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Soy Carolina Casabella, Licenciada en Parapsicología, clarividente natural y médium natural. Tuve la necesidad de plasmar mis escritos para que de esta manera las personas que accedan a ellos puedan autoayudarse ellas mismas a lograr abrir sus Alas y volar. Cuando comencé a escribir Alas entendí que este libro era algo especial, y hasta en un punto diferente, entendí que los seres humanos podemos tener ciertos conocimientos, estudios, ideas, pero siempre a la hora de un escrito volvemos a refrescarlo o aprenderlo de nuevo. Aprendí y volé junto a Alas, del mismo modo que lo hago en cada sección, no te pongas un techo leyéndolo y entendé más allá de lo que tu mente quiere o te diga que entiendas.
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Seitenzahl: 143
Veröffentlichungsjahr: 2021
CAROLINA MÓNICA CASABELLA
Casabella, Carolina Mónica
Alas / Carolina Mónica Casabella. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Autores de Argentina, 2021.
200 p. ; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-87-1573-5
1. Autoayuda. I. Título.
CDD 158.1
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com
info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Pudiera mentir y decir que le dedico este libro puntualmente a todo el mundo.
Y muchísimas cosas más, también podría decir, inventar cosas y quedar bien con muchas personas.
Pero no sería realmente mi intención y ahí estaría haciendo algo para quedar bien con los demás, y en verdad en la vida uno se la pasa haciendo cosas para quedar bien con los demás.
Quiero ser sincera y poder realmente dedicarle Alas a una personita muy especial que logré conocer hace poco tiempo, pero me enseño mucho, y una de las cosas que me enseño es a ser libre, decir lo que siento, que confié en quien se lo merece, que haga de la vida un sendero de tranquilidad interior y después exterior.
A esa personita le dedico este libro íntegramente, para que sepa, recuerde y no olvide que nunca se debe tener miedo a nada, menos a no poder algo.
Este libro es para la niña que descubrí, entendí y guarde en mi corazón….
Te lo dedico a vos mi niña Carolina Casabella.
Cuando comencé este recorrido de aprendizaje, enseñanzas, y poder empezar a compartir en estas letras mi humilde aprendizaje, me di cuenta de que desde el minuto uno de comenzar a plasmar en Alas mis conocimientos yo también revivía y refrescaba junto a mis escritos.
Alas son las alas de cada uno de nosotros, las tuyas, las mías, las de todos. Que en algún momento de la vida nos sentimos, o llegamos a la orilla del precipicio y no logramos poder volar, saltar. Por diferentes miedos cotidianos claramente.
La idea de poder compartir Alas con todos ustedes es poder desde el autoconocimiento personal conocernos.
¿Vos pensás que te conocés?
Te invito a recorrer cada letra de Alas para que lo compruebes.
... Le agradezco al universo que me brindó las herramientas para lograr plasmar, desde un punto colaborar en ese ser que con sus ojos acaricie estas letras.
Carolina Casabella
En una de esas noches llegó la primera noche, lo visualizo a Santiago en la Biblia, me preguntó él porqué, voy, miro, leo y se asemejaba a lo que se ha estado viviendo en estos momentos.
En la segunda noche mostrales el camino…
Camino por un lugar blanco algodonado, bello, cálido, con sonido de trompetas y ángeles que se sostenía en el aire con cabellos dorados. Un ángel de pie delante de mí, el más alto, esbelto, su cabello parecía hilos de oro, me preguntó cómo estaba y le respondí que en ese lugar me sentía muy bien, que era mágico, hermoso y él me respondió... que mi lugar no era ese lugar, es allá... mostrales el camino, enseñales. Y mucho no podía entender lo que me decía en ese momento, ahí estaban mis cuatro abuelos. Pude entender en qué lugar estaba al girar para un costado. Veo un sillón grande de respaldar alto, todo de oro, ahí sentado había un maestro al que lo vi grande y no logré ver su rostro al irme del lugar. Caminé para atrás y mi cuerpo se elevó, empecé a sentir que volaba en ese vuelo tan maravilloso, tan suave, sentía que me iba del lugar, mientras sentía que al irme miraba ese lugar tan blanco parecido al algodón y esos ángeles, qué bellos con sus rostros, con sus trompetas, el sonido indescriptible de su música suave y armónica de luz angelical llenaba mi alma, mi ser. Guardando en mi retina cada nube, cada ángel, cada trompeta, el oro de sus cabellos y el trono de oro, meditar, volar, respirar, sentir.
