7 claves para vivir y morir bien - Gonzalo Gallo - E-Book

7 claves para vivir y morir bien E-Book

Gonzalo Gallo

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Beschreibung

Nueva edición revisada y ampliada de "Siete frenos para morir bien". En este libro entretenido, profundo y sencillo, el padre Gallo nos invita a pensar la muerte de otra forma, ya no como algo para lamentar, sino como un paso más de la vida. Son siete claves que nos sirven no solo para un "morir bien", sino también para llevar una vida plena, libre de apegos, temores, culpas, que fortalezca nuestro espíritu ante los avatares de la vida. Un libro ideal para quienes quieren aprender a afrontar la vida y la muerte desde una consciencia diferente, más espiritual.

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Primera Edición Digital, octubre 2023

Segunda edición, enero de 2023

Primera edición en Panamericana Editorial

bajo el sello Ápeiron, con el título Siete frenos para morir bien,

enero de 2019

© 2018 Gonzalo Gallo González

© 2018 Panamericana Editorial

Calle 12 No. 34-30, Tel.: (57) 601 3649000

www.panamericanaeditorial.com.co

Tienda virtual: www.panamericana.com.co

Bogotá D. C., Colombia

Editor

Panamericana Editorial Ltda.

Diagramación

Diego Martínez Celis

Imagen de cubierta

Shutterstock-DmZ, archivo personal Gonzalo Gallo

ISBN DIGITAL 978-958-30-6768-6

ISBN IMPRESO 978-958-30-6684-9

Prohibida su reproducción total o parcial

por cualquier medio sin permiso del Editor.

Hecho en Colombia – Made in Colombia

Gallo, Gonzalo

7 claves para morir bien / Gonzalo Gallo.

-- Segunda edición. -- Bogotá: Panamericana Editorial, 2023

1. Muerte 2. Muerte - Aspectos psicológicos

3. Muerte - Meditaciones 4. Actitud ante la muerte

5. Terapia de atención plena 6. Mindfulness

(Psicología) 7. Tanatología I. Tít. II. Serie.

155.937 cd 22 ed

Contenido

Nota del autor

1. Apegos afectivos y materiales

2. Temores nefastos

3. Odios y rabias viscerales o culpas que paralizan

4. Asuntos pendientes, enredos, ciclos sin cerrar

5. Vacíos espirituales

6. Un amor frágil, superficial

7. Precaria o nula preparación para la muerte

Epílogo

Nota del autor

Incierto es el lugar donde la muerte te espera;

espérala, pues, en todo lugar.

Séneca

No basta con pensar en la muerte, hay que tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

Stefan Zweig

La música es una delicia debido a su ritmo y su flujo, pero en cuanto detienes el flujo y prolongas una nota o acorde más allá de su tiempo, el ritmo se destruye. La vida, de modo similar, es un proceso que fluye y el cambio y la muerte son sus partes necesarias. Esforzarse por la exclusión de la muerte es esforzarse contra la vida.

Alan Watts

Recuerde el alma dormidaavive el seso y despierte contemplandocómo se pasa la vida,cómo se viene la muerte tan callando.

Jorge Manrique

Te comparto el hermoso texto de un guía espiritual sobre la muerte para que tus temores se diluyan y tu confianza se fortalezca: “La muerte es como quitarse unos zapatos que aprietan. Incluso ‘muerto’ sigues vivo, ya que al morir no dejas de existir”. El que muere es el cuerpo. Al morir regresas al Hogar del que habías venido, vas a un paraíso de amor, luz y paz en el que sigues avanzando en tu crecimiento espiritual.

La vida y la muerte no son realidades opuestas. Lo sabio es hablar de la muerte como una entrada, no como una salida; es una puerta giratoria.

Lo que ofrece la puerta de la muerte es el resurgimiento de una vitalidad espectacular, maravillosa, inefable. Mira la muerte como un lago hermoso y transparente, la consciencia sale del cuerpo y se da una zambullida deliciosa para nadar a la otra orilla.

Mira la muerte como un paso, no como un fin, asúmela como un renacer, como un retorno, como un cambio de forma y de espacio. No hay nada qué temer y solo necesitas saludarla y acogerla sereno, libre de apegos, odios, culpas, pendientes y rabias. Recíbela ligero de equipaje. Lee más en mi libro Muerte, un paso a la vida.

