Anatomía de las emociones - Carles Frigola - E-Book

Anatomía de las emociones E-Book

Carles Frigola

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Beschreibung

Anatomía de las emociones describe el recorrido de una sociedad autoritaria (anterior a 1968) a una sociedad más permisiva y al nacimiento de la cultura de lo políticamente correcto. Carles Frigola, psiquiatra y discípulo de Wilhelm Reich, argumenta que la sociedad con la nueva normalidad ha enfermado, así como muchos actores de la nueva política. La gestión de la covid-19 está dando lugar a la Plaga Emocional, una enfermedad altamente infecciosa y contagiosa: una nueva pandemia de pánico. ¿Existe una experiencia traumática en la vida emocional de los ciudadanos y en la sociedad? Carles Frigola analiza las estructuras de carácter de la ciudadanía del siglo XXI y los sentimientos de la posmodernidad. Las emociones colorean nuestra vida social. Manipuladas y distorsionadas producen las fake news —introducción de mentiras en un sistema social— las cuales, impregnadas de reactivos emocionales, se convierten en posverdades o mentiras emotivas creíbles. Son las causantes de la Plaga Emocional, el caldo de cultivo de toda clase de populismos.

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Anatomia de las emociones

Carles Frigola

ANATOMÍA DE LAS EMOCIONES

Los sentimientos de la posmodernidad Wilhelm Reich revisitado

A David, Carlota, Laia, Elna,Joana

Las múltiples facetas de mis simpatías me llevaron al principio «todo el mundo está en lo cierto de alguna manera»; es sólo cuestión de averiguar de qué manera.

Wilhelm Reich

Primera edición: septiembre de 2021

© Carles Frigola

© de esta edición: Laertes S.L. de ediciones, 2021 www.laertes.es

ISBN: 978-84-18292-34-7

Fotocomposición y cubierta: JSM

Ilustración cubierta: Víctor Ramírez

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual, con las excepciones previstas por la ley. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, «www.cedro.org») si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Agradecimientos

La nueva normalidad

Emociones y sentimientos sociales en el sigloxxi

El thatcherismo(1979-1990) promovió la idea que no existe lo que los ciudadanos llámanos la sociedad, sino simplemente individuos y sus relaciones familiares y lo que promueve que la gente se junte y participe en grupos es por un interés o una actividad de provecho personal o económico. Por otro lado, frente a esta idea política existe una ideología posmarxista, originaria de la Escuela de Frankfurt: lo políticamente correcto.

En mi opinión, que comparto con otros psicoanalistas americanos, tanto el neo-thatcherismo (trumpismo) como su opuesto lo políticamente correcto (la nueva izquierda) podrían considerarse «neurosis sociales y patologías de las comunidades civilizadas»de las que habló Freud en Malestar en la Cultura (Freud 1932) y que las democracias neoliberales europeas están implementando desde principios del siglo xxi. Actualmente es la propia sociedad en su conjunto la que ha enfermado de neurosis y muchos actores y actrices de la nueva política (la nueva normalidad),con toda seguridad, serían firmes candidatos a recibir ayuda psicoanalítica.

En la cultura popular, lo que Norbert Elias denominó the civilizing process (Elias, 2006), el futbol y los demás deportes juegan un papel primordial en nuestra civilización y tienen sus propios mecanismos de gratificación y autocomplacencia emocional para las masas. Cada tres días los estadios de futbol consiguen agrupar amás de 60 mil espectadores en el Reino Unido y unos 40 mil en España. Y unos 10 mil si contamos con las ligas de segunda y tercera división. En el estadio municipal de mi pueblo natal cada domingo quincenal unos 50 niños y 50 niñas de 9 a 14 años se reúnen para jugar al futbol por edades, se identifican con los colores de su club y compiten deportivamente entre ellos/as. Todo esto sucedía antes de la pandemia de la covid-19. Esperemos que en un futuro próximo se vuelvan a llenar los estadios y los niños y las niñas de mi pueblo puedan volver a vestirse y competir con los colores de su club.

