Adolescencias y hábitos saludables - Elizabeth Jorge - E-Book

Adolescencias y hábitos saludables E-Book

Elizabeth Jorge

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Beschreibung

Este libro ofrece una mirada profunda y multidimensional sobre los hábitos saludables en la adolescencia, explorando cómo se construyen y transforman en función de las prácticas cotidianas, las creencias personales y los contextos sociales. Desde un modelo teórico original que integra enfoques psicológicos, la autora analiza los factores individuales y colectivos que inciden en los estilos de vida adolescentes. Basado en una investigación empírica en Córdoba, Argentina, esta obra resulta una herramienta valiosa para profesionales de la salud, educación y políticas públicas que trabajan con jóvenes.

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Seitenzahl: 153

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ELIZABETH JORGE

Adolescencias y hábitos saludables

Prácticas, creencias y contexto

Jorge, Elizabeth Adolescencias y hábitos saludables : a prácticas, creencias y contexto / Elizabeth Jorge. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6532-7

1. Ensayo. I. Título. CDD 158.1

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

INTRODUCCIÓN

PRIMERA PARTE - CONSIDERACIONES TEÓRICAS ACERCA DE LOS HÁBITOS SALUDABLES EN LA ADOLESCENCIA

Capítulo 1 - ¿Cómo pueden definirse los estilos de vida?

El concepto de Estilos de Vida

Capítulo 2 - Aspectos y Dimensiones de los Estilos de Vida

Aspectos de los estilos de vida

Dimensiones de los estilos de vida

Capítulo 3 - Estilos de vida en la adolescencia

Tendencias evolutivas de los estilos de vida

SEGUNDA PARTE - FACTORES ASOCIADOS A LOS ESTILOS DE VIDA

Capítulo 4 - Factores individuales

Bienestar Psicológico

Bienestar Social

Afrontamiento

Apoyo Social Percibido

Autoestima

Síntomas de Ansiedad

Síntomas de Depresión

Capítulo 5 - Factores sociales

Ámbitos Estresores y Acontecimientos Estresantes

Consumos Culturales

Contextos Socio-Económicos

TERCERA PARTE - CONSTRUCCIÓN DE UN MODELO TEÓRICO PARA EL ESTUDIO DE LOS ESTILOS DE VIDA

Capítulo 6 - Modelos teóricos en Psicología

Modelo Transaccional de Desarrollo

Capítulo 7 - Propuesta de un modelo teórico: Interacción entre los estilos de vida y distintos factores

CUARTA PARTE - INVESTIGAR LOS HÁBITOS SALUDABLES EN LA ADOLESCENCIA

Capítulo 8 - Desafíos para el estudio de los estilos de vida desde el modelo teórico propuesto

Diseño de investigación

Capítulo 9 - Primera Etapa: Abordaje cuantitativo

Capítulo 10 - Segunda Etapa: Abordaje cualitativo

Capítulo 11 - Principales resultados del Abordaje Cuantitativo

Capítulo 12 - Principales resultados del Abordaje Cualitativo

Las prácticas y los estilos de vida: cuidados, riesgos y medidas de prevención

Las creencias y los estilos de vida

El contexto social y los estilos de vida

QUINTA PARTE - CONSIDERACIONES GENERALES

Capítulo 13 - Una mirada compleja en la conformación de los estilos de vida saludables en adolescentes

Capítulo 14 - Salud integral y rol protagónico de los adolescentes

Capítulo 15 - Lugar de la familia, escuela y amigos en la promoción de estilos de vida saludables

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

A Gabriel, Sofía y Luciano

por el apoyo constante y lo compartido cada día.

A todos esos adolescentes

que me permitieron aprender de sus experiencias.