“El caballo blanco con un cuerno y un lugar todo blanco Ahí están, esos son dos seres vestidos de blanco, me dicen que suba con fuerza a ese caballo la fuerza y la libertad”.
Nadie agarra tu mano por casualidad, nada es casual, todo tiene un propósito, nadie se cruza con alguien por casualidad. Solo por causalidad el que se acerca a tu vida siempre te deja algo que deberás aprender. Y si lo aprendés desde ese lugar conocerás a otra persona que no te dejará el mismo aprendizaje sino otro para que subas otro escalón. Pero principalmente para que crezcas un poco más.
Noche 3 y de repente me encuentro caminando en un lugar oscuro, tenebroso, triste diría.
Tumbas de un cementerio, quizás me sentí por un momento viva entre ellos, sentí miedo por estar ahí, sentí impotencia, dolor y me fui, sentí que puedo impedirlo, sentí que eso sería un resultado a lo que está pasando hoy, “pandemia”, “oración”, la fe sería uno de los caminos, la fe podría ser el camino a que el polvo vuelva al polvo.
Pero pedí con fe, no dudando de nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
Tengamos también nosotros paciencia y afirmemos nuestros corazones.
Me levanté una mañana con tres palabras progresar, ayudar, aprender.
Luz.Ayudar.Espiritualidad.
Cuando me toca hablar de fe con la gente puedo darme cuenta de que en su gran mayoría todos piensan lo mismo.
Y cuando pregunté me encontré con distintos pensamientos, pero todos se unían en un punto.
Elvio:
¡¡¡Hola!!! Bueno, para mí tener fe es tener la certeza o mejor dicho la esperanza de que ante alguna situación que se me presente la pueda resolver pidiéndole ayuda a un ser supremo superior que desde el punto de vista de la Iglesia sería Dios y a nivel terrenal por ejemplo vos. Cuando alguien dice “teneme fe que te voy a ayudar”, eso es tener esperanza de que las cosas van a mejorar.
Anahí:
Es el valor más importante y el motor de la vida en momentos difíciles.
Natalia:
La fe para mí es creer en algo con el alma que no se ve.
Nélida Beatriz:
Buen día. Es cuando crees en algo, por ejemplo creer en Dios y tenés fe.
María Victoria:
Yo creo que a la fe no se elige tenerla, sino que te elige a vos. Es creer sin ver, como decía Santo Tomás de Aquino.
Gastón:
Hola, para mí la fe es un sentimiento que nace de uno y que lo motiva a creer que algo se haga realidad.
Teresa:
Es la creencia muy fuerte en algo que te sale del corazón.
Beatriz:
Es confianza en Dios como creador y origen de todo.
Dicho sintéticamente más allá de todas las religiones.
Gabriela:
Confiar en lo que no veo con mis ojos. Confianza en que Él está, de que existe... más allá de mi limitada lógica humana.
María Teresa:
La fe es creer. En Dios por ejemplo... Sería creer que existe. Tener la certeza de su majestuosidad y divina esperanza.
Carlos:
La fe para mí es creer en algo, uno necesita tener fe para lograr objetivos, es como atraer lo positivo, uno cree tanto que con el tiempo se plasman las ideas, los objetivos. Te mantiene vivo.
Podría plasmar muchísimos testimonios más acerca de la fe, pero creería que hasta ahí está bien.
No importa qué nombre le pongas a quien le tengas fe.
A Dios, al universo.
Al cielo, a un Buda, etc.
Sabemos que la fe es el motor de todo si ese motor no está en marcha, entonces no se logrará avanzar.
Sabemos que si una persona está internada en una situación crítica hasta el no creyente en Dios va a pedir desde esa fe a ese no sé qué, que lo ayude, que lo salve, que no lo deje morir, pues entonces desde ese lugar, desde esa fe, desde ese motor, desde esa fuerza, milagrosamente ese familiar se salva.
Los efectos de la fe en la vida de una persona indudablemente son muy grandes, es muy emocionante cómo la fe cambia el destino de las personas, de sus vidas.
Hace que se transforme en un ser humano diferente.
Una persona con fe es una persona segura, podría decir hasta sin miedos.
Un ser humano con fe es una persona creyente y un ser creyente lleva una vida tranquila y segura porque la fe es una fuente de seguridad.
Por lo tanto quienes no creen o creen y dudan viven sus vidas con temor, miedos, angustias, depresiones, ansiedad, etc. Tienen miedo a lo que vendrá y nunca se sienten cómodas o seguras respecto a su futuro.