Al final del libro nos referiremos al tema de la covid-19 y describiremos como hemos ido gestionando entre todos los ciudadanos esta pandemia vírica desde el punto de vista de la psicología de masas: el nacimiento de una «nueva pandemia de pánico». Una sutil forma de control social de las emociones que llamamos la Plaga Emocional.

Para comprender la situación actual de caos y de desconcierto de la nueva normalidad, debemos revisitar la situación socialmente politizada y los acontecimientos históricos que tuvieron lugar a comienzos de 1960 en los EUA y los que continuaron alrededor del mayo de 1968 en Francia para comprender el traspaso de una sociedad autoritaria a una sociedad antiautoritaria del todo vale y el nacimiento de la nueva cultura posmoderna de lo políticamente correcto. Lo políticamente correcto es una distorsión sociopolítica de las ideas marxistas trasladada de los términos económicos a los culturales y la expresión emocional del nuevo orden social antiautoritario actual. Es mucho más complejo que la vieja y conocida moralidad autoritaria anterior a 1968. Según mi opinión, lo políticamente correcto (la nueva normalidad)se está convirtiendo en la enfermedad emocional del siglo xxi.

Para reencontrarnos con este marxismo cultural —heredero de la Escuela de Frankfurt y del Institute for Social Reserch de Nueva York (Lukács, Adorno, Fromm, Horkheimer, Marcuse, Benjamin, Habermas, etc.) que tuvo lugar durante la década de 1930— debemos reconsiderar las experiencias sociales de los años 1960, como fueron las marchas por los derechos civiles lideradas de Martin Luther King, la generación beat, el nacimiento del movimiento feminista y las protestas contra la guerra del Vietnam y por último la aparición del movimiento hippie que fue contracultural, libertario y pacifista y un estilo social de vida: los movimientos nudistas, veganos, pacifistas, ecologistas, moteros, animalistas, neorrurales, etc.

Cuando la Escuela de Frankfurt (Lukács, Adorno, Fromm, Horkheimer, Marcuse, Benjamin, Habermas, etc.) se trasladó a Nueva York alrededor de 1933 para instalarse en el Institute for Social Research, con la ayuda y el beneplácito de la Universidad de Columbia, sus afiliados renegaron aparentemente tanto de Marx como de Freud para crear su propia praxis: la teoría crítica. Entre los afiliados que emigraron se encontraban Carl Grumgerg, un economista austriaco que fue el primer director y más tarde se incorporaron Max Horkeimer, Theodore Adorno, Erich Fromm y Herbert Marcuse. El término teoría crítica era muy ingenioso. Horkeimer hablaba de la «hostilidad de la gratificación personal inherente en la cultura burguesa» y «la fetichización del trabajo» (Horkeimer, 1998), pero Wilhelm Reich, que se incorporó más tarde, se preguntó: «¿Dónde se encuentra “la crítica” en la teoría? ¿La teoría es criticar al orden capitalista y la cultura occidental sin dar una alternativa? ¿La base de la teoría trata simplemente de ir criticando todo?». Esto sucedía en Nueva York a finales de los años 1930, no en los años 1960. Pero, ¡qué maravilloso mensaje para los radicales de mitad de 1960!

En el ámbito personal, algunos miembros del Institute for Social Research trabajaron para el gobierno federal, incluyendo a Marcuse, que fue una figura clave en la OSS (la precursora de la CIA), y Horkeimer y Adorno se trasladaron a vivir a Hollywood. El éxito popular que tuvieron algunos de ellos, como Fromm y Marcuse, fue debido, a mi entender, cuando introdujeron el elemento que es central en la psicología de masas: la cuestión sexual y la perversidad polimórfica, «protestando contra el ascetismo burgués en nombre de una moralidad más alta» (Marcuse, 2010). Obviamente, ambos se referían al Marqués de Sade. Para Wilhelm Reich, quizá el más puritano de todos ellos (puritano en el sentido de puro y natural), sus asuntos personales no fueron nada amables. Todos sus libros terminaron siendo literalmente quemados en la incineradora de Gansevort en Nueva York por una orden del gobierno federal y él mismo enviado a la cárcel tras un juicio farsa donde murió en 1957 en pleno macartismo. Sobre este hecho histórico circula en Internet un filme de 2012 del director austriaco Antón Svoboda, todavía inédito en nuestro país, The Strange Case of Wilhelm Reich, protagonizado por el actor alemán Klaus Maria Brandauer.