INTRODUCCIÓN

La salud ha sido una constante preocupación en todas las sociedades a lo largo de la historia, conformándose como un valor social y cultural para el conjunto de los seres humanos, en un plano individual y colectivo. El deseo de tener salud para el desarrollo de una vida plena ha constituido una de las metas más importantes de la humanidad. Sin embargo, en la actualidad, los perfiles epidemiológicos muestran el crecimiento de enfermedades crónicas no transmisibles debido a los estilos de vida que las distintas poblaciones adoptan, según investigaciones e informes de organizaciones internacionales.

En Latinoamérica, los factores de riesgo más prevalentes para la salud de los jóvenes son aquellos relacionados con la nutrición poco saludable, la actividad física deficiente, las conductas sexuales sin protección y el consumo activo de sustancias. En todos ellos inciden los determinantes socio-económicos y el contexto del adolescente, principalmente la familia.

A nivel nacional, en Argentina la situación de la salud de los adolescentes se encuentra influida por distintos elementos y factores, tales como los hábitos y conductas relacionadas al cuidado de la salud, las enfermedades infecciosas, las carencias educativas, el acceso inadecuado a los servicios de salud, condiciones socio-económicas, entre otras.

En consonancia con lo anterior, existe una gran preocupación por el deterioro de los hábitos de salud entre los adolescentes argentinos. De acuerdo a las investigaciones a nivel nacional, se ha registrado un aumento en el número de jóvenes por consumo de alcohol, o consumo de drogas, como también embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, inactividad física (sedentarismo), consumo de alimentación poco saludable y consumo de tabaco. En tanto se constituyen en factores de riesgo, generan las posibilidades para desarrollar enfermedades crónicas no trasmisibles en la población adolescente a nivel nacional (Cordero y Cesani, 2019; Morello et al, 2019).

Es por todo esto que se hace necesario estudiar comportamientos específicos que se vinculan tanto al desarrollo como al mantenimiento de hábitos saludables en la población adolescente. Se ha observado que una de las estrategias para promocionar la salud entre los jóvenes se relaciona con el fortalecimiento de los estilos de vida (Mebarak Chambs et al., 2018).

En este libro se busca compartir los desarrollos teóricos y una investigación realizada por la autora, donde se busca caracterizar y analizar las adolescencias y sus hábitos saludables, teniendo en cuenta las prácticas (lo que efectivamente realizan), las creencias (aquello que los jóvenes creen acerca de lo que hacen en el cuidado de su salud) yel contexto (los nichos de socialización inmediatos donde los adolescentes se desenvuelven). En su conjunto estos aspectos constituyen los estilos de vida de los jóvenes.

El lector se encontrará que este libro se compone de dos partes. La primera describe un marco teórico de referencia para poder pensar e investigar los hábitos saludables en sus prácticas, creencias y contexto, es decir, los estilos de vida de los adolescentes. En la segunda parte, se presenta una investigación llevada a cabo en la Ciudad de Córdoba en distintos contextos socio-económicos.

Es importante señalar que a lo largo del libro se usará la palabra adolescentes o jóvenes de manera genérica. Se hará referencia al género percibido por las personas entrevistadas anteponiendo el artículo correspondiente, o incluso aclarando mujeres o varones cuando corresponda. Se advierte entonces, que el uso del masculino genérico en algunos casos a lo largo del trabajo, designa tanto a las mujeres como a los varones que conforman dicho colectivo de adolescentes y no pretende entrar en contradicción con las preocupaciones manifestadas en relación con las problemáticas de género, sino que responde meramente a cuestiones estilísticas.

Por último, este escrito busca ser una herramienta de consulta para aquellos profesionales de la salud que trabajen con adolescentes, así como docentes, directivos y equipos de gestión que realicen intervenciones específicas con esta población.

Primera Parte

Consideraciones teóricas acerca de los hábitos saludables en la adolescencia

Capítulo 1

¿Cómo pueden definirse los estilos de vida?

