos dirigen en la actualidad los negocios de Europa, de ser el ministro cuya sin par elocuencia, tal vez mas poderosa que su accion, estamos oyendo resonar hace seis años desde la tribuna francesa sobre cuantas grandes cuestiones remueven la Francia y el mundo; esta circunstancia, decimos, comunica un nuevo interes á este libro. Observemos de paso que M. Guizot sustenta hoy en su pais un sistema muy semejante al que Washington sustentaba en América: el sistema de la paz. El tiempo dirá si el ministro que ha puesto su gloria en la tranquilidad de la Europa y en lo consolidacion de una dinastía, merecerá ó no en la posteridad el elojio que él mismo hace del fundador del gobierno angloamericano.
Creemos haber hecho una buena eleccion, y creemos asimismo satisfacer la curiosidad natural de nuestros suscritores, completando este tomo de nuestra Biblioteca con una biografía de M. Guizot
«No hay verdadero poder sino el poder respetado; y el respeto solo puede pertenecer á la superioridad,»
GUIZOT.
EL 8 de abril de 1794, tres dias despues de la sangrienta victoria de Robespierre sobre Danton, Camilo Desmoulins y los hombres del Comité de clemencia se levantaba en Nimes el cadalso para un distinguido abogado, sospechoso tambien de resistencia á las voluntades del terrible triunvirato, y habia penetrado la desolacion en el seno de una de las familias mas honradas del país. Una mujer desconsolada pedia á Dios la diese fuerzas para sobrellevar un inmenso dolor pues en un mismo momento el verdugo la dejaba viuda y huérfanos á sus dos hijos. El mayor de ellos que apenas contaba siete años, llevaba ya en su semblante sério y meditativo la señal de un entendimiento precoz. La desgracia es como un invernáculo, se crece aprisa con su contacto, aquel niño que no tuvo infancia era Francisco Guillermo Guizot.
Habiendo nacido protestante el 4 de octubre de 1787 (tiene hoy 58 años), bajo el imperio de una legislacion que negaba á sus padres una union legal, y á él un nombre y un estado civil, veia M. Guizot al mismo tiempo, á la revolucion que le volvia definitivamente su lugar en la sociedad y que le hacia pagar aquel beneficio con la sangre de su padre. Si pretendiéramos escribir otra cosa que una biografía, encontrariamos tal vez en el concurso de estas circunstancias, el primer gérmen de una antipatía casi igual en el hombre de Estado contra las monarquías absolutas y los gobiernos democráticos.
Después de tan funesta catástrofe, Mme. Guizot abandonó la ciudad de tan amargos recuerdos y pasó á Ginebra en busca de consuelos, cerca de su familia, y de una sólida educacion para sus hijos. Colocado el jóven Guizot en el Gimnasio, se entregó con pasion al estudio, y á los cuatro años de colegio leia en su propio idioma á Thucidides y Demóstenes, á Ciceron y Tácito, á el Dante y Allen, á Schiller y Goethe, á Gibbon y Shakespeare. Los dos últimos años que permaneció en el Gimnasio fueron especialmente dedicados á los estudios históricos y filosóficos, y esta última parte de la ciencia tuvo para el jóven un poderoso atractivo. Su entendimiento dotado por la naturaleza de un carácter particular de fuerza lógica, pudo desarrollarse y madurar en medio de la pequeña república Ginebrina, que ha conservado algo de la fisonomía austera é inflexible de Juan Calvino su patrono.
En 1805, terminados sus brillantes estudios, pasó M. Guizot á París para estudiar leyes, cuya cátedra habia desaparecido en medio del torbellino revolucionario, habiéndose formado algunos establecimientos particulares para llenar este vacío. M. Guizot poco amigo de una enseñanza incompleta, tomó el partido da buscar la ciencia en las meditaciones de la soledad. Pobre y orgulloso á un tiempo mismo, austero y ambicioso, se encontraba el jóven lanzado á un mundo de intrigas, de desenfreno y frivolidad. La naturaleza rígida del escolar ginebrino bastó para salvarle. El primer año de su permanencia en París fue para M. Guizot un año de tristeza y de desaliento. Se replegó dentro de sí mismo, como todos los hombres que sintiéndose fuertes carecen de punto de apoyo para ensayar sus fuerzas.
Al año siguiente entró como preceptor en casa de M. Stapfer, antiguo representante de Suiza en París, en el cual encontró una hospitalidad casi paternal y tesoros de ciencia filosófica, propios para dirigir y activar su desarrollo intelectual. Aquellos nuevas relaciones le facilitaron la entrada en los salones de M. Suard, donde se reunian entonces los talentos mas distinguidos de la época, y allí vió por primera vez á la mujer que debia ejercer sobre su vida una tan noble y feliz influencia.
Conocida es la circunstancia un tanto romántica que preparó el casamiento de M. Guizot: la referiremos sin embargo para los que la ignoren:
