A secreto agravio secreta venganza - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

A secreto agravio secreta venganza E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

A secreto agravio secreta venganza es uno de los dramas teatrales de Pedro Calderón de la Barca. La acción transcurre en Lisboa, donde un hidalgo portugués, don Lope de Almeida, casado por poderes con la castellana Doña Leonor de Mendoza, descubre que un antiguo amante de su esposa, que ella creía muerto cuando se casó, intenta arrebatarle la honra.

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Seitenzahl: 78

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

A secreto agravio secreta venganza

 

Saga

A secreto agravio secreta venganzaCover image: Shutterstock Copyright © 1637, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497427

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.

El rey don Sebastian. Don Lope de Almeida. Don Juan de Silva. Don Luis de Benavides. Don Bernardino, viejo. El duque de Berganza. Doña Leonor, dama. Sirena, criada. Manrique, criado. Cecilio, criado. Un barquero. Acompañamiento.Soldados.

La escena es en Lisboa, en las cercanías de Aldea Gallega y en otros puntos.

JORNADA PRIMERA.

Vista exterior de una quinta del Rey.

ESCENA PRIMERA.

EL REY DON SEBASTIAN, DON LOPE DE ALMEIDA, MANRIQUE, acompañamiento.

 

D. Lope.

Otra vez, gran señor, os he pedido

Esta licencia, y otra habeis tenido

Por bien mi casamiento;

Mas yo que siempre, á tanta luz atento,

Vivo en vuestro semblante, vengo á daros

Cuenta de mi eleccion, y á suplicaros

Que en vuestra gracia pueda

Colgar las armas, y que Marte ceda

A Amor la gloria, cuando en paz reciba,

En vez de alto laurel, sagrada oliva.

Yo os he servido, y solamente espero

Esta merced por galardon postrero,

Pues con esta licencia venturosa

Hoy saldré á recibir mi amada esposa.

 

Rey.

Yo estimo vuestro gusto y vuestro aumento,

Y me alegro de vuestro casamiento;

Y á no estar ocupado

En la guerra que en Africa he intentado,

Fuera vuestro padrino.

 

D. Lope.

Eterno dure ese laurel divino

Que tus sienes corona.

 

Rey.

Estimo en mucho yo vuestra persona.

 

(Vase el Rey y acompañamiento.)

ESCENA II.

DON LOPE, MANRIQUE.

 

Manriq.

Contento estás.

 

D. Lope.

Mal supiera

La dicha y la gloria mia

Disimular su alegría.

¡Felice yo, si pudiera

Volar hoy!

 

Manriq.

Al viento igualas.

 

D. Lope.

Poco aprovecha; que el viento

Es perezoso elemento.

Diérame el amor sus alas,

Volara abrasado y ciego;

Pues quien al viento se entrega,

Olas de viento navega,

Y las de amor son de fuego.

 

Manriq.

Para que desengañarme

Pueda, creyendo que tienes

Causa, dime á lo que vienes

Con tanta prisa.

 

D. Lope.

A casarme.

 

Manriq.

¿Y no miras que es error,

Digno de que al mundo asombre,

Que vaya á casarse un hombre

Con tanta prisa, señor?

Si hoy, que te vas á casar,

Del mismo viento te quejas,

¿Qué dejas que hacer, qué dejas,

Cuando vayas á enviudar?

ESCENA III.

DON JUAN DE SILVA, en traje pobre.—DON LOPE, MANRIQUE.

 

D. Juan.

(Para sí.) ¡Cuán diferente pensé

Volver á tí, patria mia,

Aquel infelice dia

Que tus umbrales dejé!

¡Quién no te hubiera pisado!

Pues siempre mejor ha sido,

Adonde no es conocido,

Vivir el que es desdichado.

Gente hay aquí; no es razon

Verme en el mal que me veo.

 

D. Lope.

Aguárdate. No lo creo.

¿Si es verdad? ¿Si es ilusion?

¡Don Juan!

 

D. Juan.

¡Don Lope!

 

D. Lope.

Dudoso

De tanta dicha, mis brazos

Han suspendido sus lazos.

 

D. Juan.

Deteneos, que es forzoso

Que me defienda de quien

Tanto honor y valor tiene;

Que hombre que tan pobre viene,

Don Lope amigo, no es bien

Que toque (¡oh suerte importuna!)

Pecho de riquezas lleno.

 

D. Lope.

Vuestra razones condeno,

Porque si da la fortuna

Humanos bienes del suelo,

El cielo un amigo da

Como vos: ¡ved lo que va

Desde la fortuna al cielo!

 

D. Juan.

Aunque haceis que aliento cobre,

En mí mayor mal está:

¡Mirad cuán grande será

Mal que es mayor que ser pobre!

Y porque mi sentimiento

Algun alivio prevenga,

Si es posible que le tenga,

Escuchad, Don Lope, atento.

A la conquista famosa

De la India, que eligió

Para su tumba la noche

Y para su cuna el sol,

Amigos, y tan amigos,

Pasamos juntos los dos,

Que asistieron en dos cuerpos

Un alma y un corazon.

No codicia de riqueza,

Sino codicia de honor

Obligó nuestros deseos

A tan atrevida accion,

Como tocar con bajeles

La provincia que ignoró

Por tantos años la ciencia,

Nunca creida hasta hoy.

La nobleza lusitana

De su fortuna fió

Naves, que ciertas exceden

Las fingidas de Jason.

