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Los Analectas de Confucio ofrecen profundas reflexiones y explícitos mensajes sobre la ética, la moral, el orden social, la gobernanza y los rituales que deberían regir el mundo. Pocos filósofos han influido tanto en la idiosincrasia de un pueblo como Confucio, quien se podría decir que ha acuñado la identidad cultural de la nación china. Su obra más importante son sus Analectas, cuya tesis central se basa en la Benevolencia, que es el "amor al prójimo" y "la lealtad y la tolerancia". Asimismo, su obra refleja los ideales políticos del Maestro, quien siempre defendió "gobernar por la virtud" en contra del despotismo y, como gran pedagogo, abogó por "impartir la educación sin diferenciación de las condiciones socioeconómicas". Contemporáneo de grandes filósofos como Parménides, Heráclito o Platón -quienes indagaron la esencia ontológica-, las enseñanzas de Confucio rebasan sin embargo los límites de la metafísica para extenderse a la literatura, a la erudición, a la política, a la religión, a la pedagogía y a la ética. Quizás justamente por esta peculiaridad, siguen vigentes sus razonamientos, consejos, moralejas, anécdotas e instrucciones, así como sus reflexiones, contenidas todas ellas, en las Analectas.
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Seitenzahl: 273
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Confucio
Analectas
論語
Traducción y edición a cargo de Shiru Chang
Herder
Título original: 論語
Traducción: Shiru Chang
Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes
Edición digital: José Toribio Barba
© 2009, Foreign Language Teaching and Research Publishing Co., Ltd.
© 2020, Herder Editorial, S.L., Barcelona
ISBN digital: 978-84-254-4389-3
1.ª edición digital, 2020
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).
Herder
www.herdereditorial.com
INTRODUCCIÓN
LIBRO I XUE ER
LIBROII WEIZHENG
LIBROIII BA YI
LIBROIV LI REN
LIBROV GONG YECHANG
LIBROVI YONG YE
LIBROVII SHU ER
LIBROVIII TAI BO
LIBROIX ZI HAN
LIBROX XIANGDANG
LIBROXI XIAN JIN
LIBROXII YANYUAN
LIBROXIII ZILU
LIBROXIV XIANWEN
LIBROXV WEI LINGGONG
LIBROXVI JISHI
LIBROXVII YANGHUO
LIBROXVIII WEIZI
LIBROXIX ZIZHANG
LIBROXX YAOYUE
ANEXOS
• Nota del traductor
• Glosario
• Tabla bilingüe de correspondencia de nombres y términos traducidos
I
Según los criterios tradicionales, la civilización china data de unos cinco mil años, si bien en China y en las comunidades chinas de ultramar, cualquier tradición, tanto la macro tradición escrita, sostenida por la élite social, como la micro tradición, representada por la vida de los ciudadanos comunes y los campesinos o, en resumidas palabras, la idiosincrasia china, manifestada en cualquier acto y comportamiento de cualquier chino, no deja de tener su origen en una obra clásica: Las Analectas de Confucio, escritas en aquel Período-Eje de hace 2.400 años.
El concepto de Período-Eje fue planteado por el filósofo alemán Karl Jaspers, quien señaló que tras la prehistoria y la civilización de la remota Antigüedad, hacia el año 500 a.C., surgieron a nivel mundial algunos hechos transcendentales:
En China, Confucio y Lao-Tse eran muy activos y aparecieron todas las corrientes filosóficas incluyendo las de Mozi, Zhuangzi, Liezi y otras escuelas. Al igual que China, en India también aparecieron Upanishad y Buda, que indagaron las posibilidades filosóficas desde el escepticismo, materialismo, sofismo y hasta nihilismo. En Irán, Zarathustra enseñó un punto de vista desafiante al considerar que la vida humana es una lucha entre el bien y el mal. En Palestina, desde Elías, vía Isaías y Jeremías, hasta Isaías Segundo, surgieron muchos profetas. Grecia también conoció a un gran número de filósofos tales como Homero, Parménides, Heráclito, Platón y muchos autores de tragedias, así como Tucídides y Arquímedes. En aquellos siglos, todo lo que encerraban aquellos nombres se desarrolló casi simultáneamente en China, India y Occidente, los cuales no se conocían entre sí.1
Jaspers denominó este período «Eje» de la historia mundial:
La humanidad siempre ha vivido en dependencia de lo que el hombre pensó y creó en ese Período del Eje, y en cada salto adelante que se ha dado la gente ha tendido a recordar esa época y ha reencendido las llamas de su inspiración. A raíz de eso, así siempre ha sido el caso, la resucitación y el retorno de la potencialidad del Período del Eje, o su renacimiento, siempre nos ha proporcionado nuevo ímpetu espiritual.2
Tal como afirmó Talcott Parsons, en esa era de gran resplandor, los orígenes de las cuatro grandes civilizaciones del mundo, Grecia, Babilonia, India y China, experimentaron un «salto filosófico», en el sentido de que la humanidad adquirió conocimientos bastante racionales sobre el origen del universo en el que vive el ser humano, y una nueva concepción respecto de su posición y la razón por la cual el ser humano es así denominado.