Culpas y pendientes ante la muerte

En El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez describe con maestría los sentimientos de tantas personas cuando la muerte llega de improviso y no estamos preparados para acogerla. La protagonista, Fermina Daza, está ante su esposo Juvenal Urbino. Él se ha caído intentando ya anciano bajar a su loro de un árbol y yace agonizando en el lodazal. El novelista dibuja sus sentimientos:

Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado. Pero tuvo que rendirse ante la intransigencia de la muerte. Su dolor se descompuso en una cólera ciega contra el mundo, y aun contra ella misma.

Se cuenta que el sabio chino Zhuangzi, discípulo de Lao-tsé, va de camino y expresa su lástima ante un cráneo que ve tirado en el suelo:

—¡Ay, qué malo que esta persona falleció!

Pero entonces el cráneo lo interpela:

—¿Y cómo sabes tú que es malo morir?

La falla es que, en especial en Occidente, se educa mal al respecto; se ve mal la muerte, como un desastre, una pesadilla. ¿Y es que se puede asumir con otra actitud? Obvio que sí, como la han asumido los místicos, los sabios y millones de orientales durante siglos:

“Mi alma es de otro lugar, estoy seguro de eso, y tengo la intención de terminar allí” (Rumi).

“Señor, muriendo en ti, nacemos a la vida eterna” (san Francisco de Asís). ¡Qué maravilla la muerte como nacimiento!

“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien vivida lleva a una dulce muerte” (Leonardo da Vinci).

Vivo sin vivir en mí,

y tan alta vida espero,

que muero porque no muero. [...]

Mira que el amor es fuerte;

vida, no me seas molesta,

mira que solo me resta,

para ganarte, perderte.

Venga ya la dulce muerte,

venga el morir muy ligero,

que muero porque no muero. (Santa Teresa de Jesús)

Para llegar a esa sabiduría, hay que amar sin apegos, que son los que te encierran en un laberinto y causan estragos. Lo que punza no es la muerte, son las ataduras, la fe frágil, las migajas de amor, los enredos y los temores a infiernos y juicios inexistentes. Si te preparas, le das un portazo al desespero y tu muerte es serena y no una escalofriante aventura, una siniestra vorágine.

Se necesitan 600 horas de clase para aprender español, 1110 para el ruso o el hindi y 2200 para aprender chino, japonés o árabe. Eso afirma un estudio que no dice cuántas horas se necesitan para aprender el valioso arte de vivir bien para un buen morir. El arte del buen morir, como todos, pide dedicación y entrega, y solo una minoría lo conoce, como los tibetanos y muchos budistas. Es lo mismo que sucede con el arte de amar: lo normal es confundir enamorar, querer o desear con el amor auténtico, lo habitual es tener sexo y decir: “Hice el amor”.

¡Qué bueno que con este libro bucees en tu interior y aprendas el arte de morir, Ars moriendi en latín! Tan conocido en la Edad Media a partir de la mitad del siglo XV. Fue una buena respuesta eclesial a los horrores de la peste negra, aunque enfatizando el temor al Diablo y a la condenación. Esa guía fue traducida a muchos idiomas y el título en inglés era perfecto: Holy Living and Holy Dying. Fue tan popular que se extendió hasta el Renacimiento en muchas versiones con sugerentes grabados o xilografías. El libro que ahora lees es algo así como una guía moderna, no religiosa, sino espiritual, sobre la misma temática. Una ayuda para soltar apegos, temores u odios y partir serenos a la Luz, nombre que los ángeles le dan al otro lado, el cielo o al más allá.

Los manuales de la Edad Media para morir bien enumeraban cinco tentaciones que, según las creencias de ese entonces, asediaban a un moribundo: falta de fe, desesperación, impaciencia, orgullo espiritual y codicia. Eres sabio si sojuzgas esas tentaciones, rompes cualquier atadura y vences la inseguridad con una fe firme; tu misión es soltar miedos con los que amas siendo posesivo y que te frenan para morir o trascender en paz y con amor. Con este libro, reconocerás siete bloqueos que impiden al espíritu vivir bien, en paz y hacer bien su retorno al otro lado. Tu reto es adelantarte a la hermana Muertevida, superar esos impedimentos y estar preparado para partir ligero de equipaje. No es casual que leas esto, te llega porque estás abierto. Bienvenido a este viaje con buena bitácora y un valioso aprendizaje. La primera ayuda para vivir y morir bien sin sentirte atribulado son los apegos… que te aprisionan con lazos invisibles.