De acuerdo a una revisión histórica, el concepto de estilos de vida surge al final del Siglo XIX. Comienzan a ser estudiados por la necesidad práctica de conocer mejor a la población. De esta manera, se constituyen como un objeto de conocimiento que se identifica con el modo de ser y comportarse de las personas (Ascencio Díaz et al., 2016). Posteriormente, su abordaje se centra en la parte social, dándole énfasis a aquellos factores que determinaban socialmente la adopción de uno u otro estilo de vida; es decir, por las condiciones socio-económicas de las personas.

Hasta fines del Siglo XIX, se consideraba que los estilos de vida debían ser protegidos ante la contingencia de la enfermedad. La idea de base era que la enfermedad interfería en el “normal desenvolvimiento” de la persona, es decir, en su estilo de vida. A principios del Siglo XX, se agrega una nueva consideración: los estilos de vida conforman modos particulares de vivir la enfermedad. A su vez, estos modos facilitaban o dificultaban el acceso y las relaciones con el profesional de salud (especialmente el médico), ya que se constituían en “barreras culturales”.

Durante la segunda mitad del Siglo XX, se produce un redimensionamiento del concepto de salud y de los determinantes de la salud. A partir de los años cincuenta, las enfermedades crónicas empiezan a revelarse como uno de los problemas principales de la sociedad. En consecuencia, se comenzó a concebir que la determinación de la salud es un proceso complejo, multifactorial y dinámico. Asimismo, se consideró que los factores enunciados interactúan no solo para deteriorar la salud, sino también para incrementarla y preservarla.

De esta manera, los estilos de vida son reconocidos por su responsabilidad en la causación de las enfermedades, dado que las personas adoptan determinados hábitos que se constituyen en riesgosos para su salud. A partir de la década de los ochenta se realizan estudios exhaustivos para elaborar estrategias de intervención en los estilos de vida, teniendo en cuenta las repercusiones que tienen en la salud. Este interés tuvo como causa el incremento en el número de personas que morían a causa del desarrollo de enfermedades crónico-degenerativas asociadas a estilos de vida poco saludables (Salas Cabrera, 2015).

El concepto de Estilos de Vida

Los estilos de vida son comportamientos habituales y cotidianos relativamente permanentes en el tiempo, y que caracterizan el modo de vida de un individuo. Además de las pautas conductuales observables, los estilos de vida también incluyen creencias, expectativas, motivos, valores y emociones que se presentan asociados con la conducta (Ascencio Díaz et al, 2016).

Son patrones complejos, coherentes y bastantes estables a lo largo del tiempo. Se van conformando a lo largo de la historia de vida de una persona, mediante un proceso de aprendizaje y representa un producto complejo, fruto de la interacción de diversos factores (personales individuales, interacciones sociales y condiciones de vida socio-económicas y ambientales) (Ascencio Díaz et al, 2016; Campo et al, 2016). Sin embargo, es durante la adolescencia que se eligen los estilos de vida como un producto del acontecer (ser) adolescente en relación con la salud.

Por otra parte, puede considerarse que los estilos de vida constituyen procesos tantos individuales como sociales. En relación con el proceso individual, son conductas dotadas de significado personal y son desarrolladas por sujetos singulares. En cuanto a los procesos sociales, involucran una serie de tradiciones, hábitos y conductas de las personas y grupos que permite entender por qué miembros de grupos específicos llevan estilos de vida muy similares (Campo et al, 2016). Tener en cuenta ambos procesos en la conformación de los estilos de vida, permite adoptar una mirada más contextual o “estructural” donde no sólo importa el comportamiento de las personas, sino también se indagan las condiciones materiales, sociales y culturales que favorecen la adopción de los comportamientos.

Generan un impacto importante en la salud, por lo cual se los considera tanto como factores de riesgo como factores protectores de ésta. A pesar de que está comprobado el efecto que estos patrones tienen sobre la salud mental, los profesionales suelen desestimarlos.