En China no se puede hablar de ese «salto filosófico» sin mencionar a Confucio ni sus Analectas. Podemos afirmar que la filosofía china es de carácter ético y el sistema filosófico gira en torno a las doctrinas de la ética y la moral. Si decimos que las distintas formas culturales de Occidente buscan predominantemente la Verdad, en China estas han enfatizado la Virtud. En los tiempos antiguos, la primera clase que se impartía a los discípulos, tanto de letras, erudición, como de artes marciales, siempre se centraba en cómo comportarse y cómo cultivar «la moral». Los profesores pedían a los alumnos o discípulos aprender de memoria algunas máximas y lemas que, en la mayoría de los casos, procedían de las Analectas de Confucio.
Tras varios decenios de abandono, los recursos de la moral tradicional de China se han convertido en cosas raras en las grandes ciudades, de forma que, frecuentemente, los que sostienen la moral y la ética son considerados como retrasados mentales. Hasta tal punto, que hay gente que critica que el mundo de hoy esté plagado de esa espantosa búsqueda de goces materiales y un afán desmesurado por el dinero. Sin embargo, en algunas zonas rurales pobres y remotas donde «todavía prevalece el subdesarrollo», aún subsisten los conceptos éticos y morales contenidos en los cánones clásicos de la Antigüedad. Lo que dicen y hacen los hombres y mujeres del campo, que probablemente no saben leer ni escribir, demuestra en todo momento la ética fundamental del trato humano: benevolencia, justicia, cortesía, inteligencia, honestidad, fidelidad, amor filiar, cordialidad, bondad, urbanidad, austeridad y condescendencia, etc. Además, educan a los hijos con su propio ejemplo, infundiéndoles espontáneamente estos principios morales. En algunas memorias que evocan los tiempos de la Revolución cultural solemos encontrar relatos de cómo algunas personas eran perseguidas, heridas tras la violenta crítica y bruscos tratos, y desterrados al campo, donde encontraban un trato cordial y un cuidado esmerado de la gente rural, lo que pone en evidencia nuestra afirmación. Este fenómeno de «buscar en el campo aquellos ritos que se han perdido» pone de manifiesto que los conceptos morales tradicionales son inmortales y están profundamente arraigados en la mentalidad de la gente. Al mismo tiempo, esto nos señala que no se puede «desdeñar toda la riqueza de la propia familia, e imita a un niño mendigo pidiendo limosna en la calle.» (Versos de un poema de Zhu Xi). Por eso es menester que repasemos las Analectas de Confucio, porque constituyen el «Manual de la Vida» para los chinos.
Pero al fin y al cabo, ¿Qué dicen las Analectas de Confucio?
A lo largo de la historia, siempre ha habido dos criterios. La mayoría de estudiosos de las Analectas consideran que esta obra habla fundamentalmente de la benevolencia (Ren), mientras que otros sostienen el predominio de los ritos. Nos referimos a Wang Yuan, Dai Zhen, Chen Feng, Wang Xianqian, y algunos estudiosos modernos como Liu Yizheng, Li Dazhao, Chen Duxiu, Hou Wailu, Cai Shangsi y Zhao Jibin, entre otros.
El Sr. Yang Bojun afirma que el postulado esencial de las Analectas es la benevolencia, para lo cual ha hecho una estadística: en las Crónicas de Primavera y Otoño, de Zuo Qiuming, hay 462 menciones de ritos, mientras que de la benevolencia solo se habla en 33 ocasiones. En cambio, en las Analectas solo hay 75 menciones de ritos (según el Diccionario de las Analectas, hay 74 menciones de ritos; véase la Versión moderna y notas de las Analectas, p. 311), al tiempo que se menciona 109 veces la benevolencia (véase la Versión moderna y notas de las Analectas, p. 16).
Creemos que el pensamiento esencial de las Analectas es, efectivamente, la benevolencia.
