América Latina: Integración regional y geoeconomía mundial - Osvaldo Martínez - E-Book

América Latina: Integración regional y geoeconomía mundial E-Book

Osvaldo Martínez

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América Latina enfrenta una posición única en su historia, por primera vez una crisis económica a escala global iniciada en los Estados Unidos y Europa no golpea a la región con fuerza multiplicada por el subdesarrollo y la dependencia, e incluso por vez primera ocurre la crisis con una relación de intercambio favorable para la región. La imposibilidad de los centros hegemónicos de sustentar proyectos de asociación o integración con la región propician los nuevos caminos y probablemente positivo escenario de futuro de América Latina y la integración regional su consecuencia lógica. Existe la base de recursos naturales y humanos, y la masa crítica financiera suficiente para sustentar la integración. América Latina tiene mucho para sustentar la integración y al mismo tiempo, tiene una deuda que cancelar en su condición de región más inequitativa del planeta, con la mayor carga de desigualdad social.

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Seitenzahl: 187

Veröffentlichungsjahr: 2017

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Título original: América Latina Integración Regional y Geoeconomía mundial

Edición y corrección: Gladys Estrada

Diseño de cubierta: Lilia Díaz González

Diseño interior: Yadyra Rodríguez Gómez

Diagramación: Rosalina Puerto Sorio

© Osvaldo Martínez Martínez, 2012

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial, 2012

ISBN 978-9962-697-08-4

Ruth Casa Editorial

Calle 38 y ave. Cuba, edif. Los Cristales, oficina no. 6

apdo. 2235, zona 9A, Panamá

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

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CONTENIDO

Capítulo 1

América Latina: integración regional

en la Economía mundial 

Introducción 

La dotación de recursos naturales es

considerable 

América Latina en el pensamiento

geopolítico 

América Latina en la geografía económica

y política internacional: intereses

de los principales bloques y actores

internacionales en la región 

Los Estados Unidos

Unión Europea

China-Asia

Resto de Asia-Pacífico

Rusia-Europa oriental

África y países árabes

Los BRIC

La integración latinoamericana:

la pieza clave 

La integración regional en su gran

oportunidad

Bibliografía 

Capítulo 2

Crisis económica global: Tres años

de recorrido 

Capítulo 3

Crisis económica global, guerra económica y gasto militar / 84

Equilibrio del terror financiero y escalada

militar de los Estados Unidos 

¿Hacia la guerra económica?

Crisis económica y tendencias políticas

Capítulo 4

Campaña de Fidel sobre la deuda externa veinticinco años después 

¿Qué ha ocurrido después de 1985?

Términos de la deuda externa en 1985

¿Qué había ocurrido?

Capítulo 5

Democracia y exclusión social 

Tendencias hacia una mayor desigualdad

y el capitalismo global 

Desigualdad y democracia en América Latina. Modelo económico y democracia 

Democracia y gobiernos que proclaman

el socialismo del sigloXXI 

Bibliografía 

El autor 

Enlaces

Capítulo 1

América Latina: integración regional

en la Economía mundial

Introducción

Hasta los años ochenta del pasado siglo xx, la región de América Latina y el Caribe era considerada convencionalmente como una cierta clase media en la escala comparativa mundial, en la que ocuparía una posición por encima de África y Asia en cuanto a nivel general de desarrollo, aunque claramente por debajo de los Estados Unidos, Europa occidental y Japón, los hasta entonces arquetipos de países desarrollados.

La precoz liberación de la sujeción colonial directa de casi toda la América hispánica desde el primer cuarto del siglo xix y la independencia negociada del Brasil, colocaron a este grupo de países ya en condición republicana, en aparente ventaja para comenzar a ascender por la escalera del desarrollo, en comparación con África y Asia, entonces sumidas en el colonialismo y la pobreza extremas. Desde entonces varias figuras sobresalientes del proceso de fundación de los estados-nación en lo que después, con visión europea, sería denominado América Latina, coincidieron en señalar los factores que parecían inclinar a esas jóvenes naciones a una integración afianzada en la comunidad lingüística-cultural, la continuidad territorial y la historia de luchas compartidas.

