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Amus-Vesem es una novela corta formada por cuentos, que plantea el viaje de las almas después de la muerte, renaciendo en diversos planetas y viviendo pruebas para la elevación continua de su consciencia. El planeta Concius, los ángeles al servicio del universo. El planeta Espejos, la teletransportación a Zelenova. El planeta Masco, la belleza corporal de los petros. El planeta Oliva, la ambición profesional y comercial de las habitantes. El planeta Tierra, los mitos y los prejuicios.
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Veröffentlichungsjahr: 2019
Amus-Vesem. El viaje de las almas
Francisco Guerrero
© Amus-Vesem. El viaje de las almas
© Francisco Guerrero
Editado por Tregolam (España)
© Tregolam (www.tregolam.com). Madrid
Calle Colegiata, 6, bajo - 28012 - Madrid
Todos los derechos reservados. All rights reserved.
Diseño de portada: © Tregolam
Fotografía de portada: © Shutterstock
1ª edición: 2019
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CAPÍTULO 1. AMUS-VESEM
El alma de Martha es recibida en una de las salas celestiales de Amus-Vesem. Ha concluido un ciclo de vida en su prueba de consciencia pasando por el lejano planeta Tierra.
—Bienvenida a Amus-Vesem —le dice una voz que se escucha con eco a su alrededor, aun sin poder ver que alguien se acerca lentamente a ella.
Sin poder entender por lo que está pasando, la vista le está reaccionando gradualmente. Intenta mirar hacia su alrededor, pero lo único que puede distinguir es una reluciente luz blanca. Esa voz de un inicio continúa hablándole y le confiesa firmemente:
—Has muerto, Martha. Solo tu alma sigue viva y ha viajado desde el planeta Eknos-Mitus hasta este lugar.
Martha aun sigue sin divisar si hay un suelo sobre el cual esté puesta de pie, si tiene paredes a su alrededor o un techo a la altura. Pero le es imposible todavía saberlo, como si estuviera en una dimensión desconocida.
Poco a poco, frente a ella puede divisar el semblante de una figura que parece ser joven, como una silueta femenina. Es como si fuese una energía que se mantiene en forma de cuerpo humano, pero es extraño, no se trata del mismo tipo de cuerpo físico al que Martha está acostumbrada a ver, a tocar o a sentir en su mundo. Confusa, aun sin distinguirla totalmente, le pregunta:
—¿De dónde has dicho que ha viajado mi alma? —Tratando de encontrarle una clara forma a ese rostro, que cada vez puede divisar mejor.
—De Eknos-Mitus, el nombre real del planeta Tierra. Tu cuerpo ha muerto allí, pero el alma nunca muere. Estás por pasar a otro ciclo más de vida, después de una prueba de consciencia que te ha dado el universo.
Tratando de interpretar lo dicho, usando su lógica, le pregunta de nuevo:
—¿Es esto el cielo?
—No, Martha, esto no es el cielo. Yo no soy un dios, ni una virgen, ni un santo, simplemente soy una elegida para servir en este lugar llamado Amus-Vesem.
En ese instante le es posible a Martha ver al ser que a distancia se mantiene frente a ella y que le sigue hablando.
—Debido a mi elevación de consciencia, después de haber superado mis vidas por las galaxias del universo, me he convertido en una servidora de Amus-Vesem. Mi nombre es Lois —le cuenta la servidora Lois acercándose a ella lentamente.
Martha sigue atenta, escuchando, y se percata de que le está hablando la dulce voz de Lois sin hacer ni un solo movimiento físico. Lo hace telepáticamente.
—El propósito de que tu alma esté en Amus-Vesem es para hacer una pequeña pausa, antes de encaminarte al viaje hacia una nueva vida. Tengo como misión mostrarte el viaje de las almas y también darte las respuestas que nunca fueron respondidas en tu planeta, para el progreso de tu consciencia.