La benevolencia de las Analectas no debe ser abordada desde una perspectiva unilateral ni con el mismo rasero. En sentido amplio, se refiere a la aplicación de una política benevolente en todas las tierras bajo el cielo; en sentido estricto, se refiere al amor al prójimo. Eso es la fidelidad y la tolerancia, y también los principios fundamentales del comportamiento humano: piedad filiar a los padres y amor y respeto hacia los hermanos mayores. Es muy difícil llegar a ser un verdadero benevolente, pero cualquier persona puede hacer poco a poco las obras de caridad en cualquier momento y sitio. A continuación se describen las prácticas de benevolencia y virtud:
1. La benevolencia es algo que diferencia esencialmente al ser humano de los animales. Mientras vivamos, deberíamos realizar actos de benevolencia y virtud que constituyen el ambiente y la meta más elevados que perseguimos en nuestra vida. Las personas que abrigan grandes ideales, por un lado, deberían coexistir constantemente con la benevolencia, sin abandonarla jamás; por el otro deberían asumir como su propia responsabilidad promover la práctica de la benevolencia en todas las tierras del mundo.
Confucio dijo: «La benevolencia es propia del ser humano» (Libro de los ritos. Doctrinas de la moderación). «La riqueza y el honor son aspiraciones del hombre. Pero si solo puede conseguirlos en detrimento del Camino Justo, el caballero tendrá que renunciarlos. La pobreza y la humildad son detestadas por el hombre, pero si solo puede evitarlas en detrimento del Camino Justo, tendrá que aceptarlas. Si un caballero abandona las virtudes para engrandecer su prestigio, ¿cómo puede considerarse como tal? El caballero no actuará nunca contra los principios de la benevolencia y la virtud, ni siquiera por un instante tan breve como el que se tarda en comer, ni en la premura de tiempo y precipitación, ni en la tribulación de las andaduras» (Li Ren). Una vez, Confucio elogió a su alumno Yan Hui con la exclamación de «realmente admirable», ya que este era de tal condición que durante tres meses no tuvo en su mente nada que fuera contra la benevolencia (Yong Ye).
La benevolencia es el ideal por el que luchamos toda la vida. «Un letrado debe tener una gran amplitud de mente y ser firme, puesto que tiene una gran responsabilidad y un camino largo. Al tomar la benevolencia como una responsabilidad propia, ¿acaso no supone pesada su carga? Permanecer luchando hasta la muerte, ¿no supone un largo andar?» (Tai Bo). Con el propósito de defender los principios de la benevolencia, incluso no se escatima en sacrificar la vida: «Los letrados determinados y los hombres benevolentes no buscarán subsistir a expensas de la virtud. Preferirán sacrificar la vida para preservar la integridad de la virtud» (Wei Ling Gong»).
La benevolencia constituye el ideal y el objetivo más loable del hombre; es un concepto amplio que alberga términos subordinados como la justicia, la lealtad, la tolerancia, la piedad filiar y el respeto fraternal.
2. La benevolencia es un importante proceso para la realización de la máxima meta de establecer una comunidad en beneficio de todos.
El Libro de los ritos registra la concepción de Confucio sobre la Comunidad de Gran Armonía bajo el Cielo, descrita en el capítulo titulado Li Yun:
Cuando prevalece la norma de la Gran Virtud, el mundo entero forma una sola Comunidad en beneficio de todos los pueblos, en la cual, los más capacitados son seleccionados y promovidos, al tiempo que se cultivan la honestidad y la armonía. Por eso, la gente no solo profesa cariño a los suyos ni dedica únicamente atención a sus propios hijos, sino también la hace extensiva a los prójimos. En consecuencia, la gente mayor disfruta su vejez hasta el fallecimiento, los de edad mediana tienen empleo donde desarrollan su capacidad, los niños crecen sanos, y los enviudados, solteros, discapacitados y enfermos siendo objeto de atención. Los hombres trabajan en su oficio y las mujeres se ocupan en sus constantes quehaceres domésticos. Se detesta tirar los frutos al suelo, pero no se los guarda para su propio usufructo. También se detesta no contribuir con la fuerza física al bien público, ya que no es necesario guardarla para sí mismo. Así nadie intentará fraguar conspiraciones y desaparecerán el robo, el hurto y el vandalismo. Como consecuencia no habrá tampoco necesidad de cerrar las puertas de la casa. Esto es la Gran Armonía.