Transcurridos doscientos años desde el inicio de las acciones por la independencia del dominio colonial, América Latina y el Caribe, han perdido aquella convencional categoría de “clase media” debido al ascenso de China, India, Corea del Sur y otros países del sudeste asiático y la Cuenca del

Pacífico que avanzan con mayor rapidez, y sin haber alcanzado ninguno de sus países la categoría de desarrollados, ni tampoco termina de realizar su integración regional, no obstante las declaraciones oficiales que la respaldan, y la proliferación de acuerdos integracionistas.

La visión que sobre América Latina se tiene desde fuera de ella nunca es homogénea y depende de quien la sustente, sean gobiernos, pueblos, grupos sociales diversos. En ella hay siempre ingredientes ideológicos, conocimientos y desconocimientos, nociones culturales y anticulturales e intereses muy diversos que permitirían coleccionar gran cantidad de visiones desde las más lisonjeras y hasta líricas, hasta las más estereotipadas e incluso ramplonas.

No es posible ignorar que circula en países desarrollados una extendida visión que coloca a la América Latina en el papel tradicional de área suministradora de materias primas baratas, haciendo uso de sus “ventajas comparativas”, las que dictarían su condición de compradora de manufacturas y servicios, asumiendo su lugar en la división internacional del trabajo.

América Latina es vista además como región donde abundan la violencia, el narcotráfico, la criminalidad, y donde pueden hacerse buenos negocios y verter desechos contaminantes, aunque se reconoce que se encuentra “por encima” de África, la cual, en su postración solo espera la transferencia de algún capital y cierta “ayuda” económica.

Los latinoamericanos se enfrentan a tratos bien diferentes según sea su categoría de viajeros cuando intentan acceder a los Estados Unidos o Europa. Si se trata de científicos o profesionales de nivel superior son bien recibidos, pero con origen humilde y poca ilustración sufren persecución, explotación y exclusión. Los factores que obstaculizan el desarrollo de la región no se

encuentran en su dotación de recursos naturales, la que considerada de conjunto, es favorable y tiende a valorizarse más, en tanto otras regiones no los tienen o sienten el agotamiento de recursos naturales estratégicos, de los cuales América Latina posee considerable caudal.

Aquí viven casi 600 millones de personas (594 800 mil a

mitad de 2011) que representan 8,4 % de la población mundial, y en 2030 serán 8,2 %1 como expresión de que no es aquí donde se producen los grandes incrementos poblacionales.

Es su población el más valioso recurso que posee la región y el protagonista y destinatario de los procesos sociales que en ella han tenido lugar y tendrán en el futuro.

Se trata de una población relativamente joven (29 % se encuentra entre 0 y 14 años), asentada en su mayoría en zonas urbanas. Tiene una esperanza de vida de 74,5 años, por encima del promedio mundial de 68 y muy por encima de África y vastas zonas de Asia e incluso similar a la de países ricos. También sus indicadores en cuanto a mortalidad infantil y materna, nutrición, alfabetización de adultos y otros, superan el promedio mundial. En el Informe sobre Desarrollo Humano 2010 presentado por el PNUD, aparece un país de la región clasificado como de muy alto desarrollo humano, 15 países clasificados como alto desarrollo

humano y solo un país (Haití) considerado como de bajo desarrollo humano.

Sin embargo, estas estadísticas en apariencia halagadoras, revelan su limitación al considerar que la región es la de mayor desigualdad en la distribución del ingreso en el mundo

y que a partir de esto todas sus estadísticas están contaminadas por esa inequidad básica. En ella los promedios nacionales y regionales encubren diferencias muy grandes entre ricos

y pobres, entre ciudad y campo, entre blancos, indígenas,

1 PNUD:Informe de Desarrollo Humano 2010, Mundi Prensa, Barcelona, 2010.

negros, mestizos, y entre trabajadores formales e informales y aún en otros muchos aspectos en los que las distancias entre grupos de ingreso expresan la profunda inequidad que subyace en la base misma del subdesarrollo latinoamericano.