Si bien no existe una definición unívoca de estilos de vida saludables, se pueden delimitar como un patrón de conductas que se caracterizan por ser observables y constituir hábitos (es decir, tienen consistencia en el tiempo). Son fundamentales para el mantenimiento de la salud, ya que implican la adopción de conductas que promueven la salud. Son patrones de conducta individuales que no se presentan de modo aislado, sino que se constituyen en una estructura de comportamientos organizados, complejos, coherentes, estables y duraderos, y parecen estar influidos directamente por el entorno en el que viven las personas (Ascencio Díaz et al, 2016).

Es importante señalar que es difícil encontrar el estilo de vida saludable ideal. A pesar de ello, se puede mantener un estilo de vida saludable adecuado, tratando de conservar ciertos hábitos de vida que les permitan a las personas protegerse de desarrollar enfermedades crónico-degenerativas y poseer las condiciones necesarias para lograr realizar actividades de la vida diaria sin la complicación física o mental que esta demande (Salas Cabrera, 2015).

Capítulo 2

Aspectos y Dimensiones de los Estilos de Vida

Los estilos de vida pueden abordarse considerando sus aspectos y dimensiones. En relación con los aspectos, tal como lo plantean distintos autores (Vazquez Treviño, 2015), se pueden mencionar los estilos de vida desde tres aspectos: (a) prácticas, (b) creencias y (c) factores contextuales. Por otra parte, en cada uno de estos aspectos es posible identificar distintas dimensiones de los estilos de vida. Si bien no existe acuerdo sobre el número de dimensiones, para este trabajo se han delimitado siete: (a) Actividad física, (b) Consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, (c) Hábitos alimentarios, (d) Autocuidado y cuidado Médico, (e) Recreación y manejo del Tiempo Libre, (f) Sexualidad y (g) Sueño (ver Tabla N° 1).

Tabla 1. Estilos de vida, Aspectos y Dimensiones.

Aspectos

Dimensiones

Estilos de Vida

Prácticas

- Actividad física

- Consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias

Creencias

- Hábitos alimentarios

-Autocuidado y cuidado Médico

Factores contextuales

-Recreación y manejo del Tiempo libre

- Sexualidad

- Sueño

Este abordaje multidimensional coincide con los aportes de diferentes estudios realizados en población adolescente y joven. Asimismo, se ha tenido en cuenta que cada una de esas dimensiones de los estilos de vida se vinculan tanto con la protección como con el riesgo para la salud (Ascencio Díaz et al, 2016; Véliz Estrada, 2017).

Aspectos de los estilos de vida

En el abordaje de los estilos de vida pueden considerarse tres aspectos: prácticas, creencias y factores contextuales. Cada uno de ellos dan cuenta de la complejidad que implica su estudio. Para definirlos se han tenido en cuenta los aportes de las investigaciones en el tema (Vazquez Treviño, 2015; Véliz Estrada, 2017; Galdames Cruz et al, 2019).

En tanto prácticas, los estilos de vida constituyen un conjunto de pautas y hábitos comportamentales cotidianos de una persona. Es decir, comprenden aquello que las personas hacen para cuidar o no su salud. Son patrones de conducta individuales que demuestran cierta consistencia en el tiempo. Sin embargo, son continuamente sometidos a interpretaciones y puestos a prueba en distintas situaciones sociales. Es por ello que no son fijos, sino que están sujetos a cambios.

Por su parte, las creencias se relacionan con lo aquello que las personas creen sobre lo que hacen, y juegan un importante papel en la regulación de los estilos de vida. Constituyen un factor cognitivo asociado, determinante o predisponente de cambios conductuales y la adopción de estilos de vida saludables o no. Se considera que el pensamiento actúa sobre la conducta de salud en forma de un conjunto dinámico de ideas que acompañan el comportamiento y le otorgan sentido. Es por ello que, la representación subjetiva de la propia salud constituye un mediador de la conducta e incide en la adherencia a estilos de vida saludable.