Pienso que esta hipótesis es la misma que la del caso del hombre «que beneficia ampliamente al pueblo y que es capaz de ayudarlo sustancialmente». Zigong preguntó: «Si hay alguien que beneficie ampliamente al pueblo y que sea capaz de ayudarlo sustancialmente, ¿puede ser considerado como virtuoso?» (Yongye). El Maestro respondió: «“No solo sería virtuoso, sería un genio divino. Ni siquiera Yao y Shun pudieron conseguir tanta perfección”. Si alguien puede llegar a “conferir extensivamente beneficios al pueblo y es capaz de asistir a todos” ya no se trata solo de un hombre benevolente, sino que se lo puede denominar “Santo”. A lo mejor, ni Yao ni Shun pudieron llegar a cumplirlo». De allí deducimos que la santidad comprende la benevolencia y esta corresponde a aquella.
Confucio consideró que Zilu, Ran You, Gongxi Hua, Chen Wen y el ministro Ziwen no alcanzaron el estado de la benevolencia. Aun el caso de Yan Yuan, que lo que hizo no fue más que «no actuar en contra de la benevolencia» (Yong Ye). Confucio elogió a Guan Zhong como un hombre benevolente.
Zigong dijo: «Me parece que Guan Zhong no era un hombre de principios virtuosos». Porque cuando el duque Huan mandó matar a su hermano, el príncipe Jiu, él no fue capaz de sacrificar la vida, sino, al contrario, se puso al servicio del duque Huan como ministro».
El Maestro dijo: «Actuando como ministro de Huan, Guan Zhong lo ayudó a predominar sobre los demás ducados, implantando orden bajo el cielo. Incluso hoy en día, el pueblo se beneficia de sus contribuciones. Si no hubiera sido por él, todavía seríamos como bárbaros despeinados y con vestidos mal abrochados a la izquierda» (Xian Wen).
Zilu dijo: «Cuando el duque Huan mató a su hermano, el príncipe Jiu, su ayudante Shao Hu se suicidó, pero el otro asistente suyo, Guan Zhong, no lo hizo». Añadió: «¿Acaso no es esto una falta de virtud?».
El Maestro dijo: «Si el duque Huan pudo reunir tantas veces a los príncipes y señores en una confederación sin recurrir al ejército ni carros de guerra fue gracias a la fuerza de Guan Zhong. ¡Esa era su virtud! ¡Esa era su virtud!» (Xian Wen).
Según la opinión de Confucio, a pesar de que Guan Zhong no era austero ni conocía los modales rituales, era un hombre benevolente porque ayudó al duque Huan a crear una situación de paz durante bastante tiempo, con lo que contribuyó a la recuperación y procreación del pueblo.3
3. La benevolencia puede acumularse poco a poco en la vida cotidiana. La benevolencia es amar al prójimo. La forma de aplicar la benevolencia es ponerse en el lugar de los demás, es promoverla de la proximidad a la distancia.
El hecho de que Confucio no ponderara casi nunca a los demás como «benevolentes» ¿implicaría que es muy difícil llegar a la altura de esta virtud? ¡No! Aunque es difícil llegar a ser benevolente y genio divino para una persona común y corriente, es muy fácil empezar a practicar la benevolencia a partir de los detalles de la vida cotidiana. «La decisión de ser benevolente depende de uno mismo» (Yan Yuan). «¿Está lejos de nosotros la benevolencia? Si quiero ser benevolente, esta está a mi alcance» (Shu Er). «El hombre benevolente es prudente con sus palabras» (Yan Yuan). «El hombre virtuoso pone empeño en resolver las dificultades primero para después recoger el fruto» (Yong Ye). «La firmeza, resistencia, sencillez y modestia se aproximan a la benevolencia» (Zi Lu). «Las palabras hábiles y las maneras afectadas rara vez son signos de bondad» (Xue Er). Zizhang preguntó a Confucio acerca de la benevolencia. Confucio le contestó: «Si eres capaz de poner en práctica cinco criterios donde quiera bajo el Cielo, serás considerado como benevolente». «¿Me podéis explicar cuáles son?». El Maestro contestó: «cortesía, generosidad, honestidad, diligencia y amabilidad. Si eres cortés no provocarás humillación, si eres4 generoso te granjearás el apoyo de toda la gente, si eres honesto te confiarán cargos, si eres diligente obtendrás mucho éxito y si eres amable tendrás lo suficiente para mandar a la gente» (Yang Huo). Por supuesto, la benevolencia no supone detalles de las normas morales, sino una «constancia perseverante» (Li Ren).