El desempleo se movió entre 10 % y 7 % en el decenio anterior, aunque su medición es imperfecta y parcial, pues sola-

mente cubre áreas urbanas e incluso en ocasiones solo las

ciudades más importantes. Son todavía analfabetos 8,3 % de los latinoamericanos mayores de 15 años, mueren en el primer año de vida casi 19 niños por cada 1 000 nacidos vivos, sufren

hambre 53 millones de personas (6 % de los hambrientos del mundo) y viven en la amplia franja que se mueve entre la pobreza y la extrema pobreza 33,1 % de los latinoamericanos y

latinoamericanas, con mayor gravedad para las segundas. El aumento de precio de los alimentos que se ha manifestado en los años más recientes y cuya tendencia se pronostica que continuará en los próximos, amenaza con hacer caer en la extrema pobreza a

26 millones de personas adicionales.2

En la región 40 % de los hogares se consideran pobres y ellos reciben en promedio solo 15 % del ingreso total, mientras que 10 % de los hogares colocados en la franja de mayores ingresos recibe 35 % del ingreso total. Como promedio el ingreso por habitante del 20 % más rico supera en 20 veces al del 20 % más pobre, y también las diferencias por género y etnia, entre otras, son expresivas de la extrema desigualdad.

En el estudio del BID:Nuevo siglo, viejas disparidades: brecha salarial por género y etnicidad en América Latina(2009) se revela que al comparar hombres y mujeres con iguales edades y niveles de educación la brecha de ingresos alcanza 17 % y que en siete países estudiados, los grupos indígenas y afrodescendientes reciben en promedio 28 % menos que la población blanca con la

2 CEPAL, 2010.

misma edad, género y nivel de educación. Las estadísticas en apariencia favorables en salud y educación es necesario pasarlas por la criba de la inequidad social y entonces nos podemos aproximar a la realidad.

En efecto, la tasa de mortalidad infantil del 20 % más pobre es tres veces más elevada que la del 20 % más rico. La probabilidad de que un niño en extrema pobreza sufra desnutrición es entre 2 y 6 veces superior a la de un niño no pobre. El promedio de mortalidad infantil de los niños indígenas es 60 % mayor que el de los niños no indígenas.

La elevada tasa de matrícula en la educación primaria

(casi 94 %), que es un indicador favorable, contrasta con el

descenso acentuado en la matrícula en el nivel secundario

(72 %), la repitencia y el abandono escolar llevan en algunos países a tasas de terminación de este nivel por debajo de 50 %.

Los alumnos ubicados en el 20 % más pobre en la escala de

ingresos solo 7 % terminan la secundaria, mientras que los ubicados en el 20 % más elevado, lo hacen en 80 %. El informe “Cantidad sin calidad. Informe de progreso educativo en América Latina” (2009) elaborado por el Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe, expresa que cada 28 segundos un estudiante latinoamericano abandona las aulas por falta de dinero o por problemas educativos; el 40 % de los niños no son matriculados en preescolar y 35 % de los jóvenes no llegan a secundaria; menos de 60 % que se matricula en la secundaria la termina; mas niños pobres o indígenas asisten a lecciones pero aprenden menos o abandonan la escuela antes que los menores con mayor solvencia económica.

Hay en la región una elite económica que vuela en jets privados y vive con igual sofisticación que sus similares en Nueva York, y capas medias cuya imagen es la sociedad de consumo, junto a

vastos sectores populares que viven de lo que escasamente gotea hacia abajo, a veces en una franja elástica en los límites de la legalidad.

En el terreno de la enseñanza superior y la investigación científica aparece la región como poseedora de un caudal de investigadores científicos de nivel superior, aunque lejos de aplicarlo en forma congruente en función del desarrollo y con la prioridad merecida, afectada además, por el éxodo de investigadores y científicos hacia países desarrollados.

