No hay burlas con el amor - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

No hay burlas con el amor E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

Entra en un mundo de pasión, engaños y giros inesperados donde el amor se convierte en el actor principal. "No hay burlas con el amor" de Pedro Calderón de la Barca te transporta a una trama llena de intrigas y sentimientos encontrados en un escenario donde los corazones son los protagonistas.

La historia nos lleva a un convento, donde un príncipe y una princesa luchan por su amor prohibido. Los dilemas morales y la intensidad de los sentimientos se entrelazan en un juego teatral que expone las complejidades del amor y la lealtad.

Con su magistral pluma, Calderón de la Barca crea diálogos que destilan emociones puras y cuestionamientos existenciales. En medio de las intrigas y los malentendidos, nos muestra que en el amor, las máscaras caen y la verdad emerge.

En la quietud de la lectura, sentirás la pasión de los amantes y la lucha entre el deber y el deseo. Esta obra es más que una historia de amor; es un reflejo de los desafíos emocionales y éticos que enfrentamos en nuestras propias vidas.

"No hay burlas con el amor" es una experiencia teatral que te hará reír, llorar y reflexionar sobre los matices del amor humano. Prepárate para sumergirte en esta trama apasionante que te dejará con el corazón palpitante y el alma conmovida. ¡Una narrativa que cautiva y conmueve en cada acto!

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No hay burlas con el amor

Pedro Calderón de la Barca

 

Personajes:

Jornada I

Jornada II

Jornada III

 

Personajes:

Don ALONSO de Luna, galán Don JUAN de Mendoza, galán MOSCATEL, gracioso Don LUIS, galán Don DIEGO, galán Don PEDRO Enríquez, viejo y padre de las dos damas Doña BEATRIZ, dama Doña LEONOR, dama INÉS, criada

Jornada I

Salen DON ALONSO DE LUNA y MOSCATEL muy triste.

DON ALONSO

¡Válgate el diablo! ¿Qué tienes,

que andas todos estos días

con mil necias fantasías?

Ni a tiempo a servirme vienes

ni a propósito respondes; 5

y por errarlo dos veces,

si no te llamo, pareces

y si te llamo, te escondes.

¿Qué es esto? Dilo.

MOSCATEL

¡Ay de mí!

Suspiros que el alma debe. 10

DON ALONSO

Pues ¿un pícaro se atreve a

a suspirar hoy así?

MOSCATEL

Los pícaros ¿no tenemos

alma?

DON ALONSO

Sí, para sentir

y con rudeza decir 15

de su pena los extremos;

mas no para suspirar,

que suspirar es acción

digna de noble pasión.

MOSCATEL

¿Y quién me puede quitar 20

la noble pasión a mí?

DON ALONSO

¡Qué locuras!

MOSCATEL

¿Hay, señor,

más noble pasión que amor?

DON ALONSO

Pudiera decir que sí;

mas para ahorrar la cuestión, 25

que no, digo.

MOSCATEL

¿Que no? Luego

si yo a tener amor llego

noble será mi pasión.

DON ALONSO

¿Tú amor?

MOSCATEL

Yo amor.

DON ALONSO

Bien podía,

si aquí tu locura empieza, 30

reírme hoy de tu tristeza

más que ayer de tu alegría.

MOSCATEL

Como tú nunca has sabido

qué es estar enamorado,

como siempre has estimado 35

la libertad que has tenido,

tanto que en los dulces nombres

de amor fueron tus placeres

burlarte de las mujeres

y reírte de los hombres, 40

de mí te ríes, que estoy

de veras enamorado.

DON ALONSO

Pues yo no quiero criado

tan afectuoso. Hoy

de casa te has de ir.

MOSCATEL

Advierte... 45

DON ALONSO

No hay ahora que advertir.

MOSCATEL

Mira...

DON ALONSO

¿Qué querrás decir?

MOSCATEL

Que se ha trocado la suerte

al paso, pues siempre dio

el teatro enamorado 50

el amo, libre el criado

No tengo la culpa yo

desta mudanza, y así

deja que hoy el mundo vea

esta novedad y sea 55

yo el galán, tú el libre.

