Amarrando El Bully - Nadia Dantes - E-Book

Amarrando El Bully E-Book

Nadia Dantes

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Beschreibung

Amarrando El Bully

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EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2016

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Amarrando el Bully

Virginia Locke, Nadia Dantes

––––––––

Traducido por A.J.  Garza 

“Amarrando el Bully”

Escrito por Virginia Locke, Nadia Dantes

Copyright © 2016 Nadia Dantes

Todos los derechos reservados

Distribuido por Babelcube, Inc.

www.babelcube.com

Traducido por A.J.  Garza

“Babelcube Books” y “Babelcube” son marcas registradas de Babelcube Inc.

Tabla de Contenidos

Página de Titulo

Página de Copyright

Amarrando el Bully

Amarrando el Bully

Lista de historias en la serie de Las Niñeras

Nota del Autora

Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares, e incidentes son productos de la imaginación del escritor/a  y son usados como ficción. Todos los personajes en este trabajo de ficción tienen 18 años de edad o son mayores de edad.

Amarrando el Bully

¿Dónde diablo está? Darren pensó mientras jalo de nuevo las correas de cuero envueltas alrededor de sus muñecas y, más inconveniente, los postes de la cama. Heather lo había atado bien, sin embargo, y sus esfuerzos parecían ser en vano. Ella estaba hablando de un juego, y sonriéndole con una sonrisa atractiva, ¿cómo iba a decirle que no? Al principio era divertido, y un poco caliente también. Mirando hacia abajo de su camisa mientras se inclinaba sobre él había sido muy caliente, en realidad. Sus tetas eran enormes, y mirando a esa piel cremosa hicieron que su pene se endureciera completamente. Él había estado listo para la acción, pero luego se le había dado una tímida sonrisa y un guiño y dijo, “Regreso en un momento.”

Eso fue hace casi hace una media hora. La erección se le había ido, igual como su alegría. Ahora solo estaba irritado. Él había gritado un par de veces, pero no hubo respuesta. Parecía que ella estuviera jugando con él, y esto era toda una gran broma.

Su madre probablemente la había convencido que ella hiciera esto. Ella siempre estaba tratando de avergonzarlo en ir a la universidad o conseguir un trabajo, o mudarse. Ella probablemente consiguió que Heather les cuidara a sus hermanos más jóvenes como una excusa para hacerle esto. Ellas probablemente iban a entrar a la habitación repentinamente en cualquier momento, Heather riéndose y su madre gritando, agitando su dedo.

Un momento después de terminar ese pensamiento, Heather finalmente volvió. Su madre no la acompañaba. Lo que vio hizo que su corazón acelerar, y sus ojos se abrieron cuando su pene saltó de nuevo completamente duro.

Heather había intercambiado su camiseta azul y pantalones vaqueros por un corsé de cuero con una cremallera en la parte delantera y una falda de encaje negro con medias por debajo. Botines con tacón estilete la hacían aparecer más alta y resonaban en el suelo de madera mientras entrabo. El corsé de cuero negro y rojo acentuaba sus anchas caderas, levantando su busto voluptuoso tanto y se sorprendió que no se derramaran hacia fuera. Su pene tembló mientras se movía ágilmente hacia él, su escote moviéndose gratamente mientras sus grandes caderas se balanceaban de un lado a otro y sus tacones hacían clic.

“¿Así que ahora te gusta lo que ves?” ella dijo, los labios de color rojo oscuro se sonrieron.

Darren asintió. “Claro que sí,” dijo con una sonrisa, mientras sus ojos devoraban su escote voluminoso.

Sin embargo, él estaba tan concentrado en mirarla que no se había dado cuenta de que sus manos estaban detrás de su espalda, y mucho menos que ella balanceaba casualmente un látigo de crin en la mano izquierda. Cuando ella lo levanto a su vista, él tomó un momento para entender, y luego su expresión de alegría se desvaneció en aprensión. Heather se inclinó hacia delante, el látigo negro de crin en su mano hasta que ella lo movió ligeramente contra entrepierna de Darren. Ella sonrió mientras Darren miró con suspicacia.

“Obviamente,” dijo, y lamio sus labios rojos llenos. El color complemento su pelo castaño rojizo, igual que la sombra de ojos complementaba sus ojos marrones oscuros. Ojos que ahora brillaban con picardía mientras miraban hacia abajo a su erección. “Esto muestra que  te gusta.” Ella se rio entre dientes, y agito las fibras negras sobre su entrepierna de nuevo, su mirada oscura lo miraba.

“Ya que tengo tu ate [...]