En concreto, la benevolencia es «Amor al prójimo» (Yan Yuan). «Una vez se incendiaron las cuadras. Cuando el Maestro volvió de la corte y preguntó “¿Hay alguien herido?” no preguntó por los caballos» (Xiang Dang). La benevolencia tiene su origen en el amor filiar y el respeto fraternal. «El caballero trabaja en lo fundamental, y cuando haya conseguido lo fundamental saldrá naturalmente el Camino de la Virtud. El amor filial y el respeto fraternal constituyen la base fundamental de la benevolencia» (Xue Er). ¿Por qué decimos que la benevolencia se origina del amor filiar y del respeto fraternal? Porque la forma de practicar la benevolencia es extender nuestro amor filiar y respeto fraternal a los demás, llevarlo de cerca a lejos, de sí mismo a los demás. Cuando los gobernantes sean generosos con sus propios familiares ello incitará al pueblo a desarrollar virtudes humanitarias» (Tai Bo). Desde una perspectiva pasiva eso quiere decir que lo que no quiere aceptar uno (o sus familiares), que no se lo imponga a los demás. Esto es lealtad y tolerancia. «La doctrina del Maestro está basada en la lealtad y la tolerancia, eso es todo» (Li Ren). «No impongas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti» (Yan Yuan, Wei Ling Gong). Desde una perspectiva positiva, eso significa que si uno (y sus familiares) quiere mantenerse en pie, habría que permitir que los demás también pudieran hacerlo, lo mismo cuando uno (y sus familiares) se proponen cumplir un deseo, habría que permitirles lo mismo a los demás. «El hombre virtuoso, para afianzarse, primero afianza a los demás; para realizarse, primero hace que se realicen los demás. Por lo tanto, la mejor forma de adquirir las virtudes es empezar a seguir los ejemplos más cercanos» (Yong Ye). Tal como dijo Mencio: «Extender el amor familiar a todo el pueblo y a todas las criaturas» (Jin Xin, Parte I). «Tratar a la gente mayor con la misma reverencia que a nuestros padres y tratar a los demás niños con el mismo cariño que a nuestros hijos» (Rey Hui de Liang, Parte I). Así, también expuso Zhang Zai, de la Dinastía Song, en el mismo sentido: «El pueblo son mis hermanos consanguíneos, a los que ofreceré todo lo que tenga». El amor familiar llevado al extremo y convertido en fraternidad universal promueve el espíritu de la humanidad a la altura de la «Integración del Cielo y el Hombre». Este espíritu no solo sirve como una terapia contra el mal de la sociedad humana contemporánea desbordada en la espantosa búsqueda de goces materiales, sino también para salvar la Tierra, nuestro hogar, al borde de la destrucción total por la excesiva extorsión del hombre.
4. Juzgando las relaciones entre la benevolencia y los ritos, la primera es la raíz y los últimos son las ramas; la primera es el interior y los últimos, el exterior; la primera es el contenido y los último, la forma. La benevolencia es la meta final y los ritos son una especie de fuerza de coacción, normas o reglamentos que garanticen la realización de la primera.
Conforme a la estadística del Diccionario de las «Analectas» de Confucio, elaborado por el Sr. Yang Bojun, hay 74 menciones de ritos en la citada obra, con los siguientes significados: Proyección Ritual, Ceremonia y Protocolo Ritual, Sistemas y Reglamentos Rituales. Consideramos que la ceremonia, el protocolo, los sistemas y reglamentos rituales sirven indistintamente para el objetivo: «Todo lo que hay debajo del Cielo converge en la benevolencia».
Zixia preguntó: «¿Qué significan estos versos?».
¡Cautivadora sonrisa del dulce semblante!
¡Deslumbrante mirada de los hermosos ojos!
¡En la blancura de la seda relucen los colores!
El Maestro respondió: «Primero hay que preparar un lienzo en el que luego se pintan los colores». Zixia preguntó: «Entonces, ¿los ritos también son algo que ha surgido después de la benevolencia?». El Maestro respondió: «Oh, ¡me has dado una inspiración! ¡A partir de ahora podré comentar contigo el Libro de las odas!» (Ba Yi).