Mientras la servidora Lois le habla, siente que vive en plena totalidad su espíritu, sostenida sobre una sutil ligereza, liberada de la ley gravitacional, carente de ningún malestar físico, sin ninguna dependencia que sea necesaria para mantener un cuerpo. Dentro de esa sensación se despiertan los recuerdos de su vida recién terminada en la Tierra, pero esta vez de una manera muy extraña para ella. No hay sensación nostálgica, ni dolor emocional, al contrario, esta vez se siente como liberada, llena de una absoluta paz. Repentinamente, como resultado de aferrarse al pensamiento del recuerdo, reacciona alarmada y le realiza una pregunta a la servidora:
—¿Dónde está mi familia? Quisiera volver a ver a mi familia.
La servidora le contesta con calma:
—Esa es una bella pregunta. Los volverás a ver, sí, pero primero te explicaré el viaje de las almas. Ven conmigo, acompáñame.
La servidora Lois se acerca a Martha delicadamente, como una madre se acerca con amor a su hija. La encamina por la divinidad de los pasillos relucientes de Amus-Vesem. Avanzan lentamente, pero en cierta parte del camino la luz blanca que alumbra alrededor desaparece repentinamente y se transforma en el inmenso espacio que conforma al cosmos. Se encuentran ahora dentro del espacio del universo y Lois se encarga de ubicar al espíritu de Martha dentro de un área conocida como el Prixt. Desde ese lugar es única y exactamente posible observar todas las galaxias que se mantienen dentro del universo. Asombrada, Martha es testigo de la magnitud del universo; ve pequeñas luces a lo lejos, con invariables formas simétricas, de colores de todo tipo de tonalidades. La servidora permanece a su lado. Pretende, como le dijo anteriormente, ilustrarle el misterioso viaje de las almas. En ese momento Martha reconoce que no está viviendo en un sueño, que ha muerto y que definitivamente su alma ha trascendido a otra experiencia inexplicable, totalmente distinta a todo lo que ella se había imaginado que seguía después de la muerte.
Suspendidas en el área del Prixt, la servidora Lois le revela:
—Estamos observando lo que sostiene al cosmos, la continuación eterna del universo, que son sus galaxias, todas muy distintas y únicas. Cada una tiene su propia evolución, su propio nivel de consciencia y una forma propia de evolucionarla. Al pasar por estas galaxias, será la oportunidad de la superación de tus pruebas de elevación como un ser consciente del universo. En cada galaxia existe el ser consciente, inicialmente en uno de sus planetas. Ahí se nace, se vive y se muere en forma de cuerpo, para después pasar hacia una nueva aventura. Todas estas galaxias que puedes ver, por más lejanas que se sitúen unas de la otras, tienen aun así una misteriosa línea de conexión que las une y que les hace tener algo en común.
Siendo parte del espacio, los espíritus de Lois y Martha se trasladan por el universo en un viaje que sigue la forma de un reluciente relámpago. Se acercan más y más y las incontables masas de luces que forman las galaxias están tan cerca de ellas que pareciera que podrían tocarlas. Cada luz que visitan sigue una particular honda energética de movimiento, con formas y colores distintos. Se detienen por un momento y se enfocan a una de esas galaxias. A la servidora Lois le parece importante mostrarle en primer lugar la galaxia de donde Martha proviene, y le confiesa:
—Estas imágenes te parecerán familiares, estamos en la galaxia del planeta Eknos-Mitus. Su ser consciente colectivo son los humanos, ellos llaman a este planeta «planeta Tierra», y es de donde tu alma se ha desprendido del cuerpo. En el viaje de las almas, al convertirse en un humano se tiene como prueba el romper con prejuicios históricos y mitos de creencias creadas desde el inicio por una búsqueda de la verdad. Pero romper los prejuicios que les encarcela es su mayor prueba, el encuentro y aceptación del ser único que llevan dentro les hace transcender para elevar su consciencia dentro del universo.