América Latina realiza aproximadamente el 3 % del gasto mundial en investigación y desarrollo. El porcentaje del PIB que dedica a esto es de 0,6 %, en tanto que el promedio mundial es de 1,7 % mientras que en los países punteros en desarrollo científico es alrededor de 3 %. En la región contamos con el 3,5 %

de los investigadores científicos del mundo y aparece aquí un magro 4,9 % de las publicaciones científicas mundiales. Esto es congruente con que solo el 0,2 % de las patentes registradas en la oficina de patentes de los Estados Unidos (USPTO) e igual porcentaje en las patentes registradas en la llamada triada, esto es, las registradas simultáneamente en los Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón, sean latinoamericanas.3

Esta situación marginal de la región en investigación y desarrollo es más grave al considerar que casi la mitad del escaso gasto regional lo hace Brasil, así como también algo más de la mitad de las publicaciones científicas son brasileñas.

Cuatro países concentran más del 90 % de los investigadores totales (Brasil, Argentina, México, Chile), en tanto que el 95 % de los nuevos doctores en ciencias son brasileños y mexicanos.

No obstante, la región ha logrado destacar en algunas tecnologías de vanguardia. Brasil ocupa el décimo octavo puesto mundial por el número de publicaciones sobre nanotecnología. Cuba

3 UNESCO: “El estado actual de la ciencia. Resumen del Informe de la UNESCO sobre la ciencia 2010”.

se ha colocado a la vanguardia en tecnologías de producción de vacunas diversas y muestra sólidos logros en productos biotecnológicos para uso médico. Costa Rica ha creado una industria de tecnología de la información de alto nivel. Brasil ha llegado aser líder en el diseño de aviones reactores de corto y medio radio de acción y ha desarrollado la tecnología de utilización de la caña de azúcar para producir biocombustible.

La dotación de recursos naturales es

considerable

América Latina produce el 12,2 % del petróleo mundial en 2009, sus reservas son el 15,8 % de las reservas mundiales y su consumo es el 9 %. La vasta reserva petrolera venezolana y los recientes descubrimientos de grandes yacimientos en Brasil han elevado aún más el peso específico de la región en el panorama petrolero mundial.4

El gas natural tiene en la región el 7 % de la producción mundial, el 4,6 % de las reservas y el 6,9 % del consumo.

Pero además, la región tiene el 25 % de los bosques del planeta, la mayor riqueza en acuíferos en el mundo (América del Sur concentra 28 % de los recursos hídricos mundiales), la mayor riqueza en biodiversidad, ascendente al 40 % del total mundial, el 34 % de las reservas mundiales de cobre, el 30 % de

la bauxita, el 41 % del níquel y el 29 % de la plata.

De los diez primeros países mineros del mundo, seis son latinoamericanos: Perú, Chile, Brasil, Argentina, México, Bolivia y Venezuela. Países de la región están entre los principales productores mundiales de minerales estratégicos y metales preciosos

(oro, plata, cobre, zinc, etcétera) y de minerales estratégicos para procesos industriales y otros como antimonio, bismuto, litio, niobio, uranio. En varios de ellos el principal receptor de la producción es los Estados Unidos, como en los casos del bismuto (88 %), zinc (72 %), niobio (52 %), fluorita (45 %), cobre (34 %).5

4British Petroleum:Statistical Review of World Energy, June, 2010.

5 CEPAL:Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 2010, Santiago de Chile. 2010.

La riqueza acuífera latinoamericana es la mayor del mundo y su importancia estratégica crece en la medida en que la escasez de agua va revelándose como uno de los más formidables desafíos que enfrenta el planeta a plazo relativamente breve. La región cuenta con la Cuenca Amazónica que representa ella sola el 16 % de las reservas de agua dulce del planeta —la mayor en el mundo—, el sistema acuífero Guaraní con el 3 % de las reservas mundiales y la reserva de la Patagonia. Aquí vive solo el 8,4 % de la población mundial y contamos con el 30 % de los recursos hídricos.6

La región contiene cuatro de los veinticinco mayores ríos del mundo (Amazonas, Paraná, Orinoco y Magdalena), pero el caudal de estos, iguala al caudal combinado de los otros veintiuno.