DON ALONSO

Aquí

hoy no has de quedar.

MOSCATEL

¿Tan presto

que aun de buscar no me das

otro amo tiempo?

DON ALONSO

No hay más

de irte al instante.

(Sale DON JUAN.)

DON JUAN

¿Qué es esto? 60

DON ALONSO

Es un pícaro que ha hecho

la mayor bellaquería,

bajeza y alevosía

que cupo en humano pecho,

la más inorme traición 65

que haber pudo imaginado.

DON JUAN

¿Qué ha sido?

DON ALONSO

¡Hase enamorado!

Mirad si tengo razón

de darle tan bajo nombre,

pues no hace alevosía, 70

traición ni bellaquería,

como enamorarse, un hombre.

DON JUAN

Amor es quien da valor

y hace al hombre liberal,

cuerdo y galán.

DON ALONSO

¡Pesia tal! 75

De los milagros de amor

la comedia me habéis hecho,

que fue un engaño culpable,

pues nadie hizo miserable,

de avaro y cobarde pecho 80

al hombre, sino el amor.

DON JUAN

¿Qué es lo que decís?

DON ALONSO

Oíd,

y este discurso advertid:

veréis cuál prueba mejor.

El hombre que enamorado 85

está, todo cuanto adquiere

para su dama lo quiere,

sin que a amigo ni a criado

acuda, por acudir

a su gusto: luego es 90

miserable amando, pues

no es, ni se puede decir

virtud, la que no es igual,

y miserable no ha habido

mayor, que el que solo ha sido 95

con su gusto liberal.

DON JUAN

A vuestra sofistería

nada quiero responder,

Don Alonso, por no hacer

agravio a la pena mía 100

del amor, y si en su historia

discurro temo quedar

vencido, y no quiero dar

yo contra mí la vitoria.

A buscaros he venido 105

para consultar con vos

un pesar; mas viendo ¡ay Dios!

que de mi amor ha nacido,

le callaré, porque quien

da a un criado tal castigo 110

mal escuchará a un amigo.

DON ALONSO

No escuchará sino bies;

que no es todo uno, Don Juan,

ser vos el enamorado,

o el bergante de un criado; 115

que vos sois noble, galán,

rico, discreto, y en fin,

vuestro es amar y querer;

mas ¿por qué ha de encarecer

el amor la gente ruin? 120

Y porque sepáis de mí

que trato de un mismo modo

burlas y veras, a todo

me tenéis, Don Juan, aquí.

Salte allá fuera.

DON JUAN

Dejad 125

que me oiga Moscatel,

que a vos os busco y a él.

DON ALONSO

Pues proseguid.

DON JUAN

Escuchad.

Ya, Don Alonso, sabéis

cuán rendido prisionero 130

de la coyuntura de amor,

el carro tiré de Venus,

tan fácil vitoria suya

que no sé cuál fue primero,

querer vencer o vencerme, 135

que un tiempo sobró a otro tiempo.

Ya sabéis que la disculpa

de tan noble rendimiento

fue la beldad soberana,

fue el soberano sujeto 140

de Doña Leonor Enríquez,

hija del noble Don Pedro

Enríquez de quien mi padre

amigo fue muy estrecho.

Este, pues, milagro hermoso; 145

este, pues, prodigio bello

es la dicha que conquisto,

es la gloria que deseo.

No os digo que venturoso

amante, ¡ay de mí!, merezco 150

favores suyos, que fuera

descortés atrevimiento

que los merezco decir;

que aunque es verdad que los tengo,

tenerlos es una cosa 155

y otra cosa es merecerlos;

y así, que los tengo, digo

que los merezco, no puedo,

que es conseguir lo imposible

dicha, y no merecimiento. 160

Con este engaño, llevado

en las alas del deseo,

lisonjeado de la noche,

aplaudido del silencio,

festejado de las sombras, 165

a quien más favores debo

que al sol, que a la luz, que al día,

vivo de saber que muero,

hasta que más declarado

pueda a rostro descubierto 170

pedirla a su noble padre,

de quien no dudo ni temo

que me la dé, porque iguales

haciendas y nacimientos,

no hay que esperar donde amor 175

tiene derechos los conciertos.