La sentencia de que los ritos han surgido después de la benevolencia se refiere a que los ritos son pospuestos a la benevolencia. A pesar de que Confucio citó las palabras de Meng Xi y afirmó que «Si no se estudian los Ritos, no se podrá mantener un comportamiento social adecuado» (Ji Shi), aún más recalcó explícitamente: «A un hombre que no tiene benevolencia, ¿de qué le sirven los ritos? A uno que no posee benevolencia, ¿de qué le sirve la música?» (Ba Yi). Si un hombre no aprende las normas de la urbanidad y ceremonias rituales no podrá sostenerse en la sociedad. Sin embargo, si se limita exclusivamente a esos conocimientos y no sabe nada de las virtudes humanitarias no dejará de ser un hipócrita de engañosa apariencia. El caballero aprende las normas de urbanidad y ceremonias rituales con el objeto de realizar la benevolencia bajo el Cielo. «Controlarse a sí mismo y regirse por los ritos es benevolencia. Una vez llegado a controlarse y cumplidos los ritos, aunque no sea más que por un día, será calificado por todos de benevolente» (Yan Yuan). Quiere decir: solo mediante el autocontrol y la restauración del sistema ritual se podría implantar el predominio de la benevolencia en todo el mundo. Aunque Confucio postuló por la restauración de los ritos, no pretendía copiar íntegramente los ritos de la dinastía Zhou, sino más bien, introducir «algunos reajustes» (Wei Zheng). Por ejemplo, desde los tiempos de la dinastía Zhou de Oeste hasta el Período de Primavera y Otoño, de vez en cuando se practicaban sacrificios enterrando a seres humanos vivos junto con los muertos. Desde luego, esto concordaba con el sistema ritual de entonces. Incluso el rey Mu del reino Qin, que era famoso por su gentileza y virtud, fue enterrado junto con «tres hombres de buena procedencia» en el funeral. Confucio, que vivió en una época bastante próxima a aquellos tiempos, no debió ignorar esos hechos. Más bien, aborrecía incluso el entierro de figuras de cerámica como acompañamiento fúnebre de los muertos. «Zhong Ni dijo: “¿Acaso no tienen descendientes los primeros en hacer figuras de madera y terracota para ser enterradas junto con los muertos?” Lo hacen para ese propósito porque las figuras tienen un semblante parecido al ser humano» (Rey Hui de Liang, Obras de Mencio, Parte I). La benevolencia significa amar al pueblo. Por eso Confucio condenaba con indignación cualquier acción inhumana, aunque esta correspondiese al «sistema ritual».
Podemos poner otro ejemplo. Confucio dijo: «Según el ritual, el sombrero para la ceremonia debe estar hecho de lino. Hoy en día se utiliza seda para hacerlo porque es más económico. En este aspecto, sigo la costumbre general» (Zi Han). El hecho de sustituir el sombrero ritual de lino por otro de seda, por ser menos costoso, demuestra que Confucio pone énfasis en la esencia «ritual»: «Los llamados “ritos” o los ritos, ¿acaso se refieren solo a las ofrendas de jade y seda? La llamada “música” o simplemente la música, ¿acaso solo se refiere a campanas y tambores?» (Yang Huo). ¿Cuál es la esencia de los ritos que aprobaba Confucio? Tal como hemos expuesto anteriormente, esa esencia consiste en la benevolencia y en la humanidad. En la enseñanza a los alumnos Confucio siempre concedía prioridad a la benevolencia como la meta final, por encima de la literatura y de los ritos, que eran relegados al segundo puesto: «Un joven debe tener piedad filial por sus padres en casa y ser fraterno con los demás cuando esté fuera. Debe ser discreto en las palabras, sincero en los compromisos y afectuoso con todos, mientras entra en confraternidad con los virtuosos. Si después de cumplirlo aún le quedan fuerzas, puede dedicarse al estudio de las letras» (Xue Er). «El caballero cultiva la erudición en el vasto patrimonio cultural y se ciñe estrictamente a los ritos; así no se descarrilará del Camino Virtuoso» (Yong Ye). En este sentido, Yan Yuan también manifestó: «El Maestro es metódico y paso a paso va guiando a la gente. Me ha ampliado el horizonte de conocimientos con la cultura y me ha enderezado el comportamiento con los ritos. De este modo, aunque quisiera, ya no podría detenerme» (Zi Han). El amor filiar y el afecto fraternal constituyen el meollo de la benevolencia. El benevolente profesa amor al prójimo y es «ampliamente fraternal». Los adictos a la benevolencia se aproximan, desde luego, a quienes la posean. Una vez conseguido este autoperfeccionamiento moral, pasa a cursar los estudios culturales y los ritos para regir su conducta. En las Analectas, los ritos son utilizados