Aunque la palabra políticamente correcto podría parecer un chiste de mal gusto o una frase ocurrente de un cómic, todavía nos la seguimos tomando medio en broma. Pero en el fondo, la expresión es muy seria. Su origen se remonta, como ya hemos señalado, a la revolución estudiantil de los años 1960: el movimiento pacifista, la revolución feminista y la lucha por los derechos civiles. Fue precisamente Marcuse en su libro Eros y Civilización quien postuló que si destruimos el orden opresivo existente y liberamos el Eros (la perversidad polimórfica), abriríamos y liberaríamos en realidad la fuente de la libido (Freud) y las consecuencias sociales serían que cada uno podría hacer lo que le viniera en gana. Creó la famosa frase Haz el amor, no la guerra. Esta ideología, que en un principio fue considerada erróneamente freudo-marxista, John Lennon la convirtió en una utopía con su intemporal Imagine:

Imagine there’s no countries/ It isn’t hard to do/ Nothing to kill or die for/ And no religion, too/ Imagine all the people/ Living life in peace/ You, you may say I’m a dreamer/ But I’m not the only one/ I hope someday you will join us And the world will be as one/ Imagine no possessions/ I wonder if you can/ No need for greed or hunger/ A brotherhood of man/ Imagine.

Lo políticamente correcto se ha ido convirtiendo con el paso de los años en la ideología oficial de los Estados europeos. «Haz el amor, no la guerra» podría traducirse actualmente por «Disfruta de Netflix y deja la política al Estado». A los ciudadanos que cuestionan esta ideología oficial se les excluye y se les censura por tener pensamientos políticos «desviados». Lo terrible del caso es que las democracias neoliberales europeas se han apropiado lentamente, sin darnos cuenta, de las ideologías libertarias de los años 1960 y 1970. ¡Si John Lennon levantara la cabeza!

Para ilustrar la perversidad de los Estados europeos que han blanqueado para sí las ideologías de los movimientos revolucionarios de los años 1960-1970, me viene a la mente la elocuente frase de James Agee:

«Cada vez que aparece una furia en la tierra el tiempo la transforma en arte, religión o algún nuevo tipo de autoridad. El golpe más mortífero que los enemigos del alma humana pueden asestar es darle culto a la furia. Swift, Blake, Beethoven, Cristo, Joyce, Kafka, decidme alguno que no haya sido de esta manera castrado. La aceptación oficial es el signo inconfundible de que la salvación nos ha sido negada otra vez; es el signo más claro de una fatal incomprensión y es también el beso de Judas» (Agee, 2010).

Concluyendo, parece que estamos directamente empujados hacia una nueva transformación de la historia. Algunos países se están convirtiendo en Estados ideológicos. A los ciudadanos se nos pide que internalicemos esta ideologíaoficial que será posteriormente reforzada por las instituciones públicas. Nos podemos reír de la palabra políticamente correcto, la podemos encontrar incluso graciosa, pero está ya instalándose en el inconsciente social para futuras generaciones.

Con la ideología posmoderna de lo políticamente correcto,la pandemia de la covid-19, que es vírica, está dando lugar a una pandemiaemocional de pánico y terror a nivel planetario. Esta compleja situación de psicología de masas se describe con detalle en los diferentes capítulos del libro.

El lector podrá recorrer el camino desde la consciencia ecológica del cambio climático —iniciada en el ámbito planetario por la joven activista sueca Greta Thunberg— hasta llegar a los estragos de la pandemia de la covid-19.Los ojos del mundo estuvieron puestos sobre ella, que habló con coraje y claridad sobre los peligros que enfrenta el mundo, y que no tuvo miedo en reprochar a los poderosos del planeta su débil compromiso con el cambio climático.

Desde la nueva normalidad política, ya definitivamente instalada, se está abriendo un territorio psicosocial hacia una nueva pandemia que está infectando a grandes capas de la población: nos referimos a la Plaga Emocional.Una nueva pandemia de pánico y control social que está siendo el caldo de cultivo para toda clase de populismos.