Angela Merkel. Lo podemos hacer - Angela Merkel - E-Book

Angela Merkel. Lo podemos hacer E-Book

Angela Merkel

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Figura emblemática de la política alemana y europea durante los últimos tres lustros, desde que en 2005 tomó las riendas de su país como canciller, Angela Merkel ha sabido superar con firmeza y serenidad momentos difíciles para su país y para el continente europeo. Los discursos pronunciados en diversas ocasiones oficiales dan fe del liderazgo de una mujer que se formó como científica en el mundo comunista en la antigua Alemania del Este, y cuya trayectoria política ascendente, refrendada una y otra vez por los ciudadanos, la han convertido en uno de los personajes más influyentes a nivel global. Este volumen recoge algunas de sus intervenciones más incisivas y memorables, entre los años 2014 y 2020, y nos permite entender los retos que la han acompañado durante su mandato: de los riesgos derivados del cambio climático al futuro de las nuevas generaciones, de las responsabilidades de Alemania con las víctimas de la Shoah a su papel fundamental en la Europa de hoy. Situando siempre la dignidad de las personas en un lugar preponderante de la política.

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Angela Merkel

Lo podemos hacer

Traducción de Marta Mabres Vicens

Primera edición en castellano: octubre de 2021

© de la traducción, Marta Mabres Vicens, 2021

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2021

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-18927-05-8

Imagen de portada: Getty Images

Realización de cubierta y fotocomposición: Grafime

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

Índice

Discurso de la canciller federal Angela Merkel en el acto de clausura del proyecto «Una nueva narrativa para Europa» de la Comisión EuropeaDiscurso de la canciller federal Angela Merkel con motivo del acto de conmemoración del Comité Internacional de Auschwitz en el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-BirkenauDiscurso de la canciller Angela Merkel en la 368 ceremonia de graduación de la Universidad de HarvardDiscurso de la canciller federal Angela Merkel ante el Parlamento alemán (acta del Parlamento alemán)Discurso de la canciller Angela Merkel sobre la presidencia alemana del Consejo de la UE de 2020 ante el Parlamento Europeo

Discurso de la canciller federal Angela Merkel en el acto de clausura del proyecto «Una nueva narrativa para Europa» de la Comisión Europea

1 DE MARZO DE 2014 EN BERLÍN

Estimado señor presidente de la Comisión Europea, querido José Manuel,

estimado señor Staeck,

estimada señora Hertling,

estimado señor Dujardin,

estimados miembros del Comité,

miembros de los parlamentos,

excelencias,

señorías:

Esta mañana el mundo del arte nos ha regalado en este lugar fantástico unas magníficas impresiones musicales y visuales. Gracias por hacernos presente el encanto de la cultura europea. Gracias por colaborar en la redacción de una declaración sobre el state of mind de Europa, lo cual viene a ser —desde luego hay cosas que resultan difíciles de traducir— el estado de ánimo y de espíritu de la Unión Europea. La palabra «Gemüt» en alemán es un vocablo fascinante, que no solo remite a Heine, sino que sugiere otras cosas agradables. A diferencia de la declaración y de las numerosas expresiones artísticas que nos han deleitado hoy, yo debo recurrir a lo que está más al alcance del político, esto es, la palabra. Así pues, vamos a hablar de Europa.

Hoy por hoy, ninguno de los tres motivos primeros para la unificación europea ha perdido un ápice de actualidad: la promesa de paz, la promesa de libertad y la promesa de prosperidad.

Ciertamente son muchos los que sostienen que, en la actualidad, el mandato de paz ya se ha cumplido. En los tiempos de posguerra este fue directamente un motivo para la unificación europea. Sin embargo, como sabemos, apenas ha pasado una generación desde la última guerra en nuestro continente, en concreto, la de los Balcanes Occidentales, donde aún hoy tenemos que trabajar para asegurar una paz duradera. Tenemos que seguir enfrentándonos con obstinación a las tendencias extremistas y carentes de respeto que lamentablemente también se dan en la Europa de hoy en día. El odio, la violencia, el terrorismo, la lucha contra las minorías…, todo esto sigue formando parte de la realidad de Alemania, y no solo de Alemania.

El Premio Nobel de la Paz, que la Unión Europa recibió en 2012, no solo lo interpreto como un reconocimiento a la contribución a la paz de la unificación europea desde la firma de los Tratados de Roma; para mí, este Premio es sobre todo una obligación de todos para seguir garantizando la paz dentro de Europa y fuera de ella, para favorecer la paz allí donde no la hay. Esto significa, ni más ni menos, que los europeos, también la generación actual, seguimos estando llamados a no olvidar las lecciones de la historia y a aplicarlas y vivirlas de forma activa una y otra vez.