Viven vidas desorientadas pudiendo hasta decir llevando una vida miserable.
Creer en Dios u otros seres sobrenaturales es algo frecuente, en todos los países, culturas y épocas.
¿Por qué la gente piensa que existe un ser o varios que crearon el mundo y al ser humano?
Tengo la sensación de que es diferente el cerebro de una persona con fe y una persona que no la tiene.
Aunque podría decir que en algún punto todos tuvieron o tienen fe. Recuerdan cuando éramos chicos teníamos una ilusión, simultáneamente fe en que eso sería así, cuando esperábamos tan ansiosos a los Reyes Magos.
Hablar de fe nos lleva a 1972, en la cordillera de los Andes. Cuando el 13 de octubre 1972 un avión de la fuerza aérea uruguaya vuelo 571 que transportaba a 45 pasajeros, entre ellos los integrantes del equipo juvenil de rugby oriental Old Christians.
Fe, tragedia y milagro, expresión que refiere al accidente ocurrido en la cordillera de los Andes.
Un accidente en el cual sobresalen los valores humanos que hicieron posible la supervivencia de 16 personas.
Los sobrevivientes atrapados por las montañas nevadas a casi 4000 m. S. N. M. no tenían suficiente comida, sin agua, sin vestimenta adecuada, y tolerando temperaturas bajísimas.
Tenían que realizar pequeñas expediciones, de esta manera fueron conociendo más y más las montañas, de esta manera hallaron la cola del avión en la cual se encontraban las baterías necesarias para reparar la radio con intentos fallidos.
Tuvieron que alimentarse con cuerpos de sus compañeros fallecidos para de esta manera poder sobrevivir, eso fue muy duro para ellos.
Falta de alimentos y duras condiciones que se tuvieron que afrontar, de esta manera tuvieron que tomar la decisión antes de morir de poder alimentarse con los cuerpos de sus compañeros fallecidos.
Por las noches rezaban el rosario cada noche, ellos tenían fe de que se salvarían.
Una fe que nunca perdieron, fue esa fe que los sostuvo cada día. Elevaban plegarias y sentían que se salvarían, que las cosas cambiarían.
(Sus familiares sostienen que ellos por las noches también rezaban el rosario y que ellos sentían que estaban bien y que regresarían).
Tres de los sobrevivientes (Fernando Parrado, Roberto Canessa, Antonio Vizintin) con mucho sacrificio empezaron a caminar rumbo al oeste para llegar a los valles de Chile. Al día 3 de caminar decidieron que Antonio debería regresar al fuselaje.
De esta manera Roberto y Fernando siguieron caminando por siete días por las montañas de los Andes.
Luego de esa caminata por 10 días se encontraron con Sergio Catalán (el arriero, que a través de un papel y un río lograron que él lea ese papel, el arriero a caballo anduvo x 14 horas para ir a entregar ese mensaje, donde ni siquiera sabía si realmente eran ellos).
Gracias a ese acto logró salvarles la vida porque Sergio Catalán volvió con el ejército, con helicópteros, con equipos de rescate.
Ese mismo día se comenzó el rescate logrando rescatar a 6 sobrevivientes aquel día. Fue dificultoso el rescate por el clima de la montaña y algunos de ellos tuvieron que esperar una noche más.
Aunque esa noche tuvieron comida y especialistas se quedaron con ellos, al día siguiente terminó el rescate.
El avión cayó en los Andes y tuvimos que permanecer 70 largos días y sus noches. En aquella historia increíble de la cual seguimos hablando hoy.
De la cual se han hecho tres películas, se han escrito 26 libros.
Nueve documentales que la convierten sin duda como dice la National Geographic, en la historia más increíble de supervivencia protagonizada por la gente del común.
La cuestión es que el avión…
Agarramos hacia el sur y comenzamos a cruzar la cordillera por el paso del planchón. Salió uno de los militares de la cabina y nos dice:
“Señores, pónganse los cinturones por que el avión va a bailar un rato”.
Y efectivamente, nos ponemos los cinturones, el avión empieza a sacudirse, porque venía una zona de turbulencias.
Y de pronto un pozo de aire gigantesco, que bajamos 600 metros de golpe, inmediatamente caímos en un segundo pozo de aire, y de pronto, el golpe más brutal que te puedas imaginar cuando el avión choca con la panza y con el ala. El frío más brutal que entraba, el caos más absoluto, el criterio.