1. Apegos afectivos y materiales

Cuenta la historia que un mago se soltó de varias ataduras y candados, con sus artificios desapareció varios objetos y clausuró su show en medio de sonoros aplausos. Llegó a su camerino y allí encendió un cigarrillo y comenzó a beber whisky sin control. Una de las personas que llegó a saludarlo al camerino era un viejo amigo y al verlo pensó: “Es un mago deslumbrante con las cosas exteriores y un pobre aprendiz de la vida con las interiores. Se libera de ataduras externas y desaparece objetos, pero sufre prisionero de sus instintos”.

Ese amigo charló un rato con el ilusionista y sintió ganas de decirle algo sin juzgarlo. No lo hizo porque percibió que el mago tenía un ego faraónico y no lo iba a escuchar. Llegó a casa y escribió en un papel este compromiso: “Voy a hacer verdadera magia en mi vida, que nada me ate, quiero soltar todos mis apegos”.

Algo así fue lo que hizo Alejandro Marín, policía español de 33 años, quien sufrió un infarto mientras entrenaba en un gimnasio en 2013. Fue una experiencia de muerte cercana (EMC) o casi muerte de siete minutos, extraña para él, pues nunca le habían diagnosticado una enfermedad coronaria. Gracias a una rápida y eficaz actuación médica, pudo revivir sin secuelas neuronales. Alejandro tuvo una recuperación exitosa y, algo mejor, creció en calidad de vida como él mismo lo narra:

“Cada día me acuerdo de lo que me pasó, sigo siendo policía, pero ahora mi vida es más libre y centrada en lo esencial. Evito conflictos y disgustos, valoro a los que amo y no pierdo el tiempo con tonterías, enredos o apegos que atan”. Si meditas sobre este testimonio, puedes preguntarte: ¿por qué cambiamos solo en coyunturas extremas? Si eres sabio, lo haces sin tocar fondo. Si eres sabio te dices: “Ya mismo decido valorar lo importante, amarme y amar de verdad sin las cadenas invisibles del ego y el apego”. La mejor preparación para una buena muerte es una buena vida que necesariamente pide soltar amarras, porque los apegos son el talón de Aquiles de los inseguros y los amedrentados.

Apego y relaciones

Desde la más tierna infancia un bebé comienza a cultivar apegos con sus cuidadores, y estos a su vez también lo hacen, de modo que se genera un enlace o vínculo recíproco. Ese apego se irá fortaleciendo gradualmente de un modo positivo o negativo dependiendo de diversos factores. Los primeros estudios en forma de esta realidad se deben al siquiatra y sicoanalista inglés John Bowlby. El fruto de sus investigaciones de varios años lo publicó en tres volúmenes con el título El apego y la pérdida.

Más tarde, el estudio de los apegos se amplió con las investigaciones de la doctora Mary Ainsworth. Según sus estudios y otros posteriores, se habló de varios tipos de apego en recién nacidos: apego seguro, inseguro-evitativo, inseguro-ambivalente y desorganizado. Fue en la década de los ochenta cuando se entró en el estudio del apego en los adultos. El apego en sí mismo no es ni bueno ni malo, es un fenómeno afectivo y emocional que está presente en las relaciones. Acá hablamos de él cuando brota de la inseguridad, de una baja autoestima o del egoísmo. Este tipo de apego te lleva a aferrarte a otra persona o a los objetos y termina siendo fuente de sufrimiento.

Al final de la década de los ochenta, Cindy Hazan y Phillip Shaver extendieron la teoría del apego a las relaciones románticas adultas. Se identificaron cuatro estilos de apego en los adultos: seguro, ansioso, preocupado, evitativo-independiente y con miedo-evitación. Ellos corresponden aproximadamente con las calificaciones de los recién nacidos: seguro, inseguro-ambivalente, inseguro-evitativo y desorganizado/desorientado.

Los adultos con apego seguro tienden a tener una visión más positiva de sí mismos, sus parejas y sus relaciones. Se sienten cómodos con la intimidad y la independencia, equilibrando las dos. Los adultos preocupados-ansiosos buscan mayores niveles de intimidad, aprobación y respuesta de la pareja, volviéndose excesivamente dependientes. Ellos tienden a ser menos confiados, tienen una visión menos positiva de sí mismos y de sus parejas, y pueden presentar altos niveles de expresividad emocional, preocupación e impulsividad en sus relaciones.

El adulto desapegado-evitativo desea un alto nivel de independencia, muchas veces evitando el apego por completo. Se ve a sí mismo como autosuficiente, invulnerable a los sentimientos de apego y sin necesidad de relaciones cercanas. Tiende a reprimir sus sentimientos, hay rechazo, distanciándose de su pareja, de quien por lo general tiene una visión negativa. Por último, el adulto asustado-evitativo tiene sentimientos encontrados sobre las relaciones, y se siente incómodo con la intimidad emocional. Tiende a desconfiar de sus compañeros y se ve a sí mismo como algo sin valor. Como el desapegado-evitativo, el asustado-evitativo tiende a buscar menos intimidad, suprimiendo sus sentimientos.