Martha observa maravillada la hermosura de su planeta desde el espacio. Recuerda el enorme privilegio de haber tenido una vida en ese lugar, que en este momento desde el universo le parece tan diminuto.
En forma de espiral sus espíritus viajan atravesando estrellas, luces, meteoritos. Martha asombrada ante las maravillas que atraviesa, todo su ser se concentra en una sola energía, como observatorio de lo que existe alrededor; ni siquiera le da tiempo a cuestionarse a qué velocidad se están transportando sobre el espacio. Pero el viaje se detiene, dentro de la iluminación de las estrellas de otra galaxia. Combinaciones de estrellas verdes y rojas abundan en esta enorme galaxia; pareciera que se menean ligeramente.
La servidora Lois la acerca al planeta en el que viven los seres conscientes. Es un planeta con apariencia de un pequeño brote de una rosa, forma como un botón de flor verde con un contenido interno rosado. La servidora le revela:
—Te presento al mágico planeta Oliva. A diferencia del planeta Tierra y los humanos, aquí sus seres conscientes son únicamente habitantes femeninas, las cuales reciben el nombre de olivas. El modelo masculino no existe, no es necesario. Las olivas, como ser consciente, han desarrollado la pasión por la administración comercial en su planeta, y a diferencia de otros, no existe la carencia ni la pobreza. Su objetivo es distinto, es obrar venciendo la continua tentación de la ambición del poder.
En ese momento Martha puede comprender que los humanos no se encuentran solos dentro del universo. Vuelven ambas a atravesar las majestuosas iluminaciones y las misteriosas oscuridades indescifrables, y penetran en una ola de múltiples estrellas anaranjadas. Todo se vuelve alrededor de una serie de tonalidades anaranjadas que llegan a un rojizo. No hay ninguna estrella o luz que se salga de esta combinación de tonos a la vista, incluso el mismo espacio los lleva.
Martha puede intuir que la servidora la ha traído a otra galaxia. Se acercan poco a poco, hasta visualizar un planeta que tiene formas rectangulares. A Martha se le figura a esos ladrillos rojizos con los que se forman las bases de las paredes de las casas en la Tierra. La servidora Lois le expone:
—El intenso color del planeta Masco. Aquí el ser consciente está formado por seres masculinos. El modelo femenino no existe ni es necesario. El propósito de la consciencia al pasar como habitante es vencer el ego de la vanidad del cuerpo para poder reconocer el amor hacia otro ser, al verdadero enamorado que le acompañará en su recorrido de vida por este planeta.
Sin detenerse en su viaje espacial, giran bruscamente hacia otro extremo, avanzan intensamente y se introducen dentro de oscuros túneles del espacio y salen dentro de un mar de estrellas en el cual parecen sumergirse. De las galaxias antes visitadas puede ver que esta tiene algo en particular, como si las estrellas se llamaran y se respondieran con sus propias luces. Finalmente se detienen frente a nueve cubos con múltiples pequeños brillos internos. La servidora le cuenta:
—Este es el planeta Espejos, es el planeta más avanzado en descubrimientos de la física y la cibernética. La teletransportación es su principal desarrollo, el reto como ser consciente es evolucionar con sus avances de teletransportación para sostener la vida como especie en el planeta Espejos y en su sistema de planetas.
Así, la servidora y Martha atraviesan galaxias y más galaxias hasta llegar a la que sería la galaxia final de todas, el final total y absoluto del recorrido de cualquiera de los seres conscientes. La servidora Lois pretende entonces responder a la pregunta que Martha le ha hecho en Amus-Vesem, y le confiesa:
—Aquí concluimos nuestro paseo a través del universo. Las hasta ahora dos aureolas de luz dorada que ves son un solo planeta; pareciera que son estrellas juntas vistas a una gran distancia, pero no es así, es simplemente la forma del planeta Concius. Aquí es donde todas las almas de la existencia se encuentran después de pasar por sus vidas, después de haber aceptado elevar su consciencia para mantener con vida al universo. En Concius lo seres conscientes están ya preparados para servir. Escuchan por medio del espíritu a las almas vivientes de las otras galaxias, donde la consciencia es mucho menor, para servirles como un ángel fuera de su dimensión, que los encamina y los guía delicadamente durante sus pruebas de consciencia, mostrándoles el camino. Concius es un glorioso paraíso dentro del cosmos, su propósito es servir —concluye la servidora, y de nuevo hace que sus espíritus viajen para regresar al majestuoso lugar de Amus-Vesem.