no solo para fines «reguladores», sino también para «controlarse», «mantener el orden»y «cultivar la armonía», etc. «La práctica de los ritos tiene por objeto priorizar la armonía. En ello consiste justamente el acierto de los antiguos soberanos, que la procuraban tanto en asuntos grandes como en pequeños. En alguna ocasión no se pueden aplicar los ritos y entonces se pretende implantar la armonía sin regirse por los ritos; esto es improcedente» (Xue Er). «Si para conducir al pueblo se vale de leyes, y para mantener el orden se recurre a castigos, la gente huirá de sus hogares y perderá la vergüenza. Si para conducir al pueblo se vale de la virtud y para mantener el orden se recurre a los ritos, la gente desarrollará el sentido de la vergüenza y se avendrá» (Wei Zheng). «Sería un hombre perfecto dotado de la sabiduría de Zang Wuzhong, la moderación de Meng Gongchuo, la intrepidez de Zhuangzi de Bian y el talento de Ran Qiu, cualidades perfeccionadas y armonizadas con los ritos y la música» (Xian Wen). De allí podemos ver que los ritos siempre han sido utilizados para cumplir las funciones de regular, controlar, ordenar y armonizar, con una finalidad constante e invariable: la benevolencia. «Meng Yi me preguntó en qué consistía la piedad filial y yo le respondí: “En no infringir nunca los ritos”». El Maestro respondió: «Mientras vivan los padres hay que servirlos según los ritos. Cuando mueran, hay que enterrarlos y dedicarles ofrendas también según los ritos» (Wei Zheng). «Si cumplimos nuestros deberes con discreción al fallecimiento de nuestros padres y recordamos a nuestros antepasados remotos, la fuerza moral del pueblo se tornará sólida» (Xue Er). «Cuando mueran, hay que enterrarlos según los ritos y celebrar ceremonias en su memoria también según los ritos». De esta forma, cumplimos nuestros deberes al fallecimiento de nuestros padres y conmemoramos debidamente a nuestros antepasados. El objetivo es hacer más sólida la moral ética del pueblo. De allí, «cuando los gobernantes sean generosos con sus propios familiares ello incitará al pueblo a desarrollar virtudes humanitarias» (Tai Bo).
En resumen, el pensamiento esencial de las Analectas de Confucio consiste en la benevolencia, a la cual están supeditados los Ritos, que están a su servicio.
II
Según la bibliografía descriptiva de los clásicos literarios, Historia de la dinastía Han, escrita por Ban Gu, «las Analectas son un compendio de las palabras del Maestro cuando dialogaba con los discípulos y otras personas contemporáneas, o comentarios de aquellos, que registraron esas citas y, después del fallecimiento de Confucio, las juntaron en una colección, denominándola Analectas». En «Bian Ming Lun» de la Colección de obras literarias, el autor Li Shan dijo en estos términos al citar a Fuzi: «Antaño, cuando falleció Confucio, sus seguidores coleccionaron las citas del Maestro y editaron un libro, titulado Analectas». De allí podemos saber que el título en chino, Lún Yǔ, significa «discusiones sobre las palabras». Quiere decir, discusiones sobre las palabras de Confucio en las conversaciones. Se trata de un libro donde se registran diálogos y acciones entre Confucio y algunos de sus discípulos. El título de esta obra existió desde entonces y no ha sido puesto posteriormente.
Las Analectas también son una colección de fragmentos ordenados sin un criterio preestablecido. De este modo, ni siquiera en los dos capítulos sucesivos hay una razón de conexión. Además, de ninguna manera los fragmentos de este compendio fueron escritos por un mismo autor, ya que, en el limitado espacio de esta obra, aparecen pasajes repetidos en varias ocasiones. Por ejemplo, el pasaje de «Las palabras hábiles y las maneras afectadas rara vez son signos de bondad» aparece primero en el libro Xue Er y más tarde vuelve a aparecer en Yang Huo. En otros casos, el mismo pasaje se repite con una pequeña variación del número de caracteres, que dan más o menos detalles. Por ejemplo, el pasaje de «Un caballero poco serio no inspirará respeto…» tiene once caracteres más en Xu Er que en Zi Han. De la misma manera, hay pasajes con el mismo sentido, pero expresados de distinta manera. Por ejemplo, en el libro Li Ren hay un pasaje que dice: «No te preocupes por ser desconocido, sino por tener mayor valía para ser apreciado». La misma idea es expresada en otros términos en el libro Xian Wen: «No es preocupante que los demás no reconozcan nuestros méritos; pero sí nuestra incapacidad». En Wen Ling Gong se expresa de otra forma: «El caballero sufre por su