2014 es un año cargado de simbolismo. En Alemania se conmemoran mucho los aniversarios de 100, 75, 65, 25 y 10 años. Como presidenta de partido, es algo que siempre me llama la atención. Escribo bastantes cartas a personas que este año van a cumplir 100 años y eso hace que me pregunte: ¿en qué época llegaron al mundo? Nacieron en el año en que estalló la Primera Guerra Mundial. Cuando cumplieron los 25 años —esto es, hace ya 75 años— se inició la Segunda Guerra Mundial. 65 años atrás, unas circunstancias afortunadas propiciaron la fundación de la República Federal de Alemania; hace 25 años cayó el Muro de Berlín y Alemania por fin logró reunificarse… y hace 10 años que se produjo la adhesión de los estados de Europa central y oriental a la Unión Europea. Desde entonces, la Unión Europea, de la que hoy en día los estados de Europa central y oriental son parte natural, se ha vuelto más complicada, pero desde luego también más diversa. Con todo, viendo quién nos marca la pauta hoy en día, sospechamos que todavía nos queda bastante trabajo por hacer. De hecho, la paz en los Balcanes Occidentales —todo sea dicho— solo se puede asegurar con la promesa de adhesión a la Unión Europea. Por mi experiencia de muchos años, cualquier otra cosa está llamada al fracaso.

Personalmente, el número 25 tiene un significado muy especial para mí. Cuando era una joven científica, vivía en Berlín, a apenas doscientos metros de aquí. Andaba prácticamente todas las tardes en dirección hacia el Muro, y jamás pensé que alguna vez podría atravesar la Puerta de Brandemburgo en libertad. Me había hecho a la idea de que tal vez, cuando me jubilara, podría viajar a Occidente, a Estados Unidos, con un pasaporte de la Alemania Federal. En aquella época, las mujeres en el Este se jubilaban a los sesenta así que yo a estas alturas estaría a punto. Sin embargo, estoy muy contenta de que todo haya sucedido de un modo distinto.

Al recordar hoy los momentos de la transformación de la historia de Europa desde el dolor del sufrimiento a la felicidad auténtica, nuestro pensamiento está, como no puede ser de otro modo, con los habitantes de Kiev y de Ucrania, que también desean vivir lo que nosotros ya experimentamos. Por eso debemos darles todo nuestro apoyo en su voluntad y en su llamamiento por la libertad y la democracia. En estos días hay que hacer todo lo posible —y yo, junto con muchos otros, procuro hacerlo en numerosas llamadas telefónicas con el presidente ruso y los dirigentes ucranianos— para preservar la integridad territorial. Lo que estamos viviendo en Crimea nos preocupa. Por esta razón hay que esforzarse para que, a la vez que mantenemos nuestros principios fundamentales, en Ucrania también sea posible lo que la historia enseña, eso es, que los conflictos deben resolverse de forma pacífica y diplomática.

Una y otra vez se demuestra que la libertad se puede experimentar, pero no se puede dar por sentada. Hay que defenderla continuamente. La libertad es la base de la Europa unida. La cualidad que posiblemente permite la libertad y nuestra vida dentro de la diversidad es la tolerancia. Estoy convencida —y lo dije además en una ocasión en el Parlamento Europeo cuando Alemania ocupaba la Presidencia del Consejo de la UE— de que la tolerancia viene a ser como el alma de Europa. Especialmente en la prueba a la que nos enfrentamos en estos años —la crisis de la deuda soberana, los ataques al euro, la ambición de Europa de salir de la crisis más fuerte que antes—, es muy importante que no olvidemos esta alma de Europa y que la tengamos siempre presente.

Necesitamos, por supuesto, crecimiento y prosperidad, es evidente —antes incluso hemos visto una bonita viñeta al respecto—. Pero solo si nuestro modelo económico y social europeo tiene éxito en lo económico de manera sostenida, habrá otros en el mundo que dirán: este modelo es factible. A fin de cuentas, este modelo económico y social se basa en la dignidad del individuo. Se basa en que las personas están dispuestas a asumir responsabilidades. A fin de cuentas, la libertad no es estar libre de algo —de hecho, hoy existe la idea, algo trivial, de que uno puede hacer y permitirse lo que quiera—; la libertad, en realidad, va siempre ligada a la responsabilidad de participar en una sociedad. Los humanos estamos hechos para esto. Esta, al menos, es mi profunda convicción.

Por eso, señorías, el euro, del cual nos hemos ocupado tanto y nos seguiremos ocupando, también es mucho más que una moneda. Los padres y madres de la unificación europea han señalado a menudo que quienes comparten una moneda de forma duradera no vuelven a enfrentarse entre ellos en una guerra. Por eso la moneda comunitaria también es un símbolo de la exitosa unificación pacífica y democrática de Europa. Por ello la superación de la crisis es en realidad un cometido cultural y no solo político-financiero.