No obstante, el agua se encuentra desigualmente distribuida pues gran parte de ella se encuentra en la región de la Amazonia que tiene una baja densidad poblacional. En cambio, tres cuencas hidrográficas (Golfo de México, cuenca del Atlántico

Sur y cuenca de la Plata) cubren el 25 % del territorio, sostienen al 40 % de la población y concentran solo el 10 % de los recursos hídricos de la región.

El agua, la biodiversidad, el petróleo y el gas, la riqueza minera, constituyen valiosos recursos que podrían impulsar un proceso de integración regional que no padecería escasez de recursos naturales y que son foco de atracción y apetitos de países con economías potentes necesitadas de recursos naturales como los que tiene América Latina.

6 FAO:Estado de la seguridad alimentaria en el mundo 2010, Aquastat, 2007.

América Latina en el pensamiento geopolítico

América Latina ha ocupado posiciones en las grandes escuelas de pensamiento geopolítico, generalmente en papeles subordinados y dentro de esquemas de pensamiento eurocéntricos o estadounidenses, sin que podamos encontrar una elaboración propia que establezca la posición que una región unida y afirmada en sí misma, considere deba ocupar, pero esto probablemente no ocurrirá hasta que aquella unidad sea una realidad tangible.

En la concepción de Halford Mackinder, basada en la historia europea, el Estado que ocupase el “corazón continental” o región “pivote” dentro de Eurasia ejercería un control decisivo sobre el mundo entero. Ese corazón estaría circundado por un cinturón interior periférico a Eurasia y constituido en lo esencial por Europa oriental y habría también un cinturón exterior constituido por los territorios situados más lejos de Eurasia que serían ámbito espacial “natural” de la potencia marítima, en la cual estaría América Latina. Esta concepción europea y más aún británica, en época de expansión imperial británica y de fin

del reparto colonial del mundo y por tanto, de pugna por un nuevo

reparto, apenas daba importancia a la América Latina, que ocupó menos espacio que África subsahariana en sus escritos. Lo poco que escribió sobre la región estuvo siempre vinculado a los Estados Unidos y en ellos era una región lejana del corazón del mundo, del conflicto decisivo, y si bien ella podía fortalecer a los Estados Unidos o a Alemania —si esta fuera capaz de desafiar la Doctrina Monroe—, siempre tendría un papel subordinado a la potencia norteamericana o europea.7

En la obra de Nicholas Spykman la geografía es el factor más permanente y por tanto determinante, y a partir de ella se estructuran recomendaciones para la política exterior de los Estados Unidos en los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando la declinación británica y la hegemonía norteamericana se hacían evidentes.

7 Heriberto Cairo: “A América Latina nos modelos geopolíticos modernos: da marginalizacao a preocupacao com sua autonomía”, [email protected]

Para este autor los Estados Unidos debían desarrollar una estrategia global basada en las consecuencias de su ubicación geográfica y controlar un área clave o anillo continental euroasiático unificado. América Latina no era parte de ese anillo continental y tampoco pieza de importancia en su modelo geopolítico, a pesar de su proximidad a los Estados Unidos, pues para este autor el verdadero centro de poder estaba en la costa atlántica de América del Norte.8

En el modelo nacional-socialista nazi, la América Latina formaría parte de una de las pan-regiones (Pan-América), cumpliendo el papel de abastecedora de materias primas para la costa este de los Estados Unidos y mercado de consumo para sus productos. Aunque en esta concepción Alemania sería el Estado hegemónico, la suerte de América Latina sería en lo esencial la misma que en modelos anteriores, región subordinada a la potencia hegemónica como abastecedora primaria.

En la geopolítica ideológica de los tiempos de la guerra fría9 el acento consiste en contener a la Unión Soviética mediante un sistema de alianzas militares, en un mundo dividido en dos bloques estratégicos enfrentados.

En ese orden, América Latina aparecía claramente enrolada en la esfera de influencia norteamericana como parte del esquema de contención del comunismo y aquí se aplicó más de una vez el llamado “efecto dominó” que era parte de las ideas de Kennan y consistía en reaccionar rápidamente a la primera percepción de peligro o reto al liderazgo norteamericano, para evitar la difusión o contagio del mal ejemplo.