De pronto el silencio, porque el avión al perder los motores, se sentía el silencio solamente, el razonamiento contra la nieve.
Y los gritos hasta que después de esa carrera alocada, el fuselaje se detiene abruptamente.
Todos los asientos se van para adelante. Quedamos apretados todos dentro de un remolino de fierros.
Gustavo Nicolich (era el encargado de escuchar la radio, solía escucharla entre medio de las turbulencias de las montañas) y me acuerdo que entró dentro del fuselaje y me dijo quizá porque yo era el más chico me dice:
—Carlitos, tengo una buena noticia para darte.
Le digo:
—¿Qué pasó?
—Acabo de escuchar en la radio, una radio chilena donde el locutor dijo que dieron por finalizada la búsqueda del avión uruguayo y van a venir a buscar nuestros restos en febrero cuando vengan los deshielos”.
¿Cómo buenas noticias?, lo quería matar, imagínense que a ese chico malcriado, consentido y caprichoso le dicen que es una buena noticia que no nos busquen más.
Y él me agarró del cuello, me miró a los ojos y me dijo:
—Carlitos, ¿sabés por qué es buena noticia?
—¿Por qué? —le digo yo.
—Carlitos, tenemos que encontrar nuestros propios recursos.
Hoy mirando 47 años atrás puedo decir qué razón tenía mi amigo Nicolich, cuando me dijo que era buena noticia.
Porque ese día dejamos de sobrevivir y empezamos a vivir.
Para mí sobreviviente es aquel que está esperando que lo vengan a buscar, pero cuando uno se convierte en el timonel de su propio destino la historia cambia y ese día cambia.
Y nosotros salimos a pelear la historia, quizás seamos de los pocos seres humanos que hemos padecido la sensación de no existir más.
O sea que el mundo entero se había olvidado, yo no podía entender de que se llegaba a la luna en aquella época, se escuchaban las noticias que se seguía jugando al fútbol.
Que el 8 de diciembre se festeja el Día de las Playas en Montevideo y nosotros perdidos en los Andes.
Es algo que nos costaba mucho entender, que el camino va por uno, no por lo que les pasa a los demás.
Creo firmemente que de la Cordillera muchas cosas, aprendí muchas cosas que aprendemos durante toda la vida, digo a lo largo de la vida, pero si tuviera que rescatar las cosas más importantes fue primero que nada el trabajo en equipo.
Nuestra historia fue una historia netamente grupal. O sea que fue de trabajo en equipo. Está convertida de hecho en una de las historias monumentales de trabajo en equipo a tal punto que, en Estados Unidos, muchas universidades usan el libro nuestro Alive, como libro de cabecera para hablar sobre teamwork, como dicen los americanos.
Creo que fue una historia netamente grupal.
Después la toma de decisiones, nosotros tuvimos que tomar decisiones, durísima pero las tomamos.
Nosotros nos tuvimos que adaptar de golpe de la nada
de ser unos chicos mimados y consentidos, a tratar de vivir o sobrevivir en un medio que nosotros no conocíamos.
Y después para mí una de las cosas más importantes que hace referencia a una frase que aprendí hace poco tiempo, una frase de San Francisco de Asís que dice:
“Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible y terminarás haciendo lo imposible”.
Yo aprendí hace poco esa frase, pero fue lo que nosotros hicimos.
Empezamos haciendo lo necesario, luego lo que era posible, y terminamos haciendo lo imposible.
Reapareciendo después de esos 70 largos días con sus noches en esa historia increíble de adaptación, de lucha permanente, de solidaridad, de amor, mucho amor también, porque aparte la lucha era por cosas muy simples.
Porque uno aprende en la Cordillera de las pequeñas grandes cosas.
Que son las que le dan el verdadero sentido a la vida.
Hay dos palabras para mí que son la cabecera de la historia.
Una es la humildad, pero no porque yo sea humilde, sino porque Dios nos hizo cada vez que nos la creíamos, nos pegó un garrotazo y nos dijo: “Señores, es por abajo”.
Fíjate que nosotros tuvimos el accidente del avión, recibimos la noticia de que no nos buscaban más, tomamos la decisión de alimentarnos de nuestros compañeros muertos.
Cuando estábamos organizándonos, viene una avalancha en que mueren 8 o sea que era como permanentemente el “no”, después encontrar la cola del avión y no poder hacer funcionar la radio que era donde estaban las baterías.
O sea que fue un permanente no nuestra historia.
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