La causa de no pedirla

y casarme desde luego

con ella, es (aquí entra ahora

la pensión deste contento, 180

el subsidio desta dicha,

y el azar de aqueste encuentro)

tener Leonor una hermana

mayor, y como no es cuerdo

discurso querer que case 185

a la segunda primero,

no me declaro con él,

porque si a pedirle llego

alguna de sus dos hijas

(que claro está que no tengo 190

de decir a la que adoro)

por ser la mayor, es cierto

que me ha de dar a Beatriz;

y si digo que no quiero

sino a Leonor, es hacer 195

sospechoso mi deseo,

dispertando la malicia

que hoy yace en profundo sueño,

y quizá perder la entrada

que ahora en su casa tengo, 200

si no es ya que está perdida

con el más triste suceso

de amor, que me paso anoche...

Pues la pena con que vengo

buscándoos... Oídme, que aquí 205

os he menester atento.

Beatriz, de Leonor hermana,

es el más raro sujeto

que vio Madrid, porque en él,

siendo bellísima, y siendo 210

entendida, están echados

a perder, por los extremos

de una extraña condición,

belleza y entendimiento.

Es Doña Beatriz tan vana 215

de su persona, que creo

que jamás a ningún hombre

miró a la cara, teniendo

por cierto que allí no hay más

de verle a ella y caerse muerto. 220

De su ingenio es tan amante,

que por galantear su ingenio,

estudio latinidad

y hizo castellanos versos.

Tan afectada en vestirse 225

que en todos los usos nuevos

entra, y de ninguno sale.

Cada día por lo menos

se riza dos o tres veces,

y ninguna a su contento. 230

Los melindres de Belisa,

que fingió con tanto acierto

Lope de Vega, con ella

son melindres muy pequeños;

y con ser tan enfadosa 235

en estas cosas, no es esto

lo peor, sino el hablar

con tan estudiado afecto

que, crítica impertinente,

varios poetas leyendo, 240

no habla palabra jamás

sin frases y sin rodeos,

tanto que ninguno puede

entenderla sin comento.

La lisonja y el aplauso 245

que la dan algunos necios,

tan soberbia, tan ufana

la tienen, que en un desprecio

de la deidad del amor

comunera es de su imperio. 250

Esta tema a todas horas,

este enfado a todos tiempos,

aborrecible la hacen

tanto, que no hay dos opuestos

tan contrarios como son 255

las dos hermanas, haciendo

por instantes el estrado

la campaña de su duelo.

Ha dado, pues (yo no sé

si es necia envidia o si celo) 260

en asistir a Leonor

de suerte que no hay momento

que no ande en alcance suyo,

sus acciones inquiriendo

tanto que al sol de sus ojos 265

es la sombra de su cuerpo.

Anoche, pues, en su calle

entre embozado y secreto,

y haciendo al balcón la seña,

donde hablar con Leonor suelo, 270

la ventana abrió Leonor,

y yo a la ocasión atento

llegué a hablarla; pero apenas

la voz explicó el concepto

que estudiado y no sabido 275

no me cabía en el pecho,

cuando tras ella Beatriz

salió, y con notable estruendo

la quitó de la ventana,

dos mil locuras diciendo, 280

que si yo entendí el estilo

con que las dijo, sospecho

que fueron que ella a su padre

diría el atrevimiento.

No sé si me conoció, 285

y así, cuidadoso temo

el saber o no saber

en qué ha parado el suceso

por cuya causa no voy

a visitarla, temiendo 290

su enojo; pero tampoco

a dejar de ir me resuelvo,

porque si acaso ha llegado

a su noticia mi intento,

la vida del dueño mío 295

no dudo que corra riesgo;

y así, porque en ir o estarme

hay peligro, elijo un medio

que es enviar este papel

disimulado y secreto, 300