Raíces del apego

Todo apego doloroso o esclavizante habla de miedos conscientes o latentes. Como ya vimos, en Londres la psicóloga Mary Ainsworth investigó con su equipo acerca del apego, como ya lo había hecho antes John Bowlby desde la década de los cincuenta. Ambos estudiaron los efectos de la separación maternal sobre el desarrollo de la personalidad en los niños. Trabajaron de un modo especial con huérfanos afectados por la Segunda Guerra Mundial. En Kampala (Uganda), Mary también estudió los efectos de la presencia o ausencia de la madre en la conducta infantil.

Ambos estudiosos hablaron del “efecto apego” y de los vínculos que un niño crea con sus cuidadores. Hoy se sabe que los apegos que encadenan nacen en el campo fértil de la inseguridad o los miedos y se atenúan o se borran con la autoestima y la autoconfianza. Dime de qué tamaño son tus temores o tus inseguridades, y te diré de qué tamaño son tus apegos. Amarte, amar a Dios y confiar en ti son tus ayudas para querer con libertad y no sufrir con relaciones dependientes, en las que te topas con inesperadas e insuperables dificultades.

En su libro Inteligencia social, Daniel Goleman dedica varias páginas al apego y afirma: “Una vez que se configura en la infancia el modo en el que nos apegamos, permanece notablemente constante”. Un apego seguro o inseguro emerge más tarde en las relaciones románticas, familiares o de amistad. Todo esto ha sido estudiado en los adultos por el psicólogo Phillip Shaver de la Universidad de California. Goleman dice:

“El grupo de Shaver halló que el 55 % de los estadounidenses (ya sean niños o adultos) caen en la categoría de ‘seguros’, aproximándose a los demás con facilidad y dependiendo sin problemas de ellos”. Logran crear relaciones emocionalmente estables en las que no hay posesividad ni dependencia alienante. Tú reconoces un apego negativo y doloroso, porque hay miedo al abandono y en la relación se dan estas emociones: ansiedad, preocupación obsesiva, cohibición y dependencia emocional. Hay apegos que se definen como una “adicción amorosa”. Un ser apegado de modo negativo es posesivo, celoso, sobreprotector y controlador.

Apegos afectivos

En una hermosa hacienda de Montana, Edward, el dueño, reunió en la sala a sus invitados y leyó estas palabras:

Tarde, un poco tarde, he entendido que el dinero no es la respuesta y no es sinónimo de felicidad. Ahora, con esta finca y un negocio próspero, no soy más feliz que cuando vivía en una humilde casa de los suburbios. Fue la muerte de mi hija adolescente la que me sacudió y me llevó a ver la realidad con nuevos ojos.

En un inicio peleé con Dios y con la vida, me aislé y busqué refugio en el licor y en un trabajo desaforado. Incluso acaricié la idea del suicidio, pero de ese túnel me sacaron el amor de ustedes y una fe renovada. Por eso están aquí ahora, para decirles gracias y para invitarlos a enamorarse de la vida. Ustedes y Dios son mi verdadera riqueza. Lo demás es prestado y solo sirve cuando nos lleva a amar y servir. Gracias por estar ahí.

¿Amar o aferrarse?

Abundan los falsos conceptos del amor. ¿Eres consciente de que acaso llamas amor a lo que no lo es? De falsos amores hablan las canciones todo el tiempo y basta analizar las letras para comprobarlo.

Por eso se dice “Jamás aprenderé a vivir sin ti” en la canción Celos, de Vicente Fernández. Por lo mismo afirma Jorge Celedón “Ay, hombe, sin su amor yo no soy nada” y “olvidarla es imposible”.

Por eso se canta “sin ti no podré vivir jamás” y “aunque me cueste la vida sigo buscando tu amor… qué me importa sufrir si algún día me dices que sí”. Estupideces como estas son lo normal en las canciones y, por lo mismo, en el cotidiano vivir. Maneras sufrientes y dependientes de querer, ya que amar es algo bien distinto y no es lo mismo que necesitar a alguien, ser posesivos y sufrir. Ámate mucho, no pongas tu felicidad en alguien y no ames con cadenas, ya que un amor con apegos es un manantial de dolor.