incompetencia, no porque los demás lo ignoren». Si sumamos el pasaje similar en Xue Er que dice: «¿No es un caballero el que no se resienta cuando los demás ignoran sus méritos?», en total son cuatro repeticiones. La única hipótesis razonable para explicar este fenómeno consiste en que las palabras de Confucio fueron anotadas por diferentes discípulos que aportaron sus apuntes y dieron forma a esta obra. Por consiguiente, de ninguna manera se puede considerar que las Analectas fueron redactadas por un autor determinado. Entre los autores de esta obra hay discípulos de Confucio. En el libro Zi Han hay un pasaje donde Lao afirmó: «El Maestro dijo que como no ocupó ningún cargo público, ha podido aprender diversos oficios». En este caso, Lao es el nombre de una persona que, según se dice, se apellidaba Qin, y era conocido también como Zikai o Zizhang. Al considerar que este registro solo menciona el nombre y no el apellido, lo que es una incongruencia con el procedimiento general con otros pasajes de las Analectas, se puede deducir que el autor de este pasaje es el mismo Qin Lao, uno de los autores de esta obra, quien «tomó directamente de sus apuntes y lo incorporó a esta obra» (Rongo Shusetsu, por Yasui Sokken, 1799-1986, estudioso japonés). Por otro lado, en el libro Xian Wen hay un pasaje parecido: «Yuan Xian preguntó acerca de la vergüenza. El Maestro respondió: “Cuando el Estado está regido por buenas normas se acepta la recompensa. Pero cuando el Estado se ha descarrilado del Camino Justo es vergonzoso cobrar la recompensa”». En este caso, Xian es Yuan Xian, también conocido como Zisi. Evidentemente, aquí se trata de una anotación propia de Yuan Xian.
Las Analectas de Confucio no solo son citas del Maestro registradas por los mismos discípulos de este, sino también por los subsiguientes alumnos. Podemos encontrar muchos registros de los alumnos de Zeng Shen, discípulo de Confucio. Por ejemplo, en el libro Tai Bo hay un pasaje: «Cuando el maestro Zeng estaba enfermo, convocó a sus discípulos y les dijo: “Mirad mis pies. Mirad mis manos”». En el Libro de las odas se leen estos versos:
Andad despacio,
con cautela y miedo,
como al borde de un profundo abismo,
como caminar sobre frágil hielo.
Porque de hoy en adelante, hijos míos, sé que estoy a salvo de castigos.
No se puede negar que este pasaje fue registrado por los adeptos de Zeng Shen. Podemos citar otro ejemplo del libro Zi Zhang. Los discípulos de Zixia preguntaron a Zizhang su opinión acerca de las relaciones interpersonales. Zizhang les preguntó a su vez: «¿Cuál es la opinión de Zixia al respecto?». Ellos contestaron: «Zixia nos ha dicho: “juntarse con las personas dignas y rechazar a las que no lo sean”». Zizhang comentó: «Yo he oído decir algo diferente: el caballero venera a los sabios y es receptivo a todos los hombres en general; el caballero ensalza la bondad y compadece la incapacidad. Si soy un gran sabio, ¿a quién no puedo soportar? Si no lo soy, la gente me rechazará. ¿Por qué tengo que rechazar a los demás?». Este pasaje parece ser un registro de los alumnos de Zizhang o Zixia, discípulos de Confucio. También se puede citar un pasaje del libro Xian Jin en que Confucio dijo: «¡Qué piedad filiar más ejemplar la que profesa Min Ziqian! Nadie puede poner en duda las alabanzas de sus padres y hermanos por su conducta!». «Cuando los discípulos estaban al lado del Maestro, Min Ziqian se mostraba respetuoso y prudente; Zilu, intrépido y marcial; Ran You y Zigong, afables y plácidos. El Maestro se sentía feliz». Confucio siempre llamaba a sus discípulos por el nombre. Por eso, esta excepción de llamar «señor» a Min, no deja de despertar nuestra sospecha de que este pasaje fue apuntado por un discípulo de Min Ziqian a posteriori. Esto explica esta falta de congruencia en el tratamiento. Además, es difícil entender que en el pasaje «Cuando los discípulos estaban al lado del Maestro, Min Ziqian se mostraba respetuoso y prudente», no solo denomina «señor» a Min Ziqian, sino que también lo coloca delante de los otros tres discípulos, Zilu, Ran You y Zigong. Porque si se los ordena por la edad, Zilu era el mayor; si se los ordena por jerarquía, Min Ziqian estaba en un nivel muy inferior. Pero, ¿cuál es la razón por la cual se lo coloca en el lugar más prominente, denominándolo además con el título de «señor»? Una hipótesis razonable lo atribuye al hecho de que fueron los alumnos de Min Ziqian quienes registraron posteriormente las palabras que les había dicho su maestro en las conversaciones diarias.
Las Analectas