Dejo esta alabanza á quien

Pueda con más dulce voz

Contar los famosos hechos

Desta invencible nacion;

Porque el gran Luis de Camoens,

Escribiendo lo que obró,

Con pluma y espada muestra

Ya el ingenio y ya el valor

En esta parte. Despues,

Don Lope invicto, que vos,

Por muerte de vuestro padre,

Volvisteis, me quedé yo,

Bien sabeis con cuánta fama

De amigos y de opinion,

Que ahora perdidos hacen

El sentimiento mayor.

Pero en efecto es consuelo:

¡Ved si desgraciado soy,

Que nunca le di, malquisto,

A la fortuna ocasion!

Habia en Goa una señora,

Hija de un hombre á quien dió

Grande cantidad de hacienda

Codicia y contratacion.

Era hermosa, era discreta;

Que, aunque enemigas las dos,

En ella hicieron las paces

Hermosura y discrecion.

Servíla tan venturoso,

Que merecí algun favor;

Pero ¿quién ganó al principio,

Que á la postre no perdió?

¿Quién fué ántes tan felice,

Que despues no declinó?

Porque son muy parecidos

Juego, fortuna y amor.

Don Manuel de Sosa, un hombre

(Hijo del gobernador

Manuel de Sosa) por sí

De mucha resolucion,

Muy valiente, muy cortés,

Bizarro y cuerdo (que yo,

Aunque le quité la vida,

No he de quitarle el honor

),

De Violante enamorado

(Que este es el nombre que dió

Ocasion á mi ventura

Y á mi desdicha ocasion),

En Goa públicamente

Era mi competidor.

Poco cuidado me daba

Su amorosa pretension;

Porque siendo, como era,

El favorecido yo,

La pena del despreciado

Hizo mi dicha mayor.

Un dia, que el sol hermoso

Saliera (¡pluguiera á Dios,

Sepultara eterna noche

Su contínuo resplandor!),

Salió con el sol Violante:

Bastaba pedirle yo

Que áun el uno no saliera,

Para que salieran dos.

De criados rodeada

A la marina llegó,

Donde estaba mucha gente,

Porque en aquella ocasion

Habia llegado una nave

Al puerto, y su admiracion

Dió causa á aqueste concurso,

Y á mi desdicha la dió.

Estábamos en un corro

De mucha gente los dos,

Todos soldados y amigos,

Cuando á la vista paso

Violante. Iba tan airosa,

Que allí ninguno dejó

De poner el alma en ella,

Porque su planta veloz

Era el móvil que llevaba

Tras sí la imaginacion.

Dijo un capitan:—¡Qué bella

Mujer!—A quien respondió

Don Manuel:—Y como tal

Ha sido la condicion.

—Será cruel.—No por eso

Lo digo (le replicó),

Sino por ver que ha escogido,

Como hermosa, lo peor.—

Yo entónces dije: Ninguno

Sus favores mereció,

Porque no hay quien los merezca;

Y si hay alguno, soy yo.

—Mentís, dijo. Aquí no puedo

Proseguir, porque la voz

Muda, la lengua turbada,

Frio el cuerpo, el corazon

Palpitante, los sentidos

Muertos y vivo el dolor,

Quedan repitiendo aquella

Afrenta. ¡Oh tirano error

De los hombres! ¡Oh vil ley

Del mundo! ¡Que una razon,

O que una sinrazon pueda

Manchar el altivo honor

Tantos años adquirido,

Y que la antigua opinion

De honrado quede postrada

A lo fácil de una voz!

¡Que el honor, siendo un diamante,

Pueda un frágil soplo (¡ay Dios!)

Abrasarle y consumirle,

Y que siendo su esplendor

Más que el sol puro, un aliento

Sirva de nube á este sol!

Mucho del caso me aparto,

Llevado de la pasion.

Perdonad, vuelvo al suceso.

Apénas él pronunció

Tales razones, Don Lope,

Cuando mi espada veloz

Pasó de la vaina al pecho,

Tal que á todos pareció

Que imitaron trueno y rayo

Juntas mi espada y su voz.

Bañado en su misma sangre,

Muerto en la arena cayó,

Cuando para mi defensa

Tomé una iglesia, á quien dió

En aquel sitio lugar

La sagrada religion

De Francisco; que por ser

Su padre el gobernador,

Me fué forzoso esconderme

Con tanto asombro y temor,

Que tres dias un sepulcro

Habité vivo. ¿Quién vió

Que siendo el contrario el muerto,

Fuese el sepultado yo?

Al cabo de los tres dias,

Por amistad y favor,

El capitan de la nave

Que á nuestro puerto llegó,

Y que á Lisboa venía,

En ella me recibió

Una noche, cuyo manto

Fué de mi vida ocasion.

En esta nave escondido

Estuve, hasta que el veloz

Monstruo del viento y del agua

Los piélagos dividió

De Neptuno. ¡Injusto engaño

De la vida! O su pasion

No dé por infame al hombre

Que sufre su deshonor,

O le dé por disculpado

Si se venga; que es error

Dar á la afrenta castigo,

Y no al castigo perdon.

Hoy he llegado á Lisboa,

Adonde tan pobre estoy,

Que no osaba entrar en ella.

Estas mis fortunas son,

Ya no tristes, sino alegres,

Pues me dieron ocasion

De llegar á vuestros brazos.

Estos mil veces os doy,

Si un hombre tan infelice

Puede merecer de vos,

Oh gran Don Lope de Almeida,

Tal merced, honra y favor.