Cuanto más asimiento, más sufrimiento

El apego depende mucho deltipo de vínculo que creaste hasta los tres añoscon las personas que te cuidaron. Si te aferras a los que dices amar, ahí desnudas tus miedos y una frágil autoestima. Pero puedes sanar vacíos de la infancia, amarte y fortalecer tu autoconfianza para romper las cadenas. Dedícate a esa labor hasta que puedas afirmar sin titubeos: “Te amo, pero soy feliz sin ti; te amo, pero no te necesito”.

Amar no es depender, amar es poder volar y crecer solo o al lado de alguien en una relación que libera, no que amarra. El apego esclavizante no solo deteriora la relación de pareja, sino que también causa estragos entre padres e hijos o entre amigos. Ama con libertad, porque hay una ley de la vida que dice así: “Cuanto más asimiento, más sufrimiento”. No ames con un “amor uña de gato”, esa planta que se agarra con fuerza a las paredes como la hiedra. “El deseo sujeta al sujeto” afirmó el famoso psiquiatra y psicoanalista francés Jacques Lacan. Del deseo nacen los apegos y el sufrimiento, según Buda. Más que del mismo deseo, es del modo de desear y de lo que se desea.

Es imposible y además dañino suprimir todos los deseos, aunque piensen lo contrario muchos seguidores de Buda que cada día desean meditar y anhelan llegar a la iluminación.

El arte de soltar

El desapego que libera no es solo con los afectos y lo material. El arte de vivir-morir te pide ser consciente para soltar viejos hábitos, rutinas, creencias, paradigmas obsoletos, vetustos modelos mentales o certezas precarias. Si eliges cuestionar todo eso, serás libre y solo te enfocarás en lo esencial que es muy poco: amarte y amar. Pocas personas son libres de verdad, porque la misma libertad los asusta y aceptan que alguien o algo (guía o credo) los maneje. No se trata de no tener creencias, sino de mantener solo aquellas que te llevan a volar y dar lo mejor de modo pertinaz. Desapego no es renunciar al amor, es amar con libertad, es amar sin depender.

Pocas son las certezas de la vida y hay que aprender a vivir con la sabiduría de la inseguridad. Valioso libro del gran pensador británico Alan Watts, tan espiritual y practicante de la sabiduría oriental. Hay muchos “virus mentales” que te bloquean y ojalá seas atrevido y logres vivir como un ser libre. Libre y liberador fue Jesús ante una religión judía saturada de normas o vetos paralizantes y por eso terminó en una cruz.

¿Quieres darte un regalo? Haz algo que nunca habías hecho antes, es mágico: aprende el arte del buen morir. Al leer esto la sorpresa y el salir de los moldes te impulsan a experimentar algo nuevo: pensar en la hermana Muertevida y lograr cambios. Habitualmente seguimos un “plan de vida inconsciente” basado en patrones y viejos hábitos. Necesitas asumir con amor tu pasado e identificar en qué repites a tus padres o abuelos educados para evadir este tema. Decide darle un giro a tu vida y busca ayuda para soltar amarras y orientar tu barco hacia otros mares. Tu vida y tu muerte serán tranquilas si estás en paz con tu ayer y eliges soltar y sanar odios, culpas y rabias atoradas en tu interior. Con una terapia eficaz y profunda como constelaciones familiares, lo logras, aligeras las cargas y disfrutas de una fresca sensación de libertad. Haz algo nuevo, exorciza fantasmas internos y hazte amigo de la muerte como cambio de vida.

Autoafirmación

Soy único y en todo el mundo nadie es como yo. Soy dueño de mis pensamientos, mis emociones y mi cuerpo. Soy dueño de mis esperanzas y mis sueños. Elijo cuidarme, quererme, valorar y aprovechar todos mis talentos sin apegos de ningún tipo. Puedo hacer mi propio camino y vivir mi vida, no la que me imponen los demás. Con una fe de acero y dedicación, voy a despedir los apegos y temores para estar preparado para morir sin aflicción ni tensiones.

Necesito darle a mi vida un sentido y entonces también mi muerte tendrá un significado. Decido aprender de los sabios y los místicos, y alejarme de todo lo que me aferra a las cosas o a los demás, amaré sin relaciones posesivas. No hay meta imposible para aquel que confía y persevera, por eso me repetiré sin cesar: “Valgo mucho, Dios me ama y me acompaña, soy un ser libre. Amo sin necesitar a los demás y sin dejar que ellos me necesiten. Me amo y amo con libertad, no con inseguridad, amo la vida y la muerte”.