Al volver a la luz blanca y reluciente de las salas de Amus-Vesem, la servidora le declara a Martha:
—Supongo que después de explicarte el viaje que hacen las almas por el universo y tu vida por el planeta Eknos-Mitus, debes de tener preguntas que deseas que sean respondidas. Esa es mi misión, responderlas. Dime, Martha, ¿qué preguntas deseas que sean respondidas para ayudar a elevar tu consciencia?
CAPÍTULO 2. EL PLANETA CONCIUS
Observado desde el espacio universal, el planeta Concius forma dos inmensas aureolas doradas. Sus habitantes son los ángeles Concius, quienes han alcanzado el máximo nivel de consciencia dentro del cosmos. Renacen sin un cuerpo físico, sin sexo, tienen solamente un semblante energético en forma de cuerpo, se identifican y comunican entre ellos telepáticamente. La abertura de su habilidad telepática es inexplicable e incompatible, comparada con las capacidades cerebrales limitadas del resto de los seres con consciencia de otras galaxias. Su consciencia es tan elevada y pura que la curiosidad por descubrir el misterio de la creación no es una búsqueda continua; ahora son parte de ese misterio. No requieren de alimentos, ni de cuidados físicos, se mantienen vivos alimentándose de la meditación en su asignada área habitacional que ocupan como casa. Conviven telepáticamente con otros ángeles, intercambiando sus experiencias, viajando por las galaxias, ayudando a otros seres. Esa ayuda espiritual es la pasión que los motiva. Algunos pasaron por lo menos cuatro vidas anteriores, en distintas galaxias y planetas, antes de llegar a ser el ángel que ahora son.
Los ángeles de Concius en algunos de los planetas habían sido ya viejos amigos, familiares o conocidos, pero esta vez es solo el renacimiento del alma, sin ninguna relación sanguínea. Algunos de ellos renacen en Concius con poca diferencia de tiempo, lo que les permite volverse a encontrar, pero muchos de esos seres que conocieron en los planetas siguen aún brincando de planeta en planeta, elevando o decreciendo su consciencia.
EL VIAJE DE CONSCIENCIA DE ZEU
Siendo parte del silencio y suspendido sobre el espacio, el ángel Zeu se expande como pequeña estrella en pleno proceso de meditación. Zeu pasa su tiempo viajando hacia un grito de ayuda que le ha enviado el universo. Lleva un periodo largo en su viaje de meditación; tanto tiempo es algo sospechoso. Atiende una llamada espiritual que proviene del planeta Tierra, al parecer tiene una complicada tarea que resolver. Los recursos naturales del planeta están escaseando, el consumo desmedido de los humanos está terminando ferozmente con el planeta y potencialmente los humanos están muy cerca de su autodestrucción. Primero Zeu comprende que los humanos están en su año 2023 y que están divididos por áreas terrenales. En su evolución colectiva se encuentran en una época intelectual, pero se rigen por diferentes intereses que los llevan a diferentes direcciones y no les permiten conservar el planeta.
Los ángeles que normalmente conviven con Zeu no pueden conectar telepáticamente con él, tiene más de cien días del tiempo de Concius metidos en su meditación, conectado a la Tierra. Se preguntan qué tan grave era la misión que estaba atendiendo al mantenerse tanto tiempo de viaje espiritual. Zeu, antes de renacer en Concius, había pasado ya por seis ciclos de vida en seis galaxias, con pruebas que elevaron su nivel de consciencia hasta renacer en Concius.