En los años setenta y ochenta la geopolítica norteamericana evoluciona con Henry Kissinger en la dirección de “hacer creíble” la disuasión mediante una carrera armamentista que terminaría agotando a la Unión Soviética, en proyectos competitivos como la guerra de las galaxias y que postula también con Colin Gray la idea de que los soviéticos se habían expandido más allá de los límites del anillo continental de Eurasia y era necesario adoptar políticas de “contención dinámica” o forzar un retroceso en los casos de las “avanzadas del imperio soviético” en cualquier parte del mundo. En América Latina los blancos serían Cuba y la Nicaragua sandinista. Según esta concepción, los procesos revolucionarios en Cuba y Nicaragua no estarían basados en el combate a dictaduras pro-norteamericanas o en la injusticia social, sino que serían reflejos mecánicos de la pugna entre las dos superpotencias, y eso justificaría acciones de aislamiento, asedio y agresión económica y militar.

8Ibídem.

9 George Kennan.

En los tiempos más recientes, después de la caída del muro de Berlín, han surgido dos modelos geopolíticos que establecen roles para América Latina.

Los Estados integrados en la globalización disfrutarían de estabilidad y desarrollo, mientras que los clasificados dentro de la “brecha no integrada” carecerían de aquellas virtudes y en ellos brotarían los regímenes represivos, la pobreza, los asesinatos masivos y el terrorismo.

En esa “brecha no integrada” estaría el Caribe, la América Central y la mayor parte de América del Sur con la destacada ausencia de Chile. El tipo de argumentos de Barnett puede entenderse en su real significado, cuando incluye a Brasil en los “no integrados” o “desconectados de la globalización” porque se opone al ALCA o defiende su soberanía sobre la Amazonia, y cuando se le da a México un papel estratégico en la reducción de la “brecha” por su buena conducta.10

10 Thomas P. Barnett:The Pentagon´s New Map: War and Peace in the Twenty-First Century, Putnam, New York, 2004.

En todos los modelos de inspiración europea y norteamericana, la América Latina es una región situada en los laterales o la retaguardia del escenario principal, siempre subordinada a un centro hegemónico, sea enfrentada a una potencia terrestre, a una pan-región, a la expansión del comunismo, a una civilización hostil o a una “desconexión de la globalización” que sería partera de terrorismo o pobreza.

Falta la voz propia latinoamericana estableciendo su puesto en el mundo a partir de la afirmación de sí misma y colocando con prioridad la no subordinación a centro hegemónico alguno.

La otra línea de pensamiento se organiza en torno a las ideas de Samuel Huntington y su esquema sobre el “choque de civilizaciones”, según la cual, en el mundo de posguerra fría la confrontación anterior entre ideologías habría sido sustituida por el enfrentamiento entre civilizaciones identificadas por culturas y que

estas serían más poderosas que las identidades nacionales y

que los lazos políticos e incluso económicos. En las culturas, la religión sería determinante.

Entre las civilizaciones mencionadas por Huntington se encuentra la latinoamericana, la cual carece de una identificación religiosa y estaría en el grupo de aquellas aliadas a la “occidental” en el antagonismo a las civilizaciones enemigas, en especial la más peligrosa, la islámica. Pero Huntington expresa dudas en cuanto a conferirle categoría de civilización a América Latina y la resuelve en términos ambiguos al admitirla como una civilización a los efectos del análisis de política internacional, aunque manteniendo dudas acerca de si merece ser algo más que una especie de subcivilización dentro de la occidental, con su dominio compartido.

El modelo globalizador de Thomas Barnett corresponde también a la visión geopolítica norteamericana y sostiene que la globalización, a pesar de sus deficiencias, conduce a gobiernos estables y políticas exteriores pacíficas y previsibles. Habría un “centro funcional” definido por su conectividad en redes, las transacciones financieras, los flujos mediáticos y la seguridad colectiva. Es fácil entender cuál sería el “centro funcional”, así como el papel subordinado que una vez más correspondería a América Latina en este modelo.

América Latina en la geografía económica

y política internacional: intereses

de los principales bloques y actores