¿Por qué se sufre?

Cuatro son los principales causantes del sufrimiento humano: un amor precario, los apegos, no aceptar la realidad y el vacío espiritual. Antes de morir, son un gran lastre para que el alma trascienda serena al cielo o a la Luz.

1. Amar, lo que de verdad se llama amar, es una experiencia rara aunque se piense lo contrario. Eso lo intuyó y lo estudió bien el insigne psicoanalista Erich Fromm y lo aclara y enseña en su valioso libro El arte de amar. Una joya. Lo habitual es llamar amor a lo que solo es un remedo de una vivencia tan hermosa. Hay “amores” que son un fiasco y una caja de malas sorpresas con almíbar.

2. Querer con apegos es una constante y los que sufren ponen su felicidad en alguien o en algo. Su débil autoestima y su inseguridad los ata a relaciones dependientes y sufrientes. De ese lodazal solo sale quien se ama, confía y no pone su felicidad fuera de sí mismo.

3. Si aceptas una pena o una pérdida, no puedes sufrir porque con aceptación amorosa, serena y activa no hay sufrimiento. La aceptación es activa, o sea, haces todo lo que puedas para superar un hachazo del destino y estar en paz. Sufres cuando haces resistencia y peleas con los hechos.

4. La gente dice “soy espiritual” sin serlo, ya que no es rezar o ir a un templo, es tener una relación de amor con Dios, es ser consciente de su presencia constante. Si eres espiritual, vibras en el amor, tu fe es de acero, y alcanzas un estado superior de consciencia que te impide depender y sufrir. La fe de muchos es de ráfagas.

Apegos a los hijos o nietos

¿Quieres que tus hijos o nietos crezcan? Entonces disminuye tú, suéltalos, déjalos hacer su camino. Tus hijos o nietos no pueden madurar si los tienes protegidos en una burbuja y les resuelves todo. Sé consciente de tus propios miedos y sana eso, porque lo transmites a los niños y les haces un gran daño. Pocas frases provocan más estragos en un hogar que esta: “Que a mis hijos les toque fácil, no como a mí”. Si esa es tu premisa, vas a sufrir mucho con apegos dolorosos y con hijos o nietos dependientes, exigentes, infantiles y amedrentados.

Ojo: hay que exprimir las uvas para tener un buen vino y se debe triturar el trigo para saborear un buen pan. Si quieres para tu hijo o nieto una vida difícil, dale una vida fácil y prepárate a sufrir a su lado. Un hijo no puede valorar todo mientras nada en el mar de la abundancia y le dan sin que él se esfuerce. Prepara a tus hijos o nietos para que acepten la muerte sin aflicción o sin un ánimo beligerante.

Tusas por apegos

No he podido averiguar por qué en Colombia se llama tusa a una espinosa vivencia de despecho, desamor o ruptura. Es obvio que una tusa sin granos de maíz es tan fea y poco agradable como el fin de una relación, pero ¿cómo y cuándo surgió el símil?

¿Cómo despedir la tristeza infinita de una tusa? ¿Cómo salir del pantano y lograr que el corazón ya no esté rayado o espinado? Hay que sacar de adentro inseguridades y rabias, odios o culpas, apegos y el dolor. Puedes hacerlo solo, pero es mejor acudir a unas buenas terapias, ojalá de constelaciones familiares.

Soltar apegos es un proceso que pide dedicación y que únicamente fluirá bien si te apoyas en la poderosa energía espiritual. Pero sanar el alma herida es solo una parte, ya que falta lo más importante: aprender de esa vivencia para no volver a lo mismo, en especial, aprender a amar sin cadenas o lazos. La salida no está en culparse ni en culpar, está en detectar vacíos o patrones de conducta erróneos que suelen estar anclados en la infancia. Si no lo haces, la próxima tusa será peor, ya que el ser humano tiende a repetirse. ¿Quién aguanta varias tusas?

Así cantaba el gran intérprete dominicano Alberto Beltrán: “Aunque me cueste la vida, sigo buscando tu amor… qué me importa llorar, qué me importa sufrir”. Es de sabios analizar tantas sandeces de las canciones, porque muestran cómo aman las personas. Se idiotizan con lo que llaman amor hasta decir “Aunque me cueste la vida” y otras tonterías como “Sin ti es inútil vivir”. No les importa llorar ni sufrir porque eso que llaman amor los aprisiona con terribles apegos.