Mientras que los factores contextuales se refieren a aquellos nichos de socialización (familia, escuela y pares) que inciden en el establecimiento de determinadas pautas, promocionando o inhibiendo determinadas conductas ligadas a los estilos de vida. Es el ambiente familiar y cultural el que aporta los contenidos cognitivos que el adolescente asume como creencias propias, “filosofías de vida, esquemas cognitivos, etc.

Dimensiones de los estilos de vida

Se pueden delimitar siete dimensiones para el abordaje de los estilos de vida en los adolescentes: Actividad física, Consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias, Hábitos alimentarios, Autocuidado y cuidado Médico, Recreación y manejo del Tiempo Libre, Sexualidad y Sueño.

La actividad física es considerada un determinante fundamental de los estilos de vida saludables, ya que disminuye los factores de riesgo y establece hábitos de vida saludables, conformándose en factor protector (García-Laguna et al, 2012; Gamito Carballo, 2016). Asimismo, los aspectos que pueden determinar la actitud del adolescente hacia la actividad física pueden ser: a) la actividad física llevada a cabo por padres y hermanos, b) la actitud de la familia hacia la actividad física, y c) la clase social a la que pertenece la familia (Gamito Carballo, 2016).

El consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias puede definirse como la ingestión, la aplicación o la absorción de sustancias que generan alteraciones en el sistema nervioso central y en el comportamiento. Estas alteraciones difieren según el nivel del consumo y producen consecuencias negativas para la salud.

Teniendo en cuenta los factores contextuales del adolescente, la familia se puede convertir en un factor de riesgo frente al consumo de sustancias. Especialmente cuando hay un desequilibrio en el hogar, falta de comunicación o cuando existen prácticas parentales inadecuadas tales como el consumo de alcohol por parte del padre y/o la madre (Mendez Ruiz et al, 2016). La influencia de los amigos también juega un papel central en la iniciación y el mantenimiento del uso de sustancias en los adolescentes y es, además, el principal factor de riesgo para el consumo de tabaco en los jóvenes (Vazquez Treviño, 2015).

La tercera dimensión son los hábitos alimentarios, es decir, aquellas prácticas que se relacionan con la selección e ingesta de los alimentos. Es decir, se tiene en cuenta el tipo y la cantidad de alimentos, los horarios y espacios en los que se consumen y algunas prácticas relacionadas con el control del peso. Si estas acciones son adecuadas, permitirían satisfacer las necesidades físicas del organismo, favorecerían el funcionamiento diario del cuerpo, el desarrollo de las funciones vitales y el estado de salud, y prevendrían la aparición de algunas enfermedades.

Durante la etapa de la adolescencia se producen cambios en los hábitos alimenticios, dados fundamentalmente por la influencia por los medios de comunicación y los pares. El influjo se da en la toma de decisiones en el consumo de los alimentos, pudiendo conducir o no a trastornos alimenticios (Cedillo-Ramírez et al, 2016).

Los autocuidados y el cuidado médico son aquellos comportamientos voluntarios que realiza el joven en beneficio de su salud. Abarca las actividades que se destinen a cuidar la salud y las que permitan prevenir lesiones, detectar a tiempo síntomas o señales de enfermedad o que se facilite una pronta recuperación en caso de que exista una afectación. Son ejemplos de estas conductas cuidar la higiene, tomarse los medicamentos según la prescripción médica, realizarse exámenes, explorar el propio cuerpo, llevar a cabo medidas de seguridad (como el uso de cinturón de seguridad, o atender a las señales de tráfico), etc.

En la dimensión de la recreación y el manejo del tiempo libre, se consideran aquellas actividades, individuales y/o grupales, que se realizan en el tiempo de ocio y que conllevan una gratificación inmediata. Es el tiempo en el que las personas desarrollan actividades destinadas a satisfacer sus gustos e intereses, al placer, al descanso, al desarrollo y la integración social. Además, estas actividades son elegidas libremente según las preferencias.