La autoestima de millones de amantes es casi nula y por eso ponen su felicidad fuera de sí. Las frases favoritas de los que no se quieren son “Eres todo para mí” y “Eres la razón de mi vida”. Y claro, cuando llega la muerte, un engaño o una ruptura, se echan a morir porque el otro de verdad era todo para ellos.

¿Cuándo aprenderemos a amar sin depender? ¿Cuándo dejaremos de llamar amor a relaciones que anulan y al apego sufriente? Cuando llegue la hermana Muerte solo partirás sereno si tu amor no es de apegos. Apego no es lo mismo que no tener o no querer, es querer y tener sin depender, sin necesitar. Desapego es aceptar que todo es prestado y así tu alma está en un espacio beatífico, bienaventurado.

Miedos y fe frágil

Todo apego que amarra desnuda una baja autoestima y miedos que piden fortalecer la fe y el amor a ti mismo y a Dios. Detrás del apego hay una autoimagen negativa y un débil autoamor que hay que elevar; necesitas valorarte y quererte. Un apego habla de inseguridad y, por lo mismo, hay que afianzar la confianza. El apego es una lucecita roja que te grita: “Estás poniendo la felicidad fuera de ti mismo, ponla en lo que eres y lo que vales”. Fallas cuando alguien es todo para ti y el único sentido de tu vida, es un apego que te llevará a sufrir, en especial en el momento de la muerte.

Hay apegos donde afloran vacíos de amor y de fe que vienen de la infancia, por tanto, allí hay una labor para pulirse. Una espiritualidad viva es la mejor aliada si de verdad te lleva a una comunión constante y amorosa con Dios. “Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”, decía santa Teresa de Jesús. Los apegos se van si te dedicas a una labor de escultura, de quitar y pulir en tu interior. Hazlo y amarás con serena libertad y sin miedos a perder.

Maya y moksha

Hay dos palabras hinduistas interesantes, que en sánscrito suenan como mayay moksha: ilusión y liberación. Puedes armonizarte y ser conscientes de que la vida no es una vana ilusión cuando logras una amorosa liberación. ¿Liberación de qué? De todo lo que te contamina, en especial de odios, culpas, rabias, tristezas, temores y de la soberbia. También liberarte de apegos que siempre generan sufrimiento cuando amas con ataduras.

Los sabios afirman que en este plano todo es una ilusión, que se trata de una realidad efímera a la que no hay que apegarse. En Oriente, desde niños muchos aprenden a meditar para ser conscientes de que acá todo es prestado.

Medita para hallar en el silencio la sabiduría que no encuentras atrapado en el ruido y el consumismo. Dedica tiempo cada día a relajarte y meditar. Llena de amor tu vida y vive libre, así podrás partir algún día en paz de este plano ilusorio.

Anitya en sánscrito

Hay una palabra muy importante en el sendero espiritual del budismo: impermanencia, anitya en sánscrito. Todo llega y se va con transitoriedad, todo se pasa o cambia, nada es permanente y necesitas soltar. Por lo mismo, lo sensato es practicar el desapego, ya que aferrarse a lo que es transitorio solo trae sufrimiento. Un ritual budista que ayuda a reflexionar sobre cómo todo es provisional es dibujar o elaborar mandalas. Mandala significa círculo en sánscrito.

Los budistas lo hacen con arena de colores y se va elaborando sobre un lugar, con paciencia, grano a grano. Cuando se hace así, los monjes se turnan en pintar con arena durante días y, al terminar, el mandala se destruye en segundos. Luego, se derrama la arena sobre agua que fluye para reafirmar la impermanencia y el desapego. Mira en YouTube Time Lapse Making of a Mandala: The Crow Collection of Asian Art.

Wabi-sabi

En la cultura japonesa, wabi-sabi es una expresión que habla de saber buscar la belleza dentro de las imperfecciones de la vida. Es aceptar pacíficamente el ciclo natural de crecimiento y decadencia, lo que implica desterrar el perfeccionismo y aceptar la muerte. Es muy sabio aprender a ver belleza en la imperfección y muy valioso aceptar que en la vida existen la impermanencia y lo incompleto. En otras palabras, la existencia está marcada por la fugacidad de los seres humanos y de todo en la realidad.

Wabi es algo rústico, inacabado, con anomalías, algo que no es perfecto debido a fallas en el diseño o la construcción. Sabi se refiere a la belleza que surge con la edad, como sucede con la pátina de los objetos muy antiguos; es algo marchito u oxidado. Los japoneses aplican el wabi-sabi en sus haikus, los bonsáis, la religión, el ikebana o arreglos florales, y su alfarería hagi, que es humilde. Nos enseñan que hay que aceptar las fallas y la imperfección, que nada es perfecto, ni completo ni eterno. Estamos de paso y nos vamos según un plan, no porque Dios se entromete.

Dios no nos quita a los que amamos

Hace muchos años el gran cantante mejicano Javier Solís cantaba así: “Si Dios me quita la vida antes que a ti”. Es una falsa creencia que despierta mucha rabia cuando un ser querido muere. Dios no nos quita a nadie y cada ser parte según el plan de vida que eligió antes de venir. Hay que acabar con esa fe en la que Dios se entromete en nuestra vida y nos pone duras pruebas. Las pruebas sí surgen, pero algunas son parte de un aprendizaje ya programado en el otro lado y otras te hostigan por el mal uso de la libertad.

Acá estamos de paso y cada espíritu programa su muerte antes de venir para aprender y enseñar algo. Dios nos ama, pero respeta la misión de cada ser, aunque sea dura como la muerte de Jesús. Dios no se lleva a los seres amados, estamos de paso y cada quien se va cuando es, ni antes ni después. La partida es tranquila si nada te amarra. Lee el libro El Plan de tu alma.

Apegos materiales

El gato más caro del mundo vale 23 000 dólares y es el ashera; hay gatos como el abisinio que cuestan más de 1500 dólares. El caballo más costoso del mundo valía en su época 28 millones de dólares y lo llamaban Totilas, el Federer o Messi de la doma clásica. Todos esos precios exorbitantes te dejan sin aliento y te sumergen en un mundo insospechado. Tan insólito como saber que alguien pagó 52 millones de dólares por un Ferrari 250 GTO de 1963.

El incierto mundo de los apegos y lo aparente es de vértigo y, solo cuando eres bien espiritual, lo material no te esclaviza ni te encandila. No dejes que lo aparente te deslumbre porque terminas con el espíritu maltrecho y solo persigues sombras. Ten suficiente humildad para reconocer tus falencias y suficiente entereza para superarlas. Ten suficiente fe para estar con Dios, suficiente paciencia para entender a los demás y suficiente amor y libertad para ser feliz, sin cadenas que te impidan volar en libertad y, un día, morir con sosiego.

La esmeralda más grande del mundo está en Colombia: Fura, con 2 kilogramos y 15 000 quilates, pero no es la más costosa. La más cara del mundo, por su brillo y su verde intenso, es Tena, que también es colombiana; tiene 2000 quilates. La claridad del brillo y la pureza son las que les dan más valor a las distintas piedras preciosas.

Bueno, es lo mismo que sucede con las personas: valen por su luz y su transparencia, no por su poder o su dinero. Sé consciente de cómo la sociedad te presiona a consumir sin frenos, aparentar y acumular.

Lo más común es descuidar el alma y a los seres queridos porque la ambición es desmedida. Tus tesoros no son las joyas más costosas, ese tesoro son tus seres amados, tu salud y tu paz interior. Ojalá no tengas que decir lo que confesó un día el cantante Julio Iglesias: “Tengo tres casas, pero no tengo un hogar”.

Es bueno aclarar que puedes tener apegos a pesar de estar con carencias o en pobreza. El ser humano se puede apegar a objetos mínimos con poco valor material y mucho valor emocional. El místico san Juan de la Cruz lo captó cuando intuyó que igual de presa está una avecilla por un grueso cordel que por un delgado hilo.

Todos los días son santos si amas y examinas las prioridades de tu vida sin excusas fáciles. Si no caes en la trampa del autoen-gaño, acaso veas que lo material tiene sofocada a tu alma. O quizá percibas que tu fe no se traduce en una vida limpia y amorosa, o sea, que tu fe es falsa o superficial. Si es así, de seguro te agobian varios problemas que no se arreglan con conjuros, rezos o un elíxir mágico.

Del pantano solo sales cuando te dedicas a ser más espiritual y a poner primero lo primero: Dios y tus seres amados. Pero eso pide decisión y compromiso, pues lo más tentador es refugiarse en excusas y seguir igual. En realidad, lo primero para muchos es lo que debía estar de cuarto o quinto: trabajar más, ganar y aparentar mucho. Nunca escucharás a un moribundo exclamando ya cercana su muerte: “Me arrepiento de no haber acumulado más posesiones” o “Lástima que no trabajé más e hice más negocios”.

Sabiduría de Jesús

Eres de verdad inteligente si tomas consciencia de que este mundo de consumo no hace feliz al más exitoso. Te invito a leer y asimilar la sabiduría de Jesús en